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Más preguntas que respuestas, en el caso de los nuevos LTG
from lcdh010823
by cronica
¿Los libros de la Nueva Escuela Mexicana ya están disponibles en su versión Braille, para alumnos invidentes? ¿Ya se produjeron los libros para alumnos con debilidad visual, llamados “macrotipos”, mucho más grandes que el libro “estándar”? ¿Y los libros en lenguas indígenas? ¿Y los materiales para preescolar?
Controversia
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Bertha Hernández
Segunda
parte
Decir Libros de Texto Gratuitos también quiere decir uso de recursos públicos. Sí, se entregan en propiedad, y de manera gratuita a los alumnos de todas las primarias del país y a los de las secundarias públicas, pero se pagan con los impuestos de los mexicanos. Por eso, la llegada de una nueva generación de materiales de estudio provoca preguntas que la autoridad educativa federal todavía no responde, respecto del uso de nuevos textos y de la continuidad de programas que ya beneficiaban a la población escolar.
CUÁNTOS EJEMPLARES, EN QUÉ FORMATOS, QUE CUESTAN CUÁNTO DINERO
El viernes 28 de julio, la titular de la SEP, Leticia Rodríguez Amaya, hizo una breve presentación de los nuevos libros de texto gratuitos. Señaló que, a partir del cuarto año de primaria, los alumnos emplearán el libro “México, Grandeza y Diversidad”. Si esto es cierto, plantea problemas de logística que la Dirección General de Materiales Educativos de la SEP, encabezada por Marx Arriaga, todavía no aclara.
“México, Grandeza y Diversidad” es una obra de importancia, coeditada desde 2021 por las secretarías de Educación Pública, de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Es un libro de 20 capítulos en 476 páginas, que originalmente tuvo un tiraje de 4 mil ejemplares. Este formato lo convierte en un libro poco viable para el uso en primaria, tanto por costo como por su manejo físico. En este 2023 se hizo una reedición que divide a la obra original en 10 fascículos, formato que facilitaría su uso. Pero, hasta el momento, la SEP no ha indicado qué parte del libro se usaría en cuarto grado, cuál en quinto y cuál en sexto, y si se trabajará con el formato impreso o con el digital.
El año pasado, “México, Grandeza y Diversidad”, que se puede ver y descargar en la dirección electrónica https://mexicograndezaydiversidad.inah.gob.mx/publicacion.html, tanto en su presentación original como en el formato de fascículos, causó controversia por una difusión incompleta. Los capítulos son obra de importantes historiadores, arqueólogos, antropólogos y especialistas de otras ciencias sociales. La polémica se detonó a causa del último capítulo, de la autoría de Armando Bartra, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, y que no es un texto de carácter histórico, sociológico, antropológico o arqueológico, sino un acercamiento al proceso de configuración del movimiento político que llevó al triunfo electoral a Andrés Manuel López Obrador. Versiones acerca de su uso por profesores de educación básica en los salones de clases generaron acusaciones de “adoctrinamiento”, que el gobierno federal no se molestó en desmentir. Ahora que el libro formará parte, de manera oficial, de los materiales de estudio, ese último capítulo, muy probablemente, volverá a ser materia de discusión.
Pero no es el único tema en el que la autoridad educativa debe informar: hasta el momento, la autoridad educativa no ha informado qué ocurrió con el libro de Geografía para sexto año de primaria, que presentó en el primer año del sexenio, durante la gestión de Esteban Moctezuma, primer titular de la SEP en esta administración. Se trataba de un libro de pasta dura, cuarta edición del elaborado en 2010 (es decir, en la administración calderonista) que debería ser devuelto a fin de curso para que se aprovechara por los estudiantes del siguiente ciclo. El libro, que puede consultarse en https://multimedia.conaliteg.gob.mx/libros_hojas/H2019P6GEA.html#page/1 fue una víctima más de la pandemia de COVID-19, pues se quedó en los salones de clases, con una suerte incierta. Al cambiar el proyecto educativo, no se incluyó en los nuevos libros, y no se sabe si las escuelas lograron conservarlos.
