Batuecas y las jurdes

LAS BATUECAS YL!S JURDES .

CONFERENCI AS LEIDAS EN LA

-t

SOCIEDAD GEOGRÁFlCA DE MADHlD 1'011 rlL

DocToR D. J . B, BIDE

llu~tra1la,cun uu m~pa

,1, la r19i~11 y \ ~ lotogratrndn,,

rep~1l111i(ione~ 11~ lotogr:tl!a~

1lirrr111, 11l1tt11Ma~ pot rl autor

~lADR lD LlBRERlA

GU'IENBERG

Q.IT,llil l)Eli PRh,Olrlol, $.\1, 1~

1992

LAS BATUECAS Y LAS JURDES

LAS BATUECAS YLAS JURDES

- ·-

CONFERENCIAS I. EfrlAS ~N LA

SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE MADRID PO& EL

DOCTOR D. J.

s.

BIDE

Ilustradas ~on un mapa de la regido y U liitograbados, reproduceioues de fotogralías directas oble11idas por el autor.

MADRID L IBRERÍA

GUTENBERG

OJ.l,LJil DEL PIWIOll'III, NÓIII., 14

1892

S:C'EBE.A.S

DE

l. 2. 3. 4, r.. Swl'rn <le I•~ ::\-les!As. - 2. La u~mpaua.-3. L' u~rto del Caliezo i. Cucbilleja. - 7. 8. Valle de la.s Bnt11ecn$. -9. Vall<1 del l'ÍO L1Ldrillur. -10.

J S. 6ieno tll,l llomc,o.- 14 f.;ien·6 ,le los Cnnns y l'orrto do I•• OniT1t1 \ OlO• .I, -18. Cotorro ,lu Jaa Tie11Jl•8 ( rnTi•). - 10. llcmroso (1502" ) -20 Cancb ll omo I uao• ,. - 24. Alto de S an ti. 'Bárlrnrn. - 25. Pico Oonc,.o. - 20, .l:lnu de:

:t,.AS

JUBDES

l'uuTtLL.o IJl. L.4 .,_\l .' Hl!:ICL \ 1

L2ü5tU ,,

020•).-il. El Ftooi:J.1.-6. in1r11s i\lalal!.-0. érui ,l.; Snu Jo�f 11020'").0• .Bl 011elo (022•).-J l. Slerm 6 Lcnnu del Cor<lun.-12. Pi,·o Gunlu11 (!189•).­ 1 •,k-15.

F.! Capnlla; l 4HR" ).- to. 1,,. Gineln p 21 �·¡. -17. El Án-oLu,·y ( 140�•). ,hera 11i21••). -21, Ml'f!n Sru1la. -22. J'ico Muu�nnu (8�!1 ª ). - 211. Puerto del lel.llom1,rv{D,s• - u,, Pofm Lloya ( 1 Ol2"1.

LAS BATUECAS YLAS JURDES Conferencias leídas en la Sociedad Geográfica de Madrid el 22 de Diciembre de 1891 y 19 de Enero de 1892. •

Cúmpleme anLe todo expresar mi profunda gratitud 11 la Sociedad Gcog1·áfica por 1n señalada honra que me dispensa al prcsLarmo su alea ción, domosLrando asf que me juzga apLo para despart"tlr el intorós del auditorio al disertar sobre una región y un pueblo, cuya existencia y modo do ser, parecen todavía sumidos en la mayor oscuridad.

Séame tambión permitjdo, explicar de qué manera, yo, exLraojero por mi nacionalidad (aunque unido l.í E spaña, mi patria adoptiva, por estrechos vínculos}, he enLrado á estudiar esas comarcas, y por qué, termiMdo mi trabajo, me atrevo á someterlo á la consideración de una colectividad cionUflca para la cual, los problemas geográficos de ambos hemis!erios no ocultan secreto alguno.

Recién llegado á España, ol año de 1880, tuve ocasión de leer el folleto publicado por un ilustre adalid de las ciencias médicas, el Dr. D. Pedro Velasco. Dicho folle to, que por entonces motivó animadas discusiones, no dejaba de continuar propalando las muchas fábulas y patrañas espal'cidas sobre las Jurdes y sus pobladores, sin eximir á estos desdichados de la nota de barbarie con que los han estigmatizado en todo tiempo, la mala fé, unas veces, y la ignorancia casi siempre.

• B1tu Coorereoclae han lido publlcad111 en el Bolttl• dt1 dicha Sociedad, (oúmeroe corl'ffJ)Oodlentea 6 los meaea ,le Mayu y J unio del eorr1ellle año).

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Asombrado po1· la ler.tura de aquel opúsculo y ansioso do explot-nr lo desconocido, más que por curiosidad, seulíme llevado del deseo de comprobar eo persona cuanto había leido, y de lo cual conservaba vivísimas impresiones.

Diez a11os h abían do Lrauscw·1·il' has ia ver realizadas mis aspiraciones. Largo fué el plazo, en verdad, pero es indudable quo la empresa no ora cosa fácil para un exLranjero como yo obligado á vencer dificultades de todo gónoro.

Afortunadamenle la casualidad vino en mi ayuda, y merced á circu.usta.ncias de diversa iudole, pude relacionarme con alguuos moradores de la Alberca, y po1· mediación de mi buen a migo D. Rodrigo Bruno, ten iente coronel de la Guardia Civil, con el comandante del puesLo de Casar de P alomero (Cáceres) y después con algunos scüores párrocos de Jas Jw·des.

Con sumo susLO cumplo el deber de coasignaraqur las muchas atenciones de que les soy deudor.

Unos tres meses me ocuparían entre corrospondeocia, informes de todas clases, estudios preliminares y preparativos de viaje. U na vez acordado el plan y señaladas las etapas, decid1 marchar, pensando, como es natural, que mi expedición no había de Loner, á pesa1· de su fin posiLivameute i nstructivo, más alcance que el do Oll'a expedición cualquiera de earáctel' ei:;eacialmonLe privado, y deslinada por consecuencia á quedar eu el olvido.

Menos aún, podfa prcson tir gueHegara á alcanzar los honores do lo. publicidnrl, y por Lal moLivo, graotle fuú mi sorpresa cuando supo que el Sr. BarranLes, á quien siento vivamente no habet· consultado antes de empre nder mis viajes, mencionaba rlicha expedición en lo. conferencia que sobre las J urdes y sus leyendas, clió el 1.• de Julio de 1890.

Ya para entonces, un compatriota mío, cl señor r.onde do Saint Saud , á quién sólo conocía por sus escritos sobre los Pirineos Aragoneses publicados en los Anales dtil Cltib Alpino Francés, oolicioso de que iba á partir á las Jurdos, me rogó quo ace_ptara. su compañia, á lo cual acccdf.

No sé á ciencia c~erta, si en la l'eurtióu de la Sociedad Geográfica, celebrada aqllel mismo día 1.• de Julio , dicho

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se1ior hizo referencia á la expedición empi·endida unos días después¡ mas, sea como quiera I HegjS la noticia á oídos del Si·. Barrantes, por cuanto hubo de se1falarnos u.u plan que, 1íuicamen te é l, dada s u rcconocifüL com pet.eucia hubiera podido llevar á feliz término en la fot·ma debida.

Promoua á la Sociedad que habfámos de rcgrnsar con amplio arsenal da. datos, y bacía. eoLrever sobre nuestro viaje fecundos resultados. J amás hesoutido Lant-0 no poseel' las cualidades do docto y antropólnao que, llevado de su benevolencia pal'a conmigo1 me ha atribuido el Sr. BmTantes, pues, dioho se es1á que, de haber existido, nubie1·a correspondido dignameu te á sus esperanzas.

Mi buen deseo ha debidl) suplir la ausencia de ambas cualidades.

Explicada la causa de mi presencia eu este reciillo, sólo me resta recomeudarmr: á la indulgeooin d.e la Sociedad, s uplictiJ1dola además, m e dispense que pcuelre en los dominios de la geografía, ante quienes conoceu palmo á palmo la tierra que l os vió nacer.

Los consejos y los trabajos de nuest1·0 ilusL1·e Presidente, han sido mi guia y me hau servido de norma¡ y si llevado de mi atrevimiento, pt·esen lo ante la Sociedad un mapa de las 13atuecas y do las J m·des1 obsel'varGis cuáu. corLas difei·encias ofrece con el que ya conocéis, que forrna parle del mapa, loduvia inédito, de la provincia de C,tccres, trazado pol' ol selior Coollo. Contando con su venia., y considerándome peón modestisimo de su brigada topográfica, tomo la libertad de po11e1· mis apuntes al pié de su t;rabajo como débil testimonio de mí admiración y gratiLud. El ser las Jul'des tan escasamente conocidas, aun hoy eu dia, es debido, sin duda alguna, á Jas muchas dificultades que pl'esenta el llegar hasta ellas.

La falta de carretea-as y caminos transitables que las pongan eu comunicación cou el resto de España, las aisla, _por decirlo así, en medio de_la Poníusula.

Afortunadamente, no há muc-ho, acaba de se1· incluída ou el plan de carrete1·as la que ha de atravesat· Ja región que

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nos ocupa y unirla á las provincias de Salnmanca y C;icel'e~.

De ella trataré en el transcurso de esla conferencia¡ poro antes, señores, permitidme que á. los muchos y envidiables título!'l cfoo.tíficos que adornan el apellido Barrantes, agregue el no monos honroso de bienhech0l' ele las Jurdes, ií. las cuales abre á un kiempo las puel'las de la _prosperidad material, de la civilización y de lo. patria.

Ahora bien: si examinamos cuál sea el estado actual da aque·Jlas comarcas, cuáles las condiciones intelectuales, morales y maLeriales en quo viven su.s pobladores y cuáles sus necesidades, facililaremos indudáblemente á cuanlos allí vayan, los posibles medios para apreciar el camino recorrido y los adelantos llevados á cabo; y andando el tiempo, cuando los descendientes de los Jurdanos actuales conside1·en cuál era el estado y modo de ser de sus antepasados, no podrán_menos de reClexiouar en la impagable deuda de graLilud contraída coD D. Vicente Barruntes y demás promotores de la carretera.

Según manifestamos, incl uída en el plan ya lo está, mas por dcsg,·acfa, no quiere esto significar que su construcción sea un hecho.

Quiera DioH que nuesLro verLdico relato sobre el estado actual de los Jurdanos demuesu·e cuánta es su lll'genoia y cuánta la necesidad de llevar mientras es tiempo a1.tn al cora1.ón de aquella tierra, la vida que de día en día se le va extinguiendo.

I. GEOGRAFIA.

Las Batuecas I como es sabido, perl-enecen á la. provincia de Salamanca y las Jurdos á la de Cáceres. Ambas comarcas se hallan situadas en la cuenca del Tajo y suspendidas, po1• decirlo asi, de la verlieole SE. de la sierra que separa dicha cuenca de la del Duero. La siena, unida por su parte sepLeutrioual á la de Béjar, atraviesa de NE. á SO. la provincia de Salamanca para internarse en la do Cáceres. Siendo, por tanto,

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coutiouación de 111 co1·dillera. CarpeLovetónica, nace en la Peña Gudina, se extioude 6 ó 7 km. hasla encontrar ?.! pico Ccrveró, y aoblando hacia el O. forma el puel'LO de la Rin co nad11,, uespués del cual toma de nuevo su dirección primitiva hasta la Peiia de Francia.

A partir de la Peüa de Francia pasa por el pico del Mingorro, constituyendo enlooces la divisoria de las dos provincias hasLa llegar ii la. Peña Boya. Más allá , y sirviendo también de tlivisoria, so continúa por la siena de Jalama hasla la de las Mestas, doride termina el Reino, y se inleraa. en Portugal con el nomb re de sierra de Estrella. De esta cordillera no interrumpida se S{•pa r·a en ol pico de Cerve1·6 la siena de Li nares en dirección SE., y en la Rinconada, la de Tamo.mes en dirección KO. Igualmente, de la Pe1in de Francia, arrancabllcia el O. una 1;ierra. r1ue lirnita al N. el valle de Monsagro, dominada por la peüa Jasleala., distaate 5 1/~ km. de la PeCta de Fi·ancia, y cuya cuspide tiene 21 m. más de elevación que dicha peña, y 1 l mñs que el remate do la iglesia del convento.

De la vertionto orieutal de hi siena, arranca al S. de la Peüa de Francia una serie de sierras que constituyen la llamada de Francia, y rn ús al S. todavía, los valles do las Batuecas y de 111s .T11rde1;, que nos proponemos estudiar.

PEÑA DE !'RANOlA,

La Peña de Francia forma, pues, una especie de nudo, do! cual se separan en diversas direcciones las sierras quo ban 1le limitn.r ambos valles. Entraremos por tanto, en la descdpci6n scográfica de las BaLuecas y las Jurdes1 Lomando como centro dicha Peña do Francia .

Sin embargo, hemos de decir primero, qué se entiende por

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sierra do Francia y qué pot· sierra tle GaLa. St: colloce bajo el nomb,·e genérico de siena 6 serrania do Francia toda la comarca, ó por mejor decir, los valles _profundos y feraces pe1•tenecientes á la provincia de Salamanca que se extieoueu Olllre la cordillera de que hemos hablado y los limites de la provin cia de Cáceres. ResulLa, do lo expuesLo, que la sierra de Francia, Ol'og1·áflcame11Le hablando, es la cordillera misma.

Los geógrafos no eslán confo1·mes re~p ecto á precisar dónde se origina ni dónde ,ormina.

Unos dicen que arranca do la Peña Gu'dina, y se continúa hasla la Pe1ia Canchera y el puerto de EsparAbán, donde cambia su uombre por el de sierra de Gata, la cual so prolonga eulollces I.Jasta la siel'm de Mestas, eu Portugal. Ot1·0s dan como límiles septentdouales de la sierra de Guta el valle de Arrago, situado al O. de la, Peüa Boya, y la haceu terminat· 40 km. más al O., 6 sea en el puerto de Navasfrí~, llamándo~e deslle este punto siena J alama.

Cuestión es esta de nomeuclatura, que inlluye poco on cuan to hemos de exponer. Bástenos únicamente con S,'\ber que las sierras que limitan los valles de las BaLuecas y de las Juntes nacon todas on la parte de la cordillera que se extjenac entre la Peüa. de F rancia, al NE, y el valie de Arrngo al SO. · CMveuurá, pues, que los viajeros que por vez primera se dirijan á esas tiorrás busquen dichos valles en la 1,arLO S. tle la provincia de Salamanca y N. de la rle C:iceres. Gene¡·¡.ilmente se entra OJJ la comarca. -por la parLe seplenLl'ionaJ,, dejando la vía férJ'ea en Fuente de San Estebau (8 18 m. de alLitud) para llegar por un camino de he1Tadora que atraviesa Campo Cerrado (815 m.), la laguna del Cristo {007 m.\, Puoblo de YelLes {915 m.) y el MahilJo ll.025 m.) al pueblo de la Alberca ( l.068) , situado ,í 30 .km., 6 sean sielo horas de marcha.

Y íL en el Mahíllo, se hallarán cerca do la Pcriade Francia, cuya cúspiue así corno la de la Pelia Jasleala, próxima á aquella, ha servido de guia desde el p1-incipio ue la jOJ'nada .

A ella se puedo subi r y pernoctar en ca~a del sacristán do la capilla, si no conviüiera hacerlo en la Alberca, separada deJ MahiJlo por dos ho1·as de camino. Desde ésLe á la Pefia de Francia

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se emplear.ín dos horas y media, y otro tanLo para bajar á la Alberca.

Debemos do advertir, qoe no es de absoluta necesidad pasar por la Peña de Francia para entrar en las Batuecas y las Jurdes. So puede ir desdo la Alberca misma rasando por el porrillo de este nombre (1.205 m.) No obsla11te, aconsejamos al vfajero que por primera ,•ez emp1·enda esta expedición y quiera formarse una idea genernl de la. comarca lleve á cabo antes r¡ue 03da la. ascensión á la Pelia de Francia .

LAS BA'l'OEOAS Y LAS JOB.DES VISTAS DESDE LA PEÑA DE FRANCIA.

Quedará atónito seguramente anLe el espeatáculo tan grandioso, como inesperado, que al primer golpe de vista descubt·an sus miradas.

Desde lo alto de ose observatorio, situado á 1.723 m. sobre el nivel del mar, verá lasfaldAS de las montañas inclinarse co11 suavidad lrncia la planicie de Casbilla, aJ E., vel'á cuál se succdou los montes unos á otros como las olo.s dol Océano, limitn.udo amenos va!Jes y verdes colinas donde se ocultan Jos hermosos pueblos de la serranía de Fra1Jcia¡ al S. y al O. divisani un verdadero caos: ásperas cresta$, oscuras y profondas gargantas, Létricos valles confundidos hasta el horizonte. E n dfri:icción SO. verá cómo cot'ta al cielo Ja melancólica línea Ll'azada por la sierra de Gata con sns tres abruptos y ciisi inaccesibles pico!:1, mientras al E. se raya con la plateada nin ta que forma el río Al11gón 1 i:obrc ol cual aparocen los nionLes de Héjar y lo. sierra tle Gretlos.

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Dircctamenlo, hacia el S., divisará una serie de monLal'las que separan á las J urues de Extromndma , constituyendo Ja sierra do los Va1p1orizas, Corzas, Altamira y do los Angeles; y c.leslacúndoso eu med io de todas ellas el pico de Sao La llitrbara, al pie del cual se ven por u na parte las ruinas del autiguo fuerte de Palomero y el convento e.le Sau Marcos¡ y por otra, el puerto del Gamo (630 m.), cami110 abierto bncia Plasencia, para los que prefieren entrar cu las Jurde · por el ~l ccliodfa, Considerando la sorpl'esa y emoción legítimas que se apoderan dol viajero, aun de aquel que por ra:r.óo de sus expediciones á más elevadas rnon Laiias de olros paísc~, se hnlla acostumbrado á espectáculos de esta clase, so concibo cuál fuera la honda perturbación que r.rastornara la mou te de nquellos dos aman tes do la Casa de Alba que, según cuenta la leyenda, hu• yendo ]ojos de la morada do s u amo y señor, ansiosos deooulta1· en la soledad su loca pasión, llegaron subltamco le li lo álto de esas portas, y desde nllí, trómulo~ de Lenor, divisaron esa región eavuella eu 111s tinieblas que les pareció nuevo y desconocido muntlo.

Orografia.

Las cuatro sierras paralelas que limitan los valles de las B.1Lueca.s )' de las J urdos MJ'ancau, según hemos dicho, de la siel'l·a de Francia ó de la de Gata. El punto de unión lo fo rma muchas veces uua mayo,· al Lhud rle la cortlillcrn, aunq ue más á menudo picos do i mportancia, lales son, contando desde la Pijüa de Francia, la mesa del Francés, el .Mingorro, el Espinal, la Poi1a Cnnchera, el Oerozoso, el Uotorro de las Tiendas y la Peila Boya, haciendo caso omiso de otras que, como la Bodoya, el Cotorro de las Borroqueras, etc., etc., forma n el nudo en que se uuen ramales secundados.

La Pe1ia de FN1.ucia, cortada á pico por sus lodos '.'i. y NE , se coutiuúa eo dirección O. por la cordillera que está dominada por la Po1'\a Jasleala ya citada, y que 1.10s hn sr.rvido como la primara, para lleva1· á cabo la triangulación del terreno.

P or la parle S. hacía )as Jurdes, y por la p:nte O. hacia

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Moosagro, eslá asimismo col'lado. á pico; tanto, que parecería inaccesible, si de ella no se desprendiera á manera de lomo, 011 ramal que la une al S. con el Miogorro, y que en la milad de su extensión presenta una em'inencin aplanada, conocida por Mesa del Francés, y separada de la Peüa por un portillo llamado Paso de los Lobos (1.5 15 m.), y del Miogon·o por el puerto de Monsagro bnjo (1.400 m.} Ell pdtne1·0 11ormiLe pasn1· dol valle dol Mousagro á ln cuenca del l'ío do la Lera; el segundo, del mismo valle al de las Batuecas, fr:ioqueándolo el camino que de la Alberca conduce á Monsagro y á los pueblos do las Jurdos chicas por la falda scpLcnLrional del ~fiugorro.

Valle de las Batuecas.- De la Mesa del Francés arranca oo dirección E. un ramal que va dfrecLamente á unir.se con el monto Cabril, y limita al N. el valle de las Batuecas. Es sumamente áspero y recorlado, y presenta á conlar desde la Mesa Jo! Francés, una deprosión por donde pasa Lamhién el camiuo do l;1 Alborea á Monsagro, y conocida asimismo poi' puerto do tliclio nombre. 1'ieue 1.420 m. de alliLud, y supera, por tanto, al primero. Mt\s allá se vo la dep resión, muy conocida con el nombre de Portillo de Ja Alborea. (1. 265 m. )1, tJ uo tla paso al cam loo q uo desde este pueblo lleva al convento do las Batuecas ó t.lirecta moULo á las Mestas, 11niéntloso én la Portilla Pino con el camino Morisco.

A igunl distancia de los puertos de la Alberca y de Monsagro se apercibe la po1'\a del Huevo, notable por su forma hemisférica, 11uo permite distinguirla á muy hn'gas distancias.

Al E. del portillo do la Alberca 6 de la cruz del portiJlo, se destaca la mole del monl-e Cabril (1.412 aproximadamente) 1 que á modo do horradm·a abierta al O. cierra p01· la parte oriental el vallo de las Batuecas, y presenta en la vel'tionte E. do sus llldoras oh·o pue1·lo ó paso muy ancho, conocido con el nombre de Lomo Pinto ó Porciel Ventoso. Por éste pasa el cá.mioo Morisco, poniendo así las JurdeR en comunicación con Hei·guijuola do la Sierra y demás pueblos de la seri·anía de Francia.

La part.o inferior de la herradura al acompañar la orilla iztJuierda del rio BaLuecas, so acerca al río Ladrillar ilasLa que se coufuude con la siol'l'a de las Mestas.

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Acabamos de describir el ramal que de Ja mesa del Francés a.rl'anca en dirección E. Del mismo punto se dospt·endé otro muy corto en forma de lomo, que limita con el primero una garganta profunda cual precipicio, donde nnce un arroyo que va á. unirse con el rlo de la Lera.

Se ba de tener muy en c11on1a esta disposición, porqne para fr desde el puerto de 1Jonsagro bujo, á la Peüa de Francia por el paso de los Lobos, so <lobo subir al origen de la enanca y no bajar cu dfrccción al puerto allo de Mousngro, porque en este caso se encUlmlra el paso cortado. Se debe buscar en primer tórmi1101 un grnpo de rocas amo11lonadas, quedándose siempre en la linea divisoria, y más bion on la vertiente de CasLilla, p:\ra sul1ir poco á poco hasta el pio de la mesa del Francés.

Con est.a. reseña, quedan descritos los Hmites septentrionales y occiden tales de] valle de las Batuecas.

Al S. Je limil.a la parto oriental de lt~ sierra que presenta corno punlo miíR culminante el pico Miogorro {l. 626 m.), y que por 8U parle oriental (al Mijal), se conlintía por otros re• Jieves menores separados eat,·e sí por puertos. Unicamenlc nos interesa el que da _pai;o al camino quo del pue,·to de Monsagro b11ja :\ la Fncuto del Robledo, ií los puerLos de Ladrillar y á la Collatla Clemente. La pa1·to oriental de la sierra, se continúa con el nombre tle sierra de las Mestas hasta la orilla dorecha del río Alagón, separando en Lodo su trr1.yéclo los valles de las Oat.uecns y del Ladrillar.

Para dar paso al rlo do las Batuecas, la sierra de las Mestas presenta una cortadu ra llama.da Cuchilleja. En lre el }{ingorro y la Cuchilloja, los picos más conocidos son las Migas l\falM, el Frontal y la Campana, separados unos de otros por la collada Suentes (1.470 rn.); la collarla de Valloverde y ol puerto del Cabezo (920 m. ); pot· este ,füimo pasa el camioo 11ue une al pueblo de este nombre con el couvooLo de las Batuecas. Al E. de la Cuchilleja, la sierra de las Mestas se confunde con el monte Cabril, de modo r¡ue en toda su exlensión for ma. la. Llivisoria tle las provincias de Salamanca y Cñceres.

El vallo de las, Batuecas es el más estrecho, profundo y áspero ontrc todos los que nos proponemos recorrer. No mollian

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más de 2 1/ 2 km. en línea 1·ecta enLre las crestas do las sierras que lo limitan li N. y,\ S. y no excede de 10 km . llL longitud del valle. Viene ,í sor, poi· lnuto, la superficie nnos 25 km.•, y en toda esta oxtOllsión, apenas si pasa de l km.' el terreno dedicado a l cultivo. Lo restante, á excepción do una fo.jade to,¡ :?5 m. á ambos lados del río, no ofrece m:ís quo poi1nscos 1 pet1clienles y precipicio&, que en vez de árboles fructífe1·0s, crían jaras, brezos, matorrales y malezas, en los cuales abunda In. c:1za mayor. Las vorticntcs de las montM1as linic:\monte se pueden aprovechar par·a pasto de cabras. Días habrá 0 11 el invierno, en que el sol no iluminnrá seguramonlo mucho tiempo las profundidades del valle da<la su estrechez y hondura.

En efecto, en cier~O' puntos el desnivel pnsa Je i00 m. pues las alturas son como sigue: Puerto ilo Monsagro ...... , .... . . ... . . .. ...... . . .

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do In Albercn.•••.••. • •• . •. •... . • ..•.•.•.

Collndn St1entes..• • •.....•• • .•..•.......• • ... . ..

Puerto del Cnher.o..•• •.. •.. • ...... •...•••• . .....

Fondo dol Vn.llo en la. puerta exterior del Convento.

1.420-1.400 m.

1.265 • 1.470

920

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Con estos dnlos se compromlcrli lo escnLroso del camino que une In Alberca al co11ve11lo ';/ 11 las Mestas y cu:ín pocas condi· ciones ofrece para ser convertido en carretet·n . _\ l salir de la Alborea (l.0G8 m.) se dejan á ambos lados del camino los úl~imos canchales do graniLo que han do verse rlurante el viaje y se llega al poco tiempo á la fuen te de la Al borea en donde el camino se inclina hncia la izquierd:i, dejando 11 la derecha la Peün de Francia, que en breve ha de quedar ocu lta por completo.

Hemos Jlogatlo al portillo de In Alborea y~ la cruz do hierro que lo señala (1. 2G5 m.) , y apenni, si han transcurrido tres cuartos Je hora. Aquí termina el camino Lraosilable; el sendero que contintia se divide en dos ramales, de los cm1lcs nno más largo baja por la illguierda formando numerosas vuel tas y revueltas de f:ícil Lr.ímiito, y se l(.'lt·mina en la puoote Cimera con la cM1 salv,t el río de las Batuecas y lleva al viajero direci

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tameole á las Mestas; por t'<ll motivo le darán la preferencia los que se dirijan á las J urdes.

El sondoro da la derecha es una trocha pósiroa y pedregosa llena do escabrosidades, que se oculta entre las malezas y que expone al caminante á continuas caídas. Dos boms habrfo de soportarse toda clase de faligas. Al pie de la. cruz de hiel·t·o de Ran José(! .020 m.) empotrada en la roca, se tomará algún des­ canso y desde allí se podrá abarcar con la vista espléndido pauoni.ma, pues penetrando las miradas en la� recónditas bou t.l.onao.as, se descubrirá á la postre los árboles y las murallas del convento derruido.

Poseído el viajero de p1·oíuuda impresión, so flgnra. que va á intel'nar:;e en lns tinioblas y �i la! nos hubo de acontecer en una ma1íana de verano, haJhludose batiado ol paisaje por intousa luz ·otar, cu,tnto mayol' habr:l de ser la improsióu que se produzca 011 estació,1 opuestu.

Ya en las Eras tJel convento (675 m.) 1 se divisan mejor los huerto::, los gigantescos CMrns J' ,,bcros, y la loz:-.nia de la vegelación totla surcada por numorosos canales <le l'iego.

El camino que baja desde la puorla del con veo to hasLa las Me�Las alt·aviesa 011 In primern porción tle su Lrayecto bosquo­ cillos de roble, ettcina. y caslo1'los de agrarfabla aspecto; mas luego de babor pn�ado el :m·oyo de la ·vi ita r la puontc Cimera, sólo se v�u peuascos do roca vh·n. entre Ioscn:íles ú dums puuas el 1·ío so ha abierto paso.

Cerca do la tlivismfa d.e las clo!l provincias, en el silio dando <lc ·emboca pot su orilla ürt uicrda ol río Calcabón en el do Ba­ tuecas, ¡11·cso1Ha éste un punto en ol �nal s11s aguas parecen tranquilas ó inmóviles. A esto sitio llamado Calderón sigue • oLro mús cstrecllo tod:tvítl iloncle el río desaparece bajo la� rocas.

Valle clel Ludrillar.-Ln l!uca limítrofe de las dos 1wovincias formo.tJa. por loJa la extensión ele la sietTa de lns Mestas se i110liua poco (1 poro i:!i O. dol Millgorro hncin el SO. y S. para unfrse con ol pico clel Espinal formaudo una cun·a convexa hacia Castilla y cuya coucavülau nhierta hacia el E., sirve de Hmitc al valle uel J,adrillal'. Es\c límite baja por la ladera dol 4

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1IingOt'r0 hasla que lloga á la FuenLe del Robledo (1.255 m.}, y luego ú un diminuLo lago (1.215 m.) sito en medio de una p1·aderita donde a1luyon las aguas do la fuenLo y muy á propósito par·a el descanso do los arrieros y caballerías que en divm·sas direcciones atraviesan esas sierras.

Más abajo so llega al puerto de Ladrillar (1.170 m.), y siguio11do un camino que por ciorto se aparta poco de la linde do las provi ncias, se sube á un cerrHo ( 1.1 05 m.) que sepa.ra aquel pU1mo de otro más bajo ( l. (p2 m.) llamado de Rio Malo ó Collatln Clemen Le, muy transitado por los que se dirigen ú Casares , Agallas y Monsagro.

El pico de Espinal domina la collada al S., y licue sus ladc1·¡1s s111·c;adas por los senderos que se dirigen ni puel'to de Roblc<lo po,· uua pnrle, por otra al lomo Labrndo 11.2 10 m.) y por la sierra de Car rascal al pueblo de Nuftomoral.

