Libro Biografía

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Juan de Lillo ok_Juan de Lillo ok 22/03/13 8:43 Página 129

Capítulo IV 129

peculativos y ataque en su base al proceso inflacionista, etc., etc. Todo un programa mediante el que España inició el proceso de modernización, que permitió a los españoles acceder a incipientes grados de bienestar no conocidos hasta entonces. Aquella bocanada de aire fresco en la chirriante economía española, casi de subsistencia, coincidió con el momento en que Francisco Riberas emprendía el difícil itinerario de su definición como empresario. Pero no fue un camino de rosas sino sembrado de trabas económicas, renuncias personales, esfuerzo constante, trabajo sin horario, y todo ello unido a un sobresaliente talento negociador, una gran habilidad vendedora y un gran instinto empresarial. Fue como la explosión de un potencial de capacidades que se habían acumulando a lo largo de años de observación, afán de saber, intentos por descubrir nuevas oportunidades y la convicción de que un negocio no es un pozo sin fondo al servicio del despilfarro y de la buena vida. —Señor Riberas, cuando llegó aquel crucial momento en que abandonó su trabajo fijo de siempre para iniciar la incertidumbre de un negocio que desconocía, ¿estaba usted seguro de sí mismo y de cuál era la dimensión de su aventura? —Eso fue exactamente lo que ocurrió. Sin convicción no es posible afrontar ningún negocio, que era lo que les ocurría a mis socios. Estaba convencido de que aquel era el camino seguro y de que podía enfrentarme a las dificultades. Yo no era un lince y no había estudiado, pero había procurado prepararme, leer muchos libros sobre temas que me interesaban, observaba a la gente que funcionaba bien y nunca olvidé las buenas lecciones que me dieron los compañeros en el primer taller de porcelana en el que empecé a trabajar. —¿En ese momento ya empezó a cobrar de la empresa? —Sí, pero una cantidad modesta porque no quería debilitarla en su nacimiento. Tenía mucho interés en que fuera un negocio serio, como así fue. —Pero todo eso no se logra sin talento. —Absolutamente. Yo tengo la suerte de no ser presumido, de verdad, y de llevarme bien con todo el mundo. Pero fui muy enérgico para exigirme a mí mismo y hacer a la gente que estaba conmigo que cumpliera, por lo menos como yo.


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