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En primer lugar, habría que indicar que los «Dibujos a máquina» apelan por momentos a una clara distinción entre lo verbal y lo visual. Como cuadros con títulos explicativos –hay que notar que Cadenas no prescinde del lenguaje articulado en ninguno de estos ejercicios–, los versos‒imágenes (así los llamaré, por conveniencia) se complementan, esto es, dicen lo que dibujan y viceversa. Véase, por ejemplo, la indicación «el jugador de bowling », en el texto «Nada»: de inmediato la mirada proyecta sobre el «7» con el punto al lado, la figura del jugador inclinado hacia delante con la bola al extremo de su brazo extendido hacia atrás. A este registro pertenecen casi todos los versos‒imágenes de ese texto así como los de « Otras distracciones» y «Aventuras y triunfos de la estrella solitaria». En otros casos, sin embargo, la distinción parece problematizarse: allí lo verbal y lo visual parecen suplementarse de forma más bien abstracta, por lo que el dibujo deja de ser una ilustración para convertirse en un nuevo significante jeroglífico –no alfabético– de lo enunciado. Véase, por ejemplo, la indicación «el látigo apocalíptico en acción », también en el texto «Nada», que se asocia con el «2». Sin duda la asociación procede de una cierta analogía visual ( la semejanza con algo delgado y flexible, digamos); pero nada hace necesario en ella las nociones de «acción» y de «apocalíptico». Lo mismo podría decirse del texto «Aparta de nos este cáliz». De nuevo aquí la asociación parece motivarse en ciertas analogías visuales ( la de alguien postrado, con brazos extendidos hacia algo que está sobre él), pero sólo la proposición, el verso-imagen, hará que veamos en el dibujo la frase bíblica, alterada por un «nos», con todas sus implicaciones históricas y culturales. En estos casos, como vemos, la oposición figuración-abstracción parece borrarse: ambos procedimientos tienden al contrario a converger en esa otra forma de