100 años de humor y amor, Nº 2

ciudad.vlc

@ciudadvlc

@Ciudad Valencia

17 de junio de 2020 / Valencia, Venezuela

EDICIÓN DIGITAL / N º 2 - AÑO 1

www.ciudadvalencia.com.ve

s o ñ A De Humor Y Amor ILUSTRACIÓN JUAN CARLOS FERNÁNDEZ

2 las costumbres Entre el humor y la nostalgia de Aquiles Nazoa

w w w.c i u d a d v a l e n c i a .c o m .v e

Valencia 17 de junio DE 2020

Historia natural contada por Carlota

Por Vielsi Arias Peraza

Casi todos nos hemos referido a Aquiles Nazoa como un escritor humorístico, puesto que buena parte de su obra está cargada de la risa pícara y del sarcasmo ocurrente característico del venezolano.

Sin embargo, ese carcajeo burlesco nos deja ver otra cara. Dibuja la tragedia de un país de los años ‘20 del siglo pasado, gobernado por la dictadura gomecista y arruinado por un caudillaje feroz y represivo que lo dejó en estado deplorable.

Aquiles retrata muy bien los dos rostros de la “alegría”, la celebración de un lado y el llanto por el otro, o tal vez, las maneras que tienen los más pobres de acomodarse a la “ceremonia de reír”: Las casas serán risas de muchacho y luces y alharacas, y las calles montones de borrachos y de hojas de hallacas.

Todos celebrarán el nacimiento llenos de una infantil felicidad… ¡Cuántas pobres en la Maternidad Habrá solas pasando “mal momento!

Ya se alegra la gente porque el niño vendrá en carro de plata (allá estará llorando bajo el puente un niño que no espera ni el presente De un carrito de lata).

(Del texto Navidad) Detrás de esa risa se deja ver una nostalgia profunda de la Venezuela rural. Tal vez Aquiles quería hacernos eco de ese refrán popular de que “hay que reír para no llorar”; en pocas palabras, para no hablar de política vamos a reírnos.

El humor es así, el recurso de los pobres para sobrellevar lo difícil. Al mal tiempo buena cara, dicen por ahí. Entre un partido y otro, entre un gobierno y otro, para los desdichados la vida seguirá siendo igual de dura; pero llevadera, y Aquiles utilizó su humor y su lírica amorosa para llenarnos de la alegría de los humildes, de su “infeliz radiografía con pantalones”, de todas las “ciudadanas escenas” de los locos, los perros y los pobres.

En lo personal, ese país escondido y tangible nombrado por Aquiles como una “forma de folklore urbano”, cuando se refiriere, entre tantas cosas, a la pava y lo pavoso, es decir, esa superstición popular de atribuirle a ciertos objetos y sus usos la propiedad

Presidente: Luis Salvador Feo La Cruz Gerente de Servicios Informativos y Editoriales y Coordinación General: Mónica Llovera / Correo: ciudadvlcdiario@gmail.com Coordinador de Edición: Ramón Núñez

de atraer la mala suerte a quien lo posee, me hacen recordar a mi abuela Fidelina, quien tenía su lista de cosas pavosas, por ejemplo: no comer carne ni barrer la casa en Semana Santa, al punto que escondía las escobas.

Mi abuela no sabía leer, pero iba sola hasta Caracas, tenía un diente de oro y usaba unos pantalones de gabardina bota ancha.

Cuando leo a Aquiles, puedo asomarme entonces al lejano recuerdo de mi abuela: Y allí vuelvo a mirar la mancha de onoto en su falda, el guiso de diciembre que nos reunía en el patio, el olor a vela derretida en el altar, los vasos de agua para los santos y la prueba de la virginidad (que nos hacía todos los meses) con una cinta amarrada al cuello. Si nuestra cabeza sobrepasaba el diámetro de la cinta con respecto al del cuello, ya sabía una lo que le esperaba...

A la abuela, a veces, le daba la yeyera (un desmayo), entonces decía que era brujería, llenaba el altar de velas y hablaba con los santos.

Ella siempre rezaba e iba continuamente a misa, como queriendo lavar una culpa. Y aunque la tumba del abuelo estaba casi perdida en el cementerio, cada cierto tiempo la volvía a limpiar. Y pobre de quien se negara a escoltarla. Entonces decía: “Cuando me muera, les voy a jalar las patas”, y así para no ser víctimas de aquella pava, todas la acompañábamos al cementerio.

Colaboran en esta edición: Vielsi Arias Peraza, Argenis Agudo, Alejandro González, Earle Herrera y Carolina Espada.

Diseño gráfico y Diagramación: Joan Planas.

Ilustrador: Juan Carlos Fernández.

La tara tiene vocación de carreta, aunque su actual ocupación es la soldadura autógena.

La cerbatana se consume de sufrimiento por el hijo, pero no lo perdona.

Ciertas maripositas acaban de salir de misa de cinco.

El sapo no se ha acabado de vestir.

Y hay hormigas que andan preguntándose atolondradamente: -¿Será por aquí? ¿Será por aquí? ¿Será por aquí?

La rana es el corazón del agua. ¿Y quién dice que el alacrán no es un invento bélico de Leonardo?

El cigarrón es fogonero de una locomotora.

Y la libélula duda entre si estudia química o se casa.

La abeja recomienda para la gripe el uso del sweater y próximamente se le va a casar una hija que enseguida se pondrá como ella.

Las arañas tienen la mano en la mejilla. ¿Cuántas cosas no caben en ese bolso de señora que llevan debajo del brazo las gallinas?

Los pichones de paloma en camiseta: pasaron muy mala noche y piensan si se afeitan o no.

Los pavos se pusieron un saco vacío por la cabeza y las gallinetas un ajustado vestidito de mangas largas.

(Ay, estamos de luto –dicen–, pero eso no nos impide que nos siga gustando hablar de la vida ajena.)

Los conejos no cesan de preguntarse qué pasa qué pasa, ni las lechuzas de tener las manos en el bolsillo.

El hipopótamo se mete en el agua y al cabo rato sale para que lo toquen a ver si ya está blandito.

Todas estas locuras me las dice Carlota, un morrocoy que para no aburrirse, se distrae escribiendo sus memorias.

Cada mañana sale por el campo, como un viejito, a saludar las cosas; orienta a las hormigas extraviadas, lee algunas noticias en las hojas y después de indagar si la lechuza sigue con las parótidas y si el gusano medidor ya puede caminar sin muletas, ve la hora, lo piensa, lo repiensa, y al fin vuelve a meterse en su concha.

Tiene allí un libro de Samain y tiene una mesita coja, ante la cual, en mangas de camisa, y con sus anteojitos, se acomoda y, a la luz de una vela, de todo lo que ha visto toma nota.

Y algún día, tal vez de aquí a cien años, saldrá a la luz el libro de Carlota.

Carlota para entonces se habrá muerto y a otro quizá se atribuirá su obra, mas cada vez que un niño se ría de leer tan lindas cosas, habrá un rumor de mariposas blancas en el lírico túnel de su concha.

DEPÓSITO LEGAL pp201201DC1504.

100 años de humor y amor es un producto

editado por el Complejo Editorial “Batalla de Carabobo” S. A. RIF: G-20011660-9, empresa del Estado adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información.

Sede: Avenida Úslar, entre Lara y Michelena, Valencia, estado Carabobo.

Una producción de:

w w w.c i u d a d v a l e n c i a .c o m .v e

Valencia 17 de junio DE 2020

Una nueva semblanza…

En esta muy ilustrativa versión de “EL Credo de Aquiles Nazoa”, Earle Herrera va llevando de la mano, tanto a novísimos lectores de Nazoa, como a antiguos devotos, ampliando las significaciones de esta confesión poética de Aquiles al acotar aspectos de la vida y obra de aquellos y aquellas que el Poeta de las Cosas más Sencillas va nombrando para reafirmar su postura ante la vida en compañía de espíritus afines. Pues bien, desde este homenaje que Ciudad VLC, cada día 17 de mes (hasta diciembre 2020, y quién sabe si más allá…) estará compartiendo con sus lectores, iremos reiterando el inagotable Credo de Aquiles junto a otra de esas semblanzas aportadas por Earle Herrera, para contribuir así a darle más difusión a ese pequeño librito que ya anda por esas calles de Venezuela gracias a la iniciativa del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, dentro del Plan Nacional de Lectura Manuel Vadell, en ocasión del Centenario del Ruiseñor de Catuche el pasado domingo 17 de mayo.

El Credo

de Aquiles Nazoa

C

reo en Pablo Picasso, todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones, que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo, pero que cada día resucita en el corazón de los hombres; creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable; creo en los grillos que pueblan la noche de mágicos cristales; creo en el amolador, que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa; creo en la cualidad aérea del ser humano, configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose como una purísima paloma herida bajo el cielo del Mediterráneo; creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente debajo de la almohada de mi niñez; creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música, yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré, salir liberada y radiante a la dulce Eurídice del infierno de mi alma; creo en Rainer María Rilke, héroe de la lucha del hombre por la belleza, que sacrificó su vida al acto de cortar una rosa para una mujer; creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia; creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar; creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un siglo al encuentro de la aurora, su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles, y junto a sus sienes un resplandor de estrellas; creo en el perro de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el País de las Maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta, en Beralfiro el caballo de Rolando, y en las abejas que labraron su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero; creo en la amistad como el invento más bello del hombre; creo en los poderes creadores del pueblo; creo en la poesía y en fin, creo en mí mismo, puesto que sé que hay alguien que me ama.

