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Ghia Raphaela Rodas Guerrero, joven artista esmeraldeña
Por las calles de Esmeraldas y del mundo va la sirena con su cabellera roja escapada del mar de la playa “Las Peñas” que camina con sensibilidad artística y social, generando espacios de expresión como salvavidas a jóvenes náufragos en un mar de caos.
mulación y la prisa. Como profesional, es Curadora por la Universidad Nacional de las Artes de Buenos Aires. Se ha desempeñado en museos, galerías y estudios de Ecuador y Argentina. Ha desarrollado su trabajo en el ámbito de la pedagogía y la creación artística en colaboración con organizaciones internacionales. Su último proyecto fue realizado en el Museo de Esmeraldas junto con Rotary, CEMPROC y Acción No Violenta.
Su labor en este ámbito empezó desde mucho antes junto a colegas y amigos muy queridos como Olmedo Guerra, Anthony Guerrero, Melissa Mourelle y Yuliana Ortiz. Siendo adolescentes se dedicaron a la gestión cultural y la producción literaria en Esmeraldas. Para ella trabajar en red ha sido una experiencia humana y profesional valiosa en su camino.
Ha publicado poesía en fanzines literarios. Actualmente escribe su primera obra narrativa.
Su propósito son los demás Ghia Raphaela lleva la cabeza encendida del color rojo que representa el amor y la pasión que la impulsan a crear espacios donde estimular la expresión sensible de las personas, es lo que la enciende.
Desde el 2014 conformó junto a los amigos y colegas antes mencionados el grupo AfroArte, y considera que su mentora es la conocida y admirada escritora esmeraldeña Yuliana Ortíz.

vez suene raro que esto sea una oportunidad ¿cierto?, pero lo ha sido. Con inmensa gratitud, puede decir que se ha movido por la vida con apetito. Con una fuerza interior por descubrir, crear y trabajar. ¡Pero de repente tenía 17 y ahora tiene 24 años! (sonríe). Atiende su necesidad de tiempo para redescubrir quién es y cómo continuar sirviendo a los demás.
El mundo post-pandémico trajo cambios, muchos de ellos nos emocionan, otros nos inquietan. Hay herramientas, información y mucho que aprender. Cree que es necesario digerir, poner sobre la mesa nuestro bienestar mental, físico, y espiritual en medio de la esti-
Cuando estudiaba y estaba lejos soñaba con volver a Ecuador y crear un museo en la playa, un espacio de innovación, educación y desarrollo que acogiera infancias y juventudes con el objetivo de potenciar sus talentos. Ahora está aquí y sostiene la misma visión. Ve el potencial, y en contraste, la condición de vida de los más jóvenes sólo alimenta su certeza de que es necesario desarrollar e incentivar el talento. Claro que ejecutar esta visión no ha sido fácil. Hay desconocimiento, hay abandono. Pero también ha encontrado las manos abiertas y dispuestas. Siempre ha creído que las dipara desarrollar nuestro ingenio. (MV)