INTERCULTURAL
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MIÉRCOLES 13 DE JULIO DE 2016 La Hora ECUADOR
I
LABOR. Luzmila prepara el material para empezar a tejer en los telares
RAIGAMBRE. Don Lucho trabaja en el telar ancestral de callhua como se lo hacía antes.
LOS TELARES, TRADICIÓN
ANCESTRAL QUE SE MANTIENE
En el museo Viviente Otavalango existe un taller de tejedoras manuales donde se elaboran varias artesanías.
C
OTAVALO, LA HORA •
on el paso del tiempo han ido apareciendo m aqu i n a r i a s modernas para remplazar a los tradicionales telares manuales, que desde épocas muy antiguas fueron utilizadas especialmente por la etnia indígena en el país. El museo Otavalango, con el fin de mantener esta tradición ancestral, cuenta con un taller artesanal en el cual se elaboran tejidos en telar manual con acrílico, lana y algodón. Alrededor de ocho telares existen en este lugar, cada uno con diferente diseño. En estos se confeccionan una serie de artesanías como ponchos, tapices, bufandas, fajas, camisas, chales, manteles, bordados a mano, entre otros; los mismos que se comercializan a los turistas que llegan a visitar este museo. “Este es un proyecto para que las nuevas generaciones no se olviden de lo que utilizaron nuestros antepasados. Varias comunidades nos han donado estos telares manuales para crear este taller. Les hemos pedido a los adultos (taitas) que nos enseñen, porque se ha estado olvidando el tejido con el telar, conocido antes de la Conquista española como es la ‘callwa’
Este es un proyecto para que las nuevas generaciones no se olviden de lo que utilizaron nuestros antepasados”. RENÉ ZAMBRANO
PRESIDENTE DEL MUSEO VIVIENTE OTAVALANGO
o telares de cintura”, comenta René Zambrano, presidente del museo. Mejor lo hecho a mano
En la actualidad, con el avance de la ciencia, el modernismo y las nuevas tendencias textiles, se ha ido perdiendo el tejido con telar, siendo los propios artesanos quienes optaron por aparatos más cómodos como el de pedales y los eléctricos, que surgieron en secuencia del telar de cintura, los mismos que poseen cualidades semejantes y con los cuales es posible hacer trabajos paralelos, con pocas y definidas diferencias, entre el telar ancestral y el moderno. Según Zambrano, lo que prefiere el turista es la artesanía hecha a mano. “La calidad es muy diferente en comparación con lo que se hace en las máquinas, porque son más durables. Algunos extranjeros vienen acá y se quedan mirando hasta acabar su pedido. Nosotros, por ejemplo, una bufanda hecha en callwa la vendemos en 10 dólares. En otros
ARTE. La demostración a los turistas se lo realiza con las artesanías hechas en estos telares.
lados le pueden cobran más”, agrega. Esfuerzo por la conservación
En uno de los rincones del taller se encuentra don Lucho, quien sentado sobre una estera y puesto alrededor de su espalda una faja de cuero, teje en uno de los pocos telares ancestrales de callwa que se conservan en
este museo. Mientras sigue con su labor cuenta que aprendió de su padre a tejer a la edad de 7 años. Lo primero que empezó a realizar fueron las bufandas para posteriormente dedicarse a la elaboración de ponchos, chalinas y tapices. Añade que le gusta trabajar en estos telares antiguos a pesar de que el trabajo es más demorado.
Luzmila Cabascango, otra de las personas que trabaja en este taller, dice que aprendió a tejer con su esposo haciendo pulseras, luego se dedicaron a efectuar fajas. Menciona que pertenece a una organización que hace guardia todos los días: “Especialmente cuando llegan turistas nos turnamos para trabajar y demostrar lo que sabemos hacer”. (PMHR)