Pájaros de canto azul

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PĂĄjaros de canto azul Luis Girarte MartĂ­nez


CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES R����� T���� � �� T����� Presidente S��� J����� V��� Secretario Cultural y Artístico F�������� C������ R�������� Secretario Ejecutivo

GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN DE OCAMPO F����� V������ F������� Gobernador Constitucional M���� A������ A������ C����� Secretario de Cultura J��� G����� T���� Secretario Técnico F������� L���� A����� Director de Formación y Educación J���� B���� D����� Director de Producción Artística y Desarrollo Cultural R��� O���� T����� Director de Promoción y Fomento Cultural P���� C������� S���� T����� Directora de Vinculación e Integración Cultural H����� G����� M����� Director de Patrimonio, Protección y Conservación de Monumentos y Sitios Históricos M����� S����� ��� R��� D������� A�������� �� �� O������� S�������� �� M�������� M���� C������� P������� D��� V��� Delegada Administrativa H����� B����� P������� Jefe del Departamento de Literatura y Fomento a la Lectura

R������ C������ G���� Director General de Publicaciones


Para Marisol y Luis Alfredo, porque llegaron tarde. Para Blanca Estela, porque llegรณ primero.


Pájaros de canto azul Primera edición, 2013 © Luis Girarte Martínez © Secretaría de Cultura de Michoacán Isidro Huarte 545, Col. Cuauhtémoc, C.P. 58020, Morelia, Michoacán Tels. (443) 322-89-00, 322-89-03, 322-89-42 www.cultura.michoacan.gob.mx Coordinación editorial: Héctor Borges Palacios Mara Rahab Bautista López Diseño de Colección y cuidado editorial: © Editorial y Servicios Culturales El Dragón Rojo S. A. de C. V. Ilustraciones: Fabricio Vanden Broeck Diseño de Portada: Miguel Pérez Hernández Corrección: Yaiza Santos ISBN Colección: 978-607-8201-32-7 ISBN Volumen: 978-607-8201-41-9 El contenido, la presentación y disposición en conjunto y de cada página de esta obra son propiedad del editor. Queda prohibida su reproducción parcial o total por cualquier sistema mecánico, electrónico u otro, sin autorización escrita. Impreso y hecho en México


PĂĄjaros de canto azul Luis Girarte MartĂ­nez


Ă?ndice


Introducción 8 Ronda de las estrellas 11 Abuelito 13 Los pájaros azules 15 La vaca bermeja 17 La ronda de los amigos 19 La garza blanca 21 Nana para dormir a un niño de la ciudad El Gorupo 25 El caballo marrón 27 Nana de la luna 29 Danza de la tortuga 30 Duendes 32 Ronda de los traviesos 35 De pinta 37 Juglar urbano 38 El burrito canelo 40 Araña peluda 43 El niño que no quiere ir a la escuela 44 Nana de las palomas 46 El ángel 49 Ronda de los abuelos 50 La feria 53

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Introducciรณn


Escribir para niños Pájaros de canto azul, en principio escritos para mis hijos, contiene la sensación primaria de la emoción que se experimenta al compartir con los pequeños la gracia, la novedad y el asombro que provoca la palabra. Aun cuando ellos no logran identificar el signo de la letra con el sonido de la voz, la palabra les llega como una extraña amiga que les cuenta cosas que ellos, aunque no conocen, imaginan por el tono, el ritmo de la charla y el peso del lenguaje. Este texto tiene los rasgos íntimos de la familia, las señales de los espacios donde mis hijos fueron creciendo, la proyección de sus vidas hacia un mundo que se abría a sus ojos igual que un río de aguas zarcas que corre hacia abajo. Aquí están sus gustos, la convivencia con sus animales preferidos, su relación con las trampas de la escuela y su denuncia ante las injusticias de los niños en abandono. Parecieran ligeros e intrascendentes por ser escritos para niños. Algunos los

conocieron aún cuando no sabían leer; otros los leyeron y los releyeron en su infancia y los mayores los meditaron en la soledad de sus adolescencias con la nostalgia íntima de una remembranza de luz gastada en los pasillos y en los patios de las casas en que hemos vivido. Ahora que los he vuelto a leer me he detenido en cada uno de ellos, los he saboreado, como se saborea un buen recuerdo, sentado en el quicio de la puerta; y no niego que, en más de una línea, sentí engrosarse el cuello por la emoción de recordar un ayer muy lejano. Espero que al leerlos niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores se identifiquen con alguna de sus estrofas, los emocione el peso de su palabra, los involucre el ritmo de su verso y piensen que en estos Pájaros de canto azul existe un punto de alegría, de emoción y de nostalgia que los traslada al más íntimo de sus recuerdos. Luis Girarte Martínez 9



Ronda de las estrellas Para jugar en el cielo se juntaron las estrellas. Unas, con vestido blanco. Otras, con mantos de seda.

Una cortina de nubes cubrió de sombras y nieblas, los ojos alucinados de la luna y de la tierra.

Se tomaron de la mano, para formar una rueda. Y jugaron a la ronda que todos los niños juegan cuando en las calles se aviva la noche azul de la fiesta.

Y siguen en las alturas, dándose vueltas y vueltas, como luces en el patio infinito de la escuela.

Por la ventana del mundo se asomaron los cometas. Los ángeles como duendes, para mirarlas se acercan.

Y yo las miro pensando que un día, cuando me duerma, voy a subir hasta el cielo, sólo por jugar con ellas.

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Abuelito Para Joselito

Cuéntame un cuento, abuelito, de los que saben tus sueños. Que las palabras me cimbren las emociones del cuerpo. Cuéntame de lo que quieras, si al cabo no tengo miedo.

Y si la bruja malvada me cubre de hechizos negros, dame a beber de tu mano el antídoto perfecto que contrarreste los males de los más malos venenos.

Si estoy contigo me basto. Contigo, ¿a qué le temo?

No sé qué tiene tu voz que me llega tan adentro. Por ella sé de la paz, del amor, del sentimiento.

Que venga el águila tuerta y la lechuza del templo. Tráiganme al dragón del cine y escupa todo su fuego.

Y por ti sé de la vida que va por caminos buenos. Cuéntame un cuento abuelito, de los que guardan tus sueños.

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Los pájaros azules Como pájaros azules las flores visten los árboles. Débil se cuelga en sus ramas el viejo sol de la tarde.

Con un anillo de paja sellan su pacto las aves. El sol de todos los días viste de luz los altares.

En la tierra, las hormigas siguen trazando sus calles. Las esferas del invierno rompen cascarones de aire mientras los niños preguntan las cosas que nadie sabe.

Sobre la copa más alta del más alto de los árboles, las palomas campesinas con pájaros cardenales sobre una alfombra de estrellas derechos van a casarse.

El tronco tiene canciones de mariposas juglares que dando vueltas al mundo por comarcas y ciudades, recogen las nanas dulces que cantan todas las madres.

Aquí será para siempre: el compromiso inviolable de compartir sol y canto por siglos y eternidades.

Las ramas tienen un nido donde suele recostarse el corazón de los niños que sueñan cosas de grandes.

Así se finca la casa en el tronco de los padres.

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La vaca bermeja En el corral de la casa hay una vaca bermeja, cola negra, frente blanca, y patas de noche entera. Cuando la tarde se vaya y la luna se aparezca por sus dos ojos tan grandes se meterán las estrellas, conocerá la galaxia, constelaciones, cometas... Será una vaca feliz desde el cielo hasta la tierra.

Porque no puedo entender lo que por las noches sueñan. No sé el idioma vacuno para platicar con ella, yo cuento lo que imagino de nuestra vaca bermeja y que a pesar de la luna, la galaxia y las estrellas, es para todos nosotros muy buena vaca lechera.

Yo la miro, pensativa, rumiando su propia siesta. Porque no sé lo que tienen las vacas en la cabeza.

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La ronda de los amigos Para jugar en el cielo que vengan todos los niños. Yo traigo juguetes de oro en los camellos de Egipto; caballos de arena parda, clarinetes de carrizo, pelotas de coco duro y patinetas de vidrio. Traigo, para todos ellos, carruseles de domingo. Luz de pólvora en las nubes, fantasía de los castillos. Volantín de los colores, que pinta ferias de trigo. Pájaro de las campanas. Escape del laberinto.

Todos los niños del mundo, vengan a jugar conmigo. Que venga el negro y el blanco, el oriental y el mestizo. Traigan redes de canicas. Trompos de mezquite fino. Globos de gas que se escapan buscando un sol infinito. Vengan todos a jugar el juego de los amigos. Alcemos todas las manos. Gritemos todos los gritos. Que la alegría se sienta como cascada en los ríos. Porque sólo con ustedes el cielo tiene sentido.

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La garza blanca En la tierra negra, una garza blanca, sensible, orgullosa, levanta una pata.

Y cuando la tarde sus colores gasta, por subir al cielo sacude sus alas.

Mira de reojo, su cuello se alarga. La muy presumida ignora al que pasa.

Majestuosa cruza toda la comarca. Yo, tranquilamente, dejo que se vaya.

No quiere que sepan que estรก muy cansada. Se hace la muy fuerte con la otra pata.

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Nana para dormir a un niño de la ciudad

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Duérmete, niño, sobre el asfalto, en los portales, bajo de un árbol; no tengas miedo, que las estrellas te están cuidando.

Duérmete niño en este patio, junto a los trenes de los espacios pon tu cabeza sobre cojines de nardos blancos.

Yo soy tu amigo, toma mi mano; no está vencida por el cansancio, sólo es que tiene ya muchos años.

¿Dónde está el ángel de tus cuidados? No está tu madre porque el silencio se la ha llevado.


Mi niño amigo, tuya es la calle. Te están siguiendo los cuervos negros de las maldades. A ti te encuentran todas las hambres. Duérmete, niño, sobre el asfalto. No hay una escuela para tu horario. Aprendes todo lo que te enseñan los hombres malos.

Que estos oficios los paga el diablo. Duérmete, niño, bajo mis manos: colchón de plumas, cobija de árbol. No tengas miedo, que las estrellas te están cuidando.

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El Gorupo El Gorupo es un perrito pequeñito y ladrador. Juega con todos los niños el juego de los perritos que muerden el pantalón. Vive al fondo de la casa. Mi padre allí lo dejó. Toma leche, come carne, gusta del mejor jamón. Sus ojos tienen la chispa de la llama en el fogón. Y si le ladra a la luna, es nomás por tradición. En las noches siente frío, señal de la sinrazón. Y se pregunta insistente: ¿por qué los perros no pueden dormir en el corredor?

El Gorupo es un perrito que mi padre nos dejó. Herencia viva que sabe a fortuna y corazón. Juega con todos los niños el juego del pantalón; como nadie corretea, como nadie es tan veloz, y al medio día, cansado, él suele tenderse al sol, soñando sueños de niños mordidos del pantalón. Y cuando voy a buscarlo al corral de la ilusión, recuerdo cómo mi padre venía con tanto amor a dejarnos el perrito indefenso y ladrador.

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El caballo marrón Amigos de todo el mundo, tengo un caballo marrón. Manchado de lunas blancas de la frente al corazón. Retinto de sol quemado, rojo de barro y tizón. Luceros en cada pata para hacerlo más veloz. Brinca ríos. Sube montes. Salta cercas. Es campeón. Y sus cascos nunca pierden el ritmo fiel del tambor golpeando sobre la tierra su baqueta de algodón. El sabe de las distancias desde el Polo al Ecuador. Conoce bien los caminos de la luna a Can Mayor.

Conoce los paraísos que en sus sueños inventó: flores de papel de china ciudades de colación, el pueblo de los bombones y mazapanes de arroz, aldeas de caramelos, castillos de girasol, rancho de las charamuscas, piñatas de buen sabor y un punto, donde la luna, los conejos escondió. Amigos de todo el mundo, bajo el cielo y la canción, montemos en mi caballo, retinto de tanto sol, y vayamos por el rumbo de naranjales en flor, pájaros de los cruceros, las cinco estrellas de amor... Al país de la aventura en mi caballo marrón. 27



Nana de la luna Bajo el cielo alto, la luna más blanca contempla a los niños que quieren tocarla.

Duérmete, pequeño. Ella está muy alta. Los niños pequeños no pueden tocarla.

Duérmete, pequeño, que la noche es larga. Esa luna tuya se irá con el alba.

Esa luna tuya volverá mañana.

Ella sabe todas las cosas que pasan. Le debe a la noche su color de plata, retratar su rostro en todas las charcas, tender en el llano su velo de escarcha. 29


Danza de la tortuga Sobre las arenas baila la tortuga. Lleva el ritmo exacto de la buena música. Sus patas pesadas se llenan de espuma. Inventa su sombra la luz de la luna. Lleva en las espaldas una concha dura. Por cubrir su cuerpo se quedó desnuda. Si todo está lejos, nunca se apresura. Subir a la piedra se le dificulta.

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Así es la vida de nuestra tortuga. Si camina siente que va con premura. No le teme al viento, tampoco a la lluvia. En la arena sabe que nada le asusta. Viviendo en su concha se siente segura. Ella tiene casa junto a la laguna. Por volver a ella no requiere brújula.


Ella va de frente como la fortuna. Nunca pierde el rumbo, no se pierde nunca. Se mete en su cocha cuando la capturan manos de los niños que ansiosos la buscan. Por no hacerle daño nada más la ocultan. Así es la vida de nuestra tortuga. Sobre las arenas nunca se apresura. Lleva el ritmo exacto de la buena música.

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Duendes

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Para velarte los sueños vinieron todos los duendes. Trajeron de sus países palabras de sol y nieve; un buen manojo de cuentos y las leyendas de siempre; villancicos y panderos, sonajas y cascabeles, y te cantaron sus nanas para que no te despiertes.

No sé de dónde vinieron a tu casa tantos duendes. Sólo por velar tus sueños en tus almohadas detienen señales de los caminos cuando los niños no duermen, encrucijadas del viento, árboles de tronco verde, y un mágico sol de enero que dejó atrás a diciembre.

Por rayos de luz bajaron confundidos con las gentes. Pasaron por las rendijas como el agua por los puentes. Buscaron en los tejados un rincón donde esconderse. Y vieron la luz del día en el chorro de la fuente.

Los miro cómo se acercan a tus oídos y sienten el aliento de tu vida nutriendo de sal caliente el cofre de la fortuna, esa riqueza que quiere ser alegría en tus labios y júbilo entre tus sienes, porque los niños felices sueñan con todos los duendes.


Yo quiero, pequeĂąo amigo, semilla de mi simiente, para que nada te falte ni la angustia te moleste, que dejes correr tranquilos por esta alcoba a los duendes que vinieron desde lejos, con sus canciones celestes haciendo feliz tu sueĂąo para que no te despiertes.

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Ronda de los traviesos Cantemos todos, amigos, el canto de los traviesos. Que no nos asusten mucho los castigos del maestro.

Y que nuestras travesuras, no daĂąen a los ajenos, porque estamos obligados a ser hombres de provecho.

No cambiemos la alegrĂ­a por algunos puntos buenos. Y que no nos amenacen con seguir buenos ejemplos. Porque la vida es tan breve que se nos va de los dedos. Cantemos todos, amigos, aunque sea por un momento, al cabo que no hace daĂąo el ser un poco traviesos.

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De pinta El camino es largo, la mañana es limpia. A la escuela falta toda la pandilla. Los libros cerrados, pesa la mochila. No hacen la tarea porque van aprisa. Entonces, los niños se fueron de pinta. Los pies en el río, crece la alegría. Las manos no pueden atrapar sonrisas; los peces se escapan, como el agua tibia que inventa recuerdos en las lejanías.

Entonces, los niños se fueron de pinta. Volver a la casa, ojos de fatiga, los zapatos sucios, rota la mochila, los libros cerrados, la tarea inescrita, ojos de sorpresa, rostro de malicia: conoce los hechos toda la familia. Entonces, los niños se fueron de pinta.

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Juglar urbano Al niño que canta en los camiones.

Este niño que canta en los camiones, lleva luz en la gracia de sus canciones.

Para el los aplausos son ilusiones. El quiere una moneda, tiene ambiciones.

El nunca pierde el ritmo de sus tambores. Tampoco lo interrumpen los empujones.

Es un pequeño artista con grandes dones. Canta todos los cantos de los mayores, aunque aún no comprenda sus intenciones.

A veces las guitarras con sus acordes; a veces las maracas marcando sones; pero son más sentidos los acordeones acompañando el himno de sus temores. 38

Su infancia es una estrella con muchas flores; un manojo de risas con mil colores. El nos ofrece a todos sus emociones.


Este niĂąo que canta en los camiones, en la piel de la calle deja su nombre. El renglĂłn del asfalto es donde escriben los corazones.

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El burrito canelo Para José Licea El buen amigo José tiene un burrito canelo. Lo cuida como a sus ojos porque es un burrito bueno. Lo viste de serpentinas para la feria del pueblo. Y tiene misiones altas desde diciembre hasta enero. En la noche, cuando vienen sobre las faldas del cerro, y la luna les dibuja sus sombras de rayos negros, se llenan sus ojos grandes de distancias y luceros. El burrito no conoce el rigor del aparejo, porque siendo siempre burro es el mejor compañero. 40

Y cuando José le canta canciones de los recuerdos, corridos del Gallo Enano, baladas del Grillo Viejo, él levanta las orejas con señales de contento. El buen amigo José tiene un burrito canelo. Lo cuida como a sí mismo de la tormenta y el viento. Lo alimenta con alfalfa, ramas de garbanzo tierno, rastrojo de milpa seca, paja de trigo y centeno, azúcar de caña dulce, granos de cebada y heno.


El buen amigo José quiere a su burro canelo. Nunca le puso en su lomo cargas de leña o de queso, ni pencas de los magueyes de las que avivan el fuego, si más que un burro de carga es un amigo sincero.

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Araña peluda En un rincón de la casa vive la araña peluda. Si camina por la sala todos los niños se asustan, porque es una araña fea de las que comen las brujas. Pero no es araña mala, su apariencia es muy injusta. Por temor a que la pisen en los rincones se oculta. Intenta salir de noche cuando la casa está oscura. No quiere que si algo pasa a ella le echen la culpa.

Ella va por su comida a las bolsas de basura. Y ninguno de nosotros entiende lo que ella busca. Se come algunos mosquitos de los que rondan la fruta, sopa seca, leche tibia y pastelitos de azúcar. Ella quiere que la vida ya no le sea tan dura y que no le tengan miedo por ser araña peluda.

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El niño que no quiere ir a la escuela Este niño no quiere estudiar en la escuela. Él prefiere los ríos, los vientos y la tierra. No le gustan los libros por todo lo que pesan. Ni perderse las tardes haciendo la tarea. No le encuentra sentido el llenar la libreta. Ni que le digan todos que tiene que hacer cuentas. En nada le emociona darle forma a la letra. Él prefiere las águilas, el venado y la cebra. 44

Platica con los pájaros que duermen en la ceiba. Y graba corazones en el tronco y la piedra. Este niño no quiere estudiar en la escuela. Prefiere los tambores, las flautas, las trompetas; lo mismo que del campo, el camino y la cuesta. Sabe que es imposible resistirse a la idea. Hay algo que le arraiga por todo lo que enseñan.


Son los dos horizontes, igual que dos estrellas, los ojos inďŹ nitos que tiene su maestra. Por eso nadie sabe lo que hace por ella. Carga todos los libros, dibuja en las libretas, escribiendo su nombre con las mejores letras.

Las tardes son muy breves para hacer la tarea. Olvida sol y campo haciendo tantas cuentas. Quiere dejarlo todo: sus pĂĄjaros, su ceiba, por los ojos bonitos de la buena maestra. Pero no se decide a estudiar en la escuela.

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Nana de las palomas Las palomas vienen a arrullar al niño. Tocan las ventanas con sus blancos picos. No tienen temores de quebrar un vidrio. Ellas sólo quieren cantar un poquito y quedarse quietas cuando duerma el niño. Pueblan los aleros buscan los postigos, cubren el tejado con salmos benditos. Tiernas como dalias del huerto florido, llenan patio y casa de colores vivos. 46

Se duermen a veces entre los morillos. En rincones altos construyen sus nidos. Las palomas vienen a arrullar al niño. Espantan al miedo con cantos sencillos. Como ángeles velan sus sueños más íntimos y un cielo de estrellas les ofrece abrigo. Impiden que ronden fantasmas malignos, sacuden sus alas en señal de aviso. Vuelan alto a veces, a veces, bajito;


protegiendo siempre de cualquier peligro, como un gran tesoro, el sueño del niño. Duérmete, pequeño. Duérmete tranquilo. Las palomas vienen a soñar contigo.



El ángel Cada niño tiene por amigo un ángel. Es como su rostro. Es como su carne.

Si van a la escuela, como dos gendarmes, aprenden las cosas que suelen gustarles.

Habitaron juntos en la misma madre. Lo que sueñan juntos no lo sabe nadie.

Uno cuida al otro, dicen los que saben. Se tienden la mano para levantarse. Juegan a los juegos que los niños hacen. Y sienten que nunca van a separarse.

Sombra uno del otro si van por la calle. La misma banqueta, ir siempre adelante. Y no los distinguen ni los más audaces: si cuál es el niño y cuál es el ángel.

Cada niño tiene por amigo un ángel. Que nunca lo olviden cuando ya estén grandes.

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Ronda de los abuelos También los mayores quieren jugar su ronda en el cielo. Que salga del corazón el niño que siempre fueron. Porque no tienen la culpa de haber sido tan inquietos. Ni de haber despilfarrado las monedas de su tiempo. No saben por qué la piel se les pega tanto al cuerpo. Ni por qué las piernas pesan ni por qué duelen los huesos.

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Ya buscan bajo las camas el par de tenis más viejos; la pelota del olvido y la raqueta del viento. Buscan también un pedazo de juventud y recuerdo. Con su gusto y su coraje tiran su bastón al suelo y se aventuran al brinco que les sacude los nervios como el baile que a los niños les va sacudiendo el pelo cuando se sueltan jugando la ronda de los luceros.


¡Cómo quisieran volver al sitio azul de sus juegos! Cantar el son de su risa en la fiesta de los cuentos. Brincar la cuerda en el patio y soñar todos los sueños. Aunque pesen en sus vidas los calendarios añejos.

Todos los mayores quieren, con los ángeles del cielo, jugar infinitamente la ronda de los abuelos.

No entienden de la fatiga minándoles el contento. No saben por qué les falta un chorro de aire a su pecho. Ni por qué junto a su silla se van rodeando de nietos que les piden cada tarde que les cuenten otros cuentos.

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La feria Un cielo de serpentinas viene pintando la feria. Confeti de mil colores y serenatas de estrellas.

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Pájaros de canto azul, de Luis Girarte Martínez, se terminó de imprimir en mayo del 2013 en los talleres de Editorial y Servicios Culturales El Dragón Rojo S.A. de C.V. El tiraje consta de 1,000 ejemplares




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