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SANTIAGO NIETO CASTILLO
by La Jornada
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CIENCIAS


El Nobel de Medicina, al hallazgo sobre cómo el sistema nervioso percibe la temperatura
Los descubrimientos de David Julius y Ardem Patapoutian serán útiles para la investigación de muchos tratamientos, sobre todo para el dolor crónico
AFP PARÍS
El Premio Nobel de Medicina fue otorgado este lunes al estadunidense David Julius y a su connacional de origen libanés y armenio Ardem Patapoutian por sus hallazgos sobre cómo percibe el sistema nervioso la temperatura.
Sus “descubrimientos revolucionarios” nos han “permitido comprender cómo el calor, el frío y la fuerza mecánica pueden desencadenar impulsos nerviosos que nos permiten percibir y adaptarnos al mundo”, informó el jurado del Nobel en Estocolmo.
David Julius, de 65 años, profesor de la Universidad de California, en San Francisco, usó capsaicina (o capsicina), compuesto activo de los pimientos picantes que causa una sensación de ardor, para identificar un sensor en las terminaciones nerviosas de la piel que responde al calor.
Ardem Patapoutian, profesor de Scripps Research en California nacido en 1967 en Beirut, utilizó células sensibles a la presión para descubrir un nuevo tipo de sensores que responden a estímulos mecánicos en la piel y los órganos internos.
“En ciencia, a menudo damos por hecho cosas que son muy interesantes”, afirmó el más joven de los dos laureados a la Fundación Nobel.
“Sabíamos que (esos sensores) existían, que hacían algo muy diferente a la mayor parte de las otras células que se comunican entre sí químicamente. Sin embargo, la respuesta era difícil de dar”, apuntó Patapoutian.
Su trabajo es útil para la investigación de muchos tratamientos, sobre todo para el dolor crónico.
“Ambos son investigadores increíbles que han abierto las puertas de las sensaciones de forma totalmente única”, alabó Thomas Perlmann, director del Comité Nobel de Medicina.
Como todavía era de noche en la costa oeste de Estados Unidos, la Fundación Nobel tuvo dificultades para contactar con los galardonados, explicó. “Hablamos con ellos por teléfono en el último minuto, primero conseguimos el número de teléfono de uno de los padres y de una cuñada”.
El anuncio acabó con los pronósticos de los expertos, aunque David Julius figura desde 2014 en la larga lista de científicos aspirantes al Nobel del organismo Clarivate. En 2019 ganó el premio Breakthrough, dotado con 3 millones de dólares y creado por los fundadores de Google y Facebook.
“Nunca te esperas que estas cosas pasen (...) Pensé que era una broma”, declaró a la radio pública sueca.
Para el premio de este año los expertos apostaban por las vacunas de ARN mensajero, la adhesión celular, la epigenética, la resistencia a los antibióticos y los nuevos tratamientos en reumatología.
El calor de una taza de café, la caricia de un tejido en la piel... Explicar “estas sensaciones tan corrientes como enigmáticas” era el principal objetivo de Julius, según afirmó en una entrevista en 2020 para la revista BrainFacts.
Usa pimiento picante
El estadunidense determinó con sus investigaciones los mecanismos por los que un pimiento picante nos da una sensación de calor, descubrimiento que va más allá de lo gastronómico, ya que explica cómo percibimos las temperaturas.
Aunque ya se sabía desde hacía décadas el papel que tienen las células nerviosas en la percepción de la temperatura y en el sentido del tacto, todavía se ignoraba cómo las células localizaban esas sensaciones y las transmitían al cerebro.
Según destacó el comité del Nobel en un comunicado, las in-
vestigaciones de Julius y de Patapoutian permiten responder a la gran pregunta de cómo se convierten en impulsos eléctricos los estímulos mecánicos y de temperatura, a través de nuestro sistema nervioso.
En comparación, el funcionamiento de las células nerviosas respecto de la vista o el olfato estaba mucho más avanzado. El tacto seguía siendo un misterio.
A partir de la capsaicina, Julius descubrió una de las principales moléculas de las terminaciones nerviosas que se activan con el calor.
Este hallazgo, que data de 1997 permite comprender mejor cómo sentimos las temperaturas. Pero todavía quedaba por explicar el tacto, o mejor dicho, la “sensación mecánica” por la que percibimos, por ejemplo, una presión sobre la piel.
