Las noches de ácido

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las noches de ĂĄcido

* RodericuĂ lvari

LY L T


l’eire y la torva LY L T leireylatorva@gmail.com --Esta obra estå sujeta a la licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObra Derivada 4.0 Internacional de Creative Commons.


he matado a un hombre

o El Descenso a los Avernos de la mente y posterior Ascensiรณn a los Cielos


Arrojarse al puro amor y despuĂŠs, tan solo morir.


Obertura 7 Primer Descenso 11 Segundo Descenso 15 Tercero Descenso 19 Cuarto Descenso 25 Quinto Descenso 27 Sexto Descenso 31 Séptimo Descenso 33 Octavo Descenso 37 He matado a un hombre 43 Primavera derrite los Hielos 47 El Útero de la Fiebre 51 Los Órganos de la Barbarie 55 El Corro de Brujas 59 Las Demencias de la Luna 63

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preludio

los labios de amanita fueron promesa de cielos Ă­gneos, ocasos de explosiones fosfĂłricas. los besos de amanita fueron ĂĄcidos, inmasticables, intoxicados de inciensos. enferma de gusanos y humedades insanas, sin apenas veneno.

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OBERTURA

-Un hombre, un viejo y un corro de brujas.El hombre: ¿Cuándo poseerán mis manos y mi alma un hogar, una tierra? El viejo:Te aseguro que algún día, sobre tu boca y tu cabeza. Las brujas: Tres hombres cruzaron las montañas. A uno, un reflejo de la luz del sol torció su alma. Un reflejo del sol extinto que tan solo rayaba sobre la memoria, retorció su columna, mientras que él, tan solo buscaba oxígeno. Había inventado, recreándose sobre un mundo hecho exacerbadamente a la medida de su corazón y de sus excesos. Redimiría la dualidad de su alma algún día… El viejo: Algún día viral e intestino. Pues pesa sobre él, un enorme enigma que deshace su mente. El hombre: Pero concebirá encendidos triunfos, de una avidez bestial. El viejo: Será tan solo salvado por un Dios de también pureza encendida, ánimo virtuoso y vicios despiadados. 7


El corro: No, no habrá crisálida más blanca que su sudario. Así como dementes eran aquellas rosas junto al mar. Una bruja: Otro, traía la alegría tras sus ojos, como de incógnito. Siendo sus párpados finos y su corazón, helado. El viejo: Sus rasgos proporcionados mientras que sus sentimientos eran, turbios y desenfrenados. El corro: Por la inquietud de sus muchos miedos y tensiones. Las brujas: Roían sus propósitos dudando de sus nerviosas y nudosas manos. El corro: Desvanecerán sus nauseas la fatiga rosada del placer. La dosis de su deleite rasgará de arriba abajo la indisoluble tintura de su química. Bullirá y humeará como un conjuro perverso, informe y multiforme. Como la cadencia y lo frugal de su dicha. El hombre: Las noches aun no me roban los sueños. Pronto me iré de aquí. El viejo: Tengo la impresión de que usted posee distintos rostros y varios corazones. Las brujas: Cuando mude su piel la fortuna incierta, cederá solo entonces Dios crepúsculos prematuros, en apariencia y lenguajes enigmáticos, designios favorables y celos tormentosos. Una bruja: El último, había mutilado la arboleda de raíz y había cavado en el lecho de un estanque su sepultura. Vi su cuerpo medio devorado y empapado de agua… El hombre: Pero aun así, hallará trascendencia. Dormitando en vergeles, alimentándose de mieles, con alabanzas y salmos jubilosos en sus oídos. El viejo: Recuerda. Antes que ayudar a levantarte, precipitaran tu caída. Desconfiarás siempre. Desde tu lecho, tan solo veras una muy pequeña franja de cielo. El silencio será sepulcral, el frío mutilador. Allí la vida no existe, no allí. Los días serán cenagales que esperarán a las noches. 8


El corro: Cuajarán en tus reposos las imágenes del horror, escalofríos premonitorios, sensaciones precursoras y dudarás. Dudarás en más de una ocasión. Una bruja: Resultaran por ello los abrazos una eternidad, cuando en realidad duren, apenas suspiros. Las brujas: Tres hombres cruzaron las montañas y en los pantanos, arrinconaron a aquel de ellos que antes, dormitaba en la estepa y los pinares. El corro: La abandonaran súbitamente, tras rasgar su matriz y sus ovarios, y hayan abierto al aire su templado vientre. El viejo: Se aplastarán contra el suelo o la pared cientos de jilgueros sin que por ello el día troque en noche. Las jinetas roerán cuellos aún más frágiles, vertiendo la sangre y tiñendo la hierba. Una bruja: Afrontarás a las bestias con las manos desnudas, y con tu alma herida e incrédula. Quizás no encuentre trascendencia. Fría, quizás tampoco la desesperación, pero si, una pena inmensa. El viejo: Tres hombres cruzaron las montañas… El hombre:Y es que todos ellos eran uno tan solo. El corro: Es usted algo como un demente, o un enfermo. Una bruja: Naufragarán amando y desvaneciéndose en indisolubles transformaciones. Ebullirán con ellos hasta las tranquilas aguas de los remansos elevados.Y suplantarán destronando lejanísimas estrellas, antes de que les aniquilen las fiebres. Otra bruja: Una melosa ambrosía provocará la náusea, tras un deleite de leche, miel y mejillas rosadas por el placer. El resto de brujas: Sí, pero tan solo mientras hiervan, bullan y humeen los filtros y los venenos.

