El sur es “profundo”, el norte es “bárbaro”. Desde los tiempos del imperio azteca, Aridoamérica era tierra de hijos de perra: chichimecas; paisaje áspero y gente ruda que no valía la pena conquistar. Desinterés compartido por los españoles, hasta que en Parral y otros parajes del norte encontraron plata y en los bárbaros la mano de obra a someter. Entonces los nómadas se hicieron guerreros. Los más temibles: los apaches, a quienes combatían rancheros fuereños atrincherados en colonias militares. Aniquilados los apaches, prosperaron las haciendas a costa de las colonias. Y los rancheros se rebelaron: de matar apaches pasaron a ser apaches. En 1910 se fueron a la revolución y encabezados por un forajido se volvieron los nuevos bárbaros del norte… En 2008 campesinos y rancheros de Chihuahua encabezados por una caravana de tractores, en su marcha Del Chamizal al Zócalo, nos recordaron que los “apaches” cambian de montura pero siguen ahí.