Hace falta información: se anunciaron materiales para primaria y para una parte de la educación secundaria, pero no se ha informado de la operación, para el ciclo escolar 2023-2024, de programas ya consolidados y establecidos a lo largo de sesenta y cuatro años de trabajo: ¿Los libros de la Nueva Escuela Mexicana ya están disponibles en su versión Braille, para alumnos invidentes? ¿Ya se produjeron los libros para alumnos con debilidad visual, llamados “macrotipos”, mucho más grandes que el libro “estándar”? ¿Y los libros en lenguas indígenas? ¿Y los materiales para preescolar? Como la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito (Conaliteg) efectúa los procesos de impresión y producción de libros de texto gratuito a partir de los oficios de liberación que emite la Dirección General de Materiales Educativos, es, nuevamente, Marx Arriaga, como responsable directo, quien tiene las respuestas. Y no son preguntas políticas: cada uno de esos conceptos se remiten a una necesidad concreta de estudiantes de primaria de todo el país, en el día a día en el salón de clases.
EL DELICADO TEMA DE LOS LIBROS DE SECUNDARIA
El conjunto de libros de texto gratuitos que circulan de manera informal y en formato electrónico por docenas de publicaciones en redes sociales como Facebook o X -antes Twitter- incluye un paquete de textos para primer año de secundaria: Lenguajes, Ética, Naturaleza y Sociedades, De lo Humano a lo Comunitario, y Un Libro sin Recetas, dirigido a los docentes. La decisión de la autoridad educativa de rebasar con ediciones propias el programa que había funcionado desde fines del siglo XX, propicia una modificación importante en el mercado de libros de texto.
El programa para secundaria, establecido en el sexenio de Ernesto Zedillo, consistía originalmente en la compra de libros de texto a las editoriales privadas; se entregaban en préstamo a los alumnos de las escuelas públicas, y debían devolverse a fin de curso. Esta primera versión no funcionó del todo: muchos libros se devolvían maltratados, incompletos o no se devolvían.
Esta es la portada del primer libro de texto gratuito para primer año, editado en 1960. En dos ocasiones, el presidente López Obrador presumió un facsimilar de este libro, pues es el que tuvo en su infancia. Lo que no le dijeron es que ese facsimilar había sido producido en la administración calderonista.
“La Patria”, óleo pintado por el jalisciense Jorge González Camarena en 1961, y que hoy es patrimonio de la Conaliteg, todavía está asociada a la educación pública: se encuentra en los lomos de los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana.
Se renovaba la compra después de tres o cuatro ciclos de uso, pero después de un periodo así, y en manos de adolescentes, los textos quedaban inservibles.
En el sexenio de Vicente Fox se modificó el programa: Por medio de la Conaliteg, se siguieron comprando libros de texto de secundaria, pero desde 2003 se empezaron a entregar en propiedad, como los de primaria. Se integraba un catálogo con textos de las diversas editoriales que participan en el mercado de secundaria, previa revisión y aprobación de los materiales por parte de la SEP. Los profesores de las diversas asignaturas elegían, de ese catálogo, el que mejor se adecuara a su planeación del curso. Idealmente, “personalizados” de esa forma, los libros llegaban a las secundarias públicas. El programa funcionó razonablemente, con márgenes de error en la relación entre título seleccionado y entrega, hasta que en la administración lopezobradorista empezó a retrasarse en la publicación del catálogo, y por tanto, en los tiempos de selección.
Aún falta mucha información acerca de los diversos programas que hoy constituyen el conjunto total de Libros de Texto Gratuitos: no se ha informado sobre libros en Braille para invidentes, libros para débiles visuales y materiales para preescolar.
