La Nave Ed. 4-5

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uno nuevo, El mago de Viena, publicado por Pre-Textos, y otro de cuentos, una antología, por Anagrama; tengo poco tiempo y estoy muy nervioso. Me cuesta mucho esfuerzo articular el lenguaje. ¿Qué me quieres preguntar? ¿De Cervantes? Los dos últimos años casi no he leído más que a él. Carlos Monsiváis (CM): En los años recientes, en Argentina desde luego, y en el resto de América Latina, citar a Borges es una obligación de lector y también incluso, de articulistas deseosos de revestirse de sabiduría instantánea. Sin necesidad de encuestas, Borges es el escritor más citado (no más leído, por si la obviedad funciona) en América Latina. Pero hay autores que, además de sus frases definitivas, le agradecen a Borges su don de síntesis, la prosa clásica y las interminables lecciones de inteligencia. Tú eres uno de ellos. SP: Sí, lo cito a cada rato y por todas partes. Cuando me estanco en un texto y no logro continuarlo se me viene a la mente una frase de Borges y cierro el párrafo con una dignidad y elegancia que levanta el ensayo entero. Yo descubrí en 1952 a Borges en un suplemento cultural, donde se publicó “La casa de Asterión”. Creo que el mayor descubrimiento de una prosa fue ése. Parecía otro idioma. Nunca había conocido tal maravilla. ¿Te acuerdas que en los años cincuenta llegaba a las librerías la revista Sur, donde escribía frecuentemente Borges? Compraba la revista casi sólo por leer sus cuentos, sus reseñas de cine y sus ensayos. En México sólo tenía un puñado de lectores. La revista Sur me acercó a la literatura argentina, casi más que a la mexicana. Ahora si abro algunas novelas de entonces me asombro de qué malos eran, qué solemnes, qué huecos. Sólo logro admirar a Güiraldes, W. H. Hudson, los ensayos y las novelas cortas de Bianco, los cuentos de Silvina Ocampo, y una o dos de las novelas de Bioy Casares,

LA NAVE La letra O de Rimbaud (vocales), pastel/papel, 2007.

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sobre todo La aventura de un fotógrafo en La Plata. Hace unos años estuve en Buenos Aires y coincidí con la salida de sus Memorias. Un libro grande, escrito con soberbia para no decir nada más que estupideces. En cambio Borges está extraordinariamente vivo. Es ya un clásico. Los jóvenes lo leen con asombro. Borges es por sí mismo un Universo. CM: Para nuestra generación, anterior a las ventajas y devastaciones del mercado, el mexicano Alfonso Reyes, el poeta, el humanista, el ensayista, el traductor, fue la oportunidad de tomar como modelo la vocación perfecta. Borges lo exalta: “Reyes, la indescifrable providencia / que administra lo pródigo y lo parco. / Nos dio a los unos el sector o el arco, / pero a ti la total circunferencia”. Hoy suele vérsele como un paisaje admirable pero infrecuentable. ¿En qué sentido es todavía Reyes nuestro contemporáneo? SP: Para nuestra generación, como antes para los Contemporáneos a principios de los treinta, Reyes fue el que nos libera de un nacionalismo cerrado, y es nuestro maestro. En una época de ventanas y puertas cerradas él nos incitaba a emprender todos los viajes; el mundo helénico, la literatura española medieval, la de los Siglos de Oro, Sterne, Mallarmé, Borges, Francisco Delicado, la novela policial, muchos más. Su prosa es espléndida, es el maestro de la levedad. Entre sus primeros cuentos, los de España, hay algunos excelentes. Hoy se lee poco en México; es más, podría decir que Reyes por ahora no es nuestro contemporáneo. La sociedad mexicana es diferente de la que era hace cuarenta o cincuenta años. Los grupos literarios también. No sé qué

abril-septiembre

Sergio Pitol (SP): Apenas me encuentras, Carlos, porque voy a salir a España, Madrid, Barcelona y Valencia a presentar dos libros,

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