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HISTORIA EN VIVO

Los panes prodigiosos de María Poblete: la radiografía de un milagro

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Bertha Hernández historiaenvivomx@gmail.mx

Pues sí: ahí estaba don Antonio Núñez de Miranda, padre jesuita, predicando su sermón. Era el 23 de enero de 1678, y aquel severo sacerdote, que al paso del tiempo se haría famoso por ser nada menos que el confesor de Sor Juana Inés de la Cruz, estaba, en esos momentos, alabando, nada menos, que un milagro que se obraba por mano de una buena mujer, María de Poblete, quien un buen día reveló que tenía un don insólito: el restituir panecillos a su estado original, después de desmenuzarlos en una tinaja. De hecho, aquella señora llevaba treinta años realizando su hazaña, pero una cosa era el chisme y la sorpresa, y otra muy diferente que al acontecimiento se le tildara, con toda formalidad, de “milagro”.

Desde luego, la historia llevaba años corriendo por toda la ciudad de México, y sus fervorosos habitantes se habían sentido embargados de emoción: buena tierra era esta, donde una mujer común y corriente podía ser el instrumento por medio del cual Dios les recordaba a los novohispanos su presencia y amorosa vigilancia.

Si personajes como el jesuita Núñez de Miranda, todo sapiencia y prudencia, daba por bueno el suceso y lo calificaba de milagro, tenía que ser un milagro. No hacía ni un mes que el chantre de la Catedral, don Isidro Sariñana, había predicado en el convento del Carmen y sus palabras fueron para declarar su gozo y su devota alegría respecto del milagro que salía de las manos de María de Poblete.

Por si fuera poco, aquel milagro tenía declaratoria oficial, después de tanto tiempo: a fines del año anterior, 1677, nada menos que el Virrey y Arzobispo de México, don Payo de Rivera, emitió un auto donde daba por milagrosa la curiosa habilidad de la señora de Poblete, y autorizaba que se predicara acerca del asunto, que se escribiera e imprimiera sobre ello, con la seguridad de que, así, crecería la devoción de los novohispanos.

Porque los dichosos panecillos origen del prodigio, no eran unos panes cualesquiera: se trataba de los buenos panecitos de Santa Teresa que hacían las monjas del convento de Regina, y que en manos de María de Poblete se habían convertido en una señal de la bondad divina y de los buenos oficios de Santa Teresa de Ávila para con los habitantes del reino.

De manera insólita, y hasta un poco extravagante, los habitantes de la ciudad de México de mediados del siglo XVII se acostumbraron a que Santa Teresa de Ávila obrara prodigios a través de una mujer llamada María de Poblete, para darle a los panecillos que llevaban su nombre y que se elaboraban en el convento de Regina, virtudes curativas.

EN LAS ENTRAÑAS DEL MILAGRO

De los siglos virreinales, los mexicanos heredamos historias que involucran el milagro, el prodigio y la maravilla, todos fenómenos de fe en un mundo que era completamente católico. Muchos de aquellos sucesos, donde sencillamente no se pude determinar el punto donde los hechos reales comienzan a volverse narraciones fantásticas, pasaron a la cultura nacional convertidos en leyendas, que se han transmitido, de manera oral y por escrito e impreso, de generación en generación, a pesar de las críticas de escritores, periodistas e intelectuales que veían en aquellas consejas la mejor manera de criar a un pueblo crédulo y supersticioso.

El caso de los panes milagrosos de María de Poblete es uno de ellos, y en su momento atrajo la atención de cronistas como Luis González Obregón y Artemio de Valle Arizpe, quien, amante de la buena mesa, tomó como punto de partida la historia para cantar loas a las exquisiteces y sabrosuras que salían de las cocinas de los conventos de la Nueva España, y, entre tantas maravillas como enumera el bueno de don Artemio, cuando la gula del lector ya se ha manifestado, ¡zas! Aparece la historia de los panes y doña María.

