En casi todo el territorio mexicano podemos identificar la presencia de la población de origen africano; incluso en ciudades tan grandes y complejas como la capital de México podríamos distinguir, si miráramos con atención, rasgos físicos que recuerdan que en el pasado miles de africanos y africanas formaron parte de nuestra sociedad. Sin embargo, poblaciones en regiones de Guerrero, Oaxaca, Morelos, Michoacán, Guanajuato, Tabasco y Veracruz, por diversas causas históricas, conservan rasgos físicos y culturales de origen africano mucho más notables que en otros territorios de México. La historia de las personas africanas y afrodescendientes que formaron parte y contribuyeron económica, social y culturalmente a la construcción de la sociedad mexicana ha sido negada y menospreciada por la historia oficial.