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Nuestro oro y nuestras crisis

Conforme una nueva crisis financiera amenaza con gestarse —tras el colapso del Silicon Valley Bank y el desplome de las acciones del Credit Suisse—, el precio del oro sube. Varios expertos advierten que el pánico actual, sumado a los efectos de la impresión desmesurada de papel moneda durante la pandemia, conducirá probablemente al precio del oro a un récord histórico. Este es el momento de tomar en serio la vasta riqueza aurífera que tiene el terriorio ecuatoriano.

A diferencia de otros países con indicadores similares y pese a su vulnerabilidad frente a los fenómenos externos, la diversidad de recursos con la que cuenta Ecuador permite que siempre exista al menos un sector que compense las pérdidas del resto. Durante la pandemia, las exportaciones de alimentos tuvieron un excelente momento, justo cuando el petróleo se iba a pique. Un par de años después, tras la invasión rusa a Ucrania, la situación se invirtió; la agroexportación se vio afectada por la disrupción de insumos, mercados y sistemas de pago, pero el precio del petróleo subió pronunciadamente. En épocas como esta , la minería podría significar una gran diferencia estabilizadora.

Sin embargo, el país parece no aprender la lección. El descuido del sector petrolero hizo que la producción descendiera en los momentos en que más se hubiera beneficiado el país del precio internacional. La falta de acuerdos comerciales impidió aprovechar los mercados de alimentos en años clave. Ahora, la incomprensible demora en el desarrollo del sector minero conllevará otras oportunidades perdidas.

El infierno de Darién

La Cruz Roja Internacional ha seleccionado al remoto pueblo panameño de El Real de Santa María para acoger los restos de migrantes que mueren en su intento de atravesar, desde Sudamérica, la jungla de Darién, para proseguir en su anhelo de llegar a Estados Unidos.

Para tal fin y como proyecto piloto, en el cementerio municipal del villorrio mencionado, ha construido un módulo humanitario de cien nichos para el resguardo de los cadáveres de quienes perecen en la peligrosa aventura y cuya identidad no puede ser establecida (antes eran enterrados en fosas comunes). Esta iniciativa brotó debido a la cantidad de personas que fallecen en búsqueda de una vida mejor y a los que no les importa los riegos para lanzarse al recorrido, en ocasiones mortal o que deja estigmas de difícil curación, ya que los peligros son numerosos, tanto por la intrincada e insana geografía (enfermedades tropicales, ríos caudalosos, vegetación tupida, clima inhóspito, animales voraces como cocodrilos o serpientes venenosas), como por la existencia de grupos de irregulares armados y más forajidos, como los traficantes de personas, duchos en engaños y abusos de toda índole. No es de extrañarse, por tanto, que en ese medio, aparezcan cuerpos abandonados y en putrefacción de quienes no pudieron avanzar y murieron en el frustrado propósito, que costó miles de dólares que fueron a manos de mafias que operan a sus anchas en el sector de aproximadamente 100 kilómetros, en el límite entre Colombia y Panamá. Según recientes estadísticas, la cantidad de migrantes que se desplazan por la zona de Darién, considerada como un infierno, ha aumentado y va creciendo: se la ubicó en 10 mil por año, en el 2022 subió a 248 mil, siendo más numerosas, en este orden, las personas procedentes de Haití, Venezuela y Ecuador. ¿Estará tan mal la situación en nuestro país para que se produzca lo indicado?

la historia, la sociología, la psicología. Vale recordar que aún somos racistas, machistas, feministas; la razón, creo, es que la igualdad solo existe en la matemática o en la geometría, no en la vida diaria y perenne. Es que los humanos no somos iguales sino parecidos, de ahí provienen envidias, amores, odios y tal vez el resto de siete pecados capitales y sus contras de buena fe. Contra lujuria, castidad; contra gula, templanza, etc. Añadiría: contra política, indiferencia suicida; contra fút- bol, apagar el televisor.

En la novela de marras el narrador busca a su padre; un desconocido le declara que son hermanos y que toda la gente del pueblo se llama Pedro Páramo. Es un diálogo muy vívido con los muertos que saben el destino de los sobrevivientes, mediante un texto fantástico, cuya moraleja el autor deja a los lectores: perdemos el tiempo tal vez en tratarnos cada uno como único y superior al vecino o a la vecina, al colega. De moda está proclamar que las mujeres son iguales a los hombres, cuando muchas de ellas son mejores. Un maestro jesuita nos decía en el colegio que, en la vida, cuando dejemos las aulas, encontraremos mejores y peores que uno y que si encontramos dos iguales seguramente serán gemelos. Verdad que completaba: el estudio les hará diferentes y si conocen las humanidades clásicas casi completos. Concluía: claro que desgraciadamente el dinero también te hace ‘mejorcito’, pues hasta ‘blanquea’, viejo prejuicio de un país mestizo. Triste, pero el dinero te hace a menudo ‘noble’, bien parecido e importante, a pesar de que en la forma y en el fondo todos somos Pedro Páramo, hermanos e hijos del mismo padre.

La comentada novela indirectamente se acerca a la historia, sociología, política. Conozco que, en griego, historia significa investigación y verificación. Muchas veces considero que los sueños literarios nos podrían volver más humanos, solidarios y solo iguales en derechos, para no andar en guerras, ambiciones

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