Breve historia de las representaciones trifaciales y tricéfalas en Occidente

Page 25

ejemplo un relieve de madera tallado en las postrimerías del siglo XIII que se conserva en la portada occidental de la iglesia de San Urbano de Troyes (Francia) y el tapiz Los Vicios y las Virtudes que se custodia en la catedral de Burgos. En el primero se representa al Padre en el centro, coronado con una tiara, apoyando la mano izquierda en el mundo y bendiciendo con la restante; a su derecha está el Hijo, coronado de espinas y llevando la cruz; a la izquierda del Padre, un hombre joven, el Espíritu, que lleva una paloma. Los tres personajes aparecen sentados y sus vestiduras colocadas en tal forma que cubren sólo cuatro piernas hábilmente dispuestas de modo que parece que cada personaje tiene las suyas. Análoga disposición ofrece la obra de la catedral de Burgos en que los tres personajes aparecen barbados con coronas imperiales y, como atributos, una vara el Hijo y sendos mundos el Padre y el Espíritu Santo. Un modo de representar la Trinidad en la cual los artistas quisieron también demostrar la imposibilidad de separar las tres Personas fue prohibido en 1628 por el Papa Urbano VIII, quien mandó quemar las que ofrecían tal disposición, por lo que son muy raras las que se conservan. Una de ellas basta, no obstante, para explicarla, y es la que se ve en un grabado francés del siglo XVI (figura 10). La Trinidad aparece representada por una cabeza que ofrece tres rostros idénticos y apoyando sus manos sobre uno de los símbolos trinitarios por excelencia: el triángulo, cuyo carácter didáctico es innegable. Fuera como Trinidad trifacial, fuera como Trinidad tricéfala, estas representaciones atienden, simple y llanamente, a la doctrina oficial de la Iglesia cristiana acerca de la naturaleza de Dios como sustancia única en tres personas iguales. Aunque su relación con representaciones trifaciales y tricéfalas del tiempo es notoria, se trata de una inscripción del tema del principio y del fin en un plano metahistórico, es decir, en un no-tiempo, en aquello que Milano explica como “una trascendencia que se sustrae a nuestra imaginación y a nuestro pensamiento; y esto porque se habla de algo que pertenece a la profundidad y a la intimidad de Dios y por tanto al abismo luminoso de su divinidad”.3 El principio y el fin en Dios no competen a dos puntos de una misma línea, uno es el otro y viceversa. Es la aseveración de que Dios, la Eternidad, conoce el papel de todo en el plan, su plan, divino. Así, la hoja que cae del árbol ya existe en el pensamiento de Dios antes de la caída; la eternidad es la realidad divina.

3.

Ibíd., p. 566. Editorial Letralia

26

Breve historia de las representaciones trifaciales y tricéfalas en Occidente


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.