El término Aridoamérica para designar los territorios norteños de nuestro país no es gratuito. A los mexicanos del norte les llueve cuatro veces menos que a los mexicanos del sur.
A México no le fue mal en el reparto global del agua dulce. Pero en años recientes ese privilegio ha venido mermando y si a mediados de los ochenta del pasado siglo la disponibilidad de agua per cápita era en promedio de 30 mil metros cúbicos hoy es de apenas un poco más de cuatro mil. Volumen aun aceptable pero que en el norte se reduce a la mitad mientras que en estados sureños como Chiapas se multiplica por seis.
Así, la porción norteña de México, 65% del territorio nacional, es árida o semiárida pues recibe únicamente una quinta parte de las lluvias que caen sobre el país. Situación de estrés hídrico que está empeorando con las sequías ya no tan atípicas que provoca el cambio climático y que hace unos años diezmaron a la ganadería norteña. Mientras que en el sur sobra, en el norte el agua escasea.