Primeras páginas de 'Miguel Fisac, ¿desconocido?'

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Última etapa: el no regreso

El viaje termina con la vuelta. El héroe ha triunfado, ha conseguido su objetivo y vuelve victorioso para ser reconocido, laureado y compartir su éxito con los suyos. Sin embargo, el viaje personal de Miguel Fisac no termina. No da por concluida su misión y su viaje. Su búsqueda personal la entiende como una lucha en solitario frente al mundo. Ha conseguido llegar a ser el Fisac Arquitecto que él quería: el arquitecto discrepante, el trasgresor, el que voluntariamente ha buscado la diferencia, el arquitecto genial que sin duda fue. Pero no es suficiente. No se entendería a un Miguel Fisac adocenado, conformista y alejado del combate. Luchó hasta el final por sus ideas y no renunció ni un momento a llevar su voz allá donde fuera requerida. Miguel Fisac no se jubiló nunca de la arquitectura. Nació para ser arquitecto y vivió siempre en coherencia con esta misión. El héroe murió en la batalla. Pero esta genial diferencia le sitúa al margen. Fisac el adelantado, el visionario, vive su último tiempo a destiempo. El héroe es olvidado. En las escuelas de arquitectura ni le citan. Los jóvenes arquitectos no lo conocen y sus coetáneos le ignoran. Miguel Fisac tan reconocido, tan requerido, tan genial, tan diferente, ahora se aleja, se difumina y se borra. La dualidad forma parte de su per67

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Ana Victoria López

sonalidad. Ha sido una constante en su vida: es cercano y distante; colérico y generoso; admirado y silenciado. También el país ha experimentado un cambio sustancial. La sociedad dictatorial va sustituyéndose poco a poco por una sociedad más democrática. Miguel Fisac está situado en lo mas alto, sobre una realidad social que él conoce y domina perfectamente, en la que siempre ha vivido. Es en esa sociedad, donde se desenvuelve magistralmente, pero esa situación cambia, evoluciona y el héroe sigue situado en esas mismas premisas que ya no valen, que quedan obsoletas, permaneciendo así, sin base y sin apoyo. Si en cada viaje por el mundo Miguel Fisac regresa siempre a su casa del Cerro del Aire en Madrid, en su viaje de búsqueda interior, Fisac no encuentra al Fisac héroe que vuelve victorioso tras un largo, duro, y extenuante viaje hacia sí mismo. Posicionado en personales teorías cristianas, basadas en las enseñanzas de Jacob Lorber, en las que Ana María creía fielmente, y esperando y deseando serenamente abandonar su cuerpo para dejar libre su alma, Miguel Fisac fallece en su cama, en su casa del Cerro del Aire con la compañía y el alivio de quien siempre estuvo a su lado, su mujer, Ana María Badell. El héroe regresó a su Cerro del Aire para reencontrarse con las esencias infinitas del universo. Un olvido imperdonable La última etapa la situamos a partir de la década de los 70. En este último recorrido, el héroe debería volver de su viaje. Pero una vez más, Miguel Fisac no responde a prototipos. Su lucha y su exitosa carrera de décadas anteriores, entra ahora en un penoso e injustificado olvido. Profesionalmente, inicia su etapa constructiva de los llamados hormigones de encofrados flexibles; una técnica muy novedosa en aquellos tiempos, que nadie se atrevió a realizar y que muy pocos supieron comprender. 68

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Miguel Fisac, ¿desconocido?

Atrás quedaron los espacios mágicos de sus iglesias, las soluciones imaginativas y geniales de sus edificios, la referencia sonora de su opinión siempre crítica. En la década de los 50 y 60, las páginas de los periódicos están llenas de referencias sobre Miguel Fisac. Es el arquitecto famoso del momento. Su actividad profesional y social es incesante, frenética. Todos los medios escritos de la España de Franco recogen en algún momento, la actividad y la opinión del arquitecto de fama internacional. Es a partir de los años 70, cuando esta presencia mediática sobre su vida y obra es notoriamente muy inferior. En este vacío constructivo, en donde Fisac llega a cerrar su estudio profesional, el héroe se entrega a una actividad editorial que llena la falta de encargos. En 1969 escribe La Molécula Urbana, un texto relativamente breve y directo donde expone sus teorías urbanísticas y su forma peculiar de hacer ciudad de «una manera más humana». En estas teorías, Fisac se aleja de las ciudades superpobladas, los grandes rascacielos y los enormes atascos de vehículos, aspectos todos que denunció y previó en el Madrid de entonces. Sin embargo, sus ideas urbanísticas, tuvieron poco eco en la opinión y las corrientes del momento. De esta década son también los numerosos artículos de opinión, siempre críticos y mordaces que firma en el diario ABC de Madrid. En 1982 publica, Carta a mis sobrinos. Fisac se dirige a sus sobrinos estudiantes de arquitectura, (ninguno de sus hijos ha seguido la profesión de su padre). En ese mismo año publica también, Mi estética es mi ética, una recopilación de textos propios y en 1985 publica, Arquitectura Popular Manchega, un librito breve, ilustrado con sus propios dibujos, que recoge la arquitectura vernácula de su tierra manchega cuya utilización de materiales y disposición de espacios siempre admiró. Dicho texto sirvió como discurso de ingreso en el Instituto de Estudios Manchegos de Ciudad Real.

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