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EL PRIMER DESCENSO

…aparece Ella, como en un sueño. Me llama. Al fin nos encontramos. Te busque por muchas partes No encontraba teléfonos. No los tenía. Y ella me llama. -Podrías haberme llamado, Podrías haberme encontrado.Créeme, Lo intente por todos los medios. -Ayer tenía un teléfono.No lo sabía. Yo ayer no lo sabía. Me dice Triste: -Aun ahora me dirás, 11


Que querrías ser mi amigoEl mejor de todos. -Que querrías ser mi hermanoUno único entre todos, Claro que quiero. Despierto de algo que parecía Un sueño alegre y feliz. Ella es una niñita morena De muy pocos años Como yo. Creo haberla visto tan solo En dos días que parecieron Dulces sueños quizás En uno solo, pero Oh, ya la amo. Con ternura como a una estrella lejana Candente en la noche porque su piel es Tierna y calida. Como una tarde de verano. Y el sexo con ella es Proscrito y hermoso, Como el sol en el invierno Como su luz en él. Ella buscaba algo, Buscaba a alguien. Una voz a lo lejos Un recuerdo que estimaba. Lo debía de echar Enormemente en falta. Se pierden las veladuras y Nos arropan los hados. Probamos el veneno. 12


No cree en nada. No se preocupa por nada. Cree que lo encontrará, Hasta entonces Vive del aire. Vive de miel y aire. De néctar y frutas. Cuando lo haga, Cree No le faltará de nada. Su pequeño cuerpo, Otra vez será arropado. Su rosada piel será velada Por ese padre ausente que fue Distante en la noche, Una sombra de otro día. -¿Qué fue lo que nos paso? ¿Qué mancilló Amor tan sacro Como el tuyo y el mío?-No volviste, Solamente no volviste.-

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SEGUNDO DESCENSO

-La luna, el hombre, unos cuervos y un cadáver.Un cuervo: Hace tiempo que no lo veo, pero escuché hablar de él. Se trata de una historia curiosa. (El resto de cuervos abandona al cadáver y le prestan atención) Una mujer entra en un bar, él la ve, se miran y va a hablar con ella. Le dice: -No necesito que lo hagas ni que lo demuestres, pero dime, si tú, me amarías, de todo corazón, aun sin conocerme en absoluto con el alma y el corazón encendido e incandescente por la fe en un amor sobrenatural. Di, tanto importa realmente una respuesta como otra. Necesito creer que quizás existe algo maravilloso en este mundo.Ella contesta algo y al momento, él se la hecha al hombro, abre la puerta de una patada y se largan nadie sabe a donde. 15


Todos se quedan con la mirada en la puerta pero nadie dice nada. Otro cuervo: Alguien recuerdo me contó que los había vuelto a ver desde entonces, ahora creo, no muy seguro, que él se ahorcó, o ambos, ya te digo que no estoy muy seguro. El primer cuervo: También dicen que viven en algún lugar y tienen un par de hijos, pero no aseguro nada. Un tercer cuervo: Lo más interesante dicen, él, conocía a una afamada fotógrafa que llamó para inmortalizar su muerte y consagrar al mismo tiempo su obra propia. Pero ni he visto fotografía alguna ni conozco a quien las viese, pero la verdad es que a día de hoy conozco a muy poca gente. (La luna bañaba de plata todo cuanto miraba) La luna: Mi beso apenas te despertó. Duerme, yo te velo. (El día irrumpe y la luna se va.) (Llaman a la puerta Con golpes bruscos.) El hombre: (sobresaltado) el sueño se me rompe. Anoche todo fue de plata y a la mañana la luz revela cuan trémula es la vida, desorden, basura y facturas en la puerta. El sueño fue siempre liviano y la juventud efímera No vale la pena desperdiciarlos, No vale la pena perderlos. Ella aparece siempre como en un sueño Que creo haber vivido durante toda la vida. 16


El ácido estrangulaba mi garganta a la noche ¿Fue la luna oprimiendo mi pecho? ¿O fue la angustia de tan solo haber soñado? Nadie preguntó: ¿Qué has visto? ¿Que es lo que has visto estando tan lejos? ¿Como te sentías? ¿Que sensación invadía tu mente y tu estómago durante aquellos deslumbrantes momentos? La luna: Apenas nada es para siempre. Al final de la vida te encontrarás solo. Sin familiares ni amigos. Tan solo el amor dado y recibido, El recuerdo de júbilo y éxtasis, Pondrán un acento sobre la eternidad. El hombre: Hay amores eternos y todopoderosos que duran para siempre. Así como también hay caprichos que conciben en el vientre pura perfección y genialidad. La luna: A eterna no llegará creación alguna, ni la nobleza de su materia, ni imagen ninguna. Únicamente el recuerdo, tan solo la forma más pura. El hombre: Pero tú, tú amas a todo el cielo. La luna: Tan solo al cielo, que se cautiva en tus ojos. 17



TERCER DESCENSO

-Una mujer, el hombre y un corzo, en una lobera.(Por un instante recobra la lucidez) (La vuelve a perder) Mientras el estío era hostigado para ser devorado por el otoño, el corzo lo era por los lobos. El corzo: No te desesperances inútilmente si es que no logras atraparme. Se deshojará la estación al mismo ritmo en el que yo, vaya marchitando mi corazón y mis pulmones en esperanzas vanas, en ideales trastornados. La primavera redimirá el ocaso de todo un cielo. (Ya abatido) 19


Quizá nunca existiera, pero ante ella yazco, vencido y derrotado. ¿A quién pediré las palabras que me entreabran de nuevo, las puertas del cielo? O que cubran con un manto o un velo de niebla, lo fugaz de mi dicha. Pero no te obsesiones conmigo solitaria tristeza. Siempre te tendré conmigo a partir de ahora. Aunque la sonrisa despunte en mi boca, aunque roce de nuevo su alma. Un lobo: A medida que se enfría, pierde su transparencia. Su diáfana alma se pierde en largos surcos. Abrasada por las llamas, el fósforo y el azufre. La mujer: Es un ángel quien nutre nuestros deseos, para después jubilosos, ser arrancados de ellos. Otro lobo: Es infernal, o un cisne, el que también nos sumerge en el amor, en sus dulces y diáfanas aguas, hasta que asfixiados, dejamos de respirar. El corzo: Nunca más, permitiré a mi corazón, alumbrar como una estrella Porque al final de la vida, el dolor será espantoso. Un lobo a otro: ¿Te acuerdas de una mujer de ojos verdes y carnosos labios? La recuerdo con un vestido que le dejaba desnudos los hombros, bebía vino o licor, y tenía una carga erótica que no te podías imaginar. Pero no era únicamente el fruto del erotismo de su cuerpo (sin duda hechizante), ni de sus suaves hombros, o la caprichosa insinuación del vestido hacia sus pechos, sino el pelo sin arreglar que le caía por la espalda en forma de tirabuzones de azabache. Era su silencio pensativo. A veces con desprecio, no solía sentir las palabras y poco apreciaba, que no fuera hecho por ella misma. No solía 20


