En el corazón de las cosas
Elogio de la improvisación
Nadie trae la neta de las netas y todos necesitamos aprender de todos. Pero hay algo crucial que los urbanos debemos aprender de los rurales si queremos sobrevivir: su premoderna maña para enfrentar la incertidumbre.
Progreso es previsibilidad, y por mucho tiempo la modernidad nos prometió abatir la incertidumbre gracias al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Un mundo feliz es un mundo sin sorpresas, se pensaba.
Pero la promesa resultó vana y entramos al tercer milenio con el alma en un hilo pues en los tiempos de la Gran Crisis lo único seguro es que nada es seguro. “Las crisis llegan sin manual de uso”, escribió Patrick Lagadec, acuñador el término “civilización del riesgo”. Pero sin el folletito de las instrucciones nosotros ya no sabemos vivir. Y lo peor del caso es que el culto a la previsibilidad magnifica el impacto de lo inesperado.