La sangre y la esperanza

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NICOMEDES GUZMAN

Aquella tarde, mi madre me habia mandado a prepararle el “choncho” porque tenia que lavar. Tom6 el tarro abierto en un lado, y me di a1 trabajo en medio de la galeria, frente a la puerta de nuestro cuarto. Tenia pr6ctica. Y no me costaba. Apisonaba la viruta alrededor de un palo colocado en el centro del tarro, cuando ante la vivienda de Angdlica comenzaron a a.golpr.,e :as coriadres. Dej6 mi trabajo. Y corri hacia all& Me escurri co rno pude entre las faldas de las mujeres agrupadas en la puerts, hats colame a1 cuarto. iPreferible hubiera sido sofccar mi bxpuk.o! Sobre unos jergones tendidos en un r i n c h , con las polleritsis reccgidas, sin calzones, Angklica sangraba abundantemente de entre las piernas. Cerca de ella, el “Cabeza de Tope”, crecida la barba, babeah, roncando, tirado sobre las arriscadas tablas, COD 10s pantalones a medio abrochar. Una hotella de vino yacia dada vuelta junto a una vieja’bacinica, saltada y sin oreja. Melania, por otro lado, roncaba su borrachera encima de unos sucios trapos y ~1109 restos de prendas de lana, como el hombre roncaba la suya, en sueiio 10s instintos salvajemente satisfechos. I.Jo recuerdo si fu6 mi madre quien me retir6 de alli. El cas0 es aue, cllando la Camilla de la Asistencia PGblica, condiacida por dos hombres de blanco, pas6 galeria afuera, y baj6 la escala, Ilevhdose a.Ang6-


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