
2 minute read
Ejercicio absurdo
from Semanal 19/03/2023
by La Jornada
“REMANIS”. PLAY. Texturas en crescendo. Ostinato poderoso con tres notas. Fuerza pura de la repetición bien concebida. Apenas dos minutos y medio. Luego, nuevo crescendo. “Uniform”. Percusiones aisladas tras el cortinaje de cuerdas. Maderas que crujen y nuevamente el ostinato. Entonces “Main Theme Song”. Otra brevedad de gran carácter. Se mantiene en vilo. Minimalista como las anteriores, tampoco desarrolla promesas.
Claro: Todo está tranquilo en el frente occidental.
Lectora, lector, haremos algo que no hemos intentado nunca (al menos conscientemente). Escucharemos esta banda sonora sin saber nada sobre la película que acompaña. Esto porque ayer, en la noche de los premios Oscar, llamó nuestra atención lo dicho sobre su compositor, el alemán Volker Bertelmann, también conocido como Hauschka; un amante de los “pianos preparados” a la John Cage. ¡Por fin alguien nuevo en el cuadro de honor!
Así que aquí estamos, internándonos en una música cavernosa, compleja, incómoda para imaginar historia mas no para sentir consecuencias. Eso lo confirma “Rain & Night”, otro llanto que especula con tambores y más violines enojados. También “Flares”, aunque lo suyo sea convocar algo de esperanza. Pero duran poco. Ahora suena “Paul”. Psicología pura. Muestra de resignación que ofrece un mayor desarrollo en sus melodías. Es bellísima, a decir verdad. Da tristeza que no alcance su edad adulta.
Llega “Tanks”. No podía faltar su presencia en una película de guerra. Cornos, alientos agoreros sobre ritmos industriales. Anunciaciones que pisan los talones para aplastar nuestra paz. Y lo consiguen hasta que aparece “Ludwig”. Reflexiva. Lenta. Caminante. Cruzando la escena como un personaje que no habla pero pesa. Deja sitio a “Buried & Found”, cuya sustancia confirma que todo proviene de la niebla. Esta gusta de las sombras. Reniega de la luz. Combina lo orquestal con tímbricas altamente procesadas. Cuando finalmente comienzan su movimiento, chelos y contrabajos afectan nuestro espíritu con efectividad. Se detienen.
Eso pasa antes de “Dog Tags”. Nuevos fantasmas recorren la imaginación atribulada. Atisbos de motivos anteriores que, apenas se configuran, desaparecen haciendo sitio para “War Machines”. Esta cosecha lo sembrado en “Tanks”. Terribles glissandos mortuorios. Andanza que propaga miedo. Si no fuera tan corta recurriríamos a un tranquilizante. “Search Party”, la siguiente, reintroduce aquellas tres notas del comienzo. Ahora, sin embargo, resuenan fatalmente expresando su barbarie. La madera truena en un bucle enloquecido hasta que se extingue en el vacío provocador. Allí las cuerdas retoman su vigilia, entre las ruinas.
“Comrades” resulta la composición más desarrollada. Es tristísima. Nuestra favorita. Aquí constatamos el tamaño de Bertelmann como compositor. Llegados a ella, todo ha valido la pena. “No end” nos regresa a los abismos; al eterno retorno de esas tres notas, ya aterradoras, que retumban con mayores consecuencias y mostrando su rostro verdadero. “Bomb Crater” es simple y sólo huella; “Last Combat” exhibe el asunto entero: el extraño y bien desarrollado soundtrack trata de la calma chicha; del ojo de un huracán que atestigua y prepara violencias mentales, más allá de la sangre derramada.
“72 Hours” vomita una exquisita forma del miedo con rumiantes contrabajos; “Retreat” muere pronto pero prefigura un amanecer; lo mismo pasa con “Making Sense”, preciosa. “Tjaden” es reconstrucción, restauración. “Scarf”, claro, lo que queda tras la tormenta explosiva. “Night Fires” son los remanentes del día… nueva y tristemente, agoreros. “Fear of What Is Coming” y “Kat”, las piezas finales, afirman que volveremos sobre nuestros pasos para cometer los mismos crímenes. La calidad de su audio es, como en toda la obra, impresionante. Stop. Vimos la música. Escucharemos las imágenes. Pronto completaremos el cuadro en movimiento. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos l