3 minute read

Moncayo, un oportuno acierto

El presidente Guillermo Lasso ha comenzado a demostrar, con sus nuevos nombramientos, una práctica propia de gobernantes responsables: el afán de rodearse de personas más capaces, en sus campos de especialidad, que él. En lugar de buscar cobijarse entre aduladores y escaladores, está apelando, acertadamente, a profesionales de amplia experiencia y solvencia comprobada. La incorporación del general (sp) Paco Moncayo Gallegos a su gabinete, en calidad de consejero de Seguridad, es una muestra.

En materia de seguridad, el equipo anterior del Presidente adolecía de una notoria falta de familiaridad con los temas relativos a la fuerza pública; un problema usual en la política ecuatoriana contemporánea. Con Moncayo en el equipo, el Gobierno podrá generar políticas debidamente sustentadas en la comprensión de las limitaciones operativas –tanto de logística como de infraestructura— que enfrentan policías y militares. Asimismo, conoce como pocos el marco legal y normativo que rige el campo de la seguridad en el país, y, por su exitosa experiencia política, entiende las complejidades y dificultades que entraña la aplicación de toda política pública. Aun así, quizás su mayor credencial sea el haber sido parte activa de una generación que, en un pasado, supo preservar con muchísimo éxito la paz en el país; no por medio de la represión ni del militarismo, sino de la cuidadosa articulación de la seguridad con las políticas sociales y el diálogo ciudadano.

Ahora, solo resta que el Presidente sepa escuchar. Debe entender que el tiempo le juega en contra y aprovechar la mano que tantos ciudadanos valiosos le han tendido.

Mea culpa

En 1979 Ecuador retornó a la democracia, pero nunca supimos cómo ejercerla más allá de asistir a sufragar. Hemos cargado un país a cuestas , un pueblo sufrido hasta el tuétano, que no logra alzar cabeza y mirar hacía donde va. Estimados lectores esta semana aspiro generar una reflexión sobre nuestra postura y acciones en relación a las diferentes problemáticas que enfrentamos.

¿Alguna vez se han cuestionado cuál es su rol como parte de su barrio, ciudad o país? ¿Se han propuesto en algún momento un objetivo que permita mejorar algo en su entorno, como el estado de las calles, la falta de áreas deportivas, entre otras tantas situaciones? O más bien consideran que no les corresponde y que no tienen tiempo, que lo hagan los que quieran ser políticos o las autoridades que son quienes tienen la obligación.

No se trata de juzgar la postura, sea cual sea, sino de hacer un análisis sincero de hacía dónde vamos, porque no podemos desconocer que la situación política, económica y social del país nos afecta a todos en diferente medida, hoy todos estamos en riesgo . Por eso, es necesario comprender que la democracia y la constitución nos permite participar de forma activa en los procesos de gobernanza para trabajar en la protección de nuestros derechos a través de la organización social y la participación ciudadana.

La realidad, pone en evidencia que nuestra calidad de vida está anclada a la de los demás. Por eso es necesario hacer nuestra parte y buscar unidad para todo, desde lo más simple como sumarse a la gestión para solicitar obras públicas hasta lo más complejo como, organizarnos para enfrentar a la delincuencia, formular proyectos de ley, y plantear la destitución de funcionarios incompetentes y corruptos. Aceptemos nuestra mea culpa y asumamos con responsabilidad la vida en democracia y el rol de ciudadana/os. “De la conducta de cada uno depende el destino de todos”. Alejandro Magno.

debe seguir la doctrina de la II Enmienda de la Constitución de EEUU: “ni el gobierno federal... puede infringir el derecho a portar armas”.

La prohibición de portar armas, comporta una imposición totalitaria. A este respecto, el comentario de Franklin es gratificante: “Cuando todas las armas sean propiedad del gobierno y de los bandidos, éstos decidirán de quién será el resto de las propiedades”.

El Decreto 707 emitido por el régimen, consolida la percepción impuesta por el narcoterrorismo en 2009, que prohibió el porte de armas, alterando la doctrina de permisividad controlada, vigente desde los 80. Contiene aberraciones como: Solo el que cumple los requisitos, puede defender su vida, con un arma. Nadie puede defender su vida, sin previa autorización para portar un arma. La ley no hace distinción entre la persona de actividad lícita, que no tiene permiso de porte de armas y el criminal; a ambos los sanciona con prisión, es una torpeza, ya que la persona que no tiene antecedentes penales, solo debe ser multada.

Autoriza el porte de armas artesanales, a miembros de culturas “ancestrales”, que cumplen la consigna narcoterrorista de destruir el Estadonación, caracterizando artificialmente sus culturas, como “plurinaciones”, para romper la univocidad de la nacionalidad ecuatoriana. Discrimina, al no autorizar el porte de herramientas que pueden ser arbitrariamente catalogadas como armas: machetes, hachas, cuchillos. Debería inspirarse ésta legislación en el pensamiento libertario expresado por Washington: “ Un pueblo libre no sólo debe estar armado y disciplinado, sino que debe tener suficientes armas y municiones para mantener su independencia de cualquiera que intente abusar de ellos. Lo que incluiría su propio gobierno.”

This article is from: