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domingo 14 de OCTUBRE de 2012
Maruja Vieira:
domingo 14 de OCTUBRE de 2012
Celebración
Premio Vida y obra del Ministerio de Cultura 2012
El Encuentro de mujeres poetas de Roldanillo la postuló. Su casa paterna era un campo abierto para la poesía. Su estadía en Venezuela le marcó la vida. Manizales es una ciudad valiente. Mundo cultural.
¿Cómo se refleja el periodismo en sus poemas? Un grupo de mujeres, que comanda Edda Cavarico, hizo un estudio sobre mi poesía y llegó a la conclusión de que es periodística por lo concreta, directa y sencilla. Y eso es cierto. Mi poesía es clara, comprensible, jamás utilizo palabras extrañas y eso sí es periodístico totalmente. En ella cuento mucha cosa.
Gloria Luz Ángel Echeverri* Papel Salmón
S
er una mujer, ser periodista y ser de Manizales es lo más importante para la escritora Maruja Vieira en este momento cuando el Ministerio de Cultura le otorga el Premio vida y obra, por su “intensa actividad como escritora y gestora cultural”. Llegar a su apartamento en Bogotá y ver una amplia sonrisa en su rostro, nos hace compartir esa gran alegría que para ella representa este premio y nos dice con la voz entrecortada: “estoy muy sensible, muy emocionada y absolutamente feliz de poder ofrecerlo a todos los seres que me han ayudado, a las mujeres y específicamente a la Revista Manizales y a la memoria de Blanca Isaza de Jaramillo Meza, quien publicó mis primeros poemas”. Ya, un poco más tranquila, respondió a nuestras preguntas. Usted ha recibido muchos premios ¿cómo puede comparar este del Ministerio de Cultura con el de Gabriela Mistral? Gabriela Mistral está en la raíz y en el fondo de toda la poesía de las mujeres hispanoamericanas, principalmente de la mía. Pero, por el hecho de que esto haya sucedido aquí, es inclusive más importante para mí, aunque ese premio de Chile me lo entregó el propio presidente Ricardo Lagos. Es decir, nosotras lo único que tenemos que hacer es contar lo que estamos haciendo y para eso somos periodistas. ¿Qué el Premio haya sido para usted, significa que la mujer sí tiene un lugar en la poesía colombiana? Un lugar muy importante y para poner
“soy una periodista cultural”
Fotos|Juan Pablo Bayona Galvis - Colprensa|Papel Salmón
A Maruja Vieira le gusta la literatura inglesa y entre los escritores, Oscar Wilde y Bernard Shaw. También, los españoles Antonio Machado y Federico García Lorca. Declara que hizo un descubrimiento maravilloso, Claribel Alegría que es de Nicaragua y San Salvador.
un ejemplo están varios libros que me han llegado en la última semana. La nave Nausicaa de la antioqueña Marga López Díaz, una mujer básica en el Encuentro de mujeres poetas de Roldanillo, cuyas integrantes me propusieron para el Premio. Otro es Mujeres novelistas de Patricia Hernández Febres Cordero, de la editorial Apidama, en cabeza de Guiomar Cuesta, quien está haciendo la promoción de las mujeres en la literatura. Arcanos de Marta Quiñones, Canta la noche de Gloria Cepeda Vargas, Volar sin alas de la puertorriqueña María Juliana Villafañe, Donde duele la ausencia de Natalia María Ramírez y la antología Cien años de poesía de Lauren Mendinueta, donde aparecen algunos de mis poemas. Pero por encima de todos, La ruta del espejo de Berta Lucía Estrada, que es una maravilla y es nuestra. Es decir, que las mujeres es mucho lo que estamos haciendo.
¿Por qué ese boom de las mujeres en la literatura? Porque tocaba alguna vez concientizarnos de que hay que actuar para poder ser. Las mujeres ya no quieren estar en el silencio y menos las mujeres poetas. Por qué, por el Encuentro de mujeres poetas de Roldanillo, que año tras año hace un concurso que Berta Lucía se ha ganado dos veces, y cada vez que ese encuentro sucede, surgen nuevas poetas. Esto lo recibe Guiomar Cuesta con su capacidad editorial para publicar números de mujeres. Es decir, que ya nos despertamos (risas).
