Libro Biografía

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234 Francisco Riberas, contra su destino

que no nos ayudó cuando le pedimos dinero para comprar nuestra primera casa en Usera; ni de los de aquella tía que no nos había acogido tan bien como esperábamos en Lérida, durante aquella dura peregrinación con mi madre en busca de un lugar en el que pudiéramos esperar, con pocos riesgos, el final de la guerra. En Gonvarri han entrado más de quince personas de mi familia, y funcionan muy bien. Son hijos de las hermanas de Josefina, de mi hermana y de otros, y están bien colocados. Me preocupé de todos ellos para que hicieran sus carreras. Les daba una asignación mensual para que pudieran estudiar tranquilamente y con buen aprovechamiento. —¿Es una gran satisfacción, no? —Claro, aunque no soy de los que les gusta hablar de esto, pero sé que ante ti, en este momento, tengo la obligación de hacerlo porque debo ser sincero, contigo y conmigo mismo. Siento una verdadera satisfacción porque contribuí a estimularlos y ahora son todos buenos profesionales, y están conmigo. Yo cada mes me reunía con ellos y les preguntaba cómo iban tanto ellos como las notas, y advertía que tenían ilusión por mejorar en los estudios. Ahora son abogados, economistas..., y eso es muy bonito. —Y me han dicho las hermanas de Josefina que les asignó hace ya bastante tiempo una paga mensual. —Ese dinero complementa sus pensiones. Creí que debía hacerlo. Y si me entero de que alguien tiene algún problema, lo hablo con él y trato de solucionarlo. Pero no me gusta contarlo. Creo que soy buena persona porque estoy en paz conmigo mismo. A sus cuñadas María Teresa, a su marido, y María del Carmen, viuda de Varela, el socio que se separó en los inicios, cuando comenzaron con el estaño, Riberas les asignó una cantidad mensual para redondear sus pensiones. Pero su generosidad no se quedó ahí sino que cuando los negocios del marido de la primera le fueron mal en Bilbao, lo ayudó. Y cuando la solución fue imposible, lo llamó a Madrid y lo colocó en Gonvarri hasta su jubilación. Y a ambas las ayudó a comprar la casa en la que viven y sus hijos encontraron buen acomodo en sus empresas, “y todo lo que hizo por nosotras, nuestros maridos y nuestros hijos fue porque quiso, a cambio de nada, porque ¿qué podíamos ofrecerle nosotras más que


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