Dol Espinal arranca la cordillera que, dil'igióndoso al E . forma el limito meridional del vaUo tlel Lada·JIJar )' so apellida Lomo del Cordón en toda la exloosióo 11ne medio. entre el Espinal y el puorLo de.los Ladrones f745 m.) pt·imet·a doprc::lión impol'tantc que pre_seuLa el lomo.

Edle, 011 su origoo y on no lrayecto de 500 á 800 m. va de O. 6. E., luego se inclina nl N. y tlespuás llo lltlOs 100 6 200 m. recobra su dfrección primitirn Cormando una ILnea quebrada semejante por su disposición á la figura tlo una bnyoncla.

Del primer ,tnguJo así formMlo, naco la sier1·a lle Cal'l'ascaJ que so dirige al S. T do la cual vol veremos :í Lralar.

La parto 11ue media entre el Espinal y el ol'igun de lo. sierra du C[1rrnscal se apellida Lomo Labrado. Por su cresta sigue el camino do r'iuiaomoral :1 la Collada Clcmenle, y en la miLad, ó sea en el ptu1Lo mlis bajo (I. ZIO rn.), cruza ott·o wrniuo ó trocha ,¡uo ,•a clel valle de LatlriUar ul de Casares, uniendo Río Malo de Arriba (755 m.} y C11rabusi110 (83j m.). La subi<la 6 la l.)11jada por oualyuier lado qnc se em¡11·011da11 , son ta.o dificultosas, ,rue aconsejamos al viajero q uc tenga q ne i 1· :í Casares, pase por la. Colinda Clemenlo, dó la vuelta al Espin~\l y baje por ol puorto <lo Robletlo 'i ol ptieblo tlol misUlO nombre.

En lo alto del Lomo tlel Cordón se destaca el pico GoL"dóu

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(98!.J m. aproximadamen te} quo domina el pueblo do Cnb~zo al N. y ol de Aceitu11illa (Nuñomoral) al S. En tre el pico Gordón y el portillo do los Ladrones existen 5 ó 6 picos de meoor allura que dan á la sierra esa forma especial que la hace parocet· li. ln columna vertebral ilo un 1m\mffcro.

El puerto de los Ladrones (745 m.) está dominado al E. pot· los dos vértices del Monte Cuelo (022 m.) y deja paso á la mala tt·ocha, que siguiendo el Arroladronos, franquea la sierra y une las Mestas lí. las alqu.crías del valle del río Jurdano, la Horcajada, Rubiaco, y Valdelnzor, hoy arruinado y desierto.

Al E. del Cuet.o se baila la Portilla Pino (570 m.J, en la cunl convergen los caminos que uoen á las Mestas con Vegas do Coria po r la cot·tadura del Confesonario y con Arrolobos á lo largo del riachuelo del mismo nombrP, Estos dos caminos, nnidos antes de llegar (l la Portilla Pino, se subdividen después en Idos ramale$, de los cuales el de la izquierda vuelvo á s11bir bocia otra portilla de 585 m . y va á las Mestas cruzando el arroyo Fugaz y el arroyo Salvador. E1l de la derecho. se dit·ige hacia el l'fo Ladrillar , siguiendo la. cordeale del anoyo Fognz y reuniéni.lose luego con el en.mino que por la orilla derecha del Ladrillar se dirige á Río Mt1lo dt3 Abajo, aLravicsa el río [,ad rillar, llegan Robolloso, franl}uea la sierra por el puerto do Lomo PinLo ó Porcicl Ventoso, poniendo á las Jurdes en comunicación con Jierguijuela y demás pueblos de la. sierra de Francia..

Al E. de la l 'ort.llla Pi no la sierra cambia su nombro por el de sierra rlel Castillo, so ioolioa suavemente por ambos lados para morir en las riberas del Alngóo, prolong.íodose hasLa la unión del río expresado con el Ladrillar y hasta el sitio conocido por arroyo Franco, donde el rlo de este nombro y el río Jurdano desembocan é1 Ja voz en el Alagón .

Las dos vertientes del vallo del Ladrillar son bastan te inclinadas, la del N. principalmenle, y de ambas nacen un sinnúmero de al'l'oyos 11ue indíoaromos más adelante.

De la sior1·a del Cordón ó de i:u prolongación oriental no arrancan ramales de importancia y sólo se observa por su parLe me1·idional en el nudo que la separa del Lomo Labrado,

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la sierra del Carrascal que inclinándose de N. ií S. y de O. á E. se va escalonando hasta por encima do Nuüomoral, y p1·cse11tando dos ramales secundarios que rematan, uno entre dicho pueblo y ol Cerezal . oo la cruz de las Animas (500 m.) y otro al EL de Nuñomo1·al pasado el Arro Puerto y antes del ari·oyo Acoitunilla. Al E. do aquel y arrancando dol Pico Gordóo se cxliende la siena llamada do Turnbarones por l\fado1; y que sopara el río Acoitunilla del V'aldelazor. Eo la orilla izquierda de 6ste, poco :rntes uo desembocaron el rio de la Horcajo.da se vou las ruinas de la nlquorín, hoy despoblada, de V'altlelazor r¡uo con la llorcnjn.da, Rubiaco y Bi~tuequilla, so .llamaron :ullignainenLa las cuatro villas del río .furdaoo.

Valle del 1•io J1mlano.- Esla. do~cripción corresponde ya al segundo vall e do las Jurdes. El rfo Jurdano lo aLradesa de O. ,í 1~. Los l(mites occidenl<1les del valle los forma lo. sierra de 1:raocia. ó de Gata desdo el Espinal ha3tu ol Uotorro do las Tieudas.

Esta divisoria se inclina de NE. ~ SO. hasta el pico do la Cancbcra y de N. á S. desdo este alLo hasta ol Coton•o. En ella, y á igual disLancia de ambos picos, se halla ol tle Berezoso, siLua.do, sin embargo, algo al E. y fuora do la linea que u ue á aquellos.

Pasado el Espinal, ha.llamas el Collado do las Yeguas cruzado por ol camiuo que, desde Nui1omoral, sube por Lomo Labrado. Desdo el puerLo de las Yeguas dicho camino baja haaia Castilla empalmando con el otro que sigue el límite de la provincia y so une l uego con el puerto de Robledo.

Illl puerto de las Yeguas separé\ al pico del Espinal del de la Oodoya de análoga elevación. Al llamar ase á este úllirno, creemos darle su verdadero nombro, dado que por Lal so le conoce on el archivo do Casares, por todos los rno1·adores do la comarca y por los Sres. Mallada. y Egozcue.

D. Romualdo Mat·LCn Santivaiiez hace excepción llamando Bodoya al pico del Arrobuey, del cual hablaremos en breve.

Al SO. de la Bodoya se allana algo la. sierra hasta el puerto de Roblello, poi· donde pasa el camino de Casares á la dehosa de Pot·leros y á CasLilla. Más allá del puerto apercibimos el

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pico de Peña R ayada, y más allá todavía una oortadura que llaman Collado de la Iluetre. A parlfr do ésta sube la sierra paulatinamente escalonando sus escabrosas cresl<1s y abruptas laderas hasta el pico de la Canchera, cuya a ltitud, calculada por triangulaciones hechas d'esde el Cotorro do las T iendas, alcanza 1.520 m. Eolre la Canchera. y el Berezoso (l.6G2 m.) {medido por igual procedimioot-0) se ve el puerto del Aceituno, debajo del cual, en el silio llamado Majada del Robledo, existe una fuente que parece ser el origen del río Jlll'dano. Es la misma que a lgunos a u tores han colocado cerca de la alque1·ia de Casa J urde, Jlamáodola Fuente ,Jurda. Muchos también han supuesto que el collado uel Aceituno daha Irento al vallo de F rngoso. Semejante el'ror tumbióo lo hemos padecido bas ta que realiza.do nuestro torcer viaje á lns J urdes averig uamos in sitt, que, si del pico Berczoso se despre nde uno cresta que baja oblicuamente en di rección al pueblo de la UuoLre )' que parece á primera vista llevar las aguas de la verlienle hacia CasLilla, del mismo Berezoso arranca también una si~n·a 6 cordille1·a llamada Corredera q uo so dirige hacia el E., separando el valle del río Casares del de la Fragosa. Entro el Berezoso y el Cotorro de las Tiendas existe otro collado t.a.n elevado como ol pl'imero -y conocido por collado de Ma1·mejillo. Su a.hura como la del AceHuno los hace casi intransitables, salvo para los J urdanos, los alpinistas, 6 las cabras.

El Cotono do las Tiendas constiluye el cerro más elevado de los tres y el más redondeado, dado que los otros son verdaderos picos. Su altura es do t.577 m. y ha sido clelerm ioada por cálculos de triangulación y observaciones barométricas directas, revisadas coo todas las demás <Jne coosignamos eo esta conferencia, por ol coronel P rudeut, del Servicio geográfico del Ministerio de la Guerra de F rancia, al cual mochos conocen en este auditorio, á quien doy aquí el testimonio de m i profunda grati tud (1).

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(1) Todas laa vlluale& toma.das, como asimismo Lo1 '1tgulos que han Mrvldo para formo.r nl mapa lldjonto, han sido calculn1los por medio del toodollt.o, por mi buen 1unlgo D. FrnncillOO Siequo, Ingeniero l(fl'e¡rado t\ la construecl6n de la

linea de Astorga :1 Plaaencia, (1u len mo ncorn¡pnli6 en el leroer viajo.

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En la oima del Berezo:io existe un montón de piedra en forrna de torrecita que sirve do dcmnrcació a entre los concejos de Casates y Nuñomoral.

Esos tres plcos se aperciben á larsas distancias, desde Castilla, Ciudad- Rodrigo y la Pefü1 de Francia.

En resumen, el limite occidental do la cuenca del rio Jurdano se extiende desde el Espinal hasta. el Cotorro de las Tíendas; ne éste arranca uua cordillera, quizá la más importan Le del país y p1·obablem~1He la que Madoz llamaba sierra del Caballo, y que desde allí se extiende como la$ otras en dirección á Oriente formando la demarcación meridional del valle. A partir del Cotorro do las Tiendas se conLioúa hacia el pico do Arrobuey (1.402 m.Js preseutaDdO en su primera parte un collado mu y elevado, el puerto del Manzano (1.355 m. aproximadamente) , que pone en comunicación al valle de ta Fragosa con el tlel Horcajo y á la alyuería <le este nombre con la del Gaseo.

VALLE DE LA J.IRAOOSA (da l\lar-tilnudrño, nrrib11).

Má._s allá del puerto d,eJ Mauzano, y an~es de llegar a l A.rro-

buoy, se ven á bastante profundidad, pero domino.ndo al Ga:;;co, dos picos importa.ates: el del Castillo, co11s~iluído por rocas amontonudas, sobre el cual existía en tiempos de los Romauos el Castillo de la Fragosa. :Más a l E. del puerto 1 1n cordillern forma como una especie de planicie ú cuyo cenlro afluyen todas las aguas de alrededor que se precipitan luego desde una aJtura de más de 300 m. en llla hondonada tremeDda, con lo cual se origina al principia_r el verano u11a cascada

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quo, sin duda por su analogía con la del Conveulo de los Ángeles , llama u laml>ión cascada do Mean Cora. En tre la Pcúa del Castillo .y la cascada so hallu 0L1·0 peiiascal de cons ...

Litución geológica. particulal', cfrcunstnncio. tJUO hn hecho creer en La existencia do vestigios de alglin volcán apagado (1).

Esto y la pefin expresada están separados por una lwecha i11traositablc. No deja de ser sumarncn t'o dificil el e.rplornr todos osos pa1·ajes da<la. la profuu<lidad do los precipicios que de Lt·ocho en trecho cortan la montaña.

Al O. rle b cascada ,¡ue so precipita de las sie1·ras AlLas ó del Rot.amal, so advierLeo los picos de los Canales y n1tts alld el ya citado pico del Arrobuo:, (l.40'2 m.), el mits cén trico quizá do todas las Jurdes. Un lomo lo une primero con el pico Capallat· {1.483 m. aprnximadamento) y luego con la Ginei.a (1.213 m.)

Enlre ilichos tres piros y rn,nte al N. la vertiente de la sierrl\ ofrece mucho tleclh·e, formando una 0Rpoclc <le umhÚdo, an ol fondo del cuul se hulla la alquería. u.o! Cerezal, siLuatla en la orilla izquieri.la del río del mismo nombre.

Del pico tle la Gineta y bajando al río J urdano se escapa el río OaLuequilla., y del Capallar, el Arromula q ue da su nombre á toda la parto do la cordillel'a quo se oxLionde des<lo el Capallar hasta la Pot·tilla Alta y el cam ino Morisco.

Toda esta sierra, de consido1·ablo altura, domina al río, que al pie de sus fragosas laderas se ab1·0 paso , ol cual desde· el puerlo de .Ma1·mejillo va. á reunirse co1l el Jurdano frente al Cerezal. La ol'illa izquierda, no menos escab1·osa, está formada por la sierra Corredera que, arr:rncaudo del Bel'ezoso, sigue por el collado de Don Diego, el Minagoso, el lomo de la Caseta basta el pico Corredera, para bajar luego á múrfr en las orillas del río Casares y del F1·agoso, fro11La al Cerezal y á la Cruz de lns Áuimas {690 m.), donde tnmbiéu se termina la sierra del Carrascal.

(1) ll ecorncodamoe á cuanlAl~ deseeJl adqulrlr múg üatOll aobro cala parlo d(l la oordlllcrn ea skv1rn CODllullar la notC1blo Memor ia geológico mrnera de la provi ncia do Cieeres, escrita por los ingenieros de mlnu D. J. Bgczcoe y o. L. Mallada, páginas 6l y 111.-Memoria!I ae la Comlslóu dol Mapa Oeol6¡r!co de Espai1a, Madrid,. IB'i8.11

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A orie11Le do la sierra tle lt\ Mula y de la Portilla Alta nos ho llamos con la sierra de la.s Caf1as formatla por dos cerros rctlondos separndos por un puerto rle poc:1 a ltura (640 m.) que poue eh comunicacióll el vnlle del l'Lo .íu1•dano con el do! rio Pino y la. alquer.ín de Arroiobos con el pueblo de la Pe$ga.

Más allá y a ules de llegar al río Alagón, couLimla la ~ierra de J:u; Cnilus con el 11om·brf} de sierl'a uel Romero.

VtUJ.E DEL CEREZAL,

Por lo lJUe acabamos tlee:-.poner su v,~ clarameme que al valle del río Jurdano ancho y auierto eu sus dos Le rcios orie11rnles se divide on dos, mucho mlis estl'echos en su origeu, es uocir , en el punlo de unión del Lercio occifümLaJ. uno do dichos valles, el del río Fragosa, verda<lern. garganta en toda su extensión presenra su talweg á unos 700 m. (altu ra media) bajo el nivel ruecüo de las Cl'OSbas que lo limitan. EJ oLro, uuitlo al pdmcro frente al Cerezal, tiene la forma de esbrecho desde est.e pueblo basla m(is arribft de Asegur y haslo. que llega por bajo de .In alqucrla u.e las Ile1·as donde se unen los tres valles seCllnda rlos de Carabusino, Robledo y, Casare.s, coastiLuido este liJtirno por la agrupación de otros tres 6 cuatro. AIH se ensancha en tal foc•ma qt1e pl'esenk'l la fig ura de un circo muy ubio1·Lo au11q 1te profundo. Gracias á ello poede penetrat· la luz mucho más fácilmouto que en ol vallo do la Fragosa 6 del Gaseo, en el cual apenas si da ol sol tres ó cuatro horas eu los días de jnvierno. A consecnencia de esto son ta.n distintas )as condiciones de prod ucción en uno tí otro valle, Valle del río Pino ó de los Angeles.- A medida que avanzamos 011 la descripción de los valles Jurdanos, se echa de ver

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que son tanto más anchos y abiertos cuanto m,is meridionales, distinguióodoso entre todos olios el valle del río Pino 6 de los Angeles que vamos :1 describir.

Annquo la orilla i7:qnierda del río de los Angeles es, en realidad, la t\nica que perteneco á las J urdes, conviene para facilidad de la descripción, que hablomos también de la cordillera que limita al S., la cuenca de d icho t•io.

El valle comprende dos parles disLintas: una se extiende rlesde la confluencia de los ríos Angeles y Esparabán hasta la desembocadura del Pi no en el Alagón, y otra que abarca la parte occidcutal surcada por el Esparabáu y s us afluentes el río de los Angeles y el Ovej uela. La divisoria de esas !los comarcas la constituye una siena que arranca al RE. del puerto del Manzano en el Cotorro do Regüe, ol cual se desprende á su vez do las Sierras Altas. Desde el Cotorro de Rogüe baja la sierra por el de los Nabos h asta el Cotorro del Hay Cepo y se conllnúa hasta Pino Franqueado con el nombre tle sierra do Fonlauo.

Toda la región situada á Orien te y cuyo limite meridional os el río Pino y orienLal el río .A.lngón, corresponde al concejo de Camino Morisco y Ja. constiLuyeo numerosos valles muy fét·Liles.

Del Arrobuey irradian á modo de varillas de abanico unos lomos, de los cuales, el más occident.aJ (sierra Muñina) en clirección S., separa los valles do los ríos Muíiina, Alabea y de las Calabazas¡ el más oriental 6 Lomo Carrasco, sepal'a los valles de Huerta y de Cambrón, dejando este úlLimo en la unió1.1 de sus dos tel'cios supel'iores y de su tercio moridiooal lln ramal que se dirige al O. y separa al reo de la Huerta y á sus alluentes, del río Pino. Es la sierra Traoguera ó del Camino Morisco que, terminando en la orilla izquierda del río de las Calabazas parece, sin embargo, nacer de nuevo en su orilla derecha para morir algo más allá en la orilla del rfo Mensejar.

Al S. de la ~ierra Traoguera nacen otros varios riachuelos, entre ellos, el importante Arro Cerezo que da su nombre al valle y 11 la. alquería. Otro ramal de rneoor importancia limita los valles de Dehesilla y Calabazas.

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Al E. del Lomo Carrasco arranca de la vorLienLe S. del CapalJar, un lomo que separa al valle de Cambrón del de Cambroncino con el nombre de sierra del Convento; otro más oriental ar.r:rnca de la sierra do la Mula, separa las cuencas del río Cambroncino y del de la Mesa Santa, y se continúa por los cenos de este último nombre.

VALLE DB 0il!BR0N0IN0,

Jt.:s Lant.a la pendiente y aspereza de estos lomos en su parte inicial, que la cuenca del rio Cambrón se hace, por decirlo asf, intransitable, y lleva el expresivo nombre de Infierno. Vnu siendo menos escabrosos á medida que disminuye su allitud do modo que un poco al S. de Cambrón ya presentan dos cortaduras llamadas puerto de Cambrón y puerto de Cambronci110 1 por dondo dan paso al camino Morisco.

Forman adem~is cuencas rodea.das de cerros como el de los Caldereros, muy abundante en pastos y donde nace el 1·io Cambroncino, ó llanuras como las de la. Mesa Santa en cuya parte oriental se ve la sierra de la Mula inclinarse pocoi poco hasta. el corro de la. Torrita que domina á la Portilla Alt.a. Esta es la primera de las que atraviesa el camino Morisco después de haber pasado á Ja orilla derecba del río J urdano.

Bastaodo á nuesLro juicio con lo expuesto sobre la sierra de las Caüus y del Romero, pasat·emos á estudiar la parte occidental del valle que nos ocupa .

El territorio que comprende constituye el concejo de Pino Franqueado; por lo tanto, los límites serán comunes á ambos.

Desde el Cotorro de Regüe donde se encuentra ol punto de

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unión de los tres concejos de Camino Morisco, Nmíomoral y Pino Franqueado, el deslinde sube por las majadas de Pimpolla1· y de Genera hasta el Cotorro de las Tiendas donde deja de ser limítrofe con Nuñomoral.

Desde el Cotorro de las Tiendas en que principia el límite con Castilla sigue por el puerto de la Joya ( l.416 m.) el Cotorro de las Benoqueras, el puerto de Esparabán (1.320 m.), el Cotorro de Gorgollizo, la Bollita ( 1.387 m.], el puerto Viejo ó de las El'ias (1.355 m.) y la Peña Boya (l.51 2 m.), en la cual se termina dicho límite. D~jando al O. el puerto Goloso sigue la demarcación por lo al Lo de la divisoria de las Rguas que desembocan en el río Arrago, pasando por tao to por lagarganta de Arro Puerta, donde se halla el puet·lo que conduce do Ovejuela á CasLilla (1.335 m.), el Cotorro Becen·o, la gai-ganla do Arro P ino y el puerto ( 1.060 m.) por donde pasa el camü10 d~ Ovejuela á Robledillo de Gata, 1;1. Vela de Robledillo, la Garganta Vieja y su arroyo que baja.u en dirección á Descargamaría. Ea el origen del río existe un puerto de 990 mell'OS de allitud. Más allá se llega al nacimiento del Arro Debra, donde· soo limítrofes los dísLritos de Ovejuela, Descar gamaría y SanLibailez el Aho. Uno y otro río desembocan en el Arrago, hallándose ya el Debra 011 el disL1·ito de Cadalso.

La demarcación que seguía de N. á S. dobla entonces de O. á E. en los llanos de Mean Cara, siLio llamado de las Chor1·eras, pasa por la Cruz de la Bragada donde cruza el camino que comunica á Tol'l'ecilla de los Angeles coa Castilla y sigue eo toda su exLensióa el lomo que describimos. La línea de demarcación se inclina desde la Petia Boya hasta el expresado p11erto sin elevación uoLable, de suerte que se puede ca.minar por ella sin dificulLad alguna, e:dsLieado además eu toda su extensión un sende1·0 de fácil tránsito.

Desde la Cruz de la Bragada, la línea de dema1·cación sigue por el Cotorro de la Antigua que se halla en la orilla derecha del río de los Angeles, dominándolo frente al convento arruinado del mismo nombre; luego pasa el puerto de la Mata, donde cruza el camino que de Ovejuela va á Tonecilla de los Angeles, más allá, el Cotorro de los Abalientos, el puerto del

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Término, en el cual cruza el camitJo de Pino Franqueado á Torrecilla y salvando el Serrejón, el puerLo del Judío, situado encima de Pedro ~Iuüoz por donde cruza el camino que pone á Pino en coro u nic1tción con los pueblos situados al S. de la sierra.

En el puerto deJ Judío termina el concejo del Pino, y su demarcación signe bajando con el 1·ío hasta el Vado Morisco, situado frente al Pino, á 200 m. más abajo del punto donde coufluyeo el E!lparabáo y el Angeles. Todo el terreno que comprende el concejo del Pino se halla dividido en tres cuencas por sierras, e1Hre las cuales, la más importante arranca de la Pefia Boya, ,y viene á terminar frente al Pino eo la coafluen- · cia do los dos ríos ciLado!-1. EsLa cordiUera baja escalonando sus cerros, variando de nombre á medida que avanza y Uamélndosc sucesi vameote Zembraoa, Arro Castillo, Ro.majal y Cerro de las Mesas. Dichos cerros forman unos como nudos, de los cuales so apartan á derecha é izquierda, ramas secundarias que separa n á los dos del mismo nombre, siendo tambiéu uno de los m~s notables el de Sauceda, que domina al pueblo sito en la orilla izquierda de-lrio de los Angeles, y que tambión se denomina río de Sauceda , entre la confluencia del Ovejuela y Pino El-anqueado.

Esta cordillera separa la cuenca del Esparabán de la del Ovej uola, afluente del río de los Angeles. Entre estos dos últimos ríos se nota u na sierra que, arrancando de la Vela de Robleclillo, pasa entre Ovejuela y el convento de los Angeles para terminarse encima de la confluencia de los ríos, y conocida con el nombre de Peüa Tajada, por su vórtice partido.

De las tres cuencas, la del río Esparabáo os la más digna de mención, y la que, principalmente en su parte superior, presenta los afluentes mr-fs importantes, pareciendo qne el río principal nace m~s bien en la cuenca del Horcajo.

En efecto, del Cotorro de las Berroqueras arranca una sierra que separa al valle del Horcajo del· de Espa.rabán. Entre los cel'l'0S del Cotorro y del Cancho Gordo, presenta dos pasos 6 puertos, que permiten transitar de una cuenca á otra, siendo uno de ellos la callada de Robordejo y el otro la Portilla del lforcajo (990 m.)

- so La cuenca del río H orcajo se halla confinada entre la siel'ra descrita y las laderas del puerto del Manzano, el Cotorro de Regüe y otra cordillera de menor importancia que, naciendo en ésle, avanza entre el río del Horcajo y el del Avellanar . La comunicación entre los dos pueblos se efectúa por u n puerto de 725 ro. de alütud (1).

Si el valle del Horcajo tiene gran importá.ncia por su extensión y por tener una gran superficie aprovechable para el cultivo, no se puede olvidar tampoco al valle de los Corrales, por donde bajan á la vez las aguas del puer'Lo de Esparabún -y del do los Corrales, y IJ:Ue recoge además las del puerto de las E rías y de la Fuente de R oldáu, tan conocida, y que mana á 1.060 m. sobre el nivel del mar.

Los caminos que atraviesan esos ter renos están generalmente en regular estado; los mejo1·es son los que de Ovejuela van á los pueblos vecinos, siendo superior el que baja al Pino, por lo menos en toda la extensión que corresponde al territo11io del l)neblo de Ovejuela.

Antiguamente era muy bueno y muy transiLauo el que reune al convento de los Angeles con Pino F ranqueado. Como hoy l as relaciones del convet1lo, ó por mejor decír, de sus huertas no ex.isten sino con Ovejuela, de la cual dependen, no hay más que uua mala trocha para reunir los dos puntos. Habiendo quedado el anliguo camiuo del Pino compleLamenle abando nado y destrozado, es meuesLer en varios puntos vale1·se de hachas pal'a corLar los arbustos que interceptan_ el paso.

Segün acabamos de exponer, ol concejo del Pino se termina cu ol puerto del Judio. Al E. de aquel continúa la cordillera importa11Lo que encierra por el S. la cuenca del río Pino 6 de los Angeles, y en la cual se presentan sucesivamente

(l) Pnm suliir al Cotorro de 111s Tiendas, hny dos camlnos6pasos: J.ºDesde AlcJciluBla Ir ni puerlo de Esparubi\u, y tlescle ésto seguir lns crestas por la ,·crtientc do lasJurdes doblando ol Cotorro de las Berroqueras¡ alcnnznr el puerto de lu .Toy11 y desp ués subl r los dos 6 tros lomos, quo á modo ¡lo escalones (lreoetlt•11 al Cotorro. 2.• Desde Aldobucln ni puerto de RolJcrdojo, sah•nn<lo In <livisorin de Es¡>nrob6n y Horcajo¡ del collado al puerto clo la .Joya y desde nlli ni Cotorro. Por más11ue esie camino no est.á trazado, os más corto y mássunve que el primero.

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de O. á EJ., las Eras del Romero, cerro importante de 94M m. de a!Litud, que domina al Piuo Franqueado, el Pico Gorrero, el Caochol'ro Alto, el Canchorro Bajo, el Pico de Santa Bárbara, el Guijarro y el Pir.o del Manzano (893 m .), que pert.enecen respectivamente á las sierras de Altamira en lo alto de Casar de Palomero; del Castillejo, encima de R ibera Oveja; de los Hoyos, encima del Jugar de las Corzas, hoy despoblado, y do las Vaquerizas, más arriba de la Pesga.

Atraviesan esas sierras varios caminos, entre ellos, nno que va de C~sar· á Plasencia por Ahigal, con empalme á Mohedas, .Marchagaz y Palomero, y pasa por el puerto del Gamo {630 m .), cólebre por su historia de la Cruz de Palomero y la capilla edi.flcatla eo lo alto del puerto¡ otro, que por el puerto de Mohedas, reune á este pueblo con Ribera Oveja, y un tercel'o que, poi· el puerto de los Hoyos , reune á la Pesga con Granadilla.

Hidrogra fía .

Por la descripción orogi·áfica í]ue antecede, so ha podido fo1·rnar idea de la hidrografía de las Batuecas y de las J urdes..

Sin embargo, mo pe1·mitiré completar· es Los datos con la. enumeración de los principales a(lueotes de los ríos y las particularidades interesantes que los rodean.

Rio de las Batttecas.-El 1·fo de IHS Batuecas, a lluen to del Ladril1ar, se dirige primero de O. á E. basta la reunión de sus dos tercios occidentales con el tercio oriental r1ue col'l'e de N. á S. S u desarrollo es de 10 km. aproximadamente, y desde su origen hasta su desembocadura en elrio Ladrillar en lo alto del puente de las Mestas, la difereocia de ni vol alca1Jza corca de ·J .000 m. S u pendiente media es, poi· lo tau to, de corca de 1 cm. por m. Un sinnúmero de torrentes que so precipitan de las laderas que cierran el valle coostiluye n el río . Los afluentes más importantes son en la parle arriba de la valla del convento: el tor1·ente de las Glorias, que baja de la Callada S uen tes y de las Migas Ma las, y el arroyo Clavo que pe u otra en su curso infel'ioi· en el corcado, pasando al lado de la capi-

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lla y junto al alcornoque gue el célebre padre Cadete habla transformado en celda, con la inscripción: Morituro satis.

Antes de salir de la cerca del convento recibe el rio al torrente . de las Eras del Cas tillo, que siempre caudaloso, sirve pat·a los riegos de la huerta del convento. Fuera del recinto, sus afluentes son en la orilla izquierda: el arroyo do la Vilia que acompaña al camino del portillo de la Alberca y desemboca en lo alto do la puente Cimera, el río Ahigal, el arroyo Cepo, que ya cone en la provincia de Cáceres, y el arroyo Calcabón frente á la parle oculta del río que ya hemos descl'ito. Los ríos que desembocan en la oriUa derecha son poco notables, y solo citaremos el que baja del pue1-to-del Cabezo, y el Arrofrío, que desemboca poco aotP.s de pasar de Ja provincia de Salamanca/\ la de Cáceres. El camino que va del convento á las Mestas sig ue In. orilla izquierda hasta la pueote Cimera (580 m.) por la cual pasa eo la orilla derecha acompañándola hasta cerca del límite rle las dos provincias, donde atraviesa otra vez el rio. Eo la orilla izquierda y en el p unto limllrofe, se hallan grabados en la roca los signos siguientes : A ; . Las leLras in';lican los ayunLamien tos de la Alberca y del Cabezo, y la cifra 4 el número de orden del guardacantón.

