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El Estado en manos del perito Meza
El Estado ecuatoriano lleva más de diez años prometiendo la verdad definitiva del asesinato del general Jorge Gabela. Diferentes instancias se han turnado en la tarea: primero le correspondió a Fiscalía y a la Justicia—; luego, en 2012, se creó una comisión desde el Ejecutivo, fundamentada en peritos independientes; en 2018, le llegó el turno a una comisión legislativa, y dos años después la Justicia reabrió el caso; este año intervino la Corte Constitucional, que en duros términos reconoció errores de parte del Estado y ordenó que se entregara a la viuda del oficial asesinado una reconstrucción del ya célebre ‘tercer informe’ elaborado por el perito, radicado en Brasil, Roberto Meza El plazo vence este 17 de mayo.
Esto coloca al Estado ecuatoriano en la difícil situación de depender, para el cumplimiento de un gravísimo dictamen, de una persona sobre la que no tiene ninguna jurisdicción. Al mismo tiempo, las autoridades dejaron que se creara todo un mito de panacea alrededor del ‘tercer informe’—cuya existencia, guste o no, ya ha sido reconocida por el Estado—, pese a que el propio perito y los miembros de la comisión encargada se han mostrado sumamente cautos al respecto.
Meza terminó en una posición de máxima exposición que nunca persiguió y el Estado debe también contemplar la posibilidad de no contar con él en los términos esperados. En lugar de poner excesiva esperanza en el informe, el país debe recordar que, a la larga, el esclarecimiento le corresponde a la Justicia y que ha sido justamente la actitud evasiva de esta, y su forma de ceder a presiones políticas, lo que dio pie a este angustiante laberinto.
Corte Penal Internacional
El 17 de julio de 1998, en la ciudad de Roma, fue creada la Corte Penal Internacional. El Ecuador suscribió el Estatuto de Roma el 7 de octubre del mismo año. La Corte Penal Internacional es un tribunal de justicia internacional independiente y permanente, y es de última instancia; es decir, no permite apelaciones a sus juzgamientos a personas acusadas de cometer crímenes de genocidio, de guerra, de agresión y de lesa humanidad, pero no tiene competencia para conocer, juzgar y sancionar a personas, países y Estados que no hayan suscrito el Tratado de Roma, como ocurre en la actualidad con Rusia.
Con ese Tribunal se garantizan los derechos humanos a nivel mundial. La sede de la CPI está en La Haya, capital de los Países Bajos. Se financia con los aportes de los Estados miembros, pero también suele recibir aportaciones voluntarias de gobiernos, organizaciones internacionales, particulares, sociedades y otras entidades. La Corte inició sus actividades en el año 2003.
Especialistas en Derecho Internacional afirman que la CPI ha demostrado que, en algunos casos, ha alcanzado adelantos significativos y también ha cometido errores garrafales al querer enjuiciar o emitir criterios y opiniones sobre casos o personas ajenos a la Corte que, lógicamente, no son de su competencia. En días pasados la Corte adoptó una resolución contra el presidente Putin de la Federación de Rusia que nunca fue, ni es parte de la CPI.
La CPI tiene dos objetivos básicos que son la protección de los bienes jurídicos superiores como los derechos humanos y la sanción a los responsables de las violaciones a esos derechos. Es organismo internacional con aciertos y comete errores cuando quiere imponer sanciones de acuerdo a intereses políticos, en particular, los imperiales.
Su funcionamiento es revolucionario porque se obtienen frases con particular lenguaje humano, con coherencia y semántica. Un ‘bot’ (diminutivo de robot) que al parecer interactúa con cierto razonamiento.
Hace
unos días decidí probar la novedosa plataforma de inteligencia artificial ChatGPT — un asistente virtual capaz de responder preguntas, redactar, planificar, traducir, desarrollar códigos y resolver matemática compleja—.
Si bien las opiniones son diversas, en el ámbito educativo existen preocupaciones porque dicen que podría estar en riesgo el aprendizaje de los estudiantes para escribir o investigar. A nivel mundial, hay sistemas que han prohibido el uso de la herramienta porque se prevé que los ingeniosos adolescentes utilicen la aplicación ChatGPT para escribir sus tareas. Pero también hay quienes ven esta herramienta como una oportunidad de evolución para la educación y que puede ayudar a mejorar la eficacia de la enseñanza. Para los chicos, la aplicación podría ser un punto de arranque cuando no existe inspiración o no se sabe cómo iniciar un ensayo. ChatGPT también podría proporcionar retroalimentación en tiempo real y apoyar al maestro con la generación de herramientas interactivas. No es la primera vez que la educación debe enfrentar desafíos tecnológicos. En su momento también hubo dilemas con motores de búsqueda —Google, Yahoo o similares—, y páginas de tesis como el ‘Rincón del Vago’. Y es que hoy ya no es un desafío responder fechas históricas, identificar fórmulas químicas o descripciones de ciencias naturales, porque todo está en internet.
Está claro que es muy complicado resistirse o luchar contra la innovación, y la educación debe adaptarse y coexistir con la inteligencia artificial.
El modelo educativo no puede ni debe ser estático y será necesario actualizar al maestro con nuevas metodologías de enseñanza y replantear los programas. Como no todo lo que brilla es oro, sugiero probarla y que ustedes mismos descubran sesgos y errores en su funcionamiento. Nuestras mejores herramientas como humanos: la sensibilidad, el escrutinio, el debate, y la capacidad de verificación. Con seguridad y sin miedos, aprovechemos la innovación y descubramos los límites de la máquina.