hablar, pero cuando hablaba, demostraba ser casi más pura que cualquiera, quizás callaba más de lo que sabía, emboscaba a propósito sus nobles manías, por modestia. Escuchándola hablar, a veces, era todo lo contrario a la modestia, pecaba de lo mismo que otras, pero manteniéndose en un nivel de honra y pasión superior. Otro lobo: Recuerdo con cuanta facilidad hacían mella sus embrujos. Y con que agudeza y longevidad, insertaban estos su veneno. El primer lobo: Yo me sentaba pensativo delante de ella, mientras bebíamos y fumábamos. Mientras, ella, con las narices coloradas y el humo fugándosele de entre los labios, garabateaba un improvisado retrato en el que yo aparecía, hasta que se fue la luz y ya no pudo continuar. Apoyó la cabeza en la butaca, cerrando los ojos con hastío y llevó la mano al cuello, jugando los dedos con las cuentas que le colgaban. Matando el tiempo hasta irse y no volver a verme jamás, y tristemente también existía en una parte de mi, una voz que sin parar repetía lo mismo una y otra vez. (La mujer y un lobo bajan a la lobera. Miran a su alrededor Y entran.) El lobo a la mujer: Creíste que era un privilegiado, cuando tan solo viví presa de una ilusión. Me encuentro casi tan perdido como tú. Sin sitio a donde ir.

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(Vuelven a salir Primero ella, liviana y ligera Como la nieve al depositarse Sobre los mares consagrados a la luna. Y después, él) El hombre a un lobo: Como le encogía el dolor a aquella mujer, por la herida tan grave abierta en su vientre. Habitando cavernas húmedas y siendo compañera de los lobos. El lobo al hombre: En ella no he visto, desprenderse de su rostro gota de dignidad, al amar dulce y entregarse al lobo, de forma absoluta. Viajando verás sierpes grises sobre un manto azul oscuro salpicado de plata y de luz. Se encuentran parajes recónditos, escondidos y emboscados en lóbregos escenarios de luces y sombras. La luz viaja con la brisa y sorprende a las pasiones de los hombres. ¿Quién, que hombre o que Estado, podría combinarlas todas? (La mujer bebe hasta perder el sentido, Al poco tiempo se marcha)

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Los lobos: Primavera exalta los ánimos. Invierno los adormece. Un lobo: La lluvia besa los labios De quien tiene liviano corazón Como de pájaro. El hombre: las vírgenes se reservan Para Dios y la Tumba. Los lobos: La perfección exige tan solo Constancia y disciplina. La pasión, el carácter de las cumbres.


El hombre: El viento eleva las voces de los que son amados. Los lobos: El amor puede ser eterno, Aun si la muerte Lo consagra. (Se presenta la luna) El hombre: El pecado yace en el ojo del que acusa, Mรกs que en la carne del que goza. La luna: Porque al inocente lo velan Los รกngeles que guardan Las puertas eternas.

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CUARTO DESCENSO

(La noche se cierne calida, como un manto suave, encima de los hombres y de las mujeres.) Ya abatidos, muchos fueron dados por muertos Sin realmente, estarlo. Se deslizaron entre los muertos Se deslizaron entre la tierra Saliendo a la luz de la noche Con el alma partida. -El hombre, su sombra y dos mujeres.El hombre: Perdona que te aborde de esta manera. Anoche, no, hace unos días tuve un sueño. Un sueño difuso del que ya poco recuerdo, pero en el que aparecía alguien en sumo idéntica a ti. Jamás nos hemos visto, así que creo que no te inventé sino que alguien, un Dios o algo, te puso literalmente en mi cabeza, por capricho o porqué no lo sé. Si, creo en algo. Algo confuso me desveló dejándome intranquilo el 25


resto de la noche.Yo no vivo aquí, es decir en esta ciudad. Ahora vivo en otro lugar. Algo me inquietó y me izo decidirme, tengo que irme, tengo que volverme. Al menos unos días, no se porqué pero me decidí. Estuve indeciso entre venir aquí o irme a otro lugar, a ver las montañas, pero algo magnético, algo muy hondo dentro de mí, decidió. Decidió que quisiese venir, no se el qué, pero algo me atrajo. Y justamente a este bar, pido una cerveza, me siento y entonces apareces tú. Tú, que sin saber como ya te había reconocido, tú, que por otra vez apareces en mi vida, entras en este y no en otro bar. Y yo, que no soy para nada extrovertido pienso, no puedo dejarla ir como si más, no puede haber pasado esto para nada, e impulsado por un arrojo extraño, te abordo. Creerás que soy un imbecil y quizás tengas razón. Pero seria un error horrible e imborrable dejarte ir sin más. Te abordo y creo que no podría resistirme a no hacerlo. Creo que me hubiera muerto si te fueses sin haberte hablado, sin haberte arrancado una palabra, morderte salvaje la melosa comisura de tus labios y creo, realmente creo, que debería irme. La mujer: No, espera, no creo que seas un imbecil. Me gustas, me gustas de verdad. (Se besan) La sombra: (Se acerca a la mujer, y se sienta junto a ella) Tu cuerpo ayer fue porcelana y tu corazón, ascuas. Solo puedo ofrecerte desdicha. Junto a mí, tus ojos tan solo verán lágrimas. (…)

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QUINTO DESCENSO

-El hombre y su sombra.(Se desploma en el suelo) La sombra: Yo también pude contemplar superficies intangibles y en eterno cambio. Fértiles vergeles diáfanos habitados por blanquísimos narvales. Y en ocasiones al océano caprichoso mostrando su matriz y sus genitales. Abriendo su vientre, otorgando la primavera a su secreto jardín boreal de corales y ostras increíblemente enormes. Caminé bajo mermados hielos amenazantes pendiendo siempre sobre mi cabeza, como si se tratasen de dagas o colmillos. Contemplé el tesoro oceánico, sus maravillas húmedas y casi congeladas, a sus corceles marinos, pastando en sus prósperas praderas de rosas enloquecidas por el salitre, flotando como sobre un estanque de nenúfares.

