critica y clinica

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su habitación, o de cambiar su mobiliario.159 Bien es verdad que estas disyunciones afirmativas se refieren las más de las veces en Beckett al aspecto o al andar de los personajes: la inefable manera de caminar, dando bandazos y cabeceos como un bote sin gobierno. Y es que la transferencia se ha efectuado de la forma de expresión a una forma de contenido, con lo que cabe la posibilidad de restituir el paso inverso, suponiendo que hablan como caminan o trastabillan: uno no es menos movimiento que el otro, y uno supera el habla hacia la lengua tanto como el otro el organismo hacia un cuerpo sin órganos. Cosa que encontramos confirmada en un poema de Beckett que se refiere en este caso a las conexiones de la lengua, y convierte el balbuceo en la potencia poética o lingüística por excelencia.160 Diferente de los de Luca, el proceso de Beckett es el siguiente: se instala en la mitad de la frase, hace crecer la frase por la mitad, añadiendo una partícula tras otra (que de ce, ce ceci–ci, loin la là–bas à peine quoi...) para pilotar un bloque de una única exhalación (voulais croire entrevoir quoi...). El balbuceo creador es lo que hace que la lengua crezca por en medio, como si fuera hierba, lo que le convierte en rizoma en vez de árbol, lo que pone la lengua en perpetuo desequilibrio: Mal vu mal dit [mal visto mal dicho] (contenido y expresión). Decir las cosas tan bien dichas nunca ha sido lo propio ni la tarea de los grandes escritores. Existen muchas maneras de crecer por en medio, o de balbucir. Péguy no procede obligatoriamente mediante partículas asignificantes, sino mediante términos altamente significati–[156]vos, sustantivos

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Vid. Frangois Martel, «Juegos formales en Watt», Poétique, 1972, n.° 10. Beckett, «Comment diré», Poémes, Minuit. 176


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