Ahora, en cuanto a tu faceta como traductora, empezaré con esto: traduttore, tradittore… Yo no creo eso. Mirá, yo dedicaría parte de mi vida para destruir dos slogans: uno es este que se dijo mucho en los setenta y que decía ‘la poesía no se vende porque no se vende’, porque yo sí creo que la poesía se vende. Porque no es nada intrínseco. El momento que se quiera promocionar al mismo nivel que lo hacen la narrativa o el cine, creo que se podría lograr. Y el otro es traduttore, tradittore. ¿Qué sería de nosotros sin las traducciones? En algún momento alguien dijo que las religiones no existirían sin las traducciones. ¿Quién hubiera podido leer la Biblia o el Corán? ¿Qué parte de la población conoce el latín o el arameo? Y lo mismo con otras tradiciones o culturas. La base de las culturas se ha transmitido gracias a la traducción. Y, si en cierto sentido, algo se pierde…, bueno, enhorabuena por todo lo que se gana. Creo que siempre se gana más de lo que se pierde. Estoy muy en desacuerdo con esa frase. ¿Crees que el traductor de poesía también debe ser poeta? No. No es necesario que el traductor de poesía sea poeta. Eliot Weinberger, el traductor de Borges y de Octavio Paz al inglés, no era poeta pero creía que es necesario estar al tanto de la poesía que se escribe en su lengua y en la que va a traducir. Por otro lado, las personas que han traducido mis poemas no son poetas. Nelly Roffé, quien me tradujo al francés, acaba de publicar su primer libro de poesía pero no es que ya tenga una carrera consolidada. Anna Deeny, quien me tradujo al inglés, ha escrito teatro.
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Has traducido la obra de Jerome Rothenberg, Anne Waldman, Leonard Schwartz, entre otros. ¿Concibes a la traducción como un
proceso de reescritura, como una recreación del poema que se está traduciendo? Hay toda una idea de preguntar si la traducción es creación. Pero vos decís recreación y creo que estás más cerca. La traducción es a la creación lo mismo que la interpretación musical es a la composición. Se recrea como un intérprete recrea la obra que fue compuesta y siempre va a aportar algo de su propia experiencia como músico. Sin embargo, su prioridad va a ser tocar las notas que están escritas en la partitura y no cambiarlas (risas). Entonces, lo creativo viene en qué elige uno para traducir. Los poetas que voy a traducir los elijo yo misma. Por ahí pasa un aspecto de la creatividad, es decir, por qué yo me relaciono con ciertos poetas y quiero traducirlos y por qué otros pueden gustarme mucho pero no me animaría a traducir. No todas las traducciones son hechas de una lengua a otra, sino que algunas pasan por otro filtro. Por ejemplo, cuando la poeta polaca Wislawa Szymborska ganó el Nobel, no se hicieron traducciones del polaco al español, sino que se la tradujo al inglés y luego al español. ¿Cómo lograr que el poema sea lo más fiel cuando el traductor se encuentra frente a una situación de este tipo? Lo planteas en un momento muy especial. Acabo de entregar una traducción de una antología de poesía indígena norteamericana. Mi traducción, por supuesto, fue a partir de unas traducciones ya hechas al inglés. Y otra vez hago hincapié en que se gana más que lo que se pierde. OK, un Nobel es una razón para que todo el mundo quiera leer a una poeta de inmediato. Es una razón muy válida para recurrir a una lengua intermedia. Es una manera de poder acceder a ese material. No se puede hablar al