En 2 Pedro 1:4, el texto hace referencia a ciertas porciones de la Palabra de Dios como preciosas y grandísimas promesas. Grandísimas promesas son aquellas que no se derrumban en los momentos difíciles, sino que ofrecen esperanza en medio de la tormenta. Preciosas promesas son aquellas que encontramos lo suficientemente fuertes como para sostenernos y lo bastante resistentes como para ayudarnos a atravesar la tempestad.