
8 minute read
Eleane Herrera - Página
from 16-06-2022
Alma Delia Murillo “Los hombres abortan al abandonar a los hijos y ni los persigue la ley ni la iglesia”
Esta novela, “La cabeza de mi padre”, tiene gran eco porque millones conocen el desamparo paterno, añade
Advertisement
Entrevista
Eleane Herrera Montejano
Carolina.herrera.montejano@gmail.com
“Somos legión los que venimos de familia descompuesta, hablemos de eso para que dejemos de sentir vergüenza”, expresa la escritora Alma Delia Murillo de la Cruz, quien a sus 40 años se armó de una fotografía vieja y emprendió un complicado viaje por la carretera, a través de las palabras y relatos familiares, para buscar a su padre.
Lo encontró y, son dicha búsqueda y el proceso de reconfiguración personal que conlleva este tipo de sucesos, los que narra en su reciente novela “La cabeza de mi padre” (Alfaguara).
En conversación con Crónica, la autora considera que esta historia ha tenido un gran eco en sus lectores porque millones de mexicanas y mexicanos conocen la condición de ser abandonados por su padre.
Tu relato se suma a los de muchas personas que buscan a sus familiares en distintas circunstancias, ¿crees que se puede hablar de una literatura de la búsqueda en México? “Es una pregunta tremenda porque sí hay una cierta convergencia en este buscar. Se intersecta, en efecto, con todas estas familias rotas y desmembradas por una condición mucho más trágica y dura que son los desaparecidos. Estas mujeres, que son las madres, que andan buscando en la tierra los cuerpos de sus hijos en la mayoría de los casos”.
“Es chocante”, continúa, “hay algo que se intersecta y me atrevo como mera intuición que es inevitable escapar a la realidad de un país como este: una pobreza brutal, inequidad inhumana que se ve potenciada por la impunidad. El tipo de relatos familiares que forma están atravesados por ese dolor muy grande. Al final, lo que dice es que las familias mexicanas están rotas”. “Hombres que abortan”, porque ellos lo hacen con los hijos ya nacidos, al abandonarlos.
“Simplemente desaparecen y no los persigue la ley, ni la iglesia. ¿Dónde está próvida? ¿Dónde hay todo un movimiento diciéndoles cómo se atreven asesinos a abortar a sus hijos ya nacidos? Mientras que para nosotras ha sido un derecho que se ha tenido que ganar con pelea, sangre, sudor, lágrimas, muchas vidas y muertes de mujeres que han recurrido a abortos clandestinos: esa la ley va de a poco en los estado, entonces a nivel sistémico me parece una gran deuda del Estado a nivel social”, ahonda.
Por otra parte, en esta novela la autora decidió explorar el camino de su relato personal y encontró que los arquetipos con los que se carga la idea de familia, maternidad y paternidad se construyen desde un lugar “espantoso, mentiroso”.
“Puse las piezas de dominó juntas, tiras la primera y se caen en línea: no hay padre perfecto, madre perfecta, hija perfecta, familia perfecta”.
Añade que al encontrar que su padre era un muchacho de 23-24 años con una difícil elección frente a él y una condición de vida muy dura la llevaron a un sitio de empatía. “Lo entiendo. Por eso ha valido la pena para mí hacer el relato”.
¿Qué piensas de la forma en que socialmente se lidia con esta herida del abandono paterno? En México hacemos muchos chistes, ¿cuál es tu opinión? “Creo que todo cabe en la experiencia humana. Socialmente está muy permitido el abandono de los padres –a tal punto que hacemos bromas- y desde luego no lo celebro… pero por otro lado, ¿qué sería de la experiencia humana si no diéramos una salida humorística a tantas cosas que nos pasan?”
Sobre el tema de cómo se aborda la herida, Alma opina que, para empezar, ni se aborda. “A lo mejor por eso mi libro está encontrando resonancia, no se trata de dar datos sino decir que esa herida existe y duele. Es difícil y luego decir que todos estos que crecimos sintiéndonos inadecuados, raros, los que no teníamos papa o familia perfecta… los que estábamos mal, con el paso de los años te das cuenta de que la verdadera anomalía es ese invento llamado familia perfecta” .
Hoy tenemos familias rotas y desmembradas por una condición mucho más trágica y dura que son los desaparecidos, dice Alma Delia Murillo.
Entre los datos que ilustran sus palabras, Alma Delia destaca que existen 26millones de hijos abandonados en México. “Es la estadística más conservadora, pero en algunos sitios se habla del 40% de hogares sin padre porque éste se fue. Es un dato bestial, casi la mitad del país”.
Sin embargo, más allá de los datos, reconocer la ausencia del padre resulta de un simple ejercicio de observación.
ABORTAR EL ABANDONO
“En términos de un sistema que lo permite está del carajo”. La autora explica que en el libro hay un capítulo llamado
Trayectoria
Es autora de la columna sabatina «Posmodernos y Jodidos» en SinEmbargoMx. Estudió Literatura Dramática y Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM) y es una “godínez” rehabilitada luego de veinte años de trabajar en el inenarrable infierno de los corporativos. Ha publicado la novela Las noches habitadas (2015) y el libro de cuentos Damas de caza (2010).