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Su cuerpo, emergió embarrado, húmedo, sin ningún resto de color, similar al cadáver de un animal en proceso de descomposición. Según fue extraído del agua, comenzó a trazar un rectilíneo surco su porquería interna. Al instante, abundantes y curiosas alimañas acudieron a contemplar la agonía del corrupto órgano ya sin vida. Los silenciosos bulbos recogieron el sonido de la tan sucia agua; del inacabado estanque; de todos aquellos peces muertos.Y se apagó como ellos. Usted abrió los ojos, y descubrió que no se trataba de ningún sueño. La espesa sangre manaba de su pecho, y a su paso, se abrían las flores, crecía la hierba. Viajaba con la brisa y ayudada por los vientos, la sangre afluía al río, y este, por extensión, afluía al mar. Por eso, dígame viejo conocido ¿Qué has hecho con ella? ¿Qué es, lo que hiciste con ella? El hombre: La noche había eyaculado como una serpiente escupiendo su veneno. Sus labios sangraban y ella no hacía más que morderlos. Fue cómplice el sudor del sexo. Fue cómplice el anhelo de horizontes. El hidrógeno y el helio, y la materia de las estrellas.Y de repente se esfumó como si no hubiera existido nunca, sin transformarse ni tan siquiera en un residuo del pasado. Todo quedaba grabado en las partículas de cada gota de agua. Una atracción magnética. El reino del subconsciente. La sospecha. La seducción. La sombra de Saturno. Poseía el carácter de las cumbres, Ella, se había enamorado de los ángulos afilados del cristal, de sus reflejos, de sus brillos y de su superficie pulimentada. Su reflejo engañoso le provocaba el éxtasis, y cuando este penetraba la carne, su cuerpo, su piel, se desvanecía, se fundía como si estuviera formada por la materia más frágil, que no era capaz siquiera de mantener su alma integra ante los más tenues rayos de luna. Su sombra:Tenías la sensación de que el tiempo se aceleraba, y que sobre el cielo, las nubes se movían a una velocidad su28


perior, con velocidad también cambiaban los tonos, los brillos y colores del cielo, el ocaso dorado, cielos granates de destrucción y azules bóvedas de eternidad, los días y las noches pasaban cuando en la realidad apenas pasaban minutos, horas. La mente dormía y despertaba sobresaltada, atacada de pasiones y avivada por brisas frías y vientos huracanados. El torbellino de la existencia se reducía al reducido espacio de tu cama. Como si murieras cada noche. El hombre: ¡No! Su sombra: No importa donde vivas, es muy fácil aburrirte de cuatro paredes. Mientras que las estaciones son eternas. El hombre: ¡Por favor, Ayúdenme! (…)

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SEXTO DESCENSO

-Dos conocidos en un callejón.Uno a otro: La pesadilla cuajará y se fermentará de forma más intensa si lo hace en la oscuridad. Debes debilitarte para la expansión del micelio y no dejes que escape por tu boca. Te contaré una historia, un tipo se inyectaba el salitre que la espuma del mar arrojaba contra las rocas. Y confesaba que se sentía bien, mientras el micelio se esparcía por todo su interior. Abarcándolo todo. Comenzó con el paso de los días a vomitar y a sentir alergias derivadas de las esporas. Se trató siempre de un hombre enfermizo, por lo que los síntomas no sorprendieron a nadie. Comenzó a reducirse su capacidad de atención, nada impresionante, pero tras ello comenzó a emerger un enorme hongo a través de su boca. Cortando su conversación de manera brusca y prolongada. Decía entre toses: –es como si algo se me hubiera atascado en la garganta31


Tenía un libro que leía sin parar, titulado “Colección de flores venenosas” jamás lo soltaba. Decía, los dogmas expuestos en aquel libro, habían provocado altercados que se habían propagado ramificándose con un temperamento explosivo, inflamando y transfigurando la vida sobre la tierra. Debes probar esto… El segundo: (lo prueba) (Exclamando con alegría) ¡Con viento solano quiebras tú, las naves de Tarschisch! ¿Qué me acabas de ofrecer? El primero: Es una fuerza contenida, en parte condensada en escorias. Redimirá tu alma aunque no tuviese salvación. Se trata de un “curalotodo”, atraerá a las mujeres y te dará la fuerza para partirte la cara con cualquier hombre, así de sencillo. La aquiescencia de una deidad convertida en un vino místico y sublime. Te nublará la vista pero te abrirá ojos por los que jamás paso la luz. Solo cuida que no te termine matando, pero eres de espíritu fuerte ¿No? El segundo: El vórtice de la locura. El centrípeto vórtice de la locura. La ascendente combustión de la locura. (…) El primero: No paraste de repetir eso durante horas. ¿Qué se supone que te pasa? (…)

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SEPTIMO DESCENSO

El hombre: A salvo ya del sueño, apareció ante mi un ojo brillante de intenso amarillo y ocasionales blancos, con una pupila tan negra como el azabache. La pupila se presentaba sana. Pero al poco, aparecía quebrada. Abría y cerraba los ojos y ella seguía frente a mí, con mayor o menor nitidez o intensidad, pero siempre presente. (…) -Una ninfa, un poeta, la luna y un ave fénix(Un pasaje mineral subterráneo, iluminado, un metro o la nave de una catedral) (El poeta baja unas escaleras buscando un cuarto de baño)

