Burke peter la revolucion historiografica francesa

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inglés como Centuries o f Childhood] se presta a críticas y lo cierto es que fue criticado justa o injustamente por varios eruditos. Especialistas en la Edad Media han aducido pruebas contra las generalizaciones sobre ese período. Otros historiadores han criticado a Ariès por tratar fenómenos europeos sobre la base de pruebas prácticamente limitadas sólo a Francia y por no distinguir suficientemente entre las actitudes de hombres y mujeres, de elites y de personas corrientes .7 Con todo eso, la obra de Philippe Ariès colocó la infancia en el mapa histórico, inspiró centenares de estudios sobre historia de la niñez en diferentes regiones y períodos y llamó la atención de psicólogos y pediatras sobre la nueva historia. Ariès pasó los últimos años de su vida estudiando las actitudes frente a la muerte, con lo cual enfocaba una vez más un fenómeno por su naturaleza muy resistido en la cultura occidental y respondía al mismo tiempo a una famosa observación de Lucien Febvre (hecha en 1941): “No tenemos ninguna historia de la muerte”.8 El extenso libro de Ariès El hombre ante la muerte [traducido al inglés como The Hour o f Our Death] exponía los hechos en un plazo muy largo, alrededor de unos mil años, y distinguía una sucesión de cinco actitudes que iban desde la “muerte domesticada” (la mort apprivoisée) de la Edad Media temprana, una concepción definida como “una mezcla de indiferencia, resignación, familiaridad y falta de intimidad”, a lo que el autor llama la “muerte invisible” (la mort inversée) de nuestra cultura donde, invirtiendo las prácticas de los Victorianos, tratamos la muerte como tabú y discutimos en cambio públicamente sobre el sexo.9 El hombre ante la muerte presenta en general los mismos méritos y defectos que La infancia y la vida familiar en el antiguo régimen, del mismo autor. En la obra se manifiestan la misma audacia y la misma originalidad, el mismo empleo de un vasto material documental (que incluye la literatura y el arte pero no las estadísticas) y la misma renuencia a consignar variaciones regio­ nales o sociales. 10 La obra de Philippe Ariès representaba un desafío especialmente a los demógrafos históricos, un desafío al que respondieron algunos de ellos prestando mayor atención al papel de los valores y las mentalidades en la “conducta demográfica”; en otras palabras, se pusieron a estudiar la historia de la familia, la historia de la sexualidad y, como lo había esperado Febvre, la historia del amor. La figura central de estos trabajos es Jean-Louis Flandrin, cuyos estudios sobre la Francia del antiguo régimen plantearon cuestiones tales como la naturaleza de la autoridad parental, las actitudes ante los niños pequeños, la influencia de las enseñanzas de la Iglesia sobre la sexualidad y la vida emocional de los campesinos. 11 Los estudios realizados especialmente en esta esfera 71


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