La Gualdra 214

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#AyotzinapaPrimerAniversario

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LA GUALDRA NO. 214 / 21 de SEPTIEMBRE DE 2015

El domingo pasado al comenzar la misa se acercó una señora, me dio un papelito, “Padre, podemos pedir por nuestros desaparecidos, se cumplen ya 6 años”. En las comunidades rurales donde camino con la gente, también ha habido desaparecidos y el silencio se ha prolongado 6 años. Los ranchitos de la Escoba y Llano Verde se suman a tantos y tantos rincones de un México que se ha ido manchando de sangre e impunidad. 26 de septiembre, aniversario de un duelo inconcluso, del grito de la impotencia ahogado en los segundos y minutos que ha esperado cada padre y madre de los desaparecidos de esos estudiantes de Ayotzinapa. Los 43 (y aquí deberíamos hacer una pausa y nombrarlos uno a uno los 43 y los 10, 20 o 30,000 hermanos nuestros que hemos perdido sin saber si murieron). Hemos perdido la cuenta, nos hemos vuelto insensibles, puede más el miedo o la conveniencia, pero el hecho es éste: tenemos un país lleno de desaparecidos y de padres sin respuestas. Un país donde sólo sabemos que no creemos en la versión oficial y aún así no pasa nada. Un México donde avanzan las investi-

Es fácil juzgar mal a normalistas cuando no se les imparte clase, no se convive con ellos, no se les ayuda económica o moralmente. Es fácil tildarlos de flojos cuando no se trabaja con ellos; fácil decir que se lo buscaron cuando no se conoce cada limitación de quienes viven lejos de sus hogares, comparten techo y tareas domésticas y escolares, se cooperan para fotocopias, hojas de rotafolio, cartulinas y material para prácticas en primarias. Ayotzinapa es más que una desaparición de hace un año. Recuérdense las desgracias anteriores: reprimidos, torturados, otros desaparecidos y muertos. Ayotzinapa es más que violencia contra estudiantes de una institución rural: es también el reclamo de las Escuelas Normales del país abandonadas a su suerte. Desde dentro de una

Tengo fe en una víctima del poder y la mentira Por Juan C. Zesati* gaciones sólo si hay presión política. “Dónde está tu hermano” le dice Dios a Caín después de matar Abel su hermano. Y es que si nuestro Jesús hoy dijera su palabra, quizás añadiría al “tuve hambre y me diste de comer”, “estuve desaparecido y no me arrojaste a la fosa del olvido”. Se nos olvida fácilmente, pero Jesús fue una de tantas víctimas del poder, la corrupción y la mentira. ¿Cómo podemos llevar el nombre de cristianos aceptando una estructura atornillada con tanto crimen, engaño e injusticia? Me duele mi fe. Ayotzinapa, esos muchachos nos gritan, “sería horroroso no cambiar”. Olvidarlos, sería quemar en el basurero de Cocula los deseos de verdad y de justicia, y si en la misma bolsa corren por el río San Juan, libertad y humanidad ¿qué vida nos queda? ¿Qué nos queda? * Zacatecas. Sacerdote.

Juan Carlos Villegas. Todos somos Ayotzinapa. Zacatecas.

Por los 43: Palabras desde dentro de una Normal Por Simitrio Quezada Normal llena de limitaciones se comprenden mejor los motivos de estos satanizados por la derecha. No hay estudiantes adinerados en una Escuela Normal Rural o Experimental (si acaso sí en una Benemérita o Estatal). No hay apoyos directos o complacencia del Estado. No abundan programas de infraestructura, y los accesos a esas instituciones están alejados, sin pavimentar, llenos de hoyancos. Como nuestros destinos serán primarias jodidas, qué importa que la misma Normal sobreviva con menos de lo básico.

El normalista es amenaza por la conciencia social desarrollada a fuerza de recorrer primarias dejadas de la mano de todos. El normalista rural o experimental potencia su atención para atender escuelas multigrado. Se solidariza con la gente de la comunidad y lucha por ella contra los caprichos de caciques. Se expone a ataques y descréditos, incluso a la desilusión de los profesores viejos que insisten en que no sirve luchar por ilusiones. Quienes hemos trabajado en primarias de ranchos y colonias periféricas conocemos

esa ansiedad provocada por realidades duras. He visto a niños del turno vespertino romper la formación a la una de la tarde y meter sus brazos al espacio del mesabanco para encontrar media torta o una barra de amaranto DIF despreciada por los de la mañana. En recreos me han confesado sus estrategias para robar relojes y otros artículos de los puestos de las ferias. En ranchos he convencido a papás de que permitan que las hijas sigan estudiando. Dentro de una Normal se entienden esas colectas y arranques y trabajos en

equipo y desesperaciones y exigencias y fatigas porque ya les anda con los proyectos de investigación educativa. Conozco a los aspirantes a formadores y a muchos de sus padres, y creo comprender la abismal desesperación de quienes apoyaron a sus hijos para lograr su sueño de ser profesores… y ahora ven la cama sola, la almohada sin arrugas, la puerta sin azotar porque ya habían llegado para el fin de semana. Soy profesor normalista: porque lo doy todo por mis alumnos, levanto mi voz también por los de Ayotzinapa: Que regresen a sus aulas, si es que aún viven, y que nunca más se repita una vergüenza como la que atestiguamos. * Zacatecas. Escritor y profesor normalista. siquezada@hotmail.com


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