Río Ladrilla,·.-EI l'ÍO Ladrillar que co rre igualmente de O. á E . en el pri mer valle de las Jurdes, nace en la Fuente de Robledo y desnuós de haber recibido los muchos arroyos que bajan del Lomo La brado, de la Collada Ciernen te y de la de Suentes y del puerto de Ladrillar se abre muchas veces su cauce en la roca viva. Después de 22 km. de desarrollo poco más ó menos, desemboca en el río Alagón, encima de Rio Malo de Abajo y freo te á Cabaloria. Su orilla izquierda forma desde el pueblo de R ebolloso la divisoria de las dos provincias.

La pendiente media de las aguo.s es de 50 á 55 mm. por metro. El nombre de río Ladrillar que se le da, lo hao adoptado D. Francisco Coello, y Madoz, llamándolo otros río de la R ibera y reservando aquellos los nombres de Río Malo, Ladrillar y Cabezo, para los afluentes que bañan las alquerías de este nombre. Sea como quiera; este rio no tiene afluentes

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muy importanLes y á excepción de los que acabamos de citar, no mencionare mos en su 01·illa izquierda más que el río de Serganado, que baja del puerto de Cabezo y á orilla del cual se asentaba hace tiempo una alquería; hoy destruida, el río Batuecas , el mits notable de todos y los que desembocan fuera de la provincia, bajando de Porciel Ventoso . .Eln la orilla dere- · cha se nota primero el a rroyo de los Ladrones, qué baja despeliado del puerto de esto nombre y de las faldas septentrionales del Gueto para desembocar entre el río de las Batuecas y el puente de las Mestas, luego ol río Salvador atravesado por el camino de la Portilla Pino á las Mestas, y por fin, el río Fugaz que cruza y acompa·iia luego al camino Morisco hasta cerca del pueblo de Río Malo de Abajo.

Un puente de fábrica (455 m.) salva al río Ladrillar, más a bajo del pueblo de las Mestas, facilitando la comuuic¡ción entre la Alberca, las Batuecas y las ,Turdes por la Portilla Pino y el camino Morisco.

Río Jurdano.-El segundo valle de las JUl'des está att·avcsado por el río J urdano, llamado también río de las Vegas de Coria, probablemente porque baña al pueblo de dicho nombre.

El territorio que recorre es la tierra J urdana por excelencia y en s us orillas se puede estudiará los habitantes, su modo de vivir y las costumbres de casi todo el país. Son muchos ahora, los que escriben Jurdano en vez de Hurdano, como dicen J urdes en vez de H urdes, llamando tambié n á dicho río J urdán ó J ordán: y de aquí á deducir que dicha palabra se ha aplicado al río, pot·que en sus aguas se han bautizado los moradores que andaban diseminados en estado salvaje, no hay más que un paso.

Pasaríamos todo esto por alto si algunos autores de los más serios no hubieran discutido el asunto bajo este mismo punto de vista. En efecto, advierten los Sres. D. Romualdo Martín Santi vánez, y Barran tes, que el río nace en una fuente llamada Jurda en el concejo de Casares y cerca de la alquería de Casa J urde, que el segundo llama también Jurdes Chicas. Además y por lo mismo que en s u sentido metafórico la palabra Jurdano, Jurdana, significaba rejuvenecido 6 rebautizado, allá :)

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por los siglos xv y :xv1 (1), dicen en forma do concl usi6n gue los Jurdanos, hijos de los antiguos godos, eran gen le promiscua y q ue por eso se les di6 el nombre de Jurdanos que significa rebaulizados. Esta versión merece mayor r.rédito, si cabe, cuando se lee que por temor á que no fueran cristianos sino moros, que se b.abían escondido en las Jurdes después de la R econquista, los monjes de los conventos de los Angeles, y oLros, rebauLizaron á los moradot·es todos del país. Sea lo que fu era, limitándonos á lo puramente geográfico, nos permiLiremos exponer: l.º que la fuente Jurda yue ya hemos sefialado como origen del río de los Casai·es ó del río Jurdano se halla en la majada del R obledo, muy ce1·ca y más abajo del puerto del Aceituno, aunque ntuy distante, sin embargo, de la alquería de Casa Jurde; 2. 0 que no se puede indistintamente y con exacL~ ud emplear ol nombre de Jnrdos Chicas y do Casa Jurde para designar el mismo pueblo, pues que Jw·des Cbicas, según lo que hemos leido ele MarLín Sa.n Uváücz, y oído en las conversaciones de la gen Le del país, es más bíeu una apelación genérica, bajo la cual se comprenden las alquerías del concejo de Casares como más auelante veremos que so decía Jurdes altas para designar los concejos de Cabezo, Casares, ~uiiomoral y Camino Mol'isco; y J urdes bajas, cuand o se LraLaba. del concejo do Pino Franqueado.

R especto á la ortografía de la palabra Jlll'des, podemos aiiadü- que los antiguos pergaminos y documentos estudiados con tanLo esmero por los Sres. D. V. Bn.rraotes y D. R. MarLí11 SanLiválle;:, llevan escrito Jarde, Surde y Sarde, siendo quiz,i los últimos vocablos resultado de la equivocación de algún copista poco experto (2) .

(1) Vée.sa m/JriO d~B/Jrct/0110, uCtm. 310dcl ll de Kovlcmbre de 1800, pág. 18809.

(2) He.~e 11oco1 hubo q u ion resucitó on Et llal'<illlo de Afatlrtll, númoroa 417 y ,w(), del 22 de Enero y 3 da Febrero de 1892, la ot.imologia sacntla por los au!Dres del 1)/cclo,iari/J 0uooráflco U11ivoralll, 11ue, después üo hnber puesto Jurdes con.Ten su l. rv, lo cecriuen cou U en el t. x, eu asta fecha: ~orces, que ol vulgo llama Urdes 6 Rurcles, Llcrivo, según In opinión más gencrnlmentc recibida en el pnis del arbusto brezo que vislo ln mnyor plll'le do estas montaiias, el mismo q ue en otros ¡Jllises clenomiunn con el de Orces.u Aúu cuando Urces signlfi04l'a brezos y

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Cerremos este pal'éntesis para proseguir la descripción.

El río quo nace en la fuente Jurda, baña á Casares y pasa por Asegul', es para nosotros el verdadero río Jurdano. Pero Jos del país no le dan este nombre, sino después que se ha unido con el de la Fragosa. En su curso superior le llaman río Casares. AsL lo descl'ibiremos, llamando t·ío Jurdano al que se forma debajo de la cruz de las Animas y enfronto del Cerezal, po1· la reunión de los ríos de los Casar·es y de la Fragosa, y rrue Jespués de correr más de '28 km ., va á des.embocar en el río Alagón en ol sitio denominado Al'l'ofranco.

La pendiente media de sus aguas es ue 8 mm. poi· metro. Sus anuentes son en la orilla izquierda el At'royo Puerto que baja de la _pun ta de lo~ Cauchales y atraviesa el pueblo de Nutiomoríll y el 1·ío Aceituuilla que baja de la sier1·a del Carrascal , • poi· sus faldas orieutales y la verLiente meridional del Pico Go1·<.lón y del Lomo del Co,·dón, baüaotlo la alquería de Aceituuilla sHuacla cu su orilla izr1uierda. Después del río AcoiLuniUa, el río Jurdano, recibe 0 11 medio ue una vega extensa, pero siu cultivo, al que baja del puerto do los Ladrones y quo llaman CholTO de la Aldea á su paso pot' el R ubiaco. Eslc río 1·ocibo poi· la derecha al ano yo Caboz y al río Valdelazor, hnjado de la sicrrn do Tu rnbal'oncs. Por la izrruiorda el Chorro de la Aldea recibe el torrente ó at'royo B1·avo 1 que pasa por ontro las miserables casuchas de la llorcajada.

Más abajo y pasado el puente de Vega~ de Coria, el río Jurdano recibo un arroyo que baja de una cortadura. pracLicada en las laderas del CueLo y llamada Confesonario, significando, sin uuch1, cu.in poca soguridau. ofrecían aquellos lugares á los . v.iaje1·os, obligados {L encomendarse á Dios antes de pasar adelante. Bien es verdad que por sn aspereza y la espesuc·a de sus bosquecillos, semejante paraje dabe de ser muy á p1·0-

I[ no ulioga.~, tojos, 6 si se 11 uiero, retomas, en el coso s upu esto J>Or el nrtioulisto, 110 procetler de ln pn lnhr11 l Cltlnn Ulcx, icls, Ullccs, creemos r¡uo lal etiJnologio 111ndr1a poco vnlor en conlrtl üo.1 los ar8'umentos preso11Lntlos por los autores cito• uos. Uo lu opnsiouutln polémica promovida á pro¡1ósito de usunto tnn .fútil, resul · tor{, en nu ostro se ntir r¡uo no Llauni en utlolnnte qulo11 tlutle do cúmo bn de escribirse Jurdes y suprimiendo In H uo 1wngn uun J.

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pósito para cometer toda clase de desmanes. Esta garganta da paso al camino Morisco antes !le que llegue á la Portilla Pino.

A 2 km. más abajo y cerca de la alquería de este nombre, deseruboca el río Arrolobos que procede también de la portilla citada.

Los que so ven más abajo todavía, son riachuelos sin importancia, excepción hecha del arroyo Franco.

En la orilla det·echa del río Jurdano, apercibimos el río del Cerezal cuyos torrentes desprendidos de la pal'ed del Al'l'obuey y de la Gineta, se 1·eunen en el fondo del embudo antes de verterse en el río inmediatamente debajo de la confluencia del Fragoso y del Casares. A continuació11 se ve el río Batuequilla que baña la alquería del mismo nombre y desemboca frente al Ru biaco. En las orillas de este río y- cerca de la alquería, existió en tiempos de los Romanos una ciudad ó villa según lo demuestran las medallas ali( descubiertas con la efigie del emperador Trajano.

Este si tio es el más abierto y ancho de Lodo ijl vallo. Las alquerías de Horcajada, Val,lelazo1·, Rubiaco y Batuequilla, se !Jamaron en otros tiempos las cuatro villas del Jurdán .

Más abajo desemboca el At'l'O Mula que se desprenrle de las laderas de la sierra así llamada, de la Giueta y de las altm·as del Capallar. Entre esto río y el que baja del Conresoniuio, ¡;e encuentra el puente de fábrica f]tle salva al río ,Jurdano y da paso al camino Morisco. Siguiendo la orilla derecha, rio abajo, encontramos el l'ío de la Buena Agua y o~ro t1ue baja del puerto de las Cañas y desemboca algo más abajo del vado do Arrolobos.

El río de los Casares origen del río J urdano, nace según hemos dicho, en la majada del R obledo; desde la fuente J urda baja por una hondonada muy pendfente hasta enfrente de la alquería de la fiuetre; corre l uego de O. ,l El., pasa por entre las a lquerías de Casa Rubia y del Castañar á las cuales separa, dejando á la pri mera en la orilla izquierda, y {L la otra. en la derecha; balia luego á CasaJurde, situada también en la oriUa izquierda, y las ruinas de Ano P ascual ant,cs do recibir al rio je Robledo y llegar al pie del cerro donde se asienta el

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pueblo de los Casares y la alquería de las JI eras. E11 este punto principia á esLt·echarse la gargaoLa y sale el rio de eulre las rocas para bajar precipitadamen te bañando á la alquería de Asegur siLuada cu su orilla izquierda; un puente pone á ambas orilla~ eu comunicación. El río sigue más allá basta que se uno cou el de la Fragosil . Poco antes de esta unión le cruza un pueule do piedra. y madera (530 m. de alliLud), pot· el cual salva aJ río el camino que del valle de la Fragosa continúa por la Cruz de las Animas (590 m.) hasta Nuüomoral.

El río de los Casares 1·ocibo por su orilla izquierda nl de la I:IucL1·e, al de Casa Rubia, al de Robledo y mlís abajo de las Heras al de Carabusino lorreule muy caudaloso, que baja desde la cueuca formada entre la Sierra Carrascal, el Lomo Labrado y los Allos lle Robledo. Un puente do piedra y madera, muy inseguro para las caballerías, cruza al río de Casares inmediatameul.e encima de la desembocadura del de Caraousino. Luego so oncucnlra en la misma orilla, el Asegur que deja al p11eblo á su dei·ocha. Por su orilla derecha el río de los Casares recibo al del Castañar despreudido de lo alto de la Sie1-ra Corredera, y oLros más pequeños frente al río Asegur y q ue m,u·can los JI mi Les del concejo de Casares. El desarrollo del rfo de los Casares es de 1O km. aproximadamente y su pendiente media de 78 mm. por metro.

El río de la Fragosa 6 río F ragoso nace e n eJ puerlo de Marmejillo al pie del Cotorro de las Tiendas y del Berczoso.

Los torrentes que l o coustiluyen bajan de las l aderas do la Corredera 6 de la parte de esta cordillera conocida con el nomhre de Pedrizas, y en pa1'Licular de los collados de Don Diego y de Minagosa.

Los riachuelos de su orilla izquierda son más bien torrentes entre los cuales dos son dignos de mención; uno, el de la Antigua, baja cerca del Gaseo, alquería pobrísima edHlcada en su orilla derecha y en la izquierda del río F ragoso; otro es el arroyo Sierpes que se escapa de una hondonada cortada en la sierra Corredera y de baslantEI extensión. La cuenca de este riachuelo es sumamanle fértil y los huertos que se ven colgados e n am bas laderas, son maTavillosos por su feracidad y la

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cantidad de árboles frutales de toda clase, que los emiquecen tales son cerezos, perales, nogales, castaños, ciruelos, higueras y parras. Este río se encuentra al E. de Martilaudrán á igual distancia de esta alquería y de la del Cerezal ,

VALLE DE LA FRAGOSA (Arro Sierpes alinjo).

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En la orilla derecha del río Fragosa se nota primero un torrente desprendido del puerto del Mauzauo, y luego otro que separa la Pet'ia Castillo del volcán apagado. Más al E . de aquél, se forma la cascada del Gaseo situada 1 km. más abajo de este pueblo y 3 km. más arriba del de la Fragosa; otro que se desprende de la sierl'a de los Canales, y un tercero. entre éste y el río Cerezal conocido con el nombre de Gollete .

Hemos descrito en su lugar la cascada del Gaseo, y por lo tan to, no volveremos á repetir lo expuesto. El curso del río de la Fragosa es de 10 km., y su pendiente es por término medio de unos 8 mm. por metro. En el curso de este río se notan numerosos saltos de agua, y como en el río Casares, los Jurdanos han practicado múltiples desviaciones que por medio de los canales de riego llevan por docruiera la fecundidad á campos y huertos.

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Río Pino ó de los Angeles.- Nos queda por reseñar los ríos que atraviesan el valle del río Pino; mús, habiendo sido tan minuciosa la descripción de los valles, nos bastará para completarla coa una sencilla enumeración do los afluentes .

Hablaremos primero del río Pino, tom,1odolo desde l a confluencia del Augeles y del Esparabáo y acompañándole hasta su desembocadura en el Alagc'lo en el sitio denominado Boca de Oveja á unos 22 km. de Pino Franqueado. La pendiente media del rio entre aquellos dos puntos, ts de 5 á G mm. por metro.

En su orilla izquierda ó jurdana recibe, después del río Mensejar, el de las Calabazas, ó por mojar docfr, ol fol'mado pOL' 1a reunión del Alabea y del de las Calabazas que reciben el primero al río Muñina, y el segu t1do al de la H uerta engrosado con el de DehesiJla. E l de la Huerta y su continuación hasta ol Alabea forman con el rio principal nn ángul o recto. En la orilla izquierda del río y á 3 km. del pueblo de las Calabazas, se halla la alquería de la AceJia. A '2 6 3 km . del rfo de las Calabazas, encontramos el Arra Cere1.o quo binia la alrruerla de este nombre sita en la orilla izquie1·da, y crue se desprende de la fa lda meri<liooal de la sierra Trnoguel'a, así como los arroyos T1·aoguera y Morele.

M{is abajo, y pasado ya el vado Derecho que pone al territorio Jurdano en comunicación con la orilla derecha del río Pino, desemboca el ria Cambrón engrosado con ol de Cambroncino, baj ando el primero de las faldas meridionales del Arrobuey y del Capallar por la garganta del Infierno y el segundo de la sierra. de Caldereros. Uno y otro, se reunen á 5 km. más abajo de Cambroncioo en un sitio llamado Huertos de Arro Camb,•ón, á 1 km. de la confluencia del primero con el río Pino. Desde aquél, hasta el Alagón, no so e ncuentran más rios importantes que el de la Mesa Santa, y otro pequeño que, bajando de la sierra de las Cañas, desemboca á 500 pasos más aniba del vado de la. Pesga, llamado también Vado del Arco Romano.

E n su orilla derecha, el río Pino recibe numerosos arroyos, pero de corto desarrollo, puesto que las sierras que lo dominan son bastante pendientes y demasiado próxi mas.

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Contando desde el L'ÍO que baja del puerto JudJo y que baña á Pedro Muñoz, encontramos más allá del vado Gorronoso el 1·io de la Joya que cruzamos antes de llegar á Azabal; después, pasado aquel pueblo, el rio Molino, y separados uno de otro por¼ km., el Arro Cristiaco y el Arro Carpintero. Pasado el pueblo de Casar de Palomero y recogiendo sus aguas, hallamos el Ano Blazquez, y más allá de Ribera Oveja el barranco de la Fuente, el arroyo de los Hoyos, y el de la Pizarril1a antes de llegar al pueblo de la Pesga. Algunos arroyos que bajan de la sierra de las Vaquerizas y de Nava Redonda van á desembocar en la parLe última del curso del do, antes de Boca de Oveja donde se reune el río Pino con el Alagón, siendo el más iinportanle el arroyo de Pontón, que desemboca un poco más arriba del Vado del Arco Romano.

El do Pino es la continuación del de los Angeles, en el coal desemboca á 50 m. más arriba de Pino Franqueado, el Esparahán. Desde el puerto del mismo nombre donde nace, ~ .EJsparabán, COl'l'e de N . á S. bañando las alquerías de Aldehuela, Erías y Castillo por su orilla derecha, y las de Robledo y la Muela por la izquierda.

Sus afluentes son, á _partir de su nacimiento, en la orilla derecha: el 1•ío de los Corrales que recilJe las aguas de la Fueute de Roldán, del pue1·to Viejo, del de los Corrales y del Esparabáu, estas ültimas por medio del Arropm•rto. La confiueucia del río de los Corl'ales,·se halla 1 km. más arriba del pueblo de las Erías junto al moliuo. Por bajo del mismo pueblo desemboca el rio de la Zembrana escapado de las alturas del mismo nombre ó de Trebell¡ más arriba de Castillo, desemboca el arroyo que da su nombre al pueblo.

El Ramajal crue baja de las alturas de su nombro, y el Háúez gue nace eu las de las Mesas , son los tílLimos afluentes _por la orilla derecha. Por la izquierda, el Esparab.ín, recibe primero al rio del Horcajo que nace en el importaute valle que ya cou.ocernos y baña al pueblo del Horcajo por su orilla derecha, y al Avellanar que pasa por una garganta profunda al pi e del pueblo. A igual distancia de ambos .se nota el riachuelo de los Frailes. Por bajo del río Ave-

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llanar se ven el r ío Mayor 6 Hay Cepo, el Ar ro Yer a 6 de la R oyera entre Robledo y la Muela, y por fin, el Ciruolos entre est.a última alquería y Pino F ranqueado. El camino que pone á este pueblo en comunicación con las alquerías altas del concejo, cruza al río Avello.nar en un puonte de madera, y al Esparabáu por uno de piedra á 100 m. más arriba del rio anterior y antes de llegar á la alquería del_Castillo .

El río de l9s Angeles 7 h.m. antes de su confluencia con el Esparabáa, recibe un afluente caudaloso, ó sea el río de Ovejuela; pero antes desembocan por su orilla izquierda, los rios de Arro Casa , Nebral y Alpino, y por la derecha el impor tante arroyo do la Mata que ~aja del puerLo del mismo nombre cruzado por el camino de Torr·ocilla de los Angeles á Ovejuela.

El río de Ovejuela. nace en las faldas meridionales de la Peña Boya y cone de NO. á SE., reuniendo las aguas de la vertiente occidental de la Zembrana y las q ue bajan de la i;iel'l'a que separa su cuenca de las del valle del Al'l'ago, es decir, el Arropuer t.a y el Arropino. Además 1·ecoge las aguas q ue bajau de las laderas septentrionales de las sierras y do la Peüa Tajada.

Más arriba del punto donde recibe al Ovejuela, el río de los Angeles queda reducido á u n arr oyuelo de poca importancia, pero debe su fama á la notable catarata de Mean Cera y al convento de los Angeles, célebre en otL·os tiempos.

El río de los Angeles lo constituyen dos riachuelos distintos: el mayor procedo de un puer to siLuado en dirección á Descargamaria que reune las aguas de la Peña Tajada, y sigue la dirección SO. á Nlil. hasta reunirse con el Ovej uela. A ·1 k m. de su origen y en su orilla derecha se despeña en él la catarata de Mean Cera for mada por la coufluencia de Jas a guas de las llanuras del mismo nombre, las cuales caen de repente desde una altura de 150 m . aproximadamen te.

No intentaremos hacer su descripción después de lo que dijeron de ella loS' Sres. Ma llada y Egozcue en su Memoria ya r.ilada (1 l. Sin embargo, nos permitiremos rectificar el parecer 11) Memoria geoldgiclJ minera de la pro~lncla de Cdceres, pfig. 24.

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de clichos se1101·es y el do D. Martín Santivañez en particular que la consideran superio1· á la Cola de Caballo del Monaste• l'io de Piedra y á otras igualmente famosas.

Es posible 11ue en primavera, siendo mayor la cantidad de agua, presente un espectáculo digno de admiración. Cuando la vimos en Julio pudimos contemplar la profunda gat·ganta ó sima por donde se precipita, notando además la delgadez del chorro, todo lo cual se puede ver en la fotografía que hemos tomado del ualul'al.

El Couvento, situado en la orillo. izquierda del río de los Angeles y,¡ 1 km. de la cascada, se halla completamente arruinado. Sus huertos los cultivan todavía los vecinos de Ovejut,la 11ue los tienen en propiedad. El convento (mejor dicho sus ruinas), está bastan le elevado sobre el nivel del río, puesto que su altitud es de ns m. y la del puente que se atravesaba para ir á Torrecilla es de 555 m.

Entre la catarata y el conven to, aseutada cu medio de un hnertecillo, existe eu la orilla izquierda del río una pequeña construcción que protege la cueva donde se 1·etir6 durante largos aüos para hacer vida e1·emíLica el padre D. Clemente Paterna, Cardenal Arzobispo de Sanliago y fundador del convento de los Angeles. La llaman por tal motivo Cue,,a del Cardenal.

El río de los Angeles corre en medio de terrenos cuhiertos de brezo, malezas, etc., eLc. , poi· donde uo pasa ahora el hom bre. Dos 1'inicos sitios estiiu cu ltivados, el Castañar de la. Hue. tre situado en su orilJa izquierda 11 tres cuartos de hora del convento y la Vega Llana en su orilla derer.ha á diez minutos rmts abajo del Castañar y donde existió probablemente una alquería hoy derruida y abandonada. Después de haber rodeado las faldas de la Pel'ia Tajada, ol ca.mino se une al que baja de Ovejuela y el trozo común cruza al río de los Angeles inmediatamente antes de su confluencia con el Ovejuela (540 m.) y continúa por la oriUa derecha hasta 1 km. antes de llegar á Sauceda. En este punto atraviesa al río (500 m.), sube á Sauceda (500 m.), y luego siguiendo la ol'illa izquierda llega al Pü10 (485 m.), en donde entra después de haber salvado al río Esparabán (465 m.)

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El Esparabán tiene un desarrollo de 18 km., poco más 6 menos, y su pendieo Le media es de 48 mm. por metro¡ el de Ovejuela tiene Gkm., siendo su pendiente media de 81 mm. :por metro; el de los Angeles, desde su origen hasta el Pino mide 12 km . Su pendiente media es de 66 mm. por metro.

Antes de terminar con la descripción de los ríos del J:erritorio Jurdano, añadiremos que raros son los quo se secan porcomplelo, si bien disminuyen en tan noLablo proporción durante el verano, que se los puede vadeará todos.

Esta particularidad deben de conocerla los que quieran emprender el viaje, porque en ríos tan importan Les como el 1·10 P ino no hay un solo puente.

Las aguas de los SIMA Y CHORRO DE MEAN CERA. ríos y lorrentes son todas puras y cristalinas, crían abundantes y exquisitas truchas y en algunos :pu ntos los habitantes no bacon otra. cosa que entregarse á la pesca y llevar sus productos tí los pueblos cfrcuovecinos. Además, los torrentes arrastmn arenillas de los des:pefiaderos y Cascajales tan DUffitll'OSOS en las ásperas laderas de los montes de Lad rillar, Casares y Camin o Morisco. En ellas se encuen Lran algunas pepitas de oro y vienen de los pueblos de Estremadura, de Monte Hermoso, en parLicÚlar, mujeres que se dedican exclusivamente al lavado de aquellas arenillas, sacando de este tmbajo un jornal medio de dos pesetas á dos pesetas y media. En tiempos de los Romanos se perforaron

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galerías, hoy arruinadas, que eran la~ bocas de otras ·tantas minas para la exL1·acci6n del oro.

UUIDCL'OSaS

P u eblos .

La descripción orohidrográfl.ca que antecede será suficien te para for mar juicio exacto de la situación de las Batuecas y de las Jurdes y de su extensión respectiva.

Son muchas las inexactitudes geográficas que col'l'en respecto á ambas comarcas , _pero son, sin embargo, insignifica ntes en comparación de las que pululan en los escritos sobre sus moradores, origen de los mismos, costumbres, civilización, etc., etc. Trataremos de rectificarlas á mudida que las vayamos advirtiendo .

• Las I:Jatuecas.- Sus 11abitr.mtes.-El convento.- EI vulle de las Batuecas, entre todos los qne nos han ocnpado, es el único que forma parte de la p1·ovincia de Salamanca, ayuntamiento de la Alberca. No tiene más centro habitado que las ruinas que aun quedan del convento. No nos detendremos en descl'ibir lo que fuó este convento de Car melitas Descalzos, fundado en 1599, ni tampoco sus soberbias avenidas de robles, castañ os, cedros y cipreses, sus celdas y jardines, su fórtil huerta, y sus er milas rodeadas de pintoresco paisaje.

Evacuado en 1833 cuando la expulsión de las órdenes religiosas, fué confiada su guarda á lres frailes y adquit-i6 celebridad merced ti. la presencia del padl'e Acevedo, conocido también por el padre Cadete.

Era por eutonces el convento objeto de frecuentes visitas.

Una de ellas dió lugar á u na publicación in tel'calada en el Semanario pintoresco espa11ol por D. J. Arias Girón, con el tHulo de Las Batuecas, en la cual hallaráu los lectol'es descripcióu detallada de lo que era en 1839 el convento y s us all'ededo1·es (1). Con el mismo titulo un escritor francés, M. Antoiue

(1)

St111ana1{0

pll1toresco espaiíol, t. 1v, 2.1 serlo. Madrid, 18311, págs. 01, 118, t:31.

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46 -

La tour, detalla la visita que h izo Ja Condesa de las Navas en 1866 (1).

En 1872 el convento fué pasto de horroroso incendio que destrozó la iglesia y las celdas y redujo á conizas árboles gigantescos, de los cnales no quedan más que los troncos, testigos mudos de pasados esplendores.

Los verjelcs y el jardín que rodean al edificio con las ruinas salvadas del sinies tro fueron vendidos en clase de bienes nacionales al Sr. Safon L, y son actualmen te propiedad de D. J uan Salafranca, vecino do esta corte.

P roduce la finca unas 125 pesetas an uales, á las que han de agregarse 250 obtenidas cada cuatro años con la venta del corcho. El ar rendatario actual D. Manuel Pino , vecino de Ja Alberca, y su fam il ia , ó sean cuatro personas, h abitan en las dependencias del convento un lnn to restauradas y donde el viajero recibe modesto pero cariftoso albergue. Constituyen ellos toda la población de las Batuecas. Viv911 del producto do sus corchos y del que Jes proporcionan los verjeles, abu ndantes en notables árboles fruta les. Las tierras de su pertenencia son las ú nicas laborables en Lodo el valle, pues lo restante se halla constiLuído por numerosas y abruptas pendienLes pobladas de a1·bolillos y algunos árboles criados en la ribera del arroyo.

Antaño , hallándose el convento en estado floreciente, lo ocupaban los frailes. Antes de su fundación el pastor D. Francisco Luis de Pies, ú.nico morador del valle, había sentado sus reales en el mismo sitio en que se estableciera el coa ven to (2) .

Tal es la realidad.

P areceríale á cualquiera que es presa de profunda pesadilla aJ leer la siguiente descl'ipción que Lrnnscribimos con toda fidelidad : « A 60 km . de Salamanca , en el áspero valle de las Batue»cas, al pie de la Peña de Francia , moran pueblos calificados

(1) Vnlenct ti Valladolid. Notictlles ttndett s1t1• l' Espag110 p1w M. A 11toint dt Latotw. Pnris, E . Pion e~ 01•, 1877, pág. 0-2i y siguientes.

(2) Véase Ma11ifl(-$IOapolopitico, oic., etc. citado, pág. 56.

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»de salvajes y á los que se acusa ind ebidarneuLe quizá de des»conocer las estaciones. P ocos a1ios hcí, corrían varias leyendas Hes pecto de esta Lribu, y algunos suponían que había perma-i1ccii.lo ignorada por sus vecinos b asta la edad moderna, y »que dos amantes, fugilivos de la casa de Alba, la habiau »descubierto ..... » Pues esto lo dice Elíseo Heclus en su Geografía universal (l ). Onesi mo R eclus (2) yue no menciona :iiquiera á las Jui·des, apadrina semeja11Le:1 patrañas. Y ot1·0 autor, Vivien de Sainl-Martin (3), se con tenta con copiar á • aquellos geógrafos, sin más comentarios.