Alterar esos tiempos supuso el desfase de contratación, producción y distribución de libros del que CRÓNICA dio cuenta en el primer ciclo escolar de esta administración. Este año, cuando se presentan nuevos libros e inciden en secundaria, el proceso generó incertidumbre: el titular de la
Recuento
Las disputas por los contenidos de los libros de texto gratuitos resurgen, una y otra vez, a través de los años. En los tempranos años setenta, cuando la reforma educativa del gobierno de Luis Echeverría Álvarez supuso la renovación total de los materiales, no solo se criticaron los libros de ciencias naturales; se vio con mucha desconfianza la desaparición de asignaturas como Lengua Nacional e Historia y Civismo por Español y Ciencias Sociales, pero esa fue la primera vez en que especialistas de instituciones de alto nivel académico participaron en la elaboración de contenidos: a cargo de especialistas de El Colegio de México quedaron los libros de Español y Ciencias Sociales, los de Matemáticas y Ciencias Naturales fueron trabajados por investigadores del CINVESTAV. El escándalo por los elementos de educación sexual minimizó las reacciones al hecho de que los textos de ciencias sociales ya hablaban de Darwin, Freud y Marx, y de los turbulentos años sesenta.
En 1992, la producción de un libro que regresaba a la asignatura de Historia -sin Civismo- produjo revuelo entre personajes de la vida pública que hoy son funcionarios federales: El libro, producido por un grupo de especialistas encabezados por el historiador Enrique Florescano, con revisión de José Emilio Pacheco, fue denunciado como “un intento de legitimar el porfiriato”. Aquel libro solamente se empleó durante un ciclo escolar porque a nadie dejó contento: hubo coincidencia entre intelectuales de izquierda como Paco Ignacio Taibo II (hoy director general del Fondo de Cultura Económica) y altos mandos de las Fuerzas Armadas, que vieron mal la eliminación de las figuras heroicas de la narrativa histórica para para prima- ria, como los Niños Héroes. Tampoco gustó que se dedicaran ¡dos párrafos! A la represión del movimiento estudiantil de 1968. La izquierda reclamó que se hablara de Agustín de Iturbide sin satanizarlo. Los historiadores responsables simplemente respondieron que habían tratado reflejar el conocimiento histórico que se había generado en el desarrollo de la disciplina y transmitirlo a las aulas de nivel básico.
DGME, Marx Arriaga, acusó a las editoras privadas de “lucro indebido” con los precios de los libros para secundaria, en un discurso que se parece mucho a algunas observaciones que, en 1960, hicieron tanto Jaime Torres Bodet como Martín Luis Guzmán sobre el mercado de libros para primaria. Dejar de comprar libros de texto a las editoriales privadas sería un duro golpe para ellas.
La Cámara Nacional de la Industria Editorial respondió, en marzo pasado, con una carta abierta, que puede leerse en https:// caniem.org/carta-a-la-opinion-publica-sobre-los-libros-de-texto-gratuitos/ , donde la organización empresarial y las 32 editoriales que publican libros de texto de secundaria manifestaron su voluntad de continuar colaborando con la autoridad educativa federal para seguir produciendo materiales para los 5 millones y medio de alumnos que cursan en el país este nivel educativo. Lo que está por verse es si la SEP, a través de la Dirección General de Materiales Educativos, está dispuesta a ello.
El movimiento estudiantil de 1968 en los libros de texto volvió a “ser nota” cuando en 2003 un reportero se dio cuenta de que el suceso ya estaba en los libros de texto para secundaria, y que en esa lección se hablaba abiertamente de represión gubernamental y uso de la violencia militar contra los universitarios de aquellos tiempos. De hecho, la polémica era gratuita: esa parte del pasado mexicano ya estaba en todos los libros de historia que el Estado mexicano compraba a las editoriales privadas.
En ocasiones, los cambios en el conocimiento humano provocan modificaciones en los libros de texto gratuitos mexicanos: en 1969, se añadió una lectura acerca de la llegada del hombre a la luna; las ilustraciones sobre el México del Desarrollo Estabilizador agregaron se enriquecieron con una viñeta sobre el Sistema de Transporte Colectivo METRO, cuando este fue inaugurado. En 2006, hubo un clamor generalizado para que se modificaran las lecciones sobre el Sistema Solar, pues Plutón había dejado de ser considerado un planeta. En 2010, la Arquidiócesis de México, por medio de su vocero, el sacerdote Hugo Valdemar, demandó que los libros de texto gratuitos de Historia se modificaran para dejar claro que los insurgentes Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón no habían muerto excomulgados. Nadie le hizo caso al padre Valdemar por la sencilla razón de que en los libros de Historia no se incluía la excomunión de los caudillos independentistas. (Bertha
Hernández)