Ars poetica

3

SAN PABLO PICASSO Por Earle Herrera Foto WEB / ilustrAción Carla Ricciardelli

P

icasso, como se le suele llamar sin más agreUna oficiosa llovizna lavaba con persistencia los filos gado, fue un genio que no salió de una botella del Callejón de la Puñalada. Un contertulio me dijo: sino de un cuadro. Allí nació. Muchos años “Picasso, en su juventud, hacía lo mismo: dibujaba a sus amigos bohemios en el bar que frecuentaba. Lo después él pudo pintar la obra en la que vio la miré, me miré, reí y brindé por semejante e inespeluz, pero los estudiosos no se han puesto de acuerdo en cuál fue, de las tantas que plasmó. Su documento rado honor”. Picasso fue un eterno enamorado, se de nacimiento y sus biógrafos registran que nació casó dos veces y se empató muchas más, además de en Málaga, España, el 25 de octubre de 1881, pero sus amores pictóricos o modélicos. Tuvo cuatro hijos. eso es un dato administrativo, si se quiere histórico, Hombre de su tiempo, fue testigo de dos guerras aunque no del todo real, desde el mundiales (ay, Europa y sus civilizadas punto de vista artístico. Nació en un guerras) y se comprometió con las causas cuadro y allí el tiempo transcurre progresistas y socialistas, en la vida y en el de otra manera, como en todo arte. arte. Sus biógrafos recogen que allanado Las fechas tienen la misma imporsu taller en 1940 por las tropas nazis, un oficial alemán al ver una copia del Guertancia que la pared que sostiene las nica (el original estaba en Estados Unidos) pinturas en un museo, pero no es la le interpeló: pintura. Hijo de José Ruiz y Blasco y María Picasso López, un buen día empezó a firmar simplemente –¿Usted hizo eso?

Picasso, su apellido materno. Unos –No, eso lo hicieron ustedes –respondió vieron en la decisión su profundo el pintor. amor a su madre. Otros, en su deseo de diferenciarse de su padre, Pero el autor del Guernica, cuadro que quien además de profesor de arte, plasma los horrores del bombardeo de también era pintor, sin mayor la aviación nazi sobre esa ciudad, fue trascendencia. En verdad, cada astambién el artista que dibujó la célebre paloma con el ramo de olivo en el pico pecto de la vida de Picasso parece para el Congreso Mundial de la Paz de un cuadro cubista y cada quien lo 1949. Pablo Picasso murió el 8 de abril interpreta a su manera. Corrió la de 1973, pero esa es apenas una fecha anécdota de que cuando su padre para la historia. Mucho antes, muchísimo vio una de sus pinturas de adolesantes, ya había entrado a la inmortalidad, cencia, le pareció tan genial que desde donde nos mira a través de todos decidió no pintar más y colgar sus cuadros por los siglos de los siglos. El sus pinceles. Honor para el hijo. pintor me recuerda a quien lo eleva al altar de su CreDe las tantas frases que se citan del pintor malagueño, rescatamos aquella conforme a la cual “yo no pinto do, Aquiles Nazoa, porque los dos siempre siguieron las cosas como las veo, sino como las pienso”. Nos las viendo al mundo con ojos de niños. El mismo Picasso pone difícil el artista porque si todos podemos ver lo lo confesó en esta hermosa frase: que él veía, nadie podía llegar a saber cómo las penYo pintaba como Miguel Ángel a los 15 años y he saba. Apenas llegamos a intuir o imaginar el color de utilizado el resto de mi vida para aprender a pintar sus pensamientos por las etapas en las que la crítica como pintan los niños. clasificó su obra creadora. En un período de su vida el mundo era azul. Así lo veía él, o mejor, lo pensaba.

El mundo sería otro si todas y todos intentáramos, por O lo soñaba. O lo plasmaba. El crítico venezolano lo menos, aprender esa lección: a pintar, a mirar, a José Ratto-Ciarlo ve que “la intención social y cierta soñar o a garabatear como los niños. melancolía condicionan” esa época – Jose Ratto-Ciarlo.

Los Inmortales, Vol 2. Caracas. Fundación Neumann, 1966.– . Más próximo al espíritu de Picasso es el mundo de los niños y el circo, con sus disfraces y risas. Es la época rosa, mucho más risueña y cargada de picardía. La llamada etapa negra nada tiene que ver con lo fúnebre, sino con la influencia que jugó en su obra el arte popular africano, con sus máscaras, mitos y dioses.