Pedro Ángel Palou presenta su reciente libro “México”, una historia de ruinas y esplendor de la capital
Reyna Paz Avendaño
reynapazavendano@gmail.com
Colocar placas y cambiar el nombre a las calles de cualquier ciudad son actos insuficientes para entender el pasado, es necesario hablar de los personajes desde su vida cotidiana, desde sus tragedias, desde la intimidad y no únicamente referir a la vida de los políticos. Bajo esa premisa el autor Pedro Ángel Palou (Puebla, 1966) realizó un recorrido por el Centró Histórico de la Ciudad de México a propósito de su reciente novela «México».
La obra editada por Planeta, narra los años de 1521 a 1985 a partir de cuatro familias: los Cuautle, los Santoveña, los Landero y los Sefamí, en donde la Ciudad de México resurge siempre desde abajo, desde sus ruinas.
“Abarco muchos siglos, amalgamo todo porque mi idea es que sea una serie de sacudidas para que el lector se imagine la ciudad desde re-imaginar el pensamiento colonial”, dijo.
A manera de antiguía, Palou inició el recorrido con medios de comunicación en la Alameda Central enfatizando que la ciudad es la protagonista de su novela. “Es la ciudad de familias que tienen vidas distintas, de clases sociales distintas, de culturas distintas y de religiones distintas porque una familia es judía y llega a México en el porfirismo”. La Alameda es un lugar que casi no visitamos más porque la sustituimos por los malls, añadió. “La Alameda fue durante mucho tiempo el sitio de reunión y no el zócalo que le llamamos así porque Santa Anna quiso hacerse una de sus tantas esculturas y le habían puesto un zócalo, una especie de tarima, a lo que hoy es el zócalo”.
La Alameda estaba rodeada de canales y eso plasma el autor en su novela. “Esta fue una ciudad lacustre y se nos olvida salvo porque los edificios están ladeados, se nos olvida que el transporte y comercio se hacía por agua”.
Palou citó a la historiadora Bárbara E. Mundy con quien concuerda al plantear que el mundo indígena y el mundo español -incipiente de unos cuantos soldados misioneros-, debían tener un diálogo permanente.
“El antiguo control gubernamental indígena, las parcialidades o los barrios estaban controlados por un gobernador indígena. Esta ciudad no expulsó a los llamados indios del Centro Histórico, convivió con ellos”, comentó.
El autor señaló que es necesario cambiar dos grandes mitos con los que fuimos educados los mexicanos, el primero es la idea de que Tenochtitlan cayó en 1521.
“Nunca cayó esta ciudad. Los misioneros usaron la caída de Jerusalén como un parangón para decir que venía una nueva Jerusalén que estaban fundando con el catolicismo, pero con al ver la gobernanza de los barrios

Pedro Ángel Palou recorrió las calles del Centro Histórico para presentar su libro.
y de cómo convivían queda claro que la ciudad nunca murió, siempre estuvo habitada, siempre fue mestiza, mezclada”, indicó.
Otro mito que derriba es que el tlatoani Moctezuma no era supersticioso.
“No estaba convencido de que los españoles fueran seres superiores, todos fuimos educados de que ellos tenían pólvora y caballos, pero no es cierto, fue una guerra de cuerpo a cuerpo exactamente como eran las guerras sin españoles, con armas que herían y no mataban porque la idea era tener prisioneros”, dijo.
El autor comentó que las placas que se colocan en las calles del Centro Histórico señalan lo visible según el poder político y cultural en turno. “La única manera de romper eso sería ampliando el canon y el repertorio de la gente que estuvo viviendo aquí, por ejemplo, cuántas mujeres, cuántas monjas importantes hubo, no solamente fue Sor Juana, está Mariana Águeda de San Ignacio, la primera monja teóloga del orbe hispano. Si uno hiciera eso, sí valdría la pena las placas o los cambios de calles porque las calles. Mejor conozcamos la ciudad”, expresó.
Palou afirma que siempre ha habido lugares de democracia social en la Ciudad de México y ahí es donde coloca a las familias de su novela.

RECORRIDO
Además de la Alameda Central, Pedro Ángel Palou también recorrió el Palacio de Minería, el Nacional Monte de Piedad, la Catedral Metropolitana, Templo Mayor, el Hospital de Jesús y la Casa de Humboldt.
Entre otros datos históricos que nutren su novela, narró que Güemes, virrey de la Nueva España en el siglo XVIII, realiza la traza de la ciudad y llega el pensamiento criollo: decir somos españoles pero esto es de nosotros, no tiene que irse a España, es algo que estamos construyendo. Ese virrey trajo al primer músico español a la Corte, un músico italiano: Ignacio de Jerusalem y Stella, que tuvo la suerte de ser el primer músico contratado por el estado .