Pero en este caso, detrás del milagro, había mucho más: si los cronistas del siglo XX pudieron hablar con detalle del asunto, es porque el expediente del milagro existe, consta de casi 400 hojas y se resguarda en el Archivo General de la Nación. Demasiadas molestias, podría pensar un escéptico, para un suceso que difícilmente podía probarse más allá de la palabra, plasmada hace siglos, en un pliego de papel, de quien dijera haber visto o creído ver el prodigio.

Pero ahí está el expediente del milagro de María de Poblete, y tiene detrás una historia de relaciones de poder donde, por más dudas que despertara, a la hora de la hora, gente poderosa decidió que mejor las cosas se quedaban como estaban y aquella mujer seguiría siendo considerada el instrumento de un milagro. Por eso se trata de una leyenda con un final que bien puede calificarse de feliz. ¿De qué se trataba el mentado prodigio? ¿Quién era esta mujer? María de Poblete era una mujer de familia devota y conocida: hermana, nada menos, que de Juan de Poblete, deán de la catedral de la ciudad de México. Tenía doña María seis hijos y un esposo, don Juan Pérez de Ribera, de oficio escribano —equivalente a nuestros notarios de hoy— al que los testimonios definen como “tullido”, y, de hecho, como primer beneficiario del milagro.

También tenían los Poblete una prima, monja en el rico convento de Regina, que, aparte de poderoso, tenía fama por las sabrosuras que salían de sus cocinas. Aparte de buenos manjares y delicadas golosinas, producían algunas curiosidades, como los panecitos de Santa Teresa, que tenían la imagen de la santa dibujada en la corteza, que eran bendecidos y se llevaban a la mesa de los enfermos, que los comían entre oraciones, esperando recobrar la salud.

Un día de 1648, María de Poblete descubrió —así lo contó— que el panecito que había pulverizado en una pequeña tinaja, para disolverlo en agua y dárselo en esa forma a su enfermo esposo, se había reconstituido y recobrado su forma original. Cinco veces se repitió el prodigio y, con mentalidad práctica, el esposo de doña María llamó al escribano Miguel Pérez Lozano para que diera fe del suceso. Con el gesto, no solo hicieron pública la maravilla que obraba en su hogar, que era, por cierto, la casa del deán: también generaron un documento legal para dar más veracidad a sus dichos.

LA INDUSTRIA DEL MILAGRO

Claro que, al hacerse público el suceso, media ciudad acudió a la casa de los Poblete para ver con sus propios ojos el prodigio, que, ni por un segundo despertó dudas acerca de su naturaleza milagrosa y divina. A nadie se le ocurrió desconfiar, pensar que podría tratarse de una jugarreta de Satanás, o, simplemente, una tomadura de pelo. Y es que los Poblete eran gente honorable, caray. ¡Si doña María era hermana del deán!

De manera insólita, los novohispanos se acostumbraron al “milagro” como asunto cotidiano: pasaron más de 25 años y doña María seguía obrando su prodigio de moler el panecito en la tinaja, un trasto sin mayor mérito, hecho en el pueblo de Jocotitlán. En el recipiente, con un poco de agua, se depositaban las migajas, y en el curso de unas pocas horas, ahí estaba el pan reconstituido. La gente dio en llevarle sus panes a doña María para que los moliese y los “reconstruyese”, y luego se los llevaban a casa para curar a sus enfermos. A eso se reducía todo el asunto, y así se repitió durante años. Gran ciudad era la de México, donde un “milagro” se repetía, una y otra vez, a lo largo de los años, sin que la autoridad eclesiástica levantara la ceja con cautela y escepticismo. Pero, para mantener la seriedad, en 1673, el esposo de doña María llamó a otro escribano, Lorenzo de Mendoza, para que volviera a dar fe del prodigio y se refrendara la calidad del milagro.