Con su propuesta revolucionaria, abría las puertas del cubismo, para conmoción del academicismo. Una vez vi al mismo Picasso mirándome desde el techo de una tasca, en la Sabana Grande de la Caracas bohemia.

Corrían los años ochenta del convulso siglo XX. A los habitués del lugar, un caricaturista nos dibujaba y pegaba la imagen del techo. Una noche, al llegar, vi que me dieron un espacio entre Orlando Araujo, el Chino En agosto de 1955, el joven pintor venezolano Oswaldo Vigas tiene la oportunidad de conoValera Mora, Rafael Franceschi, Gabriel Jicer a Pablo Picasso en su casa «La Californie» en Cannes, presentado por su amigo el piaménez Emán, Víctor Antonioni, Elena Vera nista venezolano Humberto Castillo Suárez, muy cercano al Maestro. y Ludovico Silva. Estaba bien acompañado.

4

LEGADO

w w w.c i u d a d v a l e n c i a .c o m .v e

VAlencia 17 de junio DE 2020

Aquiles Nazoa,

poeta revolucionario se trata de una obra narrativa con expresiones poéticas, una obra que se presta para hacer un performance, término muy usado hoy en día por los artistas, pero que en mis tiempos era simplemente “una obra de teatro”.

También se adapta muy bien a los cuentacuentos de hoy, quienes vienen rescatando la oralidad como medio artístico y cultural. “Era un caballo que se pintaba de ilusiones” (puedo imaginar hoy a Luis Cedeño interpretándolo); qué expresión tan bella y tan profunda a la vez, es como si todo lo que uno puede imaginar se vertiera sobre uno como un balde de pintura, pero lleno de un mundo de iguales, sin hambre, sin guerra. Eso habla un poco de la condición marxista de Aquiles Nazoa, pero sin los términos marxianos (parafraseando a Ludovico Silva).

En “La historia de un caballo que era bien bonito” nos encontramos con un personaje peligroso para los gobiernos capitalistas, se trata de un caballo inspirador, que hace pensar a la gente que otro mundo es posible. A pesar de que el caballo que comía flores murió en una guerra, las flores que derramó en su muerte continuaron inspirando...

También puedo ver yo en ese caballo a Simón Bolívar, a José Martí, al Che Guevara, a Fidel Castro y al comandante Hugo Chávez.

Por Argenis agudo

“Cuando oigo la poesía, oigo al hombre…”, cantaba Alí Primera.

Cuando oigo hablar de Aquiles Nazoa no puedo evitar recordar el día en que murió, fue una noticia de impacto, al menos así lo sentí en mi casa, pero con el pasar de los años me di cuenta que igual ocurrió en todas las casas, de todas las ciudades y en muchos rincones de Venezuela. Para entonces contaba yo con once años y la noticia llegó cuando, junto a mis padres, veíamos la televisión, ¡un accidente! Lamentación, como si se tratara de un familiar.

Ese hecho me impulsó a conocer sobre Aquiles Nazoa, de inmediato busqué en la biblioteca de mi papá (un lector empedernido, leía a toda hora y de todo), ahí estaba el libro Humor y Amor de Aquiles Nazoa, un libro grande y grueso como la Biblia; pero ¡qué fácil de digerir, qué divertido y cuánto de sabiduría en él!

Con el transcurrir de los años fue inevitable mi acercamiento a los movimientos revolucionarios, los encuentros artístico-culturales por iniciativa propia y de quienes entendíamos que era a través del arte que se podía llegar a cualquier lugar y llevar la reflexión de que un mundo mejor era posible. Los medios para ese objetivo eran la música, el teatro, la conversa (ahora le dicen conversatorio), y lo mejor para eso era cantar canciones de Alí Primera, de Mercedes Sosa, de Cecilia Todd, de Silvio Rodríguez… y llevar un libro de Aquiles Nazoa.

Uno de esos amigos imprescindibles, Rommel, que se arrimaba a otros buenos amigos y cuya mamá además tenía una pequeña escuela (Urimare), me dijo que organizáramos una actividad allá, en el patio; de inmediato preparamos un repertorio y me dijo que invitaría a un amigo de Maracay (estudiante de la UPEL), “El Zancudo” era su nombre artístico.

Me dijo Rommel: “Mira chico, voy a invitar al Zancudo, el tiene una obra de Aquiles Nazoa buenísima, es sobre un caballo que comía flores”. Urimare queda en una comunidad pequeña de Flor Amarillo, en el municipio Diego Ibarra de Carabobo. Hicimos nuestra promoción, invitamos a nuestros amigos más cercanos y cumplimos la meta. La obra de Aquiles, sencilla, profunda, encantó a todos.

Luego me fui adentrando en la vida de Aquiles Nazoa, era inevitable, y fui descubriendo el motivo por el cual su obra era tan conocida por todo el pueblo.

Al conocer los oficios por los cuales transitó y el transcurrir de su vida, es claro que Aquiles era uno de nosotros, los de a pie; se manejaba como nosotros, hablaba como nosotros, pero con gran sabiduría, porque fue un investigador, un gran lector, y esa sabiduría la transmitía de forma ligera.

Además de botones de hotel, se convirtió en un periodista, un poeta, en un escritor pues. Sin duda alguna, Aquiles Nazoa, a su estilo, fue un filósofo, como lo fue Simón Rodríguez, aunque no se lo reconozcan a ninguno de los dos, así como algunos no reconocían la condición de poeta de Aquiles.

La historia del caballo que comía flores en realidad se titula “La historia de un caballo que era bien bonito”,

Luis Cedeño, cuentacuentos...

w w w.c i u d a d v a l e n c i a .c o m .v e

Valencia 17 de junio DE 2020

L a hi s t o r i a o l l a b a c n u e d q u e e r a bi e n b o ni t o

LITERARIO

5

Tal como lo leyó Aquiles...

Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines.

Todos estábamos muy contentos con esa costumbre del caballo; y el caballo también porque como se alimentaba de jardines, cuando uno le miraba los ojos las cosas se veían de todos los colores en los ojos del caballo.

Al caballo también le gustaba mirarlo a uno con sus ojos de colores, y lo mejor del asunto es que en los ojos de ese caballo que comía jardines se veían todas las cosas que el caballo veía, pero claro que más bonitas, porque se veían como si tuvieran siete años. Yo a veces esperaba que el caballo estuviera viendo para donde estaba mi escuela. El entendía la cosa y veía para allá, y entonces mi hermana Elba y yo nos íbamos para la escuela a través de los ojos del caballo. ¡Qué caballo tan agradable!

A nosotros cuando más nos gustaba verlo era aquellos domingos por la mañana que estaban tocando la retreta y ese caballo de colores llegaba por ahí vistiéndose de alfombras por todas partes que pasaba.

Yo creo que ese caballo era muy cariñoso. Ese caballo tenía cara de que le hubiera gustado darle un paseíto a uno, pero ¿quién se iba a montar en aquel pueblo en un caballo como ése?, pues a la gente de ahí le daba pena; ahí nadie tenía ropa aparente.

Cómo sería de bonito ese caballo que con ese caballo fue que se alzó Miranda contra el gobierno porque se inspiró en el tricolor de sus labios y en el rubio de sus ojos.

Ese caballo sí se veía bonito cuando estaban tocando ahí esa retreta y el Señor Presidente de la Sociedad de Jardineros lo traía para que se desayunara con la plaza pública. ¡Qué caballo tan considerado! Ese caballo podía estar muy hambriento, pero cuando los jardineros lo traían para que se comiera la plaza, él sabía que en el pueblo había mucha gente necesitada de todo lo que allí le servían, y no se comía sino a los músicos. ¡Y los músicos encantados! Como el caballo estaba lleno de flores por dentro, ellos ahí se sentían inspirados y se la pasaban tocando música dentro del caballo.

Bueno, y como el caballo se alimentaba de jardines y tenía todos los colores de las flores que se comía, la gente cuando pasaba por ahí y lo veía esperando que los jardineros le echaran su comida decían: “¡Míreme ese caballo tan bonito que está ahí espantándose las mariposas con el rabo!”.

Y el caballo sabía que decían todo eso, y se quedaba ahí quietecito sin moverse para que también dijeran que aquel caballo era demasiado bonito para vivir en un pueblo tan feo, y unos doctores que pasaron lo que dijeron es que lo que parecía ese caballo es que estaba pintado en el pueblo. ¡Así era de bonito ese caballo!

Todo el mundo era muy cariñoso con aquel caballo tan bonito, y más las señoras y señoritas del pueblo, que estaban

muy contentas con aquel caballo que se alimentaba de jardines. ¿No ves que como consecuencia de aquella alimentación lo que el caballo echaba después por el culito eran rosas?

Así, cuando las damas querían adornar su casa o poner un matrimonio, no tenían más que salir al medio de la calle y recoger algunas de las magníficas rosas con que el caballo le devolvía sus jardines al pueblo.

