Esthercita Forero divulgó los cantos populares de nuestra tierra; el maestro Julio Oñate señala su temprana presencia en Venezuela en 1939, solamente antecedida por Maruja Yépez, quien más tarde descolló con su inolvidable show radial “La escuelita de doña Rita”, y por Carlos Alberto Rivas, un tenor bogotano triunfador en los escenarios europeos. Eduardo Escolar, tenor barranquillero, exhibe sus primeras charreteras en el campo de la música brillante, tal como lo señala Enrique Luis Muñoz, en esta edición Y de promisoria carrera musical es también el cartagenero Leonardo Tatis, presentado de cuerpo entero en una crónica magistral de Rubén Darío Álvarez. De manera especial traemos a esta edición varios álbumes musicales. Con Manuel Medrano, creador de meritorias composiciones para celebrar la vida; resaltamos el de Lisandro Polo y su grupo Tambó con el legendario Aníbal Velásquez, uno más de Lino Ibañez, destacado músico cienaguero interpretado por Blasco Ibáñez, su hijo; el reciente de Juventino Ojito y su Son Mocaná que es un homenaje al rey Momo del Carnaval de Barranquilla; Alexis Mendez nos presenta desde Santo Domino “Jazzeando el cancionero dominicano”, de Retro Jazz, y Wanderlust, de Pacho Zumaqué, reciente Premio Vida y obra del ministerio de cultura, en un análisis de Miguel Iriarte. En materia de salsa tenemos dos invitados especiales, Diego Morán, ahora radicado y triunfante en México, bajo el lente de Chechi Rosado. Y Joe Arroyo, en una crónica de Javier Franco Altamar, en la que hace un recuento de los intersticios y recuerdos de Mi Mary Y de Escalona, personaje principalísimo de nuestro folclore vallenato, no pueden faltar las anécdotas que envuelven sus canciones. El maestro Ricardo Gutiérrez, gran convocante del mundo vallenato, pormenoriza en detalles el revés de la trama en la inspiración de Rafael Escalona. Para cerrar con broche dorado, Pablo Montoya, miembro ilustre de la Academia Colombiana de la Lengua y Jorge Artel, el poeta de las negritudes, nos solazan con intimidades de su escritura providencial. El plato está servido. ¡A disfrutarlo entonces!
Contenido
Las historias de Riguti: El perro de Pavajeau - Ricardo Gutiérrez G. 3
Manuel Medrano; “Escribir canciones me conecta con la vida” - David Lara 5
Joe Arroyo, a los pies de Mary - Javier Franco Altamar 8 Zumaqué y su Wanderlust, en Barranquijazz 2024 - Miguel Iriarte 10
El encanto venezolano - Julio Oñate Martínez 12
Juventino Ojito y “La cumbia del rey Momo” - Erika Nigrinis 15 El sueño y el asombro de Eduardo Escolar - Enrique Luis Muñoz V. 16 El veredicto de la buena música 17 El bolero confirma su atractivo 18
Leo Tatis: “Hay que tocar como si mañana se acabara el mundo” 20 - Rubén Darío Álvarez P.
Diego Morán: La salsa como inspiración - Chechi Rosado 22 Rufo Garrido y su orquesta - Jorge Garzón 24
Cómo escribí mis cuentos musicales - Pablo Montoya 26 Visión directa de la cumbia - Jorge Artel 29 Recordando los éxitos de Pacho Galán - Gustavo E. Agudelo V. 30 Blasco Ibáñez interpreta a Lino Ibáñez - Gustavo E. Agudelo V. Las triquiñuelas de Zuleta, nuevo libro de Julio Oñate- Álvaro Suescún T. 31 III Festival de La cofradía del bolero - Antonio José Manrique 31 Volvió Juanita: entre el jazz y el cancionero dominicano - Alexis Méndez 32 Gilberto Santa Rosa en Costa Brava - Xavi C. Ribot 34 Aníbal Velásquez, el rey de la guaracha - Álvaro Suescún T. 36
Diseño & Diagramación: Gustavo E. Agudelo V. Cel.: 315 8000964
Colaboradores:
Armenia: Antonio José Manrique
Bogotá: Jorge Garzón Díaz
Bucaramanga: Henry Moros
Cali: Gabriel Ruiz Arbeláez
Cartagena: Leonardo Puerta
Medellín: Sergio Santana A. Sandra Cano “Yaré”
Santa Marta: Rafael Darío Jiménez
Riohacha: Alvaro Escorcia Arrieta
Valledupar: Simón Martínez U.
Caracas: Osvaldo Cotes
Canarias: Iván Noriega
Cuba: Gaspar Marrero
Madrid: Yamil Cure
Miami: Jaime Cabrera G.
Nueva York: Néstor Emiro Gómez
Santo Domingo: Marivell Contreras Máximo Jiménez
Recepción de colaboraciones: e-mail: lalirarevista@gmail.com
Ilustración Portada: José Fernando Quintero.
Las historias de Riguti: El perro de Pavajeau
El agradable ambiente en los traspatios cercados de acacias en las casas de Patillal, contagia de alegría y revive los acontecimientos que hicieron posible las sensibles melodías, producto de las innumerables expresiones que proclaman el amor como fuente inagotable de inspiración de sus compositores. Con la armonía musical que acompañan los versos hilvanados, se exteriorizan vivencias similares a las manifestaciones naturales. Con esta sensación dan el matiz poético a sus composiciones.
El 12 de octubre de 1944 fue estrenada esta canción de Escalona en la fi nca de Luis Tiberio en San Diego, Cesar, por Dagoberto López con el acordeón de Juan Muñoz.
Ricardo Gutiérrez G. riguti@yahoo.com
Una de las aficiones de los patillaleros era la caza. Con una linterna iniciaban su jornada acompañados de perros adiestrados, por tal razón se preocupaban por mantener una raza de buen olfato, fuerza y valentía ante las duras condiciones y el intempestivo acecho de los animales salvajes que debían enfrentar.
Para mejorar el instinto de sus perros César Augusto Molina Maestre, reconocido cazador, compró en Medellín una pareja de cazadores chapolos que recibieron entrenamiento en los potreros cercanos a su casa. Para sorpresa de muchos, la hembra salió preñada de Alacrán, un silencioso perro bravo que le regalaron en La Junta, después de una parranda al lado de las enormes piedras multiformes que orientan la corriente del río Santo Tomás.
Escalona y el perro
Restrepo.
Por esos días se encontraba de vacaciones en su casa Julia Elena Molina su hermana menor, madre del acucioso historiador Iván Gil Molina, mujer querida por todos y dotada de una chispa inigualable. Al ver el desfile de la perra con sus crías cruzando la culata de la casa de adobe, impactada por la sorpresa, exclamó:
das cuenta Checha? Aquí ustedes viven tranquilos. Yo me vine del Valle a temperar y me encuentro con un problema de infidelidad en esta casa. Eso no está bien, ¿qué dirá la bajería?”
“—Ve Checha, y esa tamarinda se mascó su cabestro callaita. Parió seis animalitos, toitos pintaos como la mamá, pero uno salió negro igualito a su papá. Tenemos que decirle «el Comecallao». Casos como este se ven todos los días. Si eso sucede en la alta sociedad, que queda para una perra delgadita, marroncita y larga que trajeron para mejorar la raza. ¿Te
ga el día también cantando despiden la para ellas no hay penas, todo es alegría.”
tregó el de color negro y orejas cortas, producto del encuentro clandestino de la raza antioqueña con un representante de la estirpe guajira cuyos ancestros llegaron de Aruba en uno de los barcos que traía a Riohacha whisky White Horse y cigar rillos Marlboro para distribuirlos en la provincia.
El poeta Chema Maestre, enternecido por el detalle con su esposa y contagiado por el regocijo, se levantó de su taburete para recitar uno de sus versos:
Todos familiarmente comentaban la llegada de los nuevos perritos. Su feliz dueño los cuidaba y trataba de la mejor forma para ganarse su cariño. En una noche veranera, sentado en la puerta al lado de un higuito frondoso donde se reunía con los vecinos a comentar los acaeceres, la matrona Pacha Martínez Molina le pidió a media voz a su tío que le regalara un perrito para su hija Checha. A regañadientes le en-
Cautivado por el romanticismo, Chema bautizó el cachorro con el nombre de Cupido. Anhelaba que fuera dócil y fiel pero no atendía las ordenes, destruía los muebles y todo lo que encontraba y, a medida que crecía, era más belicoso. El día que se abalanzó sobre Miriam arruinándole su lindo vestido de encaje rosado, tomaron la decisión de regalarlo. Chema recordó que su tío, el doctor Roberto Pavajeau Monsalvo, ilustre odontólogo vallenato graduado en Estados Unidos, le había pedido un perro para cuidar unos chivos en Jericó, su fi nca, esa era la oportunidad para estrechar la relación, mandándoselo como regalo de Navidad. Lo llevaron José Amiro Molina, padre del compositor Freddy Molina, y Mauricio Daza, suegro del siempre recordado Julio Martínez, en un Chevrolet que transportaba carga y pasajeros al que le decían «ronca y sopla», debido al ruido ensordecedor que emitía por el deterioro de su exosto.
En un palo de matarratón del traspatio, el emocionado Dr. Pavajeau amarró a Cupido, previendo que podría regresar a su tierra, pero el encierro y la cadena lo volvieron irresistible y bravo. La «manca Toña», que trabajaba en la casa, intentó amansarlo con abundante comida y agua, pero sus halagos resultaron infructuosos.
Pedro Castro Monsalvo, avezado político de elegante proceder, se había trasladado con su familia a Santa Marta, entonces le ofreció su casa de arquitectura colonial en la plaza Alfonso López al mayor Luis María Blanco, cuando lo nombraron comandante del Bacorriente tarde no ruido
“Quién pudiera ser como las aves que alegres cantan cuando lle-
Rafael
de Pavajeau, por Jorge
tallón Bomboná. Después lo presentó ante la sociedad vallenata que se reunía frecuentemente en la residencia del Dr. Pavajeau y su afable esposa Rita Molina, en la plaza mayor, donde nunca faltaban las tertulias.
El mayor Blanco recibió con agrado esa invitación, charló con Ovidio Palmera, Aníbal Guillermo Castro, Ciro Pupo, Hernando Molina, Antonio Cuello, y con Lucho Cabello, entre otros, sobre diferentes asuntos de la ciudad y la situación del país. Valledupar tenía problemas de seguridad, los atracos y los homicidios se incrementaban, la ciudadanía preocupada le solicitó mano firme contra el desorden. Gracias a sus acciones y a su recio carácter, en poco tiempo se instauró el orden.
De La Paz, llegó una mañana don Pedro Canales al consultorio del Dr. Pavajeau por un absceso periodontal que lo atormentaba. Satisfecho por la atención recibida, Canales le comentó a Pavajeau que un tigre aparecía por La Montaña, su fi nca en el corregimiento de Varas Blancas, y estaba acabando con sus terneros.
—Podemos solucionar ese problema, le dijo Pavajeau. Tengo un perro capaz de lanzarse al cuello del tigre. Con mucho gusto te lo regalo.
—Mil gracias, doctor, le contestó Pedro, y agregó: —Mandaré a mi hijo Miguel por él cuanto antes.
Una mañana de septiembre, en la puerta de la casa del Dr. Pa-
vajeau, Toño Cuello y Lucho Cabello, conversaban con el Dr. Molina en agradable tertulia, atendidos generosamente por su hijo Yio y sus dos hermanas menores cuando, intempestivamente, apareció Cupido ladrando, agresivo. Las niñas corrieron a trancar la puerta con un travesaño de guayacán. El perro estaba desbocado, nada contenía su furia incentivada por los gritos angustiosos. Después de largos minutos salió por la puerta de la calle hacia el parque. Todos quedaron alterados.
travesa-
la cola e ingresó silenciosamente a la casa en busca de agua.
A mediados de septiembre, regresó a consulta don Pedro Canales. Después de ser atendido, el Dr. Pavajeau le hizo un pormenorizado recuento de lo sucedido y enfáticamente le advirtió que, si no se llevaba al mayor Blanco, lo regalaría a otro que también lo necesitara.
—Doctor, espéreme hasta el domingo, -dijo Canales-. Sin falta vendrá por él Migue o Marcelo, alguno de mis hijos que estudian en el colegio Loperena.
entre Chente Munive y Lorenzo Morales, que lo motivaron a quedarse en la parranda, escuchando las canciones de su pueblo, asegurando al mayor Blanco en un totumo que encontró en la casa vecina. Con hambre y sed, y fastidiado por la bulla, el perro logró soltarse y salió con rumbo desconocido. Nadie se percató, absortos como estaban con las canciones de los reconocidos gladiadores musicales.
preguntó:
Toño Cuello, preguntó: —Veee… y ¿cómo se llama esa fiera? —Yio, recostado a la pared y aún nervioso por los lascivos momentos vividos, contestó: —Se llama, Cupido.
Toño agregó enseguida: —Esa fiera es igualita al mayor Blanco. Ante la sorpresiva respuesta, todos festejaron la ocurrencia.
Al regresar Julia Elena de su trabajo al medio día, encontró a mayor Blanco, como ahora se llamaba el perro, acostado en la puerta de la casa como si nada hubiera ocurrido. Al verla, la saludó moviendo
El perro de Pavajeau.
(Rafael Escalona)
Temprano llegó Miguel Canales a Valledupar para encontrarse con su hermano Marcelo que lo acompañaría a recibir el perro. Mientras esperaba donde Checha Rincones a que su hermano regresara del mercado, se tomó tres cervezas celebrando el cumpleaños del anfitrión. Como Marcelo no apareció, tomó la decisión de ir por el mayor Blanco y llevarlo a su casa en La Paz por la vía de Guacoche, corregimiento de alfareros y de músicos, donde recogió unos platos de barro para el sancocho de chivo que brindaría el 4 de octubre, con motivo de la fiesta de San Francisco de Asís.
Las notas de un acordeón que salían de un patio adornado con flores de cañaguate, lo guiaron hasta el enfrentamiento musical
“De Patillal le vino un perro a Pavajeau que por rabioso lo llamaron mayor Blanco del patio de la casa desterró los pollos, las gallinas y hasta el gato (bis).
Tuvo noticias que un tigre lo amenazaba y Pavajeau como es amigo de don Pedro mira yo le voy a mandar mi perro pa’ que me cuide a Migue en la montaña
Pero resulta que Migue se fue a Guacoche un guacochero a la cumbiamba lo invitó (bis) pasó bailando toda la noche y él hasta del perro se olvidó (bis).
Allá en el valle estuvo el perro haciendo esguace mordió un niño y Evaristo lo mató mañana se va Migue para el valle a conocer la fiera de Pavajeau (bis).
Donde don Pedro iba la gente a preguntar la bulla el perro en todas partes se regó mañana se va Migue para el valle a conocer la fiera de Pavajeau (bis)
Primera estrofa, original:
“De Patillal, le mandó Chema a Pavajeau un perro rabioso, que lo llamaban Cupido del patio de la casa desterró los pollos, las gallinas y hasta un chivo.
El 2 de octubre vieron al mayor Blanco, en los portales de los Maestre, al lado de la casa de los Pavajeau. Esa mañana José Tobías, hermano de Gustavo Gutiérrez, que vivía en la casa vecina con sus padres Evaristo y Tiota, se dirigía al colegio de La Sagrada Familia, a un costado de la plaza Alfonso López. Al pasar debajo de un almendro, involuntariamente le pisó la cola al perro que, instintivamente, lo mordió en la pierna izquierda. Ante la angustiosa reacción de Tiota, el perro salió huyendo.
Al ser informado Evaristo de lo sucedido, furioso tomó su revólver y, después de indagar por todas partes, encontró al perro y le disparó dos veces.
En Guacoche, el tiempo transcurría para Miguel sin darse cuenta, olvidando que había dejado al perro amarrado en la casa vecina. Cuando salió a buscarlo no lo encontró. Angustiado regresó a Valledupar donde todos comentaban lo ocurrido el día anterior. Al verlo, el Dr. Pavajeau le dijo: — Para ti debieron ser los otros cuatro tiros, por irresponsable.
Rafael Escalona y Marcelo Canales, se fueron aquel domingo 1 de octubre a La Paz, para las fiestas de San Francisco, por eso no los pudo encontrar su hermano en la casa de Checha. Al regresar el jueves, enguayabados siguieron la fiesta con Jaime Molina, quien les contó el desastre que había terminado con la vida del mayor Blanco. Con lucidez repentina Escalona empezó a silbar los primeros acordes, con su poder de síntesis construyó esos versos, agregándoles una precisa melodía para dar a conocer «La fiera de Pavajeau», la historia del perro patillalero que conmocionó a Valledupar.
Al grabarla le cambiaron el nombre por «El perro de Pavajeau»; su primera estrofa también fue modificada por insinuación de Poncho Cotes, que había sido profesor de Escalona en el Colegio Loperena
Rafael Escalona, por:Andrés Contreras.
Manuel Medrano;
“Escribir
canciones me conecta con la vida”
David Lara david28lara@gmail.com
Escritor y periodista.
Diirector del programa de Comunicación Social de la Universidad de Cartagena.
Manuel Medrano aparece en sus videos de múltiples formas. Puede ser él mismo como personaje de una historia en la que actúa como es en la vida real: cantante, letrista, compositor, creador, guitarrista… También puede manifestarse a través de un alter ego que lo muestra como un nadador enamorado (Bajo el agua) un conquistador irresistible (Afuera del planeta) o un promocionador de su propio talento a través de impresos que reparte en alguna calle de una ciudad de brillos y sombras (Mi otra mitad). Podría incluso desdoblarse en un mismo videoclip y mostrarse como un original repartidor de ramos de flores que se va transformado en otro Manuel Medrano a medida que el tema se desarrolla.
Decir que su propuesta es original pasa por su experiencia cargada de otros tiempos, un viaje que va siempre hacia un pasado que añora, una saudade interminable, un creador fiel al tiempo de sus orígenes, que se comunica a través de ritmos y melodías que traen al presente sus propias añoranzas. Manuel Medrano es una rara especie que se empeña en sus propias creaciones hasta sacar de ella esa fibra que hace alianzas con un público que vive fascinado con su propuesta.
