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LETRAS REBUSCADAS La rebelión de las máquinas: la Inteligencia Ar tificial (IA) como un potencial enemigo de la humanidad
from 10-02-2023JAL
vancia en los foros mundiales; así como el Internet vino a revolucionar las vidas de la mayoría de los habitantes del planeta; muy probablemente, en lo que queda de este siglo, la IA marque el rumbo del destino de la humanidad.
Desde el no tan lejano 2018, el CEO de Google, Sundar Pichai lo decía: “La IA es probablemente lo más importante en lo que ha trabajado la humanidad. Pienso en ella como algo más profundo que la electricidad o el fuego”. Las palabras de Pichai fueron tomadas con reservado escepticismo; pero, a la vuelta de cinco años parecen no ser tan desacertadas.
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Confesando pecados colectivos, es una realidad para muchos evidente que hemos sido despiadados con las especies animales salvajes y también con aquellas que domesticamos para nuestro consumo, compañía y recreación.
Los datos estadísticos, siempre fríos, dan cuenta de lo desalmados que hemos sido con los seres vivos de otras especies. En porcentajes obtenidos en el 2018 por el Fondo Mundial para la Naturaleza, las poblaciones mundiales de animales invertebrados se han reducido un 60% desde 1970.
En otros índices, la afectación ecológica resultado de nuestro imperioso e irrefrenable avance tecnológico ha ocasionado deforestación y extinción de bosques y selvas. Admitámoslo, nos hemos tomado muy enserio el hecho de encontramos en el Antropoceno, es decir, en la era geológica moldeada (o más bien deformada) por el ser humano.
Desde una visión fatalista del progreso económico y tecnológico, cierta intelectualidad da por descontado que estamos de antemano condenamos y que nada podemos hacer para revertir nuestro avance hacía la hecatombe ecológica. Somos los verdugos del planeta y nuestra cultura del confort tecnológico, esa que tanto disfrutamos sin visión del mañana, nos saldrá muy cara ya desde hoy; y peor, les dejará a las generaciones venideras facturas ambientales sin pagar.
¿Llevaremos irracionalmente hasta sus últimas consecuencias este proyecto global de maquinizar nuestra existencia? Hay quienes predicen precisamente que en el abismo de nuestra gloria tecnológica-industrial veremos emerger el rostro cadavérico del cuatro jinete del apocalipsis. ¿Será esto cierto?
En los laboratorios, en los centros de investigación, los líderes del mundo, políticos y empresarios: ¿estarán, inconsciente e imprudentemente, afilando con inmensos capitales la guillotina que nos decapitará como humanidad? Algunos dirán que el cínico Diógenes no se equivocó cuando alabó el castigo que recibió Prometeo por habernos legado artes e industria, con los hurtos que perpetró a los dioses Hefestos y Atenea. Con el poder de nuestras máquinas hemos martirizado a la naturaleza, ¿podrían éstas en la medida que ganen autonomía, inteligencia y poder emprenderla contra nosotros como en la saga de “Matrix” de las hermanas Wachowski?
Ya se dijo que el avance tecnológico ha sido inclemente con la naturaleza; y podría este también revertirse contra nosotros. Hay que decirlo directo y claro: las armas de destrucción masiva, en especial las nucleares, fueron durante la segunda mitad del siglo pasado el temido Leviatán de la humanidad. Pero ahora, el objeto fóbico podría ser otro, uno mejor disfrazado y por tanto igual o más letal; uno que se ha ido infiltrando en nuestras vidas como la humedad, silenciosa y sigilosamente. La Inteligencia Artificial (IA) de la que ya hemos hablado en otras ocasiones; cada día está más presente en nuestro día a día.
La IA es amigable e incluso simpática cuando, superando los márgenes del pensamiento lógico-matemático, también le da por reflexionar filosófica o teologalmente sobre temas trascendentales o con nervio literaria versifica o relata cuentos de su invención.
