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La vida y sus minutos
El afán no hace perder la noción del tiempo. El descanso no lleva a encontrar la sabiduría del eterno Dios.” Si los minutos de la vida están marcados en el reloj del tiempo girando eternamente a la derecha, debemos apreciarlos y disfrutarlos, pues, cada minuto es realidad de vida en la que, conscientemente analizamos el pasado y presente, y cuya reflexión nos forjará imaginar un futuro con mayor esperanza.
A esto se agrega que: “Hay dos clases de Silencio: uno que, asfixia y ahoga, otro que, oxigena, equilibra y armoniza. Hay dos clases de Cansancio: uno tedioso y estéril, otro lleno de sentido, rico y fecundo. Hay dos clases de Soledad: una que, hasta acompañada destruye, otra que, sola o acompañada, edifica, planifica y revive. Hay dos clases de Trabajo: uno que, esclaviza y mutila, otro que, vivifica, ilumina y libera. Hay dos clases de Risa: una que, ofende y agrede, otra que, alegra, entusiasma y reanima. Hay dos clases de Mirada: una que, degrada y mutila, otra que, enaltece, reconforta y sublima. Hay dos clases de Relaciones: unas que, aniquilan y envilecen, otras que, logran el milagro de hacer surgir lo mejor de nosotros mismos. En la vida hay dos clases de todo o de casi todo y cada uno de nosotros, desde el fondo de nuestros corazones, sabemos con qué clase de realidad decidimos Vivir. La vida no se nos da de una vez y para siempre. La vida se nos da cada día, cada minuto, cada instante.” El proceso vital del ser humano debe ser valorado en todos sus ciclos, especialmente quienes han cumplido todas sus etapas y están en la última, que es la vejez caracterizada por la molestia, el abuso y crueldad. Por eso: “Cuando la gente se aleja de ti, déjalos ir…No significa que sean malas personas, sólo que, su parte en tu historia, ya se terminó.”
Franceses no franceses
Alos ecuatorianos, siempre tan fascinados por su propio ombligo, poco les ha interesado la subversión campante en Francia en estos días; pero bien vale la pena asentar un par de reflexiones útiles
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Año: XXXIX No. 10.609 mediable. Exquisita, sensible y maternal, Mercedes dejó un legado que nos debería unir y enorgullecer como latinoamericanos.