Sus éxitos han sido vertiginosos. En 2016, arranca un período de reconocimientos orbitales que le merecieron dos Grammys La-
Manuel Medrano por Keissy Castillo.
tinos, elegido como Mejor nuevo artista, y Mejor álbum como cantautor, portada en la revista especializada Rolling Stone, pero el premio sin duda más importante es que logró hacer un público que valora sus letras, sus melodías y sus videoclips, matizados con una estética de los 80, época de enormes transiciones para la música y el arte.
Con Manuel Medrano conversamos para entender la coherencia de su trabajo creativo los riesgos que tomó en sus inicios, y el origen de una imaginación que no cesa y que está por encima de sus chaquetas de múltiples botones o sus lentes de sol de conquistador urbano.
¿Cómo es la historia de ese niño cartagenero que crece y construye su obra en la capital de Colombia, lejos del Caribe, con influencias urbanas, apoyado en géneros como el pop y el rock?
Así es, nací en Cartagena. Tenía tres años cuando mis padres se separaron y desde entonces vivo en Bogotá, ahí crecí y estudié. Cuando tenía 13 años, mi mamá Colombia López, me regaló una guitarra, comencé a aprender canciones de otros artistas, a enamorarme de la música, y se convirtió en un gran hobby. A los 15 años iba por los bares de la ciudad, me contrataban por una o dos horas, entonces no era tan popular escuchar música en vivo.
¿Qué cantabas, en esos en esos sitios?
Rock en español, baladas, hacía versiones de temas de salsa. Era yo con mi guitarra, nada más. Me gustaba ese concepto de cantautor, de escribir letras, y generar impacto en las emociones, esa idea me cambió la vida.
Los 60, 70, fue una época de cantautores acompañados de su guitarra, incluso en esa década en la que tú naciste, los 80. ¿De dónde viene la idea de cantautor?
Desde niño me llamaba la atención, no escribía canciones, pero me causaba fascinación ese impacto que un cantautor podía generar con sus letras en la emoción de las personas. A los 18 años trabajé en un almacén de instrumentos musicales, y comencé a escribir, y no sabes el sentimiento que me dio lograr eso. Escribir canciones me conecta con la vida y con mis emociones, fue como descubrir un tesoro, encontrar algo que nunca había sentido.
Ese podríamos decir que es un momento epifánico, pero ¿cuándo comienza Manuel Medrano a pensarse como artista, un tipo de chaquetas elegantes, con un performance distinguido, con unas apuestas estéticas intencionales, digamos, el Manuel Medrano de hoy?
Todo se dio con esa sensación de escribir una canción. Ahí comenzó ese sueño de ser artista, porque anteriormente la música para mí era un hobby, más allá de tocar en los bares
mi sueño era estudiar una carrera, me gustaba la arquitectura, la administración, incluso el diseño, pero en la familia no había recursos, mi idea era trabajar y ahorrar para pagar los estudios, pero ese mismo año que empecé a escribir, me dije: “Esto es lo que quiero hacer el resto de la vida”, renuncié a mi trabajo en la tienda de instrumentos y empecé a escribir canciones todos los días, desde las 12 de la noche hasta las seis de la mañana, con una pasión enorme. Entre semana iba a cantar a algunos bares, vivía solo en un apartamentico, cerca de La Candelaria. Fue emocionante descubrirme dentro de la música, dentro de las letras, dentro de la ciudad que me vio crecer. Esa es la raíz de lo que soy ahora.
¿De dónde viene esa relevancia que le das a ser cantautor? Percibo ciertas añoranzas que se reflejan en tu relación con la guitarra. Creo que mi carrera viene de mi conexión con las letras; de lo que la gente siente cuando escucha una canción mía. Es un anhelo que viene de la idea de aportar desde las letras para que el mundo en que vivimos se piense de otra manera, sea un mejor espacio para la vida. Siento que la música es una herramienta poderosa para transformar el mundo. Le di-
ces en una canción a una persona que baile y baila, también espero y sueño que, si le dices que ame con pasión, con respeto, con honestidad, espero que eso suceda a través de la música. Asumo esa idea de que mis letras generen un impacto positivo. Siempre he escrito canciones de amor, ahora acabo de lanzar Perfecto, un álbum inspirado en cosas de la vida, como la relación consigo mismo, el entorno, el amor por la vida, todo ha ido evolucionando, la letra, la poesía, las metáforas, siempre con esa idea de que el mundo sea mejor.
¿Esos dolores del tiempo, esas añoranzas vienen de esas reflexiones en torno a la vida y al lugar que habitas?
De niño me fascinaba la música de Silvio Rodríguez, pero al mismo tiempo me emocionaba el impacto que tenían las letras de Juan Gabriel. Me gustaba Lenny Kravitz o el mensaje, que daba Rubén Blades; ese es el paso que tomo para ser un artista con un propósito a través de un género musical muy original. Lo que yo entrego al mundo es una parte de la historia de la música con la que crecí, pero a mí estilo, con mi forma de pensar.
Al momento de la creación, qué llega primero, ¿le-
tra, melodía? ¿Cómo concibes la estructura de tus canciones?
Mi propósito es hacer canciones que me gusten más que todas las canciones que he escuchado, pero al mismo tiempo es un reto. Como cantautor he pasado por diferentes formas creativas. Al principio, mi herramienta más eficaz era sentarme en mi habitación con mi guitarra y la melodía, la letra, y la armonía, todo llegaba casi al mismo tiempo. Ahora escribo en la mente, es decir, estoy en cero y cuando llegan la melodía y la letra, grabo en una nota de voz y luego le voy poniendo más música, más arreglos. En mi faceta más íntima escribo desde la inspiración viva. La inspiración es un regalo divino, siento esa sensación del cuerpo cuando está inspirado. Es cuando dices: es el momento de crear.
Veo en tus videoclips una estética retro, refleja nostalgia y una colorimetría de otras épocas ¿Cómo se concibe ese Manuel, que proyecta una estética de un pasado reciente?
Soy de los 80, es la época en la que nací y crecí, en la que alcancé a recopilar mucha información, entre películas, como Volver al futuro, directores como Quentin Tarantino, juegos de videos, consola de Nintendo, el vinilo, el casete, el cd, hacen parte de mi vida, pero cuando comienzo en la música vivo la fiebre del Mp3, las computadoras, nuevas tecnologías, los celulares, tengo una vida en esos dos mundos. Además, he tenido una fascinación por el espacio, La guerra de las galaxias, el futuro próximo, la idea de que no estamos solos en el universo, el anhelo de que haya otros seres entre nosotros, es algo que percibo no muy lejano. En ese ambiente se hace Manuel Medrano artista, como un personaje de los dos mundos. Se trata de vibrar con las costumbres terrícolas, con la nostalgia, la felicidad, la música, pero también con el futuro. Por eso ese personaje de Manuel Medrano con superpoderes. En algunos videosclips estoy mucho más allá de las fuerzas naturales, mis canciones tienen una narrativa de super poderes, que los seres humanos somos capaces de vencer cualquier obstáculo, que a través del amor podemos conquistar el universo. El mensaje es claro, me encanta ese análisis que haces porque me doy cuenta de que el mensaje llega al público. La gente se da cuenta del artista que hace rock, punk, canciones románticas, los videos son fantásticos, con trazos de realismo mágico, que van más allá del concepto del cantautor clásico con su guitarra, y se convierte en un performer que propone a través del melodrama, la metáfora, y de los géneros musicales que me han acompañado.
En la mayoría los videos se muestra a un Manuel Medrano, o al personaje que puede representarlo, como un hombre conquistador, es quizá la metáfora de este éxito vertiginoso, la acogida del público, que va más allá de los dos Grammys que has recibido por tu propuesta.
El concepto de la conquista a través de la historia ha sido muy etéreo, la humanidad se ha encargado de conquistar regiones, espacios, países, de conquistar mentes, es lo más certero que me ha dicho un periodista en estos 9 años de carrera, porque creo que es el concepto en el que se basa el arte en ge-
Manuel Medrano. Foto Pimpi Castro.
neral, conquistar al público, conquistar con ideas, ideales, conquistar el mundo al fi nal del día, ese es el trabajo del artista. Mi proyecto estuvo pensado con la idea de que la gente pudiera conectar con ello, no solo las personas que están enamoradas quieren escuchar canciones de amor, sino también las personas que quieren abrazar la existencia, de eso se ha tratado este proyecto, de conquistar el corazón de las personas dándoles letras y melodías que sirvan como generadores de un impacto positivo en su entorno.
¿Qué reflexión haces hoy ese Manuel de los 15 años, buscando un lugar para contar, una puerta que no se abre, al Manuel de hoy, lleno de logros en medio de un mercado musical que impone ciertas condiciones sobre tu propia creación?
El Manuel de los 15 años era un hombre sin recursos económicos, lo admiro mucho, sabes. Es un personaje al que le debo lo que soy hoy, un hombre solitario, gran pensador, de una tenacidad potente. Creo que debo hacer un preámbulo para acercarme a esa pregunta muy poderosa. Cuando era un niño mis palabras favoritas eran “imaginación” y “creatividad”. Era una persona sin recursos, viví en barrios populares, tuve muchas necesidades, pero fui un niño feliz, debo decirlo. Esa crianza generó muchas fortalezas y me enseñó a transformar la vida, los espacios, mi propia vida, y me enseñó que a través de mis letras podría dejar una huella, sembrar y recoger. Crecí en un tiempo en que veíamos muchas películas de superhéroes, y crecí con la consigna de que había que salvar el mundo y cuando creces te das cuenta de que no es así, que los seres humanos estamos para vivir en libre albedrío, por eso me parece sensacional dejar que el mundo sea como es, pero en nuestro paso por la vida dejar una huella que transforme y lo convierta en un mundo mejor. Después de tener esas consignas decidí transformar mi vida, dejar de ser un niño con pocos recursos materiales y convertirme en un personaje que no necesita nada pero que no lo tiene absolutamente todo, dejar marcas, impactar en la vida de los demás a través de la música.
He descubierto que mi palabra favorita ahora es “experiencia”, para entregarle al mundo ese personaje que quise crear desde niño, una figura artística latina, que signifique una diversidad de posibilidades, un performance poderoso, que presente propuestas de letras originales, y que comercialmente sea distinto.
¿Y qué hay de tu conexión con las músicas de tradición, de raíz, de ese Caribe donde naciste? Soy un fanático de la música colombiana, desde la tradicional, la autóctona hasta la música comercial reciente. Al mismo tiempo siento que Colombia como país, el Caribe como región tienen mucho arte, una cultura enorme con la que cada día me conecto, y que merece que cada artista, venga de la región que venga, debe tener la oportunidad de presentar su propio performance. Uno vuelve a los orígenes, vamos cada día ganando en esa búsqueda, sabes, quiero volver a Cartagena, al Caribe y volver a sentir toda la fuerza de su cultura, ahí hay mucho poder.
Tras el estreno de su más reciente álbum, Perfecto, se ha anunciado un gran concierto en el Movistar Arena de Bogotá, el 22 de noviembre.
Las redes sociales, principalmente YouTube son la manera de conocer sus canciones. Comenzó versionando temas de otros artistas y haciendo versiones acústicas de las suyas. En 2015 presentó Una vez y otra vez, y así pudo ganar alta sintonía en las redes sociales. Al presentar Bajo el agua, su primer compilado, alcanzó más de 670 millones de reproducciones en YouTube, que significaron un reconocimiento unánime internacionalmente.
Tiene a su haber dos premios Grammy latinos, ganador en las categorías de Mejor Álbum Cantautor y Mejor Nuevo Artista; nueve discos de platino, 3 para Afuera del planeta, 4 para Bajo del agua y 2 para Una y otra vez; un disco de oro, por La mujer que
bota fuego; dos Singles de oro, 1 para Mi otra mitad y otro para Buena; y un single de platino por Si pudiera
A sus 36 años acaba de grabar Perfecto, su tercer álbum, una fusión de géneros que van desde el pop, el folk, el country hasta el funk, la música disco, el jazz, el soul y los ritmos latinoamericanos. Son 14 canciones, de ellas, un par en colaboración con Duplat, en el tema Intensos, y con el pianista Arthur Hanlon, en Luna
“Es el álbum que he venido soñando, está definido por una palabra muy poderosa, “perfección”, una invitación para que los oyentes se enamoren de la vida y asuman con vehemencia esa fuerza interior que tenemos dentro, para que el universo conspire a nuestro favor y tengamos el privilegio de respirar, de gozar del amor, y de amarnos. Es lo que van a encontrar en este álbum”
Medrano, perfecto
Medrano. Foto por Allan Sánchez.
Joe Arroyo, a los pies de Mary
Joe Arroyo por Roberto Rodríguez.
En ‘Mary’, la emblemática canción donde Joe Arroyo le describe su amor, le pregunta una y otra vez si se acuerda de aquel día. Ella, por supuesto, nunca ha olvidado aquel 27 de enero de 1984, viernes de jornada precarnavalera, cuando lo vio en la caseta ‘La puya loca’ del barrio Los Pinos. Estaba acompañaba por la novia del entonces corista de la agrupación de Joe, ‘Checo’ Acosta.
Fue justo en ese momento en que comenzaron los 20 años de Mary Luz Alonso al lado de Álvaro, como ella prefería llamar a Joe.
Mi Mary, mujer tentadora, sensual boca encantadora, capaz de hacerme olvidar dolores.
Hubo un avance mutuo con forma de intercambio de sonrisas. A los mulatos les atraen las rubias y
Mary, barranquillera con raíces en Usiacurí, tenía el sello de las costeñas sin las rigideces expresivas del norte de Europa. El rostro casi le brilla cuando recuerda que esa noche él se resistía a dejar de mirarla y que, por momentos, perdía la compostura.
Una de las singularidades de Joe Arroyo era su capacidad para mantenerse dentro de los límites de su interpretación, pero esa noche, la presencia de Mary lo puso a tambalear. Y ni hablar de cuando, al fi nal de la jornada, no la vio entre los espectadores. Por fortuna, ‘Checo’ construyó el puente de reencuentro, de manera que una semana después, en una presentación de la banda en una caseta del barrio Abajo, sus miradas volvieron a estrellarse.
“Se solló cuando me vio. Luego, sonriendo, me dedicó una canción que por esos días había popularizado Sergio Rivero, “el haitiano”: “Llueve que llueve, y yo sigo cantando, a una chiquilla, que me está mirando”. Eso para mí fue, mejor dicho... “- recuerda Mary-.
Lo que vino después fue el aterrizaje de Joe en su vida, para reajustar su propia historia artística pues, al impulso de esa relación, empezó a surgir lo más granado de su obra musical.
Mi Mary si no fueras mía yo no sé qué haría sin ti. yo te haría sentir amores
Él compuso esa canción en la casa de la carrera 38 con la 80B, donde vivieron siempre, y donde Mary todavía vive con Eykol y Nayalibe sus dos hijas. Ellas son ‘Tatico’ y ‘Peloti’, mencionadas en varias de las canciones de Joe. Fue la mejor época de Joe, desde
Javier Franco Altamar jfranco@uninorte.edu.co
Docente de Comunicación social y periodismo U. del Norte
1985. Y pese a que fallas de lado y lado los llevaron a la separación, en realidad Joe Arroyo nunca se ha marchado de esa casa donde se conservan, como en un museo, muchas piezas recordatorias: los Congos de oro ganados en el Festival de Orquestas, cientos de canciones escritas con su puño y letra, sus excéntricos vestidos, un extenso archivo de fotografías y la mesa del patio donde ‘Chelito’ De Castro, trabajando a su lado noches enteras, daba sentido a las melodías que él soltaba como sonidos guturales.
La musa no tenía fecha ni momento para aparecer. Cualquier noche, Joe saltaba disparado por encima de los sueños de Mary y tomaba papel para escribir la letra. Después, buscaba la grabadora para registrar cada tarareo. Nada más en ese ejercicio onomatopéyico podía tomarse hasta dos jornadas, siempre de noche. Después aparecía ‘Chelito’, y más adelante, los integrantes de ‘La Verdad’, que le ayudaban a convertir en música decente aquel barullo.
Eran jornadas exigentes, recuerda Mary, durante las cuales ponía los horarios patas arriba. Y mientras las niñas jugaban con sus barbies en el cuarto, Joe avanzaba en su ritual de trabajar hasta la aparición del sol.
En muchas de esas madrugadas Mary preparaba suculentas viudas de bocachico, sopas en las que era especialista, para que ellos comieran ...
Si yo tuviera un palacio y mil millones, a tus pies te los pondría, mi Mary.
Pero yo soy un cantante de ilusiones.
Solo canciones y amor te doy, mi Mary
Joe y Mary.
Algo así decía Pacho Galán en su canción ‘Río y mar’: “… Barranquilla mía, no tengo más que ofrecerte, que esta linda melodía” El más humilde y el mejor regalo de un artista musical, su mayor tesoro. Así, este regalo viene a ser el más sincero y gigante, el que parte de lo más preciado entre lo disponible. Es el más sentido, en últimas, el transcendental, el que resuena en los territorios inefables y se vuelve concreto en la letra; el que nadie expresaría mejor por fuera de la música porque ella lo facilita y lo deja servido para la eternidad. Y Mary quedó marcada con ese tema.
El 25 de junio de 1995, se casaron en las playas de Sabanilla. Joe, vestido de blanco, cantó el tema, por supuesto. Una emocionada Mary lo escuchaba bajo el traje de novia tradicional y con el ramo de azahares en la mano. Fue como recrear aquella noche caminando juntos cerca del coliseo cubierto ‘Humberto Perea’, cuando él la cantó por primera vez. El romance todavía no cumplía dos años. La canción fue grabada en 1986 en estudios Fuentes de Medellín, y aparece en el trabajo discográfico ‘Musa original’. Mary recuerda que Joe tenía tres temas dedicados a ella, y que, entre todos los de la banda, escogieron la que hoy muchos identifican como ‘Mi Mary’.
