‘El hombre del tanque’ Una foto tomada en Pekín hace 25 años se convirtió en ícono de la resistencia. Esta es su historia. ORLANDO GÓMEZ LEÓN
Cuatro de junio de 1989, primavera en Pekín. Poco antes del mediodía. Un joven chino, desarmado, se enfrenta a una hilera de tanques. La imagen de este ‘rebelde desconocido’ trascendió gracias a varios cronistas gráficos que lograron burlar la censura. En la Avenida de la Paz Eterna, que bordea la Plaza Tiananmen, el hombre -de camisa blanca, pantalón negro y con una bolsa en cada mano-, camina y se detiene decidido ante los gigantescos cinco carros de guerra del Ejército de Liberación Popular. Los blindados frenan. El aparato que va a la cabeza trata de esquivar al manifestante y este se interpone. La escena se repite dos veces. Segundos después se sube al primero de ellos y dialoga con un soldado. A continuación, unas personas le gritan y lo convencen para que baje y se vaya con ellos. Corrió el rumor de que eran policías de civil que se lo habían llevado detenido. En menos de cinco minutos esta imagen comenzó a convertirse en el intento por restaurar la democracia en China. Fue captada por varios objetivos; cámaras de vídeo y fotográficas. Pero solo unos pocos, como sucedió durante la matanza en sí, lograron eludir los registros de los soldados. Las fotos, tomadas con teleobjetivo desde el hotel Pekín, a escasos metros de la Plaza, que ya había sido desalojada, muestran a Wang Wei Lin, de 19 años, convertido en una leyenda viva que le dio la vuelta al mundo. Periodistas y disparos
Casi todos los corresponsales extranjeros se habían refugiado en el hotel, esperando los boletines oficiales o las llamadas de algún diplomático (eran las fuentes preferidas) que informara sobre qué pasaba, realmente –ya que las autoridades habían impuesto toque de queda y nadie podía salir-,
luego de que la noche anterior se hubieran escuchado gritos y disparos y se hablara en voz baja de unos 200 muertos en las calles. Los periodistas José Luis Márquez y Fermín Rodríguez, enviados de la Televisión Española, estuvieron recorriendo sigilosamente los alrededores la noche anterior hasta que la presencia de unidades del 27 Cuerpo del Ejército los intimidó y corrieron a refugiarse. En su carrera, una familia china los escondió en su casa. Más tarde, al llegar al hotel, contaron asustados que los tanques habían aparecido por las calles Xi Chang An Y Quian Men Xi y también desde el llamado Palacio del Pueblo y la Ciudad Prohibida. “El fuego fue intenso”, dijeron. “Debe haber muchos muertos”, añadieron. Durante los cinco días previos también se habían oído disparos y jamás se sabrá cuántas personas perecieron. A veces se veía que los heridos eran conducidos a los dispensarios cercanos sobre los tradicionales triciclos. En realidad habían sido seis semanas de protestas ‘contrarrevolucionarias’. En un boletín radial, en inglés, el portavoz del Consejo de Estado, Yuan Mu, llegó a decir que los reporteros extranjeros ignoraban la naturaleza de la rebelión y los invitaba a ‘no exagerar las cosas’. Exigencias en un funeral
Las protestas habían comenzado un mes antes cuando miles de estudiantes y obreros se manifestaron en Pekín pidiendo mayor libertad de expresión y un diálogo con las autoridades para entender mejor las reformas iniciadas por Deng Xiaoping. Los dirigentes estudiantiles sostenían que los cambios no eran suficientes, pues la corrupción seguía rampante entre los políticos y no se percibían renovaciones. Por esos días se realizaba también el funeral de Hu Yaobang,
PULITZER. Jeff Widener posa con su famosa fotografía.
GLOBAL I
MIÉRCOLES 04 DE JUNIO DE 2014 La Hora, ECUADOR
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GALARDONADAS. Las cuatro fotografías del hombre y de los tanques. De izquierda a derecha, de arriba a abajo: Charlie Cole, de Newsweek; Jeff Widener, de Associated Press; Stuart Franklin, de Time, y Arthur Tsang Hin Wah, de Reuters..
considerado por los jóvenes como un defensor de la democracia. Hu, quien había sido Secretario General del Partido Comunista, era considerado un liberal, y su expulsión en respuesta a las protestas estudiantiles de dos años atrás fue vista como injusta en determinados círculos. Su muerte fue la disculpa para que los muchachos expresaran su descontento, sin miedo a la represión, pues a nadie se le habría ocurrido irrumpir con los militares en el sepelio de un alto exfuncionario. Pero, el Diario del Pueblo prendió la mecha: en un demoledor editorial calificó a los estudiantes de Tiananmen de enemigos del Estado. El texto indignó al movimiento. Los estudiantes resolvieron orar en las calles por Hu y pedían que se reinvindicara su figura, pero pronto llegaron los enfrentamientos con la Policía, cuando por altoparlantes se les exigió que desalojaran la Plaza y no lo hicieron. Unos pocos se fueron, pero la mayoría decidió sentarse y entonar ‘La Internacional’, mientras otros resolvieron iniciar una huelga de hambre. Nadie imaginó el castigo que vendría después. Toda una masacre.
Hora de cierre
El episodio de Tiananmen fue sorpresivo y también de miedo así como un trabajo inesperado e importante para los reporteros extranjeros. Fueron momentos de gritos, carreras, malas palabras y entusiasmo, como ocurre en los medios a la hora de cierre. Mientras los cronistas llamaban y enviaban datos a sus medios como podían –no existían los modernos celulares de hoy- casi siempre por el teléfono fijo del hotel, el télex o el teletipo que por fortuna no habían sido cortados y hacia las oficinas de Hong Kong (que para los periodistas era como un Nueva York pequeño y sin censura) para que estas retransmitieran al mundo las noticias, los fotógrafos –amontonados-buscaban ventanas y balcones e intentaban captar lo que pudieran, antes de que -de pronto- se les ocurriera a los soldados entrar al hotel y requisarlo todo. Las cámaras aún eran de rollo, y estos se acababan y se escondían en todos lados: en las cisternas de los sanitarios, en el bar, bajo las cobijas de las camas, entre las almohadas o los zapatos, etc. La locura
En esta locura, Charlie Cole, de Newsweek, tomó la que se con-
sidera primera instantánea del momento, con la que ganó el World Press Photo de 1989. Jeff Widener, de Associated Press, se metió al cuarto de un estudiante estadounidense, en el sexto piso, y desde allí ‘disparó’. La imagen obtuvo el Pulitzer en 1990. También hicieron ‘click’ casi al mismo instante Stuart Franklin, de Magnum y Time y Arthur Tsang Hin Wah, de Reuters. Este último acababa de llegar de la calle y había sido herido por los manifestantes que, al ver a un chino con cámara al hombro, lo confundieron con un espía del Gobierno. “No sé cómo me salvé de que me lincharan”, comentó temblando. Los videos estuvieron a cargo de los enviados de TVE, BBC y CNN, principalmente. Todas las fotos son similares y todas fueron galardonadas, pues se convirtieron en un ícono. De Wang Wei Lin, el rebelde, nunca se supo nada. Unos dicen fue encontrado en una zanja con la cabeza rapada y señas de que había sido ejecutado. No faltan quienes aseguran que ahora es un destacado profesor en una universidad de China. De todos modos, este hombre, con su valentía, sigue siendo el símbolo de la utopía de la libertad.
MANIFESTACIÓN. Todo comenzó de manera pacífica, pero la protesta fue apagada con balazos. (Foto de archivo)