Una vez en ese pueblo se declaró la guerra mundial, y viendo un general al hermoso caballo que comía jardines, se montó en él y se lo llevó para esa guerra mundial que había ahí, diciéndole: “¡Mira caballo, déjate de jardines y maricadas de esas y ponte al servicio de tal y cual cosa, que yo voy a defender los principios y tal, y las instituciones y tal, y el legado de yo no sé quién, y bueno, caballo, todas esas lavativas que tú sabes que uno defiende!”.

Apenas llegaron ahí a la guerra mundial, otro general que también defendía el patrimonio y otras cosas así, le tiró un tiro al general que estaba de este lado de la alcabala, y al que mató fue al caballo que se alimentaba de jardines, que cayó a tierra echando una gran cantidad de pájaros por la herida porque el general lo había herido en el corazón.

La guerra por fin tuvo que terminarse porque si no no hubiera quedado a quién venderle el campo de batalla.

Después que terminó la guerra, en ese punto que cayó muerto el caballo que comía jardines, la tierra se cubrió de flores.

Una vez que venía por ahí de regreso para su pueblo uno que no tenía nombre y estaba muy solo y había ido a recorrer mundo buscando novia porque se sentía bastante triste, se paró ahí más triste que siempre, ¿no ves que le mataron hasta el perro con eso de la defensa de los principios y tal?, y no había encontrado novia alguna porque era muy pobre y no tenía ninguna gracia.

Al ver ese reguero de flores que había ahí en el campo donde había muerto el caballo que comía jardines, el hombre cogió

una que era muy de su gusto y se la puso en el pecho. Cuando llegó al pueblo encontró a su paso a una muchacha que al verlo con su flor en el pecho, dijo para ella misma: “¡Qué joven tan delicado que se pone en el pecho esa flor tan bonita. Hay cosas bonitas que son bien tristes también, como esa flor que se puso en el pecho ese señor que viene ahí. Ese debe ser una persona muy decente y a lo mejor es un poeta!”.

Lo que ella estaba diciendo dentro de ella sobre ese asunto, el hombre no lo escuchó con el oído, sino que como lo oyó fue con esa flor que tenía en el pecho. ¡Eso no es gracia!; cualquiera pude oír cosas por medio de una flor que se haya puesto en el pecho. La cuestión está en que uno sea un hombre bueno y reconozca que no hay mayores diferencias entre una flor colocada sobre el pecho de un hombre y la herida de que se muere inocentemente en el campo un pobre caballo. ¿Qué iba a hacer?, le regaló a aquella bonita muchacha la única cosa que había tenido en su vida, le regaló a la muchacha aquella flor que le servía a uno para oír cosas: ¿quién con un regalo tan bueno no enamora inmediatamente a una muchacha?

El día que se casaron, como el papá de ella era un señor muy rico porque tenía una venta de raspado, le regaló como veinticinco tablas viejas, dos ruedas de carreta y una moneda de oro.

Con las veinticinco tablas el hombre de la flor se fabricó una carreta y a la carreta le pintó un caballo, y con la moneda de oro compró una cesta de flores y se las dio a comer al caballo que pinto en la carreta, y ese fue el origen de un cuento que creo haber contado yo alguna vez y que empezaba: “Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines”.

6

COMPAÑERO

VALENCIA 17 DE JUNIO DE 2020

w w w.c i u d a d v a l e n c i a .c o m .v e

Carolina con una estrella en la frente Aquiles POR CAROLINA ESPADA

Esa fue la dedicatoria que me escribió Aquiles Nazoa en mi cuaderno de primer grado. Había ido a mi colegio para hablar de cosas muy interesantes como a dónde se va la luz cuando se apaga el bombillo, por qué el pez volador puede volar, qué le pasa a un camarón cuando se duerme y por qué cuando un burro rebuzna parece que estuviera suspirando. “¿Quién tiene la estrella en la frente, mamá, Aquiles o yo?”.

Un mes más tarde mi mamá se lo contó el día en que lo fuimos a conocer a su casa en Vista Alegre. “¿Qué le parece, señor Nazoa, la pregunta de Carolina?”.

Y Aquiles me vio como si fuera un filósofo griego mirando a un colega suyo en el ágora de Atenas. Allí mismo nació nuestra amistad.

Aquiles le puso unos sombreros con flores de tela a mi mamá, a mi madrina y a María, su esposa amada, y las señoras se quedaron en la sala haciendo la visita. A mí me llevó para su “cueva”, el lugar en dónde escribía. A mis seis años recién cumplidos, eso fue como entrar en el huevo de un avestruz, no había paredes, todo era ovalado.

Como si estuvieran suspendidos en el espacio, allí había muñecos de trapo, papagayos, avioncitos y barquitos de papel, dibujos de colores, varios caleidoscopios, una bolsita de metras y otra de yaquis, monedas de chocolate, una foto del Ratón Pérez, libros y más libros, papeles amarillos y unos patines. “¡Debe ser multimillonario!” pensé, pues nunca había visto tantos tesoros juntos.

