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Los radicales huyen del escrutinio democrático
La participación en las próximas elecciones del ala más radical del movimiento indígena hubiese dado respuesta a tantas interrogantes sobre su legitimidad y pertinencia. Tras arrogarse, en junio del año pasado, el derecho a infringirle cientos de millones de dólares en pérdidas al país y, hace unos meses, caotizar Pachakutik —so pretexto de una mal entendida ‘representación’—, hubiese sido lógico que Leonidas Iza y sus camaradas estuviesen en la papeleta electoral. Eso habría puesto a prueba su verdadera autoridad.
No será así. Pese a que hay varios candidatos de izquierda y centroizquierda, a que uno de ellos es dirigente indígena y a que casi todos suscriben las tesis ambientalistas y plurinacionales, la Conaie ha optado por no apoyar a ninguno de ellos, por ahora. Al mismo tiempo, se reserva el derecho a cambiar de parecer en la segunda vuelta.
La decisión es ideológicamente incoherente, pero tácticamente comprensible. El próximo gobierno enfrentará varios retos como El Niño, el déficit fiscal, la deuda y el posible fin del ITT, y tendrá muy poco tiempo para resolverlos; el desgaste será inevitable. Iza y los suyos prefieren mantenerse al margen y, con su apoyo al ‘Sí’ en la consulta sobre el ITT y su negativa a la minería, contribuir aún más al desgaste del Estado que un día aspiran a conquistar.
Esta no es la primera vez que el movimiento indígena, en momentos determinantes, busca preservarse dejando que sean otros los que pierdan . La gente sabrá castigar electoralmente a aquellos que son rápidos para juzgar, pero se esconden del escrutinio democrático.
Pab Lo Escandón Mont E n Egro pescandon@gmail.com
Los debates electorales
¿Para qué sirve un debate electoral? ¿Quién ve un debate electoral ? ¿A quién le interesa un debate electoral? ¿Por qué obligar a un candidato a participar en un debate electoral?
El debate sirve simplemente para poner a los y las candidatas en un mismo espacio con condiciones iguales para que desarrollen en un tiempo mínimo sus capacidades de respuesta ante una pregunta no imaginada. Si bien es un momento más de la campaña, no todos los candidatos saben manejarse en un debate.
El debate electoral es un programa para un porcentaje de la población que tiene en cuenta los datos políticos no para tomar decisiones, sino para polemizar con sus contertulios.
Los candidatos y su equipo de campaña son el público objetivo de los debates, no la ciudadanía, pues un debate político no define una votación, pero sí modifica ciertos elementos de la campaña y reorienta o afirma la estrategia establecida, aunque sea en el momento final de la carrera, en donde se busca el voto de los que aún no han decidido por quién hacerlo.
En el país, los candidatos presidenciales están obligados a ser parte de este programa y su ausencia es penada por el Código de la Democracia, incluso con el levantamiento de sus derechos políticos. Esta sanción tiene su lógica, pues si se genera toda una metodología de participación equilibrada y paritaria, es necesario que todos los actores políticos participen de ella y refuercen el ejercicio de una parte de la democracia.
Lo importante no son las preguntas ni los moderadores, sino los candidatos, pues en ellos está enfocado todo: cómo van vestidos, qué elementos distractores tendrán, cómo se dirigirán a sus contertulios… Allí está el verdadero debate, en las reacciones frente a los demás y cómo logran manejar improvisaciones durante casi tres horas.
Que el 13 de agosto, el debate sea un buen programa que demuestre una mejora en todo sentido: desde la producción, las preguntas y la participación de los candidatos.
que exigen que el petróleo del Bloque ITT del Yasuní se quede bajo tierra. No entienden que no hay nada de romántico en la pobreza de nuestro país, la desnutrición de nuestros niños y el desempleo que generaría su propuesta.
¿Cuál es la alternativa real que permita dejar el petróleo en tierra y no sufrir las graves consecuencias de los ingresos que dejaría de percibir el Estado y que además permitan pagar las deudas? No la tienen.
Necesitamos generar más plazas de empleo. Necesitamos alternativas para generar ingresos y enfrentar la precaria situación económica E l país no puede darse el lujo de perseguir la romántica idea de no explotar sus recursos La deuda externa de Ecuador está en los USD $62.231 millones. En el ITT tenemos en reservas unos 870 millones de barriles de petróleo que equivalen a 19.500 millones de dólares. En caso de ganar el ‘Sí’ en la consulta tendremos que olvidarnos de esos recursos El perjuicio adicional alcanzaría los USD 477 millones, USD 251 millones por liquidaciones labora- les. Además de USD 1.950 millones que Petroecuador invirtió en infraestructura e instalaciones petroleras.
La única alternativa para evitar este desolador panorama de destrucción de empleos e incremento de la pobreza es la explotación responsable del petróleo y de otros recursos como la minería o empezar a explotar el gas natural como una nueva fuente de energía limpia, menos contaminante y menos costosa para el país. Tengamos claro que apoyar la descabellada idea de mantener el petróleo bajo tierra traerá conse- cuencias ya que los tres ingresos fuertes del Estado provienen del petróleo, la minería y los impuestos.
Si la postura de no explotar el petróleo se impone en el Ecuador, el gobierno de turno se verá obligado a cargarnos con más impuestos, en su intento desesperado por obtener recursos, porque de alguna forma debe financiarse y llegar al presupuesto para mantenerse y cubrir gastos y deudas adquiridas. Así de fácil.
No creamos en ‘pajaritos preñados’, porque no existen.
¡Menos Estado, más libertad!