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(Un brazo estira una mano armada con un revolver) (Dispara) (El poeta cae muerto) El poeta: Ya no recuerdo que era lo que ocurrió. Solo se que una ninfa, aparecía como en un sueño. El primero de muchos, el principio de todo. Acompañada de una Bacante. La ninfa: Mis formas evocan la poesía. Mi amor absoluto, es la perdición. El poeta: Busco una rima en donde inmortalizarte. La ninfa: En donde inmortalizarnos. El poeta: Un verso que te haga gemir. La ninfa: Un quejido que te haga eyacular. El poeta: Eso mismo. La ninfa:Y nada más. A menudo, despertarás empapado en sudor. Y creerás que todo no fue sino obra de tu desquiciada mente, no distinguiendo los sueños de la realidad. Pero créeme, nos amaremos como una pareja de solitarios lobos. De manera comedida pero demente. El poeta:Y juntos, desembarcaremos en nuevos mundos. La ninfa:Y juntos alumbraremos regiones antes sombrías, procediendo sobre ellas con la mayor crueldad y fanatismo. El poeta: Conversaremos, rompiendo el silencio de las noches con nuestros lamentos. La luna: Mi ojo se hincha. 34


La ninfa:Y el cielo se vuelve cobrizo. Los colores se atenúan, perdiendo su vivacidad, y retornando a un estado primigenio. Con la tonalidad de tintas raídas por el paso del tiempo y desgastadas por el sol. Sí, es usted un lunático. Es usted otra víctima. Se lanzará contra las paredes como un demente intentando encontrar una salida, pero jamás la hallará. Desesperará deseando la muerte, pero conociéndolo, dudo que llegue a ello. Aun así, sufrirá enormemente, y vagará solitario por campos eternos, yermos y desolados. Allí contemplará praderas de oro veladas bajo cielos infinitos. Fluirán por sus venas extasiantes narcóticos y viciados aromas que lo compensaran. La luna: No despiertes aun, pues todavía no ha amanecido. (…)

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OCTAVO DESCENSO

-El hombre, una sibila y una voz.(Una fuente) (…) Una voz: El niño no lo ha conseguido. El hombre: ¿Y la madre? ¿Donde se encuentra? Una voz: Jamás ha existido. Siempre has estado solo. (El niño ha muerto) El hombre: Creo haber viajado, haber vivido realmente durante años, pero al entrar en la casa, horrorizado, creo ver que no ha ocurrido jamás. Existen simas ocultas por las nieves, que aguardan pacientes a la espera de algún despreocupado caminante que se desprenda por sus fauces. A kilómetros de profundidad nadie los oirá. La luna no desliza sus rayos hasta 37


tan profundo, y los lobos rastrean el terror y la sangre de las heridas. Pueden olfatear tu alma asustada, tu alma atormentada y dañada como la suya, pues también padecieron horrores. El asesinato, la carne desgarrada y una extrema y vil cobardía. La sibila: Pero la tierra es un lecho amable, que amamanta a los perdidos con leche y miel. Una voz: Cada vez que sobre mí mueras, renacerás. El hombre: Creí haber amado, haber sido dichoso cuando ayer mismo era un crepúsculo hermoso, cubierto aun por nuestras estrellas, y sentía un éxtasis, que ni los vapores del vino, ni nada podían igualar. ¿Mis amores han muerto? ¿O quizás jamás existieron? La sibila: Me has herido en el pecho. El hombre:Yo la había acompañado, la acompañé a una estación. Tenía las manos frías y las pupilas dilatadas. Para Ella la belleza sería un estadio último, una visión premonitora, y es que ya lo conocía todo antes de que ocurriera. El contacto, Un roce, invisibilidad, Impercepción. Un roce suave, Ínfimo, instantáneo, efímero. Un dedo. Otro. Impensable, imposible, irreal. Un roce casual, Sin quererlo, accidental, inintencionado. Intencionado, queriendo, a posta, Inocente y voluntario, Apasionado e irrepetible. Embriagante como un sueño. 38


¿Real o un error? Ella se arrepiente… Lo podría jurar. Agarro su mano y me besa. Muerdo su lengua, Y mientras Creemos morir por dentro… La sibila: Los últimos instantes de aliento, la palidez extrema y el frío letal. El instante previo a la corrupción poseía la belleza de los colores otoñales, y luz cada vez más débil y evocadora del sol próximo a su extinción invernal. El hombre: Fue el momento exacto el último suspiro, antes de perder definitivamente los colores del rostro. retenía la esencia más autentica, la cadencia de las flores con la longevidad de un día. La sibila: Todo aquello cuanto tú y yo Inmortalizábamos, Asfixiándolo en gélidas fuentes, En inmortales versos. El hombre: Sibila embriágate de vino, Corona tu cabeza en la niebla Y trenza tu pelo para despejar tu frente. Permite a la luna posarse sobre tu pecho Para impartir el dulce beso e infundirte Su profunda locura. Buscarás una gruta en lo alto del monte Y allí, Te sumirás en la nostalgia. 39


La sibila: Has herido mi pecho. El hombre: Te doy mi alma. La sibila: Cederán las rocas y los hogares, como los astros y las dunas de arena en continuo cambio, siempre errantes. Una voz: Nuestro mundo perderá la forma y no habrá cabida para la imagen ya que esta morirá. El hombre: Mirando lejos verás el futuro. La sibila: El sol es inmenso y tan solo nos hará dichosos antes de destruirnos. El nómada ganará la guerra habiendo únicamente cabida para él. El cielo es inmenso. Las estrellas se convertirán en polvo. Dios definitivamente habrá muerto, momentos antes de engullirnos en su vorágine astral. El hombre: Entonces tan solo el amor será eterno. Una voz: Ni los salones de los palacios. Ni las cumbres todopoderosas. La sibila: Ni los lobos de Europa. Todo ascenderá como una columna de humo tiñendo el cielo de ocres y dorados. Es lo que he visto al mirar lejos, tan lejos como pude. Una voz: La luna nos obsequió Con desesperación y locura Y tan solo con un débil Un muy débil Rayo de luz.

