Breve historia de los Héroes de Malvinas de San Bernardo.

Proyecto “Malvinas…Homenaje y Memoria” Una apuesta a la construcción de la Memoria colectiva.

Breve historia de nuestros Héroes de Malvinas

Proyecto elaborado por: Faruelo, Laura Responsables: Equipo de Conducción: Ilich, Paula y Kardos, Jorge.

Asesora Pedagógica: Lemaire, Claudia.

Departamento de Construcción Ciudadana: Almada, María Inés Cardozo, Claudia Faruelo, Laura Muñoz, Omar Estudiantes de 1ero y 2do año del Ciclo Básico

Escuela de Educación Secundaria N° 46 “San Bernardo”

Apellido y Nombre:

Enrique, Julián Ramón Edad Actual: 54 años Fecha de nacimiento: 19/07/1963 Ocupación actual: realiza todo tipo de trabajos esporádicos (changas) Apellido y Nombre de sus padres: Enrique, Celsa del Carmen Y Penida Elisfonso.

Educación: asistió a la escuela N° 326; fue hasta 3er grado y luego debió abandonar por trabajo, el recorrido a la escuela lo hacía por las picadas de los montes.

Convocatoria: Al momento de la convocatoria vivía en la zona rural del lote 43, Juan Lavalle, junto a su familia: ocho hermanos, papá y mamá. Fue el único de su familia en ser convocado a Malvinas. En ese entonces, se dedicaba a realizar todo tipo de trabajo en el campo (cosecha, cuidado de animales, sembrado, destronque, etc,).

La noticia le llegó, por escrito, mediante el correo Argentino; mientras formaba parte del Regimiento “4 de Marzo”. Sus familiares recién se enteraron de dicha convocatoria, cuando arribó a Malvinas, a través de una carta (la única que pudo escribir). Sus familiares también le escribieron, sin embargo, él no pudo responderles por no contar con los medios necesarios para hacerlo.

Viaje a Malvinas; combate y regreso.

Mientras, él y sus compañeros, estaban en entrenamiento en el Regimiento “4 de Marzo”, los jefes, oficiales y suboficiales les informaron que debían ir a combatir a Malvinas, y que esa misma noche, partirían en tren a Entre Ríos; solo tuvieron unas horas para prepararse y partir.

Apenas arribaron a Entre Ríos, tomaron un avión a Comodoro Rivadavia; donde estuvieron quince días. En ese lugar, se los preparó, dándoles instrucciones básicas; también les asignaron los lugares donde debían estar. Cuando ya estaba todo listo, los llevaron a Río Gallegos (Santa Cruz) en avión, allí pasaron una noche y al día siguiente tomaron un avión a Malvinas. Su jefe de regimiento era el señor : Riarte, Jorge Eusenio.

Durante el entrenamiento, les enseñaron a usar diferentes armas, tales como los fusiles, que fueron unas de las armas que usaron durante la guerra, estuvo 15 días posicionados en las Islas Georgeas y luego lo llevaron a la Isla Soledad.

La alimentación era normal mientras no fueron atacados, después comenzó a escasear porque no tenían tiempo o porque a veces no llegaba a la posición en la que se encontraban.

Debían agruparse de a seis soldados en cada trinchera (5 soldados y un cabo, quien los dirigía por orden de los superiores y a través de un radio).

Durante el combate, dos de sus compañeros fueron heridos, otros murieron, ya que, los tomaron de sorpresa en pleno día, casi media tarde, cuando parecía que se encontraban a salvo.

Mientras estuvieron en las Islas, sintieron mucho frío, debido a que sus abrigos estaban desgastados y, tampoco tenían tiempo suficiente para cambiarse, además nevaba permanentemente. Él y los soldados que lo acompañaban, no enterraron a sus compañeros, ya que enfermería se encargaba de eso. El auxilio de los enfermeros solía ser tardío, debido a los constantes ataques de los ingleses.

Las guardias que los soldados debían cumplir eran de 2 horas. En una de esas guardias, durante una noche oscura, los sorprendió el enemigo y debieron rendirse. Fueron llevados como rehenes, sin embargo, es necesario destacar que los ingleses los trataron muy bien, les brindaron alimentos, una buena ducha, abrigo, etcétera.

Seguidamente, lo trasladaron a Chubut- Puerto Madryn, en el barco inglés: “El Camberra”, éste contaba con todas las comodidades, estaba muy bien equipado. Allí pasaron una noche, luego fueron enviados a Buenos Aires, Puerto de Mayo, donde permanecieron 10 días, desde allí fueron trasladados a Monte Caseros- Corrientes.

Pasaron diez días en Corrientes, y les otorgaron una licencia de 15 días, pero el Señor Enrique no pudo volver a su casa por todas las cosas que debía realizar antes.

A los 6 meses de haberle otorgado la licencia, llegó a su casa, sus familiares lo esperaban ansiosos. Hubo muchos sentimientos encontrados y anécdotas por contar. Al llegar a San Bernardo, estuvo un poco desorientado por los cambios que se produjeron durante su ausencia. Se quedó en la casa de su hermana hasta el día siguiente, día en el

que se reencontró con el resto de su familia. Permaneció con su familia en el campo durante ocho días.

Después de pasar unos días con sus padres y hermanos, volvió al regimiento. Al llegar lo mandaron a la compañía B de infanteria, le tomaron todos sus datos, le efectuaron una revisión médica para determinar su estado, como no le detectaron ninguna enfermedad ni heridas de ningún tipo; le otorgaron una licencia por un mes y 7 días. Volvió a su casa y desde ese momento no volvieron a convocarlo.

Cuando volvió a su casa se dedicó, exclusivamente, al campo; pudo insertarse rápidamente en la sociedad y rehacer su vida.

Años más tarde, conformó su propia familia; actualmente constituida por su esposa, Boca Delfina Jesús de 53 años de edad (ama de casa) y sus 7 hijos, 5 de ellos son varones y 2 de ellas mujeres, a todos ellos los hizo estudiar (educación obligatoria).

Actualmente es orgullosamente abuelo de su hijo mayor, de 33 años de edad.

Diez años después de haber regresado de la guerra, fueron reconocidos como excombatientes, con un salario mensual de 50 pesos, desde allí fue aumentando de a poco.

Personalmente, considera que la mirada de la sociedad hacia los veteranos es positiva, en ningún momento sufrió el rechazo de ninguna persona.

Considera que, actualmente, no podría haber otra guerra como la de Malvinas. Cuando comenzó todo, él y sus jóvenes compañeros, tenían esperanzas de ganar, pero con el pasar de los días, esas esperanzas se fueron diluyendo, debido a que los soldados ingleses estaban más capacitados, habían tenido entrenamiento con armamentos; además sus armamentos eran altamente superiores.