Don Juan de Poblete, el deán, se sintió obligado a ser cauto con el “milagro” de su hermana, y se puso a hacer experimentos: la gente contaba cómo el señor deán se quedaba por horas esperando ver la reconstitución de los panes, cómo probó con panes de otros conventos, o adornados con otras imágenes de santos, y comprobó que eran solamente los panecillos de Santa Teresa los que se reconstituían, dejando en la tinaja, es ese poquito de agua, la imagen de la santa, y en el fondo quedaban algunos restos de harina. Sólo entonces, respaldó el “milagro”.

Lo más curioso de todo ese asunto, fue que, sólo después de ¡veintiséis años!, al Arzobispo Virrey Fray Payo de Rivera le pareció que ya estaba bien de alboroto en torno a los panecillos milagrosos, y decidió aplicar la prueba del ácido: convocó, en 1674, a una junta de sabios teólogos, y los puso a trabajar para desentrañar el misterio —

Berenice entrega su amor y un riñón a su esposo Marco Antonio

Caso no frecuente sin consanguineidad de donador vivo; el IMSS resuelve la operación

Cecilia Higuera Albarrán

nacional@cronica.com.mx

En un caso no frecuente de donador vivo a receptor sin consanguineidad, Berenice logró que le trasplantaran uno de sus riñones a su esposo Marco Antonio, quien padece hipoplasia renal, es decir, disminución congénita (desde el nacimiento) del tamaño de este órgano. “Este es un caso no frecuente en donadores vivos, donde no tienen consanguineidad, pero existe el lazo amoroso como principal razón, al grado que ella se somete a cirugía de extracción sin ningún compromiso”, comentó el doctor Juan Antonio Frías Rivera, cirujano general y encargado de la Unidad de Trasplantes del Hospital General de Zona, número 48 “San Pedro Xalpa”.

PROTOCOLOS

En dicho nosocomio, siguiendo un estricto apego a los protocolos de seguridad e higiene, tanto para el receptor como para la donante y todo el equipo de especialistas, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se llevó a cabo el procedimiento.

Marco Antonio, de 34 años, desarrolló insuficiencia renal crónica desde hace dos años y aunque en un principio se tenía contemplado llevar a cabo el trasplante de manera anticipada (previo a diálisis), el paciente desarrolló enfermedad por COVID-19 en diciembre de 2020, motivo por el cual se decidió comenzar a darle terapia sustitutiva con hemodiálisis.

COMPATIBILIDAD

En este mismo sentido, el doctor Juan Antonio Frías Rivera, refirió que desde hace más de un año se inició el protocolo para el trasplante con su esposa, de 36 años, una paciente joven, sana y sin antecedentes de importancia, y con quien además del amor que los une, para fortuna de ambos comparten el mismo grupo sanguíneo; factores que permitieron que ambos fueran compatibles para llevar a cabo este procedimiento.

El galeno aseveró que una persona sana puede donar un riñón, “cuando se somete a algún potencial donador a protocolo de estudio, se valora de manera integral y al final se presenta al comité de trasplantes y de acuerdo a todo lo an-

Transplante. Berenice y Marco Antonio, unidos más allá del corazón.

terior se autoriza para la donación, con la primicia de proteger y mantener la salud de la persona donante”.

NO TUVO QUE ENLISTARSE

La posibilidad de obtener un donante por muerte encefálica en el país es baja, debido a que la lista de espera a nivel nacional es de unas 15 mil personas en espera de un riñón, con una tasa de donación de 3.6 por cada millón de habitantes, por lo que en México se tiene que disponer de donantes vivos; a diferencia de otros países donde la donación por muerte encefálica es mayor (aproximadamente 30 donadores por millón de habitantes).

En el trasplante participaron un gran equipo multidisciplinario incluyendo al titular de la Oficina de prestaciones médicas del IMSS en la Ciudad de México Norte, el doctor José Antonio Zamudio González, y realizaron con éxito este procedimiento quirúrgico.