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La sibila: Buscaba a su familia. El hombre: Hay relaciones que son insalvables. (‌)

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HE MATADO A UN HOMBRE

-El hombre, la luna, un cadáver, un oso, unos lobos y unos cuervos(El hombre escupe al lavabo, sangre… otra vez) Un lobo: “¿Quién conoce el espíritu de los hombres que miran a lo alto?” La luna: Un susurro del cielo Delató su advenimiento Y preparado Hundió retorciendo Un cuchillo en el estómago De su rival. Un cuervo: Pero también aquel guardaba algo, Y ensartados a un mismo tiempo, 43


Tiñeron de sangres sus vientres. Otro cuervo: Cayendo muertos A un mismo tiempo. Un lobo:Y en sus últimos coletazos pareció, Más vivo que en su vida misma. Un cuervo: Exclamó patético en el suelo: -¡Jamás han amado Como he amado yo!(Comienza a llover fuertísimo) El hombre: Deseo irme con toda mi alma. La luna: Sobre tu alma pesa un crimen. Un cuervo: ¿Qué honores brindas hoy a tu victima? Un lobo: ¿O acaso el tiempo borró de tu recuerdo, barrió de tu memoria el cuerpo abatido? A la familia perpleja, de la que hoy tú, luces sus galas. ¿O a la amante viuda, con el cuerpo de su compañero entre sus brazos?El hombre: A quien trate de quitarme el amor, Yo le quitaré la vida.

Otro lobo: Eran los gálatas matando a sus esposas e hijos. El primer lobo: Como un viento afilado que rasgaba. El hombre: Me arrancaron el alma de entre mis brazos. Mientras era vulnerable. 44


La luna: Se atravesaron la carne con precisión y limpieza. Un cuervo:Y al primer envite se quebraron en pedazos. El hombre: Se irá… La retengo por momentos… Palideceré en su olvido, si definitivamente se decide a marchar. Ella, que es también mi hermana, nacidos de la misma bolsa oceánica de donde nos dividimos, aunque muchas veces nos volvimos a reencontrar. Somos los fragmentos de un antiguo y ya no recordado astro desprendido del firmamento, de cielos muy remotos, de remansos elevados. Quizá sea egoísta y por eso la anhele. Ansioso por no perder la vida, no tal como se conoce, sino en toda su esencia, su boca de miel y el aire inflamado por las tormentas de verano y los ocasos del sol que son quienes guían sus actos. En realidad me ama. Me ama con locura y eso la ata en lugar del miedo a irse. Me ama de manera total. Un cuervo: No se el qué, pero se que tramaban algo. Un lobo: Es justo. Ellos vivieron sus pasiones. ¿Porqué habrías tú De ceder en cuanto a las tuyas? El oso: A ese amor dudo Que la muerte lo vuelva Inexpugnable. Porque su espíritu volará alto, Mientras que el tuyo Se hundirá e un pantano. Por el peso de un cuerpo muerto. 45


Si está aquí Es por algo. Un lobo: “El Infierno es demasiado dulce” La luna: Fortuna brindó en tus labios aun siendo niño dotándote de Ella, de la totalidad del alma a una edad muy tierna. Un cuervo: Tú mataste La alegría en su corazón. (Una flor expelía su aroma.) (Su fragancia atraía a su victima a una muerte dulce.) (Dentro de su copa diluía su néctar.) (Un viciado éxtasis en donde uno se ahogaba en delirios.) El cadáver: Te cree un ángel blanco… El hombre: Eso me hace llorar. La luna: Me hieres en el pecho. El hombre: Herido tengo el mío. La luna: Terminarás por volverla loca. Demente como tú mismo. El hombre: Jamás me perdonaría verla ahogada en un estanque entre lirios.

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La luna: Tu blanca crisálida brotará inundando la estancia de luz. El hombre: La envolveré con toda mi totalidad. Pues me quiere. Lo siento demasiado hondo. Mi alma es una crisálida como bien dices y no una noche o un invierno oscuro en el que todo se cierne sobre uno, el clima y la ausencia temporal del sol, cerrándose sobre sí mismo. Pero que apunta para volver tras los debidos ciclos. Mis fiebres son gérmenes de bellas flores y pido por ello lo más duro. Creer en mí. Tener fe. La luna: Me rompe el corazón. El hombre: Roto yació el mío. La luna: El mío es entonces, un buque de cristal.

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PRIMAVERA DERRITE LOS HIELOS

-Un río, un poeta y su musa.El poeta: Oh nena si me cogieras el teléfono. Llevamos varias horas durmiendo en los bancos del parque hasta que el frío nos despertó. Anoche eras radiante y te busqué por todas partes. Tienes un culo y unas piernas para devorar y tu cuerpo y tu alma son una vorágine. Piedra de cuarzo, flor de lirio, eres tan autentica que no creo que existas.Vives en una nube en lo alto que me idealiza. Si supieras lo bajo que he llegado a caer. Coge el teléfono hermosura, follaremos sobre la hierba, bajo el cielo constelado. El río: La luz del amor penetra Destella y centellea en ella. El poeta: Nada puedo darte.