Poesía, periodismo y cultura
¿Sus dos grandes amores, la poesía y el periodismo, cómo surgieron? Vocación, pienso yo. La primera surgió porque mi casa era un campo abierto para la poesía. Mi madre leía y escribía muchos
versos, aunque no publicó, pero entre mis papeles tengo algunos de sus poemas. De pequeña, no lo olvido, me leía un libro entero de yo no se quién, que se llamaba La flor de un día, que era una novela en verso. También, por la compañía permanente de Blanca Isaza de Jaramillo Meza y Juan Bautista Jaramillo Meza, que eran nuestros mejores amigos. El periodismo lo comencé en realidad en El Espectador. Algún día don Gabriel Cano se lo ocurrió decirme que hiciera una columna, tal vez, por recomendación de alguien, pero le advertí que mis columnas solían ser muy poéticas. Se llamó “Columna de humo” porque en esa época yo fumaba mucho y don Gabriel me dijo que parecía una chimenea. (risas) Antes escribí una que otra cosita en el Diario popular, un periódico que era de mi hermano Gilberto y salía en Bogotá.
¿Además de la poesía, qué otro arte le llama la atención? La música, pero es un amor no correspondido porque no tengo oído. No soy capaz ni de componer. Últimamente hago musicoterapia. Me gusta la clásica, Beethoven, y la llanera. También me fascina la andina colombiana y he estado en los festivales del Mono Núñez en Ginebra (Valle del Cauca). Sin embargo, que me toque y me ponga alta del suelo, es la llanera. Venezuela marcó mucho mi vida. Tengo varios poemas, unos pocos, como “Canción a Puerto Cabello” y “Carta de Venezuela”, pero el país vecino se refleja más en mis ensayos. ¿Cómo fue esa experiencia en Venezuela? Fue muy interesante, en el año 50 la primera y en el 54, la segunda. La primera vez me fui porque aquí, con perdón de quien haya estado en ese momento en el poder, la situación estaba incómoda para nosotros los del Automático, se los estaban llevando como a Jorge Zalamea y a otro poco de gente. Estaba muy aburrida y mis amigos venezolanos me invitaron para que fuera a Caracas. Ellos me consiguieron un contrato para trabajar en la radiodifusora nacional de allá. Me fui con mi visa de residente a conocer la más bella gente del mundo. El venezolano sigue siendo mi hermano y mi segunda patria es Venezuela. En el 54 volví porque me ofrecieron trabajar en la televisión, que todavía no estaba acá y tuve varios programas. Pero, simultáneamente, donde he estado y ejerciendo lo que fuera, he sido
Maruja Vieira a sus casi noventa años de edad, que los cumple el próximo 25 de diciembre, tiene un sitio web, una página que su hija Ana Mercedes le hizo como homenaje por el Premio y como regalo adelantado por sus nueve décadas. En esta página, además de entrevistas, biografía, links que hablan de ella, están sus libros a disposición de quien los quiera leer. Haciendo referencia a esto, Maruja Vieira dice que ante el poco interés de las editoriales por publicar poesía, ésta buscó otros lugares. “Como las editoriales no le hacían caso entonces dijo: mío es el espacio, mío es el total, mío es internet, mío es el mundo. En este momento uno escribe
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un verso y se puede ver en todo el planeta. En el internet hay una gran cantidad de páginas de poesía, y se está creando la costumbre de que cada poeta tiene su página web. La entrega del Premio es el próximo primero de noviembre en el Museo Nacional y la acompañará, también como ganador, el gaitero Juan Alberto Fernández Polo ‘Chuchita’. “Estoy encantadísima con el premio de música, creo que es uno de los fundadores de los Gaiteros de San Jacinto. Me siento feliz. ¡Qué manera de celebrar los noventa años!” *Periodista. Editora de Papel Salmón.