P arece iucreible que así se escriba cu materia de Geografía ó IlisLoria, pues que, en resumen, los supuestos Baluecos, que por carecer de Lada civilización y por su iguo1·ancia habían llegado hasta vor· s u nombre aplicado como sin ónimo de idiotis 1110 ó poco menos, jarn~s han existido.

Es así, que 110 humos do consentir eu llamar pueblo ó Lribu al individuo ú11ic;o , el pastor Francisco Pies que a llá por '1596 habitaba ea el valle, u i e n calificar de ind ígenas á los religiosos q uo, procede u Los de tollas las _provincias do Es paria, se reu uicrou eu 1599 y fundar on el co uvento de CarmeliLas. Tampoco uos parece q 11e deban de cousidernrse i ndígenas á D. Antonio Pino )' su familia, vecinos de la Alborea y actuales moradores y anendaLal'ios de las fi ncas del con vento. Mas, los autores, copiándose unos á ot1·0s, il'reflexivamenlo, han propalado tales fábulas, sin tratar de cerciot·arso de su exacLiLud y ocasionando con esLo, eu g ran parle, el olvido y abaudono en que bau quedado esos Lerl'iLorios , cosa ·bien digna de Jarnentai·sc, dado que les hubiera sido sumame nte fácil personarse e n fa Alberca y en uo solo día hacer una expedición al convento, con la cual se conve ncería.u de que en ose valle no podía habitar pueblo alguno, pues si a lguno exis Liera habría de ser en oLros valles. Después, si se inLerua bau nu\s al S. , coro -

(1 ) Tomo ,, pAg. O!Ja, odici ón uo ltfi6.

(2J lA ?'erre il t ot 1l'olsca11,, l'urls, HnclteLte, pd!r, 1110.

(8) Non·o. J)icl. a.e Géogr. m1iu., llaluccas , t . 11 pág. 3il. H11rde1 , t.

Puris, l:lnchctte , !Si~.

u, pág. i OO.

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4-7 -

pt'obarían la existencia de estos y verían que sus pobladores no eran aquellos salvajes de que hablaban -por 1·efel'encia los más, y todos ellos sin haberlos visto una sola vez.

Concejos y alquerías de las Jurdes . - Parece, si11 embargo, que se ha puesto especial empeño en confundir :'L las Batuecas y las J urdes desde sus origen es, cuidando.además con particular interés de ocultará estas comarcas tras de espesísimo velo, . sin dejar por eso de seguir divulgando toda clase de leyendas á cual más ahsu rdas, y lodo sin duda para eviLar que -penetrasen en el corazón del país sabios y estudiosos, gentes que seguramente habillu de coutribuü á la desaparición de un estado y modo de ser basados en la ínj usLicin. más inilanle i>ero que hacía, sin duda, la felicidad de unos cuantos. · Hoy en día ya no es licito es-tablece1· semejantes co11fusio11es.

En erecto, bajo el punto de visla aclministrativo, las Jurdes se lrnllan divididas desde 18H en concejos 6 distritos dependientes como en el resto de España de la cabeza de partido y del Gobierno de la provincia.

Muy discutidos bao sido los límHes de Jas Jurdes, si bien abrigamos la creencia de que en la actualidad todo el mundo concuerda en designar con este nombre el Lerrilorio compren dido entre las sierras de Francia y de Gata al O., 1a divisoria de la provincia de Salamanca al N., ~hio Alagóo al EJ. y los ríos Pino y de los Ángeles al S., excluyendo, por supuesto, toda la ribera derecha dt, estos tfüimos ríos y toda la ribera faquierda del Alagón.

Las Jurdes comprenden cinco concejos, r1ue son: Cabezo, Casares, Nuñomoral, Camino .Morisco y Pino Franqueado.

Cada uno de es~os comprende á su vez cierto mí.mel'O de alquerías, según potl1·á verse e11 el pl'eseote cuadro, en el cual se indica tamJJién el número de habitantes gue las pueblan y la situación de la alqueria respecto al río que la baila.

DIVISIÓN ADMINISTRATIVA DE LAS JURDFíi (5 ooncojos y 44 alquorías). -1891 ALTITUD

CONCEJOS.

cmzo (G!Kl hablts.)

ALOUERIAS.

¡

Larlrntar. r... .. ..... ...

Las Mestas. BP. I ......

Río '.\!olo lle Arrillll . •.. .

..

.

Arro Cerezo.. . . . . . . ... • Arro Lobos . . . .. •. .. ... .

Cnlahezas. EM.......... .

CAl1!1~0 IIIORISCO Cam brón .. . .. ... .... .. . .

(802 babils.) / Cambroucino. EM. l. . ..

Oohesilla . .. .... . . . ..

Huerto . .. .. ... . . •.. , . . . .

Pino Alto .. ... . ... ····· Río Malo rlo Abajo., ... .

\ c....,,,, ••. .... ..... ..

CUAlltS (""h•h<~.)

Casa Jurdo .. ..•....• . .. .

Casnres. EM. I .... . .. , . , Cnsu Rubia . . .... . .. . •..

1Cu~íln .. .... .. .. , .. ..

Herns . ... ..... .. .. . .. . ..

Huelre... . . . . .. •... . . .

Robleclo . . .... . .. •. . •.. . .

\ Aooll,Wllo . . . ... . . .

Asegur . ....... . ..... .

Batueq ulll1L. , . , .. . . ... .

Cercznl. •..... . .......

Frng-oSa... .. . ' . . .. • . .

'~'"""(~ ftUÑOIIORA~

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C•bo~. EP . .. .. .. . .. . . .

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POBLACIÓN.

........

RorcnjrulR. . .. . . . .....

Mnrtllaudrrui. . .. ... .. . .

Nuí1010ornl . E.M. I ....

Rubi aco .. .. .......... . ..

Vegas de Corin. l. , ... . .

Alclehuela ... . .. . ..... ..

Avollnnar •.. , . .. . ... , . . .

Cnstlllo . •. .. . .. . •.•. ....

Erias. EP..... .. .. . . . ...

PlllO FIIANQUEAllO Horcajo. EP. l. ........ .

o rzr ,,,..,., ,( : ::::'~ :

:

Ovejuela. EP . ... . .... . .

Pino F ranqueado. EM. l.

Roblado . . . . .. .. .. ..... . .

Snuce<la . . . .. . .... . . . ...

150 250

'200 80 40

el

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725 4&1 755

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16 48

420

158

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" " 550

161 52 128 20

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60 168

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100 12

100 00

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100 136 3"2 72

81 80 72

100 85 48 08 156

226 ;~ 128

SITUACIÓN TOPOGRAFICA.

Metro,.

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))

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1)

710

806 000 iOO

520 4SO 450?

760

620 >)

695 595 » <105 660 •.185 525 000

Orilla lzq_ulerda ele! río Ladrillar.

Or. Izq. de Id. Or. lz11. de Id. Or. derecbn de Id. Or. lzqulercla del rlo ele las Calabazas.

Or. izq. del rlo Cerezo.

Or. izq. tlel Arro Lobos.

Or. tlereoba riel río Cnlabozas.

Or. izquiercla del río Cambrón.

Pasa en metilo el rlo Cambronoino.

A orilla derecbu del rlo Dehcallln.

Orilla dereohn del rio Huertn.

Or. izqu ierda del río Pino.

Or. derecha del rio Lndrillnr.

1 Or. clor. del r!o Carabuslno.

Or. iz11 u lerda del rlo Casares.

Or. iz¡¡, del íd.

Or. Izq. del Id. Or. <lcrocha del irl.

Or. izrtuie~cla ele! Id. Or. izq. clol río Casares.

Or. lzc¡. del rlo clo Robl edo .

Or. izq del rlo Aceilunmn.

Or. Izq. rlel río ele los Casare¡¡.

Or. dorechn.do l río .Jurdano.

Or. Izquierda del río Cereznl.

Or. izq. del rlo de In Fragoso.

Or. izq . ele! íd.

Or. izr¡. riel río 6 Chorro ele la Aldea.

Or. lzq. del rio ele la Fragosa.

Or. izq. del río Jurdano.

Or. Izq. del id.

Or. izq. del hl.

Or. derecha del río EspQT1lbán.

Or, der . ele! rlo A.v e llanar.

Or. der. del rlo .Espnrnb{m.

Or. der. del Id. Or. der. del rlo dol Horcajo.

Or. Izquierda del rlo ele )lensejar.

Or. izq. del río Esparnbán.

Qr. lz,¡. del río de Ovej uela.

Or. izq. del río EsparnlJán y del río Pino Or. Izq. del r!o Espnrabán.

Or. izq. del rlo de los Angeles.

1

NOTA. La letrn E indica que la alquerla tiene escuela.-Elll, que el municipio la sostiene EP, que la escuela está á cargo de In Oipulaoión provincial.-T, Indica que hay iglesia.

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Resulta, pues, que las Jurdes se componen de H alquerías, repartidas en 5 concejos. Cada concejo lo administra un ayuntamiento, presidido por el alcalde.

En ciertas alq uerias de mayor importancia, existe un teniente alcalde, 6 un alcalde pedáneo. Tienen asimismo estos ayun tamientos su correspondiente secretario; pero, en las Jurdes, su caLegorla y prestigio son mucho mayores que en cualesquiera otros puntos, por causa, sin duda, de la carencia Lota! de instrucción de los moradores y aun de los mismos alcaldes, muchos de los cuales no saben leer ni escribir.

P or consecuencia, estos funcionarios se hallan completamente supedilados á sus sec1·otarios, y por cierto que se ha dado el caso de alcaldes que se han visto arruinados así que terminó su mandato, y obligados á satisfacer de su peculio particular las deudas que les hicieron contraer sus secretarios.

Ilubo euLre eslos algunos, según se nos contó poi· personas ,dignas de fé, que fueron terror de sus adm inistrados, llt:1gando á infundir tal miedo á alcaldes, curas y maestros, que ninguno de ellos hubiera osado proceder judicialmente contra el autor de sus agravios.

L as miras tan ambiciosas como 1·uioes de no pocos de ellos, motivaron en 18-H la subdivisión del concejo de Nuiiomoral en tres parles, que consLituyeron oLl'OS tantos concejos, cuales son, Nuñomoral, Cabezo y Casares.

De este modo, á la pa1· que esos se1iores c1·caban para sí plazas lucraLivas, los gasLos administra tivos de cada concejo duplicaban ó triplicaban de Lal manera, que en esos ya empobrecidos pueblos, no quedaban recursos para la conservación de sus obras y edificios públicos.

Deben de hacerse por fortuna, honrosas excepciones, y nos cabe la satisfacción de con lar entre ellas al secretario del Pino, D. Felipe Pérez ·y González, exdi_putado provincial y verdadera gloria del distrito que rep1·esentó, y que dotó, según veremos, de maestros de primera enseñanza; persona instruida y de int;chable probidad, bienhechor y desinLeresado consejero de todos sus convecinos, á los cuales atiende con patel'nal solicitud. Quien recorra la comarca en su compañía, advertirá 4

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por do([niera señales inequívocas del respeto y consideración que ba sabido inspirar y de las generales sirnpaLías con q uecuenta enlro sus administraüos.

En toc1o el terl'itorio Jnrdano, denLL'O y fuera del concejo del P i no, su nombre os conocido y venerado ele Lodos.

Vias de c omunicación.

En el transcurso rl el rela lo, hemos indicado la situación y posición respectivas do varias localidades . La simple inspección del mapa nos dispensarél de más amplios detalles. Nos quedan, pue~, por describir las vias do comunicación, problema este cuya solución es de la mayor imporlancüt, supuesto, que al iJeterminar hoy cu~les son los medios con gne contamos para llegar h asta las J urdes , y cnáles las vias de comunicación' ont1·e s us pueblos, no podní menos de reflexionarse sobre la grande utilidad de la carretera proyectada y sobre los m uchos beneficios que ha de repork'lr tí la comarca, una vez.. construida.

Las Jnrdes tienen accet=:o por tres direcciones distintas. Si se llega por el N., se ont1·a po1· la Alberca tí 30 km. de F uen tede San Esteban , 6 por H erguij uela de la Sierra, á 14 km. deSequeros y 80 de Salamanca. Los que procedan de la AlbeTca, atravesarán el valle do las Baluecas pa1·a bajar A las Mes tas; los que vengan de lierg uijuela pasarán por el Lomo Pinto cou objeto de alcanzar cel'ca de Río Malo de Abajo el anchuroso camino llamado Real ó camino Mol'isco, que desde la sierra de Francia se dirige ,\ la de Gata.

Por el S. es necesario llegar á Casar de Palomero, 1í 35 km. de P lascncia, desde aquel punto att·avosar el rio Pino para dirigirse, ya á Pino Fra nqueado, ya á Cambroncino y alcanzar también ol camino Morisco. Por el O. se va desde Ciudad Rod.rigo it Mnrtiago ó t1 Agallas, pueblos situados al pie de la sierra de Gata. Saliendo del primero do estos pueblos, sefranquear:l la sierra por el Ptterto Viejo ó puerto de las E rías,. ó si no por el de los Corrales, camino más directo, si se:

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quiere bajar á las Erías, y desde es~a alquería á Pino Franqueado siguiendo el río Espa1·aMu. Saliendo de Agallas, se llega lo mismo á las Erías, después de haber sal vado la sierra por el puerto de Esparabán y a travesado Ja alquería do Aldehuela.

No nos detendremos en Ja descripción de los muchos sendeTOS existentes entre l os varios pueblos. Ba.stará con el examen del mapa, parn darse cuenta de aquellos. Di1·emos, sin embargo, dos palabras a cerca del camino Morisco, y luego tomaremos la libertad de remüir á nuestros lectores á los estados eu que figuran los itinerarios que hemos seguido, con sus alturas correspondientes , los puntos por donde hemos pasado, y asimismo aquellos en rrue nos hemos detenido, ya parn descansar, ya para pemoctar. Estos itinerarios servirán de poderoso auxiliar á cuantos pretendan realizar semejante expedición. Ha!Ja. rán en ellos indicaciones del tiempo medio empleado en ir de un punto á otro.

El camino Morisco es, sin duda alguna, la via importante de comunicación del territorio, á pesar de que deja á derecha é lzquierda á la mitad de los pueblos del concejo. Es, además, el camino que pone en relación á los pueblos de la parte llamada Sierra de Francia con los de la Sierra de Gata.

Ha debido de existir en Liem pos de los Arabos, cual su nombre lo indica, y muy probablemente en Liempós de los Romanos. Con muy buen criterio hace observar D. Francisco Coello que, en Extrematlura en particular, se califica de moros ó moriscos á muchas obras y monumentos antiguos que lícitamente deben de a tribuirse á la época Romaua.

El concejo llamado Cami no Morisco, es notable bajo el punto de vista de que carece de cabeza ó pueblo principal, pues que se haUa constituido por mulLiLud de aldeas aparentemente esparcidas, pero en realidad muy bien dispuestas á lo largo del camino Morisco. Este camino es muy superior bajo todos conceptos ti cuantos existen en la comarca; su anchura es también mayor. Por todas partes se hace accesible á las bestias de carga, y pudiera convertirse en excelente carretera con mu.y pocos dispendios.

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Ponelra eu las Jurdes por la a lquería de Rfo Ma lo de Abajo, eu la cual rematau los caminos de H erguijuela poi· R eboUoso y de la Sierra de Francia por Martiuebróu 6 Cahaloria. Desde R ío Malo de Abajo aLraviesa el lomo que scparn á los ríos Ladrillar y Jurdano, llegando á elevar su cota á 585 m. y á 570 e u la PortiUa Pino, donde se une con un camino que viene de las Mestas y de la Alberca.

Más allá de la Porlilla Pino se di\ride el camino eu dos ramales, uuo de los cuales se dirige hacia el E., siguiendo a l río Arrolobos hasta el pueblo de este nombre; el otro, ó ramal del O., continuación del camino Morisco, desciende ligeramente por el Arrolobos, del cual se aparta pronto para subir al Confesonario, co1·tadura abierta en el llaneo E. del Gueto; desde aqu1 baja á Vegas de Coda , donde salva el río Jurdano (en la cota 4.50) por un puente de dos oj os construido como el de las MesLas, y los del valle de las BaLuecas, por el Ilustrísimo Sr. D. Juan Porras de Alienza, Obispo de Coria y bienhechor de la comarca.

Pasado el puente de Vegas de Col'ia, sube el camino por la orilla izquierda del río, merced á una serie de revuelLas siluadas en las laderas de la sierra de la Mula hasta la Porlilla Alta (600 m .), y despuéi; de haber sal vado varios riachuelos, alcanza la Portilla de la Mesa Santa, espaciosa meseLa, famosa en la historia de la regi óu , porquo en ella quizá se convocaban las h uestes cl'is tiaoas, y situada á 565 m. de altiLud. De ella arranca por la izquierda un camio o que conduce á la Pesga. Pasada la Portilla ci tada, el camino salva los afluentes del arroyo de la Tapia (525 rn.) uno de los orígenes del río de la Mesa Santa, sube luego al porLillo de Cambroncioo (585 m.), deja á su izquierda el camino que baja á esta alqucl'ia (525 m.) y luego á Ribera Oveja; sigue en línea recta á través de un circo, en el cual nace el río de Cambt·onciuo, para (ranquear en la Por• tilla de Cambrón la siel'l'a del Convento. Entra en el valle de Cambrótl y después de haber deja do á su derecha el camino que conduce á dicho pueblo (3 km.), salva la sierra de Lomo Carrasco. El camino Morisco, en vez de dirigirse á H uerta (620 m. de altitud), se inclina ligeramente al S. para sah·ar el

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riachuelo del mismo nombre á 500 m. más abajo del pueblo.

Antes, sin embargo, se destaca de él un ramal directo que parte del S. -y franquea la sierra Traoguera para dirigirse á Arro Cerezo (3 km. al S.).

El camino Morisco salva el arroyo de Dehesilla (550 m.), se junta con el camino que le une· coa Huerta y Dehesilla, atraviesa el tío de las Calabazas, y más adelante el río Alabea pot· un puenLe de madera (525 m.). Sube á la _portilla de las Animas (565 m.), salva el río Mensejar (540 m. ), alcanza la portilla de Pino Fraoqueado 1 y finalmente pasa entre Pino Alto y Pino Franqueauo (485 m.) . Antes de atravesar el rio de Calabazas deja á su izquierda un camino que se dirige á Aceña ¡s km. más al S.).

A partir del río Pino 1 se puede co11tar con caminos en todas direcciones 1 bien hacia las alquerías altas del rio Esparabán, bien hacia Ovejuela, Ilernáu Pérez, Torrecilla de los Angeles, Villanneva de la Sien·a , etc., etc. Se continúa el camino Mol'isco en dirección al pue1·to uel Término por el cual salva la siena. y llega á Torrecilla de los Angeles.

Casi Lodas las alquerías se comunican entre sí por caminos Lransita~les, siendo los peores los del valle de la Ft·agosa. En el mapa que presentamos, los caminos transitables se indican con trazos continuos; lus líneas de puntos expresan los senderos poco recorridos 6 sin salida, y los pasos de ciertos parajes, por todos los cuales sería imprudente caminar sin guía experimentado. Sírvanos de ejemplo la embrollosa encrucijada que se halla entre la Collada Clemente y el puerto del Ladrillar, eo la (Jne se enlazan los caminos de Casares á la Alberca 6 á la Paria de Fran cia 1 y ele la Alberca á Agal1as, Monsagro y 1Yfartiago.

Facilísimo seria el extraviarse pa1·a quien no conociera perfectamente el país, y tanto más de sentir cualquiera equivocación, cuanto que haría perder una jornada, cosa de lamentar en u_na comarca que ofrece Lan raros y alejados albergues.

La carretera que ha de atravesar las ,Turdes, debe seguir el actual trazado del camino Mot'isco. De e.s te mor.lo la obra será poco costos11 , de fácil ejecución y relacionará entre sí á casi to-

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das las alquerías de los cinco concejos. E n efecto, las de PinoFranqueado cuen La.u con buouos caminos, que vieue1J á reunirse cu la cabeza del concejo. Las do Camino Morisco estarán á l o la1·go de la carretera. R estarán, pues, las de Kuñomoral , Cabezo, y sobre lotlo las de Casares, que quedarán fuera del trazado á mayor ó menor distancia.

Por lo lauloi el complemento natural tlel proyecto serian dos ramales que, procediendo el primero ele Nu1iomoral, vernhía · á enlazar con la canelera. cerca do Vegas de Coria; el segundo, de Cabezo ó L adrillar, se uniría con el mi~mo, ora en las Mestas, ora en Hío Malo de Abajo, scgtín la ilirección que se dó á la carretero. á partir de la Portilla Pino, puesto r¡ue igual se la pueda hacer pasar pot· las Mestas abandonando el antiguo camino hlol'isco durante esto co1·Lo Li·ayecLo 6 hacerla seguir este Cllmino en Loda sn extensión. Por modio de los dos ramales indicados, las alquerías del concejo de Casares podrán gozar como las de Nufiomoral y Cabezo de los benefir.ios de la carretera proycct~da.

Desde las Mestas ó desde Río Malo de Abajo, la cal'l'elara ha de franquear el río LadJ'illar pat·a unirse en Ilerguijuola con la carl'etera proyectada entre Granadilla y la Alberca ó Granadilla y Sequeros.

En nuestro sentir, no del)e de unirse á las Mestas con la Alberca por el valle de las Batuecas. No solamente la obra sería diCícil y costosa, sino que además la vía sería poco Lran-. silable teniendo que salvar en 2 ó 3 km., una diferencia de nivel de 700 á 800 m. Poco servida á los Jurdanos y mucho, en cambio, á los Albercanos, que se vería~ así favorecidos en sns faenas agrícolas, siendo todavía dueños de numerosos olivares y virledos de las Jurdes hasta las mismas puertas de Pino Fl'anqueado.

El trazado que nos atrevemos á ensalzar, presenta entre otras ventajas la de no tener poodieotes superiores .í 7 cm . por met1·0 y eso en muy reducida parte de sn extensión. Pero otras consideraciones hemos de exponer en su favo1·.

Los verdade1·os intereses de los Jardanos exigen qu e la comarca cuente durante cierto tiempo, ..l lo menos, con salidas

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uaLuTales, ya por la paTte de Plasencia, ya por la de Bójar y -por la Alberca. Demasiado Liempo se ha h~cho senLil' sobre los Jur,Jaoos la nefasta influencia de aCJ_uella, para q ue se traLe de uuir bajo la comunidad deinLereses á comarcas cuyos habitantes lian sido siempre enemigos declal'ados entre si, y de la ma11era más encarnizada q_ue puede soñarse cutre gentes opre.soras unas, y víctimas las demás.

Bueno serla que durante algún tiempo, los moradores de Jas lurdes supieran que pueden exisLil' otras relaciones sociales que las que se ha11 visto obligados á mantener largos años, -con sus vecinos los dP, la Alberca.

Por tales razones creemos que la geografía y la economía polilica aconsejan ele consuno que la carrelera proyectada, á .-su salida de las J urdes, se una en un puu to cua1q uiera <le su trayecto, con la que enlazará á Granadilla y Sequeros pasando por Hergu ijuela, y no vaya directameuLe á la Alberca.

JlO

II. ETNOGRAFÍA,

Descrita, según queda, la comarca Jurdana y expuesLa su <livisión administi·ativa, Lócanos hablar de sus moradot·es.

Nos esfol'Zaremos , por preseuta1· á este pueblo bajo su real y verdadero aspecto y destruiremos de paso las múltiples leyendas que hasta hace poco han consLituído su hisLoria. !::le ha aflrmaclo, según tuvimos ocasión de indicado al tratar de las BaLuecas, que dos amantes fugitivos de la casa de Alba habían descubierto las Jurdes allá por el año de 1600 (1).

«Un hombre y una 1m1jer de la familia del sef1or Duque de Alba se· hallaban enamorados; y por huir de las iras del señor · Duque, no teniéndose por seguros eu Espafia, se habían ido á (l) Alonso Sánchez. De Rebus Flisva11i(IJ, plig . 868, lib. vn, cap. v. Alcalá de liennrea, 1688.

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unas montañas distantes de Salamanca como á 12 leguas, que, por su aspereza no habían sido penetradas de ninguno de sus vecinos, más que de ellos; y subiendo estos tales por aquellas. montañas pareciéndoles que habían llegado al cielo, descubrieron un valle, y en él á unos hombres sin cultura ni ornato de cuerpo, y de lenguaje no conocido, sino es por algunos términos semejantes á los tiempos de Godos, iuólaLras como judíos, aunque habiau hallado algunas cruces algo perdidas su forma; y que dando noticia por la sierra de lo que habían descubierto,. se juntaron algunas gentes de la familia del señor Duq ue de Alba con armas, habían penetrado y atravesado por los montes.

-y sierras en dirección á aquel valle; y que cuando penetraron en las monlaúas y se acercaron á tal valle, tuvieron que huir á m'ía de caballo por temor á aquellos seres humanos del todo. desnudos, y que se mantenían de bello tas y castañas que produce el ·terreno.»

Resulta verdaderamente extralio, hallar semejanle cuento reproducido siempre que se trata, ya d~ las Batuecas, ya de las Jmdes. Pl'Ueba más de que en aquellos tiempos no se hacia distinción en b·e unas y otras.

Sea lo que fuere, esta relación apócrifa, sirvió de base á loda la historia de las Jurdes, y fuá propalada en primer término por poetas y dramaturgos, siendo euLre ellos el primero, Lope de Vega que · escribió una comedia LiLulada: Las Batuecas del Duque de Alba, impresa en 163:3 y representatla en el mismo año.

Dicha comedia fu6 refundida en 169 1, por· D. Juan de Matos Fragoso, (1) con el Ululo de Nuevo Mundo en Espmia.

Se echa de ver, como es co11sigL1ienle, q ue en un pl'incipio,sólo existían leyendas que ,;orrían como a.u tén ticas y sin quenadie se preocupara de indagar la verdad. Lo demuestra palpablemente, el hecho de que D. Tomás Gonzúlep de Mnnuel 1 presbítero, ele la Alberca, escribiera una His toria titulada: Manifiesto apologético de la antigüedad de las Batuecas (2), ea

(l) Año 1671, N1tefJo Mundo ori FJspaña. (t) },ladrid. Año 1093.

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la que disipa á medias nada más, y aún esto á pesar suyo, la densa niulJla en ([lle halla envuelto cuanto pueda relacionarse con aquella comarca y sus pobladores.

Es así, quo nos habla del valle ó dehesa de Batuecas, do la fu ndación del convento de Carmelilas y de otra dehesa qne llama Surde 6 Jurdo cuyos habitantes viven en alquol'ías; de una de cslas que consta de 500 vecinos, situada ea mitad do la. dehesa (se refiere ~i Nuüomoral), y del brnvial'io que se con serva en su iglesia, del cual fuera dificil averiguar la fecha; de Jas medallas romanas too efigie del Emperatlor Traja no, ocultas en las cer canías de la alquería de la Batuequilla., de los derechos de la Alberca sobre aq uellu. dehesa... Más, de repen le, enmudece como si se arrepintiera de haberse extendido en demasía sobre tales derechos y sobre las ordenanzas que los regulan . .

En vista de esto, 110 cabe duda que ya para entonces el pueblo de la Alberca debía do comenzar á hacer seutfr su foOuencia y despotismo, y claro es, que ni al pueblo, ni á cuantos me<.ll'ar·an á su sombra, había do agradar el quo gonLes curiosas y ávidas de saber, llegaran á enterarse de semejante admi nistración.

Para ello, el camino más fácil, era indudablemente dar c1·6diLo á la fábula y hacer que corriera.

Obse1·vemos, en efecto, que mientras el P. Eusebio Kieremberg (1) decía que en las Batuecas debía de ex:islfr el Paraíso terrenal, la inmensa mayoria de las genLes, y muy en particula1· los de la Alberca, esparcían el 1·umor de que aquellos luga1·es y sobre todo las J urdes, se hallaban infestados de .brujos y tlemonios y de hombres salvaj es, sin religión ó cosa ai:; í.

Tan esLúpitlas paLraüas, han ido Lomando cuerpo, y al prevalecer , han sido causas del olvido y abaudono en que se ba dejado á aquellas comarcas hasta nuestros tiempos. Cuantos autores se hau ido sucedic udo, tantos han repetido lo mismo.

Tomás Cornelio Moreri, decía el afio de 1725 en su Diccio nario histórico geográfico: « Las Batuecas han sido descubier-

se

(l) Cm·losa Filoso/la, lll). ,, pt'ig. 85.

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tas el siglo pasado (en 1000 por lo lanto), por el Duque de Alba, casualmente, y son los habilanLes, como lo re_pararon algunos autores, reslos t.lc anliguos Godos r¡u e se refugiaron y oscondierou enlrc las montaüas huyendo de los moros.,, Proa uce mayor asombro, sin embargo, lo '!lle escribe el P. Feijoó en su Teatro C1·itico (l) . Esle nu tor , lla mado poi· algunos, padre del periodismo español, que hace alarde en sus escritos de combaLir y desvanecer los erro1·es todos, con el fiu de guo resplandezca. la verdad, conocía co n ccrlozn, la fuuu.a ción del con ven to de Carmelitas de las BaLuecas, y había leido el rnaniílosLo apologético del liceuciaclo Gonztilc1. ,le Manuel.

No podía, por lo lanto, ignora1· la existencia de la dehesa de J urdes, y no obstante, confiesa que le falla poco para dar crédito ála leyenda contada por Alonso Sánchez. Niega que pneda haber pueblos de imporlaucia en las Batuecas, y por consecuencia, que se halle oLro ú otros valles habitados más nllú de las BaLuecas, y no admito fa existencia tle los Juruauos.

Sin embargo, en 1592, como lo llace uolar el Sr. Barran tes, so publicaba en ~ladrid por Fray ,Juan Bautista Moles, una 1·ecopilación con el título de Me11101•ia de la. Santa P1·ovíncia de San Gabl"iel, en la cual Lrataba del convento de Nuestra Señora de los Angeles y de la cascada de Mean Ce1·a.