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Su musa: “En tu nada espero encontrar el TODO.” El poeta: Me enseña su cuarto, allí es, donde duerme, donde ahora está conmigo. Allí fue donde tantas veces me imaginé estar, o el como sería. Me lleva a él con cierta timidez. No creí que llegásemos a esto. Creyendo que amabas a otro. La noche ya lo cubre todo, velando al beso. (La toma en brazos.) Su musa: Mi voz tiembla. Y mi alma también, tiembla. El río: Su piel es tierna y suave, como las primeras nieves sobre el agua. El poeta: Me quiso durante todo este tiempo ¿Cómo no pude saberlo? Las calles brillan con la luz de muchos amores y romances, pero el mío, es el único que brilla como ninguno. El río: Arrastraba su recuerdo una corriente del mar envuelto de sal, espuma y el canto de lechos profundísimos. El poeta: Reconozco su imagen entre la gente, desde siempre. El amor clama tras de Ella, como un ciervo, y se muestra frente a frente, deslumbrante entre el bosque y después huye disipándose en la niebla. Como un cisne astado de violentos placeres es el amor para Ella, su esencia misma. Voraz y sin compasión, el amor sincero que no pide sino lo que le es legítimo. Ahora está durmiendo, fluye por ella, silencioso. Convaleciente aun, velo sus sueños. Sonríe, me ama. Me ama tantísimo que a veces me cuesta el creer. Hoy me sobra la fe. 48


Y donde antes se quebró mi corazón por el ideal desmentido, la crudeza de la realidad. Allí hoy brotan de nuevo dorados trigos cargados de mieses, la amapola en la estepa horneada por Helios, muestra de par en par la infinitud que brindan los cielos siempre eternos y generosísimos. Aquellos tan extensos que la vista no los abarca y que destilan sus filtros con las penas ya marchitas y las desgracias muy lejanas. ¡Oh Dios. Padre Celeste! ¡La amo tanto! (…)

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EL ÚTERO DE LA FIEBRE

-Un lobo y la luna.El lobo: En el valle hay dos amantes que aman con el corazón encendido. La luna: Mas sus cuerpos yacen desde hace tiempo en el mar. El lobo: Tu rayo me estremece. Tu voz me reclama. La luna: Un sol menguado profetiza nuevos tiempos y distintos climas. El lobo: Ella es joven.Y la más hermosa. Es solo corazón, hermoso y puro. La luna: Oí, que se iban a matar. 51


El lobo: Escuché, que caprichosa, los ibas a matar. (…) -Él y EllaÉl: Su risa es como una caricia. Es una brisa cálida. Lleva cantando todo el día y a la noche descansa acurrucada en un nido. (Se vuelve hacia Él) Ella: Dime que nunca me dejarás. Él: Jamás te dejaré. Llegó, no sé cómo, pero llegó. No sé cómo encontré su alma. Mi amor, es de oro y cristal, más fuerte que el vino.Y en las calles se cierne sobre mí, se lleva mi voz, es invisible a los ojos. Ella: Solo tengo diecisiete años. Él: Por eso, tus canciones son como cuentos de hadas. No se romperán los hechizos. Ella: Me convierto en mujer. Atrás dejo mi crisálida, blanca como un sudario.Yo me convierto. Él: Nosotros, yacemos en un palacio de porcelana y seda. Resguardándonos de las primeras y frías nieves. (Sangre en los dedos.) (Fiebre en los labios.) (Sus besos son voraces.) (Despierta muy suavemente y pregunta) 52


Ella: Mi príncipe hermoso ¿Aún duermen nuestros hijos? (…) Él: No sabían los ángeles de mí. No sé bien quien guardaba al cielo azul, aquella noche que se llevaron también a mi amor, y al ascender, a mí, me olvidaron. El invierno es ahora mucho más frío.Y el corazón ya apenas me late. (…) -El lobo y la luna.El lobo: Tu pasión fue siempre puro capricho. Únicamente capricho. La luna: Estaban avocados al desastre. El lobo: Los amantes se despeñan… La luna: Los sigo amando. El lobo:Ya flotan sobre el río… La luna: El río es un vientre agradecido. El lobo: Donde arrojar a los que amen. La luna: Basta. El lobo: Me rompe el corazón. -Ella, muerta flotado sobre el río.El río: Mi voz os guía a través de la niebla. Ella: Me duele, como si un ángel me hubiera ensartado el pecho. (…) 53



LOS ÓRGANOS DE LA BARBARIE

-Una pesanta, Él, un cuervo, la luna y el río.(Otoño.) El cuervo: “Después de haber amado, tan solo queda la muerte.” (La pesanta se filtra a través de la pared y se posa sobre el pecho del hombre mientras este duerme.) El cuervo: Aun no ha muerto perro. La pesanta: Pronto lo hará. Él: (En sueños) ¿Cuando hace que no posa el sol sobre Ella sus rayos? La luna: La pesanta es cruel, despierta. (Sobresaltado) Él: ¿Cuántas noches dormidas? ¿Cuántos días han pasado? 55


(La pesanta huye por el ojo de la cerradura.) El cuervo: Apenas una. Todo fue real. Él: ¿Apuñalamos nuestros pechos mutuamente? ¿De madrugada al unísono? El cuervo: Así fue. Bajo la luz de la luna. Él: Que minúsculas y escasas fueron las sangres que arrojamos. Pues mi pecho está limpio. La luna: Estuvo sucio y fue lavado. Él a la luna: Tú contemplaste todo. La luna:Y mucho me entristeció. El cuervo: Ella se despeñó desde una roca al mar. La luna: Creí que fue sobre un río. El cuervo: Poco importa. Él: Fue su inmolación un sacrificio necesariamente bello. La luna: No lo fue en absoluto. Él: Pobre flor, su aroma me acompañará siempre. Obramos según nuestras pasiones. Y de esa única forma nos enfrentamos a la muerte. La luna: Os enfrentasteis a mí. El cuervo: La muerte borró Los colores de su rostro. Él: La luna borró también los míos. La luna: Me hieres en el pecho. Él: Mi pecho está caliente, El tuyo es etéreo. (El río trae el cuerpo muerto de Ella.) El río: Su eternidad reside en un invierno aletargado. Él: Creí que seríamos cuento. 56


El cuervo: Algo así sois. La luna: Aun ahora tiene un precioso color de piel. El cuervo: Blanco. Muy blanco, parecido al tuyo. El río: Pálido por tu abrazo. Él: Cruel como tu beso. La luna: La realidad es cruel. El río: Cedieron a sus cuerpos Para conquistar sus almas. La luna:Yo probaba de vuestro amor. El cuervo:Y te enloqueció una dosis.

