Uno
Tras un intenso haz de luz, la vida pasa cual aurora, Cegados por su destello inicial, acostumbrados A su abandono, sin prisa alguna, pero con el paso Del tiempo de forma implacable, dura. Discurre por todas estas calles, inundadas de millones de miradas Que quieren, pero no pueden decir, solo y únicamente eso: nada. Donde la fe retorcida es aquella manta que cubre La inseguridad de muchos, el provecho de pocos, Sinónimo del plato de cada uno de nuestros días, Impregnados de esta mísera rutina. Una vida es cuanto tiene de historia y nada de cuento. ¿Cómo es la tuya?
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Dos
La estupidez no se hereda, se crea como la mala hierba; Y, sí, se contagia, cuanto más se practica, como el mismo joder, Como la vida misma.Y creedme si os digo que es algo que me apena. Saber que siempre existirá quien, sea cual sea la mierda que le llene, Sin importar cuán lejos le lleve, seguirá siendo un capullo Con un, pronto y prometedor futuro ante el espejo; pero efímero y Tambaleante, cuando venga el invierno. Cuando el frío toque la puerta, Cuando la soledad ponga a prueba tu vida, será cuando tu gozo Se convertirá en necesidad y no encontrarás más que el ego Que se comió tu alma. Pues sí, es una pena. Una pena que haya quien deba sufrir una Desgracia para concienciarse de ella.Y hay quien me pregunta: ¿Por qué lo haces? Da igual, sigues sin darte cuenta.
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Tres
Hoy es uno de esos días. Uno de esos en los que tu mente Dice basta; cuando tu corazón late y tu cuerpo se mueve sólo, Se desgasta. Hace tiempo que mirar al cielo no sirve, y que Soñar crea un gran desconsuelo. Cierto que la única lluvia Capaz de limpiarlas heridas es la que muere en los ojos Y nace del pozo del alma. En esta ciudad fantasmal, hay quien busca paz para hoy, Guerra para mañana. Allá ellos y sus actos. No seré yo el juez; lo será tu vida, espejo de tu ser.
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Cuatro
Escribo por el cambio, por una sonrisa. ¿Para qué escribo? Para dejar atrás Tantos «quizás», hacer realidad una vida. Una vida distinta de la mía. Una de tantas, marginada por la ignorancia, Por la indiferencia congénita, por la visión Distorsionada de ésta sociedad para Con la naturaleza humana. Al nacer, venimos con el mismo llanto. Al llorar, lo hacemos con las mismas lágrimas. Y al sonreír, con el mismo brillo que ilumina Nuestra cara de arrugas, espejo de nuestra alma. ¿Somos distintos? Háztelo mirar.
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Cinco
No quieras ser un desgraciado en casa, No quieras renegar de quien te dio cobijo y cama, No quieras volver la cabeza y dar la espalda, No quieras olvidar quien te dio de comer; No quieras obviar quien sacrificó su vida por ti, Quien te ama. No lo quieras, nunca, no lo quieras. Séneca ya decía: «Los desagradecidos Hacen daño a quien necesita ayuda». Y digo yo, ¡Qué mala es la memoria! Pan para hoy, y ya hablaremos mañana.
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