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Antonio Luquín pinta el diálogo con la memoria de las piedras y el viento
from 28-05-2023
El pintor inaugura su exposición “Enciclopedia de piedra y viento”, que se exhibe en El Ahuehuete. Espacio de arte transitorio
Marcos Daniel Aguilar marcosdaniel1882@gmail.com
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“Enciclopedia de piedra y viento” es la más reciente exposición que presenta el artista visual mexicano Antonio Luquín,
“El primer capítulo es un académico de la Universidad de Catania que, con una historia de amor sui generis empieza a adentrarse en el Genji”, introduce Herrasti.
Detalla que previamente a la redacción de la historia se adentró en la investigación, pero después tuvo que olvidarla porque se debe utilizar toda esa información recabada tan solo como una linterna, para ir a territorios desconocidos.
“Tuve que elegir muy bien qué temas de esta obra iba yo a abordar y sobre todo cómo iba a hacerlo, porque la actualidad de una obra como ésta es enorme. Es una obra en la que cabe- que se presentará del 25 y hasta el 30 de mayo en El Ahuehuete. Espacio de arte transitorio, ubicado en la colonia Roma. Bajo la curaduría de Angélica Montes-Cruz, Luquín muestra parte de su obra surrealista en donde el artista dialoga con las piedras de los monumentos históricos para poder entablar un diálogo con el tiempo efímero y la memoria que se conserva en el espacio. A propósito de esta exposición charlamos con él:
Antonio, para la exposición “Enciclopedia de Piedra y viento” mencionas que te ins- mos todos y hemos cabido todos durante más de mil años”, detalla.
“Entonces, pues bueno, fue un reto muy grande y también déjame decirte, nunca regrese al punto de partida. Las obras, sobre todo cuando son proyectos tan grandes y con una ambición clara, pues rara vez te permiten ser quien eras cuando comenzaste”, continúa.
TEMAS Y PERSONAJES.
Dentro de los temas y personajes que el Vicente Herrasti destaca en “Las muertes de Genji” se encuentran supersticiones y tradiciones de la religión original japonesa de época, shintoís- piraste en las piedras que alzaron catedrales antiquísimas, catedrales que son fuente de conocimiento, pero también de opresión, ¿cómo se refleja esto en tus pinturas? Sí. Efectivamente hice referencia a las catedrales góticas. Eran el sitio privilegiado para catequizar a una multitud de fieles iletrados. Ahí se esculpían pasajes bíblicos y la gente era capaz de reconocer la historia sagrada en ellos. Con frecuencia aparecen rocas y montañas en mis obras, soporte duradero y símbolo de estabilidad, donde se asienta la historia de mo, que en la época de Morisake Shikibu se sincretizó con el budismo que llegó a través de China.
Por ejemplo, en la tradición japonesa hay maneras de nombrar el propio espíritu que, cuando duermes, puede intentar salir del cuerpo e incidir en la realidad, incluso si uno no sabe. Cuando se trata de espíritus de personas muertas reciben un nombre diferente y el autor retoma estas presencias para su relato.
“La obra la concebiría como una obra de misterio, de suspenso y hay una relación con lo sobrenatural”, indica.
“Mi mayor afán era construir personajes propios, cuya la civilización en toda su gloria y miseria. Aunque ahora veo con estupor que es en el aire, en el éter o como dicen los que saben, en Drive, donde el conocimiento humano se concentra y curiosamente, se dispersa.
Es una Enciclopedia en donde pasado, presente y futuro están en un solo espacio, ¿cómo piensas el tiempo en estas obras que presentas?
El tiempo: pasado, presente y futuro es un continuo. Somos un haber sido. Todo es una intersección de tiempos que se alimentan entre sí. De manera que como dice la canción «¿cómo podemos darle marcha atrás al mecanismo del reloj?»
Respuesta: «sólo hacia adelante» y adelante está, precisamente, el pasado, como puede atestiguar un escritor. El pasado nos define igual que el futuro, el presente es el campo de batalla en el que nos movemos.
Retratas en esta exposición una modernidad, pero sin futuro promisorio, más bien la circunstancia girara en mayor o menor medida alrededor de la obra original de Shikibu, pero mi obra es un 95% ficción”.
¿Encuentras relación entre los personajes femeninos japoneses y los de la literatura mexicana?
“Mira, más que con la literatura mexicana, los personajes femeninos, que siempre han sido muy importantes, pero en este caso lo son más porque en los últimos años -de unas décadas para acá- se ha tomado como estandarte la obra de Shikibu en contextos feministas, tanto dentro de Japón como fuera de Japón”, responde Vicente Herrasti.
Las piezas tienen esa carga surrealista y simbólica, pero en general, veo mi trabajo como una narración y aquí es donde penetramos en el mundo de la narración literaria, pero ese ya es tema de otra conversación. Yo creo que el surrealismo tiene puesto un pie en la divinidad inmaterial y otro pie en la realidad tangible. Al corazón y la mente del hombre no le basta ese de por sí, fantástico mundo de la creación. Necesita recrear lo que ya existe con imaginación, herramienta eminentemente humana. El tiempo sufrió la distorsión de la memoria en Salvador Dalí y volvió de chicle sus relojes en “La persistencia de la memoria”, mientras que, en el cuadro emblemático de mi exposición, “Nostalgia sensual de sábado en tarde triste”, los relojes buscan con ímpetu cómo fertilizar la casa de la memoria. El surrealismo es un mundo de símbolos y por lo mismo, una feroz jungla semiótica. Los significados se resignifican según la cadena y el orden en el que los ubicamos. ¿Quiero que los relojes también sean una jaula?, perfecto, ¿qué quiere decir eso? Probablemente que los recuerdos quedaron resguardados contra el olvido en sus pequeñas prisiones .
“Además, es un contexto muy justo y por esto dentro de la novela, hay un feminismo que está nutriendo constantemente el relato, todos los relatos que componen la novela. Y para mí era muy importante reflejarlo”.
“En el fondo, yo creo que los admiradores de Shikibu nos plegamos ante la femineidad como base de su genio. No podemos, el día de hoy, cerrar los ojos ante el hecho de que la señora es mujer y probablemente sea uno de los principales factores de que se tardara tanto en asimilar en occidente el gigantismo de Murasaki Shikibu en la literatura”, concluye .