En la ceremonia del matrimonio, las dos hijas de la pareja llevaron los anillos, y permanecieron a un lado mientras su padre cantaba. La indumentaria de Joe, igual que toda la que él lucía en sus presentaciones, tuvo el visto bueno de ella. Es que Joe tenía
que lucir “como el mejor”. Y desde que se convirtió en su pareja, nunca dejó de acompañarlo. Si la cámara apuntaba al gentío del Festival de Orquestas donde él era amo y señor, ella estaba allí, “porque para mi negro, eso era lo más sagrado de su vida. Se preparaba como si fuera a defender una tesis de doctorado”, dice.
En cuanta entrevista le hacen, recuerda que no todo fue color de rosa con Joe. Hubo momentos en que durmieron en el suelo, en garajes, en casas de amigos, y pasaron hambre; pero después, llegaron las maduras, besaron la gloria y fueron acogidos en hoteles y escenarios rimbombantes por todo el mundo. Fueron 20 años que terminaron en medio de unos desencuentros en los que cada uno puso lo suyo, apareciendo nuevas canciones de reproche, dolor y decepción, pero ella nunca dejó de amarlo.
Mary dice que no le alcanzaría un seminario completo para contar las anécdotas maravillosas vividas con Joe. Recuerda con claridad el momento de la epifanía cuando él compuso ‘En Barranquilla me quedo’: Joe abandonando el lecho nupcial de un salto. “Mijita, se me acaba de ocurrir una canción bien bacana”, le oye decir. Un poco más adelante lo encuentra en la sala escribiendo en un pequeño cuaderno que habían guardado como recuerdo de un hotel.
Poco después, Joe estaba tarareando la canción frente al micrófono de la grabadora. A los cuatro días, el tema era una pista reconocible en un casete con la ayuda del piano de ‘Chelito’ De Castro.
con golpes de voz, ese encuentro, y los que vinieron después hasta el beso inaugural y la entrega definitiva de su amor representado en un corazón palpitante...
Ay, para ti mi corazón, mi Mary...
Un mes antes de la entrada de Joe Arroyo a la unidad de cuidados intensivos de la clínica La Asunción, donde murió el 26 de julio de 2011 antes de cumplir 57 años, hablaron. “Alcanzamos a decirnos cuánto habíamos sufrido al separarnos y cómo ninguno de los dos había superado esta separación. Se le salieron las lágrimas. Me dijo que me amaba, nuestra hija Tatico grabó esas palabras”, dice.
Sólo entonces, Joe les preguntó a todos qué les parecía. La aprobación fue unánime. “Mijita -le dijo a Mary Luz-, esto es un batazo”.
Y no se equivocó. La canción ‘En Barranquilla me quedo’, su más reconocido homenaje musical a la ciudad, le permitió sentenciar que jamás se iría de La Arenosa. Y aunque la imagen de Joe saltando de la cama para rumiar la canción luzca como un arrebato repentino, Mary está segura de que la letra se venía cocinando a fuego lento en su mente desde mucho tiempo atrás.
Porque cuando Álvaro veía a Barranquilla a la distancia, ya fuera desde la ventanilla de avión o la de un carro, suspiraba y decía: “Yo sí quiero a Barranquilla, carajo. Me regaló una mujer y una hija”. Eran los tiempos en que sólo tenían a Eykol, porque Nayalibe nació cinco meses antes de la grabación del tema. “Esta ciudad recibió a Joe y lo apoyó. ¿Cómo no quererla? Él estaba tragao de Barranquilla”, dice Mary Luz. Quizás tanto como lo estaba de su mujer...
La, la, la, rompe tu risa el cristal de mi soledad, mi Mary...
Esta sola frase merecería un análisis de su contenido traslaticio. La soledad del Joe representada por un envase de cristal, vuelto añicos, disuelto, borrado de un solo tajo y para siempre, por el sonido sutil de las carcajadas de Mary.
“Mi, Mary, tú te acuerdas de aquel día”, dice una y otra vez el coro, y él recrea, a su manera,
Mary añade que, durante esos 10 años de separación, hubo algunos amagos de reconciliación. Incluso, al final de algunas de sus presentaciones, Joe Arroyo se le oyó anunciar: “Me voy para la 38” haciendo alusión a la casa nupcial, pero nunca lo hizo. Mary también tiene testimonios de que, luego de la separación y durante las grabaciones, se derrumbaba en lágrimas.
En una entrevista que concedió en televisión, Mary contó detalles adicionales de la última vez que lo vio: fue el 23 de julio del 2011. Llegó a la casa para recoger a sus hijas y, antes de seguir para un restaurante, aprovechó para insinuarle una segunda luna de miel. Ella aceptó, tras proponerle que esa noche salieran a comer los cuatro. Cuando regresaron a casa, se quedaron a solas en el cuarto, y él le pidió un beso. “Es el beso más delicioso, no lo sentía hace mucho tiempo”, le dijo Joe. Luego se despidió diciéndole que la seguía amando y pidiéndole que cuidara a sus dos niñas, su más grande tesoro. Dos días antes de ingresar a la clínica, Joe se comunicó con sus hijas y les prometió un nuevo encuentro para almorzar: la muerte no se los permitió.
Mary tenía sentimientos encontrados respecto a la situación entre ambos, y a eso se le sumó la sombra que comenzó a perseguirla a partir de los actos fúnebres de Joe Arroyo en la catedral de Barranquilla, porque muchos se acercaron a ella a darle el pésame, como si fuera la viuda. Y es porque de alguna manera lo sigue siendo
Zumaqué y su Wanderlust, en Barranquijazz 2024
Miguel Iriarte nombrederoza@gmail.com
De Francisco Zumaqué son y han sido algunas de las más arriesgadas joyas de la música colombiana en el lenguaje contemporáneo; pero también altamente meritorias sus aproximaciones personales al jazz antes de que se conocieran algunos de los hitos representativos de lo que hoy podemos llamar con toda tranquilidad un panorama del jazz colombiano.
Su emblemático Colombia Caribe (Si, si, Colombia, si, si, Caribe) es una muestra muy celebrada de nuestra música popular, pero él también es autor de otras cosas que el gran público no
conoce. Y muchos no imaginan la hondura musical que hay debajo de esos icebergs tan visibles en su larga y destacada carrera musical. Pero ojalá nuestros medios de comunicación convencionales y alternativos pusieran en circulación tantas páginas clásicas, contemporáneas, jazzísticas y populares de este músico del Caribe colombiano cuyos repertorios altamente cualificados han ocupado los atriles de muy importantes orquestas sinfónicas, ensambles de cámara y de solistas de las más comprobadas solvencias y prestigios.
En 2017 al recibir el Honoris Causa de la Uni-
versidad Simón Bolívar de Barranquilla centró sus palabras sobre tres aspectos clave de su pensamiento y su sentir como colombiano y como músico: su inconformidad por la indolencia del país, de su gobierno y sus estamentos, por la poca conciencia del valor de la cultura en la construcción de una sociedad para la paz, concentrados en crear individuos preocupados por ganar contratos para construir la “infraestructura física del país”, pero no en la construcción espiritual, o la “infraestructura del alma”; en segundo lugar, su reclamo enfático por lo que denominó “la gran tragedia de los medios masivos de comunicación, entregados de lleno en su prisión monopólica a defender solamente intereses particulares por encima de toda otra consideración, olvidando y despreciando toda aquello que represente construcción de conciencia, cultivo de la sensibilidad y desarrollo de la inteligencia”; y por último, la crítica a quienes “fascinados con otras culturas y otras músicas, miran con desdén nuestras creaciones desperdiciando la gran oportunidad de percibir lo nuestro en contexto con la lectura de propuestas foráneas, sabiendo que lo universal está al fi nal de nuestra propia vereda tropical”.
El maestro Zumaqué estará en la edición 27 del Festival Internacional Barranquijazz, una asignatura pendiente en su trayectoria, un viejo deseo que desde hace casi tres décadas quería cumplir. Así como era también una presencia pendiente en la programación de este festival, como lo han reconocido sus directivos, y una aspiración de los melómanos y amantes del jazz que sabemos lo que han significado las estructuras jazzísticas, sus juegos melódicos y complejas armonías en muchas de las composiciones de música contemporánea, y también popular, que ha escrito en su larga carrera.
Ya desde aquellos homenajes sinfónicos a
Francisco Zumaqué, por Andrés Contreras.
Lucho Bermúdez y José Barros, de finales de los años 70, se hacían presente y manifiestos en sus arreglos y ejecuciones orquestales la sensible presencia de estás voces y modulaciones jazzísticas que muchos no hemos sabido descubrir en su momento, como tampoco en los casos de aquellos arreglos progresivos de un puñado de temas históricos de la salsa que realizó para la Fania; sino que fue solo con el tema y álbum de Macumbia que pudimos descubrir las elaboraciones jazzísticas a partir de nuestros aires y ritmos; y por eso tenemos esos trabajos como referenciales y pioneros del jazz con rostro y personalidad colombiana.
Esta edición de Barranquijazz tendrá finalmente a Zumaqué con un grupo selecto de músicos colombianos y cubanos para entregarnos la versión concertística de un proyecto especial de latín jazz que él ha dado en llamar Wanderlust, palabra de lengua inglesa que en español significa “pasión por viajar”. Y es que en el espíritu de la propuesta está hecho con diversos elementos sonoros de vocación claramente internacional que viaja y pone en diálogo aspectos de nuestra música colombiana de nuestro caribe con cierto beat funky norteamericano, o con ciertos procedimientos del jazz afrocubano. O con el modo reposado de una balada bossa, sentida y exquisita en cuyo mood melódico descansa la experiencia de la audición de este trabajo. Y desde luego también piezas centradas en el alma profunda de nuestra música caribe.
Todos los temas de esta producción tienen espacios solísticos en los que Zumaque pone en manos de sus músicos el desafío y la oportunidad de exponer su discurso improvisativo para darle a aquello lo que la filosofía del jazz reclama como ética y estética, con lucimiento para voces instrumentales del piano, el bajo, la trompeta, el trombón o el bombardino, la guitarra, las congas, la batería y el saxo.
El trabajo abre con un marcado Funky agi-
tado titulado Feel so groovy, en el que podemos escuchar estupendos solos de la trompeta de Orlando Barreda, Batanga, el bajo de Diego Valdez, la guitarra de Julián Ávila y el saxo de Carlos Piña, quien nos sorprende con un extraordinario fraseo de jazz que nos muestra los alcances de su maestría, más allá de lo extraordinario que solemos escucharle en las incontables producciones de nuestra música popular.
Sigue Latin feeling, un extenso tema de latín jazz que nos ofrece una serie de solos de casi todos los instrumentos que van y vienen alrededor de un motivo circular de metales al unísono, que nos remiten de manera reconocible a cierta manera de hacer que nos recuerda a la gran banda cubana Irakere, y que podría entenderse casi como un homenaje a este colectivo referencial del jazz latino, precisamente en una producción de Zumaqué que se consagra a esta vertiente del jazz.
Como sorpresa grata, surgen de pronto los compases cadenciosos de una cumbia en sus tambores típicos titulada Tambores para Dolores, que luego lidera un bombardino, el de Tomás Benítez, que nos sugiere en las primeras notas el recuerdo de La Cumbia Cienaguera, y que un juego de llamada y respuesta con la trompeta de Batanga, nos ofrecen un diálogo tranquilo que nos da la satisfacción de una breve joya de jazz nuestro que cabalga en un son de tambores que le dan un afinque caribe a la propuesta, para un resultado muy Zumaqué que es casi preciosista en su breve sencillez.
Llega entonces a la audición Cumbiamba y gozadera, un garabato que muy pronto se desdobla en puya y que lleva envueltos en el frenesí de un tambor alegre y de un guache las ejecuciones del bombardino y la trompeta que juegan con un motivo de inspiración tradicional y que luego entregan sus voces a un solo sobresaliente de tambor alegre en cuya firme marcha cierra el tema con una coda muy propia de nuestra música folclórica.
El disco cierra con Sunrise coffee, una especie de balada bossa, como ya había dicho antes, una suave experiencia que anuncia el piano en compases obstinados para que el saxo del maestro Carlos Piña empiece a exponer una delicada melodía a la que se une la trompeta de Batanga que, muy pronto, se desenlaza y libera en un agradable solo que frasea en el registro medio su discurso sobre la melodía que le va repitiendo el saxo para ir construyendo, nota a nota, una pieza que podría resultarnos un poco desacostumbrada en el amplísimo repertorio del maestro.
Esos mismos temas, en interpretación de algunos de los músicos de esa producción, a los que se suman otros músicos invitados, son los que tendremos en el concierto de Francisco Zumaqué en el Barranquijazz 2024 para cumplir con una aspiración pendiente de él, del festival y de muchos amantes de su música.
Además de los temas de este álbum el concierto en esta edición de Barranquijazz contará también con piezas originales escogidas por el maestro que se insertan y armonizan en el espíritu de esta experiencia. Porque quienes le conocemos sabemos que estaremos en presencia de quien es sin duda una de las inteligencias musicales más prodigiosas que ha producido no sólo el Caribe colombiano sino nuestro país en el concierto de la música internacional
Francisco Zumaqué, foto por Jeimi Drago.
Francisco Zumaqué, foto por Jeimi Drago.
El encanto venezolano
Julio Oñate Martínez manuelitomanuelon3@yahoo.es
La voz de Barranquilla fue la primera estación radial comercial, fundada en 1929 por Elías Pellet Buitrago y, curiosamente, la emisión inaugural apenas fue escuchada en nuestro país por falta de receptores, pero si en Caracas, La Habana y en algunas ciudades de Centroamérica, hasta donde llegaba la señal.
Desde entonces nuestros artistas empezaron a ser conocidos en otros países cercanos. Tenemos información de la presencia de artistas colombianos divulgando nuestra música en tierra venezolana, antes de terminar el decenio de los 30, tal fue el caso de la barranquillera Esthercita Forero que se estrena en Ondas del lago, en Maracaibo, en diciembre de 1939 para luego incursionar en el ambiente radial caraqueño y en algunos centros nocturnos de esa ciudad, y en Radio Barquisimeto, escenarios donde hizo saber que la música colombiana no solo eran los bambucos y pasillos que el egoísmo centralista presentaba, sino que en nuestra costa se cantaba y bailaba porro, cumbia y merengue; La piña madura, La puerca y Toño Miranda en el Valle hacían parte de su repertorio.
Esthercita Forero había llegado a Caracas, gracias a los buenos oficios de Emigdio Velasco, cónsul de Venezuela en Barranquilla, que también era agente de La Víctor y por aquellos días de 1939 había comprado la Voz de Barranquilla.
El diario Panorama, de Maracaibo, registra el segundo viaje de Esthercita en septiembre de 1941con presentaciones en el Jardín Zulia, en el teatro Cristina y en Ondas del lago durante una temporada que se prolonga por cuatro semanas.
Un poco más adelante nuestros aires costeños atraen el interés de músicos venezolanos y así la orquesta Billo Caracas Boys, con su cantante Rafa Galindo, en 1949 graban el paseo El caimán de Peñaranda.
Al iniciarse la década de los cincuenta se comienza a notar el interés de algunos acor-
deoneros y compositores vallenatos por buscar fama y fortuna en esa tierra de parecidas costumbres, idéntica lengua y similar cultura, donde la actividad agropecuaria ofrecía la esperanza de un buen trabajo, campo que dominaban nuestros inquietos juglares, casi todos de extracción campesina. Separados por una línea imaginaria, la idiosincrasia del zuliano estaba muy cerca de la del provinciano nuestro y Maracaibo con sus pueblos satélites, era el norte que imantaba a nuestros aventureros y hacia allí se dirigieron cruzando La raya, La trocha y el montañoso Perijá.
Muchos lo hicieron en forma anónima, siendo los primeros los de la región limítrofe, en este caso los nativos de la provincia de Padilla y posteriormente desde todos los pueblos del
caribe colombiano, atraídos por la floreciente bonanza del oro negro. El resultado de muchas andanzas e historias de esas migraciones se perdieron en el polvo de los años, pero apoyándome en viejos fonogramas de algunos creativos que realizaron el recorrido, trataré de armar esta parte incompleta de la historia.
Fue entonces al comenzar esta década del cincuenta que el fonsequero Julio Vásquez Oñate dedicó a su entrañable amigo Luis Enrique Martínez, un paseo que había titulado Locas aventuras donde le pedía al Pollo vallenato, que ya era un afamado artista, su apoyo para salir a rodar tierra y darse a conocer a través del arte musical.
El espaldarazo del pollo no se hizo esperar
Esther Forero, por David Lacera.
y le respondió también con otro paseo registrado como Contestación a locas aventuras, iniciando una larga correría que los llevó hasta Barranquilla y allí hicieron furor en el medio radial pasando luego a Cartagena donde ambas piezas quedaron grabadas en el sello Fuentes, en pasta de 78 RPM.
El canto de Martínez es de una gran trascendencia histórica ya que aparecen, quizás por primera vez, el acordeón fusionado con instrumentos de viento, con casi una década de antelación a la aparición de Los corraleros de Majagual. Fue algo experimental de Toño Fuentes en busca de nuevas sonoridades que cautivaran el gusto popular.
Recorrieron Atlántico, Magdalena y la Guajira pasando después a tierra venezolana donde visitaron varios estados, llevando orgullosamente el mensaje musical y fraterno de nuestra tierra. Este punto de partida tendría más adelante grandes connotaciones en el éxodo masivo de colombianos a Venezuela teniendo hoy en día motivos de identificación en la música vallenata.
En su canto Luis Enrique enuncia todo lo relacionado con esa histórica gira:
Si tú lo quieres yo te hago la invitación a caminar muy lejos de nuestra tierra pero primeramente recorremos la nación sacamos los papeles y nos vamos pa’ Venezuela
En Venezuela pienso que nos vaya bien porque a esa tierra le gusta lo regional y como nuestros aires si se pueden apreciar Nosotros los tocamos con orgullo y gran placer
Para esa época esta es una composición que refleja una gran madurez artística de Luis Enrique, muy consciente de su compromiso como embajador folclórico y que, como todos sabemos, cumplió a cabalidad pues hasta su retiro forzoso de la vida musical, los logros de su grandeza nunca marchitaron. Algunos años antes el maestro Rafa Escalona compuso El chevrolito, un paseo donde personifica a su compadre Fernando Daza “Tatica”, para deslumbrar a su enamorada La yiya Zuleta al anunciarle:
Tengo un chevrolito que compré pa’ ir a Maracaibo a negociá un puestecito alante te aparté y el que pida un cupo, va pa’ tra
El pretendiente, además del galanteo, ofrecía cosas que alebrestan la vanidad como perfumes, sedas y perlas fi nas, es decir, mercancía del contrabando procedente de las Antillas, que abundaba en Maracaibo.
Siendo apenas lógico que la vida del aventurero esté en un continuo balanceo entre la felicidad y la tristeza, a algunos de nuestros personajes les tocó vivir un verdadero drama, sumidos en el desamparo al enfermar, lejos de su tierra y su familia, como le ocurrió al compositor villanuevero Carlos Quintero, quien a comienzos de los 50s trabajaba en Villa del Rosario, una matera o hacienda en el Zulia, fue víctima de un paludismo infernal que
casi lo mata. Sin recursos y sin energía para el regreso a su tierra, no faltó la solidaridad de un venezolano amigo que le facilitó unos bolívares para drogas y alimento tal como lo relata el en el conmovedor merengue La villa del Rosario grabado más tarde por Luis Enrique en la disquera Atlantic de Barranquilla.
Yo estuve enfermo en la villa del Rosario no tenía plata pa’ las medicinas pero me dijo Felipe el coreano chico te presto cincuenta bolívar Felipe llegó como mandao de Dios al verme tan grave como estaba yo
En nuestro medio las cosas no eran muy halagadoras para los músicos de acordeón que recibían prácticamente dádivas por sus actuaciones mientras que al otro lado de La raya había una moneda más fuerte y, con la idea de ganarse unos bolos, un viejo juglar de Los Tupes (hoy Cesar) radicado en San Jacinto, emigró a la hermana república donde, al decir de la gente, sí rendía el níquel. Fue lo que plasmó José Marciano Socarrás en su paseo La fuga grabado por Andrés Landero en el sello Tropical a comienzos de los años sesenta.
Compadre José de los reyes me dice que planiemos un viaje pa’ Venezuela porque aquí en Colombia no rinde el níquel en Maracaibo si rinde la moneda
Finalizando este periodo Alejo Durán con un merengue titulado Me voy para Venezuela hace lo propio en igualdad de circunstancias, pero exteriorizando su dolor al tener que dejar su querida mujer al marcharse en busca de una mejor situación económica. La grabación está hoy en el archivo de la disquera Fuentes.
Pa’ que lo sepas morena eso si me da dolor yo me voy pa’ Venezuela a buscá vida mejor
Uno de los paseos más resonantes del guitarrista Julio Vásquez Oñate, se titula Nostalgia guajira grabado por Luis Enrique en discos Tropical, fue compuesto en su segundo viaje a Venezuela, dónde la ausencia de un gran amor le taladraba el corazón de amargura y guayabo:
Si yo hubiera sabido que al llegar a Venezuela
Alejo Durán por Hiram Redondo.
por culpa de un amor fuera a sufrir tanta amargura no cometo la locura de abandonar mi tierra (bis)
Recientemente los hermanos Zuleta lo grabaron con el título de “La venezolana” cambiándole así el sentido a la canción.
Hacia 1956, Aníbal Velásquez y Romancito con sus Vallenatos del Magdalena en gira por Cúcuta, fueron invitados para actuar en San Cristóbal y otras ciudades del Táchira, una gira artística al exterior ya era motivo de orgullo y prestigio ante sus colegas y así lo confi rmó Romancito en el paseo Los cuatros ases de bastos iniciador de una piqueria que solo fue contestada por el negro Alejo.
Abel Antonio y Enrique Martínez con Peñaranda y Alejo Durán ellos no han ido al exterior como ha salido Román
A comienzos de los años sesenta ocurre el gran milagro venezolano cuando el bolívar pasa a ser una moneda sólida debido a que afloraron en su suelo riquezas insospechadas que convirtieron de la noche a la mañana al hermano país en un emporio. Este fenómeno lo describe con mucho acierto el escritor y diplomático José Jorge Dangond en su obra “Tierra nuestra: crónica de fronteras”, cuando señala: “Los venezolanos no volvieron a tomar un machete en la mano, para depurar su labranza, para eso estaba la
Bolívar. En la tierra del petróleo traqueaba el billete y muchos de nuestros juglares también buscaron la ruta”.
legión de hombres desesperados de raza negra en su mayoría ahuyentados por la pobreza que saltaban las cercas de Colombia para ganarse un jornal en Venezuela. La bonanza del hidrocarburo atraía ahora con más fuerza a nuestra clase obrera, iniciándose un éxodo desde todos los puntos de nuestra región Caribe principalmente de los departamentos de Sucre, Córdoba y
Alejandro Durán sobre la música de El checompuso la letra de El fajoncito:
vrolito
Si te vas conmigo no te cuesta ná te llevo a Maracaibo a conocé cruzamos la frontera y más allá la tierra del petróleo vas a ver
diados de los sesenta compuso el paseo El niño bonito, al referirse al acordeón que su amigo Toño Andrade, un ganadero de Fundación, había mandado a comprar a Venezuela. Igualmente, en otro canto titulado El pechichón pregonaba el regalo que su amigo el ganadero Genito Andrade Bermúdez le había traído de Venezuela.
En pasta de 78 RPM se imprimió en el sello Curro de Cartagena y simultáneamente Aniceto Molina en la etiqueta Ronde de Venezuela también grabó
esta pieza.
Colombia
En esos años tempranos sólo llegaban a Colombia los acordeones que importaba la casa musical CONTI en Bogotá, pero a precios altos para el bolsillo de nuestros juglares, quienes preferían conseguirlos en Maicao, en ese entonces puerto libre en la Guajira; llegaban de contrabando desde Aruba, Curazao y Maracaibo. Por otra parte, una ida a Venezuela en rebusque musical le significaba a cualquier acordeonero un fuelle nuevo y oportunidades de trabajo.
musical como
Para los juglares del acordeón, siempre ha sido el mejor regalo que puedan obtener, un Hohner nuevo que recibían por largas jornadas de trasnocho y parrandas por parte de mecenas y bebedores que los encargaban a Venezuela, como quedó consignado en varios cantos donde daban cuen-
ta de estos detalles.
Al respecto, el negro Alejandro Duran a me-
Eran aquellos años en los cuales fue tan grande el éxodo de colombianos a trabajar en el país de la esperanza como fue llamado, se logró registrar casi 8 millones de personas que se fueron con la ilusión de progresar económicamente ya que era Venezuela el país de las oportunidades, de la moderna agricultura y de su robusta moneda que la fuerza petrolera ubicaba entre las más sólidas de América latina. Más adelante los artistas del vallenato encontraron una gran aceptación, permitiéndoseles nacionalizarse y permanecer largas temporadas, como el caso de Aníbal Velásquez, Aniceto Molina, Los corraleros de Majagual, El binomio de Oro y compositores como Carlos Huertas El cantor de Fonseca, pero este movimiento artístico tuvo también absurdos episodios como el vivido por Alfredo Gutiérrez, por la golpiza que le propinó la siniestra P.T.J. venezolana cuando, en un momento de sentimentalismo, tocó con su acordeón en una caseta el himno de Venezuela, lo cual fue interpretado como una ofensa. Todavía recordamos Las tapas moradas, el canto compuesto por Alfredo, denunciando musicalmente esta agresión. En la medida que han transcurrido los años, como todos sabemos, la situación del hermano país ha venido sufriendo ostensibles cambios al punto de mostrar hoy un traumático paisaje del cuál nosotros los colombianos no queremos hacer parte, pero muchísimas personas incluidos artistas del vallenato nostálgicamente añoran por ser de grata recordación en los que el bolívar endulzaba el bolsillo de la gente
Los hermanos Zuleta, ambientación de Andrés Contreras.
Alfredo Giutiérrez, por David Lacera.
Juventino Ojito
y “La cumbia del rey Momo”
Juventino Ojito, rey Momo 2024 del Carnaval de Barranquilla y director de Son Mocaná, es heredero del conocimiento y la destreza musical de su padre, el maestro Julio Ojito Mendoza, quien atizó el fuego que lo encaminó por el sendero de los aires festivos encallados en
la realidad de nuestro Caribe.
Su carrera musical le ha sido propicia para descubrir los secretos del saxofón, su instrumento favorito, y en los ratos que le deja este ejercicio se despliega como productor, arreglista, compositor, director musical y gestor cultu-
Erika Nigrinis erikanigrinis_95@hotmail.com
lla que pervive, según los datos más fidedignos, desde 1881, tres años después de que se hubiera fundado La danza del Torito y solo seis más tarde que la aparición de La danza del Congo grande, siendo este el podio de los personajes más legendarios de la fiesta barranquillera.
Con el auspicio de la Fundación Cuarto Verde Music, que promueve con muy buen criterio la difusión de las manifestaciones culturales de la región Caribe, esta cumbia será presentada al veredicto del jurado de los Grammy latinos y al de todos los aficionados a la música de nuestro litoral.
Juventino y Verónica por Andrés Contreras
ral, Juventino plasma en sus creaciones y producciones retazos de la gran historia construida desde los orígenes de nuestras fiestas.
De su paso por esta temporada inolvidable, llevando música y alegrías a cada rincón de Barranquilla, nos ha dejado testimonio en un trabajo musical, en formato de auténtica cumbia, elaborado con el respaldo de su Son Mocaná y de otros maestros de la música colombiana.
No es por darle fama, que ya no necesita porque la encuentra a su paso sin mayores esfuerzos, La cumbia del Momo es una canción hecha con el mejor sonido de la música tropical en homenaje a una de las figura más legendarias del Carnaval de Barranqui-
Esta canción tiene el aporte artístico de Lisandro Polo, José Ignacio “El Pavo” Cassiani y de Wilfrido Escorcia, entre otros, todos Momos anteriores: “A quienes han ocupado este sitial dedicamos esta cumbia”, —nos dice el maestro Juventino, al tiempo que resalta la participación de Verónica, su esposa, y de sus hijos, Fausto en la guitarra eléctrica y Helena en los coros. Y el papel fundamental de su orquesta junto a Juan Piña, Alfredo Gutiérrez, el Grupo Tambó, Diego Morán, Mayté Montero, Edwin Gómez “El Fantasma”, Nando Malo, Pedro Tapias, Byordy, Majo García, Kandymaku, Richie Plá, Charlie Gómez, José David Arcila, Jorge Bojacá y Verónica, que son las voces de Son Mocaná. “Es un cocktail de sabores e ingredientes musicales, para complacencia y disfrute de los amantes de nuestro folclor”, agregó el maestro Juventino
Descarga la canción, disponible en las plataformas digitales, en el link: htt ps://social.tunecore.com/linkShare?linkid=Oj1VbxG7AKRSYazPCX0P9g
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El sueño y el asombro de Eduardo Escolar
Todavía recordamos emocionados a este cantante lírico barranquillero cuando, hace 7 años, se ganó el afecto de los colombianos gracias a su talento, obteniendo la mayoría de los votos del público que seguía los capítulos de ‘A otro nivel’. Eduardo Escolar fue uno de los fi nalistas de este concurso.
Eligió el canto lírico a edad temprana, desde entonces habita entre recitales de piano,
música de cámara y orquestaciones sinfónicas, perfeccionando el oído en el sueño del asombro, dirigiendo en su fantasía orquestas sinfónicas e interpretando obras maestras del repertorio clásico universal.
Creció escuchando la música y la algarabía callejera, la salsa y la música de carnaval en el barrio La Concepción, vecino del río Magdalena, donde nació en en el hogar conformado por Eduardo Escolar Sánchez y Mabel
Enrique Luis Muñoz V. perdigon53@yahoo.com
Quiñonez. Víctor Cardona, uno de sus tíos, le acercó el gusto por las formas clásicas del muestrario académico que acumulaba en su corazón, cada acetato, cada disco compacto era una enseñanza, contenidos sonoros como Concierto No. 1 para piano de Tchaikovski; las sinfonías de Beethoven, -su apreciable manera de disfrutarlas notando que sobrepasaban los límites de la sinfonía clásica defi nida por Haydn y Mozart-, pero sobre todo su Tercera sinfonía, le dieron momentos de placer indescriptible. Obras de Shostakovich, Strauss, Caravaggio, y el repertorio operático: Rossini, Mozart, Donizett i, Bellini, Verdi, Puccini, fueron los nutrientes básicos para el fortalecimiento de su memoria auditiva en conexión emocional con su naturaleza sentiente.
acercó corazón, de de
El arte, que también es gracia al servicio de la imaginación, le permitieron comprender el mundo de otra manera. Como instrumento y herramienta de conocimientos estéticos, adquirió gran capacidad para comprender e interpretar la vida y, a la vez, para construir un concepto humanístico de alto contenido social, al ser formado en esa sensibilidad desde edad temprana.
El arte de enseñar jugando conjunta estética y pedagogía de carácter lúdico como recurso didáctico que, en el caso de Eduardo, proveniente de una familia salsera, y de un tío que hace de la casa un aula de clases en torno a la música, le mostraron un horizonte despertando su anhelo por concretar la fantasía de su imaginación creativa. Acrecencia de arte en la que aumentó la percepción del placer que se disfruta al cantar.
Está inserto en la estructura sensorial, evidente desde su niñez cuando lo expresaba con su diverso lenguaje corporal, que es donde se deben buscar las posibilidades de construcción de un discurso lúdico en perspectiva de la música. La puesta en escena de un teatro musical en el que se intuye la dramaturgia de lo que hace, la forma de exponer la
Eduardo Escolar, por Álvaro Llanes.
canción, y la semiología, es decir, los signos diversos de la música y su presencia escénica. La música es un cruce de sonidos y silencios que propician los instrumentos como fuentes sonoras y el discurso melódico va dirigido a las emociones humanas con el vigor de una voz potente. Puede deducirse, entonces, que la música encuentra en el cuerpo humano su propia organología, las músicas primitivas sostienen algunos teóricos, fueron preinstrumentales, el cuerpo humano fue utilizado a modo de instrumento y Eduardo Escolar, en su voz y textura de tenor, lo ratifican. El registro vocal son los distintos sonidos con sus respectivos matices.
Eduardo Escolar nació el 27 de agosto de 1994, es abogado de la U. Simón Bolívar que lo ha respaldado como una manera acuciosa de continuar el legado de su fundador, el eminente humanista José Consuegra Higgins, gran propiciador de eventos académicos y culturales en esta universidad, su razón de ser que han sido continuados por doña Anita Bolívar y por sus hijos José e Ignacio, ahora al frente de esta entidad de educación superior.
Ya formado en la academia, como cantante lírico, en el conservatorio musical de Universidad EAFIT donde en fecha reciente se ha graduado, ahora es una voz mayor con proyección internacional, orgánicamente dotado de una timbre prodigioso de tenor lírico ligero, que pule de manera disciplinada con recursos de técnicas vocales, expresando de manera sentida, en virtud de su tesitura, el timbre del pasaje de la canción lírica y la extensión vocal, cantando en la gradación de notas graves a más agudas, de acuerdo con la exigencia de la partitura.
Mozart como compositor y Pavarott i como cantante son sus referentes en la música erudita, concibe la música como un estilo de vida por eso trabaja con constancia para llegar al Metropolitan de Nueva York, a la Scala de Milán y a las más afamadas salas musicales. En su recorrido cada despertar es una nueva ensoñación para perfeccionar el rango de su registro vocal y su presencia escénica, para él todo es posible cuando se trabaja con dedicación y esmero.
Eduardo Escolar es agradecido con la vida, con sus formadores académicos en el bel canto, con los compañeros de estudios, privilegia cada etapa de su vida dándole gracias a Dios, a sus padres, valorando al tío Víctor Cardona cuya espiritualidad lo acompaña, lo siente cuando canta, diciéndole que en cada lenguaje que expone en escena escribe su nombre en letras invisibles.
En ese mismo tono lleva en los pliegues de su corazón a Gina Banffi de Abe-
llo que vio las condiciones naturales de su voz promisoria. A ella la despidió con el Ave María de Schubert en la Iglesia Torcoroma de Barranquilla, a manera de agradecimiento con quien sembró en su sensibilidad un amor coloreado de felicidad.
Su inspiración tiene bases sólidas en la música tradicional. En el teatro Cafam de Bogotá presentó “La tierra que me vio nacer”, un homenaje a nuestra música popular acompañado por la Orquesta Sinfónica de Bogotá con juan David Osorio como director invitado. Suyos fueron los arreglos junto a Juan David Santander. En el repertorio estaban Negrita, Pueblito viejo, La diosa coronada, entre otros.
Resplandece su orgullo al exhibir en su palmarés las instrucciones de David Guzmán, Alejandro Roca, la brasilera Angélica de la
Riva, el mexicano Ricardo Muñiz, la estadounidense Lisette Oropesa y de la española Marta Matheu; y lLa conducción de afamados directores de orquesta como Cecilia Espinosa, Alejandro Posada y Andrés Orozco Estrada, con trayectoria en prestigiosos escenarios del mundo.
Su carrera, provechosa y ascendente, le ha dado lugar en escenarios importantes en las principales ciudades de Colombia, en Washington DC, en Quebec, en México D.F., en Oaxaca y en Aruba. Sueña en continuar estudios musicales en el exterior, proyecta su ingreso a la Escuela Superior de Música Reina Sofía, de Madrid, y al Curtis Institute of Music o tal vez, en Mannes School of Music, en Estados Unidos.
