En Tlaxcala, el estado más pequeño de la República Mexicana, el pueblo nahua y el otomí conviven desde antes de la conquista. Las formas particulares de gobierno antes de la llegada de los españoles han sido sujetas a análisis detallados, que se enfocan particularmente en los cuatro territorios de Tizatlan, Quiahuiztlan, Tepetícpac y Ocotelulco.
En la tierra de grandes guerreros como Xicohtencatl (nahua) y Tlahuicole (otomí), se emprendieron grandes batallas contra los invasores españoles y sus aliados de Cempoala, pero finalmente se aceptó una asociación estratégica en contra de los reyes de la Triple Alianza. Esta colaboración dio pie a una situación particular que salvó a Tlaxcala de la implantación temprana de una clase colonizadora española. El “cabildo de indios” reinó en la capital, y las actas que emitía en el idioma náhuatl dan cuenta de una lucha constante para conservar lo propio (lo indígena) frente el embate de lo ajeno, lo occidental, lo colonial.