Desde el inicio de la pandemia este hospital fue asignado para la atención al 100% de pacientes enfermos de COVID-19, afortunadamente con la disminución de los casos y cambio de semáforo epidemiológico, fue posible el trasplante —

La CDMX indemnizará con 1 mdp adicional a familias de fallecidos en L12

La póliza del seguro del STC Metro entregada a familiares de personas fallecidas incrementó de 650 mil a 870 mil pesos

Tragedia

Redacción

metropoli@cronica.com.mx

Como parte de los planes de reparación integral de daños a víctimas de la Línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro, el Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAVI), otorgará de manera adicional 1 millón de pesos a los 26 núcleos de familia de personas fallecidas.

“A dos meses de haber ocurrido el lamentable suceso de la Línea 12 del Metro, seguimos manifestando nuestra solidaridad y sobre todo nuestra ocupación en privilegiar y atender a las víctimas directas e indirectas”, expresó el titular de la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México, Alfonso Suárez del Real.

El titular de la CEAVI, Armando Ocampo Zambrano, detalló que este organismo adscrito a la SECGOB inició la notificación a familiares para poder entregar el monto de 1 millón de pesos en el transcurso de la semana.

Asimismo, el comisionado informó que la póliza del seguro del STC Metro entregada a familiares de personas fallecidas incrementó de 650 mil a 870 mil pesos, los cuales se han entregado a 23 familias, mientras que las tres restantes podrán aceptarlo cuando lo consideren conveniente.

“De tal suerte que la suma de este millón de pesos más los 870 mil pesos que ya se entregó a través de la póliza de seguro, más los 50 mil pesos que se entregaron por medidas alimenticias, esto implica que, al finalizar la semana, habremos de indemnizado con 1 millón 920 mil pesos a los 26 núcleos de familia que resintieron la pérdida de un familiar”, precisó.

De acuerdo con las afectaciones presentadas y conforme a un dictamen de salud, el funcionario dijo que fueron indemnizadas 82 familias de personas lesionadas, que en su totalidad suman 108 núcleos familiares atendidos de manera integral.

Referente a las medidas de reparación colectivas, el titular de CEAVI actualizó que se han dado 253 becas de manutención para que niñas, niños, adolescentes y jóvenes concluyan estudios hasta de nivel superior; 145 personas han sido incorporadas al trabajo en dependencias de Gobierno o en el sector privado; y se ha concretado la entrega de 60 casas habitación, 114 acciones de mejoramiento de vivienda propia y 19 cancelaciones de crédito de vivienda.

Recordó que en todos los casos hubo cobertura médica absoluta y gratuita, se cubrieron servicios funerarios y suministro de insumos médicos requeridos y se atendió a familiares y personas lesionadas en carpas instaladas en hospitales y en la Mesa Centralizada de Trámites.

“Reiteramos y refrendamos nuestro compromiso en el sentido de que ninguna familia quedará en desamparo, seguiremos informando y atendiendo las necesidades de forma integral según se requieran”, expresó.

Con cinco personas aún en nosocomios, de manera acumulada se han realizado 11 mil 837 acciones alimenticias, 269 de alojamiento y mil 235 traslados para familiares de hospitalizados, a quienes se les da seguimiento y orientación para trámites institucionales. Además, 61 personas son atendidas de manera gratuita en el Instituto Nacional de Rehabilitación.

En cuanto a brigadas de asistencia médica, psicológica y social, se han realizado 2 mil 174 visitas domiciliarias en beneficio de 3 mil 108 personas, y se mantiene seguimiento, atención y asistencia personalizada, para lo cual se designó un enlace servidor o servidora pública.

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“Al fi nalizar la semana, habremos de indemnizado con 1 millón 920 mil pesos a los 26 núcleos de familia que resintieron la pérdida de un familiar”, señala el titular de la CEAVI Armando Ocampo

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