Laultimacancion

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Nicholas Sparks

La última canción

tiene algo que ver con esa chica! Y no lo niegues..., lo puedo leer en tu cara... Y de todos modos, ¿qué estabas haciendo con esa chica en el barco de tu padre? La forma en que pronunció «esa chica» daba a entender que Ronnie era como algo repugnante que Susan había pisado sin querer y que no podía quitarse de la suela de su zapato. —Mamá... —¡ Calla! ¡ No intentes buscar excusas! ¡ Era la boda de Megan, Will! ¿No lo entiendes? ¡Su boda! Sabías lo importante que este día era para todos nosotros. ¡Sabías el enorme esfuerzo que tu padre y yo habíamos hecho para que todo saliera perfecto! —No quería que sucediera... —No importa, Will. —Ronnie oyó que Susan lanzaba un bufido de exasperación— . Sabías lo que iba a suceder si la invitabas. Sabes que no es como nosotros... —Ni siquiera le has dado una oportunidad... —¡El juez Chambers la reconoció! Me contó que tiene un juicio pendiente por hurto en una tienda. Así que, o bien tú no lo sabías y ella te ha estado engañando, o bien sí que lo sabías y me has estado engañando a mí. Se produjo un tenso silencio; a pesar de la angustia del momento, Ronnie se inclinó instintivamente hacia la puerta para escuchar la respuesta de Will. Cuando él habló, lo hizo con un tono subyugado. —No te lo conté porque sabía que no lo comprenderías. —Will, cariño..., ¿no entiendes que ella no es lo bastante buena para ti? Tienes un gran futuro por delante, y lo último que necesitas en la vida es a alguien como ella. He estado esperando que te dieras cuenta por ti mismo, pero es obvio que emocionalmente estás demasiado involucrado para ver lo que es evidente. Ella no es lo bastante buena para ti. Es de baja extracción social. ¿No lo entiendes? ¡No pertenece a nuestra clase! Mientras las voces subían de tono, a Ronnie le empezó a dar vueltas la cabeza. Tuvo que contenerse para no vomitar allí mismo. Susan no tenía razón en todo, pero había dado en el blanco en una cuestión: ella era el motivo por el que Marcus había venido. ¿Por qué no se había fiado de sus instintos y se había quedado en casa? No encajaba en aquel lugar. En absoluto. —¿Estás bien? —le preguntó Tom, de pie, desde el umbral de la puerta, con las llaves del coche en la mano.

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