La importancia geopolítica de América del Sur en la estrategia de los Estados Unidos

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LA IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA DEL SUR EN LA ESTRATEGIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

por LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA traducción: CRISTINA IRIARTE tapa, diseño y edición: BIBLIOTECA POPULAR LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA www.LaBiblioPop.blogspot.com www.facebook.com/Editores.Matreros labibliopop@gmail.com fuente consultada: LA ONDA DIGITAL www.laondadigital.com/laonda/laonda/408/a3.htm 28/05/2013


ÍNDICE

LA IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA DEL SUR… 1. DOCTRINA MONROE 2. IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA DEL SUR 3. ZONA ESTRATÉGICA 4. AMÉRICA DEL SUR Y LA FORMACIÓN DE UNA IDENTIDAD PROPIA 5. MILITARIZACIÓN DE COLOMBIA 6. LOS RECURSOS ENERGÉTICOS DE AMÉRICA DEL SUR 7. BRASIL EN EL MAPA GEOPOLÍTICO DEL PETRÓLEO 8. OBJETIVOS DE LA IV FLOTA 9. CONCLUSIONES –. NOTAS

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5 “Procuremos precisar cuáles son los intereses en juego en la cuestión. ¡Petróleo! Exclaman de todos lados. El petróleo opera prodigios, ha dictado la política internacional de las grandes potencias, asentó y derrocó gobiernos, conmocionó a una dinastía, creó fortunas fabulosas y cuenta entre sus servidores a los más notables estadistas”. (Embajador José Joaquim Moniz de Aragão, secretario-general del Itamaraty, durante la Guerra del Chaco, 1934) [i] 2008 LA IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA DEL SUR EN LA ESTRATEGIA DE LOS ESTADOS UNIDOS * por LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA

“No matter how selfless America perceives its aims, an explicit insistence on predominance would gradually unite the world against the United States and force into impositions that would eventually leave it isolated and drained”. (Henry Kissinger) [ii] “América es la tierra del futuro, en la cual, en tiempos venideros, habrá algo así como una contienda entre la del Norte y América del Sur, y donde la importancia de la Historia Universal deberá manifestarse”. (G. W. F. Hegel) [iii] 

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Conferencia pronunciada en la ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA de Brasil, en Río de Janeiro, el 23-IX-2008. Publicada por LA ONDA DIGITAL de Montevideo.


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l conflicto entre Rusia y Georgia mostró que el “arc of crisis”, que Zbigniew Brzezinski que decía extenderse de Pakistán hasta Etiopía, circundando el Oriente Medio, es mucho más amplio y abarca toda Asia Central y el Caúcaso. Frente a tal situación, la importancia geopolítica de América del Sur aumentó, incluso, en la estrategia de seguridad de los Estados Unidos, que buscan fuentes de suministro de gas y petróleo en regiones más estables. El propio Halford J. Mackinder, en su conferencia sobre el “The Geographical Pivot of History“, en 1904, resaltó que el desarrollo de las vastas potencialidades de América del Sur podía tener “decisive influence” sobre el sistema internacional de poder y fortalecer a los Estados Unidos o, del otro lado, Alemania, si desafiase, con suceso, a la Doctrina Monroe.[iv] Los Estados Unidos y Alemania, desde fines del siglo XIX, ya se habían tornado las dos mayores potencias industriales del mundo y consecuentemente rivales. Sin embargo, al contrario de Alemania, que no poseía ningún dominio importante, al cual pudiese extender el círculo de consumo para el capital, los Estados Unidos disponían de un enorme espacio económico. Las Américas, Central y del Sur, así como el Caribe, configuraban una especie de colonia, la única región del mundo, en la que no había una seria rivalidad entre las grandes potencias. Allá los Estados Unidos eran, prácticamente, “soberanos” y su fiat tenía fuerza de ley, según escribió el secretario de Estado, Richard Olney, en 1895. Y agregó que los “infinites resourses” de América (Estados Unidos), combinados con su posición aislada, la tornaban “master of the situation and practicaly invulnerable as against any or all other powers”. [v] Ni Alemania ni Gran Bretaña ni Francia quisieron desafiar la Doctrina Monroe, expresión de una política unilateral de los Estados Unidos, formulada el 2 de Diciembre de 1823, por el presidente James Monroe (1817-1825). Lo que dijo Halford J. Mackinder respecto del “closed heartland of Euro-Asia”, afirmando que el Estado que lo controlase estaría en condiciones de proyectar el poder de un lado hacia el otro de la región y era inaccesible a una fuerza naval, se aplica a los Estados Unidos, pero en el sentido inverso. Con un territorio distendido a lo largo de América del Norte, entre dos océanos, el Atlántico y el Pacífico, los Estados Unidos no tenían vecinos que pudiesen amenazar su seguridad. Su extenso litoral impedía que cualquier bloqueo fuese efectivamente mantenido[vi]. Y, al ascender al primer lugar en el ranking de las mayores potencias industriales, en los años 1890, los Estados


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Unidos comenzaron a robustecer su poder naval, hasta entonces menor que el de Brasil, Argentina o Chile. [vii] Así pudieron proyectar su influencia, hacia un lado y hacia el otro, i. e., hacia el Occidente y el Oriente, avanzando sobre los mares, que Gran Bretaña aún controlaba, como el “chief builder and shipowner”, con “vast imperial responsabilities” en Asia y en África.[viii] El comandante Alfred T. Mahan fue quien racionalizó la construcción del poder naval de los Estados Unidos, argumentando que la grandeza de una nación dependía de su comercio en ultramar, el comercio dependía del poder naval y el poder naval, de colonias. Sin establecimientos en el extranjero, colonial o militar, los navíos de guerra de los Estados Unidos serían como pájaros sin tierra, incapaces de volar mucho más allá de sus propias costas[ix]. Se tornaba, por lo tanto, necesario el establecimiento de bases y depósitos de carbón, para el abastecimiento de los navíos, en una extensa cadena de islas, que posibilitasen el sustento del poder naval, de modo de posibilitar la expansión marítima y comercial de los Estados Unidos. El dominio de Cuba, así como de Puerto Rico y de las Islas Vírgenes, cuya cesión el presidente William McKinley (1897 – 1901) había solicitado a Dinamarca, se configuraba fundamental para la seguridad de las rutas en el Golfo del México y la defensa del canal, que los Estados Unidos proyectaban abrir en el istmo de Panamá. Y el presidente McKinley, en 1898, aprovechó la lucha por la independencia de Cuba para declarar la guerra a España, apuntando a conquistar lo que todavía quedaba de su vasto imperio colonial. Sin embargo, la campaña militar contra España, impulsada por intereses económicos y objetivos estratégicos, no se limitó a las islas del Caribe. Se extendió al archipiélago de las Filipinas, cuya conquista posibilitaría su penetración en los mercados de Asia, particularmente de China. Esta guerra permitió que los Estados Unidos, como resaltó Sir. Halford Mackinder, conquistase importantes posesiones en ambos océanos – el Pacífico y el Atlántico – y asumiese la construcción del Canal de Panamá, con el objetivo de sacar ventaja de la insularidad para la movilización de sus flotas de guerra. [x] Realmente, en términos estratégicos, la proyección geopolítica de los Estados Unidos, en la dirección de Asia, y la vastedad de su propio territorio continental, que separaba el litoral del Atlántico del litoral del Pacífico, constituían un problema para la defensa, dado que era difícil separar y, a veces necesario, reunir sus flotas, en caso de guerra. Esta fue una de las razones por las cuales el presidente Theo-


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dore Roosevelt (1901-1909) apresuró la apertura de un canal interoceánico, en el istmo de Panamá, territorio perteneciente a Colombia, a fin de consolidar los cimientos del imperio, cuya soberanía se había expandido de Cuba y Puerto Rico, en el Caribe, hasta Tutuila, en el archipiélago de Samoa, y Guam, al Sur del Pacífico, quince millas al este de las Filipinas, posibilitando que sus flotas pudiesen circular libremente y reunirse, en el momento y en el lugar en que las circunstancias tácticas y estratégicas lo exigiesen. Motivos tanto militares como civiles hacían “imperativo” el establecimiento de una “fácil y rápida” comunicación por mar, entre el Atlántico y el Pacífico[xi].


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DOCTRINA MONROE

El presidente Theodore Roosevelt rejuveneció entonces la Doctrina Monroe con un Corolario, mediante el cual racionalizó el derecho de intervenir en otros Estados latinoamericanos, sobre todo en América Central y en el Caribe, en casos de “wrong-doing or impotence”. Esta doctrina, sintetizada en el lema “América para los americanos”, había pasado a funcionar, a partir del final del siglo XIX, como cobertura ideológica para el objetivo estratégico de los Estados Unidos, que consistía en mantener su hegemonía sobre todo el Hemisferio Occidental, conquistar y asegurar las fuentes de materia-prima y los mercados de América del Sur para sus manufacturas, alejando del sub-continente la competencia de Gran Bretaña y de otras potencias industriales de Europa. De ahí la propuesta para formar con los Estados latinoamericanos una comunidad comercial, una especie de unión aduanera, presentada durante la 1ª Conferencia Panamericana, instalada en Washington, en noviembre de 1889. La idea, mientras tanto, no había sido aceptada, debido a la oposición de Argentina y de Chile, y el resultado de la 1° Conferencia Panamericana consistió solamente en la instalación del Bureau Internacional de las Repúblicas Americanas. Pero en 1896, Charles Emory Smith, líder del Partido Republicano en Filadelfia y editor de diario, declaró que “our spirit, if not our flag will rules the hemisphere”.[xii] Con razón el notable jurista brasileño Rui Barbosa, que había sido el primer ministro de Hacienda después de la proclamación de la república, denunció, en un artículo publicado en A Imprensa, el 10 de mayo de 1899, que los principios de la Doctrina Monroe “nunca expresaron sino un interés de los Estados Unidos, nunca ocultaron compromiso alguno, por parte de ellos, a favor de los pueblos sudamericanos”.[xiii] Según resaltó, “dejar abierto este campo a la dilatación futura de su imperio era, como nos lo va a mostrar el examen ulterior del asunto, a la luz de la teoría y de los hechos, el intento sustancial de la fórmula de Monroe”.[xiv] Este, de hecho, siempre fue el propósito de los Estados Unidos. Durante la Conferencia de Versailles (1919), el presidente Woodrow Wilson (1913- 1921) se empeñó en conservar a América Latina como área de influencia exclusiva de los Estados Unidos, al incluir en el Pacto de la Liga de las Naciones el


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Art. XXI, determinando que no se consideraría nada que pudiese “afectar la validez de acuerdos internacionales tales como tratados de arbitraje o acuerdos regionales, por ejemplo la Doctrina Monroe”,[xv] que fuesen a asegurar el mantenimiento de la paz[xvi]. La Doctrina Monroe, en realidad, constituía apenas una declaración política unilateral de los Estados Unidos, hecha en 1823, y nunca había sido un entendimiento regional. Pero, identificando la Doctrina Monroe con el panamericanismo, como un acuerdo regional, el presidente Woodrow Wilson consiguió excluir a América Latina de la jurisdicción de la Liga de las Naciones. En la 17ª Conferencia Internacional de los Estados Americanos, realizada en Montevideo, entre el 3 y el 26 de diciembre de 1933, los Estados Unidos renunciaron a la intervención armada en otros países y no sólo asintieron con la abolición de la Platt Amendment, que permitía la intervención en Cuba, sino que retiraron a los fusileros navales de Nicaragua y de Haití. Así el presidente Franklin D. Roosevelt (1933-1945) comenzó a implementar la Good Neighbor Policy, pero no consiguió que todos los países de la región redujesen sus aranceles aduaneros y abriesen el mercado a las exportaciones de los Estados Unidos, a través de un tratado multilateral, o acuerdos bilaterales, manifestando la Doctrina Monroe en su dimensión económica, con la implantación de un área de libre comercio en el hemisferio. Al declarar la guerra contra el Eje, con el pretexto del ataque de Japón a Pearl Harbor, el presidente Franklin D. Roosevelt presionó entonces a los Estados latinoamericanos para que rompiesen las relaciones con Alemania, que penetraba cada vez más en la región, sobre todo en América del Sur, a fin de eliminar el principal competidor comercial de los Estados Unidos.


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IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA DEL SUR

La Segunda Guerra Mundial puso en evidencia la importancia geopolítica de América del Sur en la estrategia de los Estados Unidos, que necesitaban no sólo asegurar las fuentes de materia-prima – hierro, manganeso y otros minerales indispensables a su industria bélica - sino también mantener la seguridad de su retaguardia y del Atlántico Sur. Brasil proveía a los Estados Unidos productos agrícolas, caucho, manganeso, hierro y otros minerales estratégicos. Pero su posición en el sub-continente, América del Sur, se revestía de una relevancia geopolítica mayor, debido al inmenso espacio territorial y a los recursos que poseía y al hecho de tener fronteras con todos los países de la región (excepto Chile y Ecuador), ocupar gran parte del litoral del Atlántico Sur, enfrentado con África Occidental. Y los Estados Unidos temían que las fuerzas de Alemania, a partir de la costa de Senegal, avanzasen en dirección de las Américas, atravesando el estrecho Natal-Dakar, ocupasen el archipiélago de Fernando de Noronha, y terminasen por conquistar el Saliente Nordestino, que abarcaba Río Grande del Norte, Paraíba, Pernambuco y Alagoas. De ahí la presión para que Brasil permitiese la implantación de bases navales y aéreas en las principales ciudades del litoral del Nordeste, de donde los aviones de la IV Flota americana, fondeada en Recife, realizaron vuelos diarios, a través del Cinturón del Atlántico Sur (Saliente Nordestino - isla de Ascensão -África) con la misión de patrullar el océano, entre las bases de Natal y Ascensão, apuntando a detectar submarinos del Eje y, principalmente, navíos perforadores de bloqueo, que transportaban de Asia, principalmente, materias-primas estratégicas para el esfuerzo de guerra de Alemania. El Saliente Nordestino, abarcando Río Grande del Norte, Paraíba, Pernambuco y Alagoas, dista solamente 3.000 quilómetros del punto más occidental del África francesa, y por ahí pasan importantes rutas del tráfico marítimo, procedentes del Golfo Pérsico y del Extremo-Oriente, con destino a los puertos situados al norte de América del Sur, en el Caribe y en América del Norte. Y la base aérea de Paranamirim-Natal, cedida a los Estados Unidos junto con la base de Belém do Pará, posibilitó el establecimiento de un puente aéreo, estratégicamente fundamental para el abastecimiento de las tropas ingle-


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sas que combatían en el norte de África y en el Oriente Medio, así como, después, para la invasión de Europa, a través de Italia, e inclusive el apoyo a las operaciones militares en el Extremo Oriente. El patrullaje aéreo del Cinturón del Atlántico Sur, entre Recife y Ascensão, fue reforzado por cuatro grupos-tareas y aviones Liberators, y navíos de la IV Flota de los Estados Unidos, con base en Recife, hundieron diversos submarinos de 1.200 t (U-848, U-849 y U-177) y los penetradores de bloqueo - Essemberg, Karin, Wesserland, Río Grande y el Burgenland - navíos que traían mercaderías del Oriente hacia Alemania. A partir de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos buscaron consolidar la supremacía económica, política, militar y cultural, que conquistaron, derrotando a Alemania y avasallando a Gran Bretaña, a Francia y demás países de Europa Occidental. Y, aunque verbalmente condenasen las políticas de esfera de influencia y de equilibrio de poder, apuntando hacia una era de paz apoyada en la seguridad colectiva de la ONU, los Estados Unidos no renunciaron a la hegemonía en América Latina. Así como lo hicieron en 1919, en el Pacto de la Liga de las Naciones, tuvieron cuidado en evitar que la ONU pudiese ejercer directamente cualquier influencia en las cuestiones del hemisferio occidental. El Art. 52 de la Carta de San Francisco legitimó una vez más la “existencia de acuerdos u organismos regionales capaces de tratar de las cuestiones relativas al mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales”. Por medio del Art. 52 de la Carta de San Francisco, los Estados Unidos reafirmaron la Doctrina Monroe, reservándose el derecho de tratar unilateralmente las cuestiones que eventualmente surgiesen en América Latina, sin someterse a un posible veto en el Consejo de seguridad de la ONU. Y, en 1947, celebraron con todos los países de la región el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), también conocido como Tratado de Río de Janeiro, considerando cualquier ataque al territorio de un Estado americano como un ataque a todos los demás, al mismo tiempo en que ellos se comprometían a resolver sus disputas entre sí antes de recurrir a la ONU. Estaba demarcada, por lo tanto, la zona de seguridad del hemisferio entre el Polo Norte hasta el extremo Sur de la Patagonia. Y, al año siguiente, 1948, la 9ª Conferencia Interamericana, en Bogotá, recreó la Unión Panamericana bajo el nombre de Organización de los Estados Americanos (OEA), una vez más tratando de excluir a América Latina de la jurisdicción inmediata de la ONU.


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ZONA ESTRATÉGICA

La política exterior de los Estados Unidos apuntó tradicionalmente a promover intereses privados específicos[xvii], intereses empresariales, con énfasis en la promoción de mercados abiertos, libre iniciativa y bienvenidas a las inversiones extranjeras – objetivos generalmente presentados como del interés de la humanidad[xviii]. También su estrategia global siempre fue determinada por los intereses y necesidades de su proceso productivo y de su sociedad, i. e., asegurar las fuentes de materiales estratégicos, tales como los campos de petróleo en Venezuela, las minas de estaño en Bolivia, las minas de cobre en Chile etc., existentes en América del Sur, y mantener abiertas las líneas de acceso, las vías de comunicación y transporte, en el Atlántico Sur y en el Caribe.[xix] El embajador Samuel Pinheiro Guimarães destacó, en su importante obra Quinientos años de periferia, que América Latina, al contrario de lo que muchos imaginan, “es de hecho la zona estratégica más importante para los Estados Unidos”. [xx] Sin embargo, dentro de América Latina, configurada por los países situados abajo de Río Grande o Río Bravo del Norte, América del Sur es la región que presenta mayor significación geopolítica, en la estrategia de los Estados Unidos, debido a su enorme potencial económico y político. Son doce países dentro de un espacio contiguo, del orden de 17 millones de quilómetros cuadrados, el doble del territorio de los Estados Unidos (9.631.418 km2). Su población, en 2007, era de aproximadamente 400 millones de habitantes, también mayor que la de los Estados Unidos (303,8 millones), representando cerca del 67% de toda la llamada América Latina y el 6% de la población mundial, con integración lingüística, por cuanto la inmensa mayoría habla portugués o español, lenguas que se comunican. Además, América del Sur posee grandes reservas de agua dulce y biodiversidad de la tierra, enormes riquezas en recursos minerales y energéticos - petróleo y gas - pesca, agricultura y pecuaria. Y la integración del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) con los países de la Comunidad Andina (CAN), Chile y Venezuela, permite la formación de una masa económica que se puede calcular en más de U$S 3 trillones, mayor que la


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de Alemania, del orden de U$S 2,8 trillones, en 2007, calculada en base a la paridad del poder de compra. La importancia geopolítica de América del Sur en la estrategia de los Estados Unidos, para mantener la hegemonía global, está en gran medida e intrínsecamente vinculada a su dimensión económica y comercial. De ahí el porqué el presidente George W. H. Bush anunció el 27 de junio de 1990 The Enterprise of the Americas Initiative (EAI), con la intención de instituir una zona de libre-comercio, desde Anchorage, en Alaska, hasta la Tierra del Fuego. El presidente William J. Clinton (1993-2001), que lo sucedió, reanimó la idea y presentó la propuesta, unilateralmente, a los demás jefes de gobierno, en la Cúpula de las Américas, realizada en Miami, entre el 9 y el 11 de diciembre de 1994, bajo el nombre de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Esta propuesta de integración económica regional ocultaba, sin embargo, objetivos geopolíticos, con respecto a la seguridad continental, mediante el fortalecimiento de las instituciones democráticas y combate al narcotráfico y al terrorismo, amenazas que sustituyeron la subversión y el comunismo, en la agenda militarista de los Estados Unidos, luego de la descomposición del Bloque Socialista y de la Unión Soviética. El coronel (R) Joseph R. Núñez, del Ejército de los Estados Unidos, resaltó en un estudio publicado por el Strategic Studies Institute, del U.S. Army War College, que with current concerns about the Free Trade Area of the Americas and the strength of democratic regimes, along with the growing need for homeland—even hemispheric—security, it is most important that we seriously consider new ways to respond to our strategic situation.[xxi] Lo que los Estados Unidos pretendían, con la formación del ALCA, así como de la APEC (Asia-Pacif Economic Cooperation) y la celebración de más de 200 acuerdos comerciales, entre los cuales estaban los de la Ronda Uruguay, era construir una red de compromisos internacionales, de tal forma de modelar el sistema económico mundial y hacerlo funcionar en beneficio de América, i. e., de los Estados Unidos, como centro más dinámico de la economía global, en el siglo XXI. La propia Secretaria de Estado, Madeleine K. Albright, en aquel momento, proclamó que “(...) We must continue shaping a global economic system that works for America”.[xxii] Y la embajadora Charlene Barshefsky, como jefe de la United States Trade Representative (USTR), defendió la aprobación de la fast track, en la House of Repre-


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sentatives, argumentando que el principio subyacente de la política comercial de la administración del presidente Clinton era “to support U.S. prosperity, U.S. jobs and the health of the U.S. companies”.[xxiii] Según sustentó el embajador Samuel Pinheiro Guimarães, el ALCA representaba parte de la estrategia de mantenimiento de la hegemonía económica y política de los Estados Unidos sobre América del Sur, por cuanto, mucho más que una tradicional área de libre comercio, ella, de ser implantada, envolvería compromisos internacionales en las áreas del comercio de bienes y servicios, de inversiones directas, de compras gubernamentales, de patentes industriales, de normas técnicas y, muy probablemente, de medio ambiente y padrones laborales.[xxiv] Su propósito central consistía en crear un conjunto de reglas, a fin de incorporar a los países de América del Sur, sobre todo Brasil, al espacio económico (y al sistema político) de los Estados Unidos, de forma asimétrica y subordinada, limitando su capacidad de formular y ejecutar una política económica propia, para atraer y disciplinar las inversiones extranjeras, ampliar la capacidad industrial instalada, estimular la creación e integración de las cadenas productivas, promover la transferencia efectiva de tecnología y el fortalecimiento del capital nacional.[xxv] La propuesta de formación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), como la vertiente económica de la estrategia global de los Estados Unidos para mantener la hegemonía en el hemisferio, se conjugó con la aplicación de las medidas neoliberales, establecidas por el Consenso de Washington (consenso entre el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos), recomendando la privatización de las empresas estatales, desregulación de la economía y liberalización unilateral del comercio exterior. El Estado, por lo tanto, debía retirarse de la economía, ya sea como empresario o como regulador de las transacciones domésticas e internacionales, sometiéndola a las fuerzas del mercado. La orientación del Consenso de Washington, fue en el sentido de reducir el papel del Estado, tornarlo una miniatura de Estado, el Estado-mínimo, lo que significaba, en medio de la globalización de la economía, el constreñimiento de la propia soberanía nacional de los países de América del Sur (también de otros continentes), con la entrega de todo el poder económico a las corporaciones transnacionales, la mayoría de las cuales eran americanas, que se adueñaban de las empresas estatales, puestas a la venta por los gobiernos, bajo el


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signo de la privatización, que implicaba, en la mayoría de los casos, su extranjerización. Lo que se pretendió fue abrir el mercado latinoamericano, o, más específicamente, el mercado sudamericano a la competencia, dando a las corporaciones transnacionales y a los inversores y banqueros la libertad de movilizar capitales, bienes, plantas industriales, lucros y tecnología, sin que los gobiernos nacionales pudiesen crear obstáculos. Dentro de dicho modelo económico, los países de América del Sur debían abdicar de su soberanía, desarmándose, militarmente, y aceptando retirar del poder jurídico nacional y transferir hacia una comisión internacional de arbitraje, la capacidad de juzgar y decidir cualquier litigio entre el Estado nacional y las mega empresas multinacionales de los Estados Unidos. Con el establecimiento del ALCA, estas empresas terminarían por adquirir un poder superior al de los Estados nacionales, en la línea del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), negociado, pero no concluido, [xxvi] en el ámbito de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), con el propósito de establecer normas multilaterales para regular, liberalizar y proteger las inversiones extranjeras, e impedir cualquier intervención gubernamental sobre activos financieros de propiedad de personas físicas o jurídicas extranjeras, existentes en determinado país. Con todo, al final de los años 1990, luego de la aplicación de las medidas neoliberales preconizadas por el Consenso de Washington, el general Charles E. Wilhelm, comandante-en-jefe del Southern Command de los Estados Unidos (USSOUTHCOM), reconoció que, en su área de responsabilidad, América del Sur, “democracy and free market reforms are not delivering tangible results to the people” y naciones situadas (¿dónde?) estaban peor económicamente que antes de la restauración de la democracia. “Can democracy survive without an economic system that produces adequate subsistence and services for the majority of its citizens?” – preguntó.[xxvii] También Henry Kissinger, en su obra Does America Need a Foreign Policy?, reconoció que “neither globalization nor democracy has brought stability to the Andes”.[xxviii] También en Bolivia, el deterioro de las condiciones de vida se aceleró desde 1985, durante los 15 años en que Bolivia se presentó como modelo de libre mercado, alcanzó principalmente a los campesinos y redujo a la miseria más del 80% de la población en el área rural. Y, en la inauguración de un seminario, cuando lanzó la Estrategia Boliviana de Reducción de Pobreza (EBRP), el propio presidente Hugo Banzer


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deploró que la estabilidad económica a lo largo de 15 años, durante los cuales Bolivia se presentó como modelo de libre mercado, no hubiese contribuido para disminuir los índices de pobreza que en más de la mitad de la población boliviana (63%), especialmente la de origen indígena, vivía en el año 2000. El deterioro de las condiciones de vida, acelerado desde 1985, había alcanzado principalmente a los campesinos y en el área rural más del 80% de la población estaba reducida a la miseria. La cuestión agraria, que la revolución de 1952 buscara equilibrar, mediante el reparto de los latifundios y distribución de tierras para los trabajadores rurales, se tornó otra vez un grave factor de tensiones sociales y los conflictos sociales irrumpieron.[xxix] La débacle económica y financiera de Argentina, que no tuvo otra alternativa sino la de practicar el default, i. e., suspender el pago de la deuda externa, en medio de una aguda crisis social y política, evidenció el carácter perverso del modelo neoliberal. Con toda razón el periodista norteamericano Paul Krugman comentó, en el New York Times, que el “catastrófico fracaso” (catastrophic failure) de las políticas económicas allá aplicadas con el sello - “made in Washington” - representaban asimismo un desastre para la política exterior de los Estados Unidos, así como el mayor revés para la propuesta del ALCA[xxx]. Las negociaciones para la implantación del ALCA, cuyo objetivo era aplicar efectivamente la Doctrina Monroe a la economía y al comercio de la región, no alcanzaron, de hecho, ningún resultado, debido a la oposición del Mercosur. Brasil y Argentina, al frente, rechazaron, inter alia, las pretensiones de los Estados Unidos, con respecto a las inversiones y servicios y otras reglas relativas a patentes, reforzando las ya existentes en la Organización Mundial del Comercio (OMC), así como la apertura del mercado de compras gubernamentales, lo que impediría el Estado, el mayor consumidor de bienes de capital, orientarlas en benefício de las empresas nacionales o incluso de las empresas extranjeras con sede en el país.[xxxi]


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AMÉRICA DEL SUR Y LA FORMACIÓN DE UNA IDENTIDAD PROPIA

Si bien América Central y el Caribe son esenciales a la defensa de su territorio y de las rutas marítimas, entre la costa del Pacífico y la costa del Atlántico, América del Sur todavía se reviste de una fundamental importancia geopolítica para los Estados Unidos, sobre todo vis-à-vis la formación de la Unión Europea y la emergencia de China. Dado que celebrara con México y Canadá el North American Free Trade Agreement (NAFTA) y los países de América Central y del Caribe, con excepción de Cuba, tendían a gravitar, inevitablemente, en la órbita de los Estados Unidos, se configuraba necesario a la elite política de Washington y a la comunidad de los hombres de negocios, de las grandes empresas multinacionales, asegurar el completo dominio del mercado y de las fuentes de materias-primas y energía de América del Sur. No les convenía, por lo tanto, que Brasil y Argentina, atrayendo a Paraguay y a Uruguay, avanzasen con el proyecto de construcción del Mercosur, constituyendo una unión aduanera, con la perspectiva de que evolucionase hacia un mercado común, similar a la Unión Europea. Henry Kissinger, en Does America Need a Diplomacy?, se refirió a la contradicción entre el NAFTA y el Mercosur y afirmó el peligro que representaba la tendencia de América Latina para integrarse de modo autónomo y, tal vez, hostil a una amplia estructura hemisférica.[xxxii] Esto sería ya no un simple “setback” para las perspectivas económicas de los Estados Unidos de integrar un mercado de 400 millones de personas, que representaba el 25% de su comercio de ultramar, sino también para su esperanza de un nuevo orden, “based on growing comunity of democracies in the Americas and Europe”. La declaración del presidente Fernando Henrique Cardoso de que el "Mercosur es más que un mercado, el Mercosur es, para Brasil, un destino", mientras el ALCA era "una opción", repercutió en los Estados Unidos, y Kissinger le advirtió que el Mercosur estaba propenso a presentar las mismas tendencias manifestadas en la Unión Europea, que buscaba definir una identidad política europea no sólo distinta de los Estados Unidos, sino en manifiesta oposición a los Estados Unidos. Él acentuó que la afirmación de esta "identidad propia, diferenciada de América del Norte, estaba creando una potencial contienda entre


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Brasil y los EE.UU. sobre el futuro del Cono Sur". [xxxiii] Según afirmó, especialmente en Brasil, había líderes atraídos por la perspectiva de una América Latina políticamente unificada confrontando con los Estados Unidos y el NAFTA.[xxxiv] Y, como Samuel Pinheiro Guimarães acentuó, Brasil realmente configura, en América del Sur, el “único rival posible a la influencia hegemónica de los Estados Unidos”, debido a sus dimensiones geográficas, demográficas y económicas y a su posición geopolítica y estratégica[xxxv], a lo largo de gran parte del Atlántico Sur, enfrentando a África Occidental. Y fue Brasil, con el apoyo de Argentina, que obstó la implantación del ALCA, prevista para el año 2005. Estos dos países, con una población total de más de 232 millones de habitantes (2007, est.) y un PBI conjunto de U$S 2,3 trillones (2007), según la paridad del poder de compra, son los que realmente más interesan a los Estados Unidos, no sólo por el amplio mercado que representan, sino también por el peso geopolítico y el valor estratégico que poseen. Mientras tanto, no obstante el fracaso de las negociaciones para formación del ALCA, los Estados Unidos, cambiando de táctica, trataron de obligar a los países de América del Sur, América Central y el Caribe a firmar acuerdos de libre comercio y abrir sus mercados, instrumentando tanto el Central America Free Trade Agreement (CAFTA), en los entendimientos con los países de América Central, como el Andean Trade Preference Act (ATPA), con el que el Congreso expandió en 2008, el Andean Trade Promotion and Drug Erradication Act (ATPDEA), para las negociaciones con Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador. Esta ley, el ATPDEA, permitía a los Estados Unidos conceder, unilateralmente, preferencias comerciales, sin reciprocidad, a los países con los cuales firmasen tratados de libre comercio. La sociedad entre desiguales evidentemente sólo favorecía los Estados Unidos, pero la posibilidad de recibir preferencias comerciales, sin reciprocidad, alimentó en determinados sectores empresariales, dentro de todos los países, el interés en negociar acuerdos de libre-comercio, antes del cierre del plazo de vigencia del ATPDEA[xxxvi]. Y los cuatro países andinos, Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador, juntos, representaban, en 2006, un mercado de aproximadamente U$S 11,6 mil millones para las exportaciones de los Estados Unidos, dando acceso a cerca de 5.600 productos con exención arancelaria, y un mercado de U$S 8,2 mil millones para sus inversiones directas. Con todo, desde 2004, cuando las negociaciones estaban en curso, la alteración del contexto político en América del Sur se acentuó aún más, con la elec-


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ción de Evo Morales (2005) y Rafael Correa (2007), ambos líderes de izquierda y nacionalistas, para la presidencia de Bolivia y de Ecuador. Este hecho complicó la ecuación estratégica de los Estados Unidos, evidenciando el creciente desvanecimiento de su influencia en la región, tanto que no consiguieron siquiera derrocar al presidente Hugo Chávez del gobierno de Venezuela, a pesar de las diversas tentativas alentadas por la CIA, como el frustrado golpe militarempresarial, en abril de 2002, y las huelgas de los trabajadores de la PDVSA, paralizando la producción de petróleo.


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5.

MILITARIZACIÓN DE COLOMBIA

El principal interés de Washington, inter alia, en los Estados andinos son las fuentes de energía que allá existen, y garantizar los suministros de petróleo oriundos de Ecuador y de Colombia, que es actualmente el tercer mayor exportador de petróleo hacia los Estados Unidos, entre los países de América Latina, por debajo apenas de Venezuela y de México. Cerca de once de las dieciocho empresas, que extraen petróleo en Colombia, son norteamericanas, cuyas inversiones financian la explotación de un tercio de su territorio, inclusive degradando el medio-ambiente. Son necesarias nuevas inversiones para mantener y aumentar las exportaciones de petróleo. Y el descubrimiento de nuevas reservas se torna esencial para las exportaciones, lo que implica la investigación y cosecha del petróleo en otro tercio del país, controlado aún por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y por el Ejército de Liberación Nacional (ELN). No fue por otra razón que el presidente Bill Clinton, en el 2000, lanzó el Plan Colombia, previendo inversiones de cerca de U$S 6 mil millones, de los cuales los Estados Unidos participarían con U$S 1,3 mil millones para la compra de helicópteros y otros armamentos. Los cinco oleoductos existentes en Colombia, sobre todo el que transporta más de 100.000 bpd del campo de Caño Limón, en Arauca, para el puerto Coveñas, en el Caribe, sufren más de una centena de ataques y actos de sabotaje, por año, perpetrados por las FARC y por el ELN. Desde 1986, ocurrieron más de 900 incidentes causando pérdidas de más de 2,5 millones de barriles de petróleo y, entre 1998 y 2008, las empresas extranjeras y el gobierno de Colombia tuvieron perjuicios del orden de U$S 1 mil millones como consecuencia de los ataques efectuados por los guerrilleros de las FARC y del ELN. Esta, es la razón por la cual entre el 10% y el 15% de las tropas del Ejército colombiano y de los asesores militares de los Estados Unidos están movilizados, a lo largo de los cinco oleoductos y otras instalaciones, para proteger la infraestructura energética y las compañías extranjeras de petróleo, entre las cuales se encontraba la Occidental Petroleum Corp. (OXY), Royal Dutch/Shell y la BP-Amoco, que hacen do-


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naciones al Ministerio de Finanzas de Colombia para su propia protección. El diario Los Angeles Times reveló que, en siete años, desde el lanzamiento del Plan Colombia, el Ejército colombiano recibió U$S 4,35 mil millones, para combatir las guerrillas, y los soldados y policías cometieron un creciente número de asesinatos, abusos de derechos humanos y, durante el período de cinco años, que terminó en junio de 2006, el número de ejecuciones extrajudiciales aumentó en más del 50%, con relación al período anterior.[xxxvii] En 2009, la ayuda militar concedida por los Estados Unidos a Colombia, desde 2004, alcanzará el monto de U$S 3,3 mil millones. [xxxviii] La aplicación de tales recursos, votados por el Congreso americano, apuntó a proteger los intereses económicos de los Estados Unidos, en la región, especialmente el oleoducto de Caño Limón, operado por la Occidental Petroleum e por la Royal Dutch/Shell, en Arauca, donde se concentra la mayor parte de los asesores militares de los Estados Unidos y ocurren las mayores violaciones a los derechos humanos.[xxxix] Aunque la administración del presidente George W. Bush presente el combate al narcotráfico y el combate al terrorismo para justificar la concesión anual de U$S 700 millones a Colombia, la mayor parte como asistencia militar, el principal objetivo es proteger los oleoductos, sobre todo el de Cañón Limón, en el Departamento de Arauca, operado por la Occidental Petroleum Co. y por la Royal Dutch/Shell, ya detonado cerca de 79 veces, a fin de asegurar los suplementos futuros de petróleo a los Estados Unidos e inspirar confianza a los inversores extranjeros. Y con el cierre de la Forward Operating Location (FOL), después, denominada Cooperative Security Location (CSL), i. e, la base militar instalada de los Estados Unidos en Manta, en Ecuador, previsto para 2009, debido a la denuncia del contrato por el presidente Rafael Correa, el U.S. Southern Command (USSOUTHCOM), pasó a indagar su transferencia hacia la base aérea de Palanquero, en Puerto Salgar, 120 millas al norte de Bogotá. Esta base aérea, en Puerto Salgar, puede albergar más de 2.000 hombres, posee una serie de radares, además de casinos, restaurantes, supermercados, hospital y teatro. Y la pista del aeropuerto, la más larga de Colombia, tiene 3.500 metros de longitud, 600 metros más grande que la de Manta, y permite la partida simultánea de hasta tres aviones. Los Estados Unidos tendrán así un punto de apoyo, en el centro de Co-


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lombia, todavía mejor que el de Manta, como Forward Operating Location. En 2004, con la Andean Counterdrug Initiative, el presidente George W. Bush expandió el Plan Colombia, como uno de los aspectos de la estrategia de los Estados Unidos para asegurar su presencia militar en América del Sur y, en particular, en la Amazonia.[xl] Y el Congreso aprobó la duplicación del número de soldados radicados en Colombia, que subió de 400 a 800, y el de contractors, mercenarios (exmilitares) empleados por las military companies, mediante las cuales el Pentágono terceriza las funciones militares (outsourcing),[xli] aumentó de 400 a 600. Estos militares y mercenarios americanos adiestran y apoyan cerca de 17.000 soldados, que ejecutaron el Plan Patriota, amplia ofensiva de contra-insurgencia en las selvas en el Sur de Colombia. Con razón, el embajador Samuel Pinheiro Guimarães, en su obra Desafíos brasileños en la era de los gigantes, apuntó a “la creciente presencia de asesores militares americanos y la venta de equipamientos sofisticados a las fuerzas Armadas colombianas, supuestamente para apoyar los programas de erradicación de las drogas, pero que pueden ser, fácil y eventualmente, utilizados en el combate a las FARC y al ELN”, como un componente relativamente nuevo en la cuestión de seguridad de la Amazonia.[xlii] Con la asistencia de los Estados Unidos, el Ejército de Colombia se tornó el mayor y el mejor equipado, relativamente, de América del Sur. Con una población de 44 millones de habitantes, Colombia posee un contingente militar de cerca de 208.600 efectivos, mientras Brasil, con 8,5 millones de quilómetros cuadrados y más de 190 millones de habitantes, tiene un contingente de solamente 287.870, y Argentina, con 40 millones de habitantes y un territorio de 2,7 millones de quilómetros cuadrados, tiene un efectivo de apenas 71.655. Colombia, con un PBI de $320.4 mil millones (2007 est.), de acuerdo con la paridad del poder de compra, destina el 3,8% a gastos militares, mientras que Brasil, cuyo PBI es de $1.838 trillones (2007 est.), gasta apenas un 1,5%, Argentina con un PBI de $523.7 mil millones (2007 est.), gasta apenas 1,1%. En 2005, el Congreso estipuló para la región una ayuda económica de U$S 9,2 millones y cerca de U$S 859,6 millones para asistencia militar. [xliii] En realidad, es el Pentágono quien determina y dirige la política exterior de los Estados Unidos con respecto a América Central y a América del Sur. La República de la Guayana permitió que la Beal Aerospace Technologies, compañía Americana, construyese una base


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para el lanzamiento de cohetes y satélites, en Essequibo, territorio litigioso, disputado por Venezuela, lo que permitiría establecer la presencia militar de los Estados Unidos, a lo largo de su flanco oriental. Pero no solamente a través de la Guayana, en cuya costa la Exxon Mobil, con la filial de la Esso Exploration and Production Guyana Ltd., inició la explotación de petróleo en aguas profundas, los Estados Unidos tratan de aumentar su presencia en la Amazonia. El secretario de Defensa de los Estados Unidos, Robert Gates, propuso al presidente de Suriname, en octubre de 2007, el establecimiento de una base en su territorio para testear los nuevos vehículos militares desarrollados, por la General Dynamics Combat Systems, destinados a operaciones en las selvas. [xliv] También en Perú, región de Ayacucho, epicentro de la guerra contra el grupo Sendero Luminoso (1980-2000), el primer contingente de 70 soldados americanos de la Task Force New Horizons comenzó a operar, en mayo de 2008, bajo el mismo pretexto de realizar tareas humanitarias. Este número debería ser aumentado para un total de 350, entre el 1° de junio y el 31 de agosto. Y en octubre de 2008, pilotos, tripulantes de la U.S. Army CH-47D "Chinook", y soldados Task Force New Horizons, fuertemente armados, estaban dando apoyo, con helicópteros pesados, a más de 990 militares americanos, operando en esta región, 575 quilómetros al sudeste de Lima, donde los Estados Unidos negociaban con las fuerzas Armadas de Perú la instalación de una base militar, en el contexto de los entendimientos para firmar el Tratado de Libre Comercio (TLC), celebrado en diciembre de 2007.[xlv] El interés de los Estados Unidos en instalar una base en Ayacucho, una zona equidistante de las áreas dominadas por las FARC, en Colombia, y de los conflictos sociales en Bolivia, facilita la movilización de sus contingentes en toda la región de América del Sur. Los Estados Unidos cuentan todavía con una base naval en Iquitos, en el norte del país, en una región estratégica de la Amazonia peruana, en la cual disponen de equipamiento fluvial, como lanchas de combate, y otras bases en Santa Lucia y sobre el río Nanaí. El estacionamiento permanente de tropas y equipamientos bélicos, en Suriname y en la Guayana, así como en Colombia y también en Perú,[xlvi] como antes en Ecuador y en Bolivia, dan a los Estados Unidos una enorme ventaja estratégica, para intervenir militarmente en cualquier país, si es necesario, a fin de defender sus intereses económicos y ocupar las nacientes del río Amazonas. En realidad, la militarización de Colombia, con la presencia de más de 1.000 militares y


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mercenarios (ex-militares empleados por las military firmas empresas del Pentágono) americanos en la región, y en otros países vecinos, constituye un desafío para la propia seguridad nacional de Brasil, en la medida en que amenaza la seguridad de la Amazonia. De cualquier forma, el objetivo estratégico inmediato de los Estados Unidos es armar y mover a Colombia como una importante pieza en el ajedrez de América del Sur. Es hacerla un pivot country, un enclave, como Israel en el Oriente Medio, y emplearla como contra peso de Venezuela, para cualquier eventual contingencia, i. e., de intervención militar, pero sin usar sus propias tropas y sí contingentes de un país sudamericano, en este caso, Colombia, en el caso de que el gobierno del presidente Hugo Chávez amenace aún más sus intereses económicos, como, e. g., suspendiendo el suministro de petróleo a los Estados Unidos y desviando hacia China toda su vasta producción.


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6.

LOS RECURSOS ENERGÉTICOS DE AMÉRICA DEL SUR

Venezuela, cuyas reservas están entre las mayores del mundo, es el cuarto mayor exportador de petróleo hacia los Estados Unidos. Responde por cerca del 15% de su consumo diario. La proximidad geográfica entre los dos países torna barato el costo del transporte, a través del Caribe. Y las relaciones extremadamente antagónicas entre el presidente Hugo Chávez (1999) con el gobierno del presidente George W. Bush, no afectaron el comercio entre los dos países, inclusive porque los Estados Unidos, por otro lado, son el principal mercado para la producción de energía de Venezuela. Pero constituye motivo de preocupación, en Washington, el hecho de que Venezuela haya comenzado a exportar petróleo hacia China, que busca más y más fuentes de energía, a fin de atender el impetuoso crecimiento económico, y se tornó su principal socio en América del Sur. El volumen de petróleo, cada vez mayor, importado de Venezuela por parte de China, cerca de 70.000 bpd, en 2006, subió a 197.000 bpd, en 2007, año en que el comercio entre los dos países alcanzó el monto de U$S 2,5 mil millones. [xlvii] China está ampliando su intercambio, no sólo con Venezuela, sino también con Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina y Brasil. Su comercio con los países de América Latina, en general, alcanzó, en 2005, el monto de aproximadamente U$S 50 mil millones, de los cuales los negocios con los países del Mercosur – Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay – representaron el 85% del total. Pero China está interesada, sobre todo, en asegurar fuentes de energía, como el gas y el petróleo. La China Petro-Chemical Corp (Sinopec), en 2004, firmó contrato con la Petrobrás para explotar la plataforma submarina, en diversas áreas, cerca de África, Venezuela, Ecuador, Colombia y el Golfo del México.[xlviii] Y esta creciente expansión económica y comercial de China en América del Sur alarmó a los formuladores de la política exterior de los Estados Unidos hasta entonces concentrados en los problemas del Oriente Medio. Venezuela, Bolivia y Ecuador poseen importantes reservas de gas y petróleo. De acuerdo con la Energy Information Administration, de los Estados Unidos, Venezuela, uno de los diez mayores productores de petróleo del mundo, posee reservas comprobadas de 80 mil millo-


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nes de barriles y produjo cerca de 2,8 millones bpd, en 2006. Bolivia posee la segunda mayor reserva de gas natural, en América del Sur, después de Venezuela. Los recursos naturales en la región de Santa Cruz de la Sierra, son estimados en 2,8 trillones de pies cúbicos de gas de los 26,7 trillones de reservas probadas de Bolivia. Sumadas a las probables, el volumen sube a 48,7 trillones de pies cúbicos. Las reservas de petróleo de Ecuador, el quinto mayor productor sudamericano, son estimadas en 4,5 mil millones y sus exportaciones sumaron 376.000 bpd, en 2006. Brasil, Colombia, Argentina y Perú también producen gas y petróleo. No obstante, de todos estos países, apenas Brasil, según la evaluación de Stephanie Hanson, editora del Council on Foreign Relations, think-tank con sede en Nueva York desde 1921, tiene el potencial de tornarse un significativo productor mundial de petróleo, en la próxima década, con la explotación de los yacimientos encontrados en la región del pré-sal, descubiertas en aguas profundas, en las cuencas del Sur y Sudeste de Brasil.[xlix] Las reservas probadas actualmente existentes son del orden de 11 mil millones de barriles, pero la producción de Brasil podrá saltar a 2,2 millones bpd, en 2006, para 3,5 millones de bpd, en 2012, y permitir la exportación de un mayor excedente.


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7.

BRASIL EN EL MAPA GEOPOLÍTICO DEL PETRÓLEO

La estimación de la Asociación Brasileña de Geólogos de Petróleo (ABGP) es que la Cuenca de Santos, en el litoral del Estado de San Pablo, contiene 33 mil millones de barriles. Este volumen cuadruplica las reservas de petróleo de Brasil, que suben de 13 mil millones de barriles (comprobados) a cerca de 46 mil millones de barriles. Los datos son aún muy imprecisos. Lo cierto es que, en el campo de Tupi (litoral de Santos), hay cerca de 5 a 8 mil millones de barriles. Sin embargo, la Petrobrás todavía tiene ocho campos más promisorios: Caramba, Bem-te-vi, Carioca, Guará, Júpiter, Iara y Parati. Y ahí es posible, según los cálculos de la Petrobrás y la información de Stephanie Hanson, del Council on Foreign Relations, que la cantidad de petróleo alcance de 70 a 100 mil millones de barriles, más allá del gran volumen de gas.[l] Todo indica, sin embargo, que la capa de pré-sal se extienda por 800 quilómetros, con 200 quilómetros de ancho, desde Espíritu Santo, norte de Río de Janeiro, a Santa Catarina,[li] y es inclusive posible que alcance toda la costa de Argentina. Las reservas descubiertas en la capa pré-sal a lo largo de la costa, entre Espíritu Santo y Santa Catarina, insertaron a Brasil en el mapa geopolítico del petróleo. Este fue uno de los factores, inter alia, que probablemente llevaron al presidente George W. Bush a restaurar la IV Flota, hacia el Atlántico Sur, bajo el pretexto de combatir el tráfico de drogas, de armas y de personas, el terrorismo y la piratería que amenaza el flujo del libre comercio en los mares del Caribe y de América del Sur. Sin embargo, el propio almirante Gary Roughead, jefe de Operaciones Navales, anunció el 24 de abril que se había decidido a restablecer la IV Flota, en virtud de la inmensa importancia de la seguridad marítima en el Sur del hemisferio. Con las operaciones navales de la IV Flota, los Estados Unidos complementan el anillo de bases militares, que incluye Comapala, en El Salvador; Guantánamo, en Cuba; Comayuga, en Honduras; Aruba, en Curação; y Manta, en Ecuador, de donde deberá ser transferida hacia Colombia. Este anillo sería incluso complementado con la base aérea, construida en 1983 y posteriormente ampliada, en Mariscal Estigarribia, en Paraguay, distante apenas 200 quilómetros de la frontera con Bolivia y Argentina, y 320 quilómetros de Brasil, muy


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cerca de la Triple Frontera. Esta base aérea adonde las tropas de la Special Operations Forces (SOF) comenzaron a llegar en 2005, con inmunidades concedidas por el paraguayo, posee una pista de 3.500 metros de longitud y tiene capacidad para acuartelar 16.000 soldados[lii]. Pero el ex-obispo Fernando Lugo, electo, en 2008, para la presidencia de Paraguay por la Alianza Patriótica para el Cambio, prometió poner fin a la presencia de tropas americanas, con inmunidades, en la región estratégica de Mariscal Estigarribia, y a los ejercicios militares conjuntos con fuerzas paraguayas, percibidos como preparativos para una guerra preventiva, apuntando al control de los recursos naturales de Bolivia, cuyo gobierno del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997), bajo la presión de los Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional, vendiera en 1995 sus reservas de petróleo y gas a la Enron y a la Shell por U$S 263,5 millones, menos del uno por ciento del valor de los depósitos.[liii] Entre tanto, la elección del líder indígena Evo Morales, dirigente del Movimiento al Socialismo (MAS), para la presidencia de Bolivia, amplió el frente de resistencia y oposición a los Estados Unidos en América del Sur, aliándose al presidente Hugo Chávez, de Venezuela. Y él representa a gran parte del pueblo boliviano que se opone a la exportación de gas hacia los Estados Unidos, cuyas reservas, en 2003, representaban apenas el 3% de las existentes en el mundo y el consumo se agotaría en cerca de ocho años, esto es, hasta 2011. Frente a tan dramática situación, los Estados Unidos intentan apoderarse de cualquier reserva, en cualquier región, por más pequeña que sea. Incluso si nuevos descubrimientos de gas fuesen hechos, no sobrepasarían el 5% del gas mundial, volumen igual al existente, en aquella época, en América del Sur, donde Bolivia y Argentina concentraban la mayor parte.[liv] Y de ahí el porqué las compañías petrolíferas, en gran medida, y las agencias de los Estados Unidos explotan las contradicciones internas y estimulan la secesión de los departamentos de Tarija, Chuquisaca, Santa Cruz, Beni y Pando, que conforman la “media-luna”, lo que representaría un duro golpe al liderazgo de Brasil en América del Sur y en su cada vez mayor influencia internacional.


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8.

OBJETIVOS DE LA IV FLOTA

La restauración de la IV Flota implica, por cierto, diversos intereses estratégicos de los Estados Unidos. Pero lo que torna evidente su real objetivo es el hecho de que el comando de la IV Flota fue entregado al contra-almirante Joseph Kernan, oficial de la US Navy SEALs (United States Navy Sea, Air and Land Forces), constituida por las Special Operations Forces, de la Marina de Guerra, y son empleadas en acciones directas y en misiones de reconocimiento especial, capaces de emprender una guerra no convencional, defensa interna en el exterior y operaciones contra el terrorismo. Uno de los integrantes de la IV Flota es un navío de asalto anfibio, el USS Kearsarge (LHD 3), cuya principal misión es el embarque, desvío y desembarque de fuerzas en cualquier parte del mundo, sirviendo como Expeditionary Strike Group , concepto militar introducido en la Marina de Guerra de los Estados Unidos, a comienzos de los años 1990, y que consiste en fuerzas altamente móviles y auto-sustentables para ejecutar misiones en varias partes del globo. Y su “misión humanitaria” comenzó en Santa Marta, en Colombia, en coordinación con el Comando General de las fuerzas Armadas y el Ejército Nacional de Colombia. Es evidente que los Estados Unidos, con el dominio de los mares, y del espacio, nunca dejaron de tener navíos de guerra traficando en las aguas internacionales de América del Sur, aunque la IV Flota, creada en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, hubiese sido extinguida, oficialmente, en 1950. Su restauración no significa un cambio mayor en las actividades militares de los Estados Unidos en el Atlántico Sur, dado que el 38% de su comercio global se realiza con países del hemisferio, el 34% del petróleo que importa proviene de la región y 2/3 de los navíos que transitan por el Canal de Panamá se destinan a los puertos americanos.[lv] Apenas oficializó una presencia que de hecho nunca dejó de existir, pero apuntando a demarcar y reafirmar el Atlántico Sur como área bajo su dominio, sobre todo de cara al descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo, en el campo Tupi, en la capa pré-sal del litoral de San Pablo. A los Estados Unidos les preocupa la creciente presencia de China en América del Sur y pretenden controlar sus recursos minerales y energéticos, tales como los yacimientos de hierro de Mutum y las reservas de gas natu-


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ral existentes en Bolivia, la Patagonia de Argentina y el Acuífero Guaraní, el mayor reservorio de agua subterránea del mundo, situado en los países que integran el Mercosur.[lvi] La restauración de la IV Flota se dio, con todo, dentro de un contexto que se configura altamente desfavorable a los Estados Unidos. El fracaso del intento de golpe contra el presidente Hugo Chávez, en abril de 2002, complicó la ecuación estratégica regional de la administración del presidente George W. Bush. Chávez se consolidó en el poder y protagonizó la oposición a la política y a los intereses de los Estados Unidos. Y ésta fue reforzada, en el ámbito sudamericano, con la elección del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en Brasil, Néstor Kirchner, en Argentina, Evo Morales, en Bolivia, Tabaré Vázquez, en Uruguay, y Rafael Correa, en Ecuador. Algunos más radicales, otros más moderados, imprimieron, de un modo o de otro el rechazo al dominio de los Estados Unidos, por lo menos de una significativa parte de la población. La elección de estos líderes, apodados como “populistas” por parte de los ideólogos del conservadurismo, no significa que América del Sur se inclinó aún más hacia la izquierda. Ella refleja el enorme desgaste de la influencia de los Estados Unidos, la declinación cada vez mayor de su dominio, las tensiones e incertidumbres relacionadas con el proceso de globalización de la economía, impulsado, particularmente, por los Estados Unidos, luego del desmoronamiento de la Unión Soviética y del Bloque Socialista. El derrumbe de la influencia de los Estados Unidos en América del Sur, revelado por la dificultad de impedir la elección o deponer gobiernos de tendencia más hacia la izquierda, como ocurrió en los años 1960 y 1970, fue acelerado por el fracaso de las políticas neoliberales recomendadas por el Consenso de Washington, que incrementaron aún más la desigualdad de renta, en la mayoría de los países, fomentaron el aumento del desempleo urbano y ampliaron la brecha social entre ricos y pobres, entre los trabajadores más capacitados y los demás, sin calificación. La crisis se acentuó, particularmente, en los Estados andinos, como, por ej., Perú, Bolivia y Ecuador, donde el 92% de la población manifestó su desencanto con la economía de mercado, de acuerdo al estudio presentado el Strategic Studies Institute del Army War College de los Estados Unidos.[lvii] Las investigaciones del Program on International Policy Attitudes (PIPA), realizadas conjuntamente por el Center on Policy Attitudes (COPA) y el Centro for International and Securities Studies at Maryland, University of Maryland (CISSM), a fines de 2006 y comienzos de 2007, mos-


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traron también que la percepción de los Estados Unidos en América Latina continuaba siendo negativa y que solamente 1/3 de los habitantes de Brasil y de Chile creían que ellos tenían una influencia positiva en el mundo. Los resultados fueron más bajos todavía en México (12%) y Argentina (13%) y en todos los países la oposición a la guerra en Irak oscilaba entre el 65% en Chile y el 95% en Argentina.[lviii] Y otra investigación indicó que, globalmente, el concepto sobre los Estados Unidos estaba yendo de mal en peor.[lix] Como había observado Kissinger, a comienzos del siglo XXI, América del Sur buscaba definir una identidad política propia, lo que estaba generando una potencial contienda entre Brasil y los Estados Unidos sobre el futuro del Cono Sur". [lx] Esta previsión la había realizado el filósofo alemán George W. Hegel alrededor de 1830, cuando dijo que América era “la tierra del futuro”, en la cual, en tiempos venideros, habría “algo así como una contienda entre la del Norte y la América del Sur, y donde la importancia de la Historia Universal deberá manifestarse”.[lxi] La contienda es factible. América del Sur, bajo el liderazgo de Brasil junto con Argentina y Venezuela, está tratando realmente de definir su propia identidad, diferenciada de los Estados Unidos e, incluso, en oposición al dominio de los Estados Unidos, lo que se evidencia con la creación de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y del Consejo Sudamericano de Defensa. Tales iniciativas que implican la desaparición del sistema interamericano, instituido por Washington y configurado por la Organización de los Estados Americanos (OEA), así como el del Tratado de Río de Janeiro, obsoleto y denunciado por México, y de la Junta Interamericana de Defensa (JID). Pero el acelerado desgaste de la influencia y del prestigio de los Estados Unidos en América del Sur y, en general, en América Latina debilita inclusive su estrategia global, que obedece a las directrices trazadas desde el gobierno de George H. W. Bush (1989 -1993), en el sentido de desanimar cualquier desafío a su preponderancia o tentativa de revertir el orden económico y político internacionalmente establecido[lxii] . En el conflicto con los Estados Unidos, generado por la tentativa de incorporar a Georgia y Ucrania a la OTAN e instalar bases antimisiles en Polonia y en la República Checa, el presidente Hugo Chávez, desafiando a los Estados Unidos, respaldó a Rusia, que envió a Caracas dos bombarderos estratégicos TU-160, para la realización de ejercicios conjuntos con aviones de la fuerza Aérea Venezolana, y señaló que mandará también navíos de guerra al Cari-


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be, como respuesta a la presencia de navíos americanos en el Mar Negro. Y, en medio del agravamiento del conflicto en Bolivia, a principios de septiembre de 2008, el gobierno de Evo Morales denunció a la Enron y a la Shell, socias mayoritarias de los ductos Transredes, y la Ashmore Energy Internacional, de haber impulsado el plan conspirativo contra su gobierno y consideró persona non grata al embajador de los Estados Unidos, Philip Goldberg, acusándolo de apoyar la rebelión de los departamentos de la "media-luna" contra La Paz y alentar la secesión de Bolivia, acusación que, por cierto, tiene fundamento.[lxiii] Solidario con Evo Morales, el presidente Hugo Chávez expulsó al embajador de los Estados Unidos en Caracas, Patrick Duddy, dándole el plazo de apenas 72 horas para abandonar el país. Y Argentina, Brasil y Uruguay, por su parte, manifestaron solidaridad al gobierno de Evo Morales, enfáticamente, condenaron el levantamiento y los actos terroristas y sabotajes de la oposición, en el Oriente boliviano, como tentativa de desestabilizar el orden constitucional del país, y dejaron claro, de modo inequívoco, que no aceptarán ni reconocerán la secesión de los departamentos del Oriente boliviano.


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9.

CONCLUSIONES

No hay duda de que las tensiones y los conflictos en Bolivia y en Georgia se entrelazan, generados y alimentados por la disputa de las fuentes de energía en que los Estados Unidos se empeñaron, a fin de mantener su way of life, con alto nivel de consumo y de despilfarro. Como bien observó el cientista político José Luís Fiori está en curso una nueva “carrera imperialista”, entre las grandes potencias, que luchan por su seguridad energética y alimenticia. China penetra cada vez más en África, donde los países de la Unión Europea buscan conservar la preeminencia sobre sus antiguas colonias. Y la competencia, como preve, José Luís Fiori, deberá alcanzar a América Latina, aunque de forma aún más intensa, gracias a sus recursos de gas y petróleo, a sus grandes reservas minerales y recursos hídricos, y a su inmensa capacidad de producción alimenticia, muy superior a la de África. [lxiv] Este aspecto económico-comercial seguramente también pesó en la decisión americana de reactivar la IV Flota en el Atlántico Sur, con la perspectiva de que la región se torne uno de los grandes centros productores de petróleo, en virtud de los recientes descubrimientos de yacimientos, en la capa pré-sal en el litoral de San Pablo y que probablemente se extienden por todo el Sur hasta el litoral de Argentina. Y el compromiso de Brasil, que se proyecta cada vez más como potencia económica y política, será inevitable. Es el mayor exportador mundial de alimentos, en breve habrá de tornarse en uno de los mayores exportadores de petróleo, y posee gran parte del Acuífero Guaraní, así como de las aguas del Amazonas y de la biodiversidad existente en la región. [lxv] En tales circunstancias, Brasil no puede dejar de re-equipar y modernizar sus fuerzas Armadas, particularmente la Marina de Guerra, con la construcción del submarino nuclear, y adquirir cada vez más autonomía y auto-suficiencia en la producción de material bélico, condición esencial para alcanzar el status de gran potencia, integrando a toda América del Sur. Tampoco se puede descartar la hipótesis de guerra con una potencia tecnológicamente superior o el involucramiento de Brasil en un conflicto que alcance sus fronteras y, por consiguiente, afecte su seguridad nacional, como en Bolivia, involucrando a Venezuela. Y un Estado, que


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necesita importar continuamente armamentos y municiones, y navíos para el transporte, no está en condiciones de enfrentar la eventualidad de una guerra. Una Segunda Guerra Fría fue deflagrada y envuelve a América del Sur, donde la penetración de los Estados Unidos constituye un factor de inestabilidad e inquietud. El elevado grado de turbulencia interna y resistencia y oposición de la mayoría de los gobiernos a la voluntad de los Estados Unidos, denota claramente el desvanecimiento de su hegemonía, en la región donde antes su fiat tenía fuerza de ley, y repercute, profundamente, sobre su estrategia global, en el sentido de imponer la Pax Americana, i. e, “preservar y extender un orden internacional amigable (friendly) a nuestra seguridad, nuestra prosperidad y nuestros principios”, de acuerdo a las directrices del Project for the New American Century (PNAC)[lxvi].


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N

OTAS

[i] Circular n° 907 a las Misiones Diplomáticas Brasileñas. Confidencial. La cuestión del Chaco – Los títulos de los contendores., embajador José Joaquim Moniz de Aragão, Secretario-General del Itamaraty. Río de Janeiro, 28.8.1934. AHI – Guerra del Chaco 9(31).(45)5. Archivo del embajador Moniz de Aragão. [ii] KISSINGER, Henry. Does America Need a Foreign Policy? Toward a Diplomacy for the 21st Century. Nueva York: Simon & Schuster, 2001, p. 468. [iii] “Amerika ist somit das Land der Zukunft, in welchem sich ins vor uns liegenden Zeiten, etwa im Streite von Nordund Südamerika, die weltgeschichtliche Wichtigkeite offenbaren soll.“ HEGEL, G.W.F. Vorlesung über die Philosophie der Weltgeschichte. In: Die Vernunft in der Geschichte. Hamburg: F. Meiner Verlag, 1994. Band 1, p. 209. [iv] MACKINDER, Sir Halford John. “The Geographical Pivot of History”, Geographical Journal, Royal Geographical

Society London, April 1904 , vol. XXIII pp. 436. [v] “The United States is practically sovereign on this continent, and its fiat is law upon the subjects to which it confines its interposition”. Nota a Gran Bretaña, 20/.06/.1895, apud KISINGER, Henry. Diplomacy. Nueva York: A touchstone Book/ Simon Schuster, 1994, p. 38. Vide também HICKS, John D. A Short History of American Democracy. Boston: Houghton Mifflin CompanyRiverside Press, 1943, p. 602. PERKINS, Dexter. A history of the Monroe doctrine. Boston: Little, Brown, 1963, p. 175. [vi] MAHAN, Alfred T.. The Influence of Sea Power upon History – 1660-1783. Nueva York: Dover Publication, Inc., 1987, p. 87. [vii] KISSINGER, Henry. Diplomacy. Nueva York: A Touchstone Book/Simon Scguster, 1994, pp. 37-38. [viii] MACKINDER, Sir. Halford J.. Britain and the Britain Seas. Oxford: At the


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LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA Claredon Press, 2nd edition, 1925, p. 334.

[ix] (en blanco en el original. Nota del Editor) [x] MACKINDER, Sir Halford John. Democratic Ideals and Reality. Westport Connecticut: Greenwood Press, Publisher, 1981, pp. 59-60. [xi] ROOSEVELT, Theodore. Theodore Roosevelt. An Autobiography. Nueva York: A da Capo Paperback, 1985, p. 538. [xii] SCHIRMER, Daniel B. Republic or empire American: resistance to the Philippine war. Boston: Schenkman, p. 20. [xiii] BARBOSA, Rui “Vã Confiança – A Doutrina Monroe: sua origem” in BARBOSA, Rui. Obras Seletas - Volume 8Fonte digital: Ministerio de Cultura Fundación Biblioteca Nacional - Departamento Nacional del Libro http://www.bn.br/bibvirtua l/acervo/ [xiv] Ibid. [xv] “The French and English texts, it was to turn out, though both of them official, were inconsistent with one another. One declared the Doctrine was not “to be considered as incompatible with any one of the provisions of

the present pact”. The other declared the Doctrine to be “not affected by the engagement of the Convenant”. One subordinated the Doctrine to the Convenant; the other the Convenant to the Doctrine”. Perkins, 1963, p. 297. [xvi] CARVALHO, Delgado de. História diplomática do Brasil. São Paulo: Ed. Nacional, 1959, p. 305. SMITH, Joseph. The cold war: 1945-1992. 2. ed. Oxford: Blackwell, 1998., pp. 30 y 31. PERKINS, Dexter. A history of the Monroe doctrine. Boston: Little, Brown, 1963, p.p. 296-297. [xvii] SCHOULTZ, Lars. Beneath the United States. A History of. U.S. Policy Toward Latin America, 1998, p. 373. [xviii] Id., ibid., p. 10. [xix] BLACK, Jan K. Sentinels of Empire – The United States and Latin American Militarism. Nova York: Greenwoodpress, 1986, p. 10. [xx] PINHEIRO GUIMARÃES, Samuel. Quinientos años de periferia. Porto Alegre-Rio de Janeiro: Editora da Universidade/UFRGS – Editora Contraponto, 1999, p. 99. [xxi] Colonel Joseph R. Núñez. A 21st Century Security Architecture For The Americas: Multilateral Cooperation,


LA IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA DEL SUR Liberal Peace, And Soft Power. August 2002 http://www.strategicstudiesi nstitute.army.mil/pubs/display. cfm?pubID=15 [xxii] Secretary of StateDesignate Madeleine K. Albright. Prepared statement before the Senate Foreign Relations Committee, las released by the Office of the Spokesman, Department of State, Washington, D.D., January 8, 1997. http://www.secretary.state.g ov/statements/970108a.html [xxiii] Barshefsky statement before House Trade Panel 3/18, U.S. Information and Texts, N° 011, March 20, 1997, p. 42. [xxiv] Samuel Pinheiro Guimarães. “ALCA para principiantes”; “Como será el ALCA”. Manuscritos. [xxv] Ibid. [xxvi] El proyecto del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) comenzó a ser negociado por los países miembros de la OCDE, secretamente, en 1995. sin embargo, cuando el proyecto se tornó público, las negociaciones fueron suspendidas, a fines de 1998, en virtud de problemas económicos y de la severa oposición que sufrió.

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[xxvii] Statement of General Charles E. Wilhelm, commander-in-chief, U.S. Southern Command, Before the Senate Caucus on International Narcotics Control, March 23, 2000. [xxviii] KISSINGER, Henry. Does America Need a Foreign Policy? Toward a Diplomacy for 21st Century. Nueva York: Simon & Schuster, 2001, p. 136. [xxix] Vide MONIZ BANDEIRA, Luiz Alberto. Brasil, Argentina y Estados Unidos - Conflicto e integración en América del Sur (De la Triple Alianza al Mercosur). Rio de Janeiro: Editora Revan, 2ª. ed., 2003, ppp. 554-555. [xxx] Paul Krugman - “Crying with Argentina”. The New York Times, NY, 1.1.2002 [xxxi] PINHEIRO GUIMARÃES, Samuel. Desafíos brasileños en la Era de los Gigantes. Rio de Janeiro: Contraponto Editora, 2006, p. 282. [xxxii] KISSINGER, Henry. Does America Need a Foreign Policy?. Toward a Diplomacy for 21st Century. Nueva York: Simon & Schuster, 2001, po. 151-152. [xxxiii] Id., ibid., p. 152 - 163. [xxxiv] Id., ibid., p. 152.


44 [xxxv] PINHEIRO GUIMARÃES, Samuel. Quinientos años de periferia. Porto Alegre-Rio de Janeiro: Editora da Universidade/UFRGS – Editora Contraponto, 1999, p. 121. [xxxvi] En febrero de 2008, el Congreso de los Estados Unidos aprobó el Andean Trade Preference Extension Act, expandiendo el Andean Trade Promotion and Drug Eradication Act (ATPDEA). [xxxvii] “Colombian military gains come at a price” Los Angeles Times. January 18, 2008. Amazon Watch. http://www.amazonwatch.o rg/amazon/CO/ [xxxviii] U.S. Aid to Colombia, All Programs, 2004-2009 Just the Facts - a civilian's guide to U.S. defense and security assistance to Latin America and the Caribbean. http://justf.org/Country?co untry=Colombia - The Center for International Policy - Colombia Programa - U.S. Aid to Colombia Since 1997. http://www.ciponline.org/c olombia/aidtable.htm [xxxix] Bill Weinberg. “Oil Makes U.S. Raise Military Stakes in Colombia”. November 26, 2004 - Long Island, NY Newsday.

LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA http://www.commondreams .org/cgibin/print.cgi?file=/views04/ 1126-05.htm [xl] PINHEIRO GUIMARÃES, Samuel. Desafios brasileños en la era de los gigantes. Rio de Janeiro: Contraponto Editora, p. 189. [xli] Vide MONIZ BANDEIRA, Luiz Alberto. Formación del Imperio Americano (De la guerra contra España a la guerra en Irak). Rio de Janeiro: Editora Civilização Brasileira, 2ª ed. 2006, pp. 725-727. [xlii] Id., ibid., p. 189, [xliii] The Economist, "What lies beneath -Is there really an ocean of oil off Brazil?” April 16, 2008, http://www.economist.com /daily/news/displaystory.cf m?story_id=11043022&top_st ory=1 Matthew Flynn “United States Announces IV Fleet Resumes Operations Amid South American Suspicions” Americas Policy Progran Report - Americas Policy Program, Center for International Policy (CIP) July 11, 2008. http://americas.irconline.org/am/5362 [xliv] Ivan Cairo. “On Venezuela's Doorstep: US proposes military test site in Suriname


LA IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA DEL SUR ”. Caribbean Net News Suriname. October 8, 2007. http://www.globalresearch.c a/index.php?context=va&aid =7022. Ivan Cairo. “Suriname government sanctions testing of US army vehicle”. Caribbean Net News. February 12, 2008. http://www.caribbeannetne ws.com/news-5981--36-36-.html [xlv] Agencia EFE. “El primer contingente de soldados de EE.UU. se instala en Ayacucho”. El Comercio. Lima, 13 de setiembre del 2008. Carlos Noriega. “Admite Perú que EE.UU. pondría una base”. Página/12, Buenos Aires, 17 de junio de 2008. [xlvi] Airman 1st Class Tracie Forte. “U.S. Army aviators support humanitarian mission in Ayacucho, Peru” . Task Force New Horizons Public Affairs. America’s Air Force http://www.12af.acc.af.mil/ news/story_print.asp?id=123 106116 [xlvii] R. Evan Ellis, “Chinese Interests in Latin America: Overview and Implications for Regional Security Issues,” Presentation for the Latin America Orientation Course (LAOC) Hulburt Field, FL: U.S. Air Force Special Opera-

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tions School (USAFSOS), March 1, 2007. R. Evan Ellis. “U.S. National Security Implications of Chinese Involvement in Latin America”. June 2005 Strategic Studies Institute, U.S. Army War College ISBN 1-58487-198http://www.carlisle.army.mi l/ssi [xlviii] Cynthia Malta. “Estatal chinesa de petróleo quer investir en gasoduto RioBahia”. Valor Econômico, 25/05/2004. “Sinopec, Brazil's Petrobras to explore deep sea oil”. China Daily (Xinhua). 18/8/2004. [xlix] Stephanie Hanson, News Editor. “Energy Bottlenecks in South America”. Council on Foreign Relations, April 21, 2008. [l] Ibid. [li] http://www2.petrobras.com. br/Petrobras/ [lii] Desde el inicio de los años 90, a fin de reducir costos y personal militar, el Pentágono delineó una nueva estrategia para la instalación de bases militares en el exterior. Buscó construir en otros países pistas de aviación, cuarteles, stocks de carburante y equipamiento etc., pero sin ocupar permanentemente estas bases con las Special Ope-


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LUIZ ALBERTO MONIZ BANDEIRA rations Forces (SOF). Lo que interesa al Pentágono es que estén en condiciones de uso instantáneo, en el momento en que alguna intervención militar directa se plantee necesaria. Tales bases también son periódicamente usadas como punto de partida y apoyo para ejercicios (a) de entrenamiento de tropas americanas y (b) de entrenamiento de tropas de los países-clientes, así como con el fin de familiarizarlas con equipamientos militares americanos, creando condiciones para futuras ventas. Más allá de servir también para la recolección de inteligencia, constituye así un medio de promoción de venta de material bélico, un comercio dirigido por el Pentágono. Bases de este tipo fueron instaladas en Mauritania, en Mali y probablemente en otros países de África.

[liii] Conn Hallinan. “Dark Armies, Secret Bases, and Rummy, Oh My!” Foreign Policy in Focus November 21, 2005 - - Editor: John Gershman, IRC. http://www.fpif.org/fpiftxt /2939 [liv] Antônio Ermírio de Moraes - Una lección a ser observada y aprendida. Folha de S. Paulo - 19/10/2003

[lv] Matthew Flynn “Estados Unidos anuncia que su IV Flota reanuda operaciones, en medio de sospechas sudamericanas Programa de las Américas Reporte 29 de julio de 2008”. http://www.ircamericas.org /esp/5422. [lvi] Bernardo Quagliotti De Bellis .“IV Flota impone su presencia en el Atlántico Sur”. La Onda Digital - Uruguay [lvii] Steve C. Ropp. “The strategic implications of the rise of populism in Europe and South America”- June 2005 Strategic Studies Institute (SSI) ISBN 1-58487-201-2 http://www.carlisle.army .mil/ssi/ [lviii]http://www.pipa.org/?PD A=1%3Fcategory=films&prof ile=mobilefilmsuseraverage& subject=177636%20-%2026k USC Center on Public Diplomacy at the Annenberg School http://publicdiplomacy.wiki a.com/wiki/AntiAmericanism [lix] “World View of US Role Goes From Bad to Worse”. http://www.worldpublicopi nion.org/pipa/articles/home _page/306.php?nid=&id=&p nt=306&lb=hmpg1 [lx] KISSINGER, Henry. Does America Need a Foreign Pol-


LA IMPORTANCIA GEOPOLÍTICA DE AMÉRICA DEL SUR icy? Toward a Diplomacy for the 21st Century. Nova York: Simon & Schuster, 2001, p. p. 152 - 163. [lxi] “Amerika ist somit de las Land der Zukunft, in welchem sich ins vor uns liegenden Zeiten, etwa im Streite von Nord- und Südamerika, die weltgeschichtliche Wichtigkeite offenbaren soll.“ HEGEL, G.W.F. Vorlesung über die Philosophie der Weltgeschichte. In: Die Vernunft in der Geschichte. Hamburg: F. Meiner Verlag, 1994. Band 1, p. 209. [lxii] POWELL, Colin L. - The Military Strategy of the United States – 1991-1992, US Government, Printing Office, ISBN 0-16-036125-7, 1992, p 7. Draft Resolution - 12 “ Cooperation for Security in the Hemisphere, Regional Contribution to Global Security The General Assembly, recalling: Resolutions AG/RES. 1121 (XXX- 091 and AG/RES. 1123 (XXI-091) for strengthening of peace and security in the hemisphere, and AG/RES. 1062 (XX090) against clandestine arms traffic. [lxiii] Luiz Alberto Moniz Bandeira. “A balcanización da Bolívia”. Folha de São Paulo,

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São Paulo, 15 de julho de 2007. [lxiv] José Luís Fiori. “Escopeta não é chocalho”. Le Monde Diplomatique (edición en portugués), 17/07/2008. [lxv] Ibid. [lxvi] Más detalles vide Moniz Bandeira, Luiz Alberto. Formación del Imperio Americano (De la guerra contra España a la guerra en Irak). Rio de Janeiro: Editora Civilização Brasileira, 2ª ed., 2005, p. 571.


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