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¿Quiénes son los verdaderos dueños de los candidatos?
El sistema electoral ecuatoriano no está diseñado para prevenir y castigar el financiamiento de candidatos con dinero sucio, sino para que el Estado pueda lavarse las manos ante aportes ‘dudosos’.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) dice estar atado de manos, por vacíos legales y falta de recursos, al momento de fiscalizar campañas. La justicia ordinaria — eternamente inundada de trabajo, escasa de personal y enfrentando las usuales obstrucciones de un sistema garantista— no mueve un dedo. La ‘cabeza de turco’ que usa el Estado, para fingir que trabaja, es el control de la publicidad en un puñado de ‘medios tradicionales’ y su irrisoria asignación de fondos. Fuera de esto, se vive la ley de la selva.
Otros países no aplican límite de gasto ni financiamiento público, pero sí fiscalizan y exigen transparencia total sobre el origen de cada centavo utilizado en campaña. En contraste, en Ecuador se desafía a la aritmética y a la contabilidad en cada elección, y casos insignes quedan en nada. Aquel de las presuntas donaciones de las FARC al correísmo se obvió por un burdo tecnicismo, luego de que la justicia colombiana determinara que las pruebas no fueron obtenidas de forma válida, pese a que diversos peritajes internacionales concluyeron que el contenido de las computadoras de Raúl Reyes era genuino. Lo mismo sucedió con la nunca esclarecida injerencia chavista a inicios de siglo. producto de la coyuntura política, vota por cualquier candidato que le promete sacarlo del atolladero o por el compadrazgo, aun conociendo lo demagógico de sus ofertas y de su conducta veleidosa.
Si algo ha demostrado la historia de la República es que ningún favor electoral queda impago, pero l a ciudadanía tiene derecho a saber a quién se deben los candidatos. La reforma del Código de la Democracia es impostergable.
Oportunamente, para no seguir discriminando el término políticos, abordo el nacimiento de los términos política y políticos. Vamos a tiempos remotos de la Grecia antigua donde las ciudades se llamaban “polis”. En efecto, todos quienes convivían dentro de una “polis” eran “políticos” concebidos como símil del término “ciudadanos”.
Ahora la política son las decisiones y capacidad de negociar que se toman ante los conflictos, escasez o necesidades de los ciudadanos que deseamos habitar en entornos sociales con bienestar donde se ligan los aspectos ambientales y económicos. En la gobernanza, las políticas son las decisiones que se toman por el territorio nacional o local, pero “OJO” también son las decisiones que no se toman. Aquí los “políticos”, es decir, los ciudadanos, tenemos el derecho, obligación y privilegio de ser parte de estas decisiones ante los conflictos económicos, sociales y ambientales que nos afectan.
La política nos concierne a todos, está ligada a la libertad y justicia, se construye con la participación, por eso en la democracia (poder del pueblo) escogemos quien lidere la escucha de todos nosotros, nos represente en conocimientos, ideales e integro el término “conciencia”, poco usado en este ámbito, pero desde la mirada holística del desarrollo sostenible es necesario.
Nuestros representantes facilitan los procesos de construcción de las políticas que nos afectan, pero ellos también representan a partidos políticos, donde los afines de ideales se agrupan con propuestas de políticas a plasmar en sus gobiernos. En la práctica se destacan o deberían destacar los perfiles ciudadanos con trayectoria de servicio y vocación demostrada, quienes han sido actores de planificación y/o de políticas, líderes que buscan la justicia en palabra y acción.
En definitiva “los partidistas políticos son unos, los políticos somos todos”.
Hoy el pueblo debería madurar políticamente , considerar que el bien común está por encima del bien personal; es decir, privilegiando la buena reputación del candidato o candidata, aún en detrimento de la oportunidad o favor personal que pudiera recibir.
Actuar de forma preconce- bida y deliberada, porque le hayan ofrecido un nombramiento, etc. Sería tan cómplice de la debacle del mal político y del país; merecería al menos el reproche de su conciencia Consideramos en buena hora llamar a la reflexión del voto, no por afectos ni desafectos, sino por la racionalidad; convendría analizar al candidato y su conducta . Es recurrente que el candidato que más ofrece es el que menos posibilidad tiene de cumplir. Por tanto, se debería priorizar no el bienestar personal si no el bien- estar general El análisis es más profundo, tiene que ver no solo con su conciencia, sino también con la moral y hasta con el fuero espiritual, habida cuenta que en todo ser humano subyace el buen criterio del bien y del mal; por tanto es evidente que debería aplicar su buen criterio antes de decidir en cualquier situación y más en esta delicada decisión en la que se juega el destino del país y por ello su voto debería ser bien razonado, debería ser un imperativo: no regale su voto, medítelo, caso contrario nos podría llevar al fracaso con vuestra complicidad.
No es bueno equivocarse en cada elección, pues obvio que quien pierde es el pueblo y el país, es malo tener que lamentarse de nuevo . El pueblo insensato que no se informa se convierte en cómplice y debería ser sentenciado ante el juez más implacable, que es su propia conciencia . Hasta que haya un cambio objetivo de actitud en el votante. Que Dios nos ampare.