Le conté que siempre lo veía en “Las cosas más sencillas”, en el canal 5, pero que al final siempre me quedaba dormida porque era muy tarde.

“Entonces me llamas y yo te cuento cómo terminé el programa”.

Y así comencé a hacerlo y Aquiles me contaba con detalle qué había pasado con la manzana de la discordia, el juicio de Paris y el triunfo de Afrodita, y que si Hera y Palas Atenea se habían quedado

muy enfurruñadas, porque esas diosas tenían muy mal carácter. Y que otro día me contaba todo sobre Helena de Troya (bellísima esa muchacha, por cierto), y una guerra ahí y un soldado que se llamaba como él y un tal señor Odiseo —hombre muy astuto—, ¡y que no se le olvidara Homero, que era un poeta!

Una tarde cualquiera, que se convirtió en única y luminosa, él fue quien me llamó y me leyó un poema que me había escrito.

“Carolina en el jardín”, el más precioso regalo para una niña feliz que aún no había cumplido los siete años. ¿Sabían que Aquiles sonaba a papelón, anís, jengibre y queso blanco ralladito? Una golosina criolla que muchos llaman alfondoque; otros, “dulce de pobre”; y yo, “la voz más sencilla”, porque para mí, “sencillo” era maravilloso.

Y allí estaba él del otro lado del teléfono, que ya no era un teléfono. Eso se había convertido en dos vasitos de papel con un pabilo, pero en vez de pabilo era un hilo de plata. Así es como se comunican los poetas con los niños.

“La señorita Carolina salió hoy domingo a pasear por un jardín de flores francesas donde vive el señor Renoir La señorita Carolina levemente vitral y Miss amor anda vestida de jazmines y remembranzas de jabón de olor Y va del brazo de este domingo aquí un color y una música allá despertando súbitas mariposas unas de sombra y otras de luz al pasar La señorita Carolina muy pamela y ajuar floricultor va dentro de una jaula de violetas señorita de cuadro bajo su quitasol

La señorita Carolina Espada ilustra como a un libro de estampas el jardín junto a los abedules es dorada y bajo la cenefa de las rosas, carmín Y cuando el varillaje de los árboles anega sus cabellos de luz dominical de las pestañas de Carolina sale volando un pajarito de cristal”.

Dicen que murió un 25 de abril. Yo no lo creo, porque ese día no aparece en mi calendario.

Mi Ávila no llora, Aquiles, aunque a veces llueve en la ciudad.

Opinión TalCual Publicado abril 4, 2020

w w w.c i u d a d v a l e n c i a .c o m .v e

LATINOAMERICANO

VALENCIA 17 DE JUNIO DE 2020

De cómo me encontré a Aquiles Nazoa en las calles de Chile POR ALEJANDRO GONZÁLEZ

II. PESE A LAS MALAS LENGUAS Para cuando yo iniciaba mis años universitarios había leído con voracidad desde Rimbaud a Vallejo, desde Huidobro a Dylan Thomas, es decir, a los poetas que en el mundo eran o habían sido parte del “canon”; pero de poesía venezolana poco y nada.

Y Aquiles fue quien me abrió la puerta a la poesía criolla. Eso pese a que las referencias que encontraba en el mundillo de la intelectualidad universitaria no invitaban a adentrarse en su obra. En cuanto a Nazoa se refiere, existían, grosso modo, dos grupos: los que sin conocer su obra la idealizaban como parte de un ejercicio propagandístico que colocaba lo popular como consigna (a mi juicio no más que una “panfletización” de la imagen de Aquiles); y los que sin conocer su obra a profundidad desdeñaban la misma, tildándola de “infantil” o “humorística”, así que lo ubicaban dos peldaños por debajo de autores “más maduros”.

Al margen de ellos existían quienes apreciaban, en obra y vida, a Aquiles Nazoa. No solo por su humor crítico, o por la belleza que podía captar en las más sencillas cosas, sino también por la ética de un escritor que escribió como vivió, sin pretensiones, con el oído puesto en el lenguaje y el saber de la calle, sin que eso significase rebajar su poesía, sino, todo lo contrario, elevando el habla y la sabiduría popular a arte.

Años más tarde, 2016 quizá, Willie Peñuela, fiel nazoiano, me dio a conocer más a profundidad una obra que tras su aparente sencillez esconde la crítica más profunda y atemporal de la realidad, no solo

venezolana, sino latinoamericana e incluso mundial.