periodista y desde allá colaboré con varios periódicos, siempre tratando de hablar bien de Colombia. ¿Lo cultural ha estado siempre presente en sus actividades? No he hecho otra cosa, soy una periodista cultural. Algún día alguien me dijo que eso no existía y le dije: seré un dinosaurio, pero soy una periodista cultural. Por ejemplo, cuando trabajé en J. Glottmann, organicé los “Conciertos Glottmann” con la Orquesta Sinfónica de Colombia, dirigida por Olav Roots en el Teatro Colombia, hoy Jorge Eliécer Gaitán. No sé hablar de otra cosa más que de la cultura y afortunadamente he sido muy retribuida.
Recuerdos
En ese momento Camila, la gata, empieza a tomarse el agua de Maruja Vieira, entonces le preguntamos: ¿Por qué ese amor a los gatos? Desde que estaba pequeña, tengo la memoria de un gato negro que tenía en Manizales, que figura en varios poemas como en uno que habla de volver al tiempo de la infancia y tenía en los brazos el gato negro. Es un poema a Manizales, en realidad. Adoro lo gatos, algo debe haber de aquello de que uno fue gato en otra vida. ¿Se vino de Manizales antes de cumplir los diez años, pero le tiene mucho apego a la ciudad, por qué? Porque la ciudad es muy valiente, tiene una actitud especial de la vida. El solo hecho de estar construida donde está. Lo digo en “Poema con chachafruto”: …Más allá de la niebla/ la ciudad increíble/ se aferra a la montaña... Es que solo el hecho de estar ahí. Una anécdota: a un viajero paisa que estuvo en Manizales y regresó a Medellín, le preguntaron, ¿y qué hay por esas tierras?, unos paisas construyendo una ciudad contra la voluntad de Dios. La amo mucho y resulta que soy muy bien correspondida.
Los gatos siempre han sido para Maruja Vieira uno de sus grandes amores. Camila, como se ve en la foto, tiene muchos derechos, aún tomarse el agua de su ama.
Anécdota del 9 de abril Maruja Vieira ha sido una mujer que se le ha enfrentado a la vida. A comienzos de 1948, cuando llevaba solo ocho días de trabajar en J. Glottmann, estalló el 9 de abril. Era secretaria de Jack Glottmann, uno de los personajes más interesantes que han pasado por su existencia. Ella sostiene que ese día comenzó “nuestra guerra”. Llegaba de almorzar y se dirigía a la oficina en la carrera octava con calle 16, cuando se encontró a una mujer desmelenada, con un machete en la mano, que gritaba “Ahora sí que se acabe el mundo”. “La verdad fue que sí se acabó, pero seguí para mi oficina tranquilita y juiciosa y me senté a escribir del dictáfono. En ese momento entró Ida Finvarb de Glottmann, la esposa de mi jefe, y muy asustada le dijo a él, ‘Jack, esto está muy feo, muy peligroso, están atacando muchos almacenes’. El señor Glottmann, que era muy tranquilo, le dijo:
‘No te preocupes, no va a pasar nada, no va a pasar nada’. Entonces, me levanté y le dije: Permítame señor, ella tiene razón, y le pregunté si tenía una bandera colombiana. ‘Una bandera colombiana ¿para qué?’ –Préstemela, y la mandó traer. Yo tenía un saco con un cinturón negro y le dije que diera la orden de desocupar las vitrinas. El señor Glottmann, muy gentilmente, ordenó a los jefes de departamento que desocuparan las vitrinas. Bajé, puse en una vitrina la bandera colombiana y le atravesé el cinturón negro. En ese momento pasó la primera oleada de gente, con ladrillos, machetes, martillos, y se frenaron, miraron y siguieron. Ahí se dieron cuenta todos de lo que se nos venía”. Algún tiempo después, quedó vacante el cargo de jefe de Propaganda, y ante el gran asombro de los empleados, el señor Glottmann nombró a Maruja Vieira en ese puesto “por su actitud ante la crisis del 9 de abril”.