Tiene en perspectiva Alemania para seguir desarrollando su educación musical. Ludwig van Beethoven es su compositor predilecto, es tenaz partidario de su obra. Le gustaría representar a Fidelio, la ópera en tres actos celebrada por la crítica, la única que Beethoven escribió. En su amplia obra el genio de Bonn dejó su
Admira a Mozart en sus óperas. A Schumann y a Schubert, cultores de primeras líneas de canciones alemanas. En la ópera Gaetano Donizett i es su favorito, con Elixir Lucía di Lammermoor. Verdi a quien siente de manera especial con La Traviata, Don Carlo, Rigo-
Cada meta Eduardo Escolar la convierte en sitio de partida. El arte musical es exigente y por eso trabaja de manera disciplinada sabiendo de antemano que, en el campo lírico y operático, la voz está amenazada por el tiempo en la afectación de las cuerdas vocales.
para el canto lírico impronta compositiva. de amor y sus óperas letto, y Ernani está soprano
La noche del recital de su grado, su gran satisfacción fue la cita con quienes creyeron en él, su familia, educadores, pianistas y, de manera especial, con la soprano coloratura Sandra Lorena Caicedo, coordinadora de la cátedra de canto en EAFIT, y Gustavo Yepes, uno de los más importantes músicos académicos vigentes en nuestro país.
En el riguroso acto de interpretar en escena a los grandes maestros incide en la luz brillante que da a su timbre de tenor con su registro vocal lírico ligero, cultivado en el seno de la música clásica. Su aliento motivador pasa de la transpiración a la inspiración eternizando el instante en belleza melódica, desplegando el bagaje escénico en memoria activa donde vislumbra en su interior que el sueño es una realidad cumplida sin límite alguno.
melódica,
la
Eduardo Escolar, por Roberto Rodríguez.
El veredicto de la buena música
De nuevo nos llega rebosante la acostumbrada versión de Barranquijazz, llena de luces y de estrellas, esperada por los conocedores del jazz, la música que rompe las reglas de la partitura. Los invitados están dispuestos a dejar la marca de una grata impresión:
El Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro. Estrechamente vinculado al son cubano, desde su fundación en 1927 es influyente en la música latinoamericana, sus derivados y fusiones, especialmente la salsa, el mambo y el jazz latino, generando una poderosa onda de ritualidad cuando recorren los festivales más trascendentales, obteniendo por su autenticidad los mayores reconocimientos.
El latido musical de Cuba y su fundamento, el son que es “lo más sublime para el alma divertir” como cantaba Eugenio Rodríguez, su vocalista líder por muchos años, sigue siendo una música muy popular y tiene en este aclamado conjunto su máximo arraigo, con un repertorio clásico contagiosas rumbas y boleros y sones, en las canciones más emblemáticas de la bella isla. Ya lo dijeron muchos, pero lo resume Ry Cooder: “Esta banda es la que mejor suena”.
Sinujazz ensamble. En la escuela de música de la Universidad de Córdoba, un colectivo de docentes y estudiantes conformó este ensamble en 2010 con la dirección del maestro Rodín Caraballo, que ahora repite su presentación en este escenario donde han tenido buena acogida.
Es una agrupación fundamentada en una obra que se conso -
lida en el ánimo de conjugar los ritmos más representativos de nuestro Caribe, concentrando en el porro y el fandango sus mejores energías creativas, con arreglos contemporáneos con el ingrediente sustantivo de la fusión con el jazz, rock y dance, entre otros.
Renato Pernett. Ambicioso, hábil, y bastante intuitivo son los adjetivos más acordes para señalar a este músico estabilizado en la sensación de hacer música y de crear en vivo, lo cual le ha llevado a desarrollar una carrera ascendente compartiendo escenarios con actores de la escena virtuosa del jazz en la penumbra íntima de la academia, como Svetlana Musafina, Larry Panella, Don Lewis, Wolfgang Seifen, entre otras figuras renombradas.
Ganó la convocatoria de talentos Barranquijazz en la categoría local con un proyecto renovador. En el entorno de la experimentación sonora hace honor a las mejores tradiciones de la música del Caribe, con las delicias rítmicas que nos identifican entre tanta presión musical que se hace en el entorno universal.
Tenemos la impresión de no haber escuchado sufrientemente a este artista que juega como local en los escenarios de Barranquilla, y aquí tendremos nosotros (y él también) la gran oportunidad del deleite a manos llenas.
Eugene Uman, Convergence trío. Este pianista y compositor estadounidense, tiene un arraigado vínculo con nuestra música,
desde 1993, cuando lo presentó en concierto el Centro Colombo Americano haciendo dúo con el barranquillero de adopción Gabriel Rondón. Desde entonces ha sido influenciado por nuestra música incorporando, con prodigiosa maestría, diferentes formatos rítmicos como la cumbia, el bambuco, el pasillo y el currulao, a sus composiciones en el amplísimo lenguaje del jazz. Junto al contrabajista Cameron Brown y el baterista Brian Shankar Adler, conforman un esencial concierto logrado principalmente por composiciones propias.
Randy Brecker una leyenda viva. Trompetista de gran talento. Integró la big band de la U. de Indiana, donde estudiaba, antes de viajar a Nueva York para integrarse al grupo de Al Kooper, en 1967. Desde entonces ha colaborado con Bruce Springsteen, Chaka Khan, George Benson, Steely Dan, David Sanborn, Horace Silver, Jaco Pastorius, Bill Evans, Frank Zappa y Aerosmith, entre otros virtuosos, desarrollando una portentosa carrera colgándose siete premios Grammy, el más reciente como mejor solista de jazz gracias a su actuación estelar en el tema “Sozinho”, de Caetano Veloso.
Adriana Calcanhotto. Sentimentalmente influenciada por la “bossa nova” y por las letras maravillosas de Caetano Veloso y de María Bethania, y recitando hasta el desahogo a Fernando Pessoa, mezcla sus temas con versiones de otros artistas. Es una trovadora cuya vocación conjugada en la palabra y el sonido, tuvo su punto de inicio llevando alta poesía a través de la música para ser acogida en los sectores populares. En sus publicaciones hay una antología de poesía para el público infantil, al mismo tiempo que suena en las cadenas comerciales, incluidas las telenovelas. Hace con aplicada voz el ejercicio de mantener tan fresca la espontaneidad como su pasión por la guitarra.
Se nos queda en el tintero el cuarteto de Juan Romero, merecido ganador de la convocatoria nacional, la Banda sinfónica de Galapa, la intensa y orgánica Sonoras Mil de Pereira y Camille Bertault pianista clásico de gran talento. Seguramente nos darán motivos para ocuparnos de ellos en una próxima entrega de esta revista
El bolero confirma su atractivo
La aparición del bolero en Barranquilla no ha sido determinada con exactitud y mucho menos su evolución musical, no hay mayor preocupación por establecerlo pues no es asunto temporal sino de experiencias vividas y, sobre todo, sentidas.
El mayor auge de este imperecedero ritmo se establece entre los años 40 y 60, período en que ser romántico era una condición, se bailaba, se escuchaba con delectación, se enamoraba con sus serenatas y sus frases almibaradas servían para encontrarse en algún rincón del corazón
El bolero hoy tiene la misma vitalidad y se reencuentra cada año en este festival que acerca la noche con los apasionados a esta música y a los sentimientos que de ella se desprenden.
Durante una semana, en una programación que convoca a los entusiastas, se celebraremos esta nueva versión del festival Una noche, el bolero y tú, que dirige el melómano y pianista José Olivares desde sus inicios. Y que realiza todos los años en esta época para conmemorar el mes del amor, en él han participado los mejores representantes de este género, consiguiendo un lugar de privilegio en la agenda cultural de la ciudad. Todos los eventos son gratuitos excepto el concierto de gala.
La jornada académica se confirma en la U. Autónoma del Caribe. Inicia con una exposición de pinturas de Nitho Cecilio, al día siguiente un conversatorio sobre Sofronín Martínez, a cargo de Enrique Luis Muñoz, director de La Lira, y cierra con un concierto didáctico sobre “El bolero, sentimiento latinoamericano” a cargo de José Olivares.
El Encuentro Nacional de Coleccionistas de boleros será en El Rancho Currambero, el domingo 15 de septiembre, y el cierre será con una convocatoria musical en la retorta del parque Sagrado Corazón.
El gran concierto de gala será el sábado, acompañados por la orquesta Armonía Big Band, con la participación de Yamira Rodríguez, pianista cubana a dúo con Zeidy Bornacelli, Rodolfo Muñiz de México, Reidel Verdés,
también cubano, la isla donde sale el sol del romance musical, Fabio Martínez de Panamá, y por nuestro país Laumar, Nina Díaz Jessie Quiñones, y Meli Pardo todos probados en el fuego de la canción romántica, a quienes solicito una venia para dedicarle dos líneas al gran Willie Calderón, uno de los más reconocidos intérpretes de esta notable tierra barranquillera. Sus interpretaciones de Mete y saca y La punta colorá y otros temas de nuestro carnaval son muy recordados, pero más aun lo es él por su rango vocal y su talento.
Rodolfo Muñiz, de Jalisco, México, heredero del talento y parte de
la dinastía del gran Marco Antonio Muñiz, desde temprano sintió atracción por los escenarios. ganó el premio al mejor intérprete festival Internacional Viña del Mar, en 2007. Se destaca desde 1991 cuando obtuvo el primer puesto en el concurso “Valores Juveniles”.
El género del romance en este país está más vivo que nunca. Durante la época de oro del cine mexicano, entre 1936 y 1959, el bolero fue indispensable en los espectáculos y las películas; de ahí el acendrado valor patrimonial de este género, que tiene en Rodolfo uno de sus más activos representantes a nivel internacional. De Panamá es Fabio Martínez
que repite en estos escenarios barranquilleros en donde tienen ya una gran acogida. Conocido como “La voz del bolero en Panamá”, con más de 50 años de trayectoria musical, su primera grabación la hizo en Nueva York bajo la dirección de Vitin Paz. Ha participado en más de 50 Festivales Internacionales y ostenta el récord de ser, el cantante de boleros que en más festivales internacionales ha participado. Maestros del género como Roberto Ledesma, Tito Rodríguez y Cheo Feliciano, lo han inspirado logrando forjar su propio estilo.
Linda voz tiene Zeidy Bornacelly, en un entrenamiento permanente introdujo matices especiales en su voz que le permiten acentuar unas veces, o mantener estables, los rangos vocales a discreción, con la nitidez requerida en los cantos celebratorios. En el campo de la academia comprendió que son espacios para compartir y conocer, pero no para perdurar, de modo que ha hecho una importante alianza en esos predios con la pianista y también profesora Yamira Rodríguz, habanera ella, a quien no se le ha agradecido lo suficiente por su dedicación al rescate de la obra de los maestros italianos Pedro Biava Ramponi y de su alumno Hans Federico Neuman ambos promotores de la música culta y popular con especial ahínco.
Las puertas del escenario se han abierto, y solo esperan que pasen Uds. a disfrutar del espectáculo.
Leo Tatis:
“Hay que tocar como si mañana se acabara el mundo”
ERubén Darío Álvarez P. ajamuchachon@gmail.com
fervescente, así se le vio a Leo Tatis en la tarima del par vial de la 50, convertida en una inmensa pista gozando el Festival de Orquestas del carnaval de Barranquilla este año. Se había integrado a los Gaiteros de San Jacinto y su esfuerzo fue premiado con el Congo de Oro, máximo reconocimiento por ejecución y trayectoria a quienes participan en este certamen. Además de interpretar sus éxitos cada grupo debía ofrecer una canción de carnaval; los de San Jacinto incursionaron en unos sonidos jazzeados logrados con arreglos suyos, que convirtieron este escenario en una sucursal lejana del río Mississippi, donde
primó el sabor del carnaval.
Leo Tatis es cartagenero, y llama poderosamente la atención de los fanáticos del rock y del jazz, pues goza de una base formativa cimentada en estos dos ritmos. Desde muy pequeño escuchaba historias referentes a Pedro Serrano, su abuelo, acordeonista en las siempre ignotas tierras del sur del departamento de Bolívar. También se volvió costumbre presenciar su casa invadida de discos y melodías de jazz que su padre, el poeta Gustavo Tatis Guerra, colecciona y escucha durante los espacios que le dejan sus aficiones escriturales.
Considera que gran parte de su tarea musical ya está hecha, pues organizó el Quinteto de Leo Tatis y está lanzando sus primeras canciones con el sonido que ambiciona, piezas que pueden contemplarse con calma en videos de www.youtube. com, donde se despliega la música folclórica combinada con armonías de jazz, “pero la parte más importante de todo eso —aclara— es la improvisación, ese es mi fuerte, ya sea desde la trompeta o desde las cuerdas”.
Es así. Leonardo Tatis empezó practicando la guitarra, pero ahora posee un tiple con el que hace las veces de tresero, aspec-
Leonardo Tatis, por Alfonso Hiram Redondo.
to sobre el cual fueron testigos gigantes de la música latina como Johnny Pacheco, Mario “Papaíto” Muñoz, Larry Harlow, Héctor Casanova, El Sayayín, Pupi Legarretta, Petrona Martínez, Joe Arroyo y Rudy Calzado, a quienes ha acompañado en giras de conciertos.
La banda de Leo está grabando en escenarios de Barranquilla, Turbaco y San Jacinto, experimentando mezclas con piano, bajo, batería, trompeta, gaita y flauta, para tocar porros, cumbias y chalupas enriquecidos con los sonidos universales que el director trae en su equipaje desde que salió de Berklee College of Music.
“La mayoría de las cosas que sé de la música, están fuera de los confines de ella misma —explica—. Por eso digo que es bueno dedicarse a varias actividades, tener algo alterno que permita aplicarlo a la música. En este momento, practico el pranayama, que ayuda a controlar la respiración y la mente. Espero también poder dedicarme a la pintura, porque sé que me dará una perspectiva diferente a mi música”.
“El arte no tiene misterios para él, ni magia, ni nada secreto, — dice. Solo hay que dedicarse a en cuerpo y alma, practicándolo de día, de noche, de madrugada, a toda hora, como si mañana se fuera a acabar al mundo” —y agrega: “Algunos colegas me
piden que les tire algún secreto para ellos también aprender. Y les respondo que el único secreto es enloquecerse, ponerle pasión a lo que están haciendo”.
Tendría siete años cuando su madre le regaló un piano electrónico, muy elemental, y a pesar de no poseer todas las posibilidades sonoras, le servía para reproducir las melodías que escuchaba, sirviéndole como cimiento para ocuparse, en segunda instancia de la guitarra, instrumento con el cual formó el grupo Quark, su primera agrupación musical.
“Con esa banda practicaba las canciones de bandas rockeras apreciando en ellas esa poderosa fuerza interpretativa, Sepultura, Pantera, Guns N’ Roses, Nirvana, Metallica, atraen por esa capacidad de enloquecer a las multitudes cualidad que no se consigue con el jazz, al contrario, en sus conciertos el público se muestra sereno, relajado“, nos dice.
Al tiempo que ejecutaba las cuerdas con su banda, integraba el coro del colegio y recibía instrucciones en teoría y escritura musical con Armando Salazar, director de la tuna.
Suele asegurar que la parte empírica le ayudó a fortalecer sus conocimientos musicales, en los cuales Juancho Álvarez, director de la orquesta Barbacoa, le confío algunas claves para la crea-
ción de arreglos instrumentales y manejo de voces. En Bogotá estudió al amparo de Kike Purizaga, músico y productor peruano, que le entregó conceptos de la música que le fueron muy útiles para ingresar a un curso de verano en Berklee College of Music, en Boston. Gracias a esas enseñanzas logró ser aceptado. Tenía 16 años y bastante interés por adquirir conocimientos musicales novedosos por eso, cuando terminó el curso de verano, se quedó en la universidad por cinco años formándose en arreglos para jazz y performance musical, y le inculcaron el interés por la historia del arte y por otras áreas propicias para formar un artista integral.
Ocasionalmente viajaba a New York para escuchar sus grupos de jazz preferidos, así fue abonando el terreno para radicarse allí hasta que el sueño se cumplió: se radicó en la Gran manzana por cinco años, durante los cuales hizo parte del quinteto de latin jazz del músico y compositor cubano Joaquín Posso, residente en el distrito de Manhattan, impresionado ante su destreza en la interpretación de la trompeta. Ese periplo duró, dos años, hasta que decidió armar su propia banda. Con ella se presentaba en el Museo Metropolitano de Arte, viajaba a diferentes festivales de latin jazz y actuaba en otros escenarios de trascendencia cultural Leo Tatis tenía planes de hacer
fusiones, ideaba mezclar ritmos folclóricos de la región Caribe colombiana con sonidos universales, aprendizaje hecho en sus estudios universitarios, pero esa clave, ese feeling, ese lenguaje que manejan los músicos de la costa norte colombiana no lo encontraba en los latinos allá.
“En New York —nos dice — se puede conseguir un mote de queso, pero no es igual al de Sincelejo. Así pasa con la música: uno logra conseguir latinos que se le midan a una cumbia, a un porro o a un chandé, pero nunca lo tocarán como lo tocan acá, aunque ese músico jamás haya pisado una escuela de música”.
Como tenía algunas composiciones hechas, en cuanto retornó a Colombia se reunió con Los gaiteros de San Jacinto, para encontrar el sonido que estaba maquinando, lanzándose al ruedo con sus canciones y la sonoridad que buscaba.
“Creo que la inquietud por la búsqueda de ese sonido me persigue desde antes de irme para Berklee, cuando hacía parte del grupo de Totó la mompoxina, con quien participé en giras por Estados Unidos, Europa, África, India, Sri Lanka, Korea, que alimentaron mi curiosidad musical. Comprendí que la música también es un lenguaje, pues ninguno hablaba sus idiomas de Asia y África, pero nos entendíamos muy bien con esos instrumentistas con solo ponernos a tocar”.
En Cartagena se percató de otro aspecto importante: el músico está obligado a reinventarse, a no negarse a las oportunidades. Por eso, a estas alturas, le es dado transformarse en un trompetista o cuerdista de jazz, rock, salsa, merengue dominicano, champeta, vallenato, boleros o baladas, pero sin dejar de materializar el sonido que tiene en mente.