Porque, dígame usted, ¿qué época y que sociedad ha estado, por ejemplo, libre del oportunista “adeco” (o “copeyano”), de ese “compañerito”, arquetipo del estafador de corbata y paltó, quien se aprovecha de la buena fe de la gente, y de los fondos públicos, para darse la gran vida, y a quien Nazoa fustigó en sus versos con ingenio?

Nació en un puerto, murió en el mar y se llamaba Juan Salazar.

Anoche, anoche salió a pescar cantando anoche se dio a la mar.

Partió cantando y al aclarar volvía muerto Juan Salazar.

Lo amortajaron los del lugar con su franela de parrandear.

Y ya lo llevan a sepultar en una caja sin cepillar.

Muda la gente lo ve pasar luego se quedan mirando el mar.

III. REENCUENTRO EN TIERRAS AUSTRALES A finales de 2017 tuve oportunidad de venirme a la Patagonia chilena y he llorado dos veces desde que estoy acá. La segunda vez al enterarme del fallecimiento de mi viejo (tema para otro texto). Y la primera, en el Festival Sentados Frente al Mar, un mes después de haber llegado aquí. Tocaba Inti Illimani su repertorio, cuando los escuché cantar el Polo Doliente y Líneas para un retrato, ambos temas con texto del “Ruiseñor de Catuche”.

No valió llanto, pero sí sorpresa, ver la seriedad con la que se toman a Aquiles Nazoa por estas latitudes. “Fabula de la avispa ahogada” y el “Retablillo de Navidad” son aquí parte del currículum nacional y se leen en las escuelas.

Sorpresa también me causó la acogida que recibió la ópera “Los martirios de Colón”, cuyo éxito en estas tierras australes solo fue interrumpido por el Covid-19.

Cierro mi relato contando la última vez que me encontré con Aquiles por estas calles...

Acá en Chile, en las “poblaciones”, que es como le llaman a las barriadas populares, el susodicho virus está causando estragos económicos y la gente ha buscado esta solución: como no todo el mundo tiene para comer, y el que tiene lo tiene en pocas cantidades, juntan un poquito de aquí y otro de allá y arman la “olla común” y comen todos un poquito, ¡pero comen todos! Ahí vi pues a Aquiles Nazoa, diciéndome que hay que seguir creyendo en los poderes creadores del pueblo.

En fin, él me ha dado de todo, risas, llantos y razones para seguir creyendo.

Aquí viene el muerto de Marigüitar cuatro pescadores lo van a enterrar cuatro pescadores lo van a enterrar aquí viene el muerto de Marigüitar.

Anoche, anoche salió a pescar, cantando anoche se dio a la mar.

Como un abrazo sin terminar quedan los remos en altamar.

Anoche, anoche salió a pescar cantando anoche se dio a la mar.

LÍNEAS PARA UN RETRATO

Conocí, de manera especial, a Aquiles una tarde de carnaval en la casa de mi padre en La Guaira. Yo aprovechaba el puente festivo para llevar a mi hijo Gustavo a conocer a su abuelo. El litoral en el que viví los primeros años de mi vida mostraba aún las cicatrices de la vaguada que nueve años atrás lo había convertido en el cementerio más grande de Venezuela, pero su gente conservaba intacto el bullicio y la alegría.

Tras sortear comparsas y carrosas, llegamos a la casa de mi viejo. En el cuarto principal me esperaba Aquiles.

Entre el retrato de mi abuela y una imagen de Santa Bárbara estaba él, El Ruiseñor de Catuche, con su mirada profunda apuntando a mis ojos, y tres breves, pero poderosos versos: Creo en la amistad como el invento más bello del hombre. Creo en los poderes creadores del pueblo. Y creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.

Mi padre, que antes había sido garcíamarquiano y luego hemingwayano, era en ese entonces nazoiano, de afiche en la pared y demás. Así que me mostró un volumen del Humor y Amor (“Prestado nomás, mi llave, ese no te lo regalo”) y le obsequió a mi chamo una edición ilustrada de “Fabula de una ratoncita presumida”, cuya lectura dramatizada fue la manera más eficiente de dormir a Gustavo durante los siguientes meses.

POLO DOLIENTE

I. EL ENCUENTRO

Eres llorar a solas con la almohada Y la promesa de portarse bien Eres morirse por la madrugada Y un poco flor caída desde un tren.

Eres el perro ciego, La moneda encontrada Eres el gozo tierno De la hierba mojada La nieve que no he visto Sino en reproducciones Y el corazón vestido De blanco en vacaciones.

7

VALENCIA 17 DE JUNIO DE 2020

EDICIÓN DIGITAL

ILUSTRACIÓN JUAN CARLOS FERNÁNDEZ

www.ciudadvalencia.com.ve