Los Ríos 15 noviembre 2015

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Ecuador, domingo 15 de noviembre de 2015 duo moderno y al mundo marginal, como el nuestro, donde el recurso histórico está inserto y aparece la incertidumbre. Eso lo veo en algunos versos de ‘Del avatar’ y se puede observar hasta llegar a ‘Inventando a Lennon’. Por otra parte, hay una línea que va por la intimidad y la relación frente ‘al otro’, con la mujer, específicamente, y aparece el erotismo. Esto puede observarse también desde ‘Del avatar’, pasa por ‘Los amantes de Sumpa’ y llega a algunos poemas del último libro. Claro que en esas dos líneas hay ciertas modificaciones. ¿Como cuáles?

Con respecto a la visión histórica, le debo enormemente a los poetas fundamentales ingleses. Su voz es la que voy modificando hasta encontrar la mía, pero nunca se puede dejar de señalar la deuda que se tiene. Así hay ciertos elementos más audaces y experimentales en mi inicio como poeta. En algunos casos, hay una meditación más a fondo. Por ejemplo, en ‘La ofrenda del cerezo’ está lo histórico y lo personal, pero ante todo es una meditación sobre la poesía misma: son poemas que se refieren al poetizar, son poemas que reflexionan sobre la poesía y el arte, sobre la pintura y el cine que también influyen. Si mira con detenimiento, hay mucho de Ingmar Bergman en mis primeros poemas, pero todo eso se va modificando. ¿Qué decir del Iván Carvajal de 2015?

Como lector, sigo siendo un ávido consumidor de poesía. Siempre juego entre la lectura de los poetas contemporáneos y los clásicos. En la casa de Mario Campaña se produjo una cosa muy curiosa. Él salió de viaje y pude aprovechar de la gran biblioteca de su casa. Ahí me puse a releer a los poetas clásicos latinos. Vuelvo al pasado porque la obra siempre está presente, ese es el punto: no es que el poema del pasado está en otro tiempo; el poema está en el presente cuando el lector lo tiene enfrente, pues la lectura es actual y está absolutamente presente. También me planteo la posibilidad de retomar la escritura, pero eso es un gran reto.

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diálogo

Ecuador no es lugar porque no hay nadie a quien se pueda recurrir para montar un laboratorio de poesía experimental como el que tuvieron los hermanos De Campos en Brasil. Esto, para trabajar nuevas formas de integración de experiencias estéticas para que aparezca una nueva forma de configurar a un poema. Yo soy un escritor que me valgo de la página, así me desplace a la pantalla. Tengo la energía para experimentar, pero eso supone recursos, y nadie los va a dar. Ese es el verdadero gasto, lo otro se llama despilfarro, y en Ecuador, desde siempre, solo ha existido un despilfarro en cemento armado y en hierro. Y este Gobierno, en particular, no tiene ningún sentido de lo que es la dimensión estética: nunca se va a gastar, realmente. Ojalá los jóvenes puedan hacerlo. Uno siempre busca nuevas formas, por ejemplo, ‘Inventando a Lennon’ es un texto que se produce en mí por el impacto del videoclip, de esa sucesión de imágenes que pasan rápidamente, por lo que traté de reproducir de manera visual el movimiento. No sé qué efecto se dé en el lector y sé que es una experiencia que los jóvenes actuales no la perciben. ¿Por qué inventó a Lennon y no a McCartney?

Primero, porque Paul no fue asesinado (risas), es tan simple como eso. Pero bueno, lo que hay que decir es que Lennon y el Che Guevara fueron los íconos de mi generación. Sí, están los Beatles, pero Lennon se torna como el referente. Muchos de nosotros empezamos a ser críticos del castrismo, pero nunca se dejó de ser ‘guevarista’ en un sentido de lle-

var las cosas al extremo, más allá de que existan reparos. La actitud de Lennon, su lucha contra Vietnam y su postura frente a EE.UU. lo hacían también un artista extremo. Por eso fue un ícono y escribo sobre él. Lo que sí hay que recalcar es que no se trata de una elegía, por momentos hay ese tono, pero también está lo festivo. “En el sueño te atrapo,/ solo en el sueño.”, son los versos iniciales de su poema ‘Cacería’. ¿El poeta debe ser un cazador?

Sí, siempre estás cazando versos. Se trata de esa búsqueda del imposible. El poeta, definitivamente, siempre sale de cacería. Como bien señaló antes, la lectura hace que un poema esté en el presente. Tomando estos versos de la serie ‘Del avatar’: “Siempre se estuvo jugando en el gran tablero/ si llega un jugador juega su juego/ cambiando el actor/ la habilidad del actor dicta la regla/ ya que estás/ prueba tu juego.”, ¿se puede traspolar esto al presente y ubicarlo en la actualidad política?

Se refiere a la vida, pues siempre debemos estar jugando (dice Carvajal, luego de que riera por un buen rato). Bueno, esa serie de poemas ‘Del avatar’ y ‘Corolarios’, que conforman el libro ‘Del avatar’, son el resultado de los primeros años de trabajo que pasaron por la crítica demoledora de Ulises Estrella, se puede decir que es una propuesta de a dos manos. Eso siempre le agradeceré a este amigo generoso, que no solo nos enseñó de cine, sino de poesía. He tenido a lo largo de los años una especie de contradicción profunda entre el que no se empaten las

¿Por qué?

Porque muchas cosas han cambiado. Yo pertenezco a una generación que está desconcertada por el desarrollo de los medios de comunicación. Yo me pregunto cómo se debería configurar poemas actualmente, esa es una cuestión muy compleja. Pienso que no puedo integrarme, a menos que haya un laboratorio, pero

Me planteo la posibilidad de retomar la escritura, pero eso es un gran reto”. MEMORIA. Carvajal tras recibir el Premio Nacional a las Libertades ‘Juan Montalvo’.

PERFIL

Iván Carvajal

Poeta, ensayista y filósofo ecuatoriano (San Gabriel, 1948). Realizó sus estudios de Filosofía en la Universidad Central y en la Universidad Católica del Ecuador. Fue director de la revista País Secreto. En 1983, ganó el Premio Nacional de Literatura ‘Aurelio Espinosa Pólit’. En 2013, recibió el Premio a las Libertades ‘Juan Montalvo’, otorgado por la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep).

Solo un poder mezquino y mediocre puede perseguir a las opiniones”.

realidades con el discurso, por lo menos desde mi perspectiva de izquierda, y por otra parte está esa posición materialista de aceptar las cosas. Estoy en el mundo y hay que jugar, apostar, y eso se basa en cómo siento, en lo que pienso y en lo ético, y muchas veces eso nos involucra en relaciones que no podemos controlar. Lo que me queda claro es que frente al autoritarismo, uno tiene que resistir; frente a la injusticia, no solo queda resistir, sino luchar para bloquearla; a la censura, no se la puede aceptar. Lo que me dice la vida es que solo un poder mezquino y mediocre puede perseguir a las opiniones. ddelatorre@lahora.com.ec


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