Tristemente, las armas de los soldados

argentinos, si bien eran de artillería pesada y automáticas, al ser viejas y encontrarse oxidadas no respondían de inmediato o, directamente, no servían, eso generaba desaliento, desesperación y, por ende, dicha asimetría, culminaría en la rendición argentina.

Un mensaje para los jóvenes: “no dejen de luchar por sus ideales, por sus sueños, sus convicciones, la vida está llena de sobresaltos pero eso no implica que debemos abandonar, eso nos debe dar fuerzas para seguir…al final de cada batalla hay algo nuevo que nos espera, nada está perdido hay mucho por conquistar, la vida es bella, vívanla, encomiéndense a Dios, él hará que todo suceda a su debido tiempo.”

Apellido y nombre:

Ibañez Abelino Edad actual: 55 años.

Fecha de nacimiento: 18 de noviembre de 1962.

Edad en que fue a Malvinas: 18 años.

Apellido y nombre de sus padres: Ibañez Francisco y Algañaraz Nélida Ocupación: después de volver de Malvinas en un tiempo prolongado trabajó como empleado municipal (peón de calle), actualmente es jubilado.

En el momento de la convocatoria vivía en la zona urbana, más específicamente, en el Barrio sur. Actualmente vive en el barrio 15 vivienda/ vivero Norte.

Cuando se declaró la guerra a los ingleses, el señor Ibañez ya era soldado en reserva, debido a que había realizado el servicio militar. Mientras fue soldado fue vacunado en la espalda e incluso antes de viajar, a defender las Islas Malvinas, volvieron a vacunarlo.

Durante la batalla su experiencia no fue buena, tampoco tan mala, pero hay muchas cosas que no quisiera recordar y menos hablar. En su opinión, él no regresaría nunca a pelear en las Islas, y no quisiera que ninguna persona tenga que pasar por esa experiencia, dijo: “he experimentado cosas muy feas”.

Asimismo, recuerda que, mientras transcurrió su estadía en Malvinas, sus sentimientos fueron confusos, ya que sentía una gran impotencia al ver a sus compañeros heridos y, a otros incluso perder sus vidas en plena batalla, sin poder hacer absolutamente nada por ellos, solo le quedaba mirar hacia adelante, seguir defendiendo su vida y la de sus compañeros, que todavía permanecían en pie.

Recuerda que, la parte más difícil que le tocó vivir fue mientras realizaba las guardias durante la noche. La soledad invadía su mente, los recuerdos y los miedos se apoderaban de él. Dormía en trincheras (pozo de zorro) que también servían para protegerse del enemigo.

En la primera etapa de la guerra, comían raciones calientes de lo que se les mandaba, después cuando ya no ingresaban alimentos, comenzaron a matar animales para su

supervivencia, se alimentaban de frutos, hiervas, aves, etc. Durante el combate sostenía que debían enfrentar tres desafíos el hambre, el frío y la guerra.

Fue tomado prisionero y llevado por los ingleses, quienes lo trataron muy bien, le dieron alimentos, vestimenta y momentos de ocio. El barco de los ingleses que lo transportó a Argentina fue el Camberra.

La guerra finalizó el 14 de junio de 1982. El único recuerdo que lo marcó y que le generó pesadillas durante mucho tiempo, fue la muerte de su amigo el 12-06-1982, quien perdió su vida por salvar la suya. Cuando moría un soldado, no tenían muchas opciones para proceder, así que lo envolvían con una manta y los arrojaban en una zanja y lo tapaban, para poder identificar el lugar, dejaban una cruz sobre la tumba y una prenda de ropa.

Apellido y Nombre:

Krehacek, Juanito Mártir Edad: 56 años Fecha de nacimiento: 01/01/1962 Ocupación actual: jubilado Apellido y Nombre de sus padres: Krehacek , Martín y Pacheco, Antonia.

Educación: asistió a la escuela N° 237; fue hasta 7mo grado y retomó sus estudios a los 30 años aproximadamente en el B.L.A. pero no terminó por motivos personales.

Viaje a Malvinas; combate y regreso.

En el momento de la convocatoria vivía en la zona rural, en el lote 6 de San Bernardo; realizaba, por ese entonces, diversos trabajos relacionados con el campo (siembra, cosecha, cuidado de animales, entre otros).

Era soldado bajo bandera, pertenecía al Regimiento de Infantería N° 5, Paso de los Libres

(Corrientes),

donde

tuvo

un

entrenamiento muy duro. El regimiento tenía varias compañías, conformadas, cada una de ellas, por diez o doce soldados.

Al momento de recibir la convocatoria, reaccionó de buena manera, ya que consideraba que pelear por las Islas Malvinas era su deber, responder por la Patria y defenderla con la vida lo consideró un orgullo.

Una vez que todos los soldados del Regimiento estuvieron reunidos, les informaron que debían ir a cubrir un sector de Argentina; Santa Cruz y Chubut. De esta manera, desde Paso de los Libres (Corrientes) fueron trasladados, en tren, hasta Paraná (Entre Ríos) y desde allí viajaron, en avión, hasta Trelew (Chubut).

Para poder trasladar mayor cantidad de soldados en el avión, los asientos fueron extraídos con anterioridad, algunos pudieron viajar sentados, mientras otros debieron hacerlo de pie hasta llegar a destino.

Al llegar al lugar se les informó a los soldados hacía donde se dirigirían, pasaron la noche y, al día siguiente, fueron llevados a la isla Soledad. Al arribar se les asignaron distintos puntos a defender. Él junto a sus compañeros estuvieron tres días en Puerto Argentino, desde allí, se lo trasladó a Puerto Howard, donde estuvo, junto a otros compañeros, hasta el 14 de junio de 1982 (hasta finalizar la guerra).

El trato entre compañeros durante la guerra era agradable, tranquilo, como si fueran hermanos, compartían todo y se entendían. Estuvieron sesenta y seis días consecutivos, su alimentación era bastante precaria, se comía cuando se podía. Los tiempos de ocio eran escasos; solo lo hacían cuando podían. Respecto a la indumentaria, si bien tenían ropa para cambiarse; los ataques de los ingleses eran constantes, por ende, no podían distraerse, solo defenderse y combatir.

Los armamentos que utilizaban eran, fusil automático liviano, cañones y morteros; no funcionaban muy bien, debido a que eran bastante viejos, a veces respondían tarde.

Durante la batalla tenían sentimientos desencontrados, pero estaban jugados y dispuestos a morir, solo les quedaba defender y defenderse entre ellos y seguir avanzando. Las guardias se hacían por grupos.

Juanito, estuvo de guardia cuando, junto a sus compañeros, recibió la orden de bajar la bandera Argentina, informándoles que en Puerto Argentino ya se habían rendido.

Consecuentemente, fueron tomados como prisioneros durante cuatro días, allí les quitaron todas sus pertenencias y armamentos, luego los trasladaron en barco (Camberra) a Puerto Madryn (Chubut); en él pudieron bañarse, alimentarse, vestirse, entre otros.

El trato que les ofrecieron los ingleses fue bueno, les dieron todo lo necesario. Desde Puerto Madryn fueron llevados a Campo de Mayo en Buenos Aires, en ese mismo lugar les hicieron un control médico. Todos sus compañeros, incluyéndolo, estaban sanos, así que desde allí, lo trasladaron, en tren, a Paso de los Libres (Corrientes) y luego regresó al Chaco.

Una vez en su hogar junto a sus familiares, se sintió cansado y triste por no haber podido ganar la guerra, pero feliz porque estaba a salvo y con su familia. El reencuentro fue muy emotivo, pensó en rehacer su vida rápidamente, trabajar y conformar una familia.

Los soldados no fueron reconocidos de manera inmediata como excombatientes, considera que hubo rechazo por parte de la sociedad, fueron etiquetados como “los

loquitos de la guerra”; tuvieron que hacer borrón y cuenta nueva, casi nadie los tomaba para trabajar.

El reconocimiento llegó 10 años tarde

por

parte

del

Estado

Argentino, que les asignó una pensión que de cincuenta pesos, que con el correr de los años fue aumentando de a poco.

Actualmente su familia está conformada por él y su esposa Graciela Esther Rodriguez Mayo quien es docente jubilada, tiene un hijo de 31 años de edad y una hija de 18 años, actualmente vive, en la calle Martín Lutero S/N Barrio Hipotecario.

Un mensaje a los jóvenes: “No pierdan los valores y por sobre todo el respeto hacia los mayores, tener una buena educación, desde la familia, es fundamental para tener éxito en el futuro; valoren sus vidas, respeten a sus padres, no es lo mismo tenerlos que no tenerlos, sin importar la edad que tengamos, siempre volvemos a ellos, ya sea por un consejo o una tarde de compañía, la vida es linda vívanla a pleno.”

Ramón Ricardo Cardozo Nació en Villa Ángela, Provincia del Chaco, el 24 de febrero de 1962.

En 1981 realizó el servicio militar obligatorio, en el Regimiento de Infantería de Paso de los Libres, en la Provincia de Corrientes.

Meses después de que recibiera la baja del servicio militar, recibió una notificación que expresaba que debía presentarse en su regimiento (Paso los libres), sin saber hasta ese momento que el motivo sería, enviarlo a la guerra.

Entre el 15 y 18 de abril de 1982, entró en combate, fue designado como jefe de pozo en la Infantería Compañía “A” en Puerto Howard. Aproximadamente, estuvo durante 45 días en una trinchera (pozo), en una misma posición para no ser visto por el enemigo.

Padeció congelamiento de trinchera, pasó hambre y vio como otros soldados fueron castigados por robar ovejas para alimentarse.

Jamás recibió comida mientras estuvo en las trincheras, solo recibió alimentos la primera semana desde el arribo. Para suplir y aguantar el hambre, imaginaba que comía lo que deseaba comer.

Tanto él como el resto de los soldados, no tenían ropa adecuada para protegerse del frio, y la que usaban, generalmente, se encontraba mojada. La temperatura en las Islas era de quince grados bajo cero.

Como armamentos, utilizó un fúsil y una pistola 45, en general las armas argentinas eran viejas, a diferencia de las utilizadas por los ingleses, que poseían miras de infrarrojo y otras armas mucho más avanzadas.

Sintió mucha tristeza al saber que se había perdido la guerra. Puerto Howard fue el primero en rendirse. Luego de la rendición, los ingleses trasladaron a los soldados argentinos al Uruguay.

Respecto al trato recibido por los enemigos, relata que fueron tratados mejor que ellos que por sus propios jefes argentinos; los ingleses les dieron comida, abrigo y, los llevaron a un hospital para una mejor recuperación.

Por otro lado, expresa que muchas personas mienten en relación a que en el cementerio de Darwin hay muchas tumbas vacías. Agrega que, algún día le gustaría viajar a Malvinas para recuperar los restos de sus compañeros caídos en combate, que fueron enterrados por ellos mismos.

Actualmente es policía retirado, se desempeñó como tal durante 25 años. Está casado con la docente Elva Aguirre y tiene una hija.

Contiene un diario con millones de relatos y cosas que le tocó vivir y que, como otros, tuvo que callar a causa del Estado y por recomendación médica, dejar de escribir en relación a ello.

Su mensaje a los jóvenes “no dejen de estudiar y valoren todo lo que logren en la vida”.

Jorge Luis Galeano Edad: 56 años.

Fecha de Nacimiento: 26 de septiembre de 1962.

Ocupación actual: Jubilado municipal, por ley nacional.

Apellido y nombre de sus padres: Silvio Galeano – Olga Kostelak.

Convocatoria: Cuando fue convocado vivía con sus padres, en el Barrio Sur, de la localidad de San Bernardo. Usualmente, trabajaba cosechando algodón, aunque en ese momento se encontraba cumpliendo el servicio militar obligatorio en Bahía Blanca.

Al recibir la noticia, la tomó con serenidad y calma aunque, hasta ese momento, no tenía casi ninguna información sobre las Islas Malvinas ni sobre lo que se allí acontecería.

Los padres de Jorge se enteraron, una semana después de que él arribó a Malvinas.

De la base naval de Puerto Belgrano, Bahía Blanca, partió en avión hacia Usuhaia, realizaron una parada para alimentarse, cargar provisiones y luego de dos horas emprendieron viaje hacia Malvinas.

En Malvinas: Pisó Malvinas, una noche muy fría y, junto a sus compañeros, debió pasar la noche a la intemperie, sin ningún tipo de protección. Al día siguiente fueron trasladados a Puerto Argentino. Allí, Jorge prestó servicio en el batallón antiaéreo. El armamento con el que contaba era un cañón hispano-suizo, que llevaba una munición que pesaba, aproximadamente, un kilo; éste servía para repeler el ataque aéreo enemigo.

La relación forjada entre Jorge y sus compañeros fue muy buena, se conocían previamente, ya que convivieron mientras prestaban el servicio militar obligatorio, en Bahía Blanca. El grupo de Jorge, sufrió una sola baja, un joven de Misiones, lo que los sumió en una profunda tristeza.

La relación con los superiores fue buena, recibió un adecuado trato y, como a los compañeros, los conoció, con anterioridad a Malvinas, en el Regimiento.

Momentos previos a la rendición, debió soportar varios bombardeos sin contar con un lugar donde refugiarse, la única opción viable para sobrevivir, era realizar pozos, entrar en ellos, y de esa manera protegerse. Expresa que, él y sus compañeros, sintieron muchísimo miedo.

Junto a otros soldados, fue tomado prisionero por los ingleses, durante dos días. Los mantuvieron en galpones, y no les ofrecieron absolutamente nada, ni siquiera agua.

Retorno a casa: Terminado el cautiverio emprendió el regreso a casa, salió desde Puerto Argentino hacía Ushuaia en un buque, el rompehielo “Almirante Irizar”, desde ahí hacía Bahía Blanca, para luego arribar a Retiro (Capital Federal). Posteriormente, Jorge y los otros soldados del norte, partieron en tren y desde el mismo, éstos iban bajando en paradas cercanas a sus hogares, Jorge descendió en Las Breñas.

Ya en su hogar, le costó volver a hacer una vida normal, durante algún tiempo, tuvo dificultades para relacionarse hasta con su propia familia, también se tornó difícil conseguir trabajo, y vivió como ausente durante un período. Más tarde, comenzó a trabajar en la Municipalidad de su ciudad y, después de 32 años de servicio, se jubiló.

En relación a cómo percibe la mirada de la sociedad, considera que, actualmente, los veteranos de Malvinas reciben reconocimiento y son valorados. Hoy en día, realmente, siente que, tanto él como los demás veteranos son reconocidos como excombatientes, ya que se los tiene en cuenta para invitarlos a charlas, a actos, a las escuelas para que los chicos los conozcan, etcétera. Antes no era común que sucediera esto, afirma.

Mensaje para los jóvenes: “Sigan estudiando, el estudio es la única forma de salir adelante con dignidad, hoy en día si una persona no tiene estudio no puede desarrollarse plenamente.

Por otra parte, quiero pedirles que, este trabajo que están haciendo lo guarden y, lo compartan con todos aquellos que quieran o que estén interesados en conocer un poco más nuestra historia. Esta es una forma de que nos conozcan un poco más y que se pueda valorar lo que hicimos por la Patria”.

Olmedo, Pedro Daniel Edad: 55 años.

Fecha de nacimiento: 3 de enero de 1963.

Ocupación: jubilado de la fuerza policial provincial.

Padres: Olmedo Ciriaco y González, Leonor Convocatoria: Cuando fue convocado a Malvinas, se encontraba cumpliendo el servicio militar obligatorio en Monte Caseros, Provincia de Corrientes. Hasta ese momento, había vivido en la zona rural de General Vedia. Mientras vivía allí, se dedicó a trabajar en el campo, a sembrar mandioca, algodón, batata, maní, etcétera.

Pedro, se enteró que iría a Malvinas, instantes antes de tomar el vuelo que lo trasladaría hasta allí. Relata que, en el trayecto recorrido entre Monte Caseros y Río Gallegos, nadie les informó hacía dónde se dirigían ni por qué se trasladaban. Relata que partió desde Monte Caseros, Corrientes; hacia Paraná, Entre Ríos, ese trayecto lo realizó en tren; luego subió a un avión que los trasladó de Paraná hasta Comodoro Rivadavia. Allí, se quedó, junto a sus compañeros, aproximadamente, una semana, y luego continúo el viaje hacía Río Gallegos en avión y desde allí, a Malvinas en otro avión. Mientras tanto, la familia de Pedro, desconocía aún, hacía donde se dirigía. Días después del arribo a las Islas, le comunicó, mediante una carta, cual había sido su destino.

En Malvinas: Al llegar a Malvinas, relata que no sintió el cambio brusco del clima, porque ya había tenido oportunidad de ambientarse porque estuvo varios días de clima frío, previos a su llegada, mientras esperaba ser trasladado. Al llegar ya tenía asignado un lugar para custodiar y defender, al igual que sus compañeros.

En su paso por las Islas, logró entablar relaciones de cooperación y solidaridad con sus compañeros, entre todos se cuidaban y repartían las diferentes tareas que debían realizar.

Con sus superiores también entabló buena relación, por él como sus compañeros, acataban las órdenes sin realizar protesta alguna, afirma que se tenía que obedecer lo que te ordenaran.

Uno de los momentos más duros que le tocó vivir a Pedro, fue ver a un compañero morir, alcanzado por una bomba. Manifiesta que fue, un momento sumamente triste, y que permanentemente sintió miedo de que cayera una bomba y terminara con su vida o las de sus compañeros.

El momento de la rendición fue tomado con alivio porque pararon de atacarlos, ya no había peligro de morir. Dieron la orden de levantar la bandera blanca, el alto al fuego y, luego, tuvieron que dejar las armas.

Fue tomado prisionero, no recuerda si fueron dos o tres días. Recuerda que, a todos los soldados comunes (de menor

rango),

los

llevaron a un lugar y a los jefes (soldado de mayor jerarquía) a otro, en

ningún

momento

compartieron el mismo espacio. estuvieron

Mientras prisioneros,

los ingleses los trataron bien, les dieron agua y alimentos.

Regreso a casa: El regreso a casa comenzó luego de los días que estuvo prisionero. Salió de las islas, junto a sus compañeros, en un buque, hacia Puerto Madryn (Chubut), allí estuvieron dos días para luego partir a Campo de Mayo (Buenos Aires) y de ahí hacia Paraná (Entre Ríos), terminando en Monte Caseros (Corrientes), que es donde había estado cumpliendo el servicio militar obligatorio. Estuvo 15 días allí, antes de que le otorgaran la baja le preguntaron, al igual que a sus compañeros si estaban interesados en hacer carrera militar y que si, era así podía quedarse, pero nadie quiso. Después de esos 15 días en Monte Caseros volvió a su casa en General Vedia.

Cuando volvió a su hogar no tuvo problemas para empezar de nuevo, a los pocos meses de regresar empezó a realizar los trámites para ingresar a la fuerza policial y fue aceptado.

Ser policía fue su sueño desde chico y pudo hacerlo realidad.

Considera que, la sociedad respeta a los Veteranos de la guerra de Malvinas, aunque cree que, los primeros años, el reconocimiento era mayor que en la actualidad.

Mensaje a los jóvenes: “No estoy arrepentido de ir a la guerra, de ir a defender nuestra Patria.

Me siento orgulloso de ser veterano de Malvinas y si tuviera que hacerlo lo haría nuevamente”.

Ramírez Carlos Ocupación: Jubilado.

Padres: Ramírez Salvador y Romero Ángela.

Convocatoria: Al ser convocado tenía de 19 años, vivía en la zona rural del lote 6, y trabajaba de lo que podía, generalmente, se desempeñaba como jornalero.

Cuando recibió la noticia de la convocatoria, la tomó bien, al igual que su familia, ya que lo consideraban un deber a la Patria.

En Malvinas: Relata…“En Malvinas durante el combate hay momentos en la que pasas bien y otros en los que lo pasas mal, no en todo momento era combate”. Entre sus compañeros siempre primó el buen trato, tenían como objetivo cuidarse entre ellos, protegerse en todo sentido; sin embargo, con los superiores no se vivió de la misma manera, había algunos que eran malos.

Mientras permaneció en las Islas Malvinas, expresa que, al igual que sus compañeros, pasó frio, hambre y cansancio. Frío, porque no tenían la ropa adecuada para soportar extremas temperaturas, había días de lluvias, lloviznas y nieve.

Carlos, pasó duros momentos en las Islas, fundamentalmente, cuando durante la batalla sufrió la pérdida de un compañero, permaneciendo a su lado, durante toda la noche y hasta el día siguiente.

El momento de la rendición significó un alivio para él como para sus compañeros, ya que esperaban con ansias poder volver a sus hogares y reencontrarse con sus familiares.

El regreso a casa: Carlos sintió que su regreso como soldado fue bastante contradictorio y complicado, pasaron catorce días hasta que llegó a Montevideo y de allí, junto a sus compañeros, fue trasladado a Argentina.

Carlos pudo retornar normalmente su vida cotidiana, ya que no sufrió secuelas de los terribles momentos vividos. Manifiesta que hubo muchos compañeros, a quienes conocía, que luego de Malvinas se quitaron la vida.

A pesar de todo lo vivido, el gobierno, después de regresar de la guerra en Malvinas no los reconoció como debería haberlo hecho, todo el esfuerzo y el sufrimiento que debieron realizar no fue tenido en cuenta en ese entonces, recién hace, aproximadamente 10 años, fueron reconocidos como Veteranos de guerra.

A su regreso de las Islas no le ofrecieron ayuda psicológica para superar lo vivido. Sin embargo, destaca la mirada de la sociedad, que es muy buena y porque, hoy en día se los reconoce como Héroes de Malvinas.

Mensaje para los jóvenes: “Las Malvinas nos pertenece a nosotros y tenemos que seguir luchando, incansablemente, para recuperarlas”.

EEN°46 SAN BERNARDO PROFESORES DEL DEPARTAMENTO DE CONSTRUCCIÓN CIUDADANA JUNTO A DIRECTIVOS DEL ESTABLECIMIENTO Y VETERANOS DE GUERRA, EN EL ACTO DEL 2 DE ABRIL. ACTO EN EL CUAL NUESTROS HÉROES RECIBIERON UN MERECIDO RECONOCIMIENTO, DESCUBRIENDO LAS PLACAS CON SUS RESPECTIVOS NOMBRES.

Hilario Horvach Actualmente, tiene 55 años, es papá de 5 hijos. Su madre se llama Horvach, Catalina quien aún vive y su padre, Detrino Chamorro (fallecido), vivió con ellos en el campo.

A sus 11 años fue atropellado por un vehículo provocándole una fractura en la pierna y en el brazo, también producto de este accidente sufrió lesiones en la cabeza.

Cuando tenía 18 años fue convocado para prestar servicio como soldado. Se fue durante 10 meses y regresó a su hogar por solo 2 meses. Después, tuvo que regresar un mes y, más tarde, recibió una carta en la que notificaban que debía firmar un documento adjunto para retirarse ya que era la última licencia que le concedían.

Cuando volvió al regimiento, no sabía que iría a la guerra.

En su vida diaria en este lugar dormía solo 2 horas, luego debía levantarse y acomodar su cama, realizar sus

quehaceres,

bandera,

izar

actividades

la de

combates, etc.; al igual que sus compañeros. Después de mucho entrenamiento los llevaron a su destino, las Islas. Allí, llevaron carpas, bolsos, platos, vasos, granadas, balas, etc. Solo había 4 horas de luz solar, las lluvias eran escasas pero intensas cuando se producían, mayormente precipitaba en forma de nieve. Los soldados debían hacer un pozo para poder introducirse en ellos, una vez hecho el pozo buscaban piedras y guantes para guardar dentro del mismo ya que este se llenaba de agua, en ese mismo pozo solo cabían 2 hombres. No les proporcionaban alimentos, por lo que tenían la necesidad de salir de los pozos para cazar

ovejas, para alimentarse de ellas. En general, la pasaron muy mal el tiempo que permanecieron en las Islas debido a las bajas temperaturas, sin embargo, pese a todo, Argentina no aceptaba ayuda de otros países.

Horvach y sus compañeros, fueron tomados prisioneros por los ingleses. El veterano relata que, mientras fue prisionero, estuvo mejor que en el campo de batalla, a él y al resto de los prisioneros argentinos, los llevaron a un barco, que tenía siete pisos y, en cada uno de ellos, se encontraban mil soldados.

Cuando terminó la guerra de las Islas Malvinas, él, como otros, volvieron a sus hogares.

Con el pasar del tiempo, varios jóvenes y adultos comenzaron preguntarle sobre sus vivencias en las Islas, al principio lo comentaba amablemente pero luego, ya no quiso hacerlo, porque los recuerdos de los malos tratos y de los momentos que pasó, incluso con sus amigos, lo hacían sentir mal.

Miguel Ángel Makowski Edad: 56 años (nació en 1962).

Padres: Sauco, Celsa Florinda y Makowski, Nicolás.

Actualmente,

su

familia

está

conformada por su esposa Ortiz, Mirta y sus 4 hijos. Vive en el Barrio Vivero - 30 viviendas.

Convocatoria: Al ser convocado, tenía 18 años de edad y hasta que partió a cumplir el servicio militar obligatorio, vivía en la zona rural, del Lote 10 en la localidad de San Bernardo y se dedicaba a la agricultura y a todo lo relacionado con el campo.

Ante el llamado a combatir en defensa de las Malvinas no sintió miedo alguno, porque tenía claro que defender la Patria se constituía como un deber indelegable, que todos los ciudadanos deberían estar dispuestos a cumplir, por la misma razón, la reacción de sus padres fue natural, sintieron miedo, aunque no lo demostraron.

El viaje y sus días en Malvinas: Relata “El 8 o el 9 de abril nos llevan, en tren, hasta Paraná (Entre Ríos) y luego en avión a Comodoro Rivadavia (Chubut). Al instalarnos, dormíamos en una destilería de petróleo. Una tarde nos reúne el jefe de nuestro Regimiento, Coronel Juan Ramón Madragaña y nos dice: “Muchachos, llegó el momento que esperábamos, ir a Malvinas. Al día siguiente nos llevan a los 22 soldados en un avión de Austral”.

La preparación en cuanto al uso de armamento, protección, apoyo psicológico, etc. fue previa al arribo de Malvinas; les enseñaron a usar todo tipo de armamentos y tuvieron un pequeño entrenamiento.

Estando ya en combate, pasó frío, ya que la vestimenta no era adecuada para soportar las altas temperaturas de las Islas Malvinas; también pasó hambre, más o menos 2 o 3 días debió pasar sin comer, porque los alimentos que mandaban para los soldados, no siempre llegaban a destino.

Miguel, expresa que: “El cansancio físico y psicológico era notorio, siempre debíamos estar atentos a que el ataque del enemigo podía llegar en cualquier momento. Desconozco si la población mandaba alimentos, porque a nosotros no nos llegaba nada”.

Durante el combate tuve que ver a muchos de sus compañeros caer heridos, algunos de gravedad que luego terminaron falleciendo y otros, no tan graves; Miguel no resultó herido.

Respecto a la rendición, expresa: “El momento fue muy triste y doloroso, a todos se nos caían las lágrimas, tanto a soldados como a jefes y a oficiales, no queríamos esa noticia; hoy, a pesar de que han pasado muchos años de aquel acontecimiento, al ver algún video referido a los hechos ocurridos en aquel entonces, me emociono y no puedo evitar dejar caer alguna que otra lágrima”.

Fue tomado prisionero por los ingleses, durante 4 días. En esos días, le ofrecieron comida, abrigo y ducha caliente… fue muy poca la comida que se les ofreció, pero no los trataron mal.

Regreso

al

hogar:

El

regreso a su hogar fue el 8 de julio por la mañana, cuenta

que

“fue

una

alegría para mi hermano mi retorno, él sabía que yo estaba en Malvinas, mamá siempre pensó que estuve en Comodoro Rivadavia, recién en ese momento le conté

que

estuve

en

Malvinas”.

El retorno a su vida diaria fue rápido, sin contratiempos, ni costo alguno. Después de varios años, recibió reconocimientos del gobierno local y un subsidio a nivel nacional. No tuvo ningún tratamiento psicológico, tampoco lo necesitó porque estaba bien, no tuvo daños que impliquen seguir algún tratamiento.

Como cierre, Miguel manifiesta que: “La sociedad nos toma con mucho respeto porque fuimos a defender a la Patria, y más aún, a los familiares que perdieron a sus hermanos, hijos, etc. Eso es lo que veo de la sociedad”.

Historia redactada de la entrevista realizada por los alumnos de 2da 4ta división C.B. al señor Julio Celestino Roldan.

LAS ISLAS, UN MONSTRUO LLENO DE SUEÑOS DE JÓVENES E HISTORIAS QUE CONTAR La guerra de Malvinas fue un hecho, político - económico, frustrante para la sociedad argentina y para los jóvenes ciudadanos, aún más, ya que pasaron de estar en casa compartiendo un mate con sus padres, a estar con un fusil en la mano.

Todo sucedió en lo más remoto de nuestras tierras, más allá, en las Islas Malvinas.

San Bernardo, es una ciudad de pocos

habitantes,

departamento

dentro

O’Higgins

en

del la

provincia del chaco; lugar de origen de OSCAR ALBERTO ROLDAN, nacido el 14 de febrero del año 1962, hijo de GREGORIA ROLDAN, cuyos padres eran, doña: MARIA LUISA RUIZ, y don PEDRO CELESTINO ROLDAN. Trascurrió su niñez, infancia y juventud, en la casa de sus abuelos a quienes los llamaba, papá y mamá, se crió junto a sus doce tíos, quienes lo trataban como un hermano más, en la zona rural del lote 4, tenían un campo de 50 hectáreas, lindante a unos seis kilómetros de la zona urbana.

Cursó sus estudios primarios en la E.E.P n° 402 "Bordón Miguel"; no los terminó porque cuando se podía se cosechaba y carpía en compañía de sus tíos y padres, por ello, no sabía escribir ni leer. Era hijo de padre- abuelo obrajero / hachero que siempre vivió, dio de comer y crió a sus 13 hijos con su trabajo.

Los datos antes mencionados fueron brindados por el señor JULIO CELESTINO ROLDAN , quien nos recibió en su cálido hogar, muy predispuesto, con una amabilidad y con una tranquilidad que contagia, como así también con una gran ansiedad por empezar a expresar, a contar, a atestiguar lo que no vivió pero sí sintió, a través de cada historia que escuchó de boca del actor principal y participante de la guerra en las islas; el señor nos vuelve aclarar que es tío de don Oscar afirma, con un profundo sentimiento, que para él

"CACO" como lo llamaban, era su hermano, su amigo, su compinche, su todo. A quien le conocía hasta su estado de ánimo, sus miradas, sus picardías.

Para relatar cada experiencia o anécdotas sobre Óscar, un joven soldado de nuestro pueblo, su hermano emite un suspiro profundo y un par de lágrimas muy sentidas.

Expresa que: “Antes cumplías los 18 años y te llegaba la carta del ejército argentino, que tenías que presentarte para hacer el servicio militar, te ibas y te mandaban a hacer estudios (control médico), luego te mandaban a tu casa a esperar hasta que llegaba la documentación necesaria en la que te citaban para que te presentes en algún batallón, allí te preparaban; dos o tres meses y luego te enviaban a enfrentarte con el enemigo…Los otros eran unos monstruos, estaban re preparados, eran ya hombres mayores, sabían todo".

Oscar fue a realizarse la revisación y volvió, luego le enviaron la notificación para que se presente en el regimiento 12 de la infantería de Mercedes, Provincia de Corrientes; manifiesta: “Oscar, estuvo junto a sus compañeros de San Bernardo, Rojas, Ricardo; Duarte Hugo y Ramírez, Carlos. Con quienes compartió, días, semanas, meses, que eran intrigantes porque los llevaban de aquí para allá”.

“La gran preparación que le daban a los soldados, de la que el gobierno hablaba era equívoca; los jóvenes se colocaban una especie de cinto con cuatro cargadores y un arma en mano, con los que los enviaban a distintos frentes a combatir, mientras Caco estaba allá pasaban los días y nosotros en la radio escuchábamos que lo llevaban de aquí para allá, nos empezábamos a preocupar, la incertidumbre era mucha, en esos años no era como en la actualidad en materia de comunicación. Ahora un pariente tiene un accidente en Santa Cruz, por ejemplo y tenemos una foto, un mensaje al instante, y en esa época, personalmente, me iba y venía en mi bicicleta, un caño fina que la tengo por ahí guardada... Para saber sobre él... En una primera licencia o sea permiso que le dieron mientras los estaban preparando en Corrientes, él vino en colectivo y desde la terminal, fue caminando hasta el campo , mi viejo estaba sentado debajo de un árbol, mirando lejos , escuchando noticias y yo andaba cerca, cuando de pronto miro hacia la ruta y veo que alguien saltaba entre los yuyos y se escondía ... le dije a mi papá: -viejo, aquel es Caco. Levantó la mirada y me dice, que va a ser él, si era él iba entrar, no va estar ahí, en la calle”.

Sigue relatando:

“Fui a ver y era él (la voz de don Julio vuelve a quebrase)... él era un chico no gordito pero bien rellenito, pero si lo vieran como vino, muy flaquito, maltratado, se movía para todos lados, llegamos al patio de la casa y mi mamá salió de prisa, lo tocaba , lo acariciaba y le preguntaba si tenía hambre, que ella le cocinaría lo más rápido posible, lo que él tenga ganas de comer; él la miro y le dijo quiero comer tus tortas asadas , con un café con leche” (la voz entre cortada de don julio nos lleva a revivir ese momento e imaginarnos que estábamos ahí , viendo como esa madre se desesperaba al recibir a su hijo y verlo así). “Mi mamá se puso a preparar la torta, mientras sacaba la pava del fuego para prepararle su café con leche, ella le iba haciendo preguntas, pero Caco se acostó en un catre de tiento, donde dormían mis padres, se revolcaba, se revolcaba, acostado y miraba lejos, (todos les decían el cara de borracho) tenía una mirada perdida. Estuvo unos días, no les contaba nada a mis padres, pero a mí sí me daba detalles de todo lo que pasó”.

Realiza una pausa y luego continúa: “Después viajó nuevamente y luego de unos días, recibimos una carta que decía: Mami- papi, me voy al sur".

“Ya empezamos a escuchar en la radio que había más movimientos, después de unos días, mandó otra carta avisando que ya estaba en Esquel - Provincia de Buenos Aires (cartas que le redactaban sus compañeros, porque él no sabía leer, ni escribir) y nos contó que estaba mucho mejor de lo que estaba en Corrientes y de ahí se nos perdió y se nos perdió... yo me iba y venía preguntando por él. Hacia los 6 km de mi campo que esta allá en la entrada de Kurkas, como mucho conocen”.

Continúa, luego de una pausa: “Estuvimos mucho tiempo sin saber nada él... en ese tiempo estaba de operadora en la Municipalidad, la señora Mabel Nicoloff, habíamos sido compañeros en la escuela 402. Yo no podía encontrarlo porque no sabía el nombre del cuartel, Mabel me preguntaba en qué cuartel pero yo no me acordaba. Un día me levanto temprano y mi padre estaba sentado junto al brasero, que quizás pocos conozcan, pero es una lata u olla vieja, con un poco de brasa para poder apoyar la pava y tomar mate, porque no existía el termo en esa época. Me mira así y lo veo llorar” (vuelve el sollozo de don Julio al recordar tanto sufrimiento de su padre, por ello, interrumpimos con palabras halagadoras para que suspire y retome su relato, tratamos de consolarlo con

unas palabras , lograr que don Julio trate de sobrellevar un recuerdo que se ve y se percibe porque se nos hace la piel de gallina , el gran cariño por su hermano y el dolor que a él le da ver sufrir a su padre, símbolo de fortaleza y raíz de una gran familia , que la guerra maltrataba , familias que no encontraban consuelo por la noches ni durante el día, sus miradas se perdían en el camino, esperando verlo llegar, sano y salvo a Óscar).

Continúa... ”Mi papá, me dijo con una voz muy dolida, "lo soñé a Caco", que iba caminando con un compañero y se pusieron detrás de una roca y les tiraban una bomba y parece que está herido, lo lastimaron, le pedí que se calmara, que era solo un sueño, no verdad. Pero él sintió que era un aviso de que Caco no estaba bien, porque estaba herido, nos enteramos después. Volvía a San Bernardo a preguntar y nadie sabía nada, pero había sido que él entró tres veces en combate. Dos veces salió y a la tercera los ingleses casi lo taparon , porque los ingleses eran maduros , preparados, son carne de cañón, das tu vida porque te matan como si nada y ellos eran un cuartel castigado por eso los mandaban primeros; pero ¿saben por qué ? ellos, se cagaban de hambre y no tenían nada, entonces mataban una oveja o algo que encontraban y si sus jefes lo veían, los castigaban, guardaban meses los huesos de los animales en el bolsillo para poder chupar cada tanto y saciarse, tal vez todo muy crudo de contar pero es cierto y como yo era muy apegado a mi hermano, él me tenía confianza y al único que le contaba esas cosas era a mí, ya que a mis padres u otros hermanos, quizá, no se animaba a contarles”.

Hace una pausa y retoma su relato: “Cuando los atacaron ellos estaban en un pozo, que era cuadrado, donde se escondían para tirar y estaba junto a un compañero correntino Juan Maciel, quien se paraba en el borde del pozo y Caco le decía te van a matar Maciel escóndete, bájate de ahí, no saques el pecho y del otro costado tenía otro compañero que estaba débil, no podía ni cargar su fusil, él le cargaba el arma para que dispare y cargaba la de él. De pronto escuchó un gemido, porque ni alcanzó a gritar; y me contaba que agarró a su compañero que cayó para atrás, muerto, con el fusil en el pecho, y se corrieron un poco más; de lo que tenían atrás de retaguardia y lo pusieron ahí con el casco y el fusil en el pecho, era muy feo tener que estar luchando por su vida y tener a su compañero

muerto al lado. Y todos los platos que ellos tenían para comer lo pusieron en palos como una franja, entonces si atacaban para donde estaban ellos, las balas chocaban ahí y así ellos sabían que lo estaban atacando o si se estaban acercando. Después de un rato cayó un mortero a 50 metros y les pegaron unas piedritas, pero el otro que cayó a los 5 metros los tapó en piedras negras, entonces dice que, Oscar, lo indicó al Cabo Segundo al mando, que iban a retroceder, buscando posiciones para atrás, y el oficial le dijo que no se iba a volver y entonces dirigiéndose a él le dijo: - Roldan si te querés ir, ándate.

Entonces, Caco le contestó: - Cabo Segundo, yo, para morir enterrado en este pozo y morir disparando, lo mismo me sale. Caco retrocedió, cada 4 pasos que hacía en zig-zag hacia atrás, se revolcaba; después, por casualidad, encontró un matorral de yuyos y se escondió, cuando toco con los codos el yuyo, una bala le pegó en la pierna, en uno de los cuartos. Él no sabía rezar, pero en ese momento lo que le salía era rezar. Antes de eso, Caco venía disparando y se agachó a ver si lo atacaban, levantaba la cabeza y no sabía si sacarse el casco o no. Cuando agacha la cabeza siente la bala en el casco y ahí se quedó quieto y pensando que gracias a dios, no se quitó el casco”.

En su afán de que no se le escapen detalles de lo acontecido con su sobrino, que para él era su hermano, vuelve a contarnos cuando la bala lo hirió, agregando que se cayó hacía atrás, mientras Caco gritaba: - papá, mamá, me dieron, me quebraron. Continúa su relato, expresando que, “Caco dejó el fusil y se dio vuelta, lloraba y pensaba si se quebró o no, entonces movió la pierna herida y se afirmó en una pierna haciendo fuerza, ahí sintió que la tenía entera y se miró, la bala había entrado y salido de un lado al otro lado, pero se debilitaba porque sangraba mucho” .

Don Julio, vuelve a recordar que comían las ovejas y guardaban los huesitos del pecho para poder recuperar energía, y aguantar el frio sin abrigos, relata “Caco, volvió a utilizar el huesito con el que se atoró mientras pensaba, que voy hacer ahora, me voy a morir, no… suspiró, entonces se metió el dedo, se lastimo todo pero se salvó. Don julio dice la gente no debe quedar engañada, debe saber cómo sufrían también, para que sepan”.

Realiza una nueva pausa para poder seguir: “Bueno, ahí cuando le dispararon, que se sacó el correaje, es donde tienes como un cinto con los cargadores para el arma, se sacó el casco lo dejo en el piso y pensó: - Dios ayúdame, no sé hasta dónde voy a llegar, pero voy a seguir. Por donde él pasaba había personas destrozadas, con partes de su

cuerpos faltantes, algo muy feo pero él seguía, hasta que llegó a una montaña, arrastrándose, porque tenía miedo de que lo maten, y entonces se sentó, metió la cabeza entre las piernas, se abrazó y se largó de la montaña rodando, cuando llegó abajo del otro lado, estaba bañado en sangre, tenía dentro de su bota mucha sangre, una gran parte de su cuerpo estaba cubierta de sangre.

Encontró un soldadito que tenía una ojiva en la pierna, y estaba tan chiquito, estaba tan flaco, él le decía vamos a seguir, vamos a salvarnos pero estaba muy débil de tanta sangre que perdió. Cuenta que encontraron un jeep que andaba rescatando soldados heridos, ahí en la isla, subieron y ahí quedó inconsciente, sin recordar más nada.

Cuando se despertó vio todas personas de blanco a su alrededor, y se quiso mover, cuando una doctora lo tomó de la cabeza y del pecho, diciéndole que se quede tranquilo, que estaba en un hospital de Comodoro Rivadavia, donde lo curarían y todo estaría bien. Estuvo ahí, durante 15 días, después lo trasladaron a campo naval en Campo de Mayo, donde permaneció hasta que se recuperó. Mis padres, pudieron verlo, porque estaba Papi Landriel de intendente y Najul de secretario,, ellos fueron al campo y le dijeron a mis viejos que se preparen que iban a ir a verlo a Caco que estaba herido , ellos se encargaron de todo, de los pasajes hasta Resistencia y de ahí en avión porque mis viejos nunca salieron del campo, pero salieron agarrados de la mano y se fueron porque querían asegurarse que su hijo si estaba bien y saber que le había pasado.

En ese tiempo que él se estaba recuperando, Argentina se había rendido, después de su recuperación, lo mandaron al batallón al que pertenecía y luego lo mandaron a su casa. Después le toco lo más feo”.

Le preguntamos ¿por qué lo más feo, don Julio? "Porque se salvó de las balas y vino a morir entre 4 ruedas miserables”. Un suspiró y unas lágrimas acompañaron, una vez más su relato.

Su familia no lo deja seguir con el relato, tratamos de consolarlo con unas palabras, se nos hace la piel de gallina, se nota el gran cariño hacia su hermano y el dolor que le genera ver sufrir a su padre. Expresa que, sus miradas se perdían en el camino, esperando ver llegar, sano y salvo, a Oscar; sin imaginar que el destino suele ser cruel.

Tratando de que no les afecte tanto el remover recuerdos, le preguntamos sobre, ¿cómo fue el día que él vivió? Don Julio sonríe y expresa: “todo fue alegría, estábamos muy contentos, pero él no contaba nada, a mí sí porque me tenía confianza, pero no con todos era así, imagínense que ni cuando nos casamos y formamos familia no nos separábamos, siempre estábamos unidos, él tenía 3 hijos con su señora; 2 nenas y un varón, anteriormente tuvo 2 hijos más con otras mujeres. Al volver de las Islas, sus amigos lo felicitaban, le agradecían por haber participado en la guerra, pero los demás lo miraban como uno más, y don Arcadio Baluk, que en ese tiempo era el intendente, le dio trabajo en el vivero y le prestaron la casa, donde ahora es el museo; para que viva con su familia.

En la actualidad nos invitan para los actos, para las vigilias del 2 de abril y siempre asisto, siempre nos entregaban reconocimientos, pero hace unos tres años vino su hijo y me pidió las cosas de su padre y se las entregué, le pedí que las cuide mucho”.

Le consultamos sobre qué consejo les daría a los niños/ jóvenes de ahora y nos dijo: "que se ayuden más, que tengan más respeto por el otro”.

Finalizando la cálida charla con Don julio, la persona de más confianza que tenía don Oscar, y quien nos recibió en el patio de su casa, con gran calidez y humildad; tomándose el tiempo para detallar lo que le contaba su hermano (su sobrino en realidad, pero al criarse juntos lo considera un hermano), con emociones a flor de piel, y tratando siempre de respetar lo que él sentía, realizamos una productiva entrevista con datos muy importantes, colmada de claridad y de verdades, que muchos ahora conocerán.

"Nuestros héroes de Malvinas, no están muertos, andan cuidando nuestras tierras... y están en paz, en el mejor rincón de nuestros corazones…”.