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Sacrificio en nombre de derechos abstractos

Laviolencia que se vive en el país no solo es lamentable sino que a veces no parece ser obra de la casualidad porque hay fuerzas oscuras maniobrando en la sombra, incluso a nivel electoral. La pregunta es inevitable: ¿cuántos votos cuesta una bala?

Resulta sospechosa la posibilidad de que, en esta ola de violencia, estén involucrados policías, militares, políticos y funcionarios, ya sea infiltrados en los grupos delincuenciales o ayudando desde afuera, como los jueces que sobreseen truhanes (bajo la amenaza o la coima).

Permanece casi como un registro en el archivo la supuesta calma que hubo durante el gobierno de Correa con los carteles del narcotráfico y las pandillas.

Entre las víctimas ya se cuentan un alcalde, algunos concejales y aspirantes a la Asamblea. A eso se suman las amenazas a candidatos presidenciales y la inacción de un gobierno indolente que parece estar contando las horas para consumar su ‘muerte cruzada’…

Lo que anunciaba ‘Fito’ en rueda de prensa dentro de la cárcel -con un oficial de policía custodiándolo- era el llamado a una ‘paz mafiosa’. Es decir, los delincuentes ofreciendo una ‘tregua’ a cambio de que los dejen ‘traficar y matar en paz’… rodrigo Contero P e Ñ a F iel rcontero@gmail.com

Los votos que se buscan con el miedo son para asegurar que lleguen al poder los grupos políticos que ofrecen pactos con los más buscados. Y se ve también lo que buscan los que están tras la minería ilegal o el extractivismo informal. Las consultas del Chocó Andino y del Yasuní son otras piezas de ese tablero violento.

Los que encabezan las encuestas se regodean con la posibilidad de ganar en una sola vuelta y el resto de los candidatos muestra un nulo o exagerado conocimiento sobre seguridad. La ciudadanía, desesperada y queriendo huir del país, pide ‘mano dura’ y muchos recuerdan las sabatinas. Sí, una mano dura que fue blanda con mafias, carteles y pandillas. Por eso, ¿cuántos votos cuesta una bala?

Ganar o perder

No basta con ganar una competencia deportiva, de conocimientos, elecciones, o contienda de cualquier tipo, nunca será suficiente. Lo importante es buscar la victoria una y muchas veces. No existen líneas de meta y nunca lo habrán.

En Ecuador, la población tiene necesidades objetivas que siguen insatisfechas; la desnutrición crónica infantil, el acceso a servicios básicos, el déficit de vivienda, la red vial, la infraestructura básica y el sistema de seguridad son algunas. No son problemas etéreos ni ‘construcciones sociales’ que se solucionan con discursos. Caen en el campo de lo plenamente material y, por lo tanto, enfrentarlos exige energía, recursos y trabajo, con todo el efecto sobre la realidad que eso conlleva, incluyendo su ‘impacto ambiental’.

La atención de todas esas necesidades objetivas son reconocidas como derechos por la Constitución. Sin embargo, esta otorga la misma categoría a una serie de nociones subjetivas, como ‘buen vivir’, ‘ambiente ecológicamente equilibrado’, ‘pluralidad’, ‘diversidad’,

‘identidad cultural’, ‘beneficios de los saberes ancestrales’, ‘reparación y resarcimiento de colectividades afectadas por el racismo’, ‘derecho de la naturaleza a la restauración’, ‘mantenimiento y regeneración de los ciclos vitales de la Pacha Mama’. Ante recursos limitados y una abundancia de derechos sin jerarquía entre ellos —70 de los 444 artículos de la Constitución versan sobre estos— quien dirime entre ellos es la política, muchas veces burdamente representada en lo más alto de la Justicia.

En nombre de estos derechos abstractos, en Ecuador se sacrifica la supervivencia material real de la población. La única forma de atenuarlo o revertirlo requiere una reacción que implique similar movilización, organización, cabildeo y participación. ¿Quién alzará la voz?

rosalía a rteaga s errano rosaliaa@uio.telconet.net

Narconovelas, escuelas del delito

Hace algún tiempo alerté a la ciudadanía ecuatoriana sobre el daño que estaban causando las narconovelas en la sociedad ecuatoriana, especialmente en las mentes de niños, adolescentes y jóvenes, quienes son más susceptibles de ser influenciados por lo que les traen los medios audiovisuales.

Buena parte de estos productos son realizados por empresas de Colombia, México e inclusive Estados Unidos, y tienen que ver con la reproducción de las vidas de los principales narcotraficantes, así como recreaciones del ambiente que viven quienes se dedican a delinquir y amasan grandes fortunas que gustan de exhibir.

Esas telenovelas y películas que se refieren al mundo de los carteles del narcotráfico aparecen como súper producciones que encandilan a los jóvenes de nuestros países, y les muestran un mundo de lujo, de poder, de violencia, que resulta tentador sobre todo para quienes no ven un futuro promisorio en su delante.

En dichas producciones, se describen y se escenifican con lujo de detalles, los más truculentos episodios, los crímenes más espantosos, el uso de armas de gran poder, la inexistencia de valores, lo que deja un saldo de ‘enseñanzas’ nocivas para quienes permanecen a la expectativa de este tipo de experiencias.

Así, al interior de sus casas, los más jóvenes se van acostumbrando a considerar a la violencia como algo normal, inclusive deseable, y esto, unido a otras causas, dan como resultado el clima de espantosa violencia que ha empezado a adueñarse del país.

No se trata de atentar contra las libertades, lo que se trata es de concienciar a los dueños de los medios de comunicación, pero también a los anunciantes, sobre el daño que las narconovelas le hacen a la sociedad y de actuar en consecuencia.

Ganar puede ser tan adictivo como las drogas; la subida del placer nunca satisface del todo y constituye la mitad de una ecuación; la otra mitad es la caída de la dopamina, un neurotransmisor muy importante del sistema nervioso central, encargado entre otras cosas, de su regulación.

Cuando existen competencias en las diferentes especialidades, los resultados se publican de manera inmediata y constituye un honor para el o los triunfadores, les hace sentir bien, igual que a sus familiares y amigos.

El solo hecho de ser populares y que mucha gente se entere de ese triunfo genera satisfacción. Si la aureola del triunfo desaparece, surge una cuestión incómoda: ¿qué pasa si mi nombre no consta?, ¿qué justificativo puedo dar?, ¿triunfaré en la próxima contienda?, ¿mi reputación termina?, ¿soportaré la humillación de la derrota? En fin, muchas interpretaciones se pueden dar al no haber alcanzado el triunfo.

Muchos ganadores hacen trampa, de la misma manera que los drogadictos consumen drogas. El placer les hace sentir bien y la abstinencia muy mal. El deseo de triunfar o consumir estimulantes no les importa, lo esencial es conseguir más y más, como sea. Cuando se comete un error y se fracasa, la situación es temporal; allegados y familiares lo perdonan, saben que pueden recuperarse. Pero si actúan de forma deshonesta, estos hechos los acompañarán toda su vida porque nunca podrán olvidarlo. El circuito de control es muy importante y racional para tomar decisiones fundamentadas y precisas para recuperar el éxito, esto hace que el bienestar de las personas mejore en el presente y el futuro. Sin embargo, para mucha gente el fraude es una tentación poderosa que permite llegar a la victoria muchas veces, haciendo que el sumiso, los cómplices y fanáticos, sin medir las consecuencias de sus actos, destruyan vidas humanas, competencias, organizaciones, gobiernos y países, sometidos al control de los caudillos y la delincuencia organizada.

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