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EL CORRO DE BRUJAS

-La luna, el viejo y un corro de brujas.El viejo: Muerte, Tiempo, extraños Templos. Desconozco sus propósitos. El corro de brujas: El alma es eterna y el amor todopoderoso. La vida omnipresente. El recuerdo imborrable. El viejo: Invierno se lleva con él a muchas de nuestras flores. Una bruja: Hacia las grutas de sus palacios consagrados a la primavera de los meses de mayo, a su primitiva legitimidad. Otra bruja: Pero eran angostos sus pórticos y sus escalinatas. La luna: Padezco de amores todos los días. El viejo: Como lobos alimentados con carne humana. Una bruja:Y embriagados de vino. El viejo: Al soñar, estos, me herían con sus sombras mientras eran mecidos por la brisa. Otra bruja: Siempre hirió con aparente intencionalidad. El corro de brujas: Los lobos herían nuestros pechos, como amantes bruscos. 59


Una bruja: Los lobos siempre cortejaron a la luna. El viejo:Y una noche lograron cautivarla. Otra bruja: La lobera engulló a la luna. La luna: Enfermándome de pasión. El viejo: Como para despeñarlos… El corro de brujas: A los amantes difuntos. Una bruja: Matarías en tu vientre de frío a una criatura. La luna: Los lobos son el amor salvaje Y nada pude hacer. El viejo: Sin sepultura ni rito… Una bruja: Los cuervos y la luna se atrevieron a contemplar sus pupilas y los tesoros que estas encerraban. Pero fue un ángel quien las guardó de su fatal destino. La luna: Con Ella murieron los nombres. Sus fuerzas fueron derrotadas al entrar en contacto con algo similar a una divinidad femenina, vencido tras un instante de éxtasis insuflado, obtenido del néctar caduco de una dulcísima flor de un día. Había descubierto la belleza, su esencia más autentica, el instante previo a su corrupción, el momento exacto del último suspiro, del último aliento de oxígeno, antes de perder definitivamente los colores del rostro. Se estimaban enormemente. La belleza sería un instante moribundo. Eran ellos el musgo blanco y los hongos del color del cobre sobre las cortezas milenarias, únicamente dependientes de la humedad, sensibles al movimiento. Fueron vencidos por el éxtasis, por los instantes de desbordamiento y del gozo extremo que le produjo sentir atravesadas sus intenciones, con el filo de sus hermosísimas pupilas. Otra bruja: Eran estrellas que alumbraban.

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El viejo: ¿Aun los amas? La luna: Aun los amo. (…)

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LAS DEMENCIAS DE LA LUNA

-El hombre, Ella y un ángel.(Invierno.) Ella: ¿Qué fue la muerte? El ángel: Un mal sueño. Una noche sin luz. El ocaso de un día. El hombre: La muerte cierra puertas. Ella: Pesadas como rocas. El ángel: Sobre quien las temen. El hombre: ¿Qué fue sino todo? El ángel: Tan solo un mal sueño. (…) (Primavera derrite los hielos e ilumina la estancia.) 63


El hombre: No pueden ver desde el cielo lo solos que estamos. No te he podido olvidar. Ella: Ayer me gustó. Porque yo te vi, como a un astro. El hombre: Anoche soñé con un puma blanco. Ella: Ayer lloraba de alegría.Y es que sueño demasiado a menudo contigo. Hemos pasado tantísimo juntos, que podría decir, toda nuestra vida. El hombre: Te encontré cuando menos lo esperaba. Aquella noche… Y ahora tengo una amante y una hermana. El cielo está en luz crepuscular y nuevos días están próximos, los ríos son puros e irrigan con su limo los valles fértiles y las montañas a su paso. Nos iremos no se a donde, tan al sur como su voraz sol nos permita. Me siento hambriento de luz y plenitud. Seremos de nuevo uno bajo cielos inmensos, amándonos sobre los prados y cortejados por la leve brisa, que hacía tiritar de frío tu cuerpo y el mío. Y nos desposaremos, en el mismo lugar en el que aun niños inocentes, disfrutábamos conociendo a nuestro ángel, gozando sin malicia. Siendo de nuevo uno, arrojaremos a la muerte lejos, pariendo retratos de tu preciosidad en nuestros hijos e hijas. Para morir mucho más tarde, luego de depositar sobre ellos, de nuestro amor, el recuerdo. [Su brazo aún la inspiraba. Su mano aparentemente sin vida, todavía agarraba al cuerpo. La prueba del crimen, el pecado huía de entre sus dedos. Pendía como un recuerdo del pasado, de otro tiempo más antiguo. Escapaba desde lo más intestino, en silencio, como una herida invisible. 64


El momento se esfumaba, intentó escribirlo y recordarlo en el vaho de los cristales. Pero se esfumaba, trató de levantarse, pisando el suelo con un pie empapado en sangre y la mente oscilando entre el olvido o el parto nocturno. Corría. Después de tanto tiempo aún se acordaba de todo.] (…) El hombre: Entré y allí estabas, inmóvil y callada.Todo silbaba y se movía junto a tu hastiado aburrimiento. Me acerqué. Por fin lo comprendía todo. No podía demostrártelo porque los adoquines y las columnas de humo lo cubrían todo. Pero otra noche, en campo abierto, tumbados boca arriba en el suelo te enseñaré la curvatura del cielo, su forma esférica apreciable a la vista, la bóveda celeste. Y te contaré también como son los caminos bajo ella. Existe un manto fresco que abriga del frío y cubre la cabeza permitiendo intimar durante las noches en oscuros senderos. Llevaba mucho tiempo intentando comprenderlo y queriendo decírtelo. Bajo el, recordaba tu voz e incluso tu tacto suave. Sientes siempre, que caminas en compañía y regresan a la cabeza todos los recuerdos que creías olvidados. Ella: Mi corazón quiso que vinieras Y por eso viniste. El hombre: Tenía un corazón quebrado. Y lo sanaste. Ella: Alguien juzgó nuestras almas. El hombre: Mas fueron salvadas. Ella: La luna nos vela apasionada Durante la noche y el día.

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(Cierra sus ojos) (Y a ciegas con los labios busca los suyos) (‌)

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