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Sin el censo, todo es especulación
Con la nueva campaña, se escuchan ya propuestas de ambiciosos planes nacionales y grandes proyectos para transformar el país. Sin embargo, navegamos a ciegas. No basta con saber a dónde ir, sino que también hay que saber dónde uno se encuentra. Solo el censo puede aportar un diagnóstico definitivo sobre la situación macro del país. Mientras tanto, las medidas que se tomen y las políticas públicas que se intente generar, estarán basadas en meras adivinanzas y estimaciones subjetivas.
La data actualizada permitirá hacer los ajustes que el Ecuador requiere a largo plazo, independientemente de quién lo gobierne. La pirámide poblacional va a ser el factor determinante en la dirección que tomen medidas sobre seguridad social, política tributaria, educación, nutrición e, incluso, infraestructura. No es lo mismo diseñar un país con una gran masa de jóvenes dependientes en etapa de formación con un bono demográfico en el futuro a mediano plazo, que uno con una boyante masa de adultos consumidores y aportantes, pero que dentro de poco requerirá jubilaciones.
El censo permitirá también derribar algunos mitos o elevarlos a categoría de hecho comprobado. ¿Es la ruralidad y la producción agrícola tan importante como en décadas pasadas? ¿Cuál es la verdadera cantidad de inmigrantes extranjeros que viven en el país y cuántos ecuatorianos en realidad se han marchado? ¿Cuál es la agenda pendiente en materia de servicios básicos?
En un país con una economía tan informal como la nuestra, solo el censo ofrece certezas. Las necesitamos urgentemente.
24-23: de héroes y superhéroes
Comotodas las mañanas del 24 de Mayo, el batallón tomará lista a Abdón Calderón y los soldados responderán que murió heroicamente en el Pichincha pero vive en nuestros corazones, y luego en la propia Cima de la Libertad se realizará el acto de recordación de lo que fue ese día en 1822.
Pero este 24 de Mayo de 2023 es diferente, porque por primera vez un Presidente de la República informará sobre sus actividades gubernamentales ante la ciudadanía, no frente a un Legislativo quién te dé’. Es necesario revisar los nombres de los precandidatos y preguntarnos, por ejemplo: ¿qué capacidad tiene para dirigir el país alguien como Fernando Villavicencio? Un denunciólogo de pasado sindicalista en Petroecuador, con un dudoso título de una universidad de ‘garaje’, que además se oponía a rajatabla a la dolarización, y que de paso se jactaba de boicotear nuestro oleoducto cuando no le gustaba el presidente de turno Rafael Correa aspira a que alguno de sus leales servidores llegue al poder para ‘vengarse’ de aquellos que lo sentenciaron por corrupto y de la oposición que lo enfrentó en democracia. Aspira a regresar a conducir el país con alguno de sus candidatos, luego de que su Gobierno durante 10 años nos dejó quebrados y con una deuda pública de alrededor de $70.000 millones.
Y es que ese es el único mérito político que ha tenido este Gobierno: cesar a la Asamblea Pero hasta ahí lo bueno de la muerte cruzada, pues la calma chicha ya pasó y los precandidatos han movido nuevamente a la sociedad, incluso a la más apática y desinteresada sobre lo político. Ahora todos tienen un precandidato.
La muerte cruzada ha sido un palmo de oxígeno para quienes pensaban que en dos años más sería su oportunidad para saltar a la tarima, para visitar comunidades y conocer el país; les tocó dejar sus oficinas, sus negocios y sus comodidades para iniciar una campaña, muy diferente a la de aquella madrugada a las faldas del volcán Pichincha, pues esos soldados ya estaban en campaña desde hacía varios años.
Y es que ser soldado solo un 24 de Mayo no es lo mismo que serlo toda una vida: la política se les presenta a algunos como aquella oportunidad de concretar un gran negocio, emprender en algo nuevo y diversificar su hoja de vida, por el puro placer, el ego y la soberbia de creerse superior.
Un general Sucre es lo que necesitamos, en este 24 del quinto mes del año 23; un estratega en campaña permanente, que no se ciega por los negocios ni la vanidad, que es un verdadero soldado y no un mercenario, que va por la vida dando tortazos y tumbando al país desde su propia empresa.
Pero los arquetipos violentos son los que mueven y emocionan a los votantes, no los héroes tranquilos como Sucre. No necesitamos de los primeros, sí de los segundos.
Y, también vemos que ya sacó la cabeza Yaku Pérez, falso profeta que bajo el lema de ‘ecologista’ pretende sorprendernos, pero no tiene la capacidad ni el conocimiento para administrar un país.
Tenemos también al populista Partido Social Cristiano, que lejos de generar entusiasmo nos trae decepciones, más aún después de su última alianza con el correísmo. El PSC que reconoce que su semillero dejó de cosechar líderes, apuesta por Jan Topic, un experto en seguridad, para ocupar la silla de Carondelet.
Alguien que está capacitado para ser secretario de Seguridad, pero no para guiar el destino de todo el país. Nuestro país atraviesa tempestades constantemente. Por eso la responsabilidad que tene- mos en las elecciones del 20 de agosto es histórica y enorme. No podemos creer ciegamente en el baratillo de ofertas que vienen bajo el marketing sentimentalista que se activa en época electoral. Es hora de unirnos y dejar de lado las vanidades para pensar que de nosotros depende el futuro. Es momento de castigar con el voto a los malos gobernantes, a los que quebraron e hipotecaron el país. Si no meditamos el voto, habremos entregado el Ecuador a los malos, a los corruptos, a los pillos.