
6 minute read
En el mes del amor
Hace unas cuantas semanas, en la escuela para padres, faltando un poco para las vacaciones por las fiestas decembrinas, nos encontrábamos repasando un poco los mandamientos, nuestra idea de Dios y algunos temas más. Entonces, cuando hablamos del primer mandamiento, Hilda, nuestra maestra, nos hizo una pregunta: -Y tú, ¿cómo amas a Dios?, ¿cómo cumples con el primer mandamiento?
Yo, que siempre he sido inquieta y me gusta participar, esperé a que los demás levantaran la mano. Un tiempito después levanté la mía y respondí: Yo desde hace muchos años he sido diagnosticada con problemas en el manejo del azúcar. Entonces, yo cumplo el primer mandamiento cuidándome. Lo hago al evitar comidas y bebidas que dañan mi cuerpo, hago al menos 45 minutos de ejercicio todos los días, evito relacionarme o involucrarme en situaciones que alteren mi estado emocional, a veces he dado la imagen de que ya no me importan ciertos temas. Voy al médico regularmente, me realizo exámenes y me tomo el medicamento que se me prescribe, pensando en que este me ayuda a mejorar esa condición. He dejado de creer que mi misión es salvar el mundo y me he enfocado en el mundo que me rodea, el más inmediato: mi familia.
Mi maestra, creo no esperaba esa respuesta, pero con esa emoción y sabiduría que la caracteriza nos dijo: - ¿Ven?, el primer mandamiento, es eso: Comenzar por amarnos a nosotros mismos. En la medida que lo hagamos, esta remos amando también a los demás y por consiguiente al ser supremo.
He estado (como las vacas), meditando mucho sobre esto. Lo que puedo decir en este momento es que si no aprendemos a amarnos como se debe, no estaremos nunca en condiciones de amar a los demás.
Así que, en este mes, en el que en un día de manera especial se celebra el día “del amor y de la amistad”, me gustaría que te hagas esta pregunta: Yo, ¿cómo me he amado?
De las relaciones más difíciles que podamos tener, está la relación con “nosotros mismos”. La primera persona a la que estas llamado a amar eres tú. Y no tiene nada que ver con el hecho de ser egoísta (ese concepto del “yoyismo”, en que primero yo, luego yo y al último yo) en donde cada paso que das lo haces pensando solo en ti, en tú beneficio. El concepto de “amor propio”, no tiene nada que ver con el “orgullo”. Tiene raíces más profundas.
Para que esto nos sea un tanto más claro, te invito a tomarte un momento, un tiempo, mírate al espejo y dile a esa persona que ves cuánto la amas, cuán importante es para ti. Dile lo orgulloso que estás de todo lo que esa persona representa. También, si se puede, pídele perdón por esas veces que has saboteado sus planes de estar bien (físicamente, mentalmente) y te has quedado solo en preciosos ideales. Pídele perdón por no confiar en ella. Por haberla rodeado de creencias que no le han permitido ser feliz.
Pasado el momento de la verdad, prométele a esa persona que ves en el espejo, amarla con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, con todas tus capacidades y luego invítala a compartir con los demás ese amor.
El amarnos a nosotros mismo es tan importante, porque nadie es capaz de dar lo que no tiene. Dice una frase que desde muy joven me gusta mucho: “De la abundancia de nuestro corazón, hablará nuestra boca”. Y por supuesto que esto es cierto. Toda relación de amor debe iniciar desde el amor.
En nuestra relación con nosotros mismos, cabe también el “ser ecológicos”. Si recordamos un poco nuestras clases de prepa (para los que llevaron esta materia, ecología), ecología, significa “cuidado de la casa”. La primera casa que tienes eres tú, es tu cuerpo. Lamentablemente nuestro cuerpo puede ser nuestra cárcel si tan solo le damos lo que nos pide sin detenernos a pensar que tanto bien nos hará.
El concepto de “amor ecológico” tiene el único sentido de amarnos de tal manera que no ocasiones daño. O si este es inevitable, que este sea el menor.
Pensemos entonces, en todo aquello que debemos dejar (acciones, hábitos, costumbres, personas, etc.) para empezar a amar nuestra casa.
Un santo muy notable dijo un día:” Ama y haz lo que quieras”. Porque solo una persona que ama con el verdadero amor será capaz de lograr realizar cosas inima- ginables.
El poder más grande que se nos ha dado es “la fuerza del amor”. Ese amor que nos hace valientes, capaces de transformar. Si hablamos un poco del amor romántico, entonces tendríamos que pensar que este solo será posible si logramos relacionarnos con alguien que posea en la medida posible valores y virtudes similares a las nuestras.
Hay muchas canciones que hablan de amor y la mayoría se refieren al desamor, a la traición, a lo roto que se queda nuestro corazón con el desengaño. El desengaño se da porque no fuimos claros (primero con nosotros mismos) en lo que estábamos buscando y luego no tuvimos el valor de decirlo.
El amor, para que sea amor, se debe dar en ambas direcciones. Es decir, me amo, te amo. Me amas, te amo. Es una utopía pensar que “estamos enamorados y no somos correspondidos”. Si esta es la situación, entonces no estás viviendo un amor real. Porque el amor solo puede ser real cuando va y regresa.
Existen conceptos en donde el amor nos lo presentan como “sacrificio”, “hay que amar hasta que duela” nos han dicho y tristemente nos acostumbramos al “dolor” pensando que es amor. Este pensamiento tiene un significado que invita al servicio. Pero si lo aplicamos al amor propio: ¿A poco el hacer dieta, el cuidar lo que comemos, el hacer ejercicio, dejar viejas costumbres no duele?
Cuantas veces hemos idealizado el concepto del amor. Nos hemos encasillado en ese amor romántico en donde estaremos unidos para siempre. Para que esto sea posible, tendremos que estar dispuestos a cada día trabajar para que exista esta continuidad. Es ilógico que quienes llevemos tantos años de matrimonio (¡Mi esposo y yo llevamos 20!) nos amemos de la misma manera que cuando iniciamos nuestro noviazgo. En la empresa que laboraba había una persona que cada lunes nos daba pequeñas “cápsulas” para motivarnos. Recuerdo perfecto que un día nos hablaba precisamente de esto y nos compartió la siguiente frase: “Tal vez las piernas de mi esposa, ahora que tiene setenta años, no provoquen en mis las mismas emociones que provocaban cuando teníamos veinte, pero de algo puedo estar seguro de que daría una de las mías si a ella llegara a faltarle una”.
En las relaciones humanas nos empeñamos en que “todo siga igual”, cuantas veces hemos escuchado: “Es que nos amamos como el primer día”. Yo creo (desde un punto de vista muy personal) que cada día debemos buscar nuevos métodos de expresión y entender que efectivamente el amor debe evolucionar. En nuestra relación de pareja habrá que usar la “creatividad” para hacerle sentir al otro que lo amamos, que es importante en nuestra vida y que nuestra misión, nuestro proyecto de vida aún continúa, aún tiene sentido porque nos hace felices.
Pensemos que el verdadero amor busca inevitablemente el bienestar de la persona amada, es darnos cuenta de que nada (trabajo, casa, riqueza, etc.) tiene sentido si no se comparte con quien amamos y nos ama. Debemos aplicar la sinceridad y la honestidad siempre en todas nuestras relaciones y cuando no exista otro camino que el adiós, lo hagamos así, frente a frente, sin rodeos, sin que existan terceras variables en la ecuación. Buscando hacer el menor daño posible siendo ecológicos en nuestra manera de conducirnos por la vida. Hay que recordar que el amor es comprensivo, es servicial, busca siempre vivir y hacer el bien.
Me voy a despedir compartiendo contigo un pedacito de una canción que allá por mis inolvidables veintes (me refiero a mi edad) me hacía vibrar y darles sentido a mis acciones. Ignoro el nombre del autor, pero desde aquí aclaro que esta frase no me pertenece. Decía algo así como: “Amar es entregarse olvidándose de sí, buscando lo que al otro pueda hacer feliz. Si amas como a ti mismo y te entregas a los demás, verás que no hay egoísmo que no puedas superar. Qué bello es vivir para amar, que bello es tener para dar, dar alegría y felicidad, darse uno mismo eso, eso es amar”. Recuerda por favor, que eres un ser de amor, que fuiste creado por amor y serás por siempre recordado por todo el amor que fuiste capaz de entregar.
¡Desde aquí, recibe un abrazo y mis mejores deseos porque tengas la oportunidad de vivir un maravilloso día del amor y la amistad!
por Marcia Reyes