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Post Rentismo en Venezuela?
Situación Actual. ¿Post Rentismo Petrolero en Venezuela?

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Autor: Martha Loaiza

Impacto del Rentismo Petrolero en la Cultura del Venezolano.
Tal como se ha indicado, la orientación rentista en Venezuela tiene una larga tradición que se remonta al cuestionado “descubrimiento” y a la conquista española. Originalmente se refería a la exuberancia de la naturaleza, así como al oro y a las piedras preciosas, exaltadas por Colón, para luego, en el siglo XX, centrarse en el petróleo u “oro negro”. Esa orientación, ha tenido numerosas repercusiones políticas, económicas y sociales.
Resulta imprescindible explorar cuáles han sido las actitudes, aspiraciones y visiones de los ciudadanos, no únicamente con respecto al rol que le atribuyen al Estado en la búsqueda de soluciones a problemas colectivos, sino además con respecto al éxito obtenido y a las repercusiones de esa búsqueda a título personal.
Esa orientación paternalista, persistente a lo largo de los años, ha sido considerada como una de las principales razones por las cuales los presidentes han sido reelectos en los comicios presidenciales; pero al mismo tiempo, esta incidiría también en la drástica frustración colectiva que significó la aplicación de ajustes económicos, delineado en el programa “Acción de Gobierno para una Venezuela Moderna”.
En relación con este punto conviene destacar que si bien la profunda decepción ciudadana ante las medidas económicas adoptadas, que han servido como detonante de protestas nacionales, debido a la insatisfacción ciudadana con el desempeño de los gobiernos.

La mayoría de los “reclamantes” de renta consideran que no han sido beneficiados por los gobiernos y que estos han malgastado las finanzas públicas.
El uso de la renta petrolera en un petroestado como el venezolano ha sido objeto de interminables discusiones desde la primera mitad del siglo pasado. El centro de estas ha tendido a situarse entre las posturas de que ese ingreso debe ser dirigido a las inversiones o más bien al gasto social.
Dado que ambas opciones, como se apuntó, no resultan excluyentes, se trataría entonces de un asunto de prioridades.
Para Arturo Uslar Pietri, “sembrar el petróleo”, como lo planteó en su famoso editorial de 1936, era la estrategia a seguir. Desde su perspectiva, la misma consistía en maximizar el ingreso petrolero para ser invertido y crear una economía reproductiva y creciente, principalmente en las áreas agropecuaria e industrial. De lo contrario, se corría el riesgo de que el uso consumista e irresponsable de la renta convirtiera a la nación en un pueblo improductivo y parasitario.
Desde la perspectiva de Juan Pablo Pérez Alfonzo, la inmensa renta petrolera dentro de la economía de un país lo hace propenso a un uso inadecuado del ingreso nacional por sus autoridades, lo que acarrea graves distorsiones en el sistema económico. Esta visión suya, como lo ha indicado el experto José Toro Hardy, fue una premonición de lo que ulteriormente se denominaría “enfermedad holandesa” (Toro, 2015).

Precios del Petróleo Versus Economía y Desarrollo.
Las experiencias vividas durante las últimas décadas en la economía venezolana han demostrado una y otra vez que las bonanzas económicas generadas por las políticas procíclicas que se aplican en los periodos de altos precios petroleros son insostenibles.
Éstas, que se caracterizan por intensos aumentos de la demanda, particularmente del consumo, son seguidas por situaciones de crisis que se presentan cuando los precios bajan, máxime si existen restricciones de producción petrolera. Al no contarse con recursos ahorrados durante los años de bonanza, la reducción abrupta de los ingresos tiene efectos devastadores, ya que la brecha es difícilmente cubierta con financiamiento, el cual, de estar disponible, es altamente costoso para una economía afectada por una

caída abrupta de la renta de la que depende. De allí la importancia de crear fondos de estabilización macroeconómica con el ahorro de parte de la abundante renta obtenida durante los años de altas exportaciones, para así contar con recursos que les permitan paliar la caída de ingresos en los periodos de menores precios.
La frecuente presencia del fenómeno de la "enfermedad holandesa", característico del capitalismo rentístico, lleva eventualmente a la materialización del modelo de "transables no-transables", haciendo a estas economías altamente vulnerables a fenómenos externos fuera de su control. La pérdida de capacidad competitiva de los productores locales, generada por la prolongada y creciente sobrevaluación, eventualmente los lleva a cerrar sus plantas y a vender sus equipos, transformándose en importadores de lo que antes producían.
Ello, además de limitar la inversión y la creación de puestos de trabajo, eleva la dependencia del suministro externo y aumenta la vulnerabilidad de la economía, ya que cuando sobrevienen los años de menores exportaciones y escasean las divisas, se limita la capacidad de importar, produciéndose escasez pues el aparato productivo no puede sustituir las importaciones con producción local. Esto causa presiones inflacionarias que se ven agravadas por las intensas e inevitables devaluaciones, que generan situaciones muy críticas caracterizadas por recesión económica, masivas salidas netas de capital, menor inversión, mayor desempleo, y mermas del consumo debido a la caída del ingreso personal real.
Las economías rentistas no pueden experimentar un proceso de desarrollo sustentable, ya que, al depender de actividades económicas cambiantes, como la exportación de un commodity, están sujetas a una serie de realidades internacionales cambiantes y fuera de su control que las hace vulnerables y riesgosas. Esto es particularmente cierto en el caso de economías rentistas que dependen de la exportación de productos cuyos precios son altamente volátiles, como es el caso del petróleo.
El camino para evitar esos riesgos y consecuencias es la implantación de políticas económicas realistas y sustentables que busquen la diversificación de la economía, minimizando así las consecuencias de cambios bruscos en sus precios de exportación. Eso no implica el abandono de la actividad que genera la renta de la que se depende; por el contrario, lo procedente es el desarrollo de la misma con el fin de obtener abundantes recursos que permitan avanzar en el objetivo de la diversificación. Idealmente, esas políticas deben formar parte de un plan de desarrollo integral y sustentable que incluya lo social, lo político, lo ambiental, lo cultural, lo científico y lo tecnológico, y que se base en un acuerdo político-social que le dé una base sólida de permanencia y sustentabilidad.