“En un ambiente como el nuestro —sostiene— es muy difícil solidificar una carrera musical, porque los tiempos no siempre son fructíferos. Hay unas épocas de sequía que no todos resisten. En mis inicios participé un casting para escoger instrumentistas, nos presentamos casi trescientos, de todos aquellos somos muy contados los que seguimos en esta lucha”.
Por eso, insiste, “¡hay que tocar como si mañana se acabara el mundo!”
Leonardo Tatis. Foto Leo.
Diego Morán: La salsa como inspiración
MDiego Morán por Andrès Contreras
orán es un artista referente de la salsa barranquillera, celebrado por su autenticidad y su originalidad, canta, sonea, compone
Chechi Rosado chechyrosadoco@gmail.com
y hace arreglos exitosos, recuerda como su paso más trascendental su vinculación a Juventino Ojito y su son Mocaná en 1992. Ha trabajado también con Latín Brothers. Fruko y sus tesos, Pelusa y la banda caramba, y el grupo Galé antes de irse a México para vincularse a la orquesta de Alberto Barros grabando y actuando en los “Tributo a la salsa colombiana” y donde ahora realiza una carrera con holguras y satisfacciones en el reconocimiento por su labor profesional. En Salsa Fest 2024, en Veracruz, Mx, cerró la programación artística alternando con Frankie Ruiz Jr. y Chiquito Team Band.
Nació en La Sierrita barrio popular de Barranquilla, escenario mágico y creativo donde se fi ltraba música para todos los gustos en las radiolas, sobre todo los éxitos que traía el cine mexicano. Insistía para que sus padres lo llevaran al teatro Colón y después “personificaba” con el combo de amigos al artista de moda, Pedrito Fernández. Ataviado con su indumentaria de charro animaba los cumpleaños de sus amigos en el barrio, actuaba en los eventos culturales de la escuela con sentimiento estremecedor, sintiendo que algo cambiaba en él.
En el bachillerato su maestro de música Moisés Contreras lo incentiva y le da su apoyo, y después con Cristóbal Parra participa en concursos intercolegiados, antes de ir a la Escuela de bellas artes. Conocer a Samuel Sánchez y a sus hermanos fue determinante. Ellos tenían diferentes instrumentos, incluido un piano, y habían conformado un grupo musical al que se vincula cantando música dominicana con preferencia temas de Juan Luis Guerra. Con ellos hizo su primera tarima, fue en la Lectura del bando de unos carnavales en Palmar de Varela, abriendo la fiesta y poniendo un alto toque de alegría a punta de salsa.
Por esos días conoció a Martin Madera, su vecino en el barrio Boston. Estudiaban largas horas adquiriendo gran riqueza informativa y afilando sus destrezas para la composición musical, meses decisivos en el aprendizaje, sometido a la rigidez de un compositor que siempre ha sido bien complejo, metaforizando los conceptos sin alejarse de la lírica y de los valores de la naturaleza que les servían como inspiración, concurriendo en la melodía y en los estudios de la armonía. Transcu-
rrido el tiempo Madera obtendría un Grammy por ser el compositor de “Déjame entrar”, canción interpretada por Carlos Vives, y Morán lo celebró como propio.
Fueron determinantes las influencias de Richie Ray & Bobby Cruz, de El Gran Combo de Puerto Rico, La Sonora Matancera y La Sonora Ponceña, y de Billo’s Caracas Boys; pero sus ídolos eran Joe Arroyo y Celia Cruz. Para perfeccionar esos conocimientos estudió Licenciatura Musical, iniciando un proceso para conocer su voz, profundizando e indagando en la búsqueda de un estilo propio. “Al conocer tu instrumento, que en este caso es mi voz, conoces tus fortalezas y debilidades que te dan una ventaja increíble”.
En un ensayo de la orquesta Los Tímidos solicitó una audición a su director, Alberto “Tico” Cárdenas, y fue aceptado, tenía 18 años cuando se inició profesionalmente. En esta orquesta, que se caracterizaba por su sabor de exquisita salsa con temas que hicieron historia, estuvo tres años y en ella tuvo actuaciones destacadas. Luego, en un recorrido bastante alargado, participó como voz líder en orquestas de alto nivel como Juventino Ojito y su Son Mocaná, The latin brothers, Fruko y sus tesos, Grupo Galé, Los Titanes, Chelito De Castro, y en Son de Ovejas.
Su vinculación a The latin brothers en Medellín, fue gratificante por el encuentro con otra cultura y otro público, asimilando de buena manera esa experiencia que le permitió ganar reconocimiento. Con ellos recorrió buena parte del mundo, después lo haría con el grupo de Diego Galé y repetiría con la Orquesta La Presión, salsa de ayer con el sabor de hoy, hecha por Toni Bolaños y Jean-Yves Moreno con otros salseros franceses, acompañado de Charlie Gómez tras el apoyo decisivo de Alberto Barros director de Los Titanes de la salsa. Con ellos había grabado en
Miami, “El amor todo lo perdona” del álbum Sin ataduras, siendo exitoso en México; en la siguiente producción, interpretó “Borrón y cuenta nueva”, y no desentonó.
Su swing y sabrosura, valores que agrega a su potente voz, toman relevancia a partir de 2007, cuando fue invitado a participar en “Tributo a la salsa colombiana”, también proyecto del maestro Alberto Barros, quien antes había sido arreglista del grupo Niche y de la orquesta de Joe Arroyo. Con Barros, el también director de Los Titanes de la salsa, Diego alternó en tarima con Saulo Sánchez, Gabino Pampini, Andy Caicedo, Wilson Manyoma, Moncho Santana, Charlie Cardona, cambiando su historia al interpretar temas de alto calibre como “Sobredosis”, “La rebelión” y “P´al bailador”.
Luego de una desafortunada decisión que le privó de su libertad por algunos años, en 2012 regresó para grabar La salsa de los grandes, una extraordinaria producción en la que revivieron los clásicos de Fania, el sello más emblemático de la salsa, por los mejores intérpretes procedentes de varios países. En el Vol. 1 cantó “La murga de Panamá”, “Hacha y machete”; para el vol II escogió “Aguanilé”, y en ambos casos con otros excelentes cantantes reunidos para interpretar aquellos temas clásicos que fueron reconocidos con discos de Oro y Platino.
Con La Sonora Santanera, en su 60 aniversario, recibió discos de Oro y Platino por la alta difusión en ventas, bajo el sello discográfico Sony Music de México, además, esta producción fue ganadora del Grammy Latino de 2016, en la categoría Mejor Álbum Tropical, donde interpretó el tema “El muñeco de la ciudad”.
En 2019, fue invitado especial de La Sonora Santanera en Homenaje a la Música Tropical, haciendo los temas “Leyda” del maestro Li-
zandro Meza, y “Cumbia de la media noche”, que canta con Ilse y Mimi, el muy reconocido dueto Flans. También fue invitado por la orquesta Cubans salsa, dirigida por el pianista mexicano Jesús Rosas, compuesta por músicos mexicanos, venezolanos y cubanos. Roberto Luis Moré, hijo de Benny, y Diego Morán fueron invitados especialmente para cantar, en mayo de 2020, en el álbum Añoranzas de “El bárbaro del ritmo”, cantando a dúo el bolero “Perdón”, del inmortal don Pedro Flores que, con mucho, éxito incluyó en su repertorio el gran Benny Moré.
Después de su nominación al Grammy Latino en la categoría Cumbia-vallenato en 2017, Juventino Ojito y su Son Mocaná presentaron La música del Carnaval, álbum con el que ganaron el Portafolio de Estímulos de la Alcaldía de Barranquilla en el que se destaca “Pal bailador”, interpretado por Diego haciendo parte de un staff de grandes cantantes tropicales, como Juan Piña, Checo Acosta, el dominicano José Alberto “el Canario”, José David Arcila y Charlie Gómez. Por esos días lo vimos en Polonuevo en los actos de conmemoración del musico atlanticense Julio Ojito Mendoza.
La canción “Sobredosis” tiene más de 30 millones de reproducciones en YouTube y “No le pegue a la negra” tiene otros 25 millones, “Ha sido una gran sorpresa”, asegura Diego.
Como compositor tiene más de 40 obras publicadas e interpretadas por artistas de alta talla como Maelo Ruiz, y David Pabón. Ha acompañado como corista a Eddy Santiago, Andy Montañez, Henry Fiol, Tito Nieves, actuando así mismo en grandes eventos y festivales alrededor del mundo como son el “Salsa Fest ” en Boca del Río, Veracruz, Xalapa, y en el “Colombia Vive” en Laussane, Suiza; sumando a esto ha visitado 17 países entre América y Europa.
En el 2022 canta y escribe un tema para la “Curazao Banda Show”. Además de la música que ha escrito para artistas como, Grupo Galé, Maelo Ruíz, David Pabón, Pelusa y su Banda Caramba, Checo Acosta, Orquesta “La Típica” entre otros. Hace un año lanzó bajo el sello Discos Orfeón de México Menos mal tenemos salsa, con 9 temas de su autoría. Tiene un estudio de grabación Quilla Sound Studios.
La salsa en este momento está configurada por nichos pequeños que la consumen, productos masivos como Marck Anthony o Gilberto Santarrosa son escasos. En Milán llenó una discoteca con capacidad para 1600 asistentes, así pasa en Roma, Verona, Suiza, Múnich, público latino esencialmente, a los europeos les gusta la dinámica de la música latina y de la energía que se desprende.
“La salsa no cambia en esencia, lo que si ha cambiado es la perspectiva de la rotación, la radiodifusión eso ha cambiado, nos dice, y agrega: pero la música siempre ha estado”.
En México aseguran que Diego es el estan- darte de la salsa colombiana. Él cree que solo es un buen intérprete que ha encontrado en este género el ingrediente perfecto para ser feliz .
Diego Morán, Juventino Ojito y Carlos Morán.
Rufo Garrido y su orquesta
Jorge Garzón Jorgegarzondiaz@hotmail.com
Compositor musical de gran expresividad con el saxo tenor, y eximio arreglista, Rufo Manuel Garrido Gamarra es considerado el más grande saxofonista de la primera mitad del siglo XX en Colombia.
Alumno aplicado de Aureliano Tejada Gastelbondo, saxofonista de la Jazz Band Lorduy creció
en experiencia con bandas de música callejejeras, como parte de su escuela formativa con la complicidad del clarinetista Ceferino Meléndez.
Se inició en la Orquesta de Juan Pérez, en 1925, liderando la línea de saxofones, luego participó en la creación de la Orquesta de Miguelito Herrera en 1935 estuvo con la Orquesta del Sinú donde permaneció por muchos años presentándose en el Club Sincelejo, más tarde llega a la de Domingo Zárate, en 1937.
A comienzo de los años 40 se vinculó con la orquesta El Combo de Oro y posteriormente hizo parte de La Sonora Cordobesa dirigida por Simón Mendoza y la Sonora Curro. Se desempeñó por 5 años como inspector alcalde de Caño de Loro, actividad que desempeñaba conjuntamente con su actividad musical.
Había nacido el 14 de noviembre de 1896 en el barrio El Espinal
de Cartagena, fue su padre el español Víctor Manuel Garrido importante comerciante de la época, quien observó en su hijo sus condiciones musicales desde muy pequeño. Iniciados los años 50 se integró a la orquesta de Pedro Laza, pero es en 1959 cuando conforma su propia orquesta y graba para el sello Tropical sus primeros éxitos “La Mula” y “El Chinche”. Se inician sus actuaciones en el Club Cartagena, el Club El Cabrero, en el Club Unión del barrio Castillo Grande, en el Club La Popa y en los salones del Hotel Caribe, por esa época se inician sus presentaciones en el Carnaval de Barranquilla donde fue la orquesta de planta del salón El Kioskito de propiedad de Víctor Reyes en la carrera 21 con calle 68. Sus actuaciones congregaban multitudes.
Las primeras composiciones de Rufo pasaron un largo tiempo sin llegar al disco, una de ellas, “El Cebú”, en ritmo de fandango, compuesta en 1941, es uno de sus
temas más aceptados. Abraham Garrido, su hijo, me dijo que esta composición tiene estrictamente la influencia del jazz, y esos solos instrumentales se hacen notar en otras de sus porros como “La Ñeca”, “El Cariseco”, “El Mochilero”, montados en el formato de jazz que su padre aprovechó del seguimiento de las grabaciones que desde los años 40 escuchaba de Tommy Dorsey, de Glenn Miller, Artie Shaw y Chuck Webb.
La primera orquesta conformada por Rufo Garrido estuvo integrada así: saxofón, Rufo Garrido; piano, Ladislao “Lalo” Orozco; trompetas, Edrulfo Polo, Manuel García, Manuel Villanueva, Carlos Pacheco “Pachequito”; saxo alto, Nicolás de Avila; saxo clarinete, Clímaco Sarmiento; bajo, Ceferino Meléndez; bombardino, Rosendo Martínez; trombón, Julio Rodríguez; percusión, Clodomiro Montes; su cantante de planta Tony Zúñiga, y otros cantantes que actuaron como invitados en muchas de
Fiestas del 11 de noviembre en Cartagena, por David Lacera.
sus grabaciones como el caso de Isidro “Pibe” Velazco, Gustavo Rada, Crescencio Camacho, Félix “Chamaco” Matos, Eliseo Herrera y Félix Taborda.
Recordaba Abraham las giras de la orquesta en Medellín, Barranquilla, Montería, Sincelejo, Santa Marta y Bogotá, donde alternó en muchas oportunidades con la orquesta de Bermúdez. Abraham Garrido empezó a actuar en la orquesta de su padre en 1973 en la percusión menor, e interpretando el saxofón desde 1975.
Interpretó con su orquesta ritmos como el porro, el fandango, el mapalé, la gaita, el paseaito, la guaracha, la cumbia, el merecumbé, la chunga y la parranda.
Con su orquesta y de acuerdo a mi archivo discográfico dejó grabados en especial para el sello Curro y en menor número para el sello Tropical grandes éxitos entre ellos: “La mula”, “Porrazo pelayero”, “Cuando te vayas”, “Té con té”, “La cumbiamba”, “Oiga le voy a explicar”, “Brisas de diciembre”, “Catana”, “El buscapié”, “El queso”, “Con la lengua afuera”, “Te estás jorobando”, “Como quieras”, “Palenquerita”,” La Pollera Cortica”, “ El mundo se va a Acabar”, “Zipote fandango”, “El jolón”, “La cebúa”, “Falta la plata”, “Que toque Rufo”, “La carestía”, “Mi tití colorado”, “La negra caliente”, “Te casas con ella”, “Bocachica”, “Pon tu mano en mi corazón”, “Brincando el carro”, “Tranquilino”, “Yo no quiero perra”, “Negra hermosa”, “Camarón”, “Mi compae”, “La fritanguera”, “Cumbia en la luna”, “Tomando ron”, “Cuando te vayas”, “Timba y tambó”, “Treinta y uno de diciembre”, “Compadrito”, “La Chambelona”, “Linda trigueñita”, “Avivata”, “Matimbá”, “A la
cumbia”, “Tu cumpleaños”, “La pollera ripiá”, “No tengo la culpa”, “El gallinazo”, “Muévanlo”,” No fumo”, “San Juan”, “El compae Clímaco Sarmiento”, “Ángeles somos”, “Ten con ten”, “La vaca vieja”, “Entre chanza y chanza”, “La bagazo”, “Los mandamientos del pobre”, “Compae Pibe”, “El enguayabao”, “Calavera”, “Acércate”, “Me gusta tu andar”, “No quiero zorra”, “Mona Palenque”, “Así es Tolú”, “Vuélvelo a poné”, “Palo de agua”, “El Platanal”, “Barrejojo”, “No hay derecho”, “La estera”, “Llora Negro”, “El Chinche”, “Pachito te coje el toro”, “El Topo Toropo”, “Bailando el palo”, “La Cumbianba”, “Las brujas son”, “Mujé,
ron y pasté”, “La Pavita”.
Vale anotar que el noventa por ciento de estos temas interpretados por la orquesta de Rufo Garrido son de su autoría e inspiración, “Compadrito” es de Curro Fuentes; “Timba y tambó” de Tony Zúñiga; “Linda trigueñita” de Crescencio Camacho; “La vaca vieja” de Clímaco Sarmiento”; “Te con té” de Dionisio Páez; “Catana” de Sabas Pacheco; “El topo Toropo” de Eliseo Herrera; “Matimbá” de Andrés Morales y de Edrulfo Polo su insigne trompetista “El Chinche” y “La Chambelona”.
Mantuvo una gran amistad con
los otros tres grandes directores de orquesta de Cartagena de aquella época José Pianeta Pitalúa director de la Orquesta A No. 1, Dámaso Tobinson director de la Orquesta Melodía y Pedro Laza de la orquesta de Pedro Laza y sus pelayeros.
Jorge García Usta, cronista de Ciénaga de Oro, en su libro de crónicas “Diez juglares en su patio” hace esta magnífica presentación: “Músico de renombre con un haber de decenas de magníficas composiciones oídas y bailadas en todas partes del país “El cariseco” que terminaría de abrir las puertas de Bogotá a la música costeña en 1957, “El Cebú”, su obra maestra a los 45 años, cuyas notas fueron escritas en medio del calor abrasante de Montería, “La Palenquerita” para cuya grabación utilizó una cantante palenquera que desapareció del mundo de la música, y “El buscapié”, en cuyo fondo se oyó una palmada exacta dada por un Rufo guapachoso y asediado. Fue el primero en ser contratado a domicilio, a cualquier hora del día o de la noche, cuando, atraídos por su fama, eran vistos automóviles de lujo estacionados frente a su casa en Escallón Villa”.
No quiero pasar por alto manifestar que Abraham Garrido ha heredado las condiciones musicales de su padre y ha conformado la nueva orquesta Rufo Garrido Junior, la cual ha tenido ya varias presentaciones entre ellas en Barranquilla, en especial en La Cueva y tiene ya anunciadas sus actuaciones en la Feria de las Flores de Medellín y seguramente en otras capitales que harán el deleite de todos nuestros lectores cuando asistan a escucharlo e igualmente pueden entrar a las plataformas musicales donde ya se encuentran estas melodías
Sintoniza con “La Hora Musical de La Lira”, alianza con Música Maestro Radio (musicamaestroradio.com).
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Rufo Garrido, por David Lacera.
Cómo escribí mis cuentos musicales
Pablo Montoya, por Roberto Rodríguez.
Nunca he escrito un cuento que no dependa de un eje sobre el cual deba girar un grupo de cuentos. Quiero decir que, para mí, la escritura de un cuento está sujeta irremediablemente a la elaboración de un libro de cuentos. Julio César Londoño, uno de los buenos cuentistas colombianos de estos últimos años, rechaza esta metodología. Él aboga por el carácter misceláneo de los libros de cuentos. Le parece inapropiado someter la libre lúdica de los relatos a una circunstancia que puede imponerse como traba en el proceso de la creación. Aunque sé que los procesos de escritura literaria son regidos por circunstancias a veces aleatorias y subjetivas, yo pienso absolutamente lo contrario. Es el arduo some-
timiento a unas coordenadas, tramadas unas por el imaginario del escritor y otras por la tradición cuentística, lo que me parece fundamental cuando se escriben libros de cuentos. No es difícil constatar que los grandes libros de cuento, es decir los más inolvidables, son aquellos que se justifican en la persecución y adquisición de ese eje que sostiene lo que de otro modo serían planetas de palabras extraviados en un espacio brumoso.
En La sinfónica, uno de mis libros de cuento, la unidad, ese eje temático, esa indagación por la estructura del texto literario, están moldeados por la música. Es ella, en estos diez cuentos, la esencia que configura a sus personajes que a veces son compositores, o
Pablo Montoya pablojmontoya@yahoo.com
Docente U. de Antioquia, Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua. Premio Rómulo Gallegos 2016.
estudiantes de música, o constructores de instrumentos musicales, o críticos, o intérpretes. Los tiempos y los espacios, así como las intrigas, los nudos, los desenlaces de estas historias, dependen de lo que en determinado caso la música propone. Decir esto acaso resulte fácil ahora. Pero llevarlo a cabo en la escritura me significó un difícil proceso vital e intelectual. Creo, en realidad, cuando repaso el itinerario de mi vocación de escritor, que decidí ser músico porque pensé que ese era el camino más eficaz que me habría de conducir a los múltiples centros de la literatura.
No sólo fui músico, viví de la música, hice música cuando escribí este libro, sino que también me propuse continuar del mejor modo una tradición literaria. Quizás esto suene a coyunturas programáticas, un poco sospechosas a la hora de querer describir los procesos artísticos cuando éstos muchas veces son entendidos como el ejercicio de la total libertad. La escritura literaria, en realidad, se funda sobre unos órdenes mentales que tienen que ver muy poco con la improvisación, la espontaneidad y el caos que usualmente cubren a esa musa advenediza que llamamos inspiración. Escribir un libro de cuentos es lanzarse a la aventura sin duda alguna. Y la aventura aquí puede ser sinónimo de vértigo, de múltiples vacuidades, de desgarramientos y fisuras. Pero escribir cuentos es sobre todo conservar la férrea voluntad de trazar signos que nos van a ayudar a dirigir las velas de nuestra embarcación inspirada. Ambas circunstancias, la de ser un músico y por lo tanto conocer los vericuetos de ese oficio, como la de querer vincularme a una tradición literaria, quizás es lo que otorga un cierto equilibrio a La sinfónica. Sé, sin embargo, que en la medida en que es un libro de juventud, su resultado tiene que ver con el arduo avance que significa todo aprendizaje. Y ese aprendizaje, que vive todo escritor en su oficio, tiene que ver con las influencias. La primera de ellas es viene de Alejo Carpentier. Es difícil, por lo demás, no remitirse a Alejo
Carpentier cuando en nuestras coordenadas culturales se trata de escribir literatura musical. El escritor cubano es quien inauguró, si se permite este término, una narrativa cuyo referente fundamental es la música. Novelas como Los pasos perdidos los cuentos que integran po, aparecen en la década del 50 del siglo XX, para confirmar este papel precursor.
y el acoso, y Guerra del tiemno
Ahora bien, es necesario señalar que las temáticas de los cuentos Guerra del tiempo son en esencia musicales. Es decir, no hay en estos cuentos asuntos musicales propiamente dichos. Pero su estructura temporal sí está basada en la música. Por ello la alusión a batallar con el tiempo que propone el título del libro, se comprende como un batallar con el tiempo lineal de las narraciones literarias usando como armas los tiempos lúdicos de la música. Las formas temporales del contrapunto cangrejo y del canon, por ejemplo, son las que moldean la escritura de cuentos como “Viaje a la semilla” y “El camino de Santiago”, acaso dos de los cuentos más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX. Pero no hay que desdeñar otra de las influencias de los cuentos de refiero a la de Julio Cortázar, especialmente a uno de sus cuentos musicales más importantes “Las ménades”.
La sinfónica. Me
El caso de Cortázar, en el panorama del cuento musical latinoamericano, es llamativo. En primer lugar, porque el escritor argentino nombra como ningún otro las características del músico descarriado. Un músico que es ángel y demonio o, para ir más atrás en las referencias culturales, dionisiaco y apolíneo. “El perseguidor”, la historia recreada literariamente del saxofonista tenor Charlie Parker, muestra esta singular faceta autodestructiva pero también creativa que habita la sensibilidad del músico. Por supuesto, que indagar en un músico de jazz después de haber leído el cuento de Cortázar es tal vez innecesario. Y yo me di cuenta de inmediato que Cortázar en el territorio del jazz literario había llegado hasta al límite. Pero en su cuento “Las ménades” se aborda un asunto verdaderamente siniestro y encantador de la música que resulta inagotable.
sinfonía de Beethoven, obra recién descubierta por los musicólogos beethovenianos.
determinada. Carpentier me habló de los anacronismos y los mestizajes musicales en Concierto barroco que Latinoamérica produce tanto. Felisberto Hernández me reveló, en su cuento “Por los tiempos de Clemente Colling”, sobre el delirio y la locura y la luminosa marginalidad que rodea siempre lo que es musical por excelencia. Y un autor como Daniel Moyano en El trino del diablo, como también Carpentier en Los pasos perdidos, me explicó las inquietantes asociaciones entre la política, la revolución y la música.
En La sinfónica se presenta entonces, desde esta perspectiva, un rasgo que caracteriza a mi escritura: la intertextualidad. Como decía Borges, en el prólogo de Historia universal de la infamia, leer no solamente es un acto anterior, sino posterior al escribir. Leer es esa actividad que se torna menesterosa cuando se decide ser escritor. Lo que escribimos inevitablemente remite a otros que ya escribieron más o menos sobre lo mismo. Somos, en los terrenos del arte, ineludible palimpsesto.
Este cuento da en el blanco cuando previene, y todo en medio del típico humor cortazariano, de lo voraz y sangriento, de lo alienante y entorpecedor que posee la esencia de la música. El título del cuento, como bien se sabe, relaciona los efectos de la música en los oyentes de un concierto sinfónico con la violencia ritual del mito griego. Este matiz propio de la música me pareció atractivo y lo introduje a mi modo en algunos de mis cuentos de La sinfónica. En el cuento que titula el libro, el colectivo de músicos de una banda sinfónica de vientos llega al máximo frenesí durante uno de sus ensayos. Y en otro de los textos, una orquesta se enloquece de alegría y de deseo cuando interpretan un supuesto movimiento fi nal de la décima
Pero para completar el mapa de esas influencias, que se refleja en mis cuentos musicales, es necesario remitirse también a varios autores europeos. Y es aquí cuando creo pertinente explayarme un poco en el asunto de la tradición músico-literaria que he esbozado arriba. La sinfónica pertenece a una tendencia que inicia Hoff mann con sus cuentos fantásticos en la Alemania romántica; que continúan Balzac, Bécquer, Villiers de L’IsleAdam y Tolstoi a lo largo del siglo XIX; que en la primera mitad del XX retoman Romain Rolland y Thomas Mann; y que más tarde, en América latina, recogen además de Carpentier y Cortázar, Felisberto Hernández y Daniel Moyano entre otros.
Mientras escribía la Sinfónica leí con toda la atención que me permitían mis veinte años a todos estos autores. Hoff mann me mostró cómo los músicos persiguen desesperadamente sin jamás alcanzarlo ese absoluto con que gusta trajearse los misterios del arte. Balzac me enseñó las extravagancias de Gambara y me dijo, tan claramente como Thomas Mann lo hace en el Doctor Faustus y Romain Rolland en Juan Cristóbal, cómo un músico puede ser el mejor paradigma para defi nir la decadencia de una sociedad y de una época
Esta circunstancia es la que nos hace pertenecer a una tradición, es decir a una manera de entender y de hacer literatura. Y esta situación es la que me lleva, antes de ponerme a escribir un libro, a leer lo mayor posible sobre el tema que he decidido trabajar. Porque mientas más afi ncado me sienta en la tradición, así ésta a veces se vislumbre con turbiedad en mis libros, mientras más rodeado esté de ancestros en la dirección que otorgo a mi escritura, respiro con mayor libertad.
El plan de escribir un libro de cuentos musicales obedecía a también a una preocupación vital. Mi existencia de músico literalmente me desbordaba. Me sentía abrumado por los hombres y sus circunstancias musicales que a cada instante clamaban su espacio en lo que yo trataba de escribir entonces. Si ha habido jornadas pródigas en asuntos literarios en mi vida, ellas están comprendidas en esos años en que pasé estudiando y tocando música en Tunja y sus alrededores. Todo lo que yo supe en esa ciudad fría y colonial, y lo que habría de saber después en mi larga permanencia en París, está imbuido de música. Pero a la sazón yo era demasiado joven, era torpe en la escritura, aún lo sigo siendo, desconocía algunos secretos primordiales en la factura de un cuento y, como lo dije antes, sufría una suerte de intoxicación musical que no era capaz de asimilar adecuadamente. En estas condiciones pues, en medio de tantas lecturas y una especie de hartazgo musical, escribí La sinfónicas.
Julio Cortázar, por Roberto Rodríguez.
Visión directa de la cumbia Jorge Artel
*Civilización: # 269, agosto de 1.937
Se conmemoran 30 años del fallecimiento de Jorge Artel, el poeta de las negritudes, difusor de nuestra música folclórica, autor de los poemas “Bullerengue”, “Ahora hablemos de gaitas”, “La cumbia”, “Danza mulata”, que ilustraron sobre la existencia de ritmos diferentes a lo que entonces llamaban música colombiana.
En las noches de cumbia las voces resumen el vértigo que pone aliento humano en la sinfonía del litoral. Trota en las canciones, estremecidas de trópico, la vehemencia mulata, en tanto que un galopante olor de hembras en sazón se amalgama con la brea y el yodo que en hálitos densos se desprenden del puerto para acribillar el aire de la plaza, donde una humanidad frenética despeina los instantes de su pagana alegría.
Se ha iluminado la fogata de las espermas. Bajo la astronomía de un cielo limpio que dilata el perfume azul de su silencio, comienzan a arder los cuerpos en la hoguera de la cumbia. El aire embalsamado de gaitas estiliza
en cadencias la vitalidad frondosa. La vida se contorsiona en las piruetas de la danza sensual y giran los corazones urgidos por la música lenta que engarzan dedos ágiles sobre el oscuro dumdum de los tambores.
Dicen las notas angustias antiguas, donde se mecen los ecos nostálgicos de los abuelos en cautiverio, el recuerdo fustigaba sus espíritus encadenados de violencia cuando les atormentaba, en horas turbias, rotas de gritos hondos, el crótalo lejano de sus canciones perdidas, bordadas bajo la fiesta de las palmeras.
Dicen los ecos la grandeza lejana de los ancestros, hablan los tambores el orgullo indígena que quebranta el exilio sobre las playas remotas. Tiembla en la respiración sonora de las gaitas la lágrima que nos legara la raza a través de los siglos maduros de dolor y de africana fiereza.
Y el son cadencioso en que parece que fueran a desbaratarse las maracas ebrias, el ritmo, el ritmo obligado de los pechos redondos apresura la ondulación incitante de las caderas empapadas de noches bajo el goce lujuriante de la danza.
La estampa de los tamborileros, dioses insomnes, casi estáticos de quienes diríase que la emoción y la sangre ha huido de sus manos, adquiere el prestigio litúrgico de los oficiantes de una misa negra, bajo el fulgor de las espermas enhiestas, amarradas con pañuelos que son otros gritos sobre las cabezas y los cuerpos bamboleantes como mástiles borrachos.
Los gaiteros vierten todo el aire silbante de sus pechos en las gaitas vibrátiles, temblorosas entre sus manos como mujeres tocadas de voluptuoso abandono, Palpita en ellas toda la nostalgia de la raza, como en un corazón vegetal.
Alzan las mujeres sus manos ágiles queriendo aprisionar el aire loco, y el incendio que azota su sangre convierte en sinuoso gesto sus cuerpos, claves indescifrables del destino ignoto de la ola.
Mientras ascienden las horas altas de la noche, la cumbia ha llegado a una expresión de lentitud que hace más tentadoras las hembras, en cuyas bocas de fruta abierta todos los ritmos se encontraron en una encrucijada de la sonrisa. El vaivén de sus cuerpos tiene un
sabor de bacanal que acentúa el hambre sensual de los marinos, animados de ron madrugada.
Un aire liviano anticipo del día –juega con los cabellos y las palabras. Cadencias cansadas y canciones de ritmo terco y ululante ensayan la prolongación imposible de la fiesta, que se está marchitando con la hoja anónima del calendario.
Los trajes de las mujeres son un berrido de colores salpicados por el mármol de las espermas llorosas que, desde la mano, aprisiona el extenso paquete de velas hasta la orilla de los faldones.
La noche, que vertebraron emociones recónditas y colmó de armonías el alma de los hombres, permuta su locura ardorosa por el silencio preliminar de la fatiga.
La mañana asoma tras la oscura línea de la playa, desdibujada aún en sugerentes creyones azules. Y van cediendo las voces y se duermen los tambores, como en las tierras bravías del ancestro, cuando casaba la luz de las hogueras con las notas de la última canción .
Cumbia en Getsemaní, por Roberto Rodríguez.
Jorge Artel Por Jorge Franklin.
Recordando los éxitos de Pacho Galán
-Jorge Pérez en Barranquilla-
Gustavo E. Agudelo V. guseav@gmail.com
Aritmo de merecumbés, fusión de merengue dominicano con nuestra cumbia incorporado por Pacho Galán a su repertorio, se recibió al maestro Jorge Pérez Camacho, baterista de grata presencia en la admiración de los melómanos en este país.
Con sus hermanos Alí y Joaco, empezaron en el grupo “Jóvenes del Trópico”, y después en 1962, organizaron “El combo Barranquilla”. En “La gardenia azul”, grill del barrio La Ceiba donde actuaban, el maestro Pacho Galán les propuso fusionarse con su orquesta para armar una más
sólida en sus toques y en su expresión musical. Desde entonces, y por casi 50 años, siguen siendo actuando en los salones de baile, generando alegría y entusiasmo en su máxima potencia.
Ahora conducida por sus sobrinos, la orquesta está en la escala valorativa de los grandes exponentes de nuestra música tropical, engrandeciendo el repertorio de la música nacional.
Emocionado recuerda la presencia de Los Blanco en su casa, que se convirtió en canción, y entona con alegría aquel tema: “… estando yo en Barranquilla Alí Pérez me invitó, a comerme un bocachico, que su mamá preparó”.
Fueron muchos los reconocimientos y las atenciones que recibió Jorge Pérez en esta visita en la que se sumaron los abrazos de Gisella Fontalvo, Alci Acosta, Aníbal Velásquez, Joche Olivares, Juventino Ojito, Marvin Roncalli, Fernando Reyna, Richie Plá, Edgar De Oliveira, Eliseo García, y sus sobrinos Pocho, Roger y Ricardo Pérez, de la nueva orquesta de Pacho Galán.
Blasco Ibáñez interpreta a Lino Ibáñez
Como se habrá notado, en septiembre, el amor y la amistad se vuelven recurrentes invitando a celebrar todos los días. Así debiera ser el resto del año, porque la vida en nuestros corazones es eso solamente, una eterna fiesta del amor.
Esta fecha ha sido la escogida para presentar una de las obras musicales más comentadas del maestro Lino Ibáñez que, con arreglos de Junior Ruiz, son ahora interpretadas por un talentoso intérprete, el mejor para esta misión, Blasco Ibáñez, su hijo, encargado de este homenaje filial. El trabajo está compuesto por nueve temas, románticos en todas sus expresiones, de modo que esta variada obra musical evoca a Miltiño, Consuelito Vásquez, Roberto Ledesma, María Grever, Pedro Flores, Rafael Hernández, consumado grupo de compositores que elevaron a la
categoría universal el sentimiento poético hecho en canciones.
En el marco de las escenas de la vida real, se sabe que el compositor fue entregando a su hijo grabaciones de sus más representativas canciones, con diferentes argumentos, pero guardando un mismo estilo, para que fueran cantadas por él, solamente por él, y de algunas hizo una lista, de su puño y letra.
Estos boleros están bien logrados, son expresiones líricas reflejadas en la sensibilidad de un observador sentimental, que tuvo acceso a la respuesta intuitiva y a los sentimientos relacionados con el encuentro de un amor y de la contundencia que se refleja en la pérdida de otro. Interpretarlos corre de cuanta de un gran artista, y en este caso, Blasco, su hijo, ha cumplido de la mejor manera con su compromiso.
Gisellla Fontalvo y Jorge Pérez.
Bésame mucho CD.
Por: Gustavo E. Agudelo
Las triquiñuelas de Zuleta, nuevo libro de Julio Oñate
Por: Álvaro Suescún T.
Es una biografía en relatos a saltos, elaborada a punta de recuerdos anecdóticos en el envoltorio de ese gran ingenio para la trampa que de Poncho Zuleta sus amigos conocen, y que van de la mano con su vocación campesina.
