REVISTA AEROPOSTA

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Historia

Recordando… E sta nota está dedicada a recordar un episodio de nuestra historia, que en momentos de excesivo individualismo y marcada primacía de intereses personales, brilla con sencillez pero con intensidad y debe llevarnos a reflexionar para retomar el antiguo camino del pueblo unido en aras del interés general, sin mezquindades… Si bien el protagonista no es el General José de San Martín, Libertador de Argentina, Chile y Perú, es cuanto menos, el mentor y el ejemplo, que suscitó tanta devoción. El Libertador se hace cargo del Ejército en 1816, con el objetivo puesto en pasar a Chile y luego a Perú, para liberar a esas colonias del yugo español, como ya lo habían hecho en nuestro territorio y el General necesitaba un estandarte, una bandera propia y el tiempo apremiaba y la confección de la misma no podía pedirse a Buenos Aires, estando el Regimiento en Mendoza casi listo para iniciar el cruce de la Cordillera de Los Andes. Es así que en la cena de Navidad pide, como un desafío hacia las damas allí reunidas, la confección de una bandera, con fecha de entrega para el 5 de enero, como emblema del Ejército de los Andes… Es probable que tanto los colores como su disposición y diagramado formaran parte de los requerimientos militares de uso en esa época, pero el tema fue y sigue siendo quiénes la confeccionaron, cómo y con qué elementos y aquí vemos el fervor que despierta José de San Martín en la comunidad mendocina. Es cierto que su esposa Remedios de Escalada y una amiga, anduvieron ocupadas buscando hasta encontrar la tela para la bandera, tarea poco fácil teniendo en cuenta las pocas provisiones que podían tener en el interior del territorio y ya provistas de ella, vino el problema de la confección, con el tiempo siempre en contra, dado que la fecha de entrega se acercaba y el trabajo era todo realizado a mano, con hilos de distintos colores, etc. Las damas, incluida Remedios, donaron parte de sus joyas que terminaron formando parte del bordado central, el Escudo, con laureles y el sol. Así perlas, diamantes, topacios, esmeraldas, lentejuelas de oro, tan gentilmente donadas fueron acompañando cada episodio de la campaña de los Andes.

Por Lic. Patricia Bambill*

¿Quiénes hicieron el pequeño milagro en tan corto tiempo? Pues las damas aportaron tiempo, joyas y esfuerzo en conseguir los materiales y las laboriosas manos de las monjas del Monasterio de la Buena Enseñanza la confeccionaron y bordaron… Hoy lo llamaríamos un “trabajo de equipo”, poco importa, dudo que estuviera en la mente de alguna

de ellas tener reconocimiento por lo hecho, lo hicieron porque era lo que debía hacerse, sin miramientos ni publicidad, estas Damas, civiles y religiosas, estaban muy por encima de todo eso, las guiaba el desinterés personal pero la firme convicción de que era necesario para la Patria. * Información brindada por Osvaldo Martínez - Pasos Sanmartinianos, Asociación Cultural y Tradicionalista.


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