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Otro paro, el peor escenario

De nada servirá cualquier giro positivo a la política económica y social del Gobierno si se concreta un nuevo paro.

En las circunstancias actuales, repetir episodios como los de octubre de 2019 o junio de 2022 tendría consecuencias irreversibles, sobre todo para la economía de la Sierra. Tal como al cruzar un puente estrecho unos cuantos centímetros significan la diferencia entre seguir adelante o precipitarse al vacío, una paralización de un par de semanas implicará—con los márgenes actuales— la quiebra definitiva y la destrucción permanente de empresas, comercios y familias.

Al daño que se infringe a los grandes sectores generadores de empleo, como el floricultor o el lácteo, cuya producción se ve irremediablemente perdida, se debe sumar el impacto que sufre el consumo en general; gran parte de este recae en el sector informal y marca una diferencia definitiva en la calidad de vida de decenas de miles de ciudadanos. Si la movilización llegara a extenderse apenas un poco más que la última de junio, los efectos se sentirían también, con fuerza insospechada, en el resto del territorio nacional. wagnervelez@hotmail.com

Resulta difícil entender que una fuerza política persiga, conscientemente, un camino tan doloroso para sus compatriotas. La oposición al Gobierno tiene la oportunidad ahora —con alcaldías y prefecturas bajo su mando— de demostrar con obras y gestión su mentada superioridad, sin necesidad de apelar a la violencia.

Cualquier intento de impulsar estas medidas de hecho y de articularlas con conspiraciones en los pasillos legislativos deben ser denunciadas desde ya con la mayor firmeza por quienes sí creen en la democracia.

El Kintsugi es una técnica centenaria japonesa que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas y, en lugar de disimular las rajaduras y las líneas de rotura, se les otorga un nuevo valor y se las hace más visibles utilizando polvo de oro o plata líquida.

¿Qué hacemos cuando se nos quiebra algo? Inmediatamente pensamos que debemos deshacernos de ese objeto.

La resiliencia convertida en arte se remonta al siglo XV, “Cuando algo se rompe hay que arreglarlo”, así surgió el Kintsugi, Su filosofía hace que en lugar de tirar el objeto, se recupere para que, a través de la restauración, luzca de nuevo más fuerte. Se ha perdido el interés por arreglar lo viejo o roto. Esto se debe a que, en su escala de valores, se relaciona lo bello con lo nuevo o lo que es lo mismo, se aparta lo viejo y roto para ser sustituido por algo nuevo y moderno. Esto es algo que puedes hacer con un objeto. Pero, ¿qué pasa cuando trascendemos el objeto a una persona, a una persona rota y deteriorada por dentro? Ahí es donde el término resiliencia juega un papel fundamental.

La vida está llena de grietas, de muchas roturas. Hay momentos en que estamos mal por fuera y por dentro. La resiliencia ofrece la oportunidad de devolverte la sonrisa y recomponer el alma y espíritu para que, una vez restaurados cuerpo y alma, al igual que un objeto de porcelana expuesto al Kintsugi, pueda resurgir con toda su fuerza y toda la determinación para sobreponerse a los obstáculos que la vida te pone por delante.

Nos enseña que podemos reconstruirnos y centrarnos en nuestros puntos fuertes. Debemos fomentar nuestra autoestima, descubrir nuestras habilidades y ser bondadosos con todos, pero, sobre todo, con nosotros. No ser tan críticos, aceptarnos con toda nuestra historia y carga emocional. Aprender de nuestros errores y traumas del pasado, dejar ver esas cicatrices no tiene por qué ser un tabú ni mucho menos. Somos imperfectos y eso está bien.

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