El maestro Julio Oñate pone la lupa en sus rasgos habituales. Lo ha encontrado feliz ordeñando una vaca o beneficiando café como cuando se hace dueño de las tarimas y de su público. Eleva el placer de la tradición sintiendo la brisa nostálgica del trapiche, la caña y el guarapo efervescente en donde han debido hervir sus primeras triquiñuelas, siempre
aceptadas por sus amigos, algunas de ellas preparadas en el licor artesanal de su ingenuidad, de manera que, en vez de minar su reputación, le han dado fama a costa de esos deslices que le son perdonados sin indulgencias.
Considerado como la voz más recia en el folclore vallenato, Poncho Zuleta ha hecho el mismo camino de esguinces que se atribuye a Escalona y a Poncho Cotes, vida de parrandas, de mujeres, y de lunares que son labrados en la fama por sus amigos. La presentación en Barranquilla fue en la Fundación Gases del Caribe, en animado conversatorio que juntó inspiración y auto -
ría de una larga trayectoria que supera los 50 años de vida musical. En adelante los asistentes testimoniaron una confrontación de ideas y de anécdotas entre dos colosos de una identidad cultural, plasmada en sus trayectorias blindadas que hay que destacar, cómo no, para ejemplo de las nuevas generaciones.
En el prólogo, Eugenio Diaz, destaca el gran privilegio que
ha tenido al compartir con ellos parrandas y conversaciones “en ratos inolvidables imposibles de repetir”, antes de dar paso al escudriñamiento de los 79 acápites, en que está compuesta esta obra, rica en anécdotas descriptivas de un esbozo biográfico repleto de jocosas consideraciones, muchas de ellas “trampas consentidas o garabateos amistosos”, herramientas verbales que celebramos a carcajadas sus agradecidos lectores.
III Festival de La cofradía del bolero
El 15 de septiembre estará en tarima la cantante cubana Yaima Sáez y Boleoro, grupo musical de gran prestigio, en la final del concurso “Alonso Moreno Izquierdo”, de intérpretes del bolero, en Cerrito, Valle. Como jurados estarán los médicos especializados en esta música, doctores Antonio José Manrique, Antonio Joaquín García y Patricia Robellón, coleccionistas y organizadores de eventos similares; con ellos la cantante Amparito y Carlos Córdoba, bajo la coordinación admi- nistrativa y la dirección del Dr. Rodrigo Cifuentes.
Antonio José Manrique museodeldiscoylamusica@gmail.com
Este festival, que tiene una compleja escala de características en El Cerrito, tuvo su inspirado comienzo en la Hacienda El Paraíso, casa museo, mejor conocida por ser el escenario de “María”, de Jorge Isaacs, la novela cumbre del romanticismo en Latinoamérica. En ella se narra una historia de amor en medio del exuberante paisaje del Valle del Cauca que motivaron a los miembros de «Cofradía del Bolero, Emiro Cifuentes Borrero», para idear este evento que ha alcanzado alto prestigio.
Es una merecida relación con el bolero que inició en 1975, cuando Jaime Cifuentes convocó a un
grupo de sus amigos que tenían iguales razones para conmemorar los 25 años del lanzamiento de Flor sin retoño, inolvidable bolero que se conoció en la interpretación de don Pedro Infante, consiguiendo el reconocimiento inmediato y unánime de los amantes del bolero.
A Arturo Viveros se le ocurrió celebrar los 50 años de Flor sin retoño en su finca, y de este encuentro nació “La cofradía del bolero”, honrando la memoria de Emiro Cifuentes Borrero, quien había sido uno de sus más entusiastas, y designaron como su primer presidente a Hernán Victoria. Recordemos a sus miembros iniciales: Weimar Lozano, Oscar Libreros, María Teresa
Guzmán, Laureano, Emiro y Jaime Cifuentes, Marcos Martínez, Oscar Mazuera, Raúl Tenorio, Luis Alfonso Ocampo, Luis Morales y Colombia Hincapié.
“Bolero al parque” fue su primera convocatoria y ya tienen diez versiones con invitados de la talla de Amparito Escobar, Waimar Julio Petro (especialista en Daniel Santos), y de Jorge Velásquez (en Felipe Pirela), y de coleccionistas de vinilos en las ciudades cercanas.
“La ciudad cariño”, que es Cerrito, tiene sus puertas abiertas para recibir a los visitantes que cada vez llegan en mayor número para disfrutar de la buena música y de las atenciones de sus habitantes.
Ramon Dávila, Julio Oñate, Sergio Moya y Poncho Zuleta.
Yaíma Saez, foto Museo Planeta Salsa. Cali
Jurado del Festival, Antonio García, Amparo Escobar, Antonio José Manrique, Patricia Rebellón y Carlos Córdoba.
Volvió Juanita: entre el jazz y el dominicanocancionero
Mucho y muy bien se ha documentado la historia que vincula a Esthercita Forero con la cultura dominicana, desde aquella visita a Quisqueya en 1950, hasta la proyección de una muestra de su obra, gracias a las grabaciones de Milly y Los Vecinos durante los 80. Todo ello parte de esos lazos históricos a través de la música, que han construido un camino acompasado de ida y vuelta, saliendo a flote diferencias y similitudes.
Alexis Méndez programamusicamaestro@yahoo.es
Como escribió Heriberto Fiorillo, “la inspiró el dolor de otros”, para referirse al bolero Santo Domingo, la primera composición de Esthercita Forero, dedicada a República Dominicana como respuesta a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Fue una conexión que tuvo resonancia en Navidad, época que los dominicanos consideramos la más alegre, con una saga en la que se destacan La guacherna, La parranda y Tambores de carnaval, todas de “La novia de Barranquilla”, acomodadas al merengue gracias a ese pulso común que los colombianos de la costa Caribe tienen con los antillanos. A las mencionadas se suma Volvió Juanita, también de Esthercita, en la voz de Milly considerada una pieza del cancionero dominicano por aquello del regreso constante en diciembre. Juanita es cualquier criollo que retorna a celebrar con los suyos y, entre la alegría por su presencia, lo material aplaca el desasosiego.
Del merengue a la fusión
“¡Otra vez Esthercita Forero!”, esa frase expresada por Milly tiene justificación; porque cuando pensábamos que todo sobre el referido arraigo estaba dicho, sale una nueva versión de Volvió Juanita, de Retro Jazz, resultante de una fusión que involucra jazz, funk y una fuerte carga de elementos latinos.
Esta agrupación dominicana es dirigida por Pengbian Sang, bajista, instructor de Arreglo y Teoría Musical en la Escuela Internacional de Música de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. En este trabajo vocaliza Nairoby Duarte, cantante titular, con Milly Quezada, como para no desligarse de la simbología latente. La propuesta refleja otra perspectiva del Caribe que somos, abierto a otras tendencias sonoras, puesta de manifiesto en un bajo que se mantiene “funkiao”, una base rítmica firme y una percusión que oscila entre diferentes patrones caribes. El teclado flanquea la base. También lo hace la guitarra
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Nairoby Duarte, foto Daniel Carrasco.
que, además, resalta en un solo. La alegría que sella la dominicanidad se mantiene viva en una sección de metales que refieren algarabía y transita por el discurso funk Jazzaeando el cancionero dominicano Desde el 2013, Retro Jazz viene presentando sus álbumes “Jazzeando el cancionero dominicano”, con temas de autores nacidos en la tierra del merengue y la bachata. El criterio ha sido amplio: no importa el género musical, la época a la que pertenece la composición ni si ha sido interpretada por artistas dominicanos o foráneos. Tampoco puede llamarse una antología, más bien es una selección llevada con libertad al universo de un jazz que se fusiona con otras expresiones, dando un resultado potable para eruditos melómanos como para neófitos. Temas como La ventanita, éxito de Sergio Vargas escrito por Mickey Taveras, o el clásico salsero Ven, devórame otra vez que interpretó Lalo Rodríguez, de Palmer Hernández, están presentes con otro ropaje en el primer compilado, interpretados magistralmente por Laura Rivera, cantante fundadora. De la misma manera se presentan versiones instrumentales de Papá Bocó de Manuel Sán-
En 2014 publicaron el volumen II, con la voz de Nairoby Duarte, cuya fuerza interpretativa imprime un sello particular. Entre las versiones planteadas están Vieja mesa, de Víctor Víctor, ya conocida en la voz de Marc Anthony, un blus muy íntimo donde resaltan el piano acústico y el saxofón respondiendo a la cantante. Resalta la incursión de tres composiciones que, originalmente son merengues tradicionales: El negro feliz, composición de José Lázaro Sosa, cantada por Álvaro Dinzey, tecladista de la banda, en una versión que se puedo considerar un pop jazz; Siña Juanica, de Félix López, un canto libre que Nayrobi Duarte magnifica con sus dotes interpretativas; y El sancocho prieto de Luis Alberti, llevado a pop jazz instrumental.
2018 es el año del volumen III. Entre los temas abordados está Espera quisqueyana, de Billo Frómeta, grabación que había hecho años atrás Pío Leyva. También destaca una versión de Mesita de noche, el buque insignia de
Víctor y el merengue
Arias, de Julio Alberto Hernández, así como Dónde e´que é ”, composición de Fernando Echavarría y Atada a tu volcán, balada compuesta por Frank Ceara, grabada por la puertorriqueña Ednita Nazario.
Los primeros días de septiembre vieron nacer el volumen IV de este proyecto que trae el acostumbrado compilado de composiciones de autores dominicanos, regalando dos novedades: Retro Jazz incluye temas inéditos por primera vez y son tres: Anacaona, escrito por Edgar Molina, percusionista de la agrupación, en el que rinde tributo a la legendaria cacica taína; Te digo adiós, balada de Nairoby Duarte, con fuerte matices de soul, y Katia con K, balada instrumental compuesta por Pengbian Sang que muestra en su estructura elementos tradicionales del jazz, con espacios que dan paso a la improvisación.
La otra novedad es Volvió Juanita, donde por primera vez se incluye un tema cuyo compositor no es dominicano. Sin embargo, en la convicción de cada uno de los integrantes de Retro Jazz, vive la certeza de que la creación de Esthercita Forero es tan criolla como las 44 grabaciones restantes, repartidas en 4 producciones musicales.
La banda Retro Jazz tuvo su sesión inaugural en 2011, integrada por Laura Rivera en la parte vocal, Remy Taveras, en la batería, Federico Méndez, en la guitarra, Edgar Molina, en la percusión, Álvaro Dinzey, en los teclados y Jesús Gury Abreu, en los saxos, el grupo se mantiene con casi todos sus integrantes llevando su música experimental y de buen recibo por todo el país.
Discografía de Retro Jazz Escanea el código QR y disfruta la discografía de Retro Jazz, disponible en Spotify
chez Acosta y Ojalá que llueva café, de Juan Luis Guerra.
Víctor
Desiderio
Edgar Molina, percusión, foto Daniel Carrasco.
Pengbian Sang director de Retro Jazz. Foto Daniel Carrasco.
Portada del álbum Jazzeando el Cancionero Dominicano Vol 4.
Gilberto Santa Rosa en Costa Brava
Xavi C. Ribot xcribot@gmail.com
Sant Feliu de Guíxols / Cataluña Enviado especial. La Lira
El caballero de la salsa hizo las delicias de los salseros españoles y de los latinoamericanos venidos de diferentes partes de Costa Brava, poniéndonos a levitar por encima del mar calmo del Mediterráneo, en el puerto de Sant Feliu de Guíxols, en una noche febril estrellada de luna luminosa.
La marinada acariciaba sus cuerpos inflamados que revoloteaban sin cesar en pos del éxtasis salsero en un improvisado escenario caribe. Gilberto Santa Rosa y su orquesta lle-
varon en volandas a los salseros que se reunieron en el Festival de la Porta Ferrada, decano del verano catalán, para bailar al ritmo de la salsa y el bolero.
Santa Rosa empezó el concierto con sus exitosas composiciones al ritmo de La agarro bajando, Que alguien me diga, Vivir sin ella y Perdóname. Y siguió con un repaso a su trayectoria musical con otros de sus grandes éxitos como Vivir sin ella y Conciencia, de su compositor preferido, el panameño Omar Alfanno, Déjate querer, del puertorriqueño Pedro Arroyo, Derroche, del dominicano Manuel Jiménez o Que le den candela, escrita por el compositor cubano Jorge Luis Piloto. El sonero se presentó como un crooner con un nuevo bogaloo, Vamos a ver, y mantuvo el ritmo con Cartas sobre la mesa, Montón de estrellas y A la noche se le fue la mano. Como buen boricua, cantó Isla del encanto, dedicada a Borinquen, y terminó la noche con Qué manera de quererte, con la banda bailando en el escenario. Al fi nal dejó a todos los asistentes con mantequilla en las rodillas de tanto bailar.
Alternando con Tom Jones, Ara Malikians, Hombres G, Amaraly Gregory Porter en una cartelera de lujo, esta estrella de la salsa actuó por primera vez en el Festival de la
Porta Ferrada, ante el desenfreno de 1.500 espectadores trasladando el ambiente caribe a Costa Brava, al lado de un mar Mediterráneo delicioso en estas épocas donde recalan muchos cantantes latinos en los múltiples festivales de verano.
Santa Rosa tuvo el acompañamiento imprescindible de su orquesta, con la destacada trompetista Rebecca Zambrana, el pianista Luisito Marín, el percusionista Pete Perignon y el vocalista Gerardo Rivas, con el que cantó su Conteo regresivo. El concierto se celebró la noche del 12 de julio, la segunda parada, después de Madrid, de su gira “Auténtico”, que está realizando por España. Santa Rosa también es asiduo de Barcelona, donde sus conciertos en el Palau de la Música Catalana se alzan por costumbre con cartel de completo. Santa Rosa ha ganado seis Grammy, uno en la categoría reina y otros cinco latinos. Sus baladas y boleros son himnos reconocidos en todo el planeta. Fue descubierto musicalmente por el también portorriqueño Willie Rosario, Mr. Afi nque, de quien en abril celebró, junto a Tony Vega, su centenario en El Coliseo. Los tres compartieron orquesta publicando el álbum Nuevos Horizontes, en que se grabó el tema Lluvia, uno de los primeros éxitos del caballero de la salsa
Presentación de Gilberto Santa Rosa.
Aníbal Velásquez, el rey de la guaracha
-El grupo Tambó graba dos temas en su homenaje-
Álvaro Suescún T. Suescun_alvaro@yahoo.es
Dos canciones ha grabado recientemente el grupo Tambó, Aníbal speak spanish, y Aníbal el rey, compuestas por el rey Momo 2016 Lisandro Polo con arreglos de Sergio Zambrano, en homenaje a Aníbal Velásquez, quien interpreta su acordeón.
Concurre aquí la genialidad del también llamado “Mago del acordeón”, galardonado recientemente por Sayco en una ceremonia especial en la que le fue entregada su máxima distinción, la Cruz Santa Cecilia en el legendario teatro Colón de Bogotá.
Aníbal rompe todos los récords en fidelidad y sintonía en los estaderos y las verbenas de más renombre por lo que su nombre y sus canciones están ligados íntimamente a la historia del Carnaval. Es tal el fervor que provoca en el ambiente de las confrontaciones entre picós de más altos decibeles, que sus temas son usados para “ahogar” a las grandes cajas musicales enfrentadas, obteniendo así victorias bastante celebradas. El nivel de su afición por estos grandes turbos lo han llevado a construirlos a su gusto, en muchas ocasiones por encargo.
Con su hermano Juan, y con Roberto y Carlos Román, inició su carrera musical conformando “Los vallenatos del Magdalena”, descrito en sus detalles por el profesor Arnold Tejeda en un artículo publicado en La Lira No 22. Este conjunto grabó la primera versión de La casa en el aire, de Rafael Escalona; Alicia la campesina, de Andrés Landero, y La profesora, de Abel Antonio Villa, en 1952, también están en su repertorio Pájaro amarillo y Nube viajera de Rafael Campo Miranda; y Ron de vinola de Guillermo Buitrago,
temas todos en la lupa de los coleccionistas, según el periodista Fausto Pérez Villareal, que prepara un libro con su biografía.
A la muerte prematura de Roberto Román, en 1955, el grupo se desintegró. Al lado de su hermano Cheito, Aníbal formó su banda consiguiendo un estilo propio y dando vida a un ritmo que denominaron guaracha, alegre y bailable como la música cubana del mismo nombre, logrando versiones interesantes en canciones de Rafael Hernández, Bobby Capó, José Alfredo Jiménez, Néstor Zavarce, Osvaldo Oropeza, Moisés Simmons, suyas y de su hermano “Cheito” Velásquez, adaptadas en su pentagrama.
El maestro Julio Oñate, afirma
que el tema Ingratitud, letra de Cheito incluido en el disco “Ritmo Caliente”, es el primero rotulado como pasebol, fusión de paseo con bolero, agregando que en este importante antecedente “el ritmo es un paseo–porro y la guacharaca es ejecutada como paseo vallenato tradicional, en tanto que el acordeón de Aníbal se desplaza en los dos ritmos anteriores”.
En 1969, los hermanos Velásquez incursionan en la música antillana, con su Lp “Tremenda salsa”, exhibiendo sus destrezas en versiones de boogaloos, guajiras, guaguancós y mambos.
Su época de esplendor está marcada por compromisos alternos con dos y tres casas fonográficas, así nació el apelativo de
“Todo sello” Velásquez.
Toño Fuentes obligado a buscar una respuesta creativa para hacerle frente al arrollador paso musical de Aníbal, convocó a Calixto Ochoa y con él apareció Alfredo Gutiérrez casi niño todavía. Así nacieron Los Corraleros de Majagual y se abrió camino “el Rebelde del acordeón” con la misión de contener la avalancha musical que generaba Aníbal en el ámbito festivo de nuestra región Caribe.
Ahora Aníbal Velásquez es motivo de inspiración del rey Momo 2016 Lisandro Polo, y de su grupo Tambó, en el trabajo musical “La guaracha vive”, grato homenaje al inspirador de tantas alegrías de los colombianos.