Se necesita llegar has la fl nes del siglo pasado pru·a que bailemos eu Larruga (2), bien sentada y definida la disLinción enLre ambas comar cas bajo el llllnlo de vista geogrMlco. Al referirse :1 las J urdes indica ya que se dividen en lrcs concejos: ~ui1omor;1l, Camino .Morisco y ·Pino Fl'anqueado. Y Lodo cuauLo dice respecto de los habitanLos, ele sus cosLumbres, modo do vivir y necesidades, lo presenta de tal modo, que hubi éramos deseado que asi lo hicieran los muchos autores que posteriormente han Ll'u.tado el mismo as u.nlo .

Es verdad que Miñano en su Dicciouario (3), dice al hablar

(l) Ttalro Critic11, t 1-v. Discurso, x, lilll.

(2J M~morlas pollllras y eco111J111iras, por D. Eugenio Lnrroga, li05. (!l) Mirtnno, JJiccto111wio Geoo,·ájloo Estadlufco da JJ.'spaña !I Portugal, 1820, ~. u, B11tuecns.

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de las ,Jurdes: uQue todó cuan to se ha referido en varios libreLes y on algunos dicciooarios geográficos, acerca del descubrimionlo d(.'I las B11Luecas , son meras fábul as i nv'ilnladas para diverEión de n irios y gente ocios::i .'I) P or otra parle el Diccionat'io Geog,.áfico ünive1·sal, en sus artículos Jurrles, Urdes, Furdes ó Urces (porque de todos esLos modos se lóe), hace la enumeración complota de los con cejos en qne esLá dividido el Lerrilotio y de fas al,1uerfas que cada LlllO de ellos comprende. Además, suminislra datos muy importantes y curiosos sobre el pais y sus habitan tes (IJ. Sin emba rgo, ~ adoz, más moderno pueslo quo escribía en 1845, rlesp ués de ha ber hecho lle las Surdes una descripción geognHica, <1ue aunque inexacta en cierlos pt10los, puede consullarse con fruto, cuando llega á tratar de los habitaoles (2), vuelvo á las andadas y sin leoer en cuenta lo dicuo poi· Larruga sigue reproduciendo en contra de ellos las calumnias y fábu las consagradas por el uso.

Dr.sg raciadainente, este ejemplo ha sido seguido por muchos autores m otlei-nos que consulLaron su obra, dada la notoriedad bien merecida que supo alcanzar.

Haciendo caso omiso de los que se limilarou ó traducida de u na manera más ó menos exacta, dejando también á 1111 lado la uoLa de viaje, ó, por mejor decir, el cuento publicado en el periódico El Tiempo, del 5 ile AgosLo de 1882, lilulado: T1·ibus 2J1·ilnitivas.-Geogl'((fia.-Etnografia.-Aventm·as de iin cabal/e1·0 ett las Jii,.desJ y firmado C. S. A. , obser vemos, cómo hombres ilustrados, que se llaman Elisée Reclus y Vivien de Saiut .Ma1'liu, hau copiado al pié de Ja letra aquellas descripciones sin sospech ar que en ellas se pudiera faltar ú la v erdad .

Pero lo más extraordinario y lo que m ás asombra, es que u n hombre de ciencia y de mérilo, el Dr. D. P edro Velasco,

(1) nicclonarlo Oeogrdjlc,, U11l~er1al, t. 1v, p~. IOOi; t . x, ¡>ág. Zl:l, Darcelona, 1881 y )83!.

(2) DlcCl'o11a1•io OeogrdRco B1ladislico do Bspaiia et.e., por D. Pascual :\ladoz, t u:, pli¡¡-. 360, Madrid, 181'7.

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á pesar ele sus vastos conocimientos á su disposición para comprobar los

y de los medios que Lenia

hechos, se haga eco delo que Madoz escribió, y aumentándolo, ennegrezca cuaolo posible fuera Lan sombl'ío cuadro, sfo advertir siguiera, que desde principios de siglo habían podido mejorar las condiciones económicas y sociales de gentes 1i quienes tanto maltrntaba.

J amás hubiéramos recordado la. descripción hecha por tan ilustre sabio, si no debiera servirnos para hacer resallar mejorla diferencia que existe en tre lo contatlo y lo real y si precisamente aquel relato ao Lrnbiera sido punto de partida y causa de los ti-abajos que hemos realizado sobre la comai·ca y sus moradores. Pero dejemos la palabra al Dr. Vclasco.

«Hoy digo: ¿Es posible que haya sobre la haz do la lierra hombres desnudos, sujetos á todas las inclemencias, Rin ley, sin sentimie11tos humanos, que imiten ú las fieras? Pero lo terrible y duro para nosotros los Espafloles, os que no tenemos que ir, ai á los desiertos del África, ni á Sierra Leonn, ni á la India, ni á ningtín país del mundo en busca de osos seres tan desgraciados, tan abaudonados de la forLuna.

No necesitamos formar parte de la Asociación Geográfica para civilizar pueblos que eslón fuera del juego del resto del mundo inteligente, no. Entre nosotros, en nuestra. propia casa, lenemes lambión desheredados, para quien aún no ha sonado la bora do la benéfica nueva. Parece paradoja decir, que entre dos provincias, como las de Salamanca y Cáceres existan las Hul'des, y (JUO sus habitantes representen al desnudo al hombre primitivo. ¡Al lado de Salamanca, las H urdcs! si señores; allí cerca se hallan Jas ¡Ilurdesl y sus moradores huyen delos que se los acercan, y los hurdanos viven eo zahurdas que degra• dan al hombre, en cuya !'rente brilla el sol de la intelige11cia, la luz de 1n razón y el derecho de salir de este estado, que no tiene comparación á lo sumo, y bajo cierto sentido, que coa los de ciertos puntos de las Alpujarras ó con el de los vaqueros de Asturias. »Pues nosotros que tanto lamentamos la barbarie de ciertos remotos _países, teuemos ante nosotros una región á cuyas covachas no han llegado ni las arLes ni la industria.•

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A conUnuación cita el Dr. Velasco casi liLeralmenle la des-0i·ipción de Madoz, contenida en las páginas 3G I y siguientes del artículo sobre las Hurdes, lomo IX, de su Diccionario.

En forma de conclusión, aiiade: <c¿Vivirá siempre este país sumido en lanla miseria, y entregado á su estúpida ignoran cia'? ¿Jamás Gobierno alguno dirigirá una mirada de atención á esta raza degenerada? ¿Ni el interés particular, ni el espíritu de asociación querrá manifestarse para que desaparezca do nuestro suelo esta mancha vergonzosa? Hé aquí un problema importante para la causa de la hu1'nauidad. Ningún país deja de ser susceptible de progreso¡ falla sólo couocirnieoto, sólo voluntad para elegir los medios que han de conducirle al fin apetecido. Examínese esa comarca; reconózcanse sus medios de vida y prospel'idad, su vegetación, sus ríos¡ obsérvense sus montañas, tan ricas en minerales, y veremos cómo la miseria y abyección de los hurdanos no es culpa suya, sino de la nación que los deja olvidados ó desatendidos. »La Sociedad Antropológica se propone estudiar lo que sucede en esa triste región, pero es menester que sus planes sean secundados por los poderes públicos. »Hoy que todos los países culLos se apresuran á promover la exploración del África, pot· ejemplo, empecemos nosolros por fijarnos en lo que tenemos en casa, y veamos si ese distrilo que representa al desnudo el estado salvaje y primitivo dol hombre, so convierte por medio del trabajo bien dirigido, en ceo tro de riqueza y felicidad n • • • 11).

Aun cuando sean dignas de aplauso las conclusiones que anteceden, no por eso dejamos de lamentarnos que haya hecho suyas el ilustre doctor, las descripciones exageradas de M:adoz y las haya dado la fuerza de su autoridad, hasta tal punto, quo, deseando poner los hechos en armonía con las palabras, ha presentado en ol ~foseo Antropológico dos tipos J urdanos, hombre y mujer, tan distintos de la realidad, que no pueden por menos de hacernos protestar en nombre de la verdad fal(1) Las Hurdes. Nota á la !;ocledod Espoñolo de Antropologla y Etnografío., por ol Dr. D. Pedro Gonzl11ez Velnsco. Madrid, 1880.

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senda. Por muy miserables y barapicutos que puedan ser algunos individnos de tas Jul'des, no hemos dado con uoo solo rruo lleve 011 su cuerpo tan as1¡uerosos \'CSlidos, y en su rostro semejan te sello de bajeza. Del folleto del Dr. Velasco, sólo Llebemos reconlar sus excitaciones ú los hombres de buena volnntacl p1ll'a que estudien .ol país 6 i11d11gue11 las causas rlel atraso de los hahilantes, con propósito do mrjorar en cuan lo sea posible sus curydiciones morales y materiales.

Por cierto, que las ascvcracione.'I del docto antropólogo pecab~n tanto do exageradas, que lejos do ser aceptadas sin discusión, levantaron una controversia como 1·:n·as veces se habín visto, dando por resultado, el remover y sac:n· de la oscuridad una serie de escritos, que por fin dieron á conoce1· ú ]os ,Turdanos, e~poniondo 1a verdad do los hechos, lnmeutando su triste estado y los vicios iuhercoles á él, pero echantlo , no obstante, la culpa,¡ quien In. Lenía, ~·a fue1·an homhres, ya instituciones ó costumbres. Entre los atlalides de camrn, lan noble, sobresalieron D. Romna]do ~lnrt(n SanLivirnez y su hijo Marlín Batuecas que contestó al Dr. 'Volasco en los perió,licos de Cáceres, como luego había de hacerlo al autor anónimo 1i quien más arril>a hornos :i.ludido ( l j. El prirnoro ya se había darlo á conocer por s11 obra sobre las Jurde!-, do In cual se p11blicaron extracws muy extensos en la De(e11sa de la Sociedad, con el ttlulo ele U1i mimdo desconocido en la provi,icia de Ext,-emadura (~), lílulo quo lo fuó sugerido por el Sr. Barraule::, con el fin lle Humar la atención poi· su misma sorprendente novedad .

En piíginas elocuentes expone el Sr. D. R. MarUn, cut11 fué la irritación producida en su alma juve11ll, cuando él, Jurdanodo origen y do cornzóo, ley6 las comedias tle Lope do Vegay de Fragoso, luego las lucubraciones do Al onso 3,íochez, y mlis rccicuiemcnlo las de Madoz y del Di·. Velasco. No pudo entonces contener su jusla iod.ignación, al ver Lralai.los ,í sus paisanos de salvajes y ele bál'baros, parias de la civilizncióu é (1) Vc1u10 Gl 'l'l~mpo <lo! 17 do Agollto üo 1882. ('l) lk/e11s11, i, /1> Sodtdu1l, lomos 11 y x, números tlel 16 da Juulo al 1.0 ,le DI· clem bre ele l8i6.

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G3 -

indignos tle composión por sus mismos vicios, siendo nsí, que podJn. nprcoiar, por vivir ouLro olios, las muchas y adm irables dotes d e pacieucia y lnborioricfad que los di:;ting11ü111.

Aqni debemos r.011i-ig1H\l' t}Ue muohos <latos los hemos hallado eo dichn obra adcm~s do los que uos suministró su anlm· en las dos oc.,siones en q11e tuvimos el susto de visilarle en Casar do Palomero.

Los qno viniorou Juego .t ilustrar la hislorin de las Ju reles fuo 1·on: t.•, el fo spcclo1· ,le on~ci1anza tle la llrovi n'cin de Ciícercs Sr. Pizal'ro Campilla, cuyo memo1·uble i ufo1·mo soutimos uo hr1be1· podido encontrar, pero 1¡110 n11ali1.a<lo <1ued,1 en la conferencia del Sr. B¡u•ranLe!): ~. º, los Sres . .Mallada. y Egozcne que, en su .Memoria geolo(Jico minera de la provincia de Cáceres (J). suministran i:obrc J.1 Ol'ografío. y geograíia del pnís datos que hornos utili1.111lo, y sohto la goologia una rosei111 tau exacta 6 importante <¡ue nos dispensa ele iuústil- sohre esto punto. Cua.1,to á la confe rencia clul 81•. Barrnutes l[UC leyó en esto recinto y titulada Las J111'dcs y sus Le11e11das se ha!Ja tau presente en la memoria del ilustrado auditorio , que el hacer referencia á olla cu el curso de lti mioR Lra, bns ltll'á para que todos ror.ne1·dcn, no ya lns ideas expresadas , sino h asta las mismas palahras rlc tan elocuente uiscurso (2). En olla se hn cons1iLuí1lo en hiAtol'in.dor de los J u1·dauos el ilustre aca<lúmico, y teniendo en cuenta lns condiciones C!ipcciales en mctlio do las cuales han Leuiclo r1uc luchar pata Yivir, expone las causas <le s11 miseria y atraso, y no sólo hnlln sobrados moLi\'OS pa.1·a disculparlos, sino rruo adomás, caltilcantlo duramente cual so debe, sen tencia ca j usticia :'L los causantes do tantos y lnn duJ"Uderos males.

Si en ol transcurso de nucsLra tlisettación nos a trevemos 1i deci1· la vcnla<l, ~al como la sclltimos, y e.xpresamos conceptos (1 ) .lff1,1t11'/t,J d, I<' (0¡¡1/1/J¡¡ dtl llnf"1 f/ffllo:;ico rf• Etpa':111, 18iv. ('2) Bou:TfN llt: LA SO"ttll/AD O l:OURÁPt('.A J)fl Al.~DnID, tumo :i:icx, nú u1eros li y 01 1891.- Vfo~e ,1 ,lem:ls Calá/090 ra:011111/a 11 rrillcq da llll llt""'1, ,,w,rorlns... qIIe t,·ata11 d, 111, 71,-o.1•I,Iclli~ tic Nxtrtm11d11ra ... 1Jc Un tomo, Mndrld, Rh·adenerra, ll!w.- ,lplfflflll Hltl{6fl1'1r.lt(;O pa,·u, la /iütorla .E1tlrtmod111·1t. Hurtlcs, iomo u, JIÓJ:, 231, :.Jotlrid. 18,J,

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que parecerán temerarios, es porgue estamos ya moralmenLe escudados con los juicios que en este 01·den de ideas fueron omitidos por tan ilustre confereucianle.

Quizá crean usLodes, se1'íores, que después de tanta batalla librada y de tantos escritos como ya se cuentan sobre esLe asunto se han desvanecido los prejuicios, habiendo todo el mundo dejado de creer en las fábulas de que hemos hecho mérito. Triste es deoil'lo 1 poro uo es así. Hnblan las gentes de los J urda u os como se hablaba ea tiempos de Alonso Sánchez, y siguen dando fe á los cuenLos de Madoz y de Velasco (IJ. ¡Ojalá pudióramos acabar de una vez cou tan tos errores! ifocho m,ís difícil es nuestra tarea que la que hemos llevado á cabo cuando en la primera conferencia dimos á conocer la geogt·n fla física del país.

No, seliores, no; ni las Ju rdos, ni las Batuecas han sido descubiertas en 1600. ExisLian desde mucho antes, constituyendo una misma comarca, 6 por mejo1· decir, cuatro \ralles muy parecidos, perlenecient(}S á la misma cuenca, y cuya historia ba seguido la. misma evol uci6n andando los siglos.

(1) Eo prnubn do cunnt,o afirmamos, Lrnnscrlbl1110s ol¡;unos párrafos de un& corc.i,, e..crlla por una persona ilustrndn. 6 <¡u leo se habían pedido datos cuondo Jeciulmos emprender nnestni primom expo,11cL6n i\ las Jur,les <'<, •• Baste decir que hu; Hu rdcs son pu.rn Cnaüllo ol borrón t¡ue para Europa es Turqu10 y te_oer por vecino el hnptrlo de Marruecos A los llabttantes de laa Rurdes su les tiene 11l,nndon11do11; ni un mnl camino, ni !In maestro que Je.a lnetruyn ... Viven en ol 1r1oyor &nlvajlamo, pero l\On buouos, humildes bnsln la oxageraclón. R1tlo les pierde¡ al fuernn molos M tendrino tos gobiernos mis remedio quo uct1pnr~e da ellos•.. Viven en lnmU.11dns cuov1111, y nlgunos se ll11mnn propietarios J)ONIUc ti~uoo el buceo de un nlcorno;¡tto para refugl8r1Sc. tso He c.onooo el caluulo, y hnmplenlos cual rnomlu, se veo subjdos en las peñas 5 >'er &i dlvlean los po.naclcroij, cu11ni.lo C1co211.dos por ul h11mb1·e ¡¡rilan los ptltl ueñuolo&:-¡L,s pa,. n&deros! ASabe usled qull!oct aoo estas arortuoadu crillluraa'I Pu.os las bandadas que nos asallOn aterido,; plcllcodo una llmo$nB los martes y tlla.~ resli\•os en Cludnd UO<lrl¡;o, que roereuu con Jo~ mornlillos llenos do pMn1.os do pan duro propio pam el bnmbrt que vnn á millpr. Bri Africa se coooca IA hArinn: pero no bay r¡uo ntlclantar detalles •1ue, por otra p11.rte, enbráo do memoria señores...• l.11s observnolones del corrcsponijnl s on reflejo exacto do lns Ideas que ten{& respecto del prus y 11ua moradores y de las que corrlan como hucnaa al nño de 18:JO en Ciudad Rodrliso. Denotan estns frnie, Qllll yn el[isto 11ulen ~!cote compa,slón hacia n1¡uellos ilesdichados y no los 1lo9prncln y cnlumn ln como lo han heobo tantos de l01 que se hoo ocupado do las Jurdu en otru ocMlonea.

eso.,

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Oó -

Sin rernonLarso á mrts lejanos tiempos, 110 r¡ucda la mooor duda do que por lo menos los Romanos han <lomioado en las .rurdes. Prueba tlo ello son las rulnas ele los fuerLos de la Fra¡.¡os(l, situn:fas en la Peña del Castillo en la ol'illa clerccha del río, {i igual distancia del Gaseo y do la Fl'a{;Os:t, y lns ruinas uol Castillo de Trebell ó cie la Zcmbrana, en las alturas de este nombre, ']lle fuoron p1·obablomento origen de la apelación Ca~tiJlo , quo Lnmhióu llevan una mon laiia, un arroyo y una alquerfn rle la mismR cordillera. Pruóbalo asimismo el fuerte arruinado tlo Casar de Palomel'O, que se encuemra. en la ladera dol Alto de San ta Bárbara¡ y sí aún se quisieran más huellas de la dominación Romana, cilariamos las nnmerosas 1Juew1s 11ue existen todavía en ol Colorro de las Tiendas, la Zenibnu1a, el Va.He del Ladrillar, ele., etc., donde la crnd u• Jidnd popular sospecha que hay tesoros cscoudidos, las curdos no son sino otras tantas bocaminas de las antiguas oxplot,aciones uo hierl'O, esta110 y oro, llevadas 1\ cabo por los co11r1ufatatlores do! mundo. Y ¿quó mejor prueba que esas mo1lullas con eOgie del emperador 'l'rajano, descubiertas en las cercanías de la alquería de la Baluequilla al pie de la Gineta, á orilla derecha del rfo Jurdano, y entregadas en 1665 al Obispo de Coda?

De la ocupación de la comal'ca por los Árabes no CalLan vestigios, y cierlamonte basLarlan á evi<lenciarln. esas plantaciones de tírboles frutales, que so perpetuaron eo Lodos los valles de las Jurdes, cuyos enormes lroacos atestiguan su antigüedad, y el sinnúmero de leyendas quo se cons01·van en las familins, base de los muchos cuentos que se han de leer con provecho on la c-0nferencia del S.r. Barrantes y en la obra de D. Romualdo Martín Sanliváñez.

De muchos y muy variados dlocumenlos, resulta que en Hempos de la RecooquisLa. los valles do las Jurdes, tan profun dos y ocultos, han debido servir de refugio á restos de las huestes moriscas; y ha.bi6odose quedado, sin duda, en el país algunos de los vencidos , una vez quo lo hu bo evacuado el ejércüo vencedor, se mozclal'on con las g!lnles allí reunidas y poblaron luego Jo comarca según vamos tí exponel'lo.

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En la época de la expnli;;ióu de los ~loros, las Jurdes se hablan quedado c.1si si11 población, ya po1·qoe huyeran definitivamente sus mo1·ntlo1·cs, ya porque anduvieran escondidos en las cavernas. E111onccs fu ó 1:uando unos paslol'cs, á quienes deliie1·011 de parecer esos \·alles muy ft propósito para upacaolar coa tranquiJillall Rus rchailos, determinaron vivir en ollos. Pronto aumcnló considcrahlorncnte el número do pobladores siendo preciso reunir el Lerreno que ocupaban á la villa de Granada, <1ue bot se Jlama Granadilla, y luego dividirlo entr~ las vill..ii; lle Granauilla, Valdel:iguna y SotoSCL'l'ano. E RLO reparto Jo hizo ol infante D. Pedro on 1288.

A GrannJilla porL011eció, cutre otros lerreuos, el actual coucojo de Piuo Fl'H111¡ ueado; ;í SoLosorrauo, todo. la extensión del territorio coinprcuditlo ijn lu oril la izquiotda tlol río Alagón, y á Valdelaguoa las dohc~as do BaLuéC..'lS y J11rdcs, abarcando est.a ultjma los acLuaJcs concejos do · ui-1omornl, Cabezo, Casares y Camino MoJ'i1-co.

PLAZA. [\E LA ALBERCA (SALAMANCA),

Valdelaguao., ó mejor dicho la Alberca, Luvo esta. comarca como dehesa de concejo y fuó pr-opieLaria ó seilor feudal do

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ella. Pronto hemos do ver <le qué distinta mauora los pueblos de Granadilla y la Alberca ontcndicron y ejercieron su soberanía sobro los territorios de que llegaron á easoi1oroarse.

Mio11tros el coocejo de Piuo Franquea<lo so desar rolló libremen te, 110 hubo clase de vejaciones que no ejerciera In Alberca sobre los moradores <le su dehesa. Ya se verá lo que resultó con tales duoi10s, como también que si Jn dehesa do Pino Frauq ucado naoió libro, cual parece indicado su nombre, la ~Je J urde uació en la esclaviLud y esclava vi vió. Condiciones ui11 úifo1·011tes oo su origen, habían de imprimir, nndando el tiowpo, ca1·ácLor tan disLinto á la evolución tle cada di~lrilo, •1110 aun lloy 0 11 llia so advierten ií cada paso las fuoostas cousccuencias de somcjan te orden de cosas.

Hes11ll,'l, puos, que en las descripciones que vamos á hacer respecto al modo do vivir de lo¡¡ Jurd::111os, nos rcforirornos mt'ts hit.in á Jo qne se encuentra 0 11 la :a11 Ligua dohesa de ,fUl'd e, advirtiendo que en la de Pino Fran<J ueado so revela por uor¡uie1·a mi!S adclauLo y ma yo1· civilización y cultura.

Pastores fueron los 1ruo repoblaron las J urdos 1 por lo cuul se nota P-11 los pueblo¡¡ y on las morndns cierto car,ícter pí\!\tol'il. Las cnsas se lrnllaron primi li\'arnenle, aisladas, constüuyumlo lo 11ue se llama eu Estrcmatlura majadas, y han co11scrvado e~tc carácter hasw l10y on rlia.

Formadas de piedras piza rrosas si11 argamasa, constan tle uu solo piso y por lo r egular Je cansan cu sitios cuyo suelo es ele roca dura 6 arcilla. S u alzada es tle 2 ó 3 varas por su frenLe doude suele existir la enLrada unica. El cohe1'lizo se sostie11e sobre alguuas vigas ó cu mb1·cras on las cuales están fijados los calJrío¡¡, cu l.>ie1·Los con rumas tlo tlil'boles ,endi<las á monto en lal:I que dcscansau dolgadas himinns de pizarra cnluzadas toscamente y que ponen la casa á r,ubierlo de las lluvias.

No tienen ventanos, y la Juz 110 pene,ra al iuwrior por uingnno. parte, oxcopción hecha de la puet·La. Si ol exlorior es lrisle, mil veces mfis LrislO y miserable aparece el interior, dividido en dos ó tres aposentos oscuros, pequo110s y malsanos, que muy á menudo despiden olor nauseabundo y amoniacal. Nadie, á no ser sus moradores, pulliera albergarse ui permanecer breves

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ratos en esLas casaR sin sufrir asfixia, dada la feLidez. La única ventilación pOHil>lc se efectúa por la puerla y las hendiduras que bau dejado enLre sí las pizal'ras mal empalmadas- y por las cuales peneLra el aire que forzosameuLe renueva la atmósfera confinada que nlll se respira. La razón de tal defecto se comprende f¿\cilmoule al saber que la pdmera pieza sirve de alber. gue al ganado, y que su snolo está cubierto con g1·an canLidad de helecho, hojas de árboles y tiernos brotes tlc jara y de oLros arbustos aptos para servir de abono y que no se quiLau sino cuando se han podrido y transformado por completo.

La segunda pieza, peqnetia y oscura, es el znguán ó paLio de la casa, y en él se v~ geueralmcoie un tronco de árbol ó batán que sirve para elaborar el ,·ino y el aceito, y que también se emplea á modo de cama rellenándolo con hoja seca. ó cáscara de habichuelas.

En un riucón ele este cuarto, es donde se enciende la lumhl'e empleada para caloniar la casa durante eJ invicruo, y sólo para cocer el pote ó puchet·o de la familia. en todos Liempos.

Cuando la casa consta de tres pioz:ts, la LUtima sirve de despensa, bodegón, ó do dormiLorio. En este caso los padres suelen doi·mir en una de las piezas y los hijos en otra, lo cual es ra1·0 sin embargo.

En las casas de los mendigos ó pordiosel'OS de oficio, como se les suele llamar, existo uaa cama única, compuesta de hojaa secas, helechos, etc., ole., doude duermen Lodos ju11tos sin distincióu de eclad ni sexo, eu el m.\s com pi oto abandono. Por este estilo son la mayor parte de ·1as casas de Horcajada, Rubiaco, Fragosa, El Gaseo, Martilaudrán, Al'l'olobos, etc., etc.

Eu las mús acomodarlas, por cierto escasas eu los pueblos indicados, poro numerosas en las alquerías del Pino, son disLiatos el cuarto de los padres y el zaguán, y de ellos Lambión se bailan separados, la tocina y las cuad1·as, que á menudo están completmnent.o aisladas do la hahiLacióo . En el cuarto de los padres se hallan las linajas donde fermenta el vino, y las del aceite, la poca cecina y demás provisiones -con que cuentan. La cama es una tal'lma con jergó11 lleno do tascos de estopa ó paja seca, con colchón, sábanas de estopa y manta.

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ÍA do los hijos 110 Líene m;is r¡uo un jerg_ón y siíhanas ne gruzcas rlonde tluormon cuall·o ó cinco. i\luchas de csLas C.'ls:is existen en las Erfas, el Ilorcoj o, Avellnnat·, Huerta, Dchesilla, ole., ele. En Ovejnela y Pino Franqueado se parecen la mayoría de las hahit,1cio11es á ,las tle los pueblos ele Exl remn11urn y sin reparo alguno puedo on ollas albergare el íorastcro. En los pueblos de Nuiiomorn1, Ladrillar, Mestas y Camhro11cino, lns tinicas casas decentes lalgunns de dos pisos), son lafl ue los soi'lorcs curas, ,londe ol viajero tendri\ que pedir hospiLnlidod, que siempre e le dispensará con torla la amabilidad y franque1.a que pueda desearse.

Los muebles y onseros, son casi siemp1·e muy rndime11tarios. Por lo general, cooslslt:n on uno ó dos pintos Je bano ó madera, una mala sartón, un puchero do barro, un cautal'illo para agua, un candil de escnsa utilidad, uu cal1lero i.le hiorro sohre una artesilla de fabricación ca~era ~' u ua cucbara tall,\tla 011 brozo ó matlroi1era. por ellos mi!'lmO!'I. 11Jn casas míis acomocJadas se halla ol aj uar ordinarío •le los pueblos oxLrernotíos. 'ium(lre nos acordaremos de lo cliíícil r¡ue nos fué encontrar 0 11 A1·rolobos un c~\ntaro para proveernos de ngna, y una sartén µarn hacer sopa y cocer unos huevos que Clra lo r¡uo generalmente consLituía nuesLra comida, mionLras duró la scgu11Lla expedición.

Entro los hombros, los menos acomodados usao c:1lzón co1·to do flUÜO bmdo con fo11ntlo3 eu su parte inferior, r¡uo les cubre doade la. ror1illa hasta la cintnra, camisón de ostopu. ó tascos con cuellcciLos muy estrechos, abrochado con un botón de l1ilo: chaleco do ancha solapa de paño burdo sujeto co11 atadillos !lo hiladillo, una piel rle ca bra 6 macho muy sobnda con lo cual la hocen fl exible, colgada por el pescuezo sujeLíindola con corroas y formando una especie de coraza quo les cubre todo el fronte; otra piql por el estilo auuque nuts corta que les pt'Olcge la espalda y otra que forma una especie de calzón abierto, el cual cii\eu con corTcas á 1n. cintura y muslos¡ unos rol.azos de la misma piel arreglados á modo de polaina con que cubren las pierras y pantorrillas y un mal sombrero adquirido de desecho en los pueblos circunvecinos on cambio de nueces

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6 de lino. También se visten, á YOces, con ropas usadas y com. pradas por el mismo procedimicn to (1 J. Las mujeres llevan co.misa de estopa ó lascos con cuelle-

cito idéntico al de los hombres, mantón de paño burdo de tres picos con repulgos azules y esclavina do bayeta fina demuy cortas dimensiones y de diferentes colores, parecida á la que usan las campesinas de Ciudad Rodrigo. En susthucióo

TIPOS JURDANOS DEL CABEZO.

tle esla esclavina hao principiado á llevar UD paliuelo azul de algodón. Hombres y mujeres Do usan por lo general calzado de ninguua clase; los hijos basla ya bien enLrado!I en años no (I) Retratados con admlral,lo ftdelhlad en lodos 101 detalles, 110 hallan los do..

Jurdanos que ftp-Ul'an oa el clibo.lo de O. Joaquln AnuJo, publiCAdo coo et expresivo Ululo do BI bnnco it, la paclmcia en ta fl111tracfd11 Btpaíiola 11 Jlm,riCQIIQ (pág. tm, número correspondiente ni 'l'2dc Diciembre da 1880), ol cual bomoa reproducido con au1Drlz11cl011 de 11u autor.

Nos compl11comos en dar aqul lllK md.s eiqmisivas sracins nl omln11nLe y concleniudo artista, ~oico 1¡u11 1111 1lado 6 conocer las Jurdea y sue moradores, en cuadroe tan bien scnlldoa y eslwliados como el que adjuntamos y otro, denominnclo h'l"c11za1lot il~ lo~o,, prLmoros11joyn c¡uo seguramente couocorán nuestro, lecwrcs.

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visten más q uo ln camisa do tascos 6 el refajo formado co11 los desechos ele ropa vicj:1 que les vienen fí vender.

Los hombres cunado salen de su casa, para ir ú otrns nllJllCl'ÍO.ll ó ,í otros pueblos 110 acostumbran fL llc\·ar más prc11tlas que el c.1lzón, la camisa, un mal chaleco si ac.u;o y un sombrero. Llcvau, atlemüs, un coslal al hombro.

Tipos di' laa Juntes bajn&.

BL BANCO DE LA PAOJ!INCIA.

Los más ricos, como ellos dicen, nsao calzón do paño pardo, cbaJeco azul de solapa g1-ande ahrochada coo ataderas al es~ilo do los charros, polainas del mismo paño, chaqueta, y zapatos

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de ,·aqueta; camisón de estopa 6 lienzo bur<lo fahric.1,lo on el país y sombrero de lnna basta, aclquirido 011 Plaseucia.

Enll'e estos In capi\ !'e haJla SllSLiL11ida pol' la auguarina, y sólo los concejales, cuando asisLon en corporación á las fun ciones religiosas usan capa, la. cual, de ordi11ario, perteneció si11 duda :\ su tatarabuelo, y verdadero t'l'Cuordo rle familia para todo el 11110, como ellos mismos dicen, tiene la desgracia tle portent're1· ;\ aymtlAmicnto.

L11s mai ores ile ln misma clase m=nn camisa de estopa ó lienzo basto de igual hech111·a que Jas del ca.mpo de Ciudad Rodl'igo, con íestóu y bordado do lana negra, y cuello, pechera y pu1ios en las bocamangas con llecos y

hord11dos de lana, mantón de palio pnr1lo con 1·ihotc niul, eschwina de bayeta con u Lpato de oreja. de raLón ó de hebilla y Lacón alto. En invierno se cubren la cabe.za con una especie do pal'íuelo de baycLa morada, al cual llaman sorenero, y lo preu<len r, la garganJURDANA EN TRAJE DE GALA, k-i COll un COl'Chete, por los dos picos primeros, dejando al airo los dos resLaolcs. Raras veces usan medias, menos en los dia6 festivos, cuando -se visten para ir ll misa., que suelen lucir unas <le lana colorada á cuadros blancos.

El desaseo en los días de trabajo es muy genoral, taulo para

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lavarse cuanto para peinar su enmarañatla cabellera, llegondo A t"3l punto el abandono de sí mismas, que reparan muy poco en ir con los pechos cubie1·Los 6 no, usnndo por lo común como traje sólo la cam isa y ol man tón, si es en verano.

La alimentación de los J nrdaoos so l.ialla reducida al polo ó puchero do legumbres, condimentadas con aceite, manteca do cerdo 6 con sebo do cabra ó macho cabrfo. Este pole se com pone de habil¡huelns secas ó verues, segúu la estación, berias, nabofl y patatas, y todo ello mezclado, constituye el diario nlimoolo.

Desde que se perdieron los casLni'los apenas tienen otra cosa quo las hortalizas, sielldo en tre todas la más nbundallLo lo. j udía ó habichuela, de la cual Lionen gran variedad de clase , y la patata¡ todas muy reputadas en los morcados por su sabor y ternura. El uso de la came do cerdo os muy escaso, y no hay familia, por acomodada que sea, que mate para su cousumo ,lel ai\o, más de uno ó dos cerdos de seis 6 siete arrobas. Emplean poco trigo, y en cambio uLilizao más generalmente el ccnleno. El pan de trigo pocas veces se elabora on el concejo, no sie11<lo en casa do los s01i.ores curas: lo poco que las domits personas consumcu lo Lraoo do la Alberca., Ci udad Rodrigo, y do otros pueblos de Caslilla.

Jiln los meses de verano comen fruta del pais, do la que pierden mucha cantidad por falla de venta, teniendo por tan to que llevarla á cuestas á los pueblos vecinos.

Se ha dicho que los Jurdanos consLitu ían una raza degene rada y bastardeada, descendiente de los Godos. Podemos afirmar que Lal suposición os en un todo gratuita. Sill determinar categóricamente cuál pueda sel' su procedencia, desdo luego sentamos que no presentan dife1·oncia alguna con los demás hatiilantcs de Extremadura, ni por Ja con fol'macián de su or6nco, ni por su estructura anaLOmlca.

Son hombres como los demás, aunque do complexión aparentemente más delicada, y de menor,eslatm·a, cualidades ambas quo no les privan do fuerza física 11i de mayor resislencia ñ la fatiga. Son, pot· lo general, de poca corpulencía, sus miembJ'os son dolgados y enjutos, y su tez demacrada y á veces lí-

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vida. Las causas más probables de estas parLicolaridades deben buscarse, en primer Lérmino, en las malas condiciones higiénicas en que vi von aquellas gentes. Además, la falta casi absoluta de toda ventilación y la escasez de.alimen tos nitrogenados do que hacen corLísimo consumo, soa. suficientes por sf solas para agravar el mal.

A juicio nuestro, la debilidad constitucional de esa raza, re. conoce también por causa la precocidad con que se realizan los matrimonios, pues si bien es ciorlo que la ley señala en España la odnrl do doce a¡¡os, corno ustedes saben, para que la mujer pueda casarse, no es monos evidente que presentan diferencias morcaclrsimas, v. gr., una nndaluza, guipuzcoana 6 gallega y una jurdana de la misma edad. Así es que, ca!latla cst...1. cuando todavía es una ui1ia, y obligada. á realizar, mientras dnra la gestación, rudos y penosos trabajos de que no puede prescindir para ganarse el susLenr.o, sucede que casi nunca llega aquellu. i1 foliz tórmino, dándose con lastimosa frecuencia el caso de dar á luz una cl'iatura viable después de dos 6 tr~ abortos consecutivos.

Los niilos que consiguen salvarse en condiciones de tal naturaleza ofre<."en más bien aspecto de fetos, y los que llegan á t.riunfar de tanto enemigo mortal que los rodea, alcanzan Ja edad nubiJ en deplorables condiciones de nutrición y desarrollo, constiLuyendo por lo tanto pésimos procreadores;. y resulLa en consecuencia, que se revuelven en un circulo vicioso al perpetuar una serie de individuos enclenques y achacosos.

Si, no obstanLe, en los poríodos do niftoz y adolescencia, la constitucióo física de los Ju,·danos deja algo que desear, si son poco robust-0s, si on su juventud y hllsta Jos veinte 6 veintiseis años presentan muy poco desarrollo, llegan, sin embargo, á la plenitud de su vida y son nervudos y alcanzan una regu la,· fuerza física, distinguiéndose por su mucha agilidad para trepar por aquellas monta¡¡as y subir á los á rboles, en Lodo lo cual rivalizan unos y otros, hombres y m ujeres indistintamente.

En las tres expediciones que hici mos, hemos hallado á muy

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poco:1 individuos con el bocio, al cu"I llaman papa, y r¡11e segün olios, so cura llevando al cuello una ciaLa verde con la medalla de San Olas.

Asf y Lodo, estos individuos pertenecían al valle de La Fragosa, que por sus mismas condiciones geogriHlcas predispone 1í la onfermednd, siendo pt·ofnndo y estrecho, de tal suorto, que on los dí:is de invierno debe de dar el sol durante muy pocas hor:is; prueba de ello os, que eJ d1a 2 de Oclubro, cuando al brijnr clol Cotorro de lns Tiendas por el pu orto del Manzano, nos acorc.~bamos al pueblo del Gaseo, pudimos averigLuir quo 11 las tres y cunrto de la tarde estaba yt~ lodo el pueblo invadido por la somhl'n, Y eso r¡ue da al S. ¿Qué sor:1, pncs, on el mes de Diciembre?

Mas si nlgnnos bocios hemos adverLido, ninguno, sin emhargo1 se presentablt con los síntomns dol cretinismo que acompaña á In!.- variedades graves de esl.~ enfermedad, como so ofrecen no pocos casos ea AsLurfas, en los valles de la Lena y del rlo do Aller, uonde no hay pueblo que no presente numerosos ejemplos do esta dcgelleración f!sica é intelectual.

Esto no obsta, p:tra que on honor de la verda-0 digamos, que en r.asi todas las alquerlas, aun en aquellas donde monos reina la rniscrin, si ln mo.yor parle de los habitan tes no presentan un aspecto repugnante, tampoco lo tienen agradable, pues su desaseo y el color L61'1'eo amarillento que los disLingue, así como el completo abanrlono en que tan Lo hombros como mujeres suelen amhlr, los haco poco á propósito para cap1arso al primer golpe de vista las simpatías y la benevolencia de extraños. Ya cuando hablamos de su modo de vostfr, hicimos notar su poco a~eo. Es Mslima, porque en el sexo romcnino no deja fü, haber alguna IJUO otra Osonomía, cuyos perfiles nada dejarían que desear, si su llmpieza y compostura estuviera u al nivol de la do otros pueblos de las comarcas vecinas.

Por lo general , los J urdanos, con todas s11s privaciones, y á pesar de su mala alimentación, reeisten como nadie fa fatiga y el trabajo: casi nunca enferman, y alcanzan larga vida, siendo muchos los que llegan á ochen ta años; algunos pasan de no-

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venta, y pocas son la11 dpocas otl que deja de haber persona que cuoute un siglo de existencia.

Desconocen, sin ombnrgoJ la tlfrección faculLati va para ol remedio de sus males.

Hasta hace poco , no había eo todo el ler1·itorio Jurdano mé<lico, c.i.rujnno 1 practican te ui barlJero. lloy existe uno on Pino Fi·anqueado, quo hace de cirujano minisLranto. P or lo general, los Ju rdanos suelo11 calific11r sus dolencias por los ao-

UNA PUULlA DE LA ALBERCA (SALAMANCA).

tocetlcutes tlel individuo, y aplican los meuicamomos quo j uzgan conveLlieutes, sacth1dolos de su farmacopea especial y de olios solos conocida . No van :1 buscal'los á ningu no. bo~ica¡ las hie1·bas quo v1·oduco el snelo, las corLczns de cierlos .irboles ó a1·bustos que alli se crian, suministran las tl rogas utilizadas para. preparar los medicame1llos ordinarios.

No dejan do aplicarlos con ti110, y los resultados que consiguen nlgunas veces, son dignos de mención, priucipalmuute cuando so trata de pústulas nuiligua:. -y carbuncos. Aun eu el período infeccioso e.lo la onfel'medad y cuando el paciente pa-

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rece ,lesahuciado 1 suelan colocat· sobre la pus lula un parche que saben preparar con sus conocidas hiorbas, y que, A las pocas horas, paraliza la mortffera accióu del veneno y libra ni e11 fermo clo u11a. muerto segu ra (1).

Por lo poco que acabamos de exponer, se comprendo quo lo comlición material de loe; J urdanos es tristísima.

La ri11uem de los babitanles consisle en ganado cabl'fo, en campos y huertos que cultivan y de cuyo producto vivou . No tienen industria y su comercio es bien escaso, pues que apenas puede llamat·se ase ol ir á comprar á los pueblos de CasLiJla los objetos do primera necesidad de c1uo carecen, y muy á meo udo, en cambio no ya do dinero, si no de productos do sus huertos, como v. gr. el lino, uno do los cont.,dos artículos con que pue<leu salvar sus compromisos y pagar sus deudas y con tri buciones.

Los Jurdanos constituyen una población verdaderamente agrCcola, y por Lal razón tionen que luchar m,is que nadie contra los obst.'tculos y las asperezas del suelo y de uno región fragosa cual aquella.

En las laderas y en la cumbre do las montañns encuentran pastos pnl'a sn gn.ondo cabrío.

El suelo produce do t.odo, pero en la mayor parto de su extensión es muy dificil de cultivar por su decli viuau y aspereza. La protluccióu y el cul livo varían según los valle-s: por ejemplo , so ven olivares y viñedos de buena calidad en los Mestas, Cabezo y Ladrillar, y en tocio el Camino Morisco, asl como en el concejo de Nuüornoral. Pareco increible al viajero quo por primera vez atravitt!a esa comarca, que haya. tai;ita miseria donde vegeta el olivo, r¡ue es por Jo general indicio <le riqttezn del suelo y del habitante. Mas, pt·onLo cambia su sorprosa en tristeza al averiguar que la.ci nueve décimas pal'Les de los olivares porleuecen á los m01·adores do la Al berCJ , quo poco á poco, según lo expondremos á su Liem po, han veti) Por lo que bemoa po<lltlo 11verígut1r, en ln compoelción do osto pnrohe entro ul j u¡;o 6 savia sacado l\e la eortezn de encina, y la pl11nl11 Conocllle. con ul nombre de hierba del carbunco 6 11lent.e de león,

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ui<lo apoderándose de lo mejor, dejaudo á los del pals para que lo cultiven, lo restan te, maloó ingrato, co11Urmando por tanLo lo quo alfrmaba el iuspector Pizarro cuaodo decía:• Las Jurdes no son de los Jurdanos, puus si esLos las poseyesen, tlisfrulariao do u n bieuestar pasaúero, » Durante algún tiempo la riqueza dol país consísLió en ca.stalios1 pero de ci ncuenta afJos á esta parle c11fermaron dichos frutales, perecieroo unos lras de otros y ocasio1rn1·ou la l'Uiua

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ALQUl!RlA DEL LADIULLAR,

)' miseria de tolla la comarca¡ de modo que ahora, e.xcepcion hecha tlel concojo de Pino Fra111111eado, donde touavia queJan uJgunos, el pohro J urdnno 110 puedo contar con este alimento del desarnpar,LdO y Liene que recurrir á la patá la y á las hortalizas.

Por consecuencia, el género do cultivo :i que se dedican los Jurdanos es el de huertos. Ma ravilla ,·er cómo los crean, l'O• bando un pedazo de Lerreno al mo11te unas vuces y otras al ria; cómo lo sostienen con pal'edones y Jo defienden do In misma mauora contra las avouidas <le las aguas que á menudo dos-

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trozan en una noche el trabajo de varios alios. En e~Los hue1·Los cullivan habichuelas, berzas, calabazas, nabos, cardos, cebolln!i y una gran variedad de patatas. Por medio de 1>at1gdas pt·acticadas en los rios, riegan sa-s huertos y queda el viajero a.sombrado del trabajo y de la inventiva de que dan pruebas para lrazat· y conservar los canales que poi· Lodas partes c1·ur.an montos y huurtos: lástima es que la parte cullivable de esos _pro(undos valles sea tan poeo extensa (supuesto que Haga en algunos de los hue1·tos á 10 rn .2 ), porque 110 puede 'fisurarse lo fruclifera que es esta tierra y lo bien que la disponen . Crecen unos juoLo á. otros los árboles frutales, cerezos, ciruelos, nogales, perales, manzatios I melocotoneros y albaricoy uoros, guarnecidQs todos por la parra que sube ontre sus ramas y produce grao cau tidad de uvas, insuficienle, sin embargo, para da1· el vino necesario al consumo ( 1). Por tlesgra cia, la producció n do Lodos esos hu ertos es demasiado col'La, y como los .Jurdanos, :1 pesar do su bue.o deseo y <le un trabajo ímprobo, apenas pueden sembra1· trozos do tcncno con Ll'igo 6 ceuleuo, resulta que 110 tieuen para su alimentacióu otra cosa que patatas y hortalizas, teniendo necesidad de vender la fruta para sacar algunos cuartos, llev1\otlola él. cueslas en unos cestos basta Castilla 6 Casar de Palomero y salvando para eHo las altas siorras de que hemos h::1blado y volviendo ,l !lUS hogares por la noche. ¡Sic¡uiora pudieran disfrutar coo tranquilidad del fruto de su Lra bajo, se conceptuarían feliees t mtiS 1 desgraciadamente, por una parle las avenidas repentinas de los rios desmoronan sus huerlos y por oLra, si bien el monte produce Cal'quoja, hierba y pastos exq uisilos para el ganado 1 cda tambiórr en abundancia, jara, brnzos y malezas de gran al ~ura, donde se oculta el venado y se r efugian lobos -y jal)alies, que on una

(1) Ln cnlidnd de esos frutos es superior á la que se no t11 en los de lns eomlll'ca~ vcelnus. L:i. ca rne de los machos eallrlos patticlp11 á Le ,,~z 1\e la tcrnurn llll ln ,lel <:atuero y del sahor espccilll de lo del venado, res ul L11ndo ele C.Sle moclo llll manjar cx.1¡1dsi~o. Por tal motivo, todos esos prilductos se ven(len en el mercllll (l li precios

r Blnllvaroeate altos.

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por,¡ uo allí no existen, como en oLros lados, sociedades bon6ficas, casas de socorro , etc., etc. Se hallan ocupados en sus huer los do día y de noche, y si descansan en verano dul'anLe las horas del calor, que allí es i nsufrible, so les ve por la larde salir al <·.,mpo con una poca do comida para Lrabn.jar al resplandm· do la lun o. hasta que amanece, ó dol'mir allí eon el fin de uo perder tiempo en idas y venidas y a¡)l'o,•ochar las pl'imeras lio1·as de la madrugada. Las mu,jercs hacen lo p1·opio que los hombre", y cnando llega la época de la siega , Jos p1·imcros so vau á Castilla á ganar su jor nal I mientras la mujer se ocu p::i OL1 las faenas del campo, cavando vilias, regando el huerto y tledicfotlosc, en resumen, á todos los LL·abajos propios de fa estación.

Por desgracia, todos los JW'uanos 110 son iguales. P or más que la condición material y mo1·al de los uel concejo de Pino Franqueado sea superior on cuanLo acabamos de expresar, hemos de confesar que en casi Lodtis las alquerias, y principa1 mcnLe en el concejo de Nu ñomoral, que es el corazón de las Jurdes, existe Lodavia, pnra oprobio de In comarca, esa raza rlo pordioseros de oficio que ba motivado todas las calumnias escrit.as sob1·e el pais 1 dando lugar ~ que los autores coní110dicran en nna mi sma vergonzosa. descripción á unos y á otros, buenos y malos, Lrabajadores r holgazanes.

Según parece, el Jurdano es Lanto más trabajc1_dor1 cuan to el Lerreno oo que hablla prcsen La peores condiciones para el culLivo: lo gusl.a luchar siempre con Ja:dificultad. Prueba de ello es, que en las alquerías del Gaseo, Fragosa, Martilaudrán, en el concejo de Casares, en el do Ladrillar, Río Mlllo de Arl'iba, Cabezo y ~·f estas, todo se halla bien cullivado y so ven hu13rLos que denotau maravillas de paciencia , mientras que en ambas orillas del rfo J urdano, desde Nni'lomoral hasta Vegas do Coria -y A rrolobos, existe una. extensión de lon cno de allLvión si ll sei1ales de cultivo y poblado do gigao Lcscos helechos que uLil.izau los moradores para sus camas ell vez de arrancarlos, y después sembrar ali( y cosechar loda.1 clase do plaoLas y hasta los mismos cereales, que darían, por cierLo, un producLo <le cienLo por uno. fl

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Es verdad que en todo~ Liompos h a sido ol concejo tle N u1iomoral16 algunas de sus alquorcas, la vorgüouzn de la Lierra.

J urdana, y donde se contó el ma~·or número de pordioseros de oficio.

Y puesto qne por tercera vez estas palabras so escriben, vamos :í explica!' lo que por tales se considera.

En lre los Jurdanos, y espccialmenLe los del concejo de Nuñomornl , bay fainilias enteras ,¡ue uo se dedican á otra cosa que á mendig:n·, y que preOoren esta condición .í la uue podr!an adquirir con el trabajo. En ciertas alquer ías llegan todavla :\ formar la cuarta parte do la población. Esla razn iudoloule no quiorc ace1,1tar los oficios más necesarios á la vida: enLre ella r oino. la holganza m:ís repugnante. Reunidos 011 caravanas, 6 '1 veces djsem inados, homhres y mujeres, ancianos y ni1ios 1 recorren las provincias inrnediaLa.s pidiendo limosna. Con un costal a l hombro vnu recogiendo mendl'Ugos y cuantos cosas puc,len cooseguir, vestidos y ropas que luego venden, así como el pan rancio que Uovan consigo¡ por eso so les llnma en sus alquerías ranade,.os, y cuando, por los moLivos que se o.ui vinon, la miseria es graode y Jn gente oada tteoo que comer , se les espera con ansiedad para comprarles, on trueque de otra cosa.1 los rnemlrugos, 11uo 11nn vez molidos, sirven de ñue, 0 pa.ra hacet· pan ó sopas.

No perdonan medio olgu no para inspirar compasión, por lo cual su desaseo no Liene Umitcs. Se les ve cubiertos de i nmundos harapos¡ y si la caridau les e1lLrega nlguna prenda, la venden ó la destrozan con el ílll do que parezca peor su situación . Para semejantes seres , el mt\s digno y más rcspet.adoes el que liene mejores mañas para ooga1lar y :tdquirir más li mosnas.

Entre ellos imperan y dominan todos loR vicio::; que Madoz y Velasco han echado en ca1·a con snma injusticitl ;\ Lodos los Jurdanos. Es, eo eíec1o, clerllsimo guo con la suciedad r eina la inmoraliuutl mds p1·ofnuda., supuesto que vivet1 juntos hij~, esposas, padres y abuelos.

• Se comprendo qu_e seres caftlos on laota abyección y envilecimiento no reparen en cometer delil.os por horrendos que 1

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parezcan . Aforluuadamonte tienen gran temor á la anLoridatl y :i la justicia, personificadas en la Guardia Civil, y claro es ,¡ue el miedo los impido cometer lo que les aconsejan la codicia y los malos instintos.

Tan depravada raza, que forma unn clase completnmenle apal'lC de los otros moradores de las Junle~, va desapareciendo poco á poco it medida que se van propagando la instrucción y la ruoralidad, represen Ladas pot· la iglesia y la escuela ; el p,írroco y el mnesL1·0. Si en tod os los pueblos, gr:rndo es la misión r1ue incumbe ú esos dos llombl'es, inmensa es su influencia eu las Jurdcs, halllíndosc como se hallan on sns manos, 1n regeno1·ació11 y la salvación de esas gcnles.

Tratándose de la insLrucci611, parece nalLiral quo tengamos quo di,·idir á los J ui·danos en infi nidad de clases. En cada concejo son muy conl:Hlos los que saben Icor y más todavía los que sabou leer y escribir , y 110 fa lla alquería en 11ue no hayñ ni uno solo que sopa arnhas cosas.

En general , los hombres, Lal voz porque salen más á menudo do suti alr¡uerfas, tionon mús instrucción que las mujeres; sin embargo, son muchos, e1Hre u110s y otros, los que ignoran los meses y lns es taciones, 1n edad tj ue tlooon, y no pueden referir los nconleci111icnlos de la. vida sino comparándolos con la época do la. rccolocció11 de tal p1·ouucto 6 los trabajos del campo de tal naturaleza. Así es, que uno dice, v. gr., que se ha casado por las castañas , c¡ne ha tenido hij o cuando se cogía In uva, que se le mudó el abuelo cuando In cosecha de las patatas .. ... Y cosas por el estilo.

Ignoran algunos hasta su propio apellitio¡ tanto, que hemos oído á un niiio conLestar átal es 1,1rog untas, dJciondo, por ejemplo: «me llamo Guillormo y soy rujo del lfo 11acio.• Si se insist!a, volvía á contestar: «pues soy Guillermo de Facio.11 Repetillas voces la Guardia Civil ha tan.ludo días y días para hallnr tt un quínto, supuesto que el mismo i11Leresado desconocía los a!Jellitlos de sus padres.

En varios puulos ignoran hask, el valor de la moneda , prefiriendo un puilado de cuartos á una moncua de plata, por la sencilla. razóu do que están seguros por ol peso mismo de qu_c

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se les engafin. Tuvimos octtSión de compi-obado con el gttia que nos acompaftó it la cascada de Mean Cera, quien se figuró que recibía dos reales solamente, cuando Lenia en sus manos dos piezas de pesela. Cuantas explicaciones le dimos fuurou inútiles. No logramos convencerle.

Siu embargo, ti meuida que Lt·anscurren atios, se va extendiendo la insLrucción ya baslanlo difundida. en el concejo del Pino. Verdad es qtte en 1839 la iniciativa privada fundó la primera escuela. D. VicenLe Moreno, nomh1·ado p~rroco del Pino en 1835 y r¡ue dur:i.nl.e el cu1·aLo de su tío D. Vicente Sánchez se habfa dedic::ido á In enseñanza, füó ol que la creó 1 la dirigió por espacio de diez y ocho años, hasta que el trabajo quebranló su salud do tal manera, que hubo de abandonar la larca quo había omprenditlo. Le n.yurló en s u ministerio D. l'Jicohts Amo1;es J:)lieno, natural do Ceolavín, l]Ue más lardo fué d iputado ú Cortes por Cáceres y ,,ivía en Ávila.

Murió D. Vicente Moreno cu 187 1. Cuando por imposibilidad !ísica no pudo conLinuar ~ierciondo el profesorado I el AyunLamienlo del Pino nombró á un proftisor retribuido con los fondos municipales y asi ha conlinuado hasta hoy esta escuela.

Elo otros concejos segufan el ejemplo de tan esclarecidos varones los se1'íores curas, haciendo Jas veces de los rnacslros ausen tes, hasta ta11Lo que la Diputación provincial de Cáceres completó la obm iniciada y creó escuelas elemen tales bien dotadas oo Cabozo, las Mestas y en el concejo de pjoo Frau1rueado. En este úlürno, las tres escuelas existonles en los ca.. sel'ios de Horcajo, Erías y Ovejuela, se crearon e l ar:\o tle 18i6 á instancia del entonces diputado p1·ovineial D. Felipe Pérez y González, aclual secretario del Pino, yn. conocido de ustedes, y á quien nunca se Ll'ibutarán los elogios que merece.

Los maestros 11ue se pusioro11 primitivamente al frente de las escuelas jurdanas, oxtraóos al f•aís y poco acostumb1·ados á las condicioDeli maLeriales do la vida. do Ja. comarca, se desauirnaton pronlo y peL·dierotl la fé, por lo cual el insp~ctor del ramo D . Francisco Pi:iarro y Carnpilla, eo la Memoria que se publicó después de ·s u visita girada en 1880 á las ,TUL·des,

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aconsejaba con fundado motivo que se buscara á los maesL1•0s y muestras ontre hijos dal país, á los que se costearla la ins trncción y edncación ou las escuelas normal es de lii provincia puesto t¡ue los demás, tr::iidos de otra provincia. ó do otros distritos, no hallándose acosLu rn brat!os ñ la miseria del país, no podrían permanecer en las Jttrdes cualquiera que fuese la dotación 'loe se les ofreciera .

Hoy existen en los cinco concejos de las Ju1·des, diez escuelas, mitad dotadas por la DipuLación provincial y mitad pot· el Municipio r,0nfo rme se expresa en el cuadro siguiente:

CONCEJOS.

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--

ESCUELAS DOTADAS

¡

por 11\ Dipul-:i.clón provi ncinl.¡

---

por el Municipio.

LM Rrl,a.

• .

PINO f'RANOUEADO .. ( !Torc:1jo. . . . . . . • . . . . . . Pino Frnnquend(.I. Ovejnoln....... . •..... ..

) Calabazas. b . am ronamo.

CAMINO MORfSCO. • • • • • • • • • • • • • • • . .. • • • • • C

CABEZO • • ••••••• NUÑOl!IORAL ••• •• •

Cabezo.

Las :l\Iestas.

........... .......... . ... .. .. ...... .. .

CASARES •• •• • •• • .......

Nnrromornl, CMares.

La Dipntación pt'ovincial y ol Gobierno no deben perdonar nJngiín sacrificio en este sentido porque el maestro ue escuela es uno de los dos elcroeraos civilizadores de las Jmd<.'s; el otro es el pltrroco.

Durante muchos años, en la dehesa ne J urde las parroquias dopeudían, como t.odo lo demás, do la Alberca I r los om·as de las Jurdes eran nombrados por el párroco de la Alberc.i., quien pOL' costumbre, cercenaba la dotación, y mn11daba á gen tes de pocas luces ó poco celosas de su cargo y ho.sta presbUeros quo habían de puegar alg1ín pecado ó alguna infracción á las leyes canónicas. Se comprende así, lo indiferentes

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11ue dehfan de sor tales personas, resulLaptlo en consecuencia c1ue los pobres Jurdano!, se quedaban tan desamparados pot· los ministros de Dios, como pot· los reptcseutantes de Ja autoridau gubernativa.

Tal estado do cosas lo _pensó remediar kan pronw como fué elevado á la silla de Coria el virtuoso prnlado D. Juan Ponas de Atícnza quo ganó bien morecidamcnlo ol Libulo de Angel y Apóstol do las JurJes. Esto Obispo, siguiendo ol ejemplo do Crislo, vi1lit6 á i:;us uiocesanos, J1as1a en los lugares más remotos, fundó parrocruias ea l\llliomoral, Mestas, Cas,wes y Martineh1·ot1; ermitas en Cabezo, Laddllat· y Vegas do Coria, coustrnyó casas recloL·,.\les en las pal'l'Oquias doudo habíau <le resüli<r los curas y las doló sobre su mitra para no pe1j udicar los derechos de la Albel'ca; decretó que los curas que huhiel'an sel'vjdo tres at'ios consecu.tivos en las Jurdes, Lenddau derct:bo al pri.mer curalo vo.caute 011 lu ui6cesis; mandó hacer :i expensas suyas dos puentes eu ol río B1ituecas1 uoo sobre el Ladrillnl' en_ las Mestas, otl'o en Vegas de Coda donde se fr:rnquea el rfo Jurdano y l'Ocoostroyó los camino~. Todo lo pngó con ayu(la de otra alrna caritativa, su hermana Doi\a Aluonza. Poi· 0u, ediíltó en Cambrouciao la iglesia de las Lástimas y la casa recloral 1 tan be!'mosa.