Esa es la principal aportación de su colega Patapoutian, que ya había trabajado en la percepción de la temperatura. En 2010, su equipo aisló por primera vez dos moléculas que tenían un papel en la percepción de los estímulos mecánicos.
Para encontrarlos, tuvieron que llevar a cabo un trabajo de hormigas. Durante casi un año los investigadores observaron células de ratones a los que les iban retirando un día una proteína, otro día, otra, e iban ejerciendo presión física sobre la célula, que respondía con descargas eléctricas.
Hasta el día en que una de las células no respondió debido a la proteína que faltaba y el gen que codifica su producción en la célula.
Los investigadores la bautizaron como proteína “piezo”, que en griego quiere decir “presión”, y pronto descubrieron una molécula hermana, piezo 2, con un papel muy importante en el tacto.
David Julius y su esposa, Holly Ingraham, a la izquierda, y Ardem Patapoutian, a la derecha. Fotos Ap
Si bien las investigaciones de Julius hicieron avanzar los conocimientos en la percepción de la temperatura, el “descubrimiento de los genes piezo fue una bomba en el campo de los “mecanorreceptores”, explicó a Afp el francés Bertrand Coste, quien trabajó en este hallazgo con Patapoutian.
“Es la primera vez que identificamos estos genes y para los investigadores es crucial: cuando conoces el gen, puedes desarrollar herramientas que nos permitirán conocer mejor el tacto”, aseguró.
Quedan muchas preguntas respecto de estas proteínas. No sabemos exactamente cómo interactúan en la transmisión, aun cuando su compleja estructura se conoce en detalle y puede ayudar a entender su funcionamiento preciso.
No obstante, estos descubrimientos tienen un interés concreto ya que abren la vía a tratamientos para ciertas patologías, por ejemplo, enfermedades raras en las que el paciente no percibe sus propios miembros.
El interés terapéutico será, sin embargo, mayor si se logra desentrañar este funcionamiento en la sensación de dolor.
“La próxima etapa está clara: identificar los canales (...) que permiten la detección de los estimulantes mecánicos que provocan el dolor”, considera Coste, quien trabaja en este tipo de investigaciones.
“Identificar esas proteínas tendría potenciales terapéuticos increíbles (...) en los dolores crónicos o inflamatorios”, concluyó.
LA JORNADA DE ENMEDIO Martes 5 de octubre de 2021
CULTURA

El Museo del Prado reivindica el arte latinoamericano del Virreinato
Tornaviaje muestra en Madrid 107 piezas de diversos géneros y formatos, principalmente de México y Perú
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL MADRID
En un nuevo giro de su tradicional discurso, el Museo del Prado presentó una exposición en la que reivindica el enorme acervo artístico procedente de América Latina durante la época de la Conquista, que hasta la fecha se sigue estudiando más desde una óptica etnográfica o antropológica que estética. La exposición Tornaviaje. Arte iberoamericano en España reúne hasta 107 piezas de diversos géneros, formatos y estilos, en los que se pretende dar una panorámica del arte que se creó durante aquellos años, viajó a España para quedarse y que hasta la fecha permanece sin el reconocimiento artístico que merece a juicio de los grandes expertos de arte virreinal y del propio Museo del Prado.
La mayoría de los bienes artísticos que se exponen viajaron de América Latina, sobre todo de México y Perú, entre los siglos XVI y XVIII. Eran regalos, dádivas o compras ex profeso para formar parte de otras colecciones públicas y privadas, en este caso, principalmente, de las grandes colecciones reales y del acervo de la Iglesia católica, ya que se trata esencialmente de arte religioso. En la historia, esas obras, de manera primordial las que forman parte del patrimonio público español, han sido relegadas a otro tipo de recintos o galerías, como a los espacios de estudio antropológico o etnográfico, dándoles más un valor testimonial sobre la diversidad humana, animal y biológica de esa región recién descubierta, que un valor artístico.
Prejuicio y revaluación
Son prejuicios arraigados que tienen que ver con la propia historia del arte en Occidente y que ahora el Museo del Prado pretende subvertir con una exposición que sitúa en un primerísimo lugar artístico las grandes objetos de arte procedentes de América Latina y que ahora se exponen en España en iglesias, conventos, museos arqueológicos o que forman parte de colecciones privadas.
“La tesis principal de la exposición es contar al público español una suceso que ignora: el tráfico artístico fue bidireccional, un flujo de dos direcciones, y así como viajaron a América frescos de Murillo, también ocurrió en trayecto inverso. Y el valor artístico es el mismo”, explicó el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, en una conversación con La Jornada.
El director de la pinacoteca abundó en esta anomalía que persiste en España sobre la forma de mirar esos bienes culturales, pues se sigue haciendo con la lupa antropológica:
“Es verdad que el significado del arte es cambiante y los museos reflejan eso. Por ejemplo, cuando el Del Prado se inauguró no había pintura medieval porque se consideraba que no era arte; que al ser un cuadro anterior al Renacimiento se decide llevar al Museo Arqueológico. Se considera que son vestigios del pasado, hay una razón para conservarlos, pero que carecen de calidad estética. Esta situación se puede vencer con educación, demostrando que esos distingos responden a prejuicios construidos y elaborados culturalmente, que responden a situaciones e ideologías; no obstante, son subsanables.
“El problema en España, además de los prejuicios, es que prevalece un desconocimiento tremendo. Es muy difícil encontrar en el país historiadores del arte interesados en América o coleccionistas en este tipo de arte; de hecho, de España salen todos los años centenares de obras americanas porque en el momento en que empezó a constatarse la fiebre de arte virreinal en Estados Unidos empezaron a venderse y han salido miles de piezas.”
En cuanto a la visión de la Conquista que expone en Tornaviaje. Arte iberoamericano en España, se refleja la crueldad y el exterminio de los pueblos originarios mediante varias obras que lo relatan, Falomir explicó que “evidentemente la Conquista no se puede obviar. Estamos hablando de una realidad, de una irrupción militar muy cruenta y, por lo tanto, eso está plasmado. Aunque no es una muestra desde el punto de vista histórico, intenta hablar más de arte, pero es imposible entenderlo si no nos asomamos al contexto. En los museos o grandes palacios españoles uno no encuentra obras sobre la Conquista; de hecho, creo que las primeras imágenes que tenemos de Hernán Cortés son del siglo XVIII. Y lo que queda de testimonio en España, yo diría que casi todo está hecho en México, la mayoría de finales del XVII, cuando empieza a cristalizarse la identidad criolla, en la que se dice que sí, que son herederos de la Conquista, pero que por otro lado son algo diferente. “La actitud que se muestra de los aztecas es mucho más respetuosa porque está matizada por 200 años y por ese sentido de que forman parte de nuestra historia. Por eso toda manifestación artística que refleja la Conquista es, por un lado, 200 años posterior al propio hecho histórico, y, por otro lado, es arte hecho en México en el que se proyecta esa mentalidad de las élites criollas novohispanas”, explicó. Las 107 obras fueron elegidas por los tres comisarios, los especialistas Rafael López Guzmán, el catedrático mexicano Jaime Cuadriello y Pablo F. Amador. Las piezas expuestas se encuentran la mayoría en España, pero hay algunas excepciones, como el Retrato de Moctezuma,
▲ Detalle de Los tres mulatos de Esmeraldas. Andrés Sánchez Gallque. 1599. Madrid, del Museo de América. Foto cortesía del Museo del Prado
atribuido a Antonio Rodríguez y realizado en 1680, que pertenece a la Galería Uffizi, del Tesoro de los Granduchi, en Florencia, Italia.
La exposición se podrá ver en el referido recinto hasta el próximo 13 de febrero.
Lazos con el país
El Museo del Prado también pretende, con este exposición y con una serie de proyectos paralelos, fortalecer los lazos con México, un país que considera fundamental para ganar presencia en América Latina. Entre esos planes hay tres de importancia para la pinacoteca madrileña: la exposición que se llevará a cabo a finales de este mes en el espacio público de Chapultepec, con la muestra El Prado en las calles de México, en la se mostrarán medio centenar de carteles de obras emblemáticas del recinto.
También está en marcha una beca, la primera de este tipo entre ambos países, para un profesional mexicano sobre investigación en restauración y la publicación de las conferencias que dictó el profesor Jaime Cuadriello en la Cátedra del Prado sobre el arte de la Edad Moderna en América Latina, de manera preponderante en México.