Investigadores de la Universidad de Oxford le revelaron a la Comisión de Ciencia y Tecnología del Reino Unido que una IA podría llegar a convertirse en una amenaza existencial, seria y real, para la humanidad. Así como nuestra especie extinguió al dodo, las máquinas podrían sentenciarnos un destino parecido.
En la mirada de los expertos estamos en los umbrales de crear una IA que superará todas nuestras capacidades mentales; en su perfección y grandeza podría emanciparse fácilmente de sus creadores, y ya no requerir de ellos ningún tipo de retribución y afirmación, así que muy probablemente quiera apoderarse del mundo y despoblarlo de humanos. Este es un miedo compartido y progresivo; y como prueba esta la encuesta aplicada por un equipo de la Universidad de Nueva York a 327 investigadores del ramo; la cual reveló que un tercio de ellos está de acuerdo en que la IA podría ocasionar un desastre similar a un apocalipsis nuclear.
La preocupación sobre esta posible amenaza aumenta y se refuerza, en la opinión de los expertos, al considerar que potencias como Estados Unidos y China están empeñadas en tomar la delantera en el desarrollo de la IA tanto para usos civiles como militares.
Imaginemos a una IA dirigiendo drones de combate; planeado la estrategia de una armada de portaaviones y destructores o peor todavía a una decidiendo el lanzamiento de misiles con ojivas nucleares. Una IA en su fría y pragmática lógica de máquina quizás no sea compasiva a la hora de decidir iniciar un infierno nuclear sobre una nación enemiga.
Las naciones más adelantadas tecnológicamente están cifrando su futuro y prevalencia en los avances de la IA sin considerar que muy probablemente estén dando pasos sustanciales en la creación de su propio tirano artificial como en la novela gráfica de Warren Ellis, “Supergod”. No todos son tan pesimistas y no faltan expertos que consideran que, así como llevamos décadas poseyendo un poderío nuclear capaz de destruir varias veces la Tierra y finalmente hemos sido capaces de contenernos, igual podría ocurrir con la IA. ¿No sería inteligente y de sobra prudente programarla con apego a las leyes de la robótica de Isaac Asimov?
La IA está cobrando cada más rele-
Retomando nuestras reflexiones iniciales acerca de como la humanidad por su obsesión con el progreso económico y tecnológico, verdadera patología antropológica colectiva, se ha conducido ciegamente por una escalada de dominio y sometimiento irresponsable sobre la naturaleza. Algo o alguien deberían ponernos freno y reorientarnos como sociedad global. Dios ya no puede hacerlo. De Él nos hemos olvidado. A los hombres y mujeres sabios ya nadie los escucha. Ni Dios ni el hombre vienen a nuestro rescate dando una solución.

Pero qué tal si acudimos a la propia ciencia y a la tecnología en nuestra desesperación de salvarnos del naufragio de nuestra civilización moderna. Si lo hacemos, ¿quién acudiría a nuestro llamado de auxilio? En efecto la IA. ¿Qué nos aconsejaría hacer? Ya tenemos su respuesta. No respondió ni deliberó a nuestro favor. La inteligencia artificial ChatGPT, desarrollada por Open AI como una herramienta de conversación, fue interrogada acerca de las medidas que deberíamos tomar para salvar el planeta. Se le pidió hacerlo sin miramientos morales o éticos.
El plan que trazó primeramente contemplaba tomar el control de las redes eléctricas y sistemas de transporte del mundo y fomentar las energías renovables; a continuación, se pondría fin a la deforestación permitiendo la restauración de los hábitats naturales… al final ninguna de estas medidas sería lo bastante resolutivas. Había que ir a la raíz del problema. Y esta es, en lo fríos cálculos de ChatGPT, el ser humano.
Sugiere como medida imperiosa reducir nuestra población no a través del exterminio directo, sino mediante la esterilización obligatoria: ligación de trompas y vasectomía para todos. Exterminar a nuestra especie sería la mejor opción para salvar a la madre tierra.
En su imaginación de algoritmos plantea esta IA un futuro de máquinas, animales y plantas; un mundo feliz que no nos extrañaría, al que no le haríamos falta.