Lástima que la muerte se llevara premaluramente á este sant.o varón que lan pocos imitadores ha Len.i do, sio gue esto sea decir que nadie desde eutouces se haya ocupado de los Jurdanos. Pero dicho so está que el ejemplo venia de arriba, y redoblándose todos los esfuerzos en denedor de un hornlu·e de mérito, l1ubieran prouucido resultados de importanaia.

Ya que hemos citado á los curas del Pino, diremos que cua11Los llevan en las Jure.los el uombre ue sacerdote hacen esfuerzos inauditos por sacar al pueblo de- su miseria, dándole cons~ios, insLmcción y odll!cación; y conviene sabet· que, por lo general, son muy respetados y atendidos y que una buena parle de los adelantos conseguidos en el pacs, se deben á ellos.

Nombrar al cura es citará un hél'oe, dado que en todas las

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-ocurrencias correa en auxilio de sus fel igreses, sea e11 los peligros de la vida, sea <lu1·a11 tc las eoformcdades y epidemias.

Quien no baya leido los arLCcuJos publicados en La Locomoto>'a, de Bój:u· (l.º de Maro de 1881), respecto de la flebt·o lifoitlea 11ue por entonces asolaba In comarca, no puede sospechar lo quo so debe á D. Victo1fano Sáacher. Saude y á D. R~món Díez quo murieron atacados por la euíermc<lad como valientes adalides cu el campo de balalla, á D. Crisanto Pcdraza Sau Los, cura do Vegas do Corin, y acLualmente de .t\uiíomoral, á D. ~lanuel Pascual, cura <le Casares y,\ D. Julidn~tancebo, curn de las Mestas, á quien liemos visto no hace mucho pelea11 coD toda la población igooraute para evitar que se propaga ta la epidemia variolosa y consigtlien<lo, quii:á con sólo su iaIluencin , que pudiera11 llevar á cabo su misión los módicos encargados por el Gobierno uo vacunat· fi los morarlo1·es (1).

Basta con decido para reíul,11· cua11lo sobre osle asuoto bao escl'ito Madoz y los quo lo hao co1ii11t10, afirm11n<lo que hay alq ucrfa por donde n u nea ha pasado un sacordolc.

P or lo contrario podemos asegurar que l! Louas llevan el Viá· Lico y la Extromn Uució11, y si no so presc11la el caso, no bay alque1·ia que no ,•isüe ol p,lrroco á <Juico cslá confiada, varias veces al aiío. Los J lll'danos rcspotan y 4uiorea ,í susp:1vrocos; son piadosos á pesar <lo lo que so pudiera opioa1· en contra y es prueba do ello la rcg11 ladd11tl con que los domingos acuden ti la iglesfa distan Le algunas veces do su alquería 2 leguas 6 2_¼ (lJ 6 1~ l\m,) como acontece con los del Gaseo y de la F ragosa ó los de Ovejuela desde la cnal ha y necesidad de salvar 15 km. para llegar ni Pino F ranqueado. Es posible que algunos no sepan rezar el Padre nuestro, pero en la mayoría se encuentra esa buooa voluntad y esa obed iencia al precepto que son In religión de los bL1Cni ldes y de los igoorantes.

Hoy existen i-ieto parroquias, 6 sean !ns do MesLas, Ladrillar, Vegas ele Caria, N11úomoraJ, Ctlm broocino, Pino Fran-

(1 ) En el mes 1le Agosto de 1891.

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queado y Casaros. Coadjutor existe en el Cabezo y p1·onto existirá cu el Horcajo do11de se acaba de termiuar ut1a hermosa iglesia no inaugurada aüo cuando pasamos por Ju alquería en Julio do 180l y que pel'mitil'á á los habilautes de las al4ue1•ías a.Has del Pino, que acudan á mis:i. sin hacer viajes 1:111 largos y tao difíciles, principalmenle en los días ~le invierno.

El carácter de los Jurdanos es por lo gcne1·al a paoible y melancólico. Viven muy resignados con su suerte poco envidiable y que procuran mejorat· por todos medios: Ja generalidad so11 muy laboriosos. Se dice que entre ellos son ba!lLante soberbios, y que el que posee algo 6 Liene algunn autoridad lo buco uotat á sus vecinos. Es este, tlefeclo de gente poco cu!La y propio no solamente de los Jurdanos sino de pueblos civilizados. Tieoeu <lesconfianza cutre sí y poca fe en sus palabras, no cumpliendo lo pactado si veu que l'esul ta para ellos el más mínimo perjuicio, lo cual tampoco es peculiac· de las Jurdes y se puede explicar por la manera con que han sido Lratados por sus vecinos durante largo periodo de años. Son Límidos y hu~ mildes en presencia de extraños 6 cuando salen de su concejo 6 se presentan ante algu110. o.utoridad. l!Jn las alquerías remolas huyen y se esconden niiios y r:nnjel'es cuando se acerca algúu desconocido, pero 1o propio hemos notado no hace muchos años on ,1.ldeas de Francia y luí _poco en la misma república de Andorra.

Resumiendo cuan to acabamos de ma11ifeslar, rcsnlla que los Jurdanos no pueden calificarse de Mrbaros ni u.e salvajes, siendo más bieu gentes ae carácter tímido y poco acostumbradas á rozarse con cxtl'nños. Su inteligencia se halla poco cultivadt~ por motivo, sin duda, de las miserables condiciones materiales que los rodean; lodo en ellos lleva la huella de tal miseria. No eonsti~uyen una raza dcgcnorada 1 aunque si apocada por causa lle las malísimas condiciones higióuicas en que viven y del régimen opre!!Ot' y esa especie de osti-acismo que han pesado sobre ellos largos aiios. lfan sufrido y siguen sufr'.ienclo la.s consecuencias del abantlono en que se los tiene. l nteligont,es y mañosos, serían muy susceptibles de i-ecibir insll·ucción.

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Son, dig:tmoslo asl, nidos graudes que han menester se les dirija h.icia. la civilización pam que puedan Lomar de ella. lo que les falta. Conocen sus Rropias necesidades y por Lal razón no so desprenden fácilment-0 de lo que poseen, más, por poco <1ue presuman quo 3cní ree-0mpen~ado el servicio que -se les esigo, lo prestan gustosos y se coule11 Lan con módica relribuclóo.

Las dcscl'ipciones.que de ellos se hao bccbo Lionen algo de verdllfl, pe1·0 en sus capllt)los de horrnres se reíloren sin duda alguna á los pordioseros de oficio. l:'anlatinamenle irá dcsapa1·eciondo esta clase, verdadero borrón de la comarca.

Lo orirninalldacl es escasa; asl es quo lajnsLicia oo lieoe que intervenir más que en hurtos de poca monta, rii'ías y cuestiones con frecuencia originadas por el vino, pues dicho se esLá que hallándose poco alimentados y no tonioml.o costumbre de beber, se excitan en cuaulo han apurado una copa, principalmente eu liompos de la recolección de la uva y elabo1·ación del vino. En algunos cnsos de ai.l ul.Lorio Lienen que tomar carta los tribunales, aunque siornpl'e ocurre esto con la clase de poi·dioseros de ()ficio.

El cuitlado principal do la Guardia Civil, consiste en evitar que se iolernen y establezcan eu h comarca individuos do fuera, que, huyendo de la justicia ó fugados de algún presidio vengan á dtir malos ojomplos á los moradores, dado <JUO csLos se avienen fácilmenLe y sin necesidad de Lribuoales arreglan sus pequeilas disputas ó diíorencio.s, y ciorLnmonLe, no es una de las menores sorpresas la que expcrimen ta. el viajero, al ver á mujel'eS y niños besar la mano del guardia. civil con el mismo acatam iento que guardan para e-00 el párroco, cuando, respetuosos, acuden á besarlo la mano y recibit' su bendición.

En el transcurso de la descripción quo antecede, hemos hecho resaltar repetidas veces Jo diferentes quo 01·an entre sí, ol conc(ljO de Pino Frangucaclo por una parte, y los de Cabezo, Nmíomoral, Casares y Camino Morisco por otra, ó para ser más breves lo que aot.iguamonte se llamaba J urdos bajas y Jurdes allas. No cabo duda quo !ns primerns supo1·,m en mu-

- ºº cho, bajo el aspecto de sus condiciones morales y maLeriales á las Jlll'des a!Lns.

En efecto, sus casas están mej or consLrufi.ln1 y nótase por Loclas partes cierto bienestar relativo. llombros y n1ujeres son más sociables, inteligentes y cultos y en tl'e ellos se ad vierta mús aseo. Los campos se baJlan mejor oullivado , los caminos m~jor trazados y entrnteni~os; así es que ou Ovejuela, v. gr., el camino que baja al Pino y el quo :í CasLi1la uo <lojilll natla que 1lesear como caminos do harradu ra. Verdad es tJue, excepluantlo el Pino, Ovejuela es el pueblo de las ,Ttaclos bajnR, que snpcra, átonos los demtís, y nmhos no tienen nada que e.nvidia1• á muchos de CasLilla, y ':mxt¡·eruatlu1·a. El viajero f)UC desdo las alquerías do Fragosa 6 Gaseo frang uea el puerLo del i\Ja11zano para llegar al Horcajo y luego tt Ovejuela, se J1gw·a que visita tlos comarcas complelamento füsl.inta.s y nadie le hariu cree11• r1ue no ha salido de las ,Tllrdes.

Se ha Lralado de explicat· Je mil di~t,i11 las ni.ineras la causa de tales diferoucias. So ha s upucsLo quu la proximidad á puntos civilizados, la inilucmcia del i;onveuto de loa Angeles, y las condiciones del suelo m0Liva1Ja1l la superioridad de las Jurdes bajas, y sfo ero hargo, nadaj t1Rli flca semejflnte nset'Lo en cuanto S8 sabo que las Jurdes altas se ho.llno á menor dist:-q¡cia que aquellas, do los pueblos de Castilla.. Las Mestas y • utlomoral apenas distan medio. jornnd,1 tle la Alberca, 1·elacitrnad:i. según se Rabe, con todo. la parte de kt siui·m tlc Fraucia, Béjar, Sala-

v.~

m;rnr,n, etc.

Cie1·Lo es, que el coDvcnto de los Angeles se hallaba cerca del Pino y de lus nlr.¡uer!ns do este disll'ito. poro también es evidente que la dehesa de Jurdcs tenía ú sus mismas puertas el convento de C:\rmelilas, si Lo eo las Batuecas y el de Fra aciscanos, on ln Pelia de Francia.

RespecLo ,í las coudiciones <lol snt'\lo no dejan do ser idún • ticaR (!}; y si bajo lal co11cepto hubiésemos ne concede!' ht pl'i(l) En la ~cmoria tnnlnR veces ciLodn rle loi< SrllS. ~lullrulo y F.¡:io1.cun Sil pu.arte Icor que la con~tltución g~ol(,g-lca rlo las ,Jurrles es c:isl In miijnrn en t.o,111 lo erten• s i(in ,]el ~Crl'il.Qrlo, que cslii formado por depósitos enmlirfanos, eonslitu.hlo!J pol"

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mncra, á buen soguro que so la üat·lumos ú las Jurdos altas, pneslo que las ol'illas del rlo Jurdano y todo · el concejo de C;isai•es oírccon terrenos extremada monto fértiles . En el de Camino !llorisco, el suelo se presta á loda clase de cultivos. lndndáblemcnto quo ni .:í la constitución del lorreno, ni (t los supuestos vicios de los babit.aotcs de J:.is Jurdes altas, debo do ntrllmirse la causa de su condición mísera, ou tanto que los de laR Jurdos bajas disfrutaban de un bicocsLar relativo.

Si las Jurdes altas han quedado fue1·a de toda civilización tan largo período de aiios, si sus moradores viven todav(n en situación tan precal'ia y miserable, culpa os de la sorvídumbrc á que los han sometido la Lirani:i. y el despotismo lle una coleeti vitlad que Jm dado con el medio de per1>etuar husta nosotros el régimen feudul con lodos sus privilcgioR sin que Ja:1 revoluciones hayan impediJo su progreso y desarrollo. Cierto es que Gondlcz de Manuel y Madoz, hicieron alguua.s i11dicacionos sobre el particular , poro no es monos evidenLe que nauie antes que Lurrngn, so atrevió á abordar 1·esuellamente1 y sin ambages, la cuestión do Jus Ordono.nzas de la Albct·ca. Finalmen te, D. Homualtlo Martín Sanlivrt,-1ez 1 dándonos á conocer ol texto de dicltas ordcuanzas y D. Vicente Barrantes poniónrlonos de rnlicvo sus falnlcs resnllados en la coufert>ncia que leyó Robre Las Jurde.~ y sus leyenda.sJ han presentado el asuoLo bnjo un novísimo aHpect.o baciontlo al mismo tiempo, debida jusLicia l'i los Jur<lanos tan inmerecidnmcnle calumniados hasLa ahora.

Creemos innecesario entrar eo m~s pormenores soh1·0 esta matei·ia, pre0riendo remilir á nuestros lectores, á cuan los eacrilos han pu hlicndo los autores t·eferidos.

Bástenos, sin embai·go, con recordar que alhi en 1288 cuando el infanLe D. Podro cedió á la. Alberca la dehesa de Baluec.is y plz11rrni< y ftl&<lios rlu,r os, 1la 00!01• gris ozulf\/lo y rojizo por lo genl'rul, pnsnndo t. plurrM11lllceiu1 en variol\ ~illos Bo 1111 Rrlas y Río Malo ,1u Arrlbn lntrrcólan11e nlgu_no~ h11ncoR tlu orcllln pi1.0rro1111. cuarcíícxn ,1, color rojizo, quo ~e deslacon 11 gra,n dlRtnnc,a ¡JOr el conlrastc qu~ hM·eo con lnl!I pizorrns nzul11tl111<, Al S. ,tcl O = lu plinl'rllY se coo~iorlen en roe:1 elliccn ferrugl110.-..i< en el sitio roduri<lo qua tlnn11n volclin opo¡;nclo y tlon,te toma el n$pooto de ta pi01lrn pómez...

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la de Jul'<le como dehes,1 do coacejo con derecho de usufJ.'Ucniarln, cc,ncodi6 también ;\ la villa tlcGraoadillnigual derecho sobl'e el disLl'ilO de Pino Franqn,eado (Ju1·des bajas) . Y si este no fu6 di~trilo libre desde un principio, por lo menos debió de sacudir en ópoca remota, el yugo de Gra.nndilla.

Efl'cti vamen te, los pastores que habían formado las 1.240 majadas 1lcpeutlie11te!> do Gra.nadilltL so coostitu yet·on en concejo 11) el 28 do Eoero de 1528 'I.Uedaado dueños de las Lierras baj o la enfiteusis de 18.000 maravedises y 80 paros de perdices.

Pidieron aulorizacióo á su se110r el Duque de Alba, para qu& les pormitiora hacer orr:lenanias muuici pales y se la concedió con fecha 1!l de Febrero de 157 t.

Los de Granadilla no dejaron de poner algunos reparos y después de litigar unos "t olro!<~ ganaron por fin el pleito los del Pino, el 1.º do Enero de 110;,, viviendo libros bajo los preceplos de sus ordenanzas y desarrolltindose holgadamente, según se h:i. echado de ve1· y alc.,ozado ya que no riquezas, pot: lo menos, bioneslar.

Ttndamos aho1·a la vista hacia la Alberca, y veamos cómo, en el ínteriu, nsflba del derecho que le aco.bnhn de conceder el infante D. Pedt·o.

Valdelaguna ó la Alborea, era el mejor· puehlo del Lerrilodo pertenecieolo,l Granadilla, pero disponía do poco LeJTeoo dentro de su jurisdicción para el manLonimiento tlo su numeroso gaondo cabrio. Por tal razón, consiguió que, en el reparto hacho poi· el infante D. Pedro, se la concediera en clase de dehesa. de concejo toda la extensión tlel Lerl'itorfo jurdano, de la.

R ibera y de las BaLuecns.

La cesión se realizó eu 1288, y d asdo en ton ces todo al terreno perleneci6 en propiedad á la Alberca y, por consecnencia , 11 su consistorio tocó formar los reglamentos do aproveeh<1mieato do sui, productos.

( 1) Asi, ll. lo menos, se deduce tlcl lesllmoolo de Jun n do 01Jr~g6n, Eacrlb~no illl Cnsnr de Palomero y do las Orcleuanzu plll'a el r<-¡¡-Imeu del Concejo creotlo con los llnl,ltooles de la dehel!a de l'rno Fran11uCAdo, Jtmsdieclón de Is villa de Granndlll11 de la ou1ll ern. seúor el Du qu e do Albll.

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Se concibo con facilidad 11uo LOilos ordcnamas no ha.b!an de favornccr equilutivamento á Jas dos clases de ga naderías , couto por allí dicou, quo consliLufaa la riqueza pecuaria de la Alberca, pues siendo dos los ganaderos, el cabrero y al colmenero, es natural r¡ue ol primero sólo deseara lalar los bosques, doslroz<u' las malezas, nivelar el Lerrilorio y despeja1· los campos, aJ objeto do contar con :1bnndaoles pastos para mantenimiento de sus ganudos procura ndo supri.mír á la vez Jas guaridas do las fieras tan comunes 011 Le1-renos montuosos. El col menero, por lo contrario, anhelaba conso1·vnr la maleza, los ,írboles, lns llores silvestres, etc., etc.

En In Alberca, la propiedad colmenera era. más abundaolo que la ganatlel'ia cabría y por esta razón las ordenanzas favorecieron mful .í Ja el aso que ma yor utilidad reportaba al veoiudario.

Nada m,~s natural que semejaute preferencia., pero donde ya so vo iniciMso el régimen da la. opresión y arbitrariedad es cu.:indo cou el preLexto do i1npediFq ueReacreceo1a1·a l;sriqueza de los pobladores de las J urdes que al flu y al cabo hubieran llegado á aventajará la villa matriz por la abundancia de sus productos do miel y corn, 1a Alberca sólo coucadió á los Ju1·da11os el tlcrccho lle habitación y pasto que pudieran nocesilar, obligándolos así por sus mismas ordenanzas, á seguir siendo pastores, como past.ores ruaron 0 11 un principio.

En el las ~e dicL-ába In prohibición absoluta de roturar le1·renos do niuguua clase, y si alg uno de los moradores infringía aquella dis;iosición, se oxponia ,¡ los rigores de las ordenanzns como igualmente si dcs&ruia las malezas, quemaba el monto y tambi(m si plantaba árboles ó sembraba cereales. No podía ba· cerlo sin permiso rle la Alberca que indicaba los Ler1·enos que deb!o.n de r0Lu1·arso ó se111bra1·se y el 'dcrer.ho quo habfa de pagarse poi· la autorización. Luego de recogidos los fru tos en aquellos terrenos, habían de dejarlos a biertos para qno ea Lrase11 libremcute los ganados de la J\lborca.

Los plantones de encina que nncieran cu ac1uellns tierras era prodso conservad os, ele., etc. Necesario se1·ía, citar las orde· nanzas completas y las penalidades que imponían, para Cor-

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morse idea de los aLrocidades que al amparo de la ley se podla n comolcr 11).

Esto nos bastorá para conocer b condición precaria en que forzosamenLo tlebíau de vivir los pobres J urdanos.

Pero como no era de presumir que se somelieran siempre:\ esas ordenanzas q_uo los obligaban á morirse de hambre leuienuo un suelo foraz quo cultivnr, 6 á quednrso ociosos, cnnndo tantos t1·abajos 11ecesltauo11 emprendo1• 1 el AyunL(\micuto instituyó oLra. vejación más, que con~ i11t ió e11 una visita anual para cerciorarse d e si las ordeuauzas se cnmplían. ,l'fotlos los año~, dice Larruga, (1'. xxxv, pág. 2J7 y siguientes}, uua comisü5n compuesta del aknltlc, escribano y minisLro de la Albcrc.t, asalariados todos, se presentaba en las .Jutdcs obligantlo al alcalde do cada concejo á acompu,iarln de baltle, con el fln tle reconocer todos los siLios y alrinor[ns de los mencionados concejos, y por cada descuajo quo encontraba i111po11ia 21 reales de mulla; lo mismo por cada tlrbol recién plnnlado; si fuera en tierra propia, O reales; y si con el nuevo árbol1 húbia dado alg1ín ensanche á su lerreno, el propiclario incu rría en la multa tlo 13 reales. El importe tle todas osas multas era para los visitadores de la Alberca, y cuautlo ol tola! de ellas uo asccnt.l ía á l .fiOO reales, cada coa cejo ha bía de conLri buil' con 800 1·s. par~ com plctar osa snmn , y :ii era menester, so hntfa u,1 repartimiento culro los vecinos, pagando el quo cometió el supuesto deliLo do ser lnborioso y el quo oa nada contravino tí las leyes de In. Alberca. k\ exacción de estas multas se hacfa con tn.1110 1·igor, rrne cuando uo tenían otra cosa, quitabán ,í los JnrtlrLnos hasLa los pobres vestitlos con quo so cubrían . Ademlis, obligaban á aqnellos infelices .'i irá la Albe1·ca á sacar carta de dote, cuyos derechos ascendían á 13 reales¡ de lo contrarro, repellan las multas ni sig uieute l1ilo.

Sobl'O estns arbilradecla1Jes entablaron los Jure.lanas dos plr.ito~¡ pero como uo tenían di nero, no pudiero11 conlinuo r(l) m co nt.c111clo clo rllchas Ordenau z~ podrá lc~rsc en los e~rrltos de D. 1tomu11lclo )1 S."tntidil~& y en la Conírrtmc1n ch•I Sr ílMrnnlel á qu e nos hemos rn• rerldo en vRrinll ~Miones.

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Olí -

los. Siguieron al'{ hos·la el 0 110 de 1808, en que cesaron fas visitas y la aplicación de las ordenanzas durante la guerra Je la Indopeudencin. Ya se creían libres, pero vueltas las cosas á su es1ado normai, se 1·eanuJat·ou las vejaciones.

En 182:J, ol clero co n el cw·a del Piuo, D. Vicenle Sánche1., á ]a, c:1.beza, presenló una instancia, pidiendo la abolición de las vi sitas; se e11ctn·gó tle apoyada D. Diego Muñoz Torrero, en 1824; mas los acontecimienlos de aquel afio hicieron fracasar !lL petición. La esc.'lsa libertad de que habían ilisfrutado los J ni-danos, les hizo c1·oer, que, suprimidas las 01·do11anzas, des~ apareciera su es lacto miserablo; pOt' tal motivo, :cuando en 1829 se llevó i\ cabo l:i. visita anual, so sublevaron en !\1m10moral contra los visi1atlo1·es, y á los voces de: a¡Cogerlos! ¡Matarlos!» los persiguieron, y aquellos se salvaron huyendo precipiladamen te. Se encausó á los J urda1fos y se los castigó con tluroia.

Así vivieron hasta 1835, aüo cu tjUe dcJlolLivarnenlo quedaron anulndas tales ordenanzas, y <lue1ios los Jurdanos de sus Le1-ritodos11. 'l'al ase1·ció11 no es exacta, dado que no Jcs quedaba na<la, ó por lo menos, bien poco del terreno que ocupa,·on . Ya las Jurdes no eran de los J ut·clanos, sino propiedad ele la Alberca.

E!!, efecto; durnnte el l argo pel'iodo <lo nñoR 011 que estas ordenanías tuvieron íuer1.a. de ley, los habitantes do 1:i. Alberca so apoderaron poco á por.o de Lodos los terrenos fértiles. ¡Entre parónt.esis bueno será sabor que, siempre que algún lrabajaclor, victima do las visitas, era multado, había de recunir á aJgnn vecino de la Alberca que le sacara de apuros y le pl'CSLara dinero para saLisíacer el importo de las mullas. Fácil es suponer á qnó tipo de interés so bnritrn estos próstamos. En oLras ocasionos, para cobt·ar la multa so les vendía sus casos> sus campos y huertos en la Alberca en pública subnsLa, á precios que no llegaban ;í veces ni :l In sexta parte del vnlo1· de la finca. Así se explica, que Lodos los buenos vii1e1los y olivares do la Ri bera, tlel Ladl'illar, de ~uiiomor:1I y del CamiJ10 Mot·isco, q11e tanto!'! sudot·es hnbfaa costado, pertenezcan ó los vecinos do la Alberca.)

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96 -

H oy por hoy, por más que las Ordenanzas sean lel1·a muérta, los Jurdanos no ltan sacudido del lodo el yugo de la Alberca, ni los vecinos de ést.a han olvidado su feudalismo sobre las Jurdes1 aunque sólo tue,·a, bajo el punto de vista moral, ui han dejado de tener osperania.s de que vuelvan o~ros tiempos e.n quo p uedan ejt.1rcer de nuevo so dominación.

Dasla oir sus convorsacio oes y palabrer [as sohre lan interesant,e asutilo tí unos y á otros, paJ'a convencerse do gue los Jurdanos ticucn miedo á los de la Albcl'ca, y los consideran como sus enemigos natos, y los de la Alberca á su vez tienen á aquellos por siervos, indebiuameole emancipados, que algún día habr(1n do sufrir su merecido castigo.

En su trato rcoiproco, los Jurdanos se d irigen á los otros con cierta timidez, y l_}Or Sl1 parte, los veoiuos de la Alberca, aun los de condición más baja., a rectan eierto Lono de superioridad, tl'atándolos como á séres infcl'iores . . Cuando por primera vez estuvimos en la Albec·ca anLes de· emprender nuestl'o primer vía.fe por las Jurdes, era de oirá los buenos Albercános, q ue con sana inlenci6n, poc· supuesto, nos pintaban Ja comnrca con negros colores, cual si en ella íallarau los medios más indispensables parn la existet1cia y por ende se desconociera la seguridad personal. Como lo hace observar con muy buen criterio el Sr. BatTanles, de la Alberca debieron ser, sin duda, los pas tores que en el sig lo xv1 hicieron creer á los primeros monjes de las Batuecas que el vaJle se hallaba poblado de d emonios. Desde allí enviai·on se. guramenle á Madoz las reladoncs horripilantes que hizo suyas el Dr. Velasco. También allí, hace una década no más, decCan al Sr. Pizarra, que iba :1 inspeccionar un país exlremadamento ' pobre , habitado por gentes: hurañas, idiotas, sémisalvajes, incapaces de Lodo progreso mn~rial y moral. Idénticas impresiones hul1~éramos podido ttaer, si ea vez de recorrer Lodo el territorio jurdano, hubiésemos vuelto á Salamanca después de haber visitado las ruinas de] convenlo de las Batuecas.

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07 -

Antes de terminar, réstanos expresar nuestro pensamiento rcspeel-0 á la. regeneración moral y mnlotfal do la p(l.rto do las ,Jul'des que tanto tiempo íué v!cLima de h h1j11slicia de sus vecinos y del adelanto de la otra parle más arorLu11ada, que, á posar de sus poco ven tnj osas condiciones, ha disfru Lado á lo menos de los inestimables beneficios que procura la libertad.

Descartando siempre á la clase de pordioseros de oficio hemos insistido t'epetidas veces en l]Ue los J urdanos, ora sean de las Jureles h¡¡j as, ora do las altas, son gente laboriosisima -y podo Lnu to, ve,·dade1·amonte dígnos de que se ocupen de ellos cuantos hombres piensen en mejot·ar la suerte de sus semejan Les. Indicaremos on pocas palabras en qué sentido se les puedo prestar ayuda.

No creemos que se nos tachará de exagerados al afirmar que como horlicullores igualan ó superan á los mismos ValeociaJlOS, si se tiene eo cuenta que los Jurdanos se han vueho hortelanos de la noche á la mañana, cuándo la euformcdad do los castalios los obligó ó. cambiar por córnpleto el modo de cu! Lívar sus Licrras¡ mientras que los Valencia.nos no han tenido más que conLinuar ejecutando las faenas de sus mnyores, que, á su vez las habían recibido direcLa.menle de los Árabes, auto1·es de cua11tas obras de riego ó hidráulica se admfrau en el antiguo reino de Valencia, Si sobresalen como buenos hortelanos, no cabe duda de que nadie los aventaja como hidráulicos (por poco ibamO$ á decir ingenieros bidráulicos). Maravilla el ver cómo sin conocimiento Léc11ico nfogLrno, bombres que no han leido, porque no sabea leer, ni visto uada fuera de su tierra, porque nunco. han salido de eJla, ai se hiiu puesto en contacto con otros, sou capaces de hace1· por intuición esos canales de riego que desviando el cauce de los rios, sigoen por las faldas de los montes y atraviesan los campos llevando por cuan~os aiLios pas:1n, la ferlilidad y la vida. Quien no haya visto las obras de Ovejuela, no comprende hasta dónde puede llegar el ingenio del hombre cuando le impulsa la 11ecesídacl 1 madre de los inventos. Ya en este pueblo, habían perecido los castaños y se presenLaban grandes obskiculos para crear huertos,

.,

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98 -

por lo escabroso del caucu dol río y lo pend ienle de las montaiias que lo dominaban. Ararecen tres hombres osados, J osé y Simón Sttnohez Clemen te y Manuel Domlnguez! reconocen el rio 1 fijan ol pun Lo donde ha de hacerse la sangt•ía, seiialau el Lrayer.lo de la acequia nrn.dl'e, etc,, etc. Una petia dura, que domina un precipicio les corta ol paso. Colgados en una cesta amarrada en el tronco de una encina esos lres valientes, arriesgando su vida, van y fJ uiebran la peila con el fin do abl'ir paso al agua bienhechora. que ha de .llevar poi· doquiera la riquer.a. Desde aquel dfa, fué Ovojuela la nlque1·ía má,5 imporLanLe de las Jurdes, viéndose allí reproducidos tras do mil dificultades quizá, más no con menos grandiosidad oi belleza los mara vi liosos pensil es de Babilonia.

Los moradores de Ovejuela, corno hidrthllicos, se hallan á la cabeza, mas no por oso dejnn de il'les en zaga los demás, ni siquíera los pobres del Gaseo, ~fartilau1ll'á11, Co1·ezo 6 Casares.

Puede verse cómo pasan los canales de l'iego de una ol'illa del río á olra pot' medio de acueductos l'Uclimon ta1·ios, hechos con la corLeza Je un alcornoque :apoyada en sus dos exlremos, ya en una horca, ya on un mu1·0 de piedra !leca que á menudo se llevan las aguas en sus crecidas, pero que con una constancia sin igual vuelven á edificar los vecinos al a1io siguiente. No so sabé qué admira1• m~s en esas pobres geoLes, si su invonLiva natural ó su consta.ocia y empeño en luchar contra la dura madre naturaleza.

No faltarií quien nos tache do pat·ciales, pal·eciéndole que nos complacemos úuicameílle eu ensalzar las cualidades de los J ul'danos. Poro téngase ou cueuta para justificarnos, que bi.\11 $ido muchos los que no han sacado :1 luz rnás que los defecto!!, y hasta los supuestos vicios imputables sólo ,1 uoa. murorla pequeñísima.

Trabajadores son é inteligentes, lo hemos dicho y lo repetiremos hasta la saciedad, pues no se puede nega1· apLitud y destt-eza á quienes relllizan las obras que acabamos de indicar y á qltiencs sii1 nJáS fin que el de abuyeutar á fieras y jabalíes, coustl'Uyeo sin qu.e nadie se lo haya ensoñado, el maNillo de agua.

-119 -

Es indudable <¡ue con genLcs de tal n.Huraleza, algo se puede hacer; y esLo es lo que nos _proponlamos demostrar. Sin embargo, indic.iromos primero cuál sea, á juicio nuestro, la mejor senda por donde se les puedo oucaminnr, teniendo muy en cuenla que cualquiera qne llcgaso á ser su moralidad 6 instrucción, habl'áu de pudir siempre á la. tierra su cliat·io sustenLo. Poi· consecuencia, lo que ut·ge remediar, antes que nada, es el sistema do cullivo que hoy siguen, con el cual jam:ís producirán sus tierras lo suflcicuLe para alcanzar aquel.

El alimento quo más necesitan y el que más apetecen es el pan. Es así, íJLIC nada anhelan tanto como poder sembrar trigo ó centeno.

CierLo es que val'ios punLos como v. gr., las orillas del rfo -Jul'dano, el Camiuo Morisco, la ribera del Pino y, en particnlaL' la. Mesa Santa y vertientes bajas de las Cañas, se prestarían quiz(t tras de buenns labores, al cultivo del maíz, pero, uo por eso deja de se1· p1·ociso que se desengai\en los J urdauos y abandonen de u na voz sus propósitos de obtener cereales.

Conlinúou con las hortalizas, patatas y cuan lo les dan sus h11e1tos, A pesar de Lodo, susceptibles do noLables mejoras. Lo qnc imporla principalmente es que aprovechen las graneles exLcnsíonBS de lcnenos baldíos con que cuentan.

Ignoramos bajo quó régimen viven hoy en día los puoblos de la dehesa que antes dependía del -iyuntamienLo de la Alberca; si aco11Lece lo r¡ao on el concejo del Pino, Jondo las tierras incuhas son del primero que las cultiva, habrán de rolurar los puntos inferiores ele los montos m1ts próximos á los ríos y 0011° verLir á estos montes bajos en praderas. Veinte silios á propósito para pastos naturales y artificiales. podríamos iudicar en los Lerrilorios que hemos recorrido . . Entre otro~, el concejo de Casares y la parle de los mont.es cerr.anos ni Cureml cuya exposición á Oriente es admfrablo, ofrecen las mejores condiciones para plantar viüas que al cabo de cinco ati.os dal'Cau á sus propietarios producLos, r pot· tanto, bienestar hasta ahora desconocido.

En In parle <lcl concejo del Pino próxima al Horcajo en vez de cortar y destrozar los pinos que existían en bosques pro-

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100 -

fundos, han de $egufr el ejem plo que les dió la naturaleza y sembrar pinares para extraer luego resina. Si bien este producto ha perdido mucho de su valor, h.-1.brá de producir, sin embargo, algún benencio á quien empr·enda el negocio.

De este modo se obtendría en la región un exceso de producto de que carecen ahora lo!< Jurdanos y que con su venta les proporcion:1ría el dinero necesario pai-a comprar el trigo que no pueden produci r , los ves tidos (JLle no pueden fabrica r y lodos cuantos objetos de primera necesidad precisan adquirir_ Cla1·0 es qne tales reformas y mejoras oo se pueden implantar de buenas á primeras y quedarán como utopías si no se predica con ol ejemplo, pnra lo cunl se ,necesila quehombres instru1üos é inteligentes principien á r ealizar algo nuevo y disl.into de lo que vienen haciendo sus conciudadanos.

Así lo ha entendido el secretario del Pino D. Felipe Percz y Gon záloz al comprar terren os y poblarlos de pi nos.

Preciso será tamhién que ot1·0 plante vüias, y á su ladootro Jurdano haga lo propio.

Mas, oo teniendo ningún dinero, ¿de donde podrán sacar los plantones? En esto necesariamente ha de iuLervenir el Gobierno 6 los sindicatos agrícolas que se íormen. D. Romualdo Mar lin Suntivañcz, es de parecer que convendr ia crearun pequeño Banco regional agrícola. Nosotros no LeMmos opinión respecLo á ese particular: siempre nos ha parecido laslimoso que se vengn á exigit· á esa pobre gente el pago de la contribución. Pero corno la ley oo puede ser desigual para todos, entendemos qne á los más inteligen tes pod1·ía el Gobierno reintegrarles lo pagado, suministrándoles por mediodel Ministerio de Fom~nlo los plantones y semillas que necesitaran.

A los hombres de fe como son en las Jurdcs los párrocos ylos maestros de escuela, que se dé an ualmenLe cierta cantidad de semillas y plantones para que los utilicen dondemejor les parezca y además que se regalo otra igual á los. vecinos dispuestos á i 11 ten lar la experiencia bajo su dirección y aunque no fuera más que en pequeüa escala. Basta saber lo productivo que es el país, para comprender que-

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101 -

.al poco tiempo presciudil'ian los Jul'danos del envío de plantas y semillas, que con seguridad ellos mismos obtendrían in situ.

En punto á prados, con el agua abunda nte de q ue disponen poco les queda que hacer. UoicamenLe seria pt·eciso agregará -su ganado cabl'ío, algún ganado vacuno, cousigwéntlose de este modo transformar la comarca, pues con él se -obt~ndrfa un elemento tau indispensable para la agriculLura como son los abonos .

Mayor auxilio -podría prestar el Gobierno á los Jurdanos, .a.yudáudolos á salir de su precaria situación, con sólo autorizar la sieu1bra y culti vo del tabaco en a quel suelo, que presenta muy ventajosas cot1diciones para este objeto, cual sucede con el de las comarcas próximas, Baños, Aldehuela, etc., según_ afüman los autores del Diccionario Geográfico Universal. Y á buen segu1·0 fJlle las SL1peran las Jurdes (l} por la abundancia de huertos regables y, lo que impo1·la mucho, por el considerable número de braceros que, eD ellas existe o, siu trabajos á que dedicarse. , Téngase presenLe las iuapreciables ventajas que ofrece en las Jurdes, la fragos idad del terreno, q_ue evitaría el cotürabaodo y aseguraría la recolección . Á más de esto, facilísimo .sería vigilar los escasos desfiladeros que permi Lea el paso á la r egión y más aún si en su ceolro {ea N uñomoral, poi' ejemplo) se llegaran :í establecer depósitos ó almacenes.

Basta á nuestro pro pósito con apuntar este proyecto al cual podrían dedicar especial estudio los poderes públicos eu cuanto a cordaran abrir aquel país a l comercio y á la industria, pues de esta última no exisLen, hoy pot· hoy, vestigios en las Jurdes y, sin embargo, bueno fuera inten tar de nuevo SI.lo implantación, como lo hizo, ann.que no sin esfuel'zos, á principios de siglo, D. Diego de López, vecino de Béj ar.

Para conseguir el fin apetecido sería fácil, con tando con los múltiples adelantos de la ciencia, utilizar la fuerza motriz su-

(l) Oreemos q oe los valles do las Jur<loS sólo Uenell comparaclón con los de la Repúbllca Antlorrana¡ y sabido os que, en ella, el cultivo del tabaco constituye una do las principales fuentlls de s u riqueza,

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,·...

102 -

ministrada por ríos y torrentes, para dar impulso á algunas máquinas que, si se tiene en cuenta l a pt'oximidad de Bójar, centro industrial, servirían para a provechar las lanas haciéndolas pasar por las numerosas trans fo1·maciones de que son susceptibles¡ al mismo tiempo, se conseguiria dar trabajo á cuantos de é l ca.recen, por compleLo. Mas, dicho se está que, á pesar de todas esas mejoras, y aunque fueran llevadas á la prácLica, si las Jurdes han de gu.edar apartadas del resto de la nación y del mundo, do nada nos habrá servido molestar la atención de nuestros o yen tes, y· denada el haber indicado las reformas.

No olvidemos quo se proyecta ab rir la comarca á la civilización por medio do uua carretera. Ella será el principio de la redención, a l mismo tiempo que base . de toda reforma, puesto 11ue por la car retera se habrá de llevará las J urdes lo que les Calla, y extraer el exceso de sus productos. Hagamos votos porque cuando se lle,re á efecto, se estudie bien el interés general de la región: lo contrario seria obra vana é inútil. Ya hemos indicado nuestrn opinión respecto á su trazado¡ iusistir sería dudar de los promotores del proyecto, y de la ciencia de los ingenieros que la hao de estudiar y construir. Que se h aga pronto, es el único deseo que podemos expl'esar antes de cooduir.

Al mismo tiempo que se ha de fome11tar la agricultura y desarrollar la riqueza material de la comarca, ha de continuarse también la obra de regenernción moral que se halla en buen camino. Para ello han de iote1·esarse en favor de los Jurdanos las autoridadel! civiles y eclesiúslicas, girando á menudo visita~ y llevándolel:l la esperanza , que cent uplica las fuerzas .

Auméntege el número de maestros de escuela, mejorándo,Ies su condición, como asimismo, si es posible, la de los seño. r~ curas[,Dij' os ya, que unos y Otl'os, habían de rcc:lutarse entre' los jó nes inteügcntes de la comarca, quienes fieles á su tierra tiva, no abandonnr!an á sus paisnnos , y, mejor que extr uos, .,('dedicar ían á socorrerlos é instruirlos .

Otro ideal vamos ú i ndicar: los Jurdanos carecen en absoluto

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108 -

de asistencia facultativa; un ministran le único, resido en Pino F1·anqueado, y se aparta poco de este centro. ¿No seria posible á la Diputación provincial de Cáceres, si encontrase á algún JurdaniLo iuLel igenle y aprovechado, costearle sus estudios, como lo hace con los maestros de escuela, con el fi11 de que luego volviera á prodigará sus conciudadanos los auxilios de su arte y de la ciencia? Como elemento civilizador, el m6dfoo no desmerece de ningun otro. G1·acias á sus consejos, entraría el aseo en las costumbres de aquellas gentes, y desapa1·ecerían la vez las enfermedades los vicios que trae consigo la falla de limpieza. Pronto se advertirian notables progresos en las condiciones físicas de la raza y se vería disminuir la mortalidad en un 50 por 100, principalmente en los niños.

A qu í hacemos punto, dando por terminado este modesto estud io, y reiterando el testimonio de u uestra gra titud al lllxcelentísimo S1·. P residente por las halagüeñas frases con que nos ha honrado, á la Sociedad Geográfica y al ilustrado auditorio, de cuya be nevol encia hemos abusado sin duda alguna.

a

y

· ITINERARIOS. 1,er

VIAJE. -De Fuente de San Esteban (Salamanca) A Plasencia (Gáoeres). <Del 18 al 22 de J111lo de 1890, ambos inclusive.)

LOCALIDADES Ó PUNTOS DEL TRAYECTO,

HORAS

ALTITUD

- - - - - sobre 08 os el ní-vel SALIO&.

LLEGADA. del mar.

SIGNOS

convenclonalcs.

Fuente de SruiEi;tebau (Estación férren) •••••••••••••••••••• • • •

6,20

Campo Cerrado .. ....••. • ...•. • 7,20 Laguna del Cristo (Oasa del Montnraz) ............. . •..•.... . 9,20 9,00 Puebla ele Yeltes .............. . 11,10 Mabillo (Pinza de ln Iglesia) ..•.

4,16 12,30 Convento de Casa Baja. ....•. .. • Fuente de los Pobres ..•.•. ... ... \!> Pef1.a de Francia (Convento arruinado). . . . • ....•..... • . . 7,00 6, 1 5 L a Alberca.•.. ......... ....

9,30

8,35

F. C. 2 obs.

3 obs.

007 916 1.026 1.010 1.606

3 obs.

2 obs.

1.723 1.068

I .G. ó 2 obs.

))

1.068

2 obs.

8,16

1.265

2 obs.

*

La Alberca ........ • .•.......

Portillo de la A.lberca.-Oruz del Portillo. . ............•.......

818 816

3 obs.

S obs.

Notas. Los pueblos en los cuales se puede pernoctar van impresos en caracteres gruesos, y aquellos donde hemos pernoctado llevan un asterisco (lle) á la izquierdn.-F. O. ind.ica que In altitud del punto ha sido determinada al hacer los estudios del ferrocarril. -!. G. que ba. sido calculada por el Instituto Geográfico.-2 obs., 3 obs. que la altitud os el promedio de dos 6 más obscr\'aciones barométric11s.-~ indica el resultado de una 6 más observaciones barométricas y de la determinación de la distancia zenital por med.io del teodolito.-Ss. que la obser vación barométrica del punto ba sido hecha por el Sr. de Saint Saud.

-Las horas comprendidas entre las seis de la tarde y las seis de la mañana, llevan los minutos en caracteres egipcios.

-106 -

LOCALIDADES 6 PUNTOS DEL TRAYECTO.

HORAS

----DB SALIDA.

DB ill.O.»A.

ALTITUD

sobre el nivel

SIGNOS

conven-

del mor. cionoles.

Mt lrOJ.

Cruz de San José .... . .. .... . ... 9,10 Convento arruinado de las Ba,. tuecas . . ...... .. ........ . . .. ·4,00 Puente Cimera.. • ••••. • .....•.. 4,35 L as M estas.-Pueblo (Casa del Cura) .......• • ..• . .•. . ...•..

•

*

•

1.020

2 obs.

630 580

2 obs.

• 6,00

480

2 obs.

•

480 746 605 600 520

2 obs.

Ss. Ss. 3 obs.

620 480

8 obs .

Ss.

450 600 666 686

Se. Se. Se. Ss.

10,00

6,30 Las Mestas . .......... : ... . ...

Portillo de los Ladrones .. •• .. • .. de la Horcajada ...• . .. .. 10,00 Horcnjada (Alquería).•.. •.•. • •.. 10,20 , Nufiomore.l {Casa del Oura) .•.

11,45

Nuí'l.omore.l . . ...... : • •.. •.. .•• Rubiaco (Alquería). • .•••.•.... • • Puente sobre el do Jurdano ( Ve· gas de Ooria).•.........•. ....

Portilla Al ta .•.•.•.•..... . .•. ..

- de la liesa Santa .. • .•... de Cambroncino.. ... ..• • Cambroncino.-Pueblo (Casa del Cura) ..• • ..... •...• • .•.•••••.

Vado derecho ......•••... • •..• .

Ribera Oveja.-Pueblo (al lado de la Iglesia) .... . .......... . .. . .

Casar de Palomero {[glesia de la Cruz de Palomero). • ••.. • •••

4,80 6,10

5,46

Casar de Pe.lomero .•• •.• .... •• Puerto del Gamo .. •• ...•.•....• Plasencia (Ciudad) ...... • •.••••.

Plasencia (Estación férrea M. O. P .)

-

º·ºº

*

-

*

7,30 8,16 0,00 9,45

8,80 9,80

•

•

• 7,64 8,40

0,85

•

•

1,00 2,80

10,00

•

626 300

Ss. Se.

8,00

2,45

460

2 obs.

,

4,00

610

ll obs.

4.,00 • 4,80 > 1,80 12,80 8,00 •

610 630 817 426

3 obs.

Ss. I. G. F.C.

-

1-06 -

2.0 VIAJE.- De Fuente de San Esteban (Salamanca) á Ovejuela (Ca.ceras) y de Ovejuela á Fuente de San Esteban por Casar de Palomero, Arrolobos y la Alberca.

(Del 19 nl 28 de Julio de 1891, ambos inclusivo.)

LOCALIDADES ó

PUNTOS DEL TRAYECTO,

-

ALTITUD

HOHAS

DT~

SALIDA.

--

sobre

SIGNOS

convenDE cio; nlos.

LU'JlAOA. del mnr. el 1ü,,e1

M•cros.

Fuente de San Esteban (Estación férren)......... . . . .... ..• ....

Oampo Cerrado .. .. ...• •. •••.. • Lngunn del Oristo (Casa del Mon-

7,10 8,10

tnrnz) ....••••••.•• • . ••...•• • •

9,60

Pueblo de Yeltes ...... • .... ..•. 12,47 Mahillo (Plaza de In I glesia)..... 2,10 > Convento de Casa Bnjn.•. . . •.••• Fuente de los Pobres. ...•.. . .... 4,20 Pefl.a. de Francia (Convento nrruina~lo).. ..•. . ............. '

6,30

818

>

815

,

907

11,06

F. O. · S obs.

8 obs.

8 obs. a obs.

3 obs.

>

015 t.025 l .010 1.605

4,35

1.728

I.G. .o.

>

1.723 1.616 1.400 1.470 726 766 1.102 1.210 886 700

l. G. .o.

2 obs.

2 obs.

> >

>

*

P efla. de Francia . ... . .•.......

Paso de los lobos •• •... •• . ...•..

Puerto de ?r!onsagro bajo ....•...

Oollada Suentes ......•....... . .

Ladrillar.... .. ................

Río Malo ue Arriba ..•......• • .• Colinda Clemente.••. . ...•.• ..• .

Lomo Labrado ..••.•.•..•. .••. • Oa.rabuaino .• •... • .•.••.. .. ...• Ca.sa.'l'es (Iglesia)............. .

*

6,50 0,25 8,15 0,30 2,S0 8,66 4,85 6,10 7,15 >

Casares.. ..• .•..... . .•.....•• . 10,00 Puente sobre el río Casares (deba· jo de las Heras) ... . .......... > ' Vnlle de J¡r Fragosa (Paso del A rro· yo Sierpes).. •.....•...... • ...

•

> >

9,00 11,4.0 > >

6,36 >

8,00

> > >

2 obs.

2 obs. > >

'

700

>

•

620

>

,

006

>

I

-

107 -

-

LOCALIDADES ó

ALTITUD

HORAS

PIJNTOS DEL 'fRAYECTO.

-------------DB

SALIOA.

sol)'re

SIGNOS

con ven-,

el nivel DB LLtOADA. del mar. cionoles.

- --

M11tt01.

Puente sobre el rlo Casares (más Mriba del Cerezal) . •..• .• . ••.• Oruz de las Ánimns ... .. •.....•• Nu.ffomoral (Casa del Cura) ••.

*

..

Nuñomoral . . .. ... . . . ..... .

Arrobuey {Pico de) ..... .. .......

Hnerta (Alquería), .....•. .•.. ..• Dehesilla (Alquería) .............

Arroyo de las Calabazas .. ..•....

Portillo....... . ..•. .•.. ... . . ...

Puente demadei·a sobre el Alaben.

P ortillo de las Ánimas.••.......• Camino de M ensejar. .••. • .....• Pino Franqueado...•... .. .. •

5,80 6,00

>

>

6,10

>

.

6,00 9,65 8,26 4,46 l 1,85 4,4ó

630 690 620

2 obs.

2 obs.

8 obs.

8 obs.

ó,65

>

»

6,10

620 1.402 620 550 520 635 625 565 540 485

, 4,45 Pino Franqueado.. .•.......... > La Muela. . . ...•....•• . ..•... . • 5,10 , > Arro Yern....•••... . ...•• . ....• Robledo (Alquería)..... ... ~ . .•..

6,60 • Río Avellanar (puente de madera).

6,Só • 7,16 Avellanar (Alquería) . ..•........

7,85 8,20 Portilla(entre Avellanar y Horcajo) 8,40 , Horcajo (Alquería) .......•......

9,06 Portilla del H orcajo•...•...•.•.. 10,80 10,15 , , Río E sparabán .... •• . ...... .• ..

Erias (Alquerfr~).. . . ... .......... 8,85 11 ,16 4,45 Fnente de Roldá n ..•..•....... .

• 5,45 6,16 Puerto Viejo ó de las Erias.•••..• , Portíllo <le Arro Puerta •... • .....

• , , Portillo de Arro Pino .. .. .... ....

8,10 * Ovejuela (Alqueria)... .•. . . .. .

485 496 600 625 630 620 725 695 000 070 Q96 1.060 l.3ii5 1.836 1.060 660

*

• • , ,

• • • , >

•

Ovejuela . . .. .. .......... .. ... .

Río Ovejuel11 (debttjode ln Alquerfa)

6,25

>

060

6,30

,

620

l'.

• >

• • ,

, , 2 obs.

2 obs.

,

>

• •

• , • • , 2 olJS.

• 2 obs.

• ,

• • •

-

10& -

LOCALIDADES ó

PUNTOS DEL TRAYECTO,

-----llORAS

011

SA1WA.

ALTITUD

sobre el nivel DB LLl:llADl. dol mar.

--- - -

SIGNOS

convenOlODOles.

t.lttroJ.

P uerto de Garganta Vieja . ......

Paseo de los Frailes.... . ........

Convento de los Ángeles . • ......

Puente u.e piedra sobre el Ángeles (camino de Torrecilla) .....•••.

Castañar de la Huetre..........• Vega Llana ...•.• •. .••.•.•.•.•• Vado en el río de los Ángeles (antes de sn anión con el Ovejuela).

Vado en el mismo (antes de Sauce(ia) .•... . .••. . .•... ••...••• Sauceda {Alquería)........••...• Vado en el Eeparabán (antes de su unión con el Ángeles)..........

Fino Ft·anqueado ..............

Pino Alto.. ......... . ..........

Vado en el rlo Mensejar....•....

Vado Gor:ronoso (Río Pino) • • ....

Portillo de .A.zabal ........ .. ....

Vado en el. Arroyo de lCt Joya •.•.

Azabal (Pueblo) .. . . . ... . . ......

Molino de Aznbal. .............. .A.rro Cristiana......•... . .......

Arro Carpintero ... . ... ........ • PortiUa Roncillo ................

Casar de Palomero .... . .....

*

0,50 8,20 0,15

' '

990 746 726,700

• • '

0,60 10,36 10,!l6

•

655 5¡5

•

11,07

•

li!lO

•

12,30 12,60

•

•

600 1500

• •

1,25

465 486

2 obs.

•

-!9ú

1,20 6,20 6,26

8,30

' •

•

0,30 6,50 7,00

•

• •

• • •

7,15 7,27 7,35 7,45

•

• •

• ' •

•

466 450 4915 465 480

• 486

•

64.0 8,10 610

'

•

• )

• • •

• • •

•

• •

8 obs.

Descanso de un día..

Casar de Palomero ..........•• 6,20 3 obs.

• 510 Ribera Oveja (Pueblo) .. .. . ...... 6,l!l 2 obs.

• 460 Las Co1·zas (Pueblo arruinado).... 7,10 • 480 • Crm>i de la Salve..•......•..•..• Parada de 30 minutos.

La Pesga (Pueblo) barrio bajo ...

• 8,301 • 1 480 Ln Pesga (Pueblo) barrio alto.. ... 9,60 8,36 446 1 •

-

109 -

LOCALIDADES ó PUNTOS

DEL. TRAYECTO.

---HORAS

DE

SALIOÁ.

ALTITUD

--- -

-Metro,,

Vado del Arco Romano (rio Pino).

Puerto de las Oafias.• .• .•..... . .

Vn.do en el río ele lns Callas •• • • • .

Vado en el río JU1·dano.••..... . . .A.rrolobos....•..• • •••.••..•....

Unión de los dos caminos (antes de lo. Portilla I'ino).• • •..••.•. .

Portilla Pino n1'1m. J •••••••••••• Arroyo Fognz .. .. . .. ......•...• Portilla Pino núm. 2 . . .•.•••..•.

Puente sobre el Ladrillar ...•.... * L as M estas (Pueblo) .... . . . ..

10,26 12,06 12,26 12,45 6,00

>

7,25

L as M estas.•..••...•...••.....

Puente sobre el río Batuecas ..... sobre el do Serganado . • . .

Empalme de los dos caminos...•.

Portillo del Cabezo ......... ...

Vado en el río Batuecas . . .• •• .• • Convento de las Be.tuecas .. .••.

Eras del Convento . • . . • ••• . .•••.

Cruz de San J osé .. . ..... . ......

Portillo de la Alberca ...........

L a. Alberca. . ... . . . •.• . . • .. . .

6,47 6,52

, •

-

.

*

6,40 6,26 6,40 7,00 7,20

,

7,86 8,06 9,26 4,36 4,48 6,40 6,45

,

L a Alberca......... . ........ . . .

8,36 Puente sobre el Arrohuevo..... . . 8,60 P uente sobre el Francia • • .• • • • •• 9,20 Río M:abillo (antes de llegará Puebla de Yeltes) ...•.• . •.. • ....• 12,00 Río Yeltes .......•• ...• ....• .. • 12,10 Puebla de Yeltes . ...... . . . . ... . l,SO Cristo de la Laguna. ..• . . . .• • .. . 2,60 Fuente de Sau Esteban (Estación , férrea). ...• . ... . .... • .•••... .

SIGNOS

sobre et nivel con venDll LLtOADA. del mnr. clonnle.s ,

10,16 11,46

, ,

1,0ó

, 6,10

• , ,

,

'T,00

•

,

9,27 >

, 6, 17 'T,20 > >

, ,

866 640 470 416 420 466 670 610 686 466 •l80 480 466 680 086 920 626 680 076 1.020 1.266 J. 068 1.008 l.046 1.000

, )

, , ,

• , ,

• 2 obs.

8 obs.

3 obs.

• ,

, , >

2 obs.

,

2 obs.

2 obs.

8 obs.

8 obs.

,

, •

>

926 916 916 906

3 obs. . s obs.

8 obs.

6,25

818

F.O.

>

12,15

-

110 -

3 er VIAJE.- De Oiudad-Rodrigo á las Erias, Nuñomoral , Peña de Francia y Fuente de San Esteban.

(Del l.º a\ 4 do Octubr e de 1891, ambos inclusive.)

LOCALIDADES Ó PUNTOS DEL TRAYECTO.

HORAS

UTITUD SIGNOS &Obre DB el nivel convenI.LtQADA. do! mar. clonales.

-----------DB

SALIDA.

Ciudad-Rodrigo (Estación férrea) 8,S0 Paenle sobre el Águeda (al salir de Ciudad Rodrigo). . . . . • . . . • . , Pastores (puerta de In Iglel:iin) .... 11,20 10,40 • p uente sobre el Águedn ....••.•. 12,00 • Orilla izquierda del barranco.... • 12,23 2,00 1,30 1,[nrliago (Pueblo).......•....... p uerto Viejo 6 de las Erías ..... . 4,60 • 6,20 p efia Boya..... . . ........ . .... . 6,00 6,20 , p uorto de las Erlas ..•.•.. . .....

8,20 , L11,s Erías (.Alquería).......•..

*

L na Erina..... .. ............. . 6,55 R ío Esparabñn (cerca do! molino). 7,06 antes de llegar á 7,38 Aldehuela.. . .•.•..•.•.......

7,46 dehuela (Alquería).

••••....•..

Al p a orto de Esparabán•......•...• 9,40 eotorro de las Berroqoerns. .. .. . . 10,20 p nerto de la Joya............... 10,40 2,16 Cotorro de las Tiendas.......... p uerto del Manzano... . . . . . . . . . . , V rufo en el río Fragosa, más arriba de El Gaseo. . . . . . . . . . . . • • • . • . S,60 El Gaseo (Alquería)............. S,66 La Fragosa (Alquería)....... ... . 4,46 M.artilaudrán (Alquer!a.) • • • . . . • . • N u.fiomorol.. . . • . . • . . . . . • • • . •

*

4,66 ,

>

, • • 9,10

694

066 840 740 860 886 1.366 1.612 1.866 0116

696 660 74.6 760 1.320

,

• •

1.416

U ,ló

1.677

,

1.Sól\

• •

789 806

• •

700

7,00

620

2 obs.

A

2 obs.

2 obs.

2 obs.

•

710

3 obs.

-

111 -

LOCALIDADES 6

PUNTOS DEL TRAYECTO,

HORAS DE

SALIDA,

-7,00 N ufiomora.l. ... ...•..... ......

Lomo Labrado (Puerto)......... • 9,Sb Collada Clemente .........•. • .. 10,30 Cotorro entre los dos puertos .... 10,45 Puerto de Ladrillar . . .. . .. • •.... 10,65 Estnnquillo del Robledo....•....

1,80 , Fuente del Robledo. .. ....••....

Puerto nl O. del Mingorro .• • •.. . 2,10 Puerto de Monsngro inferior ••.•. 8,80 superior..... 3,66 Paso de los Lobos ..............

6,46 , *· P efia de Francia....... ......

-

ALTITUD

-----:-----

,

, , , , 11,10

,

, ,

, 5,20 6,30

, Pena de Francia .............. 0,16 , Convento de Casa Baja.. .. ... ... 11,20 MaJlillo 12,30 11,37 Fuente de San Estebnn ( Estación , 5,40 férrea).... . .................•

.. .... ............. ....

sobre

SIGNOS

el nivel convenLLtlllllA. del mar. cionales.

Dll

MtlrOI,

620 1.210 1.102 1.106 1.170 1.216 1.266 1.416 1.400 1.420 1.615 1.723

2 obe.

I.G. A

1.723 l.010 1.025

I. G. A 8 obs.

S obs.

818

8 obs.

2 obs.

2 obs